lunes, 30 de enero de 2023

PAZ

 

PAZ

 La ausencia de viento, me ha permitido salir de nuevo a pasear, a pesar de las bajas temperaturas. Al pasar por la puerta del parque municipal, unas voces infantiles me llamaron la atención. Cantaban en corro una canción que hacía alusión a la paz. Es el día internacional de la paz.

  El sol lucía tibio y eso empujaba nuestros pasos, pero también a mí me prestaba circunstancias para pensar en el concepto paz.

Qué difícil resulta siempre concretar en palabras algo que, por definición y clasificación, es abstracto. Paz, belleza, bien, justicia, alegría, tristeza… Y solemos ir al diccionario, como si en él fuéramos a encontrar el bálsamo de Fierabrás. Pues vamos a ello. Paz. Demasiadas acepciones. Copiaré solo dos: 1.- «Situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países». 2.- «Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos». Después se sucede un buen grupo de nuevas acepciones. ¿Por qué? Pues porque resulta imposible englobar todas las posibilidades y contextos en los que podemos aplicar el término paz.

Resulta muy pobre pensar que paz hace referencia siempre a lo contrario de guerra, que con esta palabra estamos pensando exclusivamente en los momentos en los que no están levantadas las espadas, las bombas no hacen explosión o las balas se guardan en la recámara. Muy pobre.

Acudo, por si me sirven, a los sinónimos. Y me encuentro con esto: tranquilidad, armonía, calma, sosiego, amistad, quietud, reposo, acuerdo, concordia, conciliación, unión… Y ya eso de la guerra se me queda corto.

¿Y la paz personal?, ¿y la paz social?, ¿y la paz de conciencia?, ¿y la paz familiar?, ¿y la paz…?

Estoy seguro de que casi todos nosotros, si oímos la palabra paz, nos imaginamos, por contrario, las guerras físicas, que, por desgracia, no dejan de producirse en el mundo; pero es muy posible que nos olvidemos de la otra paz, esa que nos afecta más directamente, que está con nosotros, que vive en nosotros, que conforma nuestros pensamientos y nuestras obras.

Y tal vez hasta la asociemos con posturas no del todo defendibles, sobre todo si la igualamos con una visión que no abarque nada más que a nosotros mismos; o incluso si la definimos como una postura en la que nos encontramos muy cómodos, aunque a los demás les vaya mal. Sería tal vez una paz engañosa y hasta egoísta.

Hay quien define la paz no como una meta, como una ataraxia o sofrosine, aquellas palabras clásicas que nos recordaban la falta de sentimientos negativos de todo tipo, sino como un camino, como una búsqueda constante en la que la tranquilidad la da solo la certeza de la búsqueda, que tal vez no tiene llegada definitiva.

El poeta Antonio Machado recurría a paz para indicarnos lo siguiente: «No extrañéis, dulces amigos, que esté mi frente arrugada: yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas». Parece que se refiere a esa búsqueda continua de la verdad en la que descansar. Y esa paz no es precisamente acomodamiento y egoísmo.

Y así hasta cansarnos en buscar aplicaciones a la palabra paz.

Me pregunto en qué pensarían los niños esta mañana cuando cantaban invocando paz. En qué pensarían ellos y en qué pienso también yo.

No creo que haya paz personal sin que haya paz social. Ni creo que la paz sea un estado permanente, sino una búsqueda continua y un planteamiento en el que hay un mucho de aceptación, un bastante de rebeldía y un resto de respeto. Difícil la mezcla. Sabroso el resultado.

jueves, 26 de enero de 2023

ILUSTRES

ILUSTRES

En las sociedades tradicionales, a las gentes se les van encargando oficios varios, puestos diversos, acomodos diferentes y en ellos desarrollan sus funciones. Normalmente, esos oficios van acompañados de su remuneración correspondiente; con ella, el nombrado organiza su vida, distribuye sus gastos, crea su ruta en el tiempo y se relaciona con los demás.

Existen otros nombramientos (nominaciones dirían los del firmamento mítico y astronómico de los Óscar) que solo llevan aparejado un reconocimiento social, al que unas veces se le saca rédito personal y otras no.

Tal puede ser el caso de ILUSTRE, calificación que alcanzan solo unos cuantos elegidos, y que casi nunca, que yo sepa, es rechazada.

El pretexto, claro, es el nombramiento de alumna ilustre de una universidad madrileña a la señora Isabel Ayuso, presidenta (ya no volveré a recordar que me rindo al uso correcto de presidente por no verme como un bicho raro y de especie en peligro de extinción) de la Comunidad de Madrid.

¿Quién sabe qué significa eso de ‘ilustre’? El término ya existía en latín y no hay que buscarle componentes ni pies al gato: illustris. ¿Se ha mantenido el significado? Si así fuera, habría que acudir a los casos concretos en los que tal palabra se utilizaba y ver a qué realidades se aplicaba. Dicho de otra manera: quiénes eran las personas ilustres. Y, a partir de ahí, observar la evolución de su significado a lo largo de la Historia.

Otro campo productivo para rastrear es el de los sinónimos: insigne, célebre, prestigioso, excelente, acreditado, egregio, eminente, eximio, renombrado…, qué sé yo.

Las costumbres, leyes, influencias y cuotas de poder han ido dejando un reguero de títulos, entre ellos el de ilustre, para según qué tipos de cargos. Los obispos, sin ir más lejos, tienen el título de ilustrísimo, si no me equivoco. Hasta yo mismo creo recordar que tenía colgado un título del que ya ni me acuerdo. En fin, que hay una gran diversidad a la hora de otorgar títulos, condecoraciones y distinciones.

Este mundo de las distinciones está condenado a ser comentado y criticado por unos y por otros. Fundamentalmente por no tener claro cuál es el significado de tal o cual palabra y aplicarla, en consecuencia, a aquello que más nos interesa. No hay más que repasar las concesiones que se realizan en diversos lugares y comunidades para ponerse a favor o en contra.

Estimular el reconocimiento, por parte de la comunidad, de alguno de sus miembros me parece algo en prinicpio positivo: son ejemplos que pueden servir de referentes para los demás. Hacerlo sin un criterio riguroso se convierte en algo desagradable para el que reconoce, para la comunidad y hasta para el que es reconocido.

En la estrecha ciudad en la que vivo se suele nombrar anualmente un ciudadano ilustre. ¿Quién se atreve a oponerse públicamente a ese nombramiento? No es agradable y altera la convivencia. Pero hay nombramientos que no hay por dónde cogerlos, o, como dice el romance, «por no haber de do le asga».

Ilustre, adoptivo, predilecto… Qué difícil me lo ponen.

En todo caso, y cribando todo lo que se vaya por el cedazo, algo queda que convendría mantener. Yo creo que ilustre atiende sobre todo a personas distinguidas por su hacer personal, por su trayectoria en beneficio de la comunidad y no solo por su beneficio o de una parte de ella, por sus dedicaciones, por sus descubrimientos…, por una trayectoria vital exitosa y ejemplar. Y aún añadiría algo más: que esa trayectoria tenga algo que ver con el campo del saber. Ya sé que sigo en cierta indefinición, pero por los agujeros de la criba se me escapa todo lo demás. De otra manera, andaremos descubriendo gentes ilustres debajo de cada piedra. Y así el brillo, el lustre y la luz se nos convierten en descrédito, desprestigio y oscuridad.

Y ahora, vuélvase al nombramiento de la presidenta de la Comunidad de Madrid, o a alguno de los últimos años en la ciudad de Béjar, y extráiganse las consecuencias pertinentes. Ufff.

lunes, 23 de enero de 2023

EL MUNDO EN NUESTROS OJOS

                            EL MUNDO EN NUESTROS OJOS 

                            No es manera correcta ver las cosas

cual realidad externa y verdadera.

El mundo lo creamos como somos,

con todo lo que son nuestras medidas;

es así como encuentra la manera

de venir a decirnos que, en el fondo,

el mundo es lo que ve nuestra mirada.

 

La tarde es hoy azul y en las montañas

luce brillante el sol, aunque hace frío,

tan solo porque yo lo necesito

y hoy soy un ser de frío que imagina

la luz y el sol que dan calor y fuerza

al cansancio que habita el pensamiento.

 

Me cargo en mi conciencia el duro oficio

de arquitecto y factor de toda cosa,

y debo hacer un curso acelerado

de pesos y medidas que produzcan

un ser honrado, justo y positivo.

Así el mundo será un espejo limpio

de imágenes de luz y de armonía.

 

jueves, 19 de enero de 2023

EJEMPLARES

 

EJEMPLARES

Veo en televisión, con estupor, asombro y pasmo, a la presidenta de Nueva Zelanda, Jacinta Ardern, anunciando que deja el gobierno y que se retira de la actividad política. Pronto habrá elecciones en aquel país y las encuestas predecían una posible victoria de esa señora. O sea, que lo ha dejado en todo lo alto, en pleno éxito. Lo que más me ha gustado es que ha confesado que se siente con pocas fuerzas para seguir y que ahora lo que más le apetece es celebrar su boda y poder llevar y traer a su hijo del colegio. Por si fuera poco, se trata de una señora joven, en plenas facultades físicas e intelectuales. Además, no parece que se esconda detrás de la decisión ninguna otra causa inconfesable.

Noticias como esta reconfortan y hacen a uno creer algo más en lo que debe significar la verdadera política, el servicio público durante un tiempo determinado y la vuelta a la actividad más próxima y personal, que formas de ayudar a los demás hay en número infinito.

La casualidad ha hecho coincidir esta noticia con la lectura de unas palabras de un discurso de Azaña, pronunciado en Santander el 30 de septiembre de 1932. Son estas: «Yo no concibo la política como una carrera personal y, ni siquiera, como una profesión en la cual se haya de ir ocupando posiciones por el simple transcurso del tiempo y que se ejerza unas veces en el poder y unas veces en la oposición, pasando por los turnos de adversidad o prosperidad que los vaivenes de la política traen consigo. Yo no la concibo así. La concibo como una ascensión cada vez más fuerte y difícil hacia el mando, hacia la dirección del país, hacia la imposición por la convicción ante la opinión pública de las ideas que a nosotros nos mueven y nos parecen mejores, siempre que la opinión las acepte, las apruebe y las sostenga. Y en esta ascensión lo que hay que hacer es agotarse, rendir la máxima utilidad, y cuando el partido o uno mismo está agotado o esterilizado, lo mejor es marcharse a acabar la vida donde uno no estorbe, dejando que otros ocupen el puesto».

Y en cuanto se alejó del poder escribió lo siguiente: «Desde chico he sido siempre muy apegado al rincón casero. Volver a él significa para mí entrar en un clima apacible. Despertar de una pesadilla. Reposo profundo después de una caminata. Silencio, después de tanto estruendo. Sobre todo, silencio (…). En fin, recobré el trato con mis libros y papeles. Me di un hartazgo de lectura colosal. Sed atrasada. Régimen correctivo de una deformación peligrosa. Porque nada estrecha tanto la mente, apaga la imaginación y esteriliza el espíritu como la política activa y el gobierno (…). Para trabajar en política y en el gobierno he tenido que dejar amortizadas, sin empleo, las tres cuartas partes de mis potencias, por falta de objeto, y desarrollar en cambio fenomenalmente la otra parte».

Sospecho que estas mismas palabras las firmaría la presidenta de Nueva Zelanda. Y no por desestimar el valor y la importancia de la actividad social y política, sino precisamente por darles el valor y nobleza que les corresponden y desenmascarar un poco a tantos aspirantes de medio pelo que siempre tienen proyectos sin terminar y suplican otro periodo para llevarlos a su término. O eso dicen ellos. Se les suelen apagar los impulsos si se les requiere para un puesto más bajo y menos reconocido socialmente. Qué casualidad.

lunes, 16 de enero de 2023

PARA CANTAR

                              PARA CANTAR

    

Valerano en Valero;

en Béjar, bejarano,

y siempre ciudadano

del mundo entero.

 

 

La vida es tan pasajera,

que cuanto menos la piensas

resulta más verdadera.

 

 

No debes abrir la boca

cuando más quieres hablar:

me gusta verte, al mirarte,

con la boquita cerrá.

 

 

La Plaza Mayor de Béjar

toda la Historia contiene:

la iglesia, el ayuntamiento

y el poder de la nobleza.

