TARDE
JUNTO AL RÍO (LA ALISEDA)
Me siento
a refrescarme junto al río
y observo
cómo el agua se sorprende
de verme
pensativo. Los calores
me rinden
a la sombra de los árboles.
Nos damos
la palabra mutuamente
y creamos
la vida dialogando.
Mis penas
son las suyas y sus aguas
me
regalan la voz de sus querellas.
Los
alisos se inclinan hacia el cauce
como
dando certeza de notarios.
Hoy el
río me escucha y ha calmado
su
incesante salmodia. Le he contado
todo lo
que me llora la conciencia,
y he
suplicado, humilde y confiado,
que
guarde mi secreto en el silencio.
Tan solo
aguas abajo podrá el río
tristemente
contarlo
mezclando
entre sus aguas
su canto
con mi canto.
Los ríos
son fiables confidentes
que
llevan en su cauce nuestras penas
hasta el
mar, donde todo se diluye
en brazos
del silencio y del olvido.
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