lunes, 30 de junio de 2014

LA MAGIA VERDADERA

LA MAGIA VERDADERA

Porque vivir ya es mágico, conviene
no jugar a sacarnos de la manga
efectos especiales o sorpresas
del fondo desigual de la chistera.
Vivimos aguardando que algo venga
a salvarnos del ritmo de la monotonía,
y solo lo aplaudimos si es fantasma
vestido con el don de la extrañeza
o el deslumbrante obsequio  de la fantasía.
Y así juzgamos mágico aquel beso
que se escapó furtivo entre las luces
de una noche de luz y de metal,
o aquella lucha a muerte por el triunfo
en el difícil campo del amor;
acaso nos traicione la memoria
con un destello azul de cualquier cosa
o la ilusa esperanza de un extraño futuro.

La magia está escondida y nos conduce
desde lo más velado de la monotonía;
las horas y los días son más días
si transcurren sin causa y sin motivo,
vivir es respirar con armonía,
con pausada quietud, con la certeza
de que seguimos vivos, de que hay hambre
y de que todo sigue su camino
como un río tranquilo que se agota
sin hacer ningún ruido y, de repente,
se oculta bajo tierra y se despide,
prescindible, accesorio, innecesario,
lo mismo que la vida que se esfuma

como si fuera magia entre las manos.

jueves, 26 de junio de 2014

PALABRA EN EL TIEMPO


El maestro don Antonio Machado proclamó que “poesía es palabra en el tiempo”. Y creo que, como casi siempre, tenía y tiene razón. ¿Qué otra cosa puede hacer el creador que ponerle cara lingüística, simbólica y melódica a lo que el tiempo, su tiempo, le remueve en la conciencia? Tal vez con un doble sentido, el de dar pálpito al tiempo y el de trascenderlo.
Por eso cada segmento temporal tiene su tono, desarrolla sus empeños, se obsesiona con un número pequeño de asuntos y pone un sonido de fondo que suena de una manera especial a medida que se vuelve a él.
He vuelto a darle voz y tiempo a una larga antología de poetas de las primeras promociones de posguerra y tal vez en ellos mejor que en otras promociones se observa cómo marca el contexto y hasta qué punto el creador es esclavo y portavoz a un tiempo de la época en la que vive, sufre, goza y ejerce de dios menor.
Cualquier técnico en la materia sabe (debería saber) que la lucha fratricida dejó dos regueros marcados por la acomodación y por la exclusión, por la afección y por la desafección, por el arraigo y por el desarraigo. Pero me parece que, en realidad, ninguna de las dos maneras de ver las cosas se vio libre de un ambiente como de espasmo, de miedo y de tensión, de susto y de imprecación, de angustia y de no saber muy bien a qué o a quién acudir. Tal vez por eso en todos se rastrea un fondo religioso en el que nadan para hundirse o para mantenerse a flote, para consolarse no se sabe muy bien cómo o para descubrirse solos y desnortados, para refugiarse en el misterio o para exigir responsabilidades.
Estas primeras promociones, en los inmediatos años de posguerra, penas se podían atrever con la visibilidad social, con la denuncia explícita ante la desolación y el desamparo, con el grito ante la injusticia, y, tal vez por ello, buscaron refugio en ese ambiente menos a pie de calle, menos piedra de escándalo como era la religión. Después, los años pasan, las situaciones se recomponen, las tensiones se suavizan, los resquicios se abren y la historia va mostrando otros caminos, también tortuosos y casi interminables, pero que van permitiendo posibilidades hasta llegar a fórmulas menos agónicas y dramáticas.
Uno imagina la situación social y personal de muchos creadores de los años cuarenta y entiende las diferencias de tonos, de temas y de formas con la creación poética actual. Los Celaya, Ángela Figuera, García Nieto, José Luis Cano, Carmen Conde, José María Valverde, Bousoño, José Luis Hidalgo, Rafael Montesinos, José Hierro, Vicente Gaos, Victoriano Crémer, Rafael Morales, Miguel Labordeta, Ramón Garciasol, Gabino-Alejandro Carriedo, Cirlot, Carlos Edmundo de Ory, Chicharro, García Baena, Alfonso Canales, Julio Aumente, Rafael Andújar y tantos otros fueron, como deben ser todos los creadores, testigos especiales del latido del tiempo, de su tiempo, de aquel tiempo tan especial, tan convulso y tan triste. Cada cual en su acomodo, cada uno en su situación personal, más o menos acomodaticia o desarraigada.
Porque el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa, pero la palabra permanece, como testigo y muestra reveladora de las tensiones y del latido diario de la comunidad, de cada comunidad y de todos los estratos de la comunidad, también de los menos visibles pero más depositarios de la última y honda realidad.

Hoy acaso leer aquella poesía sea muestra de cómo pasa el tiempo, de qué manera también las formas se renuevan y de cómo las preocupaciones van modificando la escala de preferencias. O eso parece porque, en el fondo, el latido por el misterio y el sentido de la vida, de una vida imaginada más justa y mejorada, sigue siendo el alimento de la palabra, de la palabra en el tiempo.

