jueves, 25 de febrero de 2021

UN NÓMADA EN LA GRAN VÍA

 

  UN NÓMADA EN LA GRAN VÍA

Con frecuencia sostengo que lo más particular termina siendo lo más universal. Un beso, un abrazo o una mirada atravesada pueden ser el resumen de toda la evolución humana. No descubro ningún Mediterráneo con ello: otros lo han proclamado antes. Tal vez por ello, no está mal que cada cual atienda a sí mismo y a lo más inmediato como fórmula menos mala para hacer andar y mejorar un poco a la comunidad y al mundo.

Pero, como cada afirmación tiene como centinela a su contraria, tampoco es bueno olvidarse de aquella otra que reza así: con frecuencia, el árbol no nos deja ver el bosque.

Yo creo que, en los tiempos que corren, es más disculpable que cada uno mire para sí mismo, que achique los espacios y que se ponga el parapeto de la defensa personal. Cómo no va a ser disculpable… Aunque quizá también sea precisamente un contexto propicio para levantar la vista y ver más allá de nuestras propias narices.

Ando estos últimos días engolfado en la lectura de la obra Sapiens. De animales a dioses. La firma Yubal Noah Harari. En cerca de 500 páginas describe un recorrido que empieza en el siempre impreciso comienzo de la vida y avanza por varias revoluciones (cognitiva, agrícola, geográfica, científica y tecnológca) hasta llegar al momento actual en el devenir del ser humano.

Creo que, en realidad, no añade nada que los especialistas en cada una de las etapas no conozcan. Pero una descripción general tan completa termina por ser reveladora para el que quiera alzar la vista y darse un paseo panorámico por ese recorrido vital tan poliédrico y desigual. Por utilizar una imagen del más rabioso presente, es como si a una persona con síntomas de catarro lo llevan a conocer la situación general en un hospital. Se le quitan los males en un momento.

Me ha interesado especialmente la reflexión que se hace en el paso de la etapa de seres cazadores recolectores preagrícolas a la de agricultores sedentarios. Siempre había considerado un avance espectacular el hecho de que las comunidades se asentaran y comenzaran a cultivar y a explotar terrenos. El asunto no es ni mucho menos tan sencillo y acarrea una serie casi infinita de consecuencias, no todas tan favorables precisamente como se podría pensar: cambios biológicos y fisiológicos en los humanos, reducción de especies animales y vegetales, cambios climáticos, nuevas relaciones de grupo…

La consecuencia última es que, una vez comenzada la revolución agrícola y los asentamientos, nada podía volver atrás, pues la población se disparó y ya no era posible de ningún modo volver al pasado. Desde entonces, tal proceso no ha hecho más que acentuarse.

Las consideraciones dan para más de una tarde en el entorno de una mesa. Pero nadie podría discutir que esta sí que es una cuestión que nos supera en nuestras preocupaciones diarias. Nos engañaríamos si pensáramos que esto no va con nosotros. Somos consecuencia y resumen de lo que ha pasado. También, por desgracia, en lo que a la pandemia se refiere. Puede causar extrañeza si afirmamos que la existencia de las religiones, o de los imperios, o de las filosofías tienen que ver con este hecho fundamental del cambio de vida hacia el sedentarismo y el cultivo. Pues hay mucho de cierto en ello. Como de tantas otras cosas, que hoy nos parecen normales y casi como llovidas del cielo.

Desarrollar estas ideas conlleva una extensión que aquí nos sobrepasa. Me sucede casi a diario en esta ventana, donde propongo lo que, en un ensayo sería algo así como el apartado de conclusiones y que vendría a representar todo el desarrollo, con hipótesis, citas, pies de página, comparaciones y todo el aparato académico de rigor. Soy consciente de ello y sé a qué me expongo. No tiene importancia. Lo que importa es el bosque, no el monte bajo y la maleza.

En todo caso, se vuelve a presentar como gota malaya la certeza de que somos muchos en este pequeño planeta. Y la de que hay que aprender a convivir, primero entre nosotros mismos, desnudándonos de tantas preocupaciones nimias; y, a la vez, con el resto de elementos que lo conforman, o nos iremos al abismo sin remedio.

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