Me encuentro como desinflándome, como perdiendo densidad, como ganando poso y asiento. Y no me sucede nada especial. Simplemente es que esta misma tarde he terminado mi curso de inglés en la Escuela de Idiomas. Como acabo de dejar atrás también las clases de la UNED, ahora solo miro hacia las próximas semanas y meses con la obligación mañanera del Buen Pastor. No es poco lo que me queda, pero dejo un lastre muy importante.
Veré la conveniencia de seguir el próximo curso o de dejarlo ya. En realidad, mi paso como alumno por la Escuela de Idiomas me hace reconocer varias cosas. Creo que he prestado muchos ratos y no poco esfuerzo; me parece que puedo empezar a defenderme en la lengua del imperio; no tengo claro para qué necesito más conocimientos; es bueno pensar qué edades son las adecuadas para según qué cosas, y un montón de ideas más.
De momento me daré unas merecidas vacaciones escolares y procuraré concentrar el esfuerzo y el tiempo en otras ocupaciones. Me esperan desde hace tiempo y también tienen derecho a salir a la luz; tengo que darles su oportunidad.
En realidad echo la vista atrás y me veo muy atareado, con no demasiado tiempo libre y atendiendo tal vez a demasiados frentes. ¡Y eso que oficialmente estaba jubilado!
Lo contrario tiene también sus inconvenientes, y muy serios. En cuanto se acaba un deseo o se alcanza una meta, si no se sustituye por otra, llega el vacío y el aburrimiento. Y con ellos, el dolor y el sinsentido. Aún me resisto a darme por vencido. Qué iluso, como si no estuviéramos todos puestos a plazo fijo.
En fin, estoy contento por mi esfuerzo y algo menos por la adecuación entre esfuerzos y resultados. Y no me refiero a notas pues espero noticias positivas sino a los tiempos gastados para los niveles alcanzados.
A ver si cojo otros ritmos de verano. Voy a ello.
1 comentario:
Pues sí...no estaría mal seguir el ritmo que ya llevas con intención de lanzar un fantástico Poemario.
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