ROMANCE DEL CAMINO
Para
Ino, Pepe y Juan, peregrinos compostelanos
Con las claritas del día,
desde Avilés han salido.
En dirección a Santiago,
caminan tres peregrinos:
Pepe de Frutos, Juan Heras,
Ino es el tercer amigo.
Por el Camino del Norte,
a su lado el mar bravío,
van dibujando jornadas
de calores y de fríos.
Allá lejos han dejado
la amistad de sus vecinos,
las sierras y los calores
en que han pasado el estío.
Al discurrir de los días,
suben montes, pasan ríos,
descansan en los albergues
que el azar les ha ofrecido,
madrugan, andan al paso,
comen poco, beben vino
y tienen tiempo bastante
para dialogar con tino.
Preguntan por esa fuerza
que hasta aquí los ha traído,
por las razones ocultas,
por la atracción del Camino.
Ninguno tiene respuesta
para tan gran desafío.
Así un día y otro día
pidiendo auxilio divino
que dé fuerza a sus andares
y que alivie sus suplicios.
Por el camino se encuentran
con muchos más peregrinos
que caminan y caminan
buscando el mismo sentido,
ese que ha traído a todos
desde tan lejanos sitios
hasta los pies de Santiago
para ser de él bendecidos.
Al fin, tras duros esfuerzos
por tan estrechos caminos,
la ciudad han divisado,
sienten del cansancio alivio.
La Plaza del Obradoiro
en paz los ha recibido.
Allí descansan, repasan
un tan largo recorrido,
piden la compostelana,
que bien se la han merecido,
consideran si el esfuerzo
ha tenido algún sentido
y se miran sonrientes
pensando que lo ha tenido
sin necesitar dar cuenta
de por qué han hecho el Camino.
Entran a ver al apóstol
cuya mirada han sentido
y le piden por aquellos
que comparten sus destinos.
Ya regresan satisfechos,
contentos y agradecidos,
y prometen en silencio
volver a hacer el Camino.
La noche se ha hecho luceros
y el sueño los ha cogido
pensando en que el año próximo
vuelven a ser peregrinos.
1 comentario:
Qué bonito, Antonio.
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