lunes, 8 de diciembre de 2025

INMACULADA

 

 INMACULADA

Los calendarios marcan como festivo este ocho de diciembre. Tradicionalmente se ha llamado el día de la Inmaculada, haciendo referencia religiosa a la Virgen María. El dogma de la Purísima Concepción es una creencia católica que afirma que la Virgen María, desde el primer instante de su concepción, fue preservada por Dios de toda mancha de pecado original, siendo así la primera y única persona completamente libre de pecado. Fue proclamado formalmente por el Papa Pío IX en 1854, estableciendo que María fue redimida de manera anticipada y singular por su futuro hijo. Así se libraba del dichoso pecado original, ese que nos tiene a todos acongojados y sin saber qué coño hemos hecho para que la tal carga de miedo caiga sobre cada uno de nosotros.

¡Ay de las religiones que se basan en el miedo, en  el pecado y en el castigo, en lugar de buscar sus fundamentos en el amor...!

El dogma ajusta muy bien a los intereses de la iglesia católica y no incita a la crítica a casi nadie, pues supone un día más de fiesta para descansar y llenar las calles y carreteras de personas en busca de no se sabe qué. Mañana será otro día y aquí paz y después gloria.

Pobre mujer esta María, si es que realmente existió: nada menos que, sin comerlo ni beberlo, se encuentra separada del resto de los mortales y elevada a “sin mancha” e “inmaculada”, que son la misma palabra y significan lo mismo. “Bedita tú entre todas las mujeres”. Para que así no sea manchado “el fruto de tu vientre, Jesús”.

Qué cantidad de virguerías y de revueltas para tratar de dar divinidad a ese Cristo que, si no, se nos escapa de las manos y se nos viene a ser como cualquiera de nosotros, y acaso también cargado con el peso del pecado original.

Y que nadie se olvide: todo ello repleto de connotaciones reproductivas. La Virgen María es inmaculada; ¿y las demás mujeres? Jugar con algo tan extraordinariamente maravilloso como es el hecho de dar a luz, de traer un nuevo ser al mundo, es muy peligroso y puede traer consigo las reacciones más inesperadas.

Creo que no hay en toda la Historia de las historias ninguna que se aproxime a todas las vueltas y revueltas que la doctrina de la iglesia ha ido dando con tal de que sus explicaciones se ajusten a sus creencias.

Pero de todas las figuras ninguna como la Virgen, que tiene que hacer de puente entre las carencias humanas y los misterios divinos. Qué sentimiento de ternura me produce imaginarme su figura en medio de tanto misterio y de tantos designios desconocidos. Apenas le queda el acatamiento, pronunciar el fiat y tal vez asombrarse ante todo lo que se le venía encima.

Es, claro, la figura más humana que la religión ha creado para conformar su doctrina. Si lo que conforma la imaginación tuviera visos de verdad...

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