domingo, 29 de diciembre de 2019

FIN DE AÑO



FIN DE AÑO

He de cerrar de nuevo el calendario
de mis días sembrados en el tiempo
de dos mil diecinueve.
Todo es memoria ya. En estos meses
he alzado la mirada y el misterio
me sorprendió sumido en el asombro.
Lo que era piedra o nube, por ejemplo,
se convirtió en amor, bajo el amparo
de lo que le prestaba mi mirada.
Fui creador, adivino, brujo, mago,
alquimista de todas las sustancias.
He abierto el pecho al paso de los días
y jugué al escondite muchas tardes
con las cosas sencillas.
Quizás he amado poco y es posible
que no esté en condiciones
de aprobar el examen de la tarde,
cuando solo es amor lo que interesa.
(Tal vez soy un quejica
y me quejo de vicio:
no lo tengáis en cuenta).
He visto pasar horas infecundas,
he conquistado cimas imposibles,
he buceado hasta el fondo, con peligro
de ahogarme muchas veces,
y otras he sucumbido a la indolencia.

Tengo a la vista un cuadro panorámico
con varias tachaduras y otra parte
con figuras mejor elaboradas;
en él he trabajado todo el tiempo.
Hoy ya le pongo marco y esta firma
que tiembla al contemplar que, acaso pronto,
será pasto del tiempo, del espacio,
y, si el azar no acude en su socorro,
acaso del olvido.
No lo dejéis que muera
solitario y frío.

sábado, 28 de diciembre de 2019

LA VIDA COMO INOCENTADA




LA VIDA COMO INOCENTADA
Anda uno estos días como recogiendo velas, como plegando (que plegar es lo mismo que llegar y eso es lo que hacían los marineros al llegar a puerto: ya veis qué origen tan bonito tiene nuestra palabra llegar) las sábanas de la imaginación para juntar los recuerdos del año y así hacer borrón y cuenta nueva con el comienzo de otro, que ya se atisba en el horizonte. Hacer esto precisamente el día de los inocentes le da un giro especial, pues no puede uno sustraerse de recordar algunas de las inocentadas que nos ha dejado este último año.
Tengo para mí que la principal de todas es la de dejarnos vivir un año más. Porque ¿esto qué es?: ¿es un regalo?, ¿es una inocentada?, ¿es una ilusión?, ¿es un desengaño?, ¿es un peldaño más?, ¿es un peldaño menos?, ¿es una etapa que mira hacia atrás o hacia adelante? En todo caso, sea lo que sea, es evidente que es. ¿O ni siquiera de esto podemos estar seguros?
Siempre hemos pensado que las inocentadas nos las daban los demás a nosotros o nosotros a los demás, en un camino de ida y vuelta en el que el engaño se hacía dueño de todo. Y algo así sigue sucediéndose en toda esa riada de hechos que se han producido en una dirección que tal vez no nos hubiera convenido o alentando una serie de esperanzas que luego no se han visto cumplidas.
Resulta muy sencillo y facilón echar la culpa a los representantes públicos de estos hechos fallidos, de estas inocentadas. Y buena parte de verdad habrá en ello. Pero me parece que olvidamos con demasiada frecuencia el cúmulo de inocentadas que nos hacemos a nosotros mismos y que nos disculpamos con mayor facilidad que la que lo hacemos con las que nos llegan de fuera.
Creo que contra las inocentadas que nos imponen tenemos menos que hacer que contra las que nos regalamos a nosotros mismos. Resulta más sencilla la enumeración de aquellas que nos afectan a todos que la de aquellas que nos tocan directamente a cada uno y solo a cada uno. La lista de las primeras resulta más sencilla y hasta es pública; la lista de las segundas es más interior y más personal. Que cada cual haga la suya en estos últimos días del año.
Yo debería hacer la mía y en ella reconocerme como un ser engañándose a sí mismo con frecuencia, como persona débil y atenta más al egoísmo y a la supervivencia que a hacer frente a las cosas de cara y a pecho descubierto. En fin, humano, sencillamente humano. Debería también saber jerarquizar los hechos y ordenarlos de mayor a menor, para quedarme con lo que tiene importancia, dejando un poco de lado lo menos importante, que es casi todo. Así, haciendo escalas y pirámides, escalonando hechos, reconociendo errores e inocentadas, salvar lo que permanece, si es que permanece algo. Y, con todo ello, entender que he vivido un año más, que el tiempo me ha dado otro respiro entre sus brazos. No sé si, en el fondo, como la mayor inocentada de todas las vividas este año.
No creo que sea malo precisamente que el ser humano se engañe a sí mismo. Tal vez la vida no sería posible sin esos pequeños engaños. Pero hay que engañarse sabiendo que uno se está engañando. No es ningún juego de palabras. La supervivencia lo exige, la compasión lo entiende, la razón y el sentido común lo perdonan. Yo también.

