lunes, 8 de febrero de 2021

SOCIALISMO Y RELIGIÓN

 SOCIALISMO Y RELIGIÓN

Que la práctica religiosa decrece resulta evidente. No sé si sucede lo mismo con la religión y con los principios religiosos (que no son la misma cosa). Resultará muy interesante echar cuentas con lo que sucede en medio de la pandemia y cuando salgamos de ella, si es que lo hacemos algún día. También sería muy revelador que los más sesudos dedicaran tiempo y esfuerzo en describir cuál ha sido y sigue siendo la respuesta de la Iglesia, como institución y como cuerpo de doctrina, ante esta situación excepcional. Mientras tanto, cada cual puede hacerse su composición de lugar atendiendo a sus propios razonamientos y a las prácticas que haya observado a su alrededor.

A menudo me pregunto por las diferencias y por las semejanzas entre religiones e ideologías. Y, con frecuencia, vengo en concluir que alguna ideología se semeja bastante a alguna de las religiones. Tal es el caso, por ejemplo, del socialismo democrático y de la religión cristiana. El socialismo democrático es algo así como un cristianismo laico, con un fin parecido, pero con una base y alguna práctica muy diferentes. ¿O no son comunes el amor al humilde, al débil, a la igualdad de oportunidades real, a la contemplación del todo como bien común, al deseo de un acuerdo entre todos para un mejor bienestar, al derecho de todos a la felicidad, a considerar a cualquier otro como un semejante y un hermano…?

¿Cuáles son, entonces, las grandes diferencias? Creo que la más importante es el foco del que se parte, que irradia y da fuerza y luz para desarrollar la práctica. Mientras que el cristianismo pide y exige la justicia y la ayuda al más necesitado en nombre de la piedad, el socialismo democrático lo hace en nombre de la justicia. El desarrollo de estos dos conceptos nos aboca a dos caminos muy diferentes: la religión se mueve en los territorios de la fe y de la piedad, y esta excede al ser humano, pues, aunque se quiera, no puede ser universal, ya que solo abarca al que haya recibido ese don. En cambio, la justicia se apoya en la razón, y esta es una cualidad que sí afecta a todo ser humano, pues TODOS poseen ese don y la capacidad de su desarrollo. Por si esto fuera poco, la religión coloca esa felicidad en otro supuesto mundo, lejos de este ‘valle de lágrimas’; mientras que el socialismo las sitúa en la realidad diaria de este mundo.

¿Incorporan la fe y la piedad algunos elementos de razón? ¿Incorporan la justicia y la razón parte de fe? Ahí está la Historia y está el desarrollo de los acontecimientos para valorarlos. Si la razón es limitada en su capacidad, ¿debe mantenerse el pensamiento en esas limitaciones, o debe incorporar otras posibilidades de conocimiento y de convivencia? Si la fe no se basa en la razón, ¿no siente siquiera la necesidad de incorporar elementos de esta para dignificar al ser humano? ¿Cuántos? ¿Cuáles? ¿Deben separarse del todo ambos caminos? Cada vez que haya divergencias, ¿cuál de ellos debe prevalecer?

Y en este plan andamos, con fines comunes, pero con caminos paralelos, que no se dan la mano con facilidad, que se miran de reojo y no se fían uno del otro y hasta se enfrentan en luchas crueles.

Entretanto, el ser humano sigue haciendo tiempo y espacio como buenamente puede: a veces engañado; a veces engañándose a sí mismo, sabiendo que se está engañando; a veces poniendo pie en pared y diciendo basta; y casi siempre perdido en un abecedario que no termina de saber deletrear.

No hay comentarios: