lunes, 30 de mayo de 2016

CORPUS: APUNTE CON ALCANCE


Asistí ayer un rato a ver la procesión del Corpus en Béjar. Hacía años que no acudía y tenía interés en observar si el rito se mantenía igual que siempre o había cambiado en algo. La fiesta creo que tiene el rango de interés regional o no sé si nacional.
Por estricta naturaleza, los ritos cambian muy lentamente en su esencia e incluso en sus expresiones externas. Creo, sin embargo, que algo se observa diferente a lo que yo veía antes, cuando acudía con más frecuencia a observar esta celebración.
El acto sigue siendo, por supuesto, una procesión, una exhibición de un elemento sagrado por las calles y una intención de adoración por parte de los fieles. No hay que explicar que se trata de una fiesta de primavera más, la de la más esplendorosa primavera, pues, no en vano, se celebra cuando los calores y la floración están en todo su apogeo, a pesar de la lluvia del día de ayer. Esto es casi inamovible y ahí sigue.
Pero no es lo mismo en su realización externa. Hay algunas coas que a mí me llaman la atención.
La primera es la de la falta de prominencia de los “notables” de la ciudad, de eso que popularmente se llama las fuerzas vivas, en el cortejo procesional. Antes no faltaba ningún fabricante, profesional conocido o adinerado en las filas, endomingados y con la vela en la mano. Ayer apenas se hacían notar. Alguna explicación tiene que haber para este cambio y para esta disminución. ¿Acaso la enorme crisis industrial tiene también este reflejo?
La segunda tiene que ver con otro tipo de acompañantes del cortejo. ¿Qué hacen ahí tantas asociaciones de la capa? De Béjar, de Guijuelo, de Sevilla, de… Parecía aquello el día de la capa, en filas ordenadas y como añorando otros tiempos ajados y caballerescos. No se me alcanza la relación entre tanta capa y la devoción religiosa.
La tercera no es de innovación, pero sí de mezcla de pena y de enfado. ¿Por qué el empeño en poner en la cabeza de la procesión y en otros sitios muy visibles a personas con dificultades físicas, y con mantillas a mujeres que en su vida diaria jamás se han visto en nada semejante? Todo el mundo tiene derecho a todo: eso no se discute. Protesto, y mucho, por el desajuste entre la normalidad y la apariencia. No estoy seguro de que no se haya incitado a más de uno y de una a mostrarse como no es. La impresión no es para mí la mejor. Y, por supuesto, tampoco entiendo la relación entre peinetas y religión. Y menos cuando el retrato normal de las “peinetadas” no es precisamente el que lucían ayer.
Y una cuarta. La de más alcance. Parece lo justo que la procesión tenga el acompañamiento de los fieles, pues de un acto religioso se trata. Por supuesto que había fieles. Pero casi todos mirones, no acompañantes. Entonces, la procesión ¿qué es, un acto religioso o solo un espectáculo visual? ¿Es para eso para lo que sirve el señalamiento de fiesta de interés no sé qué? No sé si el látigo para aquello de los mercaderes del templo no vendría de nuevo a cuento.
Por lo demás, todo como siempre: niños embutidos en trajes blancos de primera comunión, autoridades civiles presentes y ausentes (no me fijé en si siguen las llamadas militares, pero no me extrañaría que ahí siguieran, fuera de lugar), algunos altares de flores y hojas, tomillo por las calles, cestillos de flores en las paredes, curiosos ante los hombres de musgo (todavía hay gente que cree en la historicidad de tal suceso), fotos por todas partes y espectáculo bajo la lluvia, que ayer se ensañó con los procesionantes. Y muchas, muchas apariencias.

El Corpus es, por excelencia, la fiesta barroca, la fiesta primaveral, la fiesta de la exhibición. En Béjar esta exhibición parece que se ha reducido en lo que a presencia personal se refiere. No sé si no ha sucedido lo mismo en cuanto al sentido religioso de la ceremonia. El mundo es más barroco que nunca. Exhibición, representación, teatro, pasarela, espectáculo. Y el que no se suba a la pasarela no cuenta para los demás. En fin…

viernes, 27 de mayo de 2016

HISTORIAS CON HISTORIA

                HISTORIAS CON HISTORIA
¿Cuánto tiempo gastamos mirando hacia fuera? O tal vez simplemente viendo y asustándonos. Porque es demasiado el material que nos inunda desde las afueras y desde las lindes de nosotros mismos.
Un día cualquiera nos vamos a la calle y abrimos la vista. Ahí, al lado, las calles, las personas y los parques. Más lejos, las sierras y las nubes, las nieves y los vientos. Más lejos todavía, los mapas y las tierras de otros mundos, los mares y los astros…, el infinito en forma de infinito.
Pues quedémonos en casa. No sirve de mucho. Desde las ventanas electrónicas nos anegan con informaciones de por ahí fuera: los teléfonos, las teles, los periódicos…
¿Qué hacer, pues? Seleccionar, procesar, almacenar, y, sobre todo, llenar los contenedores con toda la basura, para quedarnos solo con lo que es importante y pertinente, con aquello que nos alude y que nos concierne como seres individuales que quieren hacerse a si mismos.
Hay un silo que no siempre está lleno de trigo; precisamente aquel en el que tenemos que amasar nuestro pan, el que colma nuestra hambre y sacia nuestras curiosidades. No siempre está lleno; en él caben muchas cosas y admite muchas historias: precisamente todas aquellas que, aun formando parte de la Historia, no devoran mi historia, mi pequeña historia, esa que voy cosiendo cada día.
Porque quiero ser parte de la Historia, pero no lo seré en forma positiva si no tejo mi historia con hilos finos que lleven mi sello personal.
Descubriendo y analizando los misterios del universo tal vez nos hemos olvidado de indagar en nuestros propios misterios personales, en nosotros mismos. Nunca sé si es una postura cobarde o valerosa, porque no puedo olvidarme de que soy mis circunstancias y son ellas las que me conforman y me definen. Pero tengo que alzarme en mí mismo y trazar una sencilla historia personal de la que me sienta dueño y señor, vencedor y vencido, protagonista y secundario, descubridor de todos los detalles, como si fuera una floración incontrolada de las de primavera partiendo desde la soledad, como un temblor intenso que mueva toda cosa, como organismo insomne que no descansa nunca en busca de la esencia de mí mismo.

