jueves, 30 de diciembre de 2021

BRINDIS PARA FIN DE AÑO


BRINDIS PARA FIN DE AÑO

En este fin de año, fedatario

de tristezas y risas, de imprecisos

ramalazos de suerte, determino

levantar unas copas en que caben

los restos que conserva la memoria

de todos los que fueron en la trama

del tiempo que tejemos y olvidamos.

 

Están ahí, constantes,

dormidos en el reino del silencio,

dando cuerpo a la tierra, que los cubre

y acuna con la herida del olvido y del frío.

 

Por ellos, que brindaron

por los que ya habían sido;

por nosotros, que seremos

objeto de otros brindis en las manos

de los que el tiempo acoja en su camino.

 

Por todos, la palabra y el deseo

de no olvidarlos nunca en el olvido.

martes, 28 de diciembre de 2021

EL ÁRBOL DEL SOLSTICIO DEL INVIERNO


EL ÁRBOL DEL SOLSTICIO DEL INVIERNO

Se cuelgan en sus ramas los recuerdos

del paso de los años y los siglos,

los solsticios que pierden su memoria

en lo más alejado de los tiempos,

cuando el sol era todo y, a su amparo,

se fraguaban los ritos y liturgias

en este azul rincón del universo.

 

Después, las religiones con sus dioses

en forma de personas y de jueces,

o de niños naciendo en un pesebre,

heridos por el frío de la noche.

 

A este árbol solar de rama y tronco

se han arrimado todos preguntando

dónde hunde sus raíces en el tiempo.

 

Cada bola de luz que se desprende

de la rama del árbol ilumina

un trocito de tiempo y el camino

que ha de seguir la luz. Yo las contemplo

como símbolo eterno en el silencio.

lunes, 27 de diciembre de 2021

PARA LA MESA DE TRABAJO

   

PARA LA MESA DE TRABAJO

Se consume el papel en la ceniza,

desecho de un deseo que no produjo

la fuerza suficiente de los sueños,

y lleva hasta el olvido las palabras

que dejaron su vida entre la tinta.

Lo mismo que un cigarro cuando asciende

al cielo con espejos y volutas.

 

Quemo un papel y enciendo un cigarrillo

mientras tomo un café y el aire lleva

el sabor, el aroma, los recuerdos,

que se van hacia el cielo mientras dicen

un adiós mitad guiño, mitad risa,

y yo sigo pensando en que la vida

es como un cigarrillo consumido

entre sueños, volutas y palabras.

 

viernes, 24 de diciembre de 2021

FELICES FIESTAS

 

FELICES FIESTAS

 

 Por si no has llenado la cesta de regalos,

puedes completarla con estos:

 

Para tus hijos y tus nietos, el mejor ejemplo;

para los mayores, comprensión;

para los adversarios, perdón;

para los distintos, tolerancia;

para todos, justicia y caridad;

para ti mismo, respeto.

 

FELICES FIESTAS

martes, 21 de diciembre de 2021

FIN DE AÑO

Sirva este recuperado poema como felicitación para estas fiestas

FIN DE AÑO

He de cerrar de nuevo el calendario

de mis días sembrados en el tiempo

de dos mil veintiuno.

Todo es memoria ya. En estos meses

he alzado la mirada y el misterio

me sorprendió sumido en el asombro.

Lo que era piedra o nube, por ejemplo,

se convirtió en amor, bajo el amparo

de lo que le prestaba mi mirada.

Fui creador, adivino, brujo, mago,

alquimista de todas las sustancias.

He abierto el pecho al paso de los días

y jugué al escondite muchas tardes

con las cosas sencillas.

Quizás he amado poco y es posible

que no esté en condiciones

de aprobar el examen de la tarde,

cuando solo es amor lo que interesa.

(Tal vez soy un quejica

y me quejo de vicio:

no lo tengáis en cuenta).

He visto pasar horas infecundas,

he conquistado cimas imposibles,

he buceado hasta el fondo, con peligro

de ahogarme muchas veces,

y otras he sucumbido a la indolencia.

 

Tengo a la vista un cuadro panorámico

con varias tachaduras y otra parte

con figuras mejor elaboradas;

en él he trabajado todo el tiempo.

Hoy ya le pongo marco y esta firma

que tiembla al contemplar que, acaso pronto,

será pasto del tiempo, del espacio,

y, si el azar no acude en su socorro,

acaso del olvido.

No lo dejéis que muera

solitario y frío.

viernes, 17 de diciembre de 2021

LAS VOCES Y LOS ECOS

 LAS VOCES Y LOS ECOS

La vida va apagando cualquier pena

con el paso impreciso de los días,

le va imponiendo imágenes al tiempo

y en él va dibujando otras figuras

sin importarle nada

si estamos en verano o hace frío.

 

Duerme la luz más tiempo y la conciencia

parece que dormita y se congela,

se apagan los latidos

del reloj que marcaba la rutina

y tal vez la tristeza

ha inventado al hablar un nuevo idioma,

hay ambiente de lluvia y con sus gotas

pone banda sonora en las aceras.

 

En esta situación,

me olvido de olvidarme en el olvido

y vuelvo hacia mí mismo, a descubrirme

tratando con la imagen que me sigue

por todas las esquinas.

A veces es pesada, no lo niego;

pero he de confesaros con franqueza

que, a pesar de enfadarnos tantas veces,

me gusta ese fantasma que siempre va conmigo.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

IDEOLOGIAS

IDEOLOGÍAS

Esta misma tarde, apenas en una hora, se elegirá al nuevo alcalde de la ciudad de Béjar. Culmina así el proceso después de la dimisión de la ya exalcaldesa, Elena Martín Vázquez. Ya me pronuncié en su día acerca de lo sucedido y no tengo ningún interés en volver a hacerlo. Según las noticias que llegan, parece que el asunto no termina de estar decidido. Cada formación sabrá lo que ha hecho y de ello tendrá que responder. Al nuevo equipo de gobierno lo que debemos desearle es el mayor de los aciertos en su gestión.

Yo aplico hoy mi reflexión a unas palabras que el portavoz del PP ha pronunciado y que recoge la prensa. Están entrecomilladas y no contienen nada distinto a lo pronunciado. Son estas:

“El PP nunca ha puesto vetos a nadie por su ideología. Por ejemplo, hemos hasta en tres ocasiones sentarnos con Tú Aportas, y ellos nos contestaron siempre que tenían que hacer una asamblea y que no podrían hacer alcalde a nadie del PP. Creo que están equivocados, lo que hace falta son ganas de trabajar por la ciudad, no ideologías”. El destacado en negrita es mío.

De modo que no hacen falta ideologías. Vaya por dios. No es la primera ni la segunda ni la tercera vez que se manifiestan así, lo que indica que no se trata de ningún desliz sino de su manera de pensar y de actuar: lo creen de verdad, no fingen.

¿Qué queda cuando no existe ideología? Pues improvisación e intereses. Exactamente eso. Levantarse sin idea de lo que hay que hacer y tan solo esperando a ver si ha salido el sol o está lloviendo, a mirar si se ha roto una cañería o protesta un vecino de la calle nosecuántos. Y así, de golpe en golpe, de empujón en empujón, de improvisación en improvisación. Cuidado, que los intereses y las improvisaciones pertenecen más a aquellos que tienen tiempo y posibilidades de hacerlos suyos, no a la comunidad como tal, y mucho menos a los más necesitados. Eso sí, para conseguir los intereses sirve cualquier medio y cualquier excusa.

Todavía, a estas alturas de la vida, en medio del desbarajuste del postmodernismo y del pensamiento líquido, uno sigue pensando que una vida ordenada en una comunidad tiene como base un sólido conjunto de ideas, que comportan una manera de ver el mundo y que se traban en una ideología. Esa ideología es la que siempre estará en la base de las actuaciones. De esa manera, se aspirará a un modelo de ciudad, se alzará la vista y la mirada nos alcanzará para un plano de larga distancia, para planear actuaciones que alcancen a los presentes y a los que vengan detrás. Y esto para TODOS los que aspiran a ser representantes de cualquier grupo, porque quizás todos tengamos zonas de mejora.

¿Quién ha dicho que no hay maneras distintas de pensar y formas de interpretar la realidad? A unas las debemos llamar IDEOLOGÍAS, a otras simplemente INTERESES.

Para algunos, todo lo que no son cuentas son cuentos; para otros, las cuentas son el resultado de la aplicación de las ideas. Cada cual sabrá a qué modelo quiere apuntarse.

Sí sería deseable que, si nos apuntamos a lo de las cuentas, no deberíamos quejarnos cuando la realidad nos venga de espaldas. Porque repicar y andar en la procesión todavía no se ha inventado.

Y, por favor, por un mínimo respeto intelectual, que no nos perdamos en aquello de “hechos, no palabras”. Las ideologías deben llevarnos a los hechos, pero a los hechos pensados, ordenados a un fin y sin las trabas del instinto, de la inmediatez y de los intereses del egoísmo.

Por lo demás, suerte a todos, que soy pechero y sufriré o gozaré con lo que se decida.

lunes, 13 de diciembre de 2021

SEGUIR EL CANON

SEGUIR EL CANON

Claro que, para seguir algo, hay que saber en qué consiste, pues, si no, lo único que se hace es convertirse en una oveja más del rebaño, que se deja pastorear y que sigue el viento que más se mueve.

Canon no es otra cosa que regla o norma. Seguir el canon no es otra cosa que seguir la norma. Hasta ahí, todo sencillo. No resulta tanto establecer cuál es la norma y quién la dicta. Tradicionalmente, nos referimos al canon pensando en un modelo perfecto según unas medidas establecidas. Son aquellas del arte griego y clásico en general.

Pero es que los modelos de perfección cambian con los tiempos, aunque no sea a la misma velocidad de cualquier moda de otoño-invierno. Cuántas veces no se ha puesto como ejemplo el cambio en el canon de belleza según el color: blanco y sonrosado en otros siglos, y moreno en nuestros días. Y así con tantas cosas. De modo que el canon se va modificando con el paso del tiempo.

Sin embargo, seguimos necesitando algún modelo que nos sirva para comparar y establecer bases con las que clasificar los valores del arte y de cualquiera otra actividad humana. Habrá que conceder el paulatino cambio de modelo (de canon), pero habrá también que velar para que los cambios se produzcan con sentido, calma y fundamento. De otro modo, estaríamos horros de espejos en los que mirarnos y siempre desconcertados y confusos. De hecho, en arte, las obras que pasan al canon son las que se convierten en clásicas y, entre otras cosas, lo son porque superan los caprichos de la moda, siempre pasajera y efímera.

¿Y quién marca las reglas que componen el canon? Podemos convenir que esa tarea se ha encomendado a aquellas personas que, por las razones que sean, entendemos que están más versadas en todo el proceso de la creación y son capaces de razonar y de fundamentar las obligaciones que se le exigen a la obra de creación. Ha sido, pues, una obra de intelectuales, con todas las precisiones que al concepto se le quieran arrimar.

¿Y ahora? ¿Son los intelectuales los que marcan qué debe y qué no debe pasar al canon? Solo plantearlo causa risa y hasta desazón. Piénsese, por ejemplo, en la creación literaria. ¿Coincide la opinión de la crítica con el éxito o el fracaso de una novela, de un ensayo o de una obra poética? Como en otro tiempo se preguntaba retóricamente; ¿coincide la opinión pública con la opinión publicada? Y algo aún más hondo, ¿Quién tiene en sus manos el poder para hacer pública la opinión y crear así tendencias y sinergias favorables al éxito o al fracaso de una creación?

Porque, hasta ahora, se entendía que se disputaba con criterios creativos y supuestamente racionales. Ahora todo se ha dejado en manos de los números y el valor se ha rebajado a la cantidad de lectores que hayan sido inducidos al conocimiento de una obra. ¿Quién induce a ese conocimiento, a esa lectura o a esa visión? Naturalmente, los medios de comunicación de masas y la publicidad, sobre todo. No quiero reducir la capacidad individual a la nada, pero defender que la libertad es absoluta significa estar fuera de la realidad. Leemos lo que nos proponen, vemos lo que quieren, atendemos a la escala de valores que nos imponen. ¿Y quién tiene esa capacidad de crear opinión, de apuntalar una escala de valores, de aflorar un magma en el que después se cultiva lo que se cultiva? Pues los que tienen poder, concretado en el dinero.

De este modo, el canon se ha pasado al edificio de la economía; en él son patronos el dinero y la cuenta de resultados y la publicidad orientada a ello es su principal aliada. La belleza se iguala con el éxito y este con el número de aprobaciones inducidas por los poderes económicos. El concepto de belleza se ha vuelto volátil y perecedero, todo es perecedero y líquido, no hay certeza en nada y manda el número de likes que se hayan posado en el producto. Es necesario para que se siga produciendo y el consumo no pare.

Lo peor de todo es que, al menos antes, muchos creadores se sometían a la opinión formada y seria de quien conocía el proceso y articulaba conceptos que aspiraban a ser universales y duraderos. Ahora, muchos, demasiados, se han convertido en sus propias abuelas y no dejan de publicitarse en cualquier medio a su alcance para conseguir ese aplauso mediocre; no esperan a la opinión del crítico sereno, sino que se adelantan a expresar sus cualidades, como si tuvieran que vender un producto que no se puede medir por el aplauso de cualquiera. Han olvidado aquel precepto evangélico que recomendaba que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, o aquel consejo que declaraba que de uno deben hablar los demás antes que uno mismo. Las palabras de Machado se han perdido en el olvido y en el tiempo: Todo necio confunde valor y precio.

Y aún más negativo es que encima lo quieren presentar como si fuera la fórmula más democrática. Y es que numéricamente tienen razón: “Esta obra tiene tropecientos mil lectores”. “Ha conseguido en internet millones de visitas”. Y se quedan frescos y oreados. Es fórmula que se da por buena y que produce noticias en televisiones y otros medios.

Así que, muerto el canon clásico, viva el canon del dinero, de la mediocridad y de las modas inducidas que estabulan a los rebaños.

¿Y si aplicamos esa consideración a los demás ámbitos de la vida? Por ejemplo, a la forma de elección política. Mejor no asomarse al abismo, porque, si lo miras fijamente, puede terminar mirándote él a ti.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

PANDEMIAS

PANDEMIAS

Se termina un puente largo, cinco días, que ya anuncia el próximo fin de año, ahí, a la vuelta de la esquina. Las imágenes que uno puede ver en directo o a través de los medios muestran aglomeraciones por todas partes, calles llenas a rebosar y terrazas sin un sitio libre.

Seguimos en una nueva ola de esta pandemia que no cesa ni tiene intenciones de dejarnos de una vez en paz. Y yo sigo sin entender casi nada. Parece que la comunidad ha hecho suya la situación y la ha integrado como un elemento más en sus costumbres.