miércoles, 25 de junio de 2014

UN POCO MÁS DE IDEA Y DE LECTURA



Porque me pincha el deseo de añadir alguna línea más en relación con la lectura del libro propuesto. Y no me animaré sin medida porque me conozco y sé que no pararía porque da para opiniones infinitas.
Decía que una lectura más enjundiosa es la que tiene en cuenta el contexto en el que se escribe y las repercusiones que se concretan a medida que pasa el tiempo, como muestra del valor intenso de esas ideas. Véase una pequeña muestra.
La contrarreforma religiosa, en la época en la que se concibe y se redacta el Quijote, se ha extendido en media Europa y España se alza como paladín de la misma; el imperio español ha alcanzado su máxima extensión y en sus dominios no se pone el sol, y todo se concibe desde la perspectiva de unos elementos religiosos y políticos que aspiran a ser universales, dogmáticos y que se compaginan y se ayudan mutuamente. Pero todo tiene sus límites, sus momentos culminantes y sus decadencias, en paso hacia nuevas realidades y hacia variantes distintas. La decadencia comienza a dejarse notar en lo político y en lo social. El imperio comienza su declive y los grupos más dinámicos y activos van a ser no los nobles y aristocráticos que ganan guerras o que mandan tropas, sino otras personas más pegadas a la realidad, al mundo cambiante, al desalojo de los dogmas y a la mudanza y regusto de los negocios y de la vida real y no inventada, al intercambio y a la ganancia, al trapicheo y al cambalache, al desarrollo de la razón frente al linaje y la herencia de sangre. Son los negocios y no es la guerra, son los cambios de cada día y no los dogmas intocables, es el valor del hombre y no el sometimiento a reglas inmutables, es la modernidad y no el mundo medieval…
A ese mundo de realidad cambiante y más humana es a la que Cervantes lanza a su don Quijote, representante de lo inmutable y medieval, pero también de los valores que aspiran a ser esenciales y duraderos en el tiempo. ¿Cómo no ha de chocar con la realidad, tan zafia, tan egoísta y tan cambiante? Por si acaso no estuviera claro, el autor le coloca como trasera del espejo a Sancho, este sí siempre al lado de lo inmediato, de lo útil, de lo beneficioso, de lo egoísta. Después, ya se sabe, el mundo se mezcla, las realidades se funden y nos dan un Quijote sanchopancesco algunas veces y un Sancho quijotesco en muchas más ocasiones.
Y en qué condiciones tan desfavorables me le hace andar al buen hombre. Fijémonos solo en el aspecto personal. Se trata de un hombre ya con cincuenta años del siglo diecisiete, un anciano, delgaducho y vestido de aquella manera, sin poder presumir de degustador de buenas comidas y adornado de caballo destartalado… Un figurín o un juguete de feria al que disparar sin cuidado. Por no tener, no tiene ni nombre definido: Quijada, Quesada, Quijano…
Pero, ojo, se lanza a la aventura con unos principios bien fijados y a prueba de bomba. Sus principios y sus formas (más estas que aquellos) se hunden en la caballería medieval pero no están dispuestos a dejarse llevar por los aires de la moda ni por los éxitos de temporada. En el zurrón de su escala de valores se guardan una conducta sin tacha, una resignación ante los fracasos en la vida, un espíritu de sacrificio y de ayuda a toda prueba, un desprecio absoluto a la riqueza material, un altísimo sentido de la justicia y un deseo irrefrenable de ayuda a los más necesitados y a los desvalidos. Ya le pueden echar aventuras a sus espaldas y molimientos diversos, que todos los aguantará bajo el paraguas de esos cimientos en los que tan sólidamente se apoya.
Al final de sus aventuras y vuelto a casa, se nos volvió cuerdo. ¿Cuerdo para quién? Cuerdo para los nuevos valores, enganchado otra vez a la escala de valores en la que los cimientos anteriores no son los que sostienen el edificio, cuerdo para un mundo nuevo en el que habrá que examinar con cuidado si todo el progreso externo es positivo y a costa de qué se consigue.
Una vez más vuelvo a poner en la balanza a don Quijote y a los símbolos actuales. Se me parecen en muy poco y, para mi desgracia, me refugio con más calor en el caballero andante y en su escala de valores. Sé que corro el peligro de dar a entender que niego el progreso y el cambio de formas, cuando creo que no es así, pues confío en el progreso y el los avances; pero en un progreso que tenga como media al ser humano como tal, al ser humano como valor supremo y no como instrumento para materializar las injusticias y las desigualdades. Me vuelvo a cuestionar a costa de qué se produce eso que llamamos progreso, quiénes son los que marcan en qué consiste ese progreso y cómo distribuyen las ventajas de ese progreso… Y no veo más que desigualdades por todas partes, figuraciones y escaparates, pasarelas y vanidades, lujos y miserias, números y cuentas, muñecos sin entrañas. Y, sin querer ser tan pesimista como Quevedo, otro contemporáneo de Cervantes, “Miré los muros de la patria mía (…) / y no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte.”

Tal vez necesitemos caballeros, aunque no estén vestidos de apariencia (cantantes, jugadores, modelos, banqueros, eclesiásticos, y en general engañados y esclavos agradecidos en un sistema que los explota y conduce como a muñecos…), que tengan los reaños para lanzarse al mundo y proclamar que hay mucho que arreglar y muchos tuertos que desfacer. Tal vez cada uno de nosotros deberíamos ser un poco más quijotes y un poco más osados y dispuestos a disfrutar del libro, del ejemplo y de la vida. Tal vez. 

martes, 24 de junio de 2014

VERANO Y LIBROS


A pesar de los muchos pesares que achican el ánimo y el empuje de la gente, es hora de que bastantes (siempre creo que muchos menos de los que aseguran los medios de comunicación) apuran las horas para llenar las maletas y las mentes de deseos e ilusiones de algunos días de descanso en eso que llamamos vacaciones. Sea en el lugar que sea (tampoco en casa se está mal, si uno quiere estar bien), parece normal que la lectura se active un poco en estas fechas de verano. Todo tipo de lecturas, aunque no todas son lo mismo ni todas impulsan el pensamiento ni el análisis de la misma forma. Para unos es el momento de olvidarse de los libros más sesudos y de volver a aquellos de distracción y pasatiempo; para otros será la ocasión de enfrentarse por fin con alguna obra a la que le tenía ganas pero que necesitaba tiempo y atención más intensa, algo que acaso el trajín diario le impedía prestarle.
No sé cuál es el nivel de lectura en esta comunidad en la que vivo, ni en cantidad ni en calidad. Sí sé que en las grandes extensiones comerciales se exhiben casi exclusivamente textos de éxito comercial, más producto de la propaganda que de otra cosa; de tal manera que, aquí también, termina por ser el medio de propaganda el que hace y deshace la obra hasta terminar casi creándola. Interesa conducir el gusto de la gente, dirigir sus apetitos, o más bien creárselos a imagen y semejanza de las redes comerciales. Por eso, por ejemplo, salvo en librerías especializadas, empieza a ser dificultoso encontrar libros de poesía y alguna distribuidora conocida, como es el caso del Círculo de Lectores ya no incluye este género apenas en sus catálogos.
El fenómeno resulta complejo y solo se apunta, pero resulta real y fundamental para entender los gustos y las costumbres entre los que nos movemos.
¿Sería mucho pedir que, en esta época de más tiempo libre, se enfrentara alguna lectura con ánimo de mayor profundidad y comprensión? Me temo que sí, salvo para círculos reducidos. Pero es que, sin esos intentos, nos quedamos sin la exquisitez del plato que queremos degustar.
Cualquier ejemplo nos puede servir, pero me atrevo a proponer el de la obra referencia del Quijote. Sirva como primer nivel el intento simple de leerla, de pasar los ojos por sus páginas y de entender literalmente sus contenidos. Tiene alguna dificultad por su léxico ya de siglos y por los sucesos que cuenta, ya aparentemente antiguos para su época y simplones para la nuestra. Pero la risa está asegurada y el buen humor también.
 Mas, como hay tiempo, intentemos algo más. Procuremos hacernos con alguna clave de la época en la que se escribió y comprobaremos que el sentido de sus páginas crece y se multiplica su significado. Tampoco es tan difícil: tal solo hay que actualizar mentalmente algunos conocimientos históricos: Edad Media decadente, afirmación de la nueva burguesía, reforma y contrarreforma religiosas, extensión y contracción del imperio español…
Y, si hay empeño y ganas de apoderarse más y mejor del libro, vayámonos al intento del autor por oponer esta realidad a los impulsos del héroe, a la trascendencia de la ironía y del humor, al contraste irreductible entre una escala de valores en lo absoluto y la ruptura del dogma de la vida real y cotidiana, o, en fin, al traslado de elementos de tradición oral hasta el nivel literario, en lo que es una ruptura absoluta con la creación literaria anterior y la creación y culminación casi de la novela moderna hasta nuestros días.
Si hay cualquier otro empeño, el libro da para  todos ellos y para más. Por ejemplo para el traslado de aquella realidad hasta la actual, con los mismos principios y las mismas consideraciones. Y así hasta la última participación e implicación de cada uno.
Con serenidad pero con ganas, entre sudor y sudor, al lado de una cerveza fría o tras un paseo por cualquier camino, al fresco o al lado del río, entre baño y baño o entre charla y charla…, incluso entre protesta y protesta por la situación personal o colectiva, o entre alegría y alegría.