lunes, 23 de diciembre de 2019

BRINDIS NAVIDEÑO


 BRINDIS NAVIDEÑO

Con ánimo de distensión y en honor y recuerdo de los que están y de los que no están (unos aparecen y otros no, pero están todos en la memoria), dejo este divertimento que he descubierto por casualidad entre mis papeles y carpetas. Tiene fecha nada menos que de dos mil tres. Creo que sirve para cualquier comida. También para las de estos días familiares. Pasadlo bien. Felices fiestas.

 VERSOS FECHOS A LA CUADERNA VÍA, EN LOS QUE SE DA CUENTA
DE LA COMIDA FECHA CON MOTIVO DE UN CUMPLEAÑOS
Fízose la comida cual programada estaba
y a ella se presentaron en no poca mesnada,
las dos del mediodía era la hora acordada,
bien sabréis, si escucháredes, lo que en ella passaba.

Las palabras primeras son las de bienvenida,
abraços e saludos muestran buena acoxida,
ca de buena familia es costumbre seguida
poner mexilla e rostro para ósculo del día.

Sentados a la mesa, vino la bendiçión
de Magdalena madre, como en toda ocasión:
“con estos alimentos, bendícenos, Señor,
de malas tentaçiones también libéranos”.

Allí viérades rostro contrito en Felipón:
“que a mí no me libere nunca de tentaçión,
pues es lo que me queda por liberar pasión,
si tentaçión no acude, muerta es mi ilusión”.

Desde el tendido cuatro se ríe la ocurrençia,
no ansí desde el recodo de xuvenil conçiençia:
non son conoçedores de tamaña vivençia
nin toman los apuntes de tan sutil ponençia.

La comida comiença después de un momentiello,
escançiando el buen vino y el rico paneçiello,
e los platos ahúman de gusto el aireçiello,
pues lo que fue caldero tornose  calderiello.

Viérades a Françisco repartiendo paladas
de las ricas patatas, otorgando taxadas
de rica carne fechas, assaz bien coçinadas,
traídas de Pavón e bien adereçadas.

Cuando todos los platos están a rebosar,
fázese un gran silencio, cual noche sepulcral,
fasta que Magdalena repite su cantar:
“sin la quixá bajera pueden otros passar”.


Las cucharas recorren camino transitado
del plato hasta la boca, de la boca hasta el papo,
allí desapareçen, allí dexan recado
de picante guindilla y del oliente axo.

Mas la palabra torna a poner en la mesa
las ricas discusiones que axitan la cabeça
pues que los comensales van dando buena cuenta
de lo que fue caldero coçido a la pimienta.

Las largas discusiones non son de relixión
ca en aquesta morada sería la perdiçión,
mas son de la enseñança e su extraña raçón,
de pública o privada, ca muy distintas son.

Allí viérades las luchas de tipo fratriçida
por unas pelas tontas que no son repartidas,
porque si los colexios son o no guarderías
e por el mal futuro que la enseñança habría.

En los últimos postres había que deçir
al abuelo Garçía cumpleaños feliz,
e se cantó en la messa, e se vio discurrir
una lágrima grande abaxo e la nariz.

Trasladado de entero caldero al intestino,
este se puso bravo e dio señal e vino
a deçir a los postres que sería veçino
de sonora tormenta e de lluvia sin tino.

E fízose el milagro, tornose negro el sol,
sentado sobre el tigre, fize pis, fize pon,
desatáronse lluvias, la tormenta estalló,
sonaron atavales poron-poron-pon-pón.

E al cabo de un buen rato de allí salieron todos
camino de Santana por façer acomodo
a una tarde muy larga de charla y alboroto,
pues mucho rato es malo pasarlo poco a poco.

Para nueva ocasión dexarás las maneras
de venir a comida con ganas de pelea,
e farás muy buen caso a ruegos de mi suegra:
“el que quiera que venga sin la quixá baxera”.

Antonio Gutiérrez Turrión.

viernes, 20 de diciembre de 2019

INMUNIDAD / IMPUNIDAD


 INMUNIDAD / IMPUNIDAD
Para las comidas y cenas de estos días -sobre todo para las sobremesas-, siempre hay algo que llega en nuestro auxilio y que nos ayuda a dejar de lado aquellos asuntos que más nos rozan por proximidad familiar y que conviene dejarlos olvidados en el desván.
Este año, no es difícil adivinar que el asunto de los dirigentes catalanes, Junqueras, Puigdemont… nos traerá de cabeza y que lo mezclaremos con cualquier sorbito de licor o con cualquier dulce. Así es la vida. Como si nosotros pudiéramos solucionar algo que nos excede y que incluye cabos sueltos y escondidos de todo tipo. Sería bueno serenarse -porque el cuarto a espadas lo vamos a echar igualmente- y no querer llegar más allá de lo que podemos y, sobre todo, sabemos. Calma, pues. Y, ahora sí, también ahora, sobre todo ahora, sit and talk, please. O sea, serenidad y sosiego. Vamos.
Esos señores de los que tanto hablamos y de los que tanto vamos a hablar durante todas estas comidas están implicados en un proceso jurídico. Lo que se ha dictado tiene que ver con las formalidades que tiene que cumplir todo proceso, no con las penas que se tengan que imponer o no en él. No deberíamos, pues, poner el punto de mira en objetivos que no son tales. Que ni nos engañemos ni nos engañen.
Como de un proceso judicial y jurídico se trata, será bueno dejar que sean los técnicos en la materia los que opinen y nos guíen en nuestros conocimientos y en nuestras opiniones. No queramos solucionar cualquier detalle porque nos podemos perder en el camino y llevarnos cualquier desilusión. La justicia dirá. En cualquier sentido que se pronuncie. En cualquier sentido. Y después, acatamiento y cumplimiento de ese dictado. Esa es la garantía de un estado de derecho y no de emociones primitivas.
Pero ya verán, algo sí que podemos asegurar y defender.
Porque alguna cosa sí hay clara, incluso para los más profanos: no es lo mismo inmunidad que impunidad. Y, en el caso que nos ocupa, estamos hablando de inmunidad, no de impunidad. El tribunal europeo -que, por serlo, también es español- parece que discute la inmunidad, sobre todo por cuestión de fechas, pero nunca ha sentenciado en contra del fondo de la sentencia del TS español.
Es vedad que la inmunidad podría cuestionar la impunidad, pero solo por cuestiones formales, no de fondo; o, lo que es lo mismo, el proceso nunca quedaría agotado, aunque quedara condicionado y hasta obligado a la repetición. Son formas y son tiempos, es garantía de la justicia para todos los ciudadanos, incluso para aquellos que quieran saltársela a su capricho.
Calma, pues, que las olas y el temporal también amainan, y siempre que ha llovido ha escampado.
Es verdad que en algo contribuye todo esto a enlodar el panorama político, tan embarrado ya por sí mismo; pero la carrera es más de fondo y cada campo debería estar mejor delimitado y sembrado por semillas distintas. Y todo ello, con independencia de las opiniones políticas y sociales que cada uno tenga. Yo mismo confieso, de nuevo, que, en mi conciencia, lo que sucedió en Cataluña fue un golpe de Estado, pero tengo que acatar lo que dictaminó el TS y admitirlo como verdad jurídica, que es la que debe operar en un estado de derecho. Y, para ser más contradictorio aún, añadiré que no tengo ningún interés en que nadie esté en la cárcel. Tampoco estos señores. Entre otras razones, que en este formato no caben, porque no creo en un sistema solo punitivo. Solo quiero ver a todo el mundo con buena voluntad y con deseos de quererse entre ellos y de inventarse fines comunes que animen y que ilusiones a todos.
Así que ya ven cómo está el panorama. Tómense las uvas y el cava o el champán con calma, brinden por la felicidad de todos, también por la de estos señores, ¿por qué no? Y, luego, vean cómo pasa el tiempo, cómo las estrellas siguen en su sitio, sin importarles nada nuestras preocupaciones, y cómo el tiempo y el espacio, esos conceptos que hemos inventado para poder vivir y explicar nuestra existencia, nos van llevando a todos en su seno, como si fuéramos niños peleándonos por un quítame allá esas pajas.
Venga, que no merece la pena. A brindar mirándose a los ojos y felices fiestas.

jueves, 19 de diciembre de 2019

EL VALOR DE LA COSTUMBRE




EL VALOR DE LA COSTUMBRE
Decía el clásico que cada día tiene su afán. ¿Quién puede negar tal cosa? Sin ese afán, cada fecha del calendario sería intercambiable y todo se convertiría en algo homogéneo, de manera que nos llevaría probablemente a una monotonía insufrible. Tal vez lo que no resulte tan sencillo es interpretar correctamente semejante afirmación.
¿Cómo ha de concretarse ese afán?, ¿en qué intensidad hay que colocarlo para hallarnos satisfechos?, ¿tiene que ser totalmente novedoso?, ¿hay que partir cada mañana de cero y descubrir cada uno su mediterráneo particular? Ufffff. Otro montón de dudas.
Comenzamos ya unas fechas que parecen marcar un cambio de costumbres en las comidas, en los horarios y hasta en los ritmos de trabajo. Otro afán diferente. Pero ¿no es otra imposición más, que vendría a repetir el mismo afán de cada año y la misma costumbre cada fin y principio de año?
A uno le sigue gustando la magia de lo novedoso en cada amanecer y en el transcurso de cada día, pero tampoco entiende ya del todo que cada vez que llega la luz haya que crear el mundo. Será la edad. O la falta de luz del invierno. O tal vez el gustillo al sillón y a esas cosas que no tienen mucho sentido en apariencia, pero que van sazonando, en la dulce caricia de la repetición, las horas de cada día.
Salir todos los días a inventarse el mundo y a comérselo puede producir también alucinaciones, empachos e indigestiones. De vez en cuando, pensar lo más mostrenco también produce satisfacciones, y comerse unos torreznos en el campo, sin más, sienta de maravilla. Incluso a costa del colesterol.
Llegan fiestas en las que el poder de la costumbre se alza por encima de los descubrimientos y de los esnobismos. Pues también habrá que saberles sacar su encanto,   que de todo este material está hecho el ser humano.
Ayer me contaban que en algún restaurante ya estaba todo reservado para la cena de Nochebuena y para la comida de Navidad. Cada uno sabrá cómo organizarse: tiene todo el derecho a hacerlo. También lo tienen aquellos que repiten la costumbre de la intimidad familiar, el caldo de siempre y el brindis de rigor. No descubren nada especial, repiten lo de siempre; pero tampoco tienen espíritu de aventureros. Y no se les ve mala cara.
Y me lo cuento yo, que ando cada día expurgando alguna idea que me dé de comer mentalmente. No me lo tengáis en cuenta.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