Lo peor es que da la impresión de que las aglomeraciones se ocasionan en actividades absolutamente prescindibles. Las más numerosas se producen en las proximidades de los centros comerciales y en los lugares de ocio. Ningún obstáculo parece suficientemente importante como para evitar una compra o para beber y bailar sin medida.

No se trata de otra cosa que de la deposición de una escala de valores en la que están instaladas las sociedades occidentales. Por una compra se mata, por una copa se lucha, por una pretendida libertad se deja uno morir si es preciso.

¿Y el sentido comunitario?, ¿y la salud de los demás?, ¿y las recomendaciones de los sanitarios y de los científicos? ¿Hay por ahí alguna idea escondida que tienda al absoluto, a la generalidad, a la permanencia? ¿Cómo podemos fiarnos unos de otros en este contexto? ¿Hasta qué punto podemos exigir de la comunidad prestaciones si no le ofrecemos nada desde nuestra individualidad?

Porque seguimos queriendo una buena sanidad, unos servicios públicos generosos y un estado social del que nos aprovechemos.

Somos muchos en este pequeño planeta, más de siete mil millones. El individuo aislado no existe y solo se define en relación con todos los demás. La libertad individual es una filfa y apenas se mantiene como concepto, pues termina cuando y donde empieza la de todos esos más de siete mil millones de semejantes. De hecho, quienes más la invocan son los que poseen más medios personales en espacios y dineros.

Hoy las calles y las carreteras parecen procesionarias del pino siguiendo la estela del que va delante, sin saber muy bien y sin preguntarse hacia dónde hay que dirigirse ni qué fin justifica lo que estemos haciendo, porque todo es salir y seguir lo que manden las modas.

Parecemos una pandemia paralela a la del virus. Y sospecho que más permanente y duradera, pues no se sospecha que se trabaje en alguna vacuna que la haga desaparecer, sino todo lo contrario.

Vaya por Dios.

lunes, 6 de diciembre de 2021

ASEREJÉS

 ASEREJÉS

Así puede ser definida la JITANJÁFORA, una figura literaria más usada de lo que parece: Composición poética formada por palabras o expresiones carentes en sí mismas de significado y cuya función poética radica en sus valores fónicos, que pueden cobrar sentido en relación con el texto en su conjunto. Algunas se han hecho muy populares, sobre todo en canciones y expresiones, tanto comunes, como pretendidamente vanguardistas. ¿O no recuerdan aquello del Aserejé, que se bailó hasta la extenuación hace tan solo algunos veranos?

Lo esencial de tal figura es que no posee ningún significado, al menos aparente, y que adquiere su valor por sus cualidades fónicas, pretendidamente agradables por su sonido y su ritmo.

Uno tiene la impresión de que se publican muchas jitanjáforas a diario, es decir, muchas locuciones genéricas que no aportan más que ruido y descalificaciones absolutas, y que apenas concretan casi nada.

Ahora mismo se está produciendo este fenómeno en dos planos distintos, según me parece: en el nacional y en el local. Son solo dos ejemplos.

Hoy es el día de la Constitución. Muchas personas y grupos alzan la voz proclamando la necesidad de modificar y hasta de refundar la Carta Magna. Muy pocos, o ninguno, concretan los apartados en los que habría que hacerlo. Se provocan, así, fuegos de artificio, alborotos y proclamas, que quedan bien para el momento, pero que se diluyen enseguida. La Constitución, como cualquiera otra obra humana, puede y debe adaptarse a cada época, y sus cambios deben correr paralelos a aquellos que la sociedad haga práctica común. Pero con un método y un ritmo, sin que se nos vaya la fuerza por la boca, sin aserejés.

Desde hace un par de semanas, se viene produciendo en la ciudad estrecha un baile de voces que parece que tiene aires de verbena. Me refiero, claro, al asunto de la dimisión de la alcaldesa. Casi todas las pretendidas opiniones caen llovidas como de tormenta y no se detienen ni en los estropicios que pueden provocar ni en la solidez a que deberían aspirar: todo son descalificaciones generales y afirmaciones que valen lo mismo para un roto que para un descosido. De este modo, lo que se pretende conseguir se pierde en el humo y en la falta de consistencia, por falta de argumentos.

¿Por qué este nivel de decibelios y de generalidades? ¿Hemos perdido la capacidad de la serenidad y de la concreción? Los de la reforma de la Constitución conocen el camino correcto para conseguirla. Concrétense los apartados, consígnense en un programa político y llévense a las urnas. Está todo inventado. Los de los exabruptos contra la alcaldesa podrían sencillamente aspirar a algo de educación, para que podamos, como dijo el poeta, distinguir las voces de los ecos, y así intentar confrontar serenamente ideas, si es que las hay.

Lo demás es todo un Aserejé, que suena bien para una verbena veraniega con una sangría de más; pero que enseguida se desinfla y deja un poso de inanidad y de falta de consistencia poco edificantes.

viernes, 3 de diciembre de 2021

PERSPECTIVAS

PERSPECTIVAS

De nuevo la pandemia aprieta y asusta. Parece que resurge, como lo hacen las olas en el mar o el viento en días de tormenta. Volvemos a una nueva ola. No sé ya qué número hace en la serie.