Qué mundo de ida y vuelta, de atar y de soltar, de respirar libremente y de contener la respiración, de aproximación y de retirada, de ser y de estar…, de hacerse cada día y cada hora, de completar historias aunque no figuren en ninguna página de la Historia.

jueves, 26 de mayo de 2016

EL PRETEXTO DEL TORO DE LA VEGA


Por fin, el Gobierno de Castilla y León, esta reserva de todas las reservas en la que he nacido, en la que vivo y en la que seguramente moriré y permaneceré para siempre, ha decretado la prohibición de dar muerte a lanzadas al llamado Toro de la Vega (Tordesillas, Valladolid).
Dos precisiones previas: a) Ese “por fin” del principio no significa necesariamente que yo tome partido -en este caso favorable- ante la norma, sino que, después de no sé cuántas intentonas y protestas, se dicta norma legal a la que atenerse; b) La resolución apenas disimula porque únicamente se prohíbe la muerte a lanzadas, no el paseo del animal ni el “juego” de los jinetes con él durante no se sabe cuánto tiempo. Así que se prohíbe lo que se prohíbe, pero no lo demás.
Ahora sí, ahí va mi opinión resumida. No difiere de lo que haya dicho en alguna otra ocasión:
Estos asuntos de prohibiciones de costumbres centenarias conviene tratarlos con mucho tacto pues intervienen muchas variables y no todas se cuantifican con facilidad. Si la razón nunca es absoluta, en este caso hay que manifestarla con cuidado.
Las costumbres, a pesar de todo, tampoco pueden permanecer inamovibles por siempre, y esta da toda la impresión de que, por su violencia y primitivismo, merece que, al menos, le den un lavado de cara y la pongan un poquito al corriente del siglo veintiuno.
La desaparición de una costumbre tampoco implica una pérdida irreparable: el mundo cambia, las comunidades evolucionan y sus manifestaciones nacen, crecen, se desarrollan y mueren.
Estoy casi seguro de que, al cabo de no muchos años, si la prohibición se mantiene, todo se hará costumbre y la gente se sentirá igual de bien sin la necesidad de esa exhibición de primitivismo.
La mejor medicina para todos estos asuntos ancestrales suele ser la serenidad, la explicación y la eliminación de imaginaciones y símbolos que no se sostienen si no es en las mentes menos razonadas y cultivadas. De nuevo la educación y el intercambio de razones viene a ser la inversión más productiva en cualquier comunidad. En ello los que más tienen que dar la cara son los más sensatos y los más capacitados para la razón y menos para el halago populachero.
Esta no es la única manifestación de este tipo en la piel de toro; las hay por todas partes y de todos los colores. Sucede simplemente que algunas ajustan mejor que otras en la escala de valores que mantenemos o que nos obligan a mantener. Analícese todo, por favor, y sin prejuicios. Luego actúese en consecuencia, sin exageraciones pero con el rumbo claro. Y en todo tipo de manifestaciones, también, por ejemplo, en las religiosas.
Hace escasos días asistía a una conferencia en la que se daba cuenta de algunos elementos que conforman nuestro calendario (días de la semana, meses del año…). Se explicaba su origen y se enseñaba el significado de su nomenclatura a gente que seguramente la había usado hasta entonces sin conocimiento exacto de ella. En la última parte se inició la explicación de alguna fiesta cristiana como adaptación de festividades paganas. En concreto de la Navidad. Hubiera sido muy provechoso haber extendido la explicación a otras festividades y costumbres que se desgranan en el calendario a lo largo del año. Habría sido una reflexión estupenda para dar a conocer muchas cosas. Entre esas fiestas está también el Toro de la Vega. Y está la Virgen del Rocío. Y está la romería de la Peña de la Cruz de Béjar. Y están todas las demás.
Hay gente reacia a estos intercambios de informaciones. Curiosamente casi toda de la misma tendencia y preparación. Como no podía ser de otra manera.

Qué bueno si nos quitáramos la careta y tiráramos los prejuicios a la basura; qué bueno si nos volviéramos más humanos y, desde nosotros mismos y desde nuestras mentes, tratáramos de mejorar nuestras ideas y nuestras costumbres. Las superestructuras son muy pesadas y nos asusta casi hasta mirarlas pues nos imponen una losa muy grande. Pero habrá que horadarlas para que nos dejen ser un poco nosotros mismos. 

martes, 24 de mayo de 2016

RECUERDOS


RECUERDOS

Me pueden esta noche los recuerdos,
tal vez porque en la tele
no veo ningún programa que me guste
y estoy envuelto en música
que me deja volar sin rumbo fijo.
Vienen solos, sin orden, y se marchan
con el mismo sigilo, a cualquier parte.

Me acuerdo de las calles de mi pueblo,
interminables todas y ahora tan estrechas;
recuerdo aquella estancia prolongada
entre mundos de piedra y entre rezos,
claustros de El Escorial.
Me acuerdo de los tikets de comida,
comida estudiantil La Rafaela:
veinticinco pesetas, Salamanca.
Recuerdo los estudios, los exámenes,
las muchas exigencias de la beca salario.
Me acuerdo de los días de verano
en el alto calor de aquellos cursos
de la Universidad de Salamanca,
yo joven profesor, con el futuro
mirándome envidioso…
Recuerdo tantas cosas de otros tiempos
lejanos y recientes…

Pero, si he de ser franco,
con palabras sencillas os confieso
que mucho más recuerdo a las personas
que han vivido mis días y mis penas,
todos los que, a pesar de mis caprichos,
me han aguantado siempre y me han nombrado
padre, hijo, compañero, amigo, hermano.
Con ellos quiero estar en los recuerdos
y no solo acordarme en los instantes
en los que necesito su recuerdo.
Ellos saben si son o simplemente

no traspasan las puertas si me llaman.