No sé cuántos lectores andan por ahí ni qué interés tiene cada uno. Sí sé que los niveles de lectura son muy numerosos y que los libros son muy diversos. En todo caso, juntar algún rato más libro y lector durante estos meses tal vez debería ser también empeño de todos. No sé si con ello sube o baja el PIB pero sí se lleva mejor el tiempo y se enriquece no lo que importa sino lo realmente importante.

lunes, 23 de junio de 2014

DIVERSIDADES DIVERSAS


La vida de una comunidad, aunque esta no sea muy grande, se concreta, en el día a día, en una acumulación de pequeños sucesos que son los que, mirados con distancia y serenidad, explican no solo lo que sucede sino por qué ocurre y de qué manera los ciudadanos lo van deglutiendo en un proceso casi imperceptible y sin solución de continuidad. De esa manera, cada cual se ocupa de lo que las circunstancias le proponen y todos a la vez se siguen viendo y mirando como seres casi iguales y partícipes del mismo destino.
Este fin de semana acumulo experiencias en un muy interesante concierto de música de tres culturas (cristiana, israelita y musulmana), una salida al campo con anécdotas incluidas y un fresco riguroso para celebrar la llegada del verano, la asistencia a la presentación de un candidato del PSOE a la secretaría general de este partido, la vista fugaz de una representación teatral de tintes barrocos, una visita a Ávila con la alegría de mis hijos y de mi nieta cerca de mí, y hasta el entierro de una persona relativamente joven a la que conocí hace muchos años y con la que compartí ratos y charlas. Una simple multiplicación de experiencias y personas, me ofrece una especie de imperfecto caos y me sumerge en la consideración de lo trabado de la vida y de la convivencia. Porque después, para enredarlo todo más, viene el grado de intensidad con el que se viva cada acontecimiento.
El hecho que mejor me ilustra esto tal vez lo he encontrado en el contraste entre dos actos sucesivos del último sábado. A las siete de la tarde se presentó, en la sede del PSOE de Béjar el aspirante a secretario general Alberto Sotillos. Se trata de un joven, casi un niño, que no alcanza siquiera la edad de los treinta años. Expuso en pocos minutos sus dos ideas fuertes para tal candidatura: la democratización del partido, en forma de participación de los afiliados, y el control de esa participación como mejor forma de no anquilosamiento y de eliminación de todo tipo de corrupción. Después se abrió un largo coloquio en el que respondió a diversas preguntas de los asistentes.
Las dos ideas fuerzas que propuso parecen esenciales pero tienen dos pegas. La primera es que se supone que cualquier candidato se apunta a ellas, en este caso no con la fórmula de “y tú más”, sino con la de “y yo más”. La segunda es que se trata de dos fórmulas no de ideas sino de procedimientos, y eso parece poco. Es verdad que sin que las formas funcionen engrasadas y de manera correcta los contenidos se vician y no se desarrollan, pero a mí me parece que le falta un esquema mínimo de actuaciones y de contenidos. Porque en la fórmula de mayor participación es verdad que las ideas se desarrollan y se acuerdan según la opinión y decisión de los participantes, pero a nadie se le oculta que, a pesar de todos los pesares, los dirigentes de cualquier organización tienen más poder para sugerir y promover esas discusiones. Además, creo que es bueno que estén en política para convencer a las personas, y para ello la participación es esencial, pero más importante aún me parece cambiar las cosas. En fin, es este un asunto más largo y de más hondo calado.
Por lo demás, en lo personal, me pareció un chico con una fluidez verbal y de ideas muy interesante y poco me extrañaría que, si sigue interesado, pronto se haga notar más en público. Me gustaría al menos que pudiera alcanzar los avales necesarios como para que pudiera exponer a todo el mundo estas ideas y estos impulsos con los que cuenta. No tengo tan seguro que todavía sea el más indicado para coordinarlos o para dirigirlos.
El coloquio se alargó y creo que, a pesar de sus prisas (estos pobres hombres se pasan estas semanas todo el día en las carreteras y de sitio en sitio), resultó interesante para darse a conocer.
Eran más de las nueve de la tarde-noche cuando abandoné la sede de la agrupación del PSOE. A la salida me topé con un río de gente que encaraba la llegada a la Plaza Mayor. Pregunté si sucedía algo especial y me contaron lo que sabía pero había olvidado: se representaba, con paradas, desde el Bosque hasta el Palacio, la llegada de la duquesa a sus dominios en Béjar. Un asunto de realezas, noblezas y explotaciones varias a la gente normal de estas tierras que, desgraciadamente, se produjo durante demasiados siglos, El grupo de teatro Telar se encargaba de la representación. Se trata de un grupo que actúa con mucha dignidad y que desarrolla un trabajo que me gusta; pero, cuando recordé el sentido y las connotaciones de lo que estaban representando, salí casi por piernas, di esquinazo a la Plaza, me perdí por la calle de las Armas, que, curiosamente, tiene que ver históricamente con esta historia y con este tipo de representaciones procesionales y barrocas, y no quise ni siquiera detenerme a ver unos minutos la parada que la representación iba a hacer en la Plaza.

A la explicación de unas ideas que pueden ser base de representación y de participación social de millones de personas, apenas acudieron una veintena; al asentimiento de una muestra, artística, es verdad, pero de explotación y de división social, se sumaron centenares de personas. Al rato, la gente se vería por las calles, se saludarían y tomarían unos vinos juntos. Y la vida seguiría y sigue con toda su variedad y contradicción.

viernes, 20 de junio de 2014

ALFONSO GUERRA: MEMORIAS


Sigo dejando horas, muchas horas, buscando entre las páginas elementos que me alumbren y que me sirvan de guía en este caminar de cada día. Sé que hay otros caminos y que la universidad popular de la vida y de la calle no ofrece malas clases si sabes escuchar y tomar apuntes, pero a mí me ha tocado esta fórmula y no estoy descontento de la suerte. Sigo leyendo creo que mucho (concepto relativo como tantos) y sé que mucho de lo que expreso es poso indefinido de lo que ha pasado antes de las páginas a mis ojos y a mi mente. Mucho me gustaría que se hubiera quedado para siempre en esa escala de valores imprecisa y vaga que a cada uno de nosotros nos conforma.
Algunos libros me arañan un poco más. No necesariamente tienen por qué ser los mejores; acaso solo tal vez es el contexto el que los hace más próximos o los convierte en espejos en los que uno se ve reconocido en mayor medida.
De vez en cuando doy noticia de alguno y recojo algún párrafo o gloso alguna idea que me llama la atención. Hoy hago práctica de ello.
Acabo de leer  el libro “Dejando atrás los vientos. Memorias 1982-1991”, cuyo autor es Alfonso Guerra. El autor, en cualquiera de sus acepciones -y tiene para todos los gustos- es uno de las personas más representativas del socialismo español de los últimos decenios; su actividad política ha importado tanto a partidarios como a detractores; y, por si fuera poco, todavía sigue al pie del cañón aportando ideas y emitiendo opiniones acerca de lo divino y de lo humano. A mí siempre me ha parecido que es una persona preparada, culta, con voluntad de estado y, en conjunto, un personaje llamativo tanto en su pensamiento como en su actuación. De esos pocos a los que merece la pena acercarse para ver qué dicen y para comparar con lo que uno piensa.
Y he visto en él bastante de lo que me esperaba y alguna cosa que me deja dudas. Me parece un político de muy alta talla, con visión general basada en una ideología que solo se mantiene sobre la base de una cultura amplia y trabada. Tengo la seguridad de que su labor en el Gobierno fue decisiva y no se entendería el decenio de los ochenta sin su actividad y sin sus decisiones. Y, por encima de todo lo demás, me parece que late una persona familiar y humanista, incapaz de olvidar lo que suponen la sensibilidad, el arte, la literatura, la música o la familia, a pesar de las continuas actividades sociales y políticas.
Son centenares las claves que ofrece para conocer aspectos, obras o decisiones de aquellos años, pero a mí me satisface que nunca desaparezca el hombre, el padre de familia, el lector, el ideólogo y el simple ciudadano.
Las dudas me vienen por otros parámetros. El primero es el de que, obviamente, se trata de su propia versión. Falta la de los demás para contrastar y quedarse con lo que más convenza. Me parece también que Alfonso Guerra veía tal vez demasiados fantasmas entre algunos de sus compañeros, fantasmas que no explica demasiado sino que hace asomar con trazos gruesos e inmediatos para extraer consecuencias drásticas. Y uno más, en el que desgraciadamente coincido, es el de la distancia, por no decir el rechazo, que propone con las informaciones de buena parte de la prensa y las deformaciones de la realidad que, a su juicio -y al mío-, ofrecía y ofrece continuamente de manera interesada.
Pero poco importa todo ello: creo que sobresalen los elementos positivos frente a las dudas. En esta memorias hay ideas, doctrina, sensibilidad, altura de miras, descripción de muchos entresijos vividos en primera persona, rabias contenidas, desenmascaramientos, un poquito de ego y creo que mucha sinceridad. Ah, y me gustaría conocer creación de Alfonso Guerra: me parece que tiene cualidades sobradas para la creación ensayística, teatral y literaria.
El tiempo le ha hecho, pienso, sopesar aquella idea que él mismo cita de Max Weber acerca de las diferencias entre “la ética de las ideas y la ética de las responsabilidades.” Tal vez eso, entre otras cosas, le ha llevado a salvarse de aquella afirmación que él mismo formula: “Es una ley inexorable: los hombres que realizan un cambio profundo en la sociedad  o en un colectivo de ella, los que protagonizan una revolución, son ineluctablemente devorados por ella.”
Ahí sigue, como prueba de que, en su caso, no se ha cumplido esa ley, que a mí también me parece lamentable y casi universal.

