martes, 15 de julio de 2025

ÉTICAS

 

ÉTICAS        

Termino la lectura de uno de esos libros que me dejan huella y ventanas abiertas para la consideración y para la opinión. Se trata de El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas. En sus casi 500 páginas y a través de numerosas consideraciones y diálogos, consigue entrañarse en los elementos esenciales del catolicismo y de su estructura vaticana.

Las religiones en general incorporan en su esencia la presencia o la ausencia de premios y de castigos según el comportamiento de sus fieles. La católica promete nada menos que una vida eterna y feliz como continuación de esta tan llena de dificultades y de dudas: «Gimiendo y llorando en este valle de lágrimas». «Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios». El proceso histórico no se explica sin la presencia de esta idea y de su aplicación; hasta el punto de que no es extraño que parezca una suma de preceptos que terminan casi dando miedo. La jerarquía y el poder civil bien se han aprovechado de esta situación para mantener bajo control a los fieles menos avezados, más dóciles y sumisos.

Pero la demostración racional de la existencia de esa vida posterior es sencillamente imposible. Solo es posible su admisión desde el mundo de la fe. Embarcarse en una vida virtuosa con la espada de la recompensa o del castigo de la vida eterna parece sencillamente un chantaje continuo.

Hay una ética no religiosa, sino laica, que empuja a un buen comportamiento sin el horizonte del castigo o el premio de otra vida: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos ven a Dios». Se actúa porque está bien y es bueno, no por un premio o un castigo. El dios de esta ética es el bien en sí mismo, en la verdad de las cosas. Quizás el filósofo Kant es quien mejor lo explica.

¿Cuál de las dos éticas es superior, la laica o la religiosa? ¿Es posible la conjunción de ambas? La primera parece no necesitar de la segunda.

Pero ¿y los “locos” religiosos católicos que se embarcan en vidas de entrega a los demás, a los más necesitados, sin exigencias de ningún tipo, solo como imitación de aquel que sienten como ejemplo en esa entrega?

Conjugar el presente “ven” con el futuro “verán” no es malo, pero que no falte el presente “ven”.

Reproduzco aquí esta composición poética que sublima estas dos éticas. Tiene origen religioso, pero bien se puede entender en la ética laica también.

No me mueve mi Dios para quererte

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.

 

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido,

muéveme ver tu cuerpo tan herido,

muévenme tus afrentas y tu muerte.

 

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,

que, aunque no hubiera cielo, yo te amara

y, aunque no hubiera infierno, te temiera.

 

No me tienes que dar porque te quiera,

pues, aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.

Qué locura, qué revolución, qué maravilloso escándalo, qué transformación y qué ideales tan absolutos. Insisto: está pensado el soneto para la vida religiosa, pero se puede trasladar a la ética laica.

martes, 8 de julio de 2025

CRECIMIENTO / BIENESTAR

 

CRECIMIENTO / BIENESTAR

Cada uno contrasta sus pensamientos con todo aquello que hacen visible los pensamientos de los demás. Es la parte inevitable de comparación que existe en toda acción humana. Somos seres sociales y nada menos que ocho mil millones de ejemplares en este pequeño planeta. Y el contraste se establece, sobre todo, con aquellos hechos y opiniones que se hacen más frecuentes. Son los del día a día, aquellos que son más generales y que llegan al común de la comunidad, sobre todo a través de los medios de comunicación. En ese diálogo silencioso que uno establece con esas imágenes y con esas opiniones se deslizan enfados o asentimientos, como si de una discusión constante se tratara.

Para mi desgracia, me declaro muy alejado del común de esas imágenes y de esas opiniones; por ello, vivo en un casi constante enfado y me muestro protestón con mucho de lo que veo y leo.

Pero, de vez en cuando, descubre uno, en la lectura sobre todo, que alguien desarrolla un razonamiento que está próximo al que uno tiene. En esos casos, se siente reconfortado, descubre que no está solo y se toma un ratito de consuelo y de ánimo.