lunes, 23 de mayo de 2016

CONTRASTES


Blaise PASCAL, en su obra Pensamientos, anota lo siguiente: “El silencio eterno de estos espacios infinitos me espanta”. Pens. 91.
El pensador, clérigo y bastante dogmatizado, anda, como todos los de sus características, empeñado en ajustar las realidades y los pensamientos a la dependencia de un Dios, en su caso el dios cristiano. Desde ahí, y con ese condicionamiento tan poco racional, todo le va sobre ruedas.
No es mi intención examinar su obra y mucho menos calificarla, aunque sí he de decir que me interesan muchas de sus anotaciones (el libro es casi una suma de ideas apenas apuntadas en muchos casos), pero son algunas como la que he copiado las de más alcance, a mi entender, y las que más me llaman la atención.
Porque el ser humano, a pesar de todas las banalidades imaginables -algunas cultivadas, en público y en privado, por personas que, aunque solo fuera por su formación, deberían elevar un poco el nivel- sigue guardando en algún rincón oscuro la curiosidad y la duda, al menos ocasionales, del posible sentido o sinsentido del ser en el tiempo y en el espacio. Y en los dos parámetros, la verdad es que a mí también me asusta un poco la posición y el valor del ser humano. Qué poquita cosa, que insignificancia, qué mota de polvo, qué cero a la izquierda.
 Desde este punto de partida salen autobuses en todas las direcciones. Unos apuntan hacia el interior de uno mismo, otros conducen a la exaltación de cada individuo como ser único, muchos sencillamente admiten pasajeros que ni saben adónde van ni parece que les importe un pimiento, los hay que ruedan en dirección racional, y hasta los hay que se desploman por un precipicio hondo y sin retorno.
Hacer sonar los espacios no es sencillo desde las capacidades humanas, siempre tan limitadas; intentar cuadrar esas dimensiones resulta aún más complicado; conseguir que suenen armoniosamente casi es misión imposible… Pero no intentar nada es mucho más angustioso y aniquilador. Tal vez por eso, más adelante vuelve Pascal a la carga: “Al ver la ceguera y la miseria del hombre, al contemplar todo el universo mudo, y al hombre sin luz, abandonado a sí mismo y como extraviado en este rincón del universo, sin saber quién le ha puesto aquí, qué es lo que ha venido a hacer, qué será de él cuando muera, incapaz de todo conocimiento, se apodera de mí el espanto, como un hombre a quien hubieran llevado dormido a una isla desierta y terrible, y que se despertara sin saber dónde está y sin medios de salir de allí. Y por eso me admira ver cómo nadie se desespera ante una condición tan miserable. Veo a otras personas junto a mí, de una naturaleza parecida; les pregunto si saben más que yo; me dicen que no (…). En cuanto a mí, no he podido apegarme a nada, y teniendo en cuenta hasta qué punto hay más apariencia que otra cosa en todo lo que veo, me he empeñado en averiguar si Dios no ha dejado alguna señal suya”. Pens. 393. Ya se vislumbra por ahí algún asunto religioso, en Pascal de signo cristiano. Pero eso ya es otro asunto.

Hoy solo me quedo con el contraste entre el nivel instintivo y sin elaboración de casi todo lo que veo a ras de suelo o de medios de comunicación, para quedarme con este pensamiento que incita a subir un peldaño salvador en mi conciencia.

sábado, 21 de mayo de 2016

ALGUIEN TE ESTÁ VIVIENDO



ALGUIEN TE ESTÁ VIVIENDO

Es hermoso saber que alguien te está viviendo,
que otra piel se desgasta respirando
 con algo de tu olor,
que le prestas espacio a las caricias
de otras manos dispuestas para el tacto.

En esos casos simples y solemnes,
las reglas se desplazan al olvido
y todos los conceptos
reclaman otro signo que los nombre.
La muerte se sorprende y se declara
sin orden, sin sentido, sin la fuerza
que siempre le ha prestado la costumbre.

Pero vendrán las huellas de otros días
y yo seré ese alguien, el que vive
en el extraño gozo del asombro
todo lo que en la tarde trae el viento

desde el temblor ardiente de otra piel.

jueves, 19 de mayo de 2016

CUESTIÓN DE MANOS


¿Por qué escribir siempre con la mano derecha? Es cuestión fisiológica, dirás. Y mucha razón tienes, por supuesto. Pero no es esa mi extrañeza. Es que me veo con el bolígrafo en ristre y observo que, con la mano derecha, mi mano se va alejando de la palabra escrita, como si esta me fuera persiguiendo y la mano necesitara alguna distancia para descubrir y asombrarse con la palabra que siempre le va precediendo. No sé si la mano está asustada o simplemente es que toma distancia ante las formas dibujadas. Tal vez es que le asusten los significados y no quiera amistades peligrosas. O acaso sea admiración por el milagro escrito. No sé, pero me deja con la duda.
Si me imagino escribiendo con la izquierda, compruebo que mi mano siempre anda escondiendo la palabra. Parece que ahora sí que le da miedo de que la vista observe y descubra tal vez cualquier desaguisado. Por eso la palabra queda escondida por algún tiempo, hasta que algunas otras palabras la dejan asomar por detrás de la mano veladora. Se diría que, en este caso, la mano es cómplice de todo lo que esconda la palabra, como si los términos sintieran el pudor de enseñarse en la línea. Incluso es este modo solidario con la tinta, que se pega en la mano al menor descuido.
¿Y si escribiera una línea con cada mano? Claro que no he pensado la posibilidad de anotar algo en lengua árabe, de derecha a izquierda. Uffff, cuánto lío.

Escribiré en todo caso y dejaré que sean las palabras las que se quejen o me aplaudan, las que me dejen diestro o zurdo, pero nunca siniestro. 

miércoles, 18 de mayo de 2016

ESTABA LA TRISTEZA



ESTABA LA TRISTEZA

Estaba la tristeza en bata blanca,
llorando en los balcones agua turbia
del llanto acumulado mar adentro;
tenía los ojos grises y las cejas
privadas de la luz y la sonrisa.

La miré, me miró, nos encontramos
desnudos y abrazados en el aire.

La tarde puso un fondo plateado
de calles y de parques; en sus bancos
apuramos en un trago los posos
que había dejado el tiempo en nuestras vidas.

Hoy recuerdo la tarde, aquella tarde,
en que trabé amistad con la tristeza.

Lo demás se ha borrado en el olvido
-no preguntéis la causa-

y nada me consuela si no es su compañía.

martes, 17 de mayo de 2016

DE REPENTE SUCEDE LA TERNURA



DE REPENTE SUCEDE LA TERNURA
(A partir de una lectura de Nietzsche)

De repente sucede la ternura
entre las azucenas del jardín.
Los rosales contemplan y en sus rosas
lloran la bendición de su fragancia.
Es la hora del tacto y la caricia,
de regalarle al otro y regalarse
todas las represiones del pudor.
El campo está dormido y es su calma
tan solo un espejismo fraudulento
del poder absoluto de la voluntad.