Pero, como siempre, lo mejor es asomarse a las páginas, a las casi 400 páginas que glosan el decenio, la persona y hasta el personaje. A mí me han resultado muy interesantes.

jueves, 19 de junio de 2014

A REY MUERTO, REY PUESTO


      
Cuando ya cerca del mediodía volví de la entrega de premios a unos niños, me encontré con que la coronación del nuevo rey era ya un hecho. Las solemnidades, por entonces, andaban en un interminable pasamanos al que acudían todos los españoles importantes pero casi ninguno de los que importan.
Ayer apuntaba la existencia de fuerzas que a mí me parecen disgregadoras si no se encauzan con serenidad y altura de miras y hoy aparecía la representación del símbolo que mejor podría representar la dirección contraria, la centrípeta. Y no sé si realmente esto se cumple o no, pero tengo dudas razonables.
El nivel teórico de la defensa de la institución monárquica no tiene un pase y no merece discusión. Pero ahí está y hay que respetarla con dignidad y sosiego. Nada se ha alterado en la vida de la comunidad, todo sigue igual de bien o igual de mal que ayer. Es verdad que esta era una ocasión de oro para que la ciudadanía se hubiera expresado acerca del modelo de Estado de le conviniera, pero hay formulaciones legales que lo permiten a su tiempo. Y como este asunto es mejor no menearlo, los que más se oponen más contribuyen a la creación de adeptos republicanos.
Tampoco está mal echar la vista atrás y abrir el objetivo. El país ha vivido cuarenta años de avances sociales y de modernidad, tal vez más que nunca en la Historia; no por causa del rey, sino por acción de todos los ciudadanos, pero estas imágenes pesan para la moderación y la toma de decisiones de la gente.
Un rey se marcha y otro comienza su periodo de reinado. He oído decir al nuevo rey, Felipe VI, que quiere un reinado renovado para unos tiempos nuevos. Esas son siempre las primeras intenciones, que se mueven en la generalidad y en los deseos de quien tiene todo el cuaderno de servicios todavía en blanco y sin borrones. Otra cosa es, como sucede casi siempre, la realidad y el paso del tiempo.
De lo que dejamos atrás yo quiero destacar en positivo la figura de la reina; la he visto siempre como una sufridora de concurso y como otro rompeolas en el que se calmaban casi todos los naufragios. Tengo para mí que es la única que nunca ha abdicado de su labor ni de su trabajo. Yo mismo tuve la oportunidad de darle la mano en una ocasión y se me hizo llegar una foto del momento. Pensé en olvidarme de ella pero, a medida que ha pasado el tiempo, me ha parecido que debía conservarla como reconocimiento de esa labor callada y aguantatodo que le atribuyo, a pesar de mis razonamientos republicanos.
No puedo decir lo mismo de lo que viene, en lo que a lo femenino se refiere. La reina Letizia (me parece que escribe su nombre con zeta) me tiene que ganar para que le tenga simpatía. Es una pizquilla de olor que me deja un no sé qué confuso, no sabiendo…
No sé por qué hoy tenía que ser momento de todo lujo y pedrería. Sea pero basta ya. Mañana deben acercarse simbólicamente al Palacio de Oriente los que realmente importan, no los importantes de hoy. Y los que importan son los más desvalidos y los más necesitados, los que quieren vivir con dignidad y no pueden, los que no contribuyen a la comunidad porque no encuentran trabajo, los que trabajan por todos los demás pero no lo señalan en la cuenta de dividendos y, en fin, todos los que forman la comunidad, porque todos son igual de dignos que los que hoy se coronaban y que todos los que se inclinaban ante ellos.

Por lo demás, indicios, detalles, complicidades y minucias, para el papel couché y su legión de seguidores. A mí me tren al pairo.

miércoles, 18 de junio de 2014

NACIONALISMOS



Mañana se llevará a cabo la coronación de un nuevo rey en España, en un acto que, si, institucionalmente, no es más que el cumplimiento democrático de lo que indica la ley de leyes, social e históricamente representa un hecho de gran importancia. Tal vez mañana tenga interés en decir algo al respecto. Sobre todo porque lo enlazaría con la idea que hoy me ocupa y que se sitúa en un escalón inferior en territorio pero esencial para comprender o tirar a la basura casi todo lo que está sucediendo en los últimos cuarenta años en España.
Desde aquella idea de la indisolubilidad de la nación en la dictadura, se ha pasado a la pujanza de los nacionalismos. Qué le vamos a hacer, entre palabras de la misma familia léxica anda el juego. Y son bastantes las clases de nacionalismos que nos condenan a gastar energías y fuerzas, ya casi exhaustas, para que el tejido no sea pasto de las llamas.
Solo como índice, se me ocurren al menos estos nacionalismos:
. El primero tiene que ver con los restos -que haberlos haylos- de aquel espíritu mal entendido de España como imperio o como pueblo privilegiado, capaz de todo y casi único en el destino universal. En realidad recoge a buena parte de la derecha política y a forofos de distinto tenor según el tipo de manifestaciones. Se diría que anda un poco de capa caída pero no estoy demasiado seguro de ello.
. Otro consiste en el de algunas regiones periféricas que no salen de la situación de víctimas frente al resto del territorio, y sobre todo frente al símbolo Madrid. Son esencialmente las regiones de Galicia, País Vasco y Cataluña. Las tres son fuerzas centrífugas pero con características y bases diferentes.
El nacionalismo gallego se apoya en extremos sociales que hunden sus raíces en grupos de intelectuales y en tradiciones rurales sobre todo.
El nacionalismo vasco parece, por desgracia, más de tipo étnico y hasta se diría que se sustenta en raíces tribales y religiosas. (¡Ay eso de los apellidos vascos!).
El nacionalismo catalán se agarra a sectores que mezclan elementos históricos, yo creo que mal interpretados, y sobre todo económicos (burguesía y empresarios).
. Y aún existe un tercero (o quinto si se desglosa el anterior) que tiene un recorrido menor en el tiempo y que parece producto del desarrollo del periodo democrático. Es el nacionalismo que lo es porque sobre todo le interesa defender la igualdad de competencias. ¿Por qué esos sí y yo no? A su amparo se han ido desarrollando sentimientos y realidades que, o estaban plácidamente dormidas o sencillamente no existían en muchas regiones de España.
Como siempre, en esta ventana, apenas se apuntan. Qué apasionante seguir su desarrollo y conjeturar su futuro.
Hay decisiones previstas a corto plazo que nos darán prueba de la fuerza o el desgaste de estos nacionalismos.
Para los que no nos sentimos cómodos en ninguna de estas especialidades, su contumacia, su erre que erre y el esfuerzo inmenso que nos ha exigido en los últimos cuarenta años suponen casi una prueba de supervivencia. Qué cansino resulta todo esto ¿No hay alguna manera de plantear la convivencia en positivo y con algún referente y objetivo comunes? ¿Por qué todo tiene que ser a la contra? No sé por qué me vienen a la mente los versos de Juan de la Cruz: “Ya no guardo ganado / ni tengo ya otro oficio/ que ya solo en amar es mi ejercicio”. 
Mañana se cumple un acto que en apariencia podría representar un símbolo de unión y de respeto común. Lo malo es que, racionalmente, no parece precisamente el mejor de los posibles. Pero algo habrá que encontrar para que nos dé algo de descanso y de sosiego.