Pero comienza un puente y la realidad sanitaria está ya instalada y asumida en la rutina. Los viajes y las reservas hoteleras andan por todo lo alto y todo se fía a las precauciones y a alto grado de vacunación.

Me parece que este hecho de la pandemia ha cambiado en demasía la perspectiva temporal y ha modificado los límites en los que se venían sucediendo los hechos.

Hasta ahora, la perspectiva era más amplia y la mirada se alargaba en plazos más extensos. Cualquier proyecto se cifraba en un futuro al que mirábamos con cierta seguridad de que nos aguardaba y nos acogía en su seno. De ese modo, distribuíamos las acciones fiándolas a un plazo de tiempo con el que contábamos siempre.

Un proyecto de negocio, por ejemplo, se asentaba en cierta confianza en el futuro y en que las circunstancias no iban a modificarse de manera demasiado notable: erra como si tuviéramos agarrado el futuro por las riendas y lo tuviéramos domado. Unos estudios se planificaban y se encaraban mirando a sus consecuencias y a sus repercusiones personales. La educación de los hijos se atacaba con la mirada puesta en su bienestar a largo plazo. Las relaciones familiares se consolidaban en el trato generoso y continuado… El futuro, en fin, se hacía algo previsible y sujeto a unas normas que parecían seguras y duraderas.

¿Quién encara, en estos días, un proyecto tan solo con la mirada en “el año que viene….”? Se nos han enfriado los humores y se nos han helado los entusiasmos, las certezas se nos han achicado y todo se ha vuelto más voluble y perecedero, más inmediato e instantáneo. Hasta el proceso de causa y consecuencia parece que se haya quedado solo en el suceso concreto, que no mira ni por delante ni por detrás. Por si esto fuera poco, la luz solar se nos encoge también y en nada ayuda a que los ánimos se alarguen, se estiren y sientan una nueva primavera. La verdad parece menos verdad y los conceptos, menos duraderos.

Una cura de humildad que nos golpea y de la que tendremos que aprender que la provisionalidad nos acecha y nos conforma, que el pensamiento debe andar receloso y humilde, que la persona no puede hacer demasiados planes, porque todo se le va de las manos y anda al capricho de alguna fuerza misteriosa que nos recuerda con frecuencia la pequeñez de todo. También de nosotros mismos.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

DEL TIEMPO Y SUS MEDIDAS

DEL TIEMPO Y SUS MEDIDAS

De pronto, otro paisaje y otra luz.

Otra mirada al cielo de la tarde.

Un cuerpo nuevo que a vivir empieza.

El pasado, que vuelve a la memoria

y ha perdido tal vez la identidad

que adquirió sin saber que, en un momento,

iba a morir dejando su legado

en los brazos del miedo o del olvido.

 

¿Cómo mirar, entonces, al futuro,

sabiendo que su voz serán cenizas

de un presente que muere en cada instante?

 

Solo quedan, tal vez, los misteriosos

ecos, que se repiten tercamente,

de esa extraña conciencia que contiene

los gritos y susurros esparcidos

por la infinita faz del universo:

conciencia universal que late y late

prestándonos sus ecos un momento,

con plazo ineludible de caducidad.

lunes, 29 de noviembre de 2021

NOVIEMBRE

 

NOVIEMBRE

El campo está dormido, aletargado,

con los fríos intensos de noviembre;

las hojas amarillas ya son ocres

y las aguas, que llenan los regatos,

susurran en sus cauces letanías.

La tierra esponja y abre sus deseos

al goteo incesante de la lluvia.

La nieve se ha asentado allá en las cumbres,

con clara vocación de permanencia.

 

Yo me encojo en mí mismo, tengo frío,

mi alma está arrecida,

estoy con mi conciencia en stand by,

aguardando una nueva primavera.

 

Porque soy campo y tierra y agua helada,

y soy nieve y soy lluvia y soy un eco

de la voz que susurran los regatos

mientras van a dormirse en lo más hondo

del inútil sentido de la vida.

jueves, 25 de noviembre de 2021

BAUTISMO POÉTICO

 

 

BAUTISMO POÉTICO

Hoy era el día indicado, 25 de noviembre. Se me había invitado a un llamado “Bautizo poético” en la Casa Zorrilla de Valladolid. Estaba todo preparado. Pero algunos motivos, que no vienen al caso, lo han hecho imposible. Estas son las palabras que tenía preparadas para el acto. Me siento como si de verdad hubiera sido bautizado. La vida sigue.

BAUTISMO

En esta tarde oscura de noviembre, me habéis convocado para ofrecerme la gracia de un bautismo, de un bautismo vestido de poesía. Gracias a los que ahora me apadrinan y gracias a los que habéis acudido a presenciar el acto y acaso a recibir la rebatiña que un bautizo rumboso debería llevar aparejada.