Leo en El futuro de Europa, obra de Antonio Turiel, estas palabras: «Dos de los pilares conceptuales más importantes del neoliberalismo económico son su fe absoluta en el libre mercado y su defensa a ultranza en el crecimiento» (pg. 112). Enseguida se afana en demostrar que ambos pilares son falsos y que ni existe el libre mercado ni el crecimiento continuo nos puede llevar a otra consecuencia distinta que no sea el caos.

Y, bien mirado, uno piensa que, en realidad, la experiencia se encarga de demostrarnos que esto es así de manera evidente y que el sistema tiene que terminar por agotarse en sí mismo y morirá de éxito, tal vez no tardando mucho.

Desarrollar este pensamiento no es objetivo de estas líneas. El autor lo hace muy bien en su libro, pero por hacer la idea visible. Estamos ya en días de pleno verano en esta piel de toro. Los calores aprietan. Las playas se hallan abarrotadas. Los hoteles, otro tanto. El empleo en el sector terciario ha crecido un montón. Aparentemente, todos tan contentos.

O no todos. Que pidan opinión a los vecinos de algunas ciudades y de ciertos barrios, completamente abarrotados de gente que parece (solo parece) contribuir con su actividad al crecimiento económico continuo. ¿Cómo no defender que el crecimiento tiene que ser regulado y orientado si no queremos que sea peor el remedio que la enfermedad?

Es solo un ejemplo, pero la lista podía crecer hasta casi el infinito.

De nuevo habla el autor: «El problema es que, dentro del marco teórico-conceptual del neoliberalismo, no crecer es tener problemas económicos y sociales graves: los créditos no se devuelven, las empresas quiebran, la gente pierde su empleo... Eso ha llevado a una identificación abusiva de crecimiento con bienestar que hoy en día es aceptada de manera acrítica y generalizada por la sociedad. Sin embargo, dado que los límites biofísicos que nos marca el planeta existen, el crecimiento perpetuo es imposible, y de hecho ya estamos en un momento histórico en el que el crecimiento no puede ya continuar por los diversos trastornos que está causando. Más aún: insistir en seguir creciendo ya no consigue mayor bienestar a la población, sino mayor empobrecimiento y degradación tanto social como como ambiental. El paradigma de esta degradación por crecimiento en la España de 2024 es la gentrificación y turistificación de las grandes ciudades, que las está convirtiendo en gigantescos resorts para turistas mientras expulsa a la población autóctona hacia la periferia, lo encarece todo y degrada sus condiciones de vida”.

Y así en todos lo que nos rodea.

Pero, venga, todos a la playa, a poner nuestro cuerpo en el medio metro cuadrado que nos puede quedar libre. Y llenemos las carreteras, y dejemos esas playas y ciudades costeras vacías medio año, y llevemos a sus trabajadores al subsidio de desempleo, y gastemos lo habido y por haber, y quejémonos al mismo tiempo de la destrucción del planeta, y bla, bla, bla.

martes, 1 de julio de 2025

AMANECE

 

 AMANECE

 

Amanece muy pronto en estos días

de finales de junio: es el verano.

La luz tiene más prisa por mostrarnos

todo lo que la noche nos oculta.

Llega la luz con prisas y con ella

se encienden los espacios, las medidas

se ufanan en sus límites, cual seres

que forman una a una lo creado.

Son árboles, son montes y son agua

y es fuego y claridad y luz rendida.

La melodía del mundo se acelera

para cantar más tiempo y su armonía

convoca a redimir todos los seres

en hermosa canción de plenitud.

 

Quiero sumarme al gozo y en su seno

cantar, agradecido, su canción.

lunes, 23 de junio de 2025

LA ESTRATEGIA DEL MIEDO

 

LA ESTRATEGIA DEL MIEDO

Desde que se producen las consultas electorales, lo que el votante observa no es tanto el conjunto de medidas propuestas para la acción de un posible gobierno por parte de cada partido, sino los enfrentamientos y los exabruptos verbales que los medios de comunicación expurgan de los mítines y trasladan a la población. De este modo, lo que viene a flotar en el ambiente no es el entusiasmo ante una escala de valores y de actuaciones posibles, sino cierto desconsuelo por esa manera de tirarse trastos a la cabeza.

