Por vía de guasap, me llegan unas declaraciones de la
vicepresidente (existía algo que se llamaba participio de presente: indicaba
que alguien, con independencia de pertenecer al género masculino o al femenino,
estaba realizando una acción en ese momento; por eso escribo «la vicepresident-e»,
o sea, la persona, sea cual sea, que está ahora vicepresidiendo) del Gobierno
Yolanda Díaz, que anda en el empeño de lanzar una nueva plataforma política en
España. Sospecho que, lo haga como lo haga, no va a llegar a tiempo para
conseguir lo que se pretende porque las estructuras sociales y políticas no se
inventan de la noche a la mañana, y porque tiene competidores más asentados.
Pero ese es razonamiento es para otro día.
En esas declaraciones expresa la idea de rebajar la
importancia del concepto patria,
seguramente por la alta contaminación histórica que posee en su identificación
con cierto centralismo político mal entendido, para sustituirlo por el de matria,
mucho más cargado de connotaciones afectivas y, por ello, positivas. Loable
empeño el suyo. A mí no me importa compartirlo, si se aclaran un par de dudas.
La primera tiene que ver con un criterio etimológico.
Patria le da la mano a padre y matria se la da a madre. Y, en ambos casos, se
apunta a la relación entre los elementos de una familia. De modo que tenemos
para relacionar estos tres términos: padre, madre y familia. ¿Es que la figura
del padre representa la mano alzada y el no te menees y tente tieso? ¿Quién lo
ha dicho? Eso es decir demasiado. Bien seguro es que la vicepresindente lo
refiere a la visión que de España se tiene como patria, como familia de
ciudadanos. Pero la analogía se me queda coja. Yo no estoy dispuesto porque sí
a renunciar ni a patria ni a matria, porque lo que me importa es la felicidad
de la familia. O, si se quiere de otra manera, váyanse de paseo la patria y la
matria con tal de que la familia funcione y sus miembros sean bien avenidos.
La segunda duda resulta ser continuación de la
primera. Supongamos que trasladamos los afectos a la metáfora de la comunidad
desde el referente padre-patria al de madre-matria. Venga, me apunto. Pero así
el cuento queda a medio contar. Pongamos que la madre acoge con más cariño a
sus hijos, que los entiende mejor, que los perdona siempre, que sus actuaciones
se mueven más por el afecto que por la ley y la justicia. Pero en una familia
se come a una hora, se respetan unas costumbres y los hijos corresponden al
cariño de la madre con afecto, sin reticencias y mucho menos sin odio a los
hermanos ni a los progenitores. Y aquí es donde se me caen los palos del
sombrajo.
Si España quiere vivir con sentido de matria, habrá
que pedir a sus hijos que la quieran, o al menos que la respeten y que la
reconozcan. Sin algún sentido de pertenencia, de colaboración y de algún fin de
beneficio colectivo, no sé muy bien qué se le puede pedir a la madre. Ni al
padre.
España es, por desgracia, a día de hoy, un país
fallido, a pesar de ser el más viejo de Europa. Y mientras no se arregle ese
sentido de base común -con patria o con matria: poco importa- todo lo demás
seguirá en la provisionalidad, en el desacuerdo y en el enfado.
Haría bien Yolanda Díaz en pedir el sentido de matria,
también y sobre todo, a los nacionalismos y a los separatismos. Estoy harto de
que siempre se carguen las tintas en el centralismo y se vayan de rositas los
que rompen la cuerda en sentido contrario. Porque la familia la formamos todos,
los hijos, el padre y la madre. Claro que, con la participación activa de todos
los miembros de la familia en igualdad de condiciones, pero con un espíritu
positivo de ayuda y de afecto, sin recelos y sin estar siempre viendo fantasmas
y rechazando a los otros. Sin algún lazo de unión que los identifique y los
anime, todo seguirá quedando en lucha, en disputa y hasta en odio. Sobre todo,
si los que a toda costa quieren irse de casa son los hermanos más ricos. Qué
casualidad, ¿verdad?
1 comentario:
Bobadas, lo de Patria-Matria. Es cierto que la Patria es un sentimiento que deberíamos desarrollar más en algunos aspectos, y no tenemos.
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