Bueno, mañana será otro día.

martes, 17 de junio de 2014

FAROS EN LA NOCHE


Si uno sale de casa, se topa con una sucesión de hechos que, en verdad, no le permiten detenerse a contemplarlos de manera sosegada e individual: un escaparate sucede a otro ventanal lleno de objetos, una calle se adosa a la siguiente, y la cara de un desconocido o conocido enseguida da paso a la siguiente, casi sin solución de continuidad. Tampoco hay mucha ventaja si uno decide quedarse en casa y, por inercia, le da por asomarse a la caja tonta, por ejemplo: a un programa le sucede otro al menos tan tonto y tan preparado para personas que no alcancen el nivel del razonamiento ocasional como el anterior, o anuncios no se sabe si pensados para los anteriores espectadores o incluso para una clase inferior.
Pero no todo en la vida es trajín, ajetreo y agitación. Salir con calma al campo y sentarte tranquilo a contemplar el paisaje, y dialogar con él sin condiciones, o quedarte pensando en lo que significa el tiempo contrapuesto entre la naturaleza sólida y el paso de la vida humana proporciona sosiego y pensamiento, el alto necesario para tomar aliento y darle perspectiva a lo que nos empuja  cada día en este griterío  y en este desconcierto en el que parece que todo es de repente y no alcanza ni siquiera el nivel de la descripción, mucho menos el del análisis y el de las conclusiones.
Las personas que merecen mi confianza son las que alzan la vista y miran, las que paran y templan, las que dan la distancia a las cosas para poder medirlas con justicia, las que miran al bosque por encima del árbol, las que vuelven la vista a sus principios, las que, por encima de cualquier detalle, poseen su modelo al que asirse con ganas, las que ponen su acento en la curiosidad, las que se siguen preguntando cosas desde la mañana a la tarde, y las que tratan de ajustar sus actos a alguna verdad más general que sostiene algo de luz en su camino.
Ya sé que esos principios acaso se describen mejor que se concretan, pero sin ellos tal vez todo es camino que lleva a ningún sitio, improvisación desde la nada y consecuencia imbécil que te va arrastrando por la vida según el empuje del viento. Y el caso es que tampoco quisiera uno ponerse muy solemne pues la vida se resuelve al por menor y al detalle de cada momento. Pero algún frontispicio y alguna luz en el techo, dispuesta a marcar senda, parecen buena cosa para volver a ellos.
Cada cual sabrá de dónde sacar ese ramillete de principios que sostengan su vida, que le empujen cada vez que caiga y que le den identidad y poso. La lectura no es mala cosa; la lectura inteligente, por supuesto, que no todo es lo mismo. Y los buenos ejemplos, ese insuperable boca a boca que alimentan todos los sentidos y la experiencia personal.
Algunas personas tan inteligentes como Bertrand Russell se han atrevido a verterlas por escrito, para dejar testimonio de lo que a él personalmente le interesaba y por si alguna otra persona quisiera adherirse a rumiarlas:
“Tres pasiones simples pero abrumadoramente intensas han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda de conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad”.
Como este ejemplo se pueden citar muchos más. Alguno, como el de los dos mandamientos fundamentales del cristianismo, deberían (he pensado bien el tiempo verbal) haber conformado la vida de muchos millones de personas durante dos milenios, por ejemplo.

Me quedo pensando en los tres pilares de actuación de Russell. Hay tanto en tan pocas palabras… Como para apenarse por si pierde la roja en el fútbol, la amarilla o la arco iris.

domingo, 15 de junio de 2014

Y NUNCA LE COBRÓ...


En el transcurso normal de nuestras vidas, es muy poco frecuente que nos paremos a pensar en las otras posibilidades que pudieron haber sido y que nunca fueron. En realidad, son todas menos esas poquitas que nos han terminado conformando y que nos hacen ser primero que seamos y después que seamos lo que somos y como somos. Tal vez no merezca la pena gastar demasiado tiempo en ellas porque no nos dejarían vivir salvo en el mundo de la imaginación. Sobre todo aquellas que no se produjeron y que no es posible que se produzcan ya.
De esas posibilidades unas son personales y otras afectan a la comunidad en pleno. De entre estas últimas, no pocas las aceptamos como sucesos exactos y verificados, los damos por buenos y actuamos sin ponerles ninguna sombra de duda. Son los tópicos, las verdades generales, las afirmaciones absolutas, los hechos que no se discuten.
En occidente, por ejemplo, casi nadie discute que las bases culturales por excelencia son el mundo clásico y el cristianismo. Con esos dos hechos que, de manera general, parecen incontestables, ni se nos ocurre pensar que pudo haber sido la realidad de otra manera y nadie puede tener la certeza de que las consecuencias hubieran sido más positivas o más negativas. De hecho, una buena parte de la comunidad se instala en el inmovilismo y se aferra a los genéricos de estas afirmaciones para promover que todo siga igual y nada se mueva.
Creo que, en distintos niveles, nos movemos todos entre la necesidad de la continuidad y la precaución por no indagar demasiado en casi nada, por si aparecen elementos que nos conturben y nos desacomoden de esa escala de valores y de costumbres en la que nos dejamos llevar entre la pereza y la falta de ganas.
Durante los últimos días he dedicado algunas horas (además me he sentido casi nada y más natural en el circo de Gredos, en el espinazo de la península, cerca del cielo; he asistido a algunas reuniones sociales sabrosas; he sentenciado un concurso de cuentos…) a leer y a pensar en lo que se deduce de un ensayo escrito por Juan Arias acerca de la figura bíblica de la Magdalena.
En el devocionario popular, esta figura es considerada como una pecadora que es perdonada por Jesús en un momento de gran plasticidad y sensualidad en el que unge y limpia los pies del Maestro; por eso su iconografía y representación popular a lo largo de los siglos nos da lo que nos da en todo tipo de manifestaciones artísticas.
Ya sería muy interesante en este falso perfil, pues introduciría elementos femeninos en la religión de los cristianos, tan reacios siempre a darle importancia a la mujer. Pero es que el asunto resulta mucho más complejo y de alcance incomparablemente más hondo. María Magdalena, que no es esa ocasional pecadora de los ungüentos, resulta ser el personaje femenino más importante de los evangelios. Su origen, su formación, su seguimiento del Maestro, sus relaciones de todo tipo con él, sus intimidades, el hecho de ser la elegida para comunicarle la noticia estandarte de la religión: la resurrección, su influencia en las primeras comunidades cristianas, su empequeñecimiento interesado desde la iglesia ya casi desde los primeros momentos, hasta convertirla en una pecadora arrepentida y toda una serie de elementos importantes todos ellos, la convierten en elemento clave para el conocimiento real de lo que pudo ser y no fue, de otra concepción de la religión cristiana muy diferente a la que terminaron configurando Pablo y Pedro, y después sus seguidores, sobre todo los masculinos.
Y todo ello desde los datos de los evangelios que se dan por buenos e inspirados, que si se acude a los apócrifos (los sinópticos son lo que son, con sus añadidos y supresiones, lo mismo que son lo que son los apócrifos únicamente por la decisión interesada de los representantes masculinos en los concilios y después de varios siglos) entonces las posibilidades se abren hasta las probabilidades y casi hasta las certezas.
En este apuntes se señalan tres cosas: es la primera el hecho de que, de nuevo, nos movemos en tópicos y en afirmaciones que damos por buenos sin analizar con razón y sin prejuicios; la segunda confirma que el sesgo religioso que pudo haberse dado a las iglesias primitivas y posteriores pudo haber sido muy diferente, con guías como esta María de Magdala (más interior, menos jerárquica, más igualitaria, con el conocimiento como base de la perfección y no con el misterio…); la tercera es la observación de que, aunque no se entra a valorar cuál podría haber sido más provechosa, no es difícil imaginarse otras formas más atractivas y que habrían dado otra arista diferente a la vida con base en el conocimiento y en el amor.

