“Los periodistas, los
sepultureros y los gusanos somos los únicos que sacamos provecho de los
muertos”. Son palabras mandadas a la imprenta hace no mucho por un escritor al
comienzo de su obra. Supongo que, por su visión negativa de los muertos,
quedará ya incapacitado para los restos si quiere desempeñar un puesto público.
Yo no me caracterizo precisamente por ser un buen contador de chistes, pero
alguno que otro me aprendo y lo repito hasta que se me olvida y ya no tengo fondo
del que echar mano. Desde hoy me acuso públicamente y me declaro incompetente
para desempeñar ningún cargo de representación pública.
Esto mismo le ha sucedido a un
recién elegido concejal del ayuntamiento de Madrid a quien le han obligado a
dimitir porque hace no sé cuántos años publicó algún chiste de dudoso gusto en
las redes sociales. Para más inri, dicen que lo hacía en un contexto en el que
se indagaba acerca de los límites del humor negro.
Como nos dé por aplicar el concepto
de la analogía -fundamental, por cierto, para que el ser humano pueda
comunicarse con algo de eficacia-, no queda ni el apuntador.
La realidad que se esconde
tras este episodio lamentable es una persecución implacable hacia los grupos políticos nuevos de la izquierda
española. Cualquier pequeño desliz o equivocación se magnifica y se convierte
en un crimen horrendo, el sentido de la proporción se cierra con siete llaves y
todo se pone al servicio de denigrar a quien propone formas de convivencia distintas
y que pueden poner a todos los ciudadanos un poquito más en plano de igualdad.
En alguna medida, estas
personas ahora puestas en la picota han propiciado el hecho exigiendo niveles
de comportamiento muy elevados y no haciendo distinciones entre todos los demás
adversarios políticos. Ahora están pagando algo de su propia medicina. Pero la
inquina, el ensañamiento, el rencor, el odio… con el que se les señala solo
obedece a juego de mal perdedor que se ha visto retirado de su poltrona pública
y teme además que sea para mucho tiempo.
Hay también un aspecto
lamentable en este asunto que disgusta más incluso. Se trata de la respuesta de
muchos (no de todos) periodistas de izquierda. Han entrado al trapo como erales
nobles y primerizos, afeando la conducta de
este concejal casi tanto como los inquisidores de la derecha más
montaraz.
¿Cómo se puede deducir que de
unos chistes dados a la luz hace varios años, y en el contexto en el que se
dieron, pueden explicar que esa persona tenga nada contra los colectivos
aludidos en los chistes? ¿Acaso su trayectoria avala algo de esto? Por si fuera
poco, el susodicho ha pedido perdón en público. Nadie, por supuesto, ni se había
enterado ni se había molestado por nada hasta que alguien “descubre ahora”
estos textos. Espero que la gente de estos colectivos que han accedido al poder
en estos momentos no se vengan abajo por estas cacería y sigan defendiendo a la
gente normal, a esa que llega peor a fin de mes y que, de vez en cuando, con
mayor o menor gusto, cuente algún chiste. Por este camino de cacería entraremos
enseguida en la ley seca o en la caza de brujas estalinista.
Mientras tanto, los dirigentes
del IBEX 35 siguen llevándoselo crudo y haciendo chistes de humor negro cada día
con sus declaraciones, con sus sueldos y con sus beneficios a costa de los demás.
Estos sí que son chistes negros. Pero, eso sí, contados con corbata y con legión
de abogados que se turnan para darle forma a cada chiste.
Chiste machista: Entra uno a
robar en un banco. “Todos al suelo”, dice el atracador y empieza a coger el
dinero.
Al cajero: ¿Usted ha visto
algo?
-Que se llevan el dinero en
una saca.
-Pum.
Un tiro en la cabeza.
Al director: ¿Usted ha visto
algo?
-Que ha disparado al cajero.
-Pum.
Un tiro en la cabeza.
A un cliente que estaba en el
banco con su suegra: ¿Usted ha visto algo?
-Yo no he visto nada, pero
esta (apuntando a su suegra) lo ha visto todo.
Por si acaso alguna vez me da
por ser representante público de algo.
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