EL
VALOR SIMBÓLICO DE LOS «HÉROES DE LA LIBERTAD»
Béjar, esta ciudad estrecha en la que me hago viejo,
celebra hoy una fecha importante en su historia particular, la llamada fiesta
de los Héroes de la Libertad. En 1868, tal día como hoy, las gentes de esta
ciudad se levantaron en armas contra la monarquía de Isabel II. Junto con Cádiz
y Alcolea, fue la primera en alzarse en España. Aquella revolución recibió el
nombre de La Gloriosa y dio paso al sexenio democrático en España. Aquí se
suele celebrar muy discretamente y con escasa participación, pues algo que
debería ser orgullo de toda la población se recoge en un desfile reducido hasta
el cementerio y en una concentración en la Puerta de la Villa, donde alguien
pronuncia unas palabras en recuerdo de tal hecho. Este año, además, se
celebrará una mesa redonda con este motivo. Yo ya tuve oportunidad de pronunciar
estas palabras en público hace algunos años.
De todo este suceso, como me sucede siempre, lo que
realmente me importa no es tanto una explicación histórica de los hechos, ni
los detalles más concretos del mismo. Hay relatos bastante minuciosos de los mismos, incluso de un participante directo, y a ellos hay que
remitirse. Y ya. Lo que me interesa es entender qué simbolizaron aquellos
hechos y cómo pueden ser entendidos y seguidos en la actualidad. De esta manera
enfoqué mi intervención y en la misma línea me sigo manteniendo.
Porque los habitantes de las tierras de Béjar, en términos
históricos, fueron realmente esclavos hasta esta fecha de 1868, con sus
dependencias ducales y con el régimen isabelino que tanto los aplastaba en
derechos y obligaciones. Se dice pronto, depender de un título nobiliario en la
segunda mitad del siglo diecinueve.
En aquellos momentos, pasaron a pertenecer a una
sociedad más igualitaria y más libre, a una comunidad en la que personas y
tierras dejaron definitivamente de depender de la voluntad de un título y, en
buena medida, de sus caprichos. A lo que supuso para toda España el cambio de régimen
se sumaba en estas tierras esa dependencia tan medieval e injusta.
Por eso el levantamiento heroico de toda una ciudad,
por eso la participación femenina y transversal de gentes de toda condición.
Cualquiera que se acerque a estos hechos luctuosos lo
debería hacer pensando qué simbolizan y en qué medida se pueden trasladar a nuestros
días. Seguramente, los contextos no son los mismos, la organización social es
diferente y la posibilidad de participación es mayor. Por ello, tal vez el concepto
de Libertad habrá que actualizarlo, precisarlo y defenderlo con otras armas que
no produzcan nunca heridas físicas. Pero no con menos ahínco e intensidad.
Ahí están los hechos, como referentes, como guía, como
ejemplo de lo que se puede pensar y hacer. Ese es el verdadero valor de los Héroes
de la Libertad.
Lo demás es ya precisar el número exacto de heridos y
fallecidos, indagar el grado de participación de cada grupo social, determinar
el orden exacto de los hechos y hasta descubrir el número real de soldados y
ciudadanos… Qué sé yo, todo eso que pertenece al trabajo y al esfuerzo de los
historiadores y que, a mí, me deja un poco vacío y desinteresado.
2 comentarios:
¿Y cree que los historiadores no hacen el mismo análisis crítico que hace usted? Porque entrada si, entrada también, está usted siempre con la misma opinión sobre los historiadores (un tufillo constante de menosprecio). Usted se piensa que solo están para contar los muertos u ordenar los hechos cronológicamente. También contextualizan, analizan, exponen hipótesis e investigan fuentes primarias inéditas, si es el caso. Y su trabajo sirve para corregir errores de bulto como el de afirmar que los bejaranos estuvieron bajo el yugo ducal hasta 1868, cuando fue muchas décadas antes, en 1812 con la abolición de los señoríos, cuando dejaron de estar gobernados directamente por la casa ducal. En fin señor Turrión, no creo que a usted se le menosprecie con comentarios cuando nos ilustra con la etimología de las palabras que, al fin y al cabo, es parecido a hacer historia (con otra materia prima por supuesto).
Admiro la labor de los historiadores. Lo único que sugiero es que su trabajo se vea reflejado en el presente, para ser más aprovechable. Y solo lo sugiero. No se enfade usted, por favor, que no merece la pena.
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