Damos por hecho casi todo y en ese duermevela nos embarcamos para sobrevivir y no perecer en el intento. Es comprensible. Pegarle alguna vez un empujón al muñeco y hacerlo menearse para que suelte lastre tal vez no sea tampoco mala cosa. Sobre todo en asuntos que afectan a las creencias y a las prácticas de miles de millones de personas.

miércoles, 11 de junio de 2014

POR EL CAMINO DE LOS RODEOS


¿Acaso no tengo nada que decir y que decirme acerca de lo que sucede en el PSOE o en la abdicación real? Pues seguramente sí me queda algo escondido por ahí en el magín pero lo que no me queda son ganas de articularlo y de exponerlo con orden. Me pregunto cuál puede ser la causa y -concediendo, como siempre, que la causalidad es múltiple-, se acentúa la razón de mi incompetencia para articular mis opiniones en algún organismo que les de carácter práctico, o, dicho en palabras más sencillas, que valgan para algo ante los demás.
Cada día cobra más fuerza en mi conciencia la certeza de que me hallo más lejos de la realidad cotidiana pública, de que mi escala de valores en muy poco se compadece con la que creo observar cerca de mí, y de que me alejo a marchas forzadas a refugiarme en mí mismo y en el mundo interior. No estoy muy seguro de que sea la mejor solución. Por varios motivos. El primero es el de que, de manera inevitable, tengo que rozarme con los otros elementos que andan próximos a mí, y no deberían ser del todo unos desconocidos; el segundo es el de que tal vez mis ideas no sean las más correctas, o que al menos sería bueno reconsiderarlas y adaptarlas en parte a esas otras tan comunes que a mí me desagradan; y una más es que sencillamente tengo que sobrevivir aunque sea en un círculo reducido.
Pero he de esbozar un índice que se refiera al hecho concreto de lo que sucede en el PSOE, partido que representa a buena parte de la gente de izquierdas de este país. Todavía en esta comunidad los cambios de representantes se entienden como un terremoto, cuando tendrían que ser una costumbre sin mayor importancia, como signo de que la democracia y la vida siguen como si tal cosa. Aquí dimite el representante máximo de un partido y ya se viene abajo el mundo; gana las elecciones en una comunidad una mujer desconocida en el resto del territorio y, con el escasísimo bagaje de unos meses de mandato, ya es casi el espíritu santo y tiene todas las bendiciones del cielo; se deja decir uno cualquiera que tiene aspiraciones de dirección y ya se ven navajazos por todas las esquinas; o simplemente se despelleja a todo el partido desde las otras formaciones, que, al menos formalmente, son mucho menos democráticos. Muy difícil de entender casi todo lo que sucede.
Otros pensamos que el meollo no está en estos asuntos sino en la concepción que del poder se tenga. Si los criterios son personales, entonces pasa eso y mucho más; si en el proceso primaran las ideas y los puestos se entendieran no como mandos sino como colaboradores ocasionales, entonces tal vez se animaría más gente en la participación y los navajazos tendrían mucho menos sentido. Para ello hay que creer, predicar y demostrar que ejercer un cargo no es ser mejor que muchas otras personas y que la actividad o es colectiva o no es para la sociedad. Para las formas de los campeones y de los perdedores, de los jefes y de los subordinados y de los triunfadores frente a los servidores ya están otros; otros a los que, por cierto, en términos de votaciones políticas no les va mal del todo. Pues con su pan se lo coman y que les aproveche. Yo no quiero contribuir a que se siga escribiendo así la Historia.
Desde hace ya semanas y hasta el otoño se seguirá dándole al carrete de las personas y de los personalismos, eso que tan bien visualizan los medios de comunicación y que tan bien les viene para el morbo y para sus negocios; después se irán abriendo paso otras variantes y todos nos iremos dejando ir con el tiempo, con el tiempo que pasa, que es lo que siempre pasa.

Ayer estuve otra vez en la Peña de la Cruz, en la romería de primavera, este año casi de verano. De romería civil, pero de romería. Allí pasé el día con algunos amigos, con una mesa de pan y de paz bien abastada, con el horizonte de fondo, con la montaña y los neveros que se resisten a encogerse y a desaparecer con el calor, y con el sentimiento de que muchas de las mejores cosas no cuestan demasiado. Los enfrentamientos de carácter social y político no habían tenido fuerzas para gatear hasta allí arriba. Ni falta que hace. 

lunes, 9 de junio de 2014

MARCO AURELIO: OTRO ESQUEMA ÉTICO


Recogeré otro grupo de ideas, esta vez no personales sino del filósofo Marco Aurelio, del que ya propuse un ejemplo hace pocos días. Me sirven como resumen de ética y de comportamiento, algunas para aceptarlas, otras para matizarlas, bastantes para comentarlas y todas para meditarlas. Como me sucede siempre, en medio del mundo de la apariencia y de la moda, me sirven de modelo y de reflexión. ¿Hay alguna otra cosa que distinga al ser humano del resto de los seres si no es su capacidad para la reflexión y el desarrollo de la inteligencia?
MARCO AURELIO: MEDITACIONES
 Del estudio previo:
.- La resignación y la concordia son los impulsos naturales, intentando encontrar la imperturbabilidad, la ataraxia que según los estoicos caracteriza al sabio.
.- No somos responsables del mundo pero sí de nosotros mismos.
.- En su visión de la filosofía, Marco Aurelio se centra en la ética de la persona que busca su camino de perfección en las virtudes del retiro y la meditación, que acepta resignado el mundo externo, y vela por la justicia interior, en una senda de perfección y salvación solitaria.