Tampoco debería escandalizarnos entender que todo en la vida tiene algo de comparación, de relación con las otras posibilidades que se nos ofrecen, que nada hay absoluto y que todo es relativo. Mirar hacia ambos lados serenamente y analizar propuestas debería ser lo normal y menos malo. Pero ir ya con los prejuicios puestos y con la coraza al pecho dificulta el análisis y la elección. Y, sobre todo, nubla la razón y deja todo en el nivel del entusiasmo, del forofismo y de los impulsos menos elaborados: si son de los míos, todo es bueno y disculpable; si son de los otros, todo es malo y culpable.

En las últimas décadas, esto se ha visualizado bien con aquello del dóberman o con los diversos pactos anunciados, cumplidos o sin cumplir. Las elecciones de hace un par de años fueron marcadas por casi todos los partidos con el miedo a que llegara la extrema derecha al poder con la derecha tradicional. Como si no existiera nada más en el mundo. Todo se justificaba por el miedo a que llegara la extrema derecha. La estrategia del miedo.

Cuando vienen mal dadas -por corrupción, por desafección o por cualquier otro motivo-, esta estrategia se viene abajo como un castillo de naipes, incluso entre los más audaces defensores de la misma y se produce un vacío difícil de llenar si no se acude a otras fuentes.

Uno, humildemente, ha pensado siempre que las ideas están ahí para que las analicemos y para que, si las consideramos positivas, nos apoyemos en ellas en toda hora para establecer programas de actuación política en sentido positivo y no como defensa o miedo ante los demás. Y eso cuando vienen bien dadas y cuando vienen mal dadas.

¿Qué están haciendo ahora todos los que se han pasado los días y las noches machacando con la idea aquella de que viene el lobo? Pues que andan desarmados y desorientados. Y lo que les ha servido hasta hoy parece que ya no les vale y hasta utilizan expresiones como aquella de “que ya no cuela”.

Una vez más estamos ante la graduación de las ideas y de las expresiones. No se trata de olvidar ni de dejar de exponer lo que significa el gobierno de unos y el de los otros, claro que no. Pero no es bueno convertir eso en la principal estrategia. Muy por encima de ello está el conjunto de ideas positivas en las que uno cree, o sea, eso que llamamos ideología.

Cualquier momento es propicio para acudir a las ideas por encima de todo. Los que vivimos ahora lo son aún más. Por encima de ruidos y de escándalos, de insultos y de carroñas, las ideas y los ideales nos aguardan como guías de actuación. Siempre una idea es más honda y permanente que un grito o que una venganza. Son las ideas las que dignifican al ser humano, no las victorias momentáneas ni los tropezones aparatosos.

De modo que el rearme tiene que venir por las ideas, por su análisis y por su defensa. Entonces, la base será más fuerte y la consistencia será mayor. Es la forma menos mala de superar dificultades y caídas, que jalonan las sendas de todos los partidos, aunque no sea en la misma medida y se les den las mismas soluciones.

lunes, 16 de junio de 2025

...POR MÁS QUE CON EL DEDO...

 

...POR MÁS QUE CON EL DEDO...          

Hay multitud de expresiones y refranes que recogen la idea de que quien no elimina o huye del peligro termina por caer en él: “La cabra tira al monte”, “Dime con quién andas y te diré quién eres”, “A quien a buen árbol se arrima buen asombra lo cobija”, “Quien con niños se acuesta...”. Y así hasta el enésimo ejemplo. Esta misma verdad se analiza en un plano más formal y hasta filosófico con aquello de “yo soy yo y mis circunstancias”. Y así podríamos seguir dándole vueltas al asunto.

Estos días se ha ejemplificado socialmente con el descubrimiento de que un trío calavera compuesto por un exministro y secretario de organización del PSOE, otro secretario de organización del mismo partido y un leñador convertido y portero de casa de mala reputación y más tarde elevado a consejero del ministro citado (vaya tres currículos los de estas personas) llevaban mucho tiempo tejiendo una trama para llevárselo crudo con las mordidas de las obras públicas del Gobierno. Los nombres importan poco, pero, por si acaso, son estos: José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García.