Los padrinos ya han dejado noticia generosa del nuevo bautizado. Qué van a decir ellos del ahijado, dispuestos como están a defenderlo de todos los peligros. Pero he de ser yo mismo quien dé noticia cierta de mis relaciones con este contexto en el que se produce un bautismo poético. Al fin y al cabo, si merezco la gracia del bautismo, debería ser porque mis relaciones con el don de la poesía no deben ser ni muy desperdigadas ni muy débiles. Pues, acaso, no sea el asunto tan claro como pueda parecer.

Empezaré por reconocer que no sé muy bien qué sea eso que llamamos poesía. Para mi triste consuelo, he de recordar que nadie ha definido de manera exacta qué debemos entender por creación poética. Y no será porque no se hayan ensayado multitud de definiciones: Aquí tendría certera cabida el papanatismo tan propio de este país implorando definiciones de poetas de lengua inglesa, sobre todo. Pero me quedaré con algún ejemplo de los nuestros, de nuestros clásicos: Poesía, palabra en el tiempo (A. Machado); Poesía eres tú (Bécquer), o esta otra de Cervantes, puesta en boca de don Quijote: La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como  una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio… En fin, las redes y los libros nos dan cuenta de infinidad de aproximaciones a este concepto a la vez tan hermoso como difuso.

En cualquier caso y se atienda a la fuente que se quiera, siempre aparecen algunos elementos, que, por tal motivo, deberían ser considerados como componentes seguros de ese concepto llamado poesía. Veamos. El poeta, como cualquier otro creador, se desenvuelve en tres niveles siempre. El primero tiene que ver con el material con el que trabaja; para el poeta, la palabra aislada o estructurada en eso que llamamos lenguas. El segundo es el del modelado de ese material, el manoseo y el refinamiento, el uso preciso y adecuado de la palabra. El tercero es el del fin último con el que trabaja y modela la palabra; seguramente el de crear emoción y sensación de algo nuevo en sí mismo y en el posible lector. Como fácilmente se podrá entender, el segundo de ellos presupone el primero, pues difícilmente podrá dar forma bella y armonía aquel que no domina el instrumento con el que tiene que tañer y crear melodías. Pero, no nos engañemos, la parte más personal y específica está y seguirá estando en ese personal trabajo, en ese solitario enfrentamiento con la palabra, con sus formas, con sus significados y con sus combinaciones. El producto, bien o mal conseguido, procede de este trabajo solitario. El tercer nivel apunta al fin con el que el poeta crea. Y, según creo, este apartado se diversifica y en él caben muchos ingredientes. Si se me obliga a decirlo con pocas palabras, afirmaré que estoy convencido de que el poeta escribe para sí, para reconocerse en un producto bello que le produzca satisfacción, que le deje con un pellizco de bienestar o de desahogo. Porque, en el poema, el poeta realiza al menos dos funciones: la de revelación y la de rebelión. Con la de revelación saca de la nada una realidad que no existía y que, en el acto de la creación, se revela y se hace viva, se encarna en una realidad ya para siempre. Con la rebelión, el poeta lo que hace es mostrar su enfrentamiento con lo existente, con la realidad anterior, realidad que intenta superar, darle otra cara, mostrarla con otro vestido. Hasta tal punto tiene que intentar esa rebelión, que ha de lograr extraer de sí mismo y del lector un hálito de emoción, un escape de satisfacción, un oh incontenido. A veces la rebelión no da resultados y el poeta se recluye en la intimidad y explora territorios personales o familiares, se salva a sí mismo en los más próximos. Por ahí toman cuerpo los diversos tipos de poesía.

Si el poeta se maneja con soltura en estos tres planos, la obra poética, tarde o temprano, se abrirá paso por sí misma

Este sería el índice de la parte más teórica. Pero tal vez sea más interesante -y, en todo caso, más real- dejar constancia de la relación personal que cada poeta ha tenido y tiene con el mundo de la poesía.

En lo que a mí respecta, esta relación ha sido desigual, interrumpida y de expresión tardía.

Veréis. Yo vine al tiempo y al espacio en un pequeño pueblo de la sierra sur de Salamanca en el que las comunicaciones brillaban por su ausencia y donde las distancias mayores las marcaban los picos de los montes que servían de vigilantes de la naturaleza y de las vidas del angosto valle que surcaba y surca el río Quilama. Mi mundo eran las calles de mi pueblo, los zancos y la escuela, la leche en polvo y las latas con las brasas en invierno… Aquel pequeño mundo era para mí eterno e infinito.

Mi contacto efectivo con las letras se encerraba todo en la enciclopedia Álvarez, pozo sin fondo en el que cabía todo el saber del mundo. Yo no tuve tebeos, ni cuentos ni otros libros. No creo que los tuviera ningún niño de mi pueblo, cómo entonces los iba a tener yo si pertenecía a una familia de nueve hermanos que sobrevivía malamente cociendo carbón en el monte y haciendo cisco para poder venderlo en otros lugares. Así que “mi infancia no son recuerdos de un patio de Sevilla ni de ningún huerto claro…” sino penurias y escaseces. Y, sin embargo, cuando los contextos fueron más favorables, siempre sentí la tentación de volver al mundo laudánico y edénico de la niñez desde mis creaciones literarias. Una novela semiautobiográfica (El manantial sonoro) da buena cuenta de ello.

Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, creo poder decir que todo lo que rodeó el tiempo y el espacio de mi niñez me dejó la sensación de temblor y de curiosidad ante la vida, ese temblor especial y necesario para la creación poética.

Después, la vida sigue y el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa, y su empuje y sus caprichos me llevaron por otros derroteros, que seguían sin cruzarse con el mundo de la creación poética ni con cualquier mundo de la expresión escrita. No son para describirlos aquí. Un cambio de actitud ante la vida y una radical decisión me llevaron a las aulas y algún año más tarde a la universidad, en Salamanca. Salamanca, ciudad provinciana en clero, toros y campos, ciudad de aluvión como tantas otras. Pero también ciudad de cultura, de tradición literaria, de ilustración. En sus aulas y, a pesar de las restricciones que imponían las necesidades de los programas y los expedientes para poder seguir optando a las becas correspondientes, se abrieron todas las puertas y ventanas. No tanto para la creación como para la lectura, para habitar otras vidas, también las de los creadores poéticos, sobre todo los clásicos de los que tantos tiene en nómina la ciudad del Tormes. Desde entonces, la lectura ha sido fundamental en mi vida y fuente ininterrumpida de inspiración para mi escritura. Aún hoy, leo en torno de cien títulos cada año.

¿Y la escritura? ¿Y los primeros libros?

Ya se intuye y se ve, sin necesidad de mayores confesiones, que la mía, poéticamente, es una vocación tardía. Y no porque tirara mis composiciones, no; la razón está más a ras de tierra: era sencillamente porque no existían, al menos de manera continua y periódica. Pero ya digo que las aulas universitarias me abrieron unas puertas anchas y altas.

Y enseguida la enseñanza y las aulas, y los programas y la burocracia, y las cargas familiares, y… sobre todo, la lejanía de los cauces creativos, de los cenáculos y de la publicación y distribución de la poesía. Aunque con diversas salidas y cursos en otras instituciones (UNED, USAL y UPSAL), mi actividad laboral se ha desarrollado toda ella en la pequeña y estrecha (recordad que las palabras poseen un significado literal y otro simbólico) ciudad de Béjar. Es esta una población que posee una tradición de prensa muy diversa y amplia. Allí comencé a publicar en un semanario que es más que centenario, Béjar en Madrid y, desde allí en El Adelanto, de Salamanca. En ambos, me invitaron a dejar de colaborar.

Por los primeros años del siglo veintiuno, un familiar, amigo y agitador cultural, Luis Felipe Comendador, promovió la publicación de un semanario en Béjar, Béjar Información, al que me incorporé enseguida. Otro tanto ocurrió con la revista de poesía Cuadernos del sornabique, en la que concurrieron nombres de poetas hoy muy reconocidos.

En algún momento comprendí que, aunque había escrito ya varios libros de poesía y había publicado una novela, el mundo de la edición y de la distribución poco tenía que ver conmigo. Por eso, solo un poco después de dejar de colaborar en El Adelanto, abrí un blog personal en internet. En él podía verter todo tipo de reflexión y de creación sin ninguna cortapisa salvo las que yo quisiera imponerme. Y descubrí enseguida que, frente a la concepción de un libro de poesía que girara en torno de una idea con treinta o cuarenta poemas, existía este otro formato libre y misceláneo. Me propuse entonces arrancar a muchos días un rato y unas palabras que dieran vida al menos al esbozo de una idea, aquella que me sugiriera cada día.

En ello he empleado mis últimos casi quince años. El producto poético, paralelo a otro en prosa, es un diario que abarca mal de mil poemas, lo que vendrían a ser unos entre diez y quince libros. En ellos dialogo conmigo mismo, me cuento mis miserias, arreglo a veces el mundo y a veces lo estropeo; en él me siento satisfecho y también desasosegado, enfrento mi mirada con la de otros seres y trato de cumplir lo que esbocé al principio, dominar el sistema lingüístico, modelarlo poéticamente y tratar de causarme algún sentimiento de satisfacción y de admiración ante los resultados conseguidos.

Al fin, hago recuento y veo que he escrito una quincena de libros de creación, uno de ellos de extensión desacostumbrada. De ellos han visto la luz una decena y otra media espera turno de imprenta.

Mi poesía es de corte reflexivo, no soy un ave de esas, del nuevo gay trinar… converso con el hombre que siempre va conmigo y trato de mezclar con tino corazón y pensamiento, para que, como decía Unamuno, sienta el pensamiento y piense el sentimiento.

En esta disposición recibo el bautismo poético que hoy me ofrecéis y en ella quiero seguir.

lunes, 22 de noviembre de 2021

NAUFRAGO EN LA BELLEZA DE LO EFÍMERO

 


NAUFRAGO EN LA BELLEZA DE LO EFÍMERO

Naufrago en la belleza de lo efímero

que se va como sombras en la tarde

y no muestra los límites del tiempo.


El agua, que se ofrece, como lo hace

la mar cuando se calma para el náufrago,

su prístina quietud, su claridad tan mansa.