 

 

Rimar una copla quiero

tejida en ecos y sones

que suenen como requiebros

celebrando tus amores.

miércoles, 11 de enero de 2023

SISTEMA DE REBAJAS

 

 SISTEMA DE REBAJAS

Mediados de enero. Mes frío. Rebajas. «Traten unos del gobierno / del mundo y sus monarquías, / mientras gobiernan mis días / mantequillas y pan tierno, / y las mañanas de invierno / naranjadas y aguardiente, / y ríase la gente…». Se reía Góngora y me río con él. Lo hago por no llorar, pero la risa es una risa triste.

Aunque el invierno parece que anda agazapado y no tiene intención de enseñar sus dientes (aún   le queda tiempo para hacer de las suyas), se está muy bien al arrimo del radiador y cerquita de las teclas. Tampoco se está mal al solecito del mediodía, por esos campos de Dios, sin casi nadie que te moleste. Mientras tanto, los medios vuelven, después del atracón de las Navidades, al sonsonete de los acontecimientos políticos y a la publicidad como reclamo permanente de la necesidad de seguir consumiendo. Son las famosas rebajas de enero, ese período en el que todos los productos se han puesto dadivosos y caritativos y se ofrecen a un precio más bajo que el día anterior; como si ello no implicara que, o bien antes andaban muy por encima de su precio razonable (no confundir valor y precio), o ahora están en su valor real. O esto no lo entiende ni el que asó la manteca.

Entre los empujones de la publicidad, que no para en su ruido continuo, y las indicaciones de los economistas y dirigentes sociales y políticos, que proclaman a los cuatro vientos las bondades del consumo para que la economía se mueva (dicen), todo se convierte en una rueda de molino que no para de rodar y rodar hasta convertirnos a todos en consumidores antes que en ciudadanos pensantes y responsables. Poco importan las necesidades reales ante la avalancha de la moda y de las reposiciones de productos para la nueva temporada, en incluso para el próximo trimestre. Así que «cambie usted de coche, acuda a las rebajas, consuma, consuma y consuma».

Solo muy de cuando en cuando aparece alguien en los medios de comunicación al que le permiten sugerir (en voz baja, no se vayan a enfadar gentes de toda guisa) que acaso el consumo por el consumo no es lo más razonable y que precisamente habría que consumir menos para entrar en una dinámica de economía razonable y sostenible, esa que a medio y largo plazo nos traerá más beneficios para todos. Pero, entonces, cerrarán las fábricas y los medios de producción, los obreros irán al paro, la economía se vendrá abajo y la gente lo pasará mal, replicarán enseguida. Y, además, te pueden tildar de mal ciudadano y soltarte otro rosario de improperios.

Pues digo yo que, si es bueno que el dinero y las materias se muevan, ¿por qué no se hace con más celeridad? Cómprese un coche cada cinco años ¿y por qué no cada dos?, renuévese todo el vestuario cada temporada, consúmanse calorías a destajo… Hala, que se mueva la economía.

Parece que no hay que ser muy avispado para entender que, si no se embrida fuertemente a este sistema consumista, caminamos al sinsentido y al abismo. Hay que domar a este potro que se nos ha vuelto tan salvaje. Cuidado, porque el potro es el sistema; pero también lo somos cada uno de nosotros.

Góngora seguía en su sarcasmo:

«Coma en dorada vajilla / el príncipe mil cuidados, / como píldoras dorados, / que yo en mi pobre mesilla / quiero más una morcilla / que en el asador reviente, / y ríase la gente».

No entraremos en interpretaciones.

 

viernes, 6 de enero de 2023

SONETO ETIMOLÓGICO

 

                             SONETO ETIMOLÓGICO

 

Si deca dice diez y diem día,

¿por qué aplicar tal término a diez años,

con total y absoluto desparpajo

y usando tan ridícula osadía?

 

Si fuera un caso aislado, me reiría,

pues no sería tamaño el mal ni el daño;

pero es su uso común en todo caso

y no hay quien tal abuso contradiga.

 

Década dicen todos por diez años,

los males permanecen varias décadas.

Yo digo: si son solo veinte días

 

o incluso si es un mes, puede que acaso

los males vean la luz y se arrepientan

y vuelvan a ser bienes de por vida.

 

Diez años es decenio: decem annos.

Decir década resulta un burdo engaño.