Nadie que tenga dos dedos de frente debería extrañarse porque de vez en cuando aparezcan hechos de este tipo: está en la condición humana, por mucho que nos escandalice reconocerlo. La repetición de los mismos prueba, por desgracia, que es así. Menos comprensible resulta ver que no se trata de un hecho aislado, sino de una repetición de hechos sujetos a una intención continuada, o sea, una trama de corrupción.

La sociedad debe procurarse mecanismos para cortar de raíz cualquier hecho de este tipo: descubrimiento, castigo, devolución y recuperación de esos individuos para la sociedad. Como en cualquier robo.

Cuando se trata de personajes con representación pública, su ejemplaridad ha de exigirse con más rigor, pero con el mismo proceso de garantías, de investigación y de castigo. Nada justifica ejemplaridades especiales ni linchamiento ninguno.

Como pertenecen a una organización política, será conveniente que este partido (y cualquier otro en su caso) asuma la parte de responsabilidad social y política que le corresponda. No obstante, nadie es capaz de señalar con precisión cuál es el cortafuegos que hay que marcar ni hasta dónde llega el límite de esa responsabilidad. ¿Hasta el siguiente en el escalafón? ¿Por arriba? ¿Por abajo? ¿Por ambas partes? ¿Hasta el segundo escalón? ¿Hasta dónde?  Cuando el “pillado” es del partido contrario, se tiende a alargar la escala de responsabilidad; pero, cuando les toca a los propios, la tentación es la de limitar hasta donde sea posible ese grado de responsabilidad. Ni por acción, ni por omisión, ni por elección, ni por falta de vigilancia. Y ahí aparecen todas las discusiones, las opiniones y los arrebatos en todos los ambientes. ¿A que nadie dice dónde se pone el límite ni cuál es la frontera que sirva para todas las ocasiones?

Al menos debería quedarles a los partidos la obligación de ser claros con las explicaciones, de no poner la mano en el fuego por nadie si no quieren sacarla quemada de vez en cuando, de actuar con contundencia en lo que les corresponda (nombramientos, ceses, peticiones de perdón, remodelaciones, permanencias en los cargos...) y de no creerse los reyes del mambo nunca.

Para este caso tan grave, yo no sé si es necesario dar un paso al lado en la representación, con congreso propio y convocatoria de elecciones. Sí sé que los ciudadanos juzgarán con sus votos estos hechos antes o después. Y sé también que muchos medios de comunicación se encargarán de recordárselo cada día y tendrán coartada gratis para arrimar el ascua a su sardina. Como no tengo clara cuál es la solución, no me importaría que se actuara por exceso en la petición de disculpas y en pedir opinión a todos.

A mí me siguen importando mucho más (a pesar de todo el ruido que producen asuntos tan graves) algunas otras cosas. Citaré tan solo tres, esas en las que insisto tantas veces.

. ¿Cuándo vamos a encontrar algún método un poco menos malo para que accedan a los puestos los mejor preparados y los que lo hagan viniendo a defender ideas y no intereses, estructuras o puestos personales?

. ¿Por qué esa especie de miedo y casi de reverencia hacia las personas que están por encima en el organigrama y que tienen más decisiones en sus manos? Cuanta menos preparación, menos ideas y más intereses personales, más adulación. Y ahí se fragua el caldo de cultivo y el contexto favorable para las recomendaciones, los favores ocultos y las decisiones torcidas, los cesarismos de medio pelo y los desánimos y desencantos en los que no se mueven en esa escala de valores.

. ¿Cuándo se hará efectiva y real la limitación de mandatos?

La causalidad es siempre múltiple y las explicaciones hay que buscarlas en varias fuentes. Todas juntas crean una huerta en la que germinan tanto las rosas como las espinas. Depende del cultivo que con ellas hagamos. En este caso se juntaron muchas. Hacer florecer el jardín no será fácil.

Pero que nadie se engañe. Una tormenta a destiempo estropeará una cosecha, pero no elimina la especie. Si la raíz es buena, la tierra volverá a hacerla florecer. Las ideas siguen estando ahí. Y de ellas y de su aplicación tendríamos que estar siempre hablando si no fuera por esa climatología adversa, que tiene más largo alcance que esta tormenta, pues alcanza a todo un cambio climático.

