Asistí anoche, como coordinador, a un coloquio, charla
o algo parecido, en el espacio cultural Bizarte. Sus gestores me han pedido que
ordene y dirija otras reuniones que tendrán como misión revisar la creación
literaria que guarda relación con la ciudad de Béjar.
Esta era la primera de cinco entregas y la dedicamos a
la revisión del MECENAZGO literario en el ducado de Béjar, ese período que
abarca los siglos XVI, XVII y XVIII. En esa época el nombre de Béjar aparece
nada menos que al amparo de las plumas
de Francés de Zúñiga, de Cervantes, de Lope, de Góngora, de Cristóbal de Mesa y
de otros autores. Nada menos.
Mi intención, en forma genérica, era la de
desmitificar, sin restarle importancia, a
ese mecenazgo; la descripción de lo que en realidad significa la
aparición del nombre de Béjar en estas obras; y la consideración de lo que hoy
puede representar la existencia o no del mecenazgo literario.
Escasa asistencia, pero muy participativa. Ninguno de
los que andan en bibliotecas, entre legajos u otros documentos, descubriendo la
existencia de detalles que en poco o en nada modifican la realidad histórica y,
en todo caso, que en casi nada trascienden hasta nosotros como seres receptores
de los ejemplos anteriores. Cada cual sabrá cuáles son sus manifestaciones, sus
preocupaciones reales y su escala de valores.
Esta ciudad en la que habito creo que tiene un concepto
de su pasado muy alejado de la realidad. También en el terreno literario. Y me
parece que algunos tenemos la obligación de poner ciertos límites a la nube y
al sueño, para limpiar las telarañas de una pobre mitología que no conduce nada
más que a construir castillos en el aire, que, después, terminan cayéndose
solos ante cualquier vientecillo de verdad.
Es lo que sucede con todos los autores citados antes.
Es muy probable, por no decir que es algo seguro, que Cervantes no escribió la
dedicatoria de la primera parte de su obra (es más probable que lo hiciera el
editor, como copia de otras tantas y por simple cortesía al pagador) y que el
nombre de Béjar apenas represente la casualidad de que el prócer tuviera entre
sus títulos el de duque de esta ciudad. Seguramente nunca pisó estas tierras y
en nada conoció nada de su realidad. A decir verdad, la ciudad de Béjar no es
la primera que aparece en la novela inmortal pues pertenece a sus preliminares
obligados. Con estos paupérrimos datos, decir que Béjar es ciudad cervantina se
parece mucho a formar el primer capítulo de la bejarauidad.
Algo similar ocurre con los otros autores. En la
Crónica de Francés de Zúñiga, lo más próximo que aparece es el nombre del
pueblo de la Calzada, y solo de casualidad. Góngora y Lope confunden las
cuencas y entregan todas las aguas de nuestras sierras al Tormes, prueba de que
en poco o en nada conocían de manera directa estos parajes, y solo Cristóbal de
Mesa tiene conocimiento directo de los lugares.
Sin conocimiento directo, no sabe uno cómo y de qué
manera vamos a poner voz o a darle algún protagonismo a Béjar y a sus tierras.
Desde el sentido común sencillamente parece imposible.
Por lo demás, el tono exageradamente laudatorio de las
pequeñas piezas de dedicatoria -obligado por otra parte, pues no es bueno morder
la mano que te da de comer- pone en cuarentena la opinión de un lector neutro y
avezado.
En fin, que es hermoso que el nombre de la ciudad
aparezca cerca de obras tan importantes y de autores tan universales. Pero que
es también de obligado cumplimiento que no exageremos los datos, porque son los
que son y no son más. Lo demás es engañarse y engañar a los demás, es hacerse
bejarauis en lugar de vivir como buenos bejaranos.
No ocurrirá lo mismo con los creadores literarios y
Béjar en los siglos XIX y XX, pero eso es ya asunto para otro día.
Tal vez, en lugar de dedicarnos tanto a explotar las
dedicatorias, deberíamos invertir un poco más de esfuerzo en la lectura y en el
aprovechamiento de las obras. Como dijo muy acertadamente alguien en la
reunión, Cervantes no dedicó el libro a Béjar -si acaso a su duque, porque le
pagaba la edición-, pero Béjar sí puede dedicarse al Quijote. A su lectura, a
su comentario, a sus enseñanzas y a todo el universo que en él se halla contenido.
1 comentario:
Si quires que vayan a tus coloquios deberías ir tú a los que organizan los demás, no?. Qué criticamos mucho pero no predicamos con el ejemplo!.
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