Una imprevista ráfaga de viento,

que pasa susurrando a los objetos

y se va sin saber ni a qué ni a dónde.

La sonrisa de un niño, de una niña,

que responde, instintiva, a una caricia.

Las olvidadas caras de una fotografía,

que vuelven del pasado y nos recuerdan

que el tiempo es nada y el pasado es viento…

 

Tantas pequeñas cosas, que suceden

sin que apenas sepamos que acontecen

y que, al pasar, nos dejan

un no sé qué que quedan balbuciendo.

 

Lo mismo que nosotros, que pasamos

como seres pequeños, prescindibles,

en el ficticio discurrir del tiempo.

viernes, 19 de noviembre de 2021

SBQ Solidario

  SBQ Solidario

Ya he decidido (algunos me lo habéis preguntado) cómo se va a realizar la distribución del tercer tomo de mi serie DESDE MI TERRAZA 2011. Lo hará la Imprenta Hontiveros, con sede en c) Las Armas, en Béjar, tfno.. 923402161. El precio será voluntario y lo que se recaude será para la ONG SBQ Solidario. Ánimo.

 

jueves, 18 de noviembre de 2021

PEDIR Y OFRECER PERDÓN

PEDIR Y OFRECER PERDÓN

Cualquier creador aspira a componer una nueva realidad, distinta a la existente, sea en las formas o sea en el contenido. Esa nueva realidad se revela en otra distinta a la existente y se rebela oponiéndose a ella para intentar mejorarla. Cuando esa rebelión choca contra un muro demasiado rocoso, el creador o pensador corre el riesgo de romperse las narices contra él o siente el deseo de huir y de ocultarse en una realidad más próxima, personal e interior.

Algo así, confieso, me ha sucedido a mí respecto al día a día municipal, del que me he ido distanciando hasta verlo en lejanía y siempre con una sensación de no tener fuerza para cambiar casi nada. No es poco, no obstante, que uno se conduzca en su vida de una manera recta y acate y cumpla las leyes comunes con aseo, esas que nos permiten seguir viviendo en comunidad, al menos en los niveles básicos e imprescindibles, que acaso no haya que pedir demasiadas exquisiteces.

A veces, suceden cosas que animan la opinión pública y dejan al descubierto los primeros impulsos de muchos ciudadanos. Esta semana se ha producido en esta ciudad estrecha una de esas. Parece que nuestra alcaldesa se ha extralimitado en sus funciones al no defender lo suficiente a los miembros de la policía precisamente cuando estos trataban de identificar a unos jóvenes que, a altas horas de la madrugada, provocaban escándalo público en un local. Grave el asunto; sobre todo cuando anda por medio una escala de valores en la educación de los jóvenes que, sin las patas de la libertad, pero, con la misma intensidad, sin el respeto absoluto a los demás, no puede ponerse en marcha. Grave.

Desconozco los datos exactos del episodio, pero, en todo caso, no pueden ser muy edificantes. La propia alcaldesa ha pedido públicamente perdón por su actuación.

No sé en qué puede quedar este asunto desde el punto de vista político, pero la hoguera ya está prendida y el fuego sube alto. Los próximos días dirán lo que tengan que decir.

A mí me interesa más el aspecto moral y sociológico porque creo que tiene más alcance. Nuestro refranero es generoso en expresiones que indican que una acción única, por defectuosa que sea, debe ser considerada con generosidad. Sirvan algunas de estas: Cualquier escribano echa un borrón; Una golondrina no hace verano; Aliquando dormitat Homerus… Y para los más allegados al Evangelio: El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Algo mucho más digno de tenerse en cuenta son las tendencias, es decir, la repetición de hechos, incluso cuando estos son poco importantes. Un hecho aislado ha de ser tratado con benevolencia; una tendencia no tiene la misma defensa y ha de ser corregida con más dureza.

El acto que nos ocupa resulta aislado y la persona que lo ha protagonizado ha pedido públicamente perdón. Tampoco veo que haya conseguido ningún bien personal ni que se haya lucrado personalmente de ningún bien ajeno. Trátese, pues, el asunto como hecho aislado y no como el fin del mundo. Cosa bien distinta es que respondiera a una repetición de hechos, a un carácter determinado que la llevara a comportarse así por inercia, pues, entonces, bien merecería que se actuara con dureza para evitar hechos similares.

Mi inclinación general tiende a interpretar así los hechos. Me parece la fórmula menos mala para que la comunidad asegure unos mínimos de convivencia saludables. Repito: hechos aislados y con petición de perdón deben ser asumidos y perdonados; tendencias, malas intenciones y malos caracteres, no.

No sé qué pasará en los próximos días. Me temo que los impulsos van a estar por encima de los razonamientos serenos. El pasado muestra que así suele suceder. La convivencia se resiente. Muchos ciudadanos aparentemente viven alejados de la cosa pública. Así no nos va bien.

Y este podría ser un momento oportuno para alentar foros en los que se aporten ideas acerca de las formas de educación y de la escala de valores a que debe aspirarse entre nuestros jóvenes. ¿No tendría eso más alcance que un calentón, venga de donde venga?