Espero que se entienda la metáfora.

viernes, 13 de junio de 2025

ELECCIÓN

 

ELECCIÓN

 

Es la vida un vacío que se regala

para ejercer en él de milagrero

e inyectarle la luz y la sustancia

que implica la diaria realidad.

 

Depende de nosotros el proceso

y el tipo de actitud. El más mostrenco

invita a soportar ese vacío,

como si de un cansancio se tratara,

y en él vivir como lo hacen los muertos.

El segundo es llenarlo a golpe limpio

de aciertos y de errores: somo seres

echados a vivir en un desierto

con escasos oasis de consuelo.

 

Tal vez los ingredientes más notables

se llamen religión o patriotismo,

con raciones de sexo y de ironía.

 

En los tiempos que corren yo me quedo

con los restos de sexo y de ironía.

El primero por dar placer al cuerpo,

esa única verdad que me asegura

que al menos sigo vivo. La ironía

por reírme del mundo y de mí mismo

y salvarme del miedo y del abismo.

 

Sé que no es demasiado, pero acepto

mis límites de ser y mi indigencia.

jueves, 5 de junio de 2025

DE UNA EXCURSIÓN FALLIDA

 

DE UNA EXCURSIÓN FALLIDA

Tenía programada una salida para perderme por esos montes de dios el próximo fin de semana y algún día más. Este esquinazo del sur de Salamanca y del norte de Cáceres iba a ser escenario de nuestros (seríamos tres amigos) cansancios, de nuestras charlas, de nuestros recuerdos, de nuestros arreglos del mundo, de las añoranzas..., y de la constancia de que la amistad es uno de los contextos en los que uno se manifiesta mejor y más contento. Béjar, Montemayor, Peñacaballera, Puerto de Béjar, Baños de Montemayor, Hervás, La Garganta y regreso a Béjar. No es la primera correría y sé bien que el resultado es muy satisfactorio.

Pero no ha podido ser: una indisposición ha mandado todo al garete y nos ha dejado casi con las botas puestas y con la mochila al hombro. No pasa nada, otra vez será.

Aunque ya he dicho que el resultado es muy satisfactorio, la realidad de cada hora y de cada día acota las posibilidades y termina por elegir las que menos te esperabas. Por eso, yo podía tener una lista con el deseo de esas posibilidades; sin embargo, esta vez me tengo que quedar con la miel en los labios y dejarlo todo en el deseo y en la imaginación.

Como de hollar el espacio y los montes se trataba, me imaginaba contemplando pinos, castaños, olmos, alisos, fresnos, cerezos en sazón, enebros, abedules, romeros, espinos, tomillos, nidos, huras, madrigueras, olores diversos a animales, campos de fresa, prados en plenitud, regatos y escorrentías, fuentes, restos de neveros, roquedales y espesos bosques... Y, afilando un poco el oído, me acompañarían los sonidos de los tordos, las palomas, las cigüeñas, buitres, milanos, cernícalos, águilas, perdices, picapinos, aviones, mirlos, lavanderas, zorzales y mirlos, herrerillos, arrendajos, rabilargos... Todas las aves del paraíso, de este paraíso natural que es toda esta serranía y su caída sur hacia las tierras de Extremadura, donde se mezclan bosques frondosos con cotarros, mogotes, oteros, muelas, cerrales, morrenas o calveros.

Con todo, a pesar de este contexto natural tan variado, nada como la amistad y la palabra. Y en ello íbamos a emplear las horas de luz, las del cansancio y las del reposo en estos días.

Las rutas estaban diseñadas, los ánimos estaban dispuestos, los preparativos ajustados y hasta la predicción del tiempo parecía darnos una tregua después de unos días de mucho calor.

Cada día tiene su afán. No pasa nada. Hay más días que longaniza. La naturaleza sigue estando ahí en espera de otras fechas. Los deseos se recuperarán. Y la ocasión será más propicia.

Entretanto, que cada uno se haga a la idea de haber hollado esos caminos y de haber cumplido con el deber de la palabra, que da realidad a la amistad y arregla el mundo por unos ratos. Tanto árbol, pájaro y naturaleza pueden adornar eso que se ha quedado en propósito; pero que se puede desarrollar en la imaginación.

Vale.