LA REALIDAD Y EL DESEO
«La democracia española se ha “sentimentalizado”
abruptamente desde el 15-M». Son palabras de José María Lasalle en su ensayo Contra el populismo. ¿Cuánto hay de
verdad en esta afirmación? Yo necesitaría otro ensayo para dar o quitar mis
razones. Y aquí me impongo solo mis treinta o cuarenta líneas. En todo caso,
creo que hay mucho de verdad en ellas.
Creo que describir una larga serie de ejemplos no
resultaría difícil, pero acudiré a uno solo.
A raíz de la aprobación de la ley llamada popularmente
de «Solo sí es sí», que regula las penas para los delitos de agresión sexual,
se están revisando a la baja muchas sentencias; de tal manera que, aquellas
normas que se habían ideado para un mayor castigo ahora resulta que sirven para
lo contrario. El Ministerio de Igualdad ha montado en cólera y achaca lo que
ocurre a un supuesto machismo de los jueces, en lugar de volver la vista a la
norma que ese ministerio, en colaboración con otros, ideó y que el legislativo
aprobó.
Hasta aquí los hechos. Y ahora y desde ellos, mi
opinión.
Ya he afirmado muchas veces que la vida no cabe en las
leyes por lo variada y cambiante que es. Por eso hay que estar legislando
continuamente y siempre por detrás de la vida.
El Parlamento debe cuidar al máximo la redacción de
las leyes para que estas, en su aplicación, se ajusten en lo posible a la
realidad. Los expertos en derecho y los que conocen algo más las indigencias
del lenguaje deberían tener algo que decir cuando se redacta, cuando se propone
y cuando se aprueba cualquier ley.
A pesar de todo, siempre existe un margen entre
máximos y mínimos que se debe sustanciar en los procesos y en los juicios
(testimonios, investigaciones, declaraciones…).
Es casi inevitable que, cuando se deroga una ley y es
sustituida por otra, haya pequeñas alteraciones en la adaptación.
Una cosa es lo que deseemos y otra, no siempre
coincidente, lo que resulta de un litigio.
Reconocer un error no resta ni un ápice a la solvencia
de quien lo ha cometido: «el que esté libre de culpas…». Lo que hay que hacer
es solucionarlo con la mejor voluntad y a otra cosa.
El texto de una ley debe estar al servicio del
espíritu que la ha impulsado y no al revés. Por ello, si hay que vencer la
balanza hacia algún sitio, debe ser hacia el del espíritu de la ley. Pero
siempre guardando la seguridad jurídica como base de su aplicación. Sin
entusiasmo y utopía no se vive dignamente, pero solo con ellos tampoco.
Resolver las dificultades que se han presentado como
sentencias de jueces de derechas y hasta franquistas puede dar fuego a una
impresión y a un enfado, pero no arregla lo que necesita ser corregido; más
bien provoca reacciones contrarias y hasta corporativas, que tal vez respondan
también más a corporativismo que a razones. Las respuestas o acusaciones, por
ambas partes, deben ser jurídicas y no emocionales si no queremos que se
produzca un efecto boomerang no
deseado.
Así que menos palabras grandilocuentes y más
serenidad, rigor y análisis. Casi siempre, andando despacio, pero seguro, se
llega más lejos. Aplíquese el adagio latino Festina
lente y otro gallo nos cantará.
Por lo demás, hay hienas que están siempre al acecho y
buitres que se lanzan contra el cadáver en picado en cuanto huelen a muerto.
2 comentarios:
Yo yo que venía a leer una entrada sobre Cernuda...
Por lo poco que sé de leyes, esto se corregirá fácilmente en los próximos días, para que no dependa de la interpretación de cada juez. Ha ocurrido cientos de veces antes y ocurrirá cientos de veces después. Apoyo a las víctimas y sosiego para la sociedad.
a) Este es solo un ejemplo de confusión entre la fuerza del entusiasmo y la más cruda realidad. Hay muchos más.
b) De "La realidad y el deseo" de Cernuda podemos hablar otro día. Hoy la cosa era más "prosaica".
Publicar un comentario