LIBROS DIVERSOS
Si cada creador tiene su definición
propia acerca de lo que pueda ser la poesía (será este el concepto desde el que
él practica su creación y entiende la de los demás) y, en realidad, nadie da
con la tecla definitiva para fijar este concepto (tal vez ni falta que hace que
tal cosa suceda), habrá que conceder que casi cualquier creación es poesía.
Pues, sin embargo, nadie osaría
asentir ante esta afirmación. ¿Entonces? Ya estamos de nuevo en la
incertidumbre y en la duda. Algo sí hay un poco más seguro: existe un tufillo,
que debe proceder de la formación, de las lecturas y de una especie de canon
impreciso, pero compartido, que asegura que tal o cual creación supera unos
mínimos, poco concretos, por desgracia, y se sitúa en el mundo de aquello que
llamamos poesía y no otra cosa. A partir de ahí. Uf, a partir de ahí; a partir
de ahí se abre un amplísimo abanico que ventea todo y lo deja al gusto de cada
lector y de su escala de valores y de sensibilidades. Ya se observa que la
niebla y la indefinición siguen presentes.
Por eso existen libros de todo tipo
y condición. Unos vomitan los sentimientos que arroja el volcán de una idea o
de una situación. Suelen ser libros “unitarios”, menos extensos y de parto más
rápido. Y más frecuentes. Otros intentan robarle un pellizco a cada día y, por
ello, suelen ser más variados, amplios y de digestión lenta. Entre ambas
tendencias, caben muchas otras posibilidades mixtas.
¿Quién puede sostener cuál es mejor
o peor? No seré yo, desde luego; que cada día tiene su afán y cada creador sus
necesidades.
Hoy, por ejemplo, he vuelto a la
lectura de un libro de poesía que cumple perfectamente las características del
libro temático, unitario, breve, rápido, intenso, emocional… Se trata del libro
de Andrés Aberasturi titulado “Un blanco deslumbramiento (Palabras para Cris)”.
Emoción a raudales. Cada vez que lo releo me desmorono más y me vengo
inmediatamente abajo. Un río en borbotones a partir de la experiencia de un
hijo con parálisis cerebral. La emoción diez pisos más arriba que la disciplina
poética. Un rato de abstracción y de olvido de reglas racionales. Un grito
desgarrador ante la evidencia lo injusto de la vida con algunos seres. Una
bomba de racimo que explota entre las manos del lector y le abre las carnes.
Y lo digo yo que he elegido, desde
hace ya bastantes años, la búsqueda y el pellizco que pueda arrancarle a cada
día; y de ahí ese diario poético, ya tan extenso y variado, que no deja de
manar. Ojalá que entre sus páginas también vivan emociones.
En fin, libros diversos, diversos
libros. Cada día tiene su afán y cada libro guarda siempre algo bueno entre sus
páginas, esperando la mano de nieve que
sepa arrancarlo.
1 comentario:
¡Qué no muera nunca el impulso creador!... Lo demás, a gusto del consumidor.
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