jueves, 13 de marzo de 2025

HOY HABLARÉ DE MÍ

 

HOY HABLARÉ DE MÍ

Me paso media vida criticando lo que me parece un mundo que solo existe para la representación, para la exposición y para la alabanza de uno mismo, y que olvida el valor de la reflexión, del razonamiento y de la idea frente a la fotografía y el deslumbramiento de la imagen.

Hoy, sin embargo, quiero pecar y dedicarme unos minutos a mí mismo. Coño, que ya está bien ver un día sí y otro también a tantos exhibiendo sus cosas y dándose jabón por todas partes. Sin que me acostumbre y sin que sirva de precedente.

He recibido el último libro de la serie Días reunidos. Desde mi terraza. Es el correspondiente a 2024 y hace el número dieciséis. DIECISÉIS. A una media de doscientas páginas, hacen un total de varios miles de páginas. Aquí miles no quiere ser el sustituto de un número indefinido, sino un determinante numeral que implica poner en fila india una página detrás de otra hasta alcanzar varios miles en esa larga lista. Muchas páginas. Espero que al menos algunas se salven de la quema y sirvan como guía para algún pensamiento.


 


Ahí luce la colección, junto con otros trabajos. Un rincón. Un tesoro personal.

Desde 2009 a 2024 he ido desgranando por esas páginas escritas pensamientos y poemas que dan muestra de aquellos ratos que he procurado robar a cada día para dedicármelos a mí mismo y a mi mente, para extraer de ellos algún pensamiento. Repetiré una vez más que muchas veces he partido de una aparente anécdota, pero que siempre he aspirado a que sirva como ejemplo para elevarse a categoría y a pensamiento.

Todo ello debería haber dado un cuerpo de creación y de pensamiento extenso y espero que no del todo despreciable.

Nunca tuve la idea de hacer de estos libros nada comercial. De hecho, los reparto a mis allegados y lo haré con la colección completa a alguna institución, por si quiere guardarlos y tenerlos a disposición de quien quiera acercarse a ellos para la lectura y la opinión.

Desde el principio tuve claro que el formato debía ser el de un espacio corto en el que se apuntara el esbozo de una idea o el desarrollo de un poema. A medida que ha pasado el tiempo, esta tendencia se ha ido acentuando. Por ello, en la última etapa predominan los aforismos, que yo llamo de distintas formas. He leído miles de libros a lo largo de mi vida y tengo que reconocer que en un alto tanto por ciento solo veo la repetición de un mismo esquema de historia en la que se diluye una idea, que, al final, parece que no existe y que deja su sitio solo a los elementos de segundo o tercer orden, que son los que llenan los cientos de páginas de distracción. Una buena idea, o su indicio, puede resumir bien el desarrollo de un texto de varios cientos de páginas. No quiero quitar valor al género novelístico, tan de moda desde hace más de dos siglos; pero muchos textos me dejan vacío y con ganas de eliminar muchas de sus páginas.

Esta decisión del formato breve me ha alejado del mundo comercial y de la estructura de la venta y el pasatiempo, pero me ha permitido opinar acerca de lo divino y de lo humano, de todo aquello que me han ido sugiriendo los días, mis días, con todas aquellas cosas que los han ido componiendo y que los han ido conformando. Por eso, al final, estas páginas no son otra cosa que mi forma de ver el mundo desde la fórmula de ideas aisladas, aparentemente dispersas y, con frecuencia, recurrentes ¿Quién no se repite en sus días y en sus costumbres?

Por lo que se refiere a los aspectos editoriales, nada habría sido posible sin el ánimo y la ayuda del editor y amigo Jesús Majada y de su pequeña editorial malagueña Caligrama. Él conoce muy bien todos los entresijos de las maquetaciones y de las impresiones. Y ha prestado toda su mejor voluntad. Sin él, y sin los que me han ayudado en algunas correcciones -así lo ha hecho en ocasiones otro buen amigo: Antonio Merino-, esto no habría tomado cuerpo editorial.

No tengo ni idea de cuál puede ser el futuro de todo este material bibliográfico; solo aspiro a que sirva como ejemplo de creación y de reflexión para mis más allegados, y, si es posible, para aquellos que quieran acercarse a sus páginas. Al fin y al cabo, mis días son un poco los días de todos los demás, y mi paso por la vida solo se puede explicar desde su paso por ella. Como decía Ángel González, “Yo sé que existo / porque tú me imaginas. / Soy alto porque tú me crees / alto, y limpio porque tú me miras / con buenos ojos, / con mirada limpia. / Tu pensamiento me hace / inteligente, y en tu sencilla / ternura, yo soy también sencillo / y bondadoso. Pero si tú me olvidas / quedaré muerto sin que nadie / lo sepa. Verán viva / mi carne, pero será otro hombre / -oscuro, torpe, malo- el que me habita...

Pues eso, lo dicho. Y ya está bien de hablar de mí mismo. Aunque, tal vez, esto sea lo que he hecho durante todos estos años, qué sé yo.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Haces bien y no mires a quien . Es un documento escrito valioso y personal, para orgullo de ti mismo, y de los que, a trocitos, hemos disfrutado de tu forma personal de escribir, y de afrontar la vida plasmada en tu pensamiento, si no lo compartes, se pierde.