DE REPENTE SUCEDE LA TERNURA
(A partir de una lectura
de Nietzsche)
De repente sucede la ternura
entre las azucenas del jardín.
Los rosales contemplan y en sus
rosas
lloran la bendición de su
fragancia.
Es la hora del tacto y la
caricia,
de regalarle al otro y regalarse
todas las represiones del pudor.
El campo está dormido y es su
calma
tan solo un espejismo fraudulento
del poder absoluto de la
voluntad.
Dos seres son constancia de la
vida,
del eterno fluir desde el
misterio,
de esa fuerza febril e inagotable
que empuja como el río cauce
abajo,
sin saber si está el mar del otro
lado
del último horizonte, o el abismo
es el último fin, pues nada importan
ni el abismo ni el mar a sus
impulsos.
Dos palomas se aplican al
arrullo,
al cortejo sin norma, a la
liturgia
de esa forma de vida que también explica
el ansia de poder, tutor y guía
que empuja la infinita voluntad.
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