jueves, 27 de noviembre de 2025

EXAMINO LA ATMÓSFERA CELESTE

 

EXAMINO LA ATMÓSFERA CELESTE

 

Examino la atmósfera celeste

en esta tarde luminosa y lenta

de un noviembre de otoño. Mi mirada

se dirige a la luz de las estrellas.

El cielo es todo azul. Dios está en calma.

Es la naturaleza un sueño dulce.

 

Mi estado de confianza dura poco,

solo mientras recuerdo otros sucesos:

los hechos desgraciados producidos

al amparo engañoso que provoca

la civilización y sus acosos

-Hiroshima es de fuego y Nagasaki

es un grito terrible entre cenizas-;

hay tsunamis, volcanes, terremotos

que rugen con su furia desatada

y anuncian que ellos solos son bastante

para expandir la muerte y el abismo;

nadie sabe si hay vida en otros mundos,

y, si la hay, desconocen la existencia

de este exiguo y minúsculo planeta;

hay plagas y epidemias y tragedias...

 

Miro al sol y le pido humildemente

que atempere sus rayos, y a la atmósfera

que siga en equilibrio mucho tiempo,

como boina que ampara la existencia

de ese rastro de vida que me acoge.

 

En esta situación, me veo inquieto,

me puede el pesimismo, me persigue

un rastro de tristeza y de desánimo.

Una nube traspasa el horizonte.

Un pájaro se posa en una rama.

Hay personas del brazo paseando.

 

Miro de nuevo al sol y al firmamento

y entono una oración en el silencio.

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