Del filósofo:
.- Algunas virtudes que, de su familia dice haber imitado Marco Aurelio: El buen carácter y la serenidad; el carácter discreto y viril; el proyecto de vivir conforme a la naturaleza; descubrir con método inductivo y ordenado los principios necesarios para la vida.
.- Hemos nacido para colaborar; obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Preocúpate resueltamente de hacer lo que tienes entre manos con puntual y no fingida gravedad, con amor, libertad y justicia, y procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones.
.- No solo es la muerte acción de la naturaleza, sino también acción útil a la naturaleza.
.- Venera la facultad intelectiva. En ella radica todo.
.- El hombre sabio no se desvía del camino trazado que le lleva al fin de su vida, objetivo hacia el cual debe caminarse, puro, tranquilo, liberado, sin violencias y en armonía con su propio destino.
.- Puedes, en el momento que quieras, retirarte a ti mismo.
.- Todo lo que acontece justamente acontece.
.- Ni se empeora ni se mejora el objeto que se alaba.
.- Todo es efímero, el recuerdo y el objeto recordado.
.- Indaga qué evitan los sabios y qué persiguen.
.- Mira detrás de ti el abismo de la eternidad y delante de ti otro infinito.
.- El camino más corto es el que discurre de acuerdo con la naturaleza.
.- Procúrate aquellas dotes naturales que están enteramente en tus manos: la gravedad, la resistencia al esfuerzo, el desprecio a los placeres, la resignación ante el destino, la necesidad de pocas cosas, la benevolencia, la libertad, la sencillez, la austeridad, la magnanimidad. ¿No te das cuenta de cuántas cualidades puedes procurarte ya, respecto de las cuales ningún pretexto tienes de incapacidad natural ni de insuficiente aptitud?
.- Como formes tus imaginaciones en repetidas ocasiones, tal será tu inteligencia.
.- Naturalmente, el bien de un ser racional es la comunidad.
.- A nadie sucede nada que no pueda por su naturaleza soportar.
.- La muerte es el descanso de la impronta sensitiva, del impulso instintivo, que nos mueve como títeres, de la evolución del pensamiento, del tributo que nos impone la carne.
.- El que ama la fama considera bien propio la actividad ajena; el que ama el placer, su propia afección; el hombre inteligente, en cambio, su propia actividad.
.- Nada nuevo; todo es habitual y efímero.
.- Dígase o hágase lo que se quiera, mi deber es ser bueno.
.- No hay que irritarse con las cosas pues a ellas nada les importa.
.- La perfección moral consiste en esto: en pasar cada día como si fuera el último, sin convulsiones, sin entorpecimientos, sin hipocresías.
.- Nada es bueno para el hombre, si no le hace justo, sensato, valiente, libre.
.- Todo acontece de acuerdo con la naturaleza del conjunto universal.
.- Si depende de ti, ¿por qué lo haces? Pero si depende de otro, ¿a quién censuras? ¿A los átomos o a los dioses? En ambos casos es locura.
.- Recibir sin orgullo, desprenderse sin apego.
.- No merezco causarme aflicción, porque nunca a otro voluntariamente afligí.
.- Si te afliges por alguna causa externa, no es ella lo que te importuna, sino el juicio que tú haces de ella.
.- La pérdida no es otra cosa que una transformación.
.- Todo lo que te acontece, o bien acontece de tal modo que estás capacitado por naturaleza para soportarlo, o bien te halla sin dotes naturales para soportarlo. Si, pues, te acontece algo que por naturaleza puedas soportar, no te molestes; al contrario, ya que tienes dotes naturales, sopórtalo. Pero si te acontece algo que no puedes por naturaleza soportar, tampoco te molestes, pues antes te consumirá.
.- No sigas discutiendo ya acerca de qué tipo de cualidades debe reunir el hombre bueno, sino trata de serlo.

.- ¿Cuál es tu oficio? Ser bueno.

domingo, 8 de junio de 2014

SON APUNTES QUE QUIEREN PERVIVIR

SON APUNTES QUE QUIEREN PERVIVIR
Hay apuntes que pierden su vigencia o se mueren de olvido; otros cuajan en poemas o en desarrollo de ideas. Hoy anoto un buen grupo. Algunos tal vez sirvan y no sería bueno ni siquiera tocarlos; otros necesitan desarrollo, referentes de tiempo y espacio y elementos personales o naturales que los encarnen. Ya veremos qué pasa con su pulso.
.- La ola se dilata entre los pinos.
.- las alas del corazón se mueren en la mitad del vuelo.
.- El viento me posee, no hay más medida.
.- Europa, vieja matriz siempre encinta y sin parto a la vista.
.- El activo silencio de los valles.
.- Está la primavera subiendo a los magnolios.
.- Traza el tiempo en las sienes sus murmullos plateados.
.- Cualquier beso sin labio ya no es más que palabra.
.- Todo parece ir bien: Dios dormita.
.- Una muchacha de dichoso vientre.
.- Se duermen las ciudades haciendo los recuentos de sus desilusiones.
.- La palabra, respirante razón, verdad hecha presencia en los sonidos.
.- Beber del mismo baso, incesto de dos bocas.
.- Los mejores viajes, por mí mismo, entre mis territorios.
.- Dulces parques de aves son los árboles.
.- Nunca sació su sed en la más fresca fuente de otras bocas.
.- Descansaré olvidado en el vacío cuando tú ya no estés.
.- El tiempo que resbala deslizando sus gotas en el teclado añejo de los años.
.- Cien veces en la herida cada gesto de amor.
.- ¿Qué oración se compone por la savia?, ¿qué lentitud se encarna en cada rama?
.- La corteza se abraza con el árbol y lo esconde de todas sus heridas.
.- Hay que hacer florecer de nuevo la ceniza.
.- Que el cieno se transforme en tierra virgen donde sembrar la luz.
.- Cuando mi cuerpo se consagre al frío.
.- Se fragua en el sendero un rastro de silencio.
.- Toda la gama de azules me conduce a tus ojos.
.- Quizás sea más sincero olvidar de olvidarse.
.- Anidar el amor cerca del cielo.
.- Cualquier gozo se agota en el nivel del éxtasis.
.- Su amor era tan limpio como el cielo después de la tormenta.
.- Mora un cansancio eterno por mi cuerpo.
.- Luz neblinosa llora entre las ramas mientras el viento embiste contra el cielo.
.- Exhaló antes su alma que su canto.
.- ¿No es toda belleza solo un sueño?
.- Un hombre, una mujer, amor y fuego; después solo cenizas.
.- No pidáis el remanso de las olas; jugad a manejar las marejadas.
.- La lengua del amor, la más sencilla; si se aprende a leer.
.- Saciaré mis ardores en los tranquilos lagos de tus ojos.
.- Con el reloj me diste la abdicación del tiempo.
.- Nos hemos hecho viejos como el canto rodado de los ríos.
.- Qué hondos son los ríos de mi ser.
.- En la página blanca de los días, escribo con borrones mis palabras.

.- Quizás buscar sentidos a la vida sea ya estar en la muerte.

viernes, 6 de junio de 2014

FUE UN ENCUENTRO AZAROSO, NO FURTIVO


FUE UN ENCUENTRO AZAROSO, NO FURTIVO

En una encrucijada del camino
el azar decidió que se juntaran
sin conocer su origen ni su anhelo.

Se miraron con ansia, se sintieron
en una misma copa confundidos,
luego se amaron todo
lo que se puede amar
cuando en la noche arden los sentidos.

Y la mañana fue una despedida
para pedirse en paz y amablemente
que nunca la tristeza   
persiguiera el recuerdo o el olvido.

Somos una fortuna consentida
del azar de los tiempos, se dijeron.
 No nos demos al daño ni a la pena,
ni al abismo penoso de la melancolía.