Dos seres son constancia de la vida,
del eterno fluir desde el misterio,
de esa fuerza febril e inagotable
que empuja como el río cauce abajo,
sin saber si está el mar del otro lado
del último horizonte, o el abismo
es el último fin, pues nada importan
ni el abismo ni el mar a sus impulsos.

Dos palomas se aplican al arrullo,
al cortejo sin norma, a la liturgia
de esa forma de vida que también explica
el ansia de poder, tutor y guía

que empuja la infinita voluntad.

lunes, 16 de mayo de 2016

PAISAJE


2016-05-16                                                          “PAISAJE”
Me alegra, y mucho, que otros creadores miren los mismos lugares que yo miro y que sientan algo parecido a lo que yo siento. Cada uno acota los elementos que bien le parecen y los distribuye según cree conveniente: es el mundo de la creación.
Ayer, Julio Llamazares dejó esta columna en el periódico El País. Parece que estuvo hollando estos caminos y estos paisajes. Le cedo la palabra y me quedo con sus imágenes y con sus impresiones. Me reconforta la proximidad y la convicción de otras personas de que este paisaje es todo lujuria. Y, en estos días por fin luminosos de mayo, mucho más.
 Paisaje
Mientras en las afueras de Madrid arden montañas de neumáticos y los políticos españoles siguen hablando de la mañana a la noche, diciendo y contradiciéndose, queriéndose y enemistándose, insultándose y pidiéndose perdón, mientras las radios vomitan goles y resultados de fútbol que a la vuelta de unos días serán eco como todo en esta vida, en el campo de Béjar, al sur de la provincia de Salamanca, la naturaleza sigue su curso ancestral. Las vacas pastan en las dehesas, los riachuelos murmuran su canción de siempre y por la vía romana de la Plata, que desde hace veinte siglos une las dos mitades de la península por su parte más occidental y pura, algunos peregrinos pasan en dirección a Santiago de Compostela, cuyo camino principal alcanzarán en Astorga, lejos de estas blancas sierras.
A mitad de mayo aún en las cumbres de la cordillera central se ven neveros y nubes densas y las intensas lluvias de estas semanas han dejado el paisaje transparente, como una sábana verde recién lavada y tendida al sol. Que aparece y desaparece entre las montañas y entre las nubes como una rueda mientras debajo de él las vacas pastan como hace cientos de siglos, cuando por estos caminos bajaban y subían ejércitos vencedores o en derrota cuyos miliarios históricos, fortines, arquitecturas resisten entre la hierba y junto a los riachuelos amparados en su lejanía y olvido, dos circunstancias que envuelven todavía hoy a este Far West español, cuya grandiosidad y belleza le asemejan al norteamericano. Si el paisaje es una mirada del mundo, un reflejo de este en nuestro corazón, estas dehesas de Béjar en las que pastan miles de vacas y de cigüeñas entre narcisos y tamarices y encinas recién brotadas, como los fresnos junto a los arroyos, en medio de un silencio primitivo mientras por el aire cruzan aviones y aves rapaces aún más esbeltas y rápidas que en la noche se convierten en dibujos o destellos luminosos en el cielo, son la prueba de que la tierra sigue girando como hizo siempre, de que la vida sigue fluyendo como ese río de nombre que es poesía, casi un haiku japonés: Cuerpo de Hombre, y que el griterío del mundo, las voces de los políticos y de las televisiones, el humo de los neumáticos quemándose noche y día, la religión del fútbol y la de la ambición humana, no son más que imperfecciones de una naturaleza que sobrevive a pesar de todo. Y que cada primavera vuelve para consolarnos de tantas y tantas tragedias.

“Pare, escuche, mire” aconsejan los letreros de los pasos a nivel sin barreras de los ferrocarriles de vía estrecha portugueses. “Cuando en el sendero de mi casa crezca la hierba seré feliz”, dice Kenzaburo Oé.

sábado, 14 de mayo de 2016

AUTORRETRATO


¿AUTORRETRATO?

Ahí estás, en el fondo del espejo.
Descubro tu presencia con escasa sorpresa;
incluso he de decirte, en confianza,
-quiero hablarte de tú y en tono distendido-
que había ido a buscarte y que sabía
que tu trabajo último
es ser un centinela que me aguarda
por si acaso me da por ir a verme.

Primero predispongo la mirada
-ávida de mí mismo-
para entender  tu geografía exacta
y dudo de manera razonable
pensando si es la tuya o es la mía.
Repaso tus detalles, me separo,
vuelvo a poner mi cara
al lado de la tuya y al momento
vuelvo sobre mis pasos
y me echo encima todo mi pasado,
ese que también forma parte de mí mismo
-supongo que de ti mismo también-,
y adivino el futuro en tus facciones
y no me reconozco ni te reconozco;
porque te veo más débil y arrugado,
más otro y algo menos yo mismo:
(qué quieres que te diga,
tuve más energía y otros ritmos,
otra naturaleza más activa).

Pero veo que me miras, me escudriñas
con toda la impaciencia de la curiosidad.
¿Qué buscas en mi cara y en mi cuerpo?
¿De qué te has sorprendido al descubrirme?
¿No estamos destinados a ser buenos amigos,
a darnos los consejos que fuera necesario?
¿O qué creías, hermano, que tu espejo
no tenía otra figura al otro lado,
resumen de ti mismo y de los otros?
Yo también soy tú mismo y soy los otros,
soy todo lo que grita y te delata,
te esconde o te condena
a ser blanco y señal
de todos los que miran.