EN EL TALLER DE ARISTÓTELES


 EN EL TALLER DE ARISTÓTELES
¿Merece la pena leer a Aristóteles en el siglo veintiuno? Puede parecer una insolencia solo el hecho de formular la pregunta. Mucho más si quien la propone es alguien que, como yo, es aficionado a la filosofía y al pensamiento, pero en ningún caso un especialista académico en la materia. El caso es que, por una razón o por otra, sigo salteando lecturas filosóficas de mi biblioteca de esta materia.
Aristóteles es, como se sabe, el tercer coloso de la trilogía formada por Sócrates, Platón y él mismo. De uno al otro, y del segundo al tercero, el pensamiento va conformándose en la Grecia Antigua hasta dejar formado un corpus de pensamiento cuyo influjo llega hasta nuestros días.
De manera general, a mí me parece que Sócrates es quien enciende el fuego, Platón el que lo atiza y Aristóteles quien cocina en él. Quiero decir que me parece que Sócrates encarrila la forma de pensar, Platón concreta esa forma en los conceptos y Aristóteles intenta su aplicación a los elementos de la vida externa. Ya sé que es mucho simplificar, pero me mantengo en este esquema.
He dedicado horas en los últimos días a la lectura de Acerca de alma, obra de Aristóteles. Nada menos que acerca del alma. La verdad es que, ya bien entrado el siglo veintiuno, uno no sabe qué pensar acerca de la vigencia de lo que en ella se expone. Que nadie piense que se trata de concretar en qué consiste eso del alma, como algo espiritual que ha de llevarnos a Dios. El meollo se presenta en dilucidar la naturaleza del alma como si estuviéramos en una clase de ciencias naturales. Se trata de analizar la realidad de los seres vivientes y no vivientes y las diferencias que los separan. Esa diferencia entre unos seres y otros (vivientes y no vivientes) nos encamina ya hacia la concreción de eso que llamamos alma. El alma sería, pues, la forma específica del ser viviente. El alma termina identificándose con el concepto y con la realidad de la vida. No extrañan, entonces, estas palabras de Aristóteles: “El alma es la entelequia primera de un cuerpo que en potencia tiene vida”.
La relación con esa vida llega a través de los sentidos. Es por ello por lo que el filósofo analiza en esta obra las características de cada uno de los sentidos y rastrea los seres que pueden ser portadores de tales sentidos y de cuáles. Es, vuelvo a decir, casi un tratado de ciencias naturales.
A partir de las definiciones conocidas de potencia y acto, el alma, como la concibe Aristóteles, es también acto y también vida. Pero es acto de una potencia, de una posibilidad preexistente. El desarrollo y la concreción de esa potencia o posibilidad se realiza en actos concretos de la vida: nutrición, sensaciones… Son estas actividades las que llama potencias o facultades del alma. En su realización se proyecta el acto del alma, el alma se hace actividad, realidad, certeza comprobable.
Como se ve, se dibuja un concepto del alma muy lejana a la que siempre se nos reclama desde un contexto religioso tradicional. Ya dije que Aristóteles ya cocina en el fuego alimentos de verdad.
De nuevo la pregunta del principio: ¿Merece la pena leer a Aristóteles en el siglo veintiuno? Ufff, ha llovido tanto desde entonces…
Me parece que la formulación ya no puede ser la misma, y, sin embargo, la inquietud sigue ahí. Eppur si muove. ¿Cómo se concreta esa especie de impulso vital que nos empuja a seguir ahí, cada segundo de la vida, en el camino, con ánimos de no salirnos de la conciencia, de ser muerte y vida continuamente?
Los procesos químicos tienen mucho que decir, claro que sí. Pero ¿y el impulso para que se produzcan esos procesos químicos?, ¿y el empeño en seguir buscando el impulso vital primigenio? Nietzsche o Bergson podrían contarnos muchas cosas al respecto.
Yo, desde luego, no lo tengo resuelto. Me parece que, en realidad, nadie da con la tecla definitiva. Mientras tanto, Aristóteles sigue, erre que erre, después de dos mil quinientos años. Claro que ya no es el mismo magisterio que en la Edad Media o en el siglo dieciséis, pero ahí continúa por si alguno quiere salir a su encuentro. Yo ya lo hice y mis dudas siguen latiendo. Será tal vez eso que llaman la vida. O el alma quizás Quién lo sabe.

martes, 17 de diciembre de 2019

UNAMUNO EN BÉJAR



No, no se trata de ninguna resurrección ni de ninguna aparición milagrosa del personaje. Lo único que quiero es dar noticia y dejar constancia de la exposición que ha preparado, presentado e inaugurado la USAL en el Convento de San Francisco de Béjar, en recuerdo de las relaciones entre Unamuno y Béjar. Entre bambalinas y como comisario, José Antonio Sánchez Paso, a quien tanto le va la marcha de todo lo que suene a Béjar, territorio en el que se mueve como casi nadie.
A veces los astros se conjuntan y se ponen de acuerdo en orbitar a la vez, las sinergias andan siempre esperando turno y se activan en cuanto pueden. Quiero decir que la ocasión era propicia para esta exposición, tal vez a raíz de la película de Amenábar, Mientras dura la guerra, que tanto ha influido para recuperar, sobre todo en los niveles populares, la figura del rector Unamuno. En todo caso, bien se merece, en cualquier tiempo y ocasión, que se revisen su figura y su aportación