Se abrieron los caminos, los recuerdos
se vaciaron y fueron al olvido,
y fue un suceso más, un accidente

del caos hermoso en que se cumple el mundo.

jueves, 5 de junio de 2014

AHORA QUE YA ES OTOÑO EN NUESTRAS VIDAS


AHORA QUE YA ES OTOÑO EN NUESTRAS VIDAS

Estamos ya en la paz de la llanura,
es otoño, la tarde en nuestras vidas.
El agua se remansa y se contempla
sin prisas, lentamente. Hay aquí posos
de tormentas antiguas,
de restos de paisajes desteñidos
en días de borrasca, de aire y frío,
y guardan las orillas viejos ecos
que recuerdan aquellos viejos troncos
ansiosos de paisaje y de frescura.

Son confusos despojos de la vida
que se va desgastando piedra a piedra,
hondonada a hondonada, grieta a grieta.

Pero descubro aromas de una imagen
que sigue conservando la sustancia,
la plenitud, el alma, la conciencia
de un sabor compartido paso a paso
durante tantos años,
como si fuera un sol que persiguiera
las sombras de mi río y de mi orilla
desde aquellos temblores de las nieves
hasta el más sosegado
cauce de este río..

Dame la mano y vamos
 a bebernos a medias los espacios,
sentémonos sin prisa a ver el agua
que nos lleva con ella en lenta calma

hacia el reino seguro del olvido.

miércoles, 4 de junio de 2014

TRASLADO


TRASLADO
No resulta sencillo acostumbrarse
a un cambio cuando todo es la constancia
del dulce encanto de la monotonía.
De repente descubres  que hay enseres
que no han tenido sitio en la maleta
que  compone el perfil de tu equipaje:
echas en falta el ruido de la lluvia
que golpeaba el cristal de la ventana
cuando llegaba el día y se asomaba
el cielo al interior de tu terraza,
el periódico, el ruido de la radio,
la gente en las aceras, los balcones
con sus ropas al sol, aquellos ratos
de parques y jardines, de paisajes,
de voces de ascensor, de los enfados,
de las risas sin causa,
de todo aquello repetido y terco
que al fin nos hizo ser como ahora somos.

En estas otras calles no hay testigos
de que somos extraños,
de que andamos perdidos y a la busca
de otras gentes que aprendan nuestros nombres,
que compartan los gestos y pregunten
qué hacemos simplemente por aquí.

Todo se hará más arduo y complicado
si el cambio de maletas y de casa
los tengo que cumplir sin que tus manos
guarden siempre las llaves y la puerta

se abra sin tu presencia y sin tu amor.

martes, 3 de junio de 2014

EL REY HA ABDICADO


Mi rutina diaria me lleva a dar un paseo por el campo en cuanto me levanto. Después vuelvo a casa, me ducho, desayuno y me pongo a leer o a escribir durante la mañana. Eso mismo es lo que hice ayer. Tengo la sensación de que es más productivo comenzar por la lectura y seguir por la escritura, pero no lo tengo del todo claro y mezclo ambas actividades según los días y las ganas.
Ayer tocó primero pegarme con la creación y con el verso: había algo que celebrar y era necesario dejar constancia de ello a través de la palabra. Y, ya casi al mediodía, abrí la ventana al mundo de la información desde los medios. “EL REY HA ABDICADO”. Todos los periódicos digitales abrían con la misma noticia; las televisiones y las emisoras de radio hacían otro tanto.
Pues muy bien, pensé, el rey ha abdicado, ¿y qué? Juro que en mí no se produjo ni el más mínimo estremecimiento, ni siquiera una pequeña alteración, ni una pizca de turbación, de alarma o de sobresalto. Nada de nada. Abdica un rey, se nombra otro, y todo cambia para que todo siga igual. Y, por si acaso se me pudiera ocurrir algo distinto, de nada sirve que diga o que deje de decir. Todo se lo guisarán y todo se lo comerán entre unos pocos, esos que creerán que nos están salvando. Los demás diremos que la comida estaba muy rica, tal vez nos llamen a los postres y tendremos que quitar los manteles. El mundo seguirá y seguirá. Porque el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa.
Después vi que, en algunos programas, daban razones para pedir ahora una consulta acerca de la aceptación o rechazo del sistema monárquico; incluso muchos miles de personas se echaron a la calle para gritar sus peticiones. Me recordó vagamente lo que sucedió en 1931, aunque bien sé que los contextos son muy diferentes.
El asunto de la monarquía no tiene, según se me alcanza, ni un simple pase científico y mental. Un régimen que acepta la desigualdad de sus miembros, que separa al rey del sistema judicial y lo convierte en inviolable, que acepta la herencia por motivos de sangre y por casualidades de un calentón sexual, y una forma de estado que jalea día a día la existencia de súbditos agradecidos no tiene por dónde agarrarlo. Entrar a discutirlo y a justificarlo es tarea de tontos y lo mejor es no menearlo porque todo huele y no precisamente a ámbar.
Por eso a pocos debería extrañar que, precisamente en este momento de cambio de persona, muchos señalen que es momento oportuno para dialogar y para consultar. Los que no lo desean se escudan en la pretendida inoportunidad del momento como único y mísero argumento. No tienen otro y se agarran a lo poco que les queda.
En la historia reciente de este país, muchos son los que se encontraron con la fórmula del juancarlismo como manera de ir capeando el temporal y de darle largas al asunto este de ser republicanos pero menos. De poco sirve porque la argumentación sigue estando ahí en cuanto la persona desaparece. Además, esa postura impostada ha obligado a esconder todos los defectos evidentes de la persona en unos grados que, con frecuencia, han sobrepasado el ridículo. Los ejemplos los conoce cualquiera que no se tape los ojos y los oídos.
Algo más inteligente me parece la postura de aquellos que diseccionan el asunto de la monarquía desde la variable de la utilidad o no utilidad. Porque, en la práctica, es verdad que no es lo mismo una monarquía absoluta que una monarquía parlamentaria, por ejemplo. En esta última, los poderes y las actuaciones de los reyes están tasados en alguna medida, y su destitución es posible siempre según los casos marcados en las leyes.
En todo caso, sea de una forma o de otra, la desigualdad de base sigue existiendo y se me antoja imposible y ridículo defenderla intelectualmente. Nadie debe olvidar que un presidente de república también puede ser listo o tonto, pero lo que se discute es el principio de legitimidad, no las cualidades de una persona concreta.
Así que nos tendrán otro mesecito entretenidos con el asunto este. Todo terminará en un juramento solemne del que se destacarán los modelitos de los vestidos de la nueva reina (que a mí no me ha ganado precisamente el ánimo), y después vacaciones en el yate, que el verano todo lo calma. Igual hasta nos sirve para apaciguar efectos de otros asuntos deportivos, de congresos de partidos políticos o de las desigualdades que no cesan de martillear en cada esquina.

 El otoño será otra cosa. Y no pintan precisamente oros. 

lunes, 2 de junio de 2014

SON CINCO AÑOS YA


SON CINCO AÑOS YA

Fue tu sonrisa el bien de la alegría
que en cinco soles me prestaste entera
y fue ayer un regalo que cualquiera
suplicaría a los dioses cada día.

Ya todo en ti es vivir y es ya tu vida
un proyecto de logros y de esperas,
de paz, de desconsuelos, de pobrezas,
de amores y de luchas no nacidas.

Son cinco años ya y tu luz del alba
ha de ser, Sara, llama al mediodía,
y después será tarde y flor lejana.

Que siempre sea una luz bien encendida,
que no busques atajos al camino,

que ya solo en amar sea tu ejercicio.