¿Por qué no nos reímos un buen rato
y echamos lo esencial y lo absoluto
al fondo del armario y al olvido?
Amémonos con toda la violencia
del que se ama a sí mismo para luego
amar a los demás como a nosotros mismos.
Juguemos al placer de hacernos caso
y demos sin dudar a la ironía

el papel más activo de la revolución.

viernes, 13 de mayo de 2016

SAPERE AUDE


El frente de lluvia pertinaz parece que por fin dará paso a la más esplendorosa primavera. A ver si es verdad y el sol se asienta como dominador de los días y de las horas. Con ella y sin solución de continuidad, nos pondremos en la línea de salida de un nuevo período electoral. Las organizaciones políticas nos presentarán  unos programas que apenas leerá nadie, se dirán de casi todo a la cara, con el fin de que los más enfervorizados se sacudan un poco de catarsis y en un mes tendremos la solución en forma de votos y de escaños. Ojalá que también de gobierno y, si puede ser, que sea de signo progresista y de mirada hacia el futuro.
Porque, y esto es lo que hoy me interesa, esta sociedad se ahoga en la corrupción, en los enfrentamientos estériles y en los egoísmos más instintivos. Esta sociedad mira demasiado al dedo y poco a la luna. Esta sociedad se pierde en los detalles y se olvida del núcleo de las cosas. Esta sociedad, y no sé si las otras también.
Me resulta difícil encontrar foros públicos en los que se expongan ideas que no sean las de situarse mejor en la sociedad, de manera que “el más espabilado” saque más producto de la situación; y, si no es el individuo, que lo sean sus hijos, sus amigos, su fábrica o su grupo social. Y esta intención, por más que sea comprensible, no me parece la mejor, sea defendida por la derecha o lo sea por la izquierda, que de ambos lados procede su defensa.
Las superestructuras que se nos echan encima a cada uno de nosotros como individuos son tan pesadas, que, si no estamos atentos, les seguimos la corriente y las damos por echas como única posibilidad en la que vivir. Para ello, esos elementos sociales que damos por buenos cuentan con todos los medios de comunicación a su favor; con ellos crean las corrientes de opinión y moldean las opiniones y las acciones de los ciudadanos. Solo los más avezados están algo más a salvo de esa corriente caudalosa que se lleva todo por delante. Y cuando se le opone algo como contrapeso intelectual, enseguida el proponente es tachado de radical y de antisistema. Claro, y qué razón tienen: es que hay gente que se atreve a cuestionar el sistema, la suma de estructuras que se nos dan como axiomas y como si fueran las tablas de la ley que queman al que se atreva a leerlas de otra manera. Qué atrevidos, qué antisistemas, qué revolucionarios, qué demonios con rabo, adónde querrán llevarnos.
Parece evidente que las comunidades tienen que poseer sus reglas para que cada uno de sus componentes sepa a qué atenerse en sus relaciones con los demás y para que el grupo consiga algún grado de seguridad jurídica y de comportamiento. Pero es que todo se puede ejercer en diversos grados. Y en la gradación es donde se esconden las falacias, las exageraciones y los aprovechamientos.
¿Qué le espera, por definición, a un creador cualquiera, por ejemplo, si, por definición, su labor consiste precisamente en buscar nuevas fórmulas en las que concretar la realidad? En su aventura creativa llevan el castigo de apartarse de las normas sociales y de los pasos groseros y mostrencos en los que se concretan la vida y las costumbres. Todo el mundo del arte cae así del lado de la transgresión y del lado de la subversión revolucionaria; y al creador, en alguna medida, no le queda otra posibilidad que alejarse del común, que convertirse en raro, que alejarse, que encerrarse, que vivir otra vida diferente. Y otro tanto -tal vez en menor medida- le suceda a todo aquel que se dedique al mundo de las humanidades, si no se rinde y somete a estas solo a la explicación y a la mejora de las normas ya establecidas, sin analizarlas, criticarlas y, si es necesario, proponer su cambio por otras en las que el individuo sea el sujeto creador y no solo el reo que obedece y se adapta para obtener buenos réditos de lo existente.

Me dejé ir por los cerros de la creación, cuando, en realidad, quería conformarme, en este formato corto de las treinta o cuarenta líneas, con el apunte de que las formaciones políticas, en general, se dejan llevar por lo sencillo, sin invitar a los ciudadanos a la revisión de todo lo que haya que revisar -también, y sobre todo, en los elementos más cotidianos y sencillos-, para sostenerlo o para enmendarlo, pero siempre al servicio del ciudadano, de su conciencia y de su libertad.

jueves, 12 de mayo de 2016

TIEMPO DE OCIO Y TIEMPO LIBRE (UNA PRECISIÓN)


Sabemos que es la reforma protestante la que da un nuevo sentido histórico al concepto de individuo. Según esa nueva concepción, el ser individual, el individuo, pasa a ser núcleo y centro de toda actividad tanto interna como externa. Y de toda esa actividad se hace responsable, tanto en el sentido religioso (la fe individual), como en el externo (dueño de su actividad, de su empresa y de su capital). Tirar de este hilo es tanto como entender un poco mejor el desarrollo histórico, en religión, en filosofía, en costumbres y en economía, de los países protestantes frente a los de raíz católica. No como única variable, pero sí como una de las más importantes.
Pero, sea cual sea el sistema social en el que el individuo se desarrolle y viva, se encuentra en nuestros días con una serie de aspiraciones y de condicionamientos comunes, que lo traen por la calle de la amargura y que lo conducen más o menos atado por los caminos de la imposición social..
Las estructuras económicas y laborales obligan al individuo, en ambos casos, a someter una buena parte de su tiempo a las imposiciones horarias de las estructuras comerciales capitalistas. Esto en el mejor de los casos, pues una buena parte de los individuos anda excluida de los circuitos laborales y mendiga el paro o anhela la vuelta al sometimiento en forma de contratos laborales, aunque sea en sus formas más precarias y lastimosas.
A partir de ahí, nuestras fórmulas sociales “liberan” tiempo, que debería ser para cumplir con los deseos personales de cada uno, esos que, en teoría, tendrían que ennoblecer a cada ser humano desde la cultura y desde el recreo en la belleza y el arte, en cualquiera de sus manifestaciones.
Porque no es fácil ennoblecerse en el tiempo dedicado al trabajo, salvo en las partes de sublimación, en las que el individuo trabaja y a la vez considera que realiza una actividad que lo hace más persona, un ser más cultivado y completo, un individuo que contribuye con sus esfuerzo a la mejora de la colectividad. No es este el caso más frecuente pues el trabajo reglado es contrato entre esfuerzo y recompensa económica en su mayor parte.
Nos queda el otro tiempo, el no laboral, para ejercer nuestras aficiones, para completar nuestra formación y para realizarnos personal y socialmente. ¿Es este tiempo de ocio o tiempo libre? ¿Son sinónimos ambos términos? Creo que, si miramos con atención, debemos deducir que no significan lo mismo. TIEMPO DE OCIO es lo que nos deja la sociedad para recuperarnos un poco antes de volver a someternos a los horarios y a las condiciones laborales que nos imponen desde fuera; es el rato de recreo que nos permiten para que no nos agotemos físicamente, pero que formalmente y en estructura sigue siendo dirigido por las mismas fuerzas del mercado laboral. Por eso, nuestro OCIO sigue dirigido desde la publicidad para que “disfrutemos” con el coche que seguimos pagando a plazos o para que nos desplacemos unos días de vacaciones para las que hemos estado ahorrando todo el año y guardando algún dinero en los bancos, esos que tal vez sean dueños de los hoteles a los que nos invitan a ir en vacaciones. Ocio, pero ocio dirigido; recreo vigilado.
El TIEMPO LIBRE debería ser otra cosa; tendría que ser aquel en el que la organización depende en exclusiva de nosotros, las reglas las imponemos cada uno de nosotros, y en nada o casi nada dependemos de las superestructuras que nos controlan el otro tiempo, el tiempo regulado en el trabajo. Es en este tiempo LIBRE en el que tendría que florecer la personalidad, en el que tendrían que multiplicarse los caminos, en el que habría que ver cómo se hacen infinitas las posibilidades, según la voluntad de cada uno y sus deseos de mejora personal.
Siempre que puedo recomiendo la compra de un producto que parece que no está en el mercado pero que resulta ser universal y muy productivo. Se trata del TIEMPO LIBRE. Desde él la persona se puede hacer de manera más libre y activa, pues de ella, y solo de ella, dependen el camino y la dirección. El otro, el tiempo de ocio, es necesario, pero está dirigido desde fuera y nos impone sus condiciones abusivas que solo nos mantienen hasta la vuelta al tajo de la imposición.

Sé que, en los tiempos que corren, muchas personas se conformarían con tener tiempo de ocio después de su jornada laboral, aunque no llegaran a aquello del tiempo libre, pues eso significaría que al menos estaban incluidas en el proceso laboral. Lo sé. Pero convendría no dejarse engañar y exigir lo que corresponde a la importancia de la persona como tal, que ha de hacerse a sí misma, sentirse dueña de su proceso vital y conductora de sus propios anhelos.

miércoles, 11 de mayo de 2016

TE ESPERÉ TANTAS VECES...


TE ESPERÉ TANTAS VECES…

Te esperé tantas veces, que la espera
se hizo mi inseparable compañía.

Te esperé por las plazas y paseos,
dentro de las iglesias, al amparo
de todas las columnas, desde lo alto
de todas las almenas, en las barras
de todos reclamos de los bares;
las playas se bañaron de sol y de nostalgia
mientras yo te esperaba por si acaso
el mar te devolviera entre las olas;
tracé muchos caminos en los mapas
para encontrar el gozo de tu compañía;
las noches fueron noches con murmullos
de llanto entre las sábanas, pobladas
del rastro de tu ausencia.

Hoy, cuando más urgía
la común aventura de la carne,
volviste a estar conmigo,
cuando ya mi cansancio
te había desdibujado
en la escondida orilla de los sueños.

Y sentí que el amor nunca se acaba
si alguna vez se ha amado.

Dame la mano y vamos
a recorrer con calma los paisajes
en los que tanto tiempo

yo te estuve esperando.

martes, 10 de mayo de 2016

MAYO


MAYO

Mayo es un alboroto de agua limpia
rodeando el bienestar de la alameda;
son luces empeñadas en ser dueñas
del ritmo de la tarde, y son las manos
que se unen a otras manos
en un encuentro lento entre los pinos,
que bailan con la música del viento
y en sus roces presienten
la beatitud que presta la esperanza;
mayo es también el canto de las fuentes
que llenan de frescor las hendiduras;
mayo es la plenitud entrando en mi ventana,
esparciendo su aroma en mi terraza
para que todo sepa a yerbabuena;
mayo es ritmo de voces,
que apenas son susurros y son labios
que se unen para el tacto…

Mayo cierra los ojos y yo también los cierro
para saber que, cuando me despierte,
tú estarás a mi lado.
Los dos seremos mayo, luz y gozo

después de tanta espera.

lunes, 9 de mayo de 2016

WORLD WIDE WEB


Sólo unas líneas más -por ahora- dedicadas a esta aplicación de internet de la que no mucha gente sabe lo que significa pero que todos la utilizamos como libro de cabecera o como tercer brazo que nos soluciona cualquier dificultad y nos saca de cualquier apuro. Red informática mundial. ¿Cómo traducir mejor estas palabrejas? Tal vez sea un esfuerzo inútil. Lo importante es el mundo que acogen y que ponen a nuestro alcance con solo unas reglas sencillas de uso.
Y apenas lleva en el circo 25 años, que es como decir nada, o tan solo un rato. Y el mundo ya no es el que era, sino otro radicalmente distinto.
Me declaro casi analfabeto en ese mundo porque apenas utilizo algunas de las posibilidades que me ofrece, seguramente como una muestra más de mi falta de habilidad, pero no me hace falta más para quedarme paralizado con solo imaginar el mundo que ya es real y el que, no siendo aún real, se intuye naciendo y hasta desarrollándose por todas partes, desde esta plataforma formidable.
Me imagino a cualquier sabio de hace tan solo treinta años sin esta herramienta y lo veo multiplicando esfuerzos personales para conseguir lo que ya nos da una tecla y nos lo ofrece en nuestra casa, sentados y al calorcito, sin necesidad de ir por ahí gastando tiempo y solicitando favores para analizar documentos o simplemente para consultar libros. A esfuerzo equivalente, no hay posibilidad de que los resultados sean ni parecidos. Y si desde los almacenes de la información los servidores nos sirven a domicilio, ya se puede considerar qué lugar le conviene al mundo de la memoria, ese del que tanta gala se ha hecho hasta ahora en la historia y que se ve relegada a un asiento en fila posterior y con tareas auxiliares. Hasta el propio concepto de espacio cambia de coordenadas para la capacidad de almacenamiento de datos y de elementos en general. ¡Nada menos que el concepto de espacio! Ese que, con el concepto de tiempo tal vez ordenen toda nuestra vida. Y si digo que el concepto de espacio se ha modificado desde la WWW, ¿qué otra cosa se puede decir del concepto de tiempo sino la misma? ¿No es esto una revolución vital en todas sus variantes? Me río yo de la revolución francesa, o de las dos revoluciones industriales anteriores a esta tercera que origina y sustenta todo el mundo de internet.

Yo mismo no estaría componiendo este índice de unas líneas que apuntan simplemente a la estupefacción que origina en mí la simple consideración de la WWW.  ¿Qué podría apuntar si abriera el índice a su desarrollo en todas las facetas de la vida? ¿Cómo no está su desarrollo y acceso en todos los programas sociales y políticos? La realidad está superando cualquier imaginación y, aunque no lo observen los grupos que tienen mayor poder de decisión, se impondrá por la fuerza de los hechos. Ya lo está haciendo. Y lo hará muchísimo más.

viernes, 6 de mayo de 2016

REENCUENTROS


Todos los reencuentros tienen algo de encuentro primitivo y fresco, de repetición y de sorpresa a la vez; en ellos uno se halla a medio camino entre lo inesperado y lo que vuelve a presentarse de frente, como algo que estuviera latente y escondido pero esperando saludar de nuevo.
Ayer y hoy me he reencontrado con mi amigo Antonio Martín Gómez. Antonio era para todos el cura Antonio. Lo conocí y practiqué la amistad con él durante muchos años. Con altibajos y hasta con desencuentros en los últimos años de su vida, aquellos en los que -¡quién podría darme luz sobre las causas!- nuestros caminos se apartaron y (es mi opinión) él se recluyó en un círculo distinto, tal vez más afín en la ideología y en las costumbres. Supongo que yo también tendría algún tanto de culpa en el proceso. Pero qué poco importa aquel asunto salvo para considerar que pudo ser mejor y que es ejemplo de un nuevo mal entendido en la vida. Dejemos estar aquello.
El reencuentro con Antonio me lo han proporcionado sus libros, o aquello que él llamaba sus libros, casi siempre una suma de anotaciones y de poemas populares, al lado de algunas citas no bien señaladas ni reconocidas. Tampoco importa demasiado eso. En uno de esos textos, por cierto, he vuelto a ver mi firma en un prólogo que ni siquiera recordaba.
Lo más importante de todo es que Antonio Martín Gómez, el cura Antonio, sigue apareciendo ante mí como una persona toda bondad y signo de amistad. Es difícil encontrar ni una sola palabra que apunte hacia algo desigual o negativo. Los amigos y la visión casi idílica de la naturaleza, de su naturaleza, de la de su Béjar, llena cada una de las frases que apuntaba y que después recogía en pequeños textos.
Sigo compartiendo con él la necesidad de querer y de ser querido como lema de vida y de actuación. Me separa, y mucho, la visión que de la vida tengo, esa visión que me proporciona mi reflexión, esa que no siempre se deja llevar por impresiones instintivas y que aspira a razonar antes de concluir. Y, por supuesto, los contextos religiosos, que hacen a casi cualquier sacerdote dar por supuesto todo aquello que otros nos resistimos a dar por bueno si un proceso racional.

Ya son varios años de ausencia, desde su fallecimiento; y unos cuantos más desde que se recluyó en un círculo cada vez más estrecho, a raíz del desarrollo de su enfermedad. Lo recuerdo ahora desde algún libro que me ha hecho llegar uno de sus familiares y que yo he vuelto a leer. Desde ellos quiero darle un abrazo a Antonio, al cura Antonio como era conocido por todos, un abrazo que abarca las discrepancias y las coincidencias. Porque todo cabe en la amistad, en la buena voluntad y en el deseo común de querer y ser queridos por los demás.

jueves, 5 de mayo de 2016

BIBLIOTECAS


BIBLIOTECAS

Es casi una rutina que me inquieta,
pues no puedo cambiarla en mis costumbres.
Al menos cinco días por semana,
me dirijo con calma hasta la biblioteca
donde busco refugio entre los libros
que escribieron poetas y soñaron
para mí los filósofos más célebres.

Tengo que confesarte que, a menudo,
en medio del trayecto,
mis pies me llevan, en reflejos pasos,
hasta otro sitio en el que tú me aguardas.
Y confundo las calles y las horas
como si alguna fuerza misteriosa
me llevara anillado hasta tu puerta.

Después -he de reconocerlo sin reparos-
las dudas se disipan cuando entiendo
que eres el mejor libro que he leído

y que sigo leyendo cada tarde.

miércoles, 4 de mayo de 2016

FOTO FAMILIAR


FOTO FAMILIAR

Ese rostro maduro, sazonado
de marcas y vestigios de otros años
es el que ven tus nietos. Y se engañan
pues que solo sabrán de tu hermosura
por esas huellas lentas
que va dejando el tiempo en todo cuerpo,
sin que ni tú ni yo nos demos cuenta.

Y mira que te quieren cual si fueras
el retrato de Venus, que lo eres.
Si pudieran llegar a su recuerdo
aquellos ojos claros como el alba
como vienen ahora a mi recuerdo…

Pero no te molestes ni te enfades:
conservas superávit de belleza
y bondad desbordante como un río
que baja limpio y pleno en primavera.

¿Qué pensarán de mí y de mis arrugas,
de mi carne también sexagenaria?
Vamos a regalarles unas fotos
de cuando éramos niños como ellos,
a ver qué cara ponen al mirarnos

y cómo nos sentimos al mirarlos.

lunes, 2 de mayo de 2016

INVENTOS


“La pólvora, la brújula y la imprenta fueron los tres grandes inventos que dieron lugar a la aparición de la sociedad burguesa. La pólvora acabó con la clase caballeresca, la brújula descubrió el mercado mundial y fundó las colonias y la imprenta fue el instrumento del protestantismo y de la regeneración de la ciencia en general: la palanca con más fuerza para crear los requisitos intelectuales”. Son palabras de Marx en su obra “División del trabajo y taller mecánico”. Son todos hallazgos que se sitúan en los albores de la Edad Moderna y que, sin duda, sirven de lanzadera para la renovación general y para la creación de una nueva sociedad, con unos elementos de creación y de relación muy diferentes a los de la época anterior.
Echar un vistazo a los adelantos científicos y técnicos produce en mí siempre un doble sentimiento que me empuja a contemplar las deficiencias con las que han tenido que lidiar todos mis antepasados (aunque todo hay que interpretarlo desde su contexto), y, a la vez, a la complacencia que me produce saber que vivo en una época plena de vigor técnico y de inventos que por todas partes podrían hacer la vida más sencilla y gozosa al ser humano. He utilizado con toda la conciencia el verbo poder en condicional: “podría”.
Creo que los descubrimientos científicos y técnicos deben ser considerados sobre todo pensando en las consecuencias que de ellos se derivan y en el número de personas que de los mismos se benefician, mucho más que en su espectacularidad. En este sentido, contemplar la aparición de estos tres que cita Marx y sentirse asombrado es todo lo mismo. Él mismo apunta, en una imagen de cada uno, algo de lo que cualquiera de nosotros puede seguir desarrollando. Pienso en la imprenta y en lo que significó, y se me llena la mente de imágenes y de situaciones. Una revolución absoluta, una ampliación y popularización de las ideas, de los lenguajes y de todo tipo de creaciones inconcebible hasta entonces. Un mundo nuevo desde aquel momento.
Pienso también en cuáles podrían ser los tres descubrimientos de mayores consecuencias en nuestros días y no sé por cuáles decidirme. Tal vez tampoco es lo más importante: son tantos y tan extraordinarios. ¿En qué medida ha cambiado la vida de media humanidad la existencia de la lavadora, por ejemplo? ¿Hasta dónde llega el alcance positivo de la telefonía como elemento que ha trastocado totalmente los espacios y los tiempos? ¿Qué parte les debemos a las distintas vacunas en nuestro desarrollo biológico y social? Y así muchos elementos más.
Creo, no obstante, que ningún descubrimiento se puede igualar, pensando en las consecuencias tan diversas que de él se derivan -y todo el universo hacia el que apunta, aún sin desarrollar- como el mundo de internet, con todas sus variantes de ordenadores y aplicaciones. Apenas en dos o tres decenios, le hemos abierto la puerta en nuestra vida, y ya parece que hubiéramos nacido con él y que fuera un apéndice de nosotros mismos, cuando no casi nuestra esencia. Y sus aplicaciones se antojan casi infinitas. Nuestro mundo ya no se vertebra si no es desde el mundo del ordenador en todas sus posibilidades. Él nos ha hecho la aldea más global, nos ha puesto a todos en contacto permanente, ha dado un acceso inmediato a todo tipo de conocimiento y a todo el mundo, y ha abierto unas perspectivas de aplicación que casi ni nos imaginamos, en educación, en medicina, en economía, en ciencia, en justicia…, en todo.

Como sucede con cualquier reflexión, esta no debería terminar sin pedir que los beneficios tan ingentes repercutan en la comunidad entera y no solo en unos pocos. Ese, al fin, es su mejor y su auténtico valor.

domingo, 1 de mayo de 2016

OTRO PRIMERO DE MAYO


Un nuevo día del trabajo en esta fecha emblemática del primero de mayo. Manifestación. Este año con algún desacuerdo entre CCOO y no sé si UGT o CGT. Consecuencia: falta de megafonía, menor asistencia (siempre es escasa) y ambiente un poco más desangelado.
Tengo la impresión de que este acto se sucede en Béjar durante los últimos años como un hecho más al que poca gente le concede simbolismo y ante el que casi nadie ni siquiera se para para mirar o hacer un pequeño comentario cuando pasan los manifestantes.
Mientras tanto, en Béjar siguen existiendo más de dos mil parados, con una tasa que ronda o supera el cuarenta por ciento, la población envejece y su curva es un hongo nuclear, los jóvenes se marchan en busca de un futuro mejor y sin saber realmente a qué…, y la conciencia social anda dormida y yo diría que roncando. Por si fuera poco, el ayuntamiento del PP promociona una llamada “fiesta de los limones” con el claro fin -me parece algo evidente- de quitar cualquier protagonismo a los trabajadores y evitar la más mínima crítica acerca de la situación local. Y la gente se suma a los limones, que son gratis y en el campo. Allá cada cual. No sé muy bien tampoco si la labor de los sindicatos es la mejor; posiblemente sea manifiestamente mejorable.
En fin, son algunos trazos gruesos del día y de la situación  en Béjar. No estoy seguro de que en otros lugares el panorama sea más positivo.
Pero el asunto sigue estando ahí, con gente y sin gente, con buen tiempo y con tiempo lluvioso, incluso con trabajo y sin trabajo. Ahí siguen las desigualdades, la pobreza de tantas familias, el desinterés, el acaparamiento, la pérdida de derechos individuales y sociales, el desconcierto del personal acerca de cualquier futuro, el desánimo y el egoísmo que se aceleran, y toda esta maldita crisis, que no es pasajera sino muestra de que el sistema que la provoca y la sustenta está lleno de mal olor hasta en sus más escondidas rendijas.
No soy economista, pero siempre digo que aspiro al sentido común, que no es poco. Asistimos al desarrollo de una tercera revolución industrial en la que se mezclan elementos que, si no se examinan con atención y se hace partícipe de ellos a toda la población, corremos otra vez el riesgo de dejar fuera de juego, marginados y hasta olvidados, a los más necesitados. Esta tercera revolución industrial, basada sobre todo en las potencialidades de internet, nos ha situado en una aldea global en la que todos los valores añadidos en los que se basaba y se basa el sistema capitalista están en peligro de desaparecer. Existen multitud de productos y de servicios que están al alcance de la mano de casi todos, tanto en su creación como en su distribución y con un coste añadido casi de cero. Por el camino de la intermediación se están quedando orillados muchos seres indefensos. Cualquier ejemplo puede ilustrar esta afirmación. Una tienda cualquiera, por ejemplo, que no es más que un eslabón de una larga cadena y que está al capricho de las grandes superficies o de una distribución que prescinda de ella. O una editorial, o una discográfica, o una institución educativa con los programas on line.
La nueva sociedad se está transformando en un mundo al alcance de todos si lo sabemos estructurar con ese fin. Si no lo hacemos así, el peligro de los monopolios y de los oligopolios nos hará la vida casi imposible. Todo nos obliga a un sistema más participativo, a un sistema de productores y consumidores, o, como se llama ahora, a un mundo de prosumidores.

La fiesta del primero de mayo sigue siendo fundamentalmente un símbolo. Pero hay que pasar de la generalidad a la explicación racional de las cosas. Doctores tiene la iglesia para ello. Luchar para conseguir una subida digna en el convenio laboral es muy importante, pero analizar cuáles son las coordenadas en las que se mueve el mundo del trabajo es mucho más importante y de mayor alcance. Este sistema hace aguas por muchas partes. Tal vez se ahogue de éxito en sí mismo. Otro más participativo nos espera. Ojalá nazca pronto y crezca sano y vigoroso. En él tenemos que tener cabida todos, los que nos hemos manifestado y los que por las razones que sean se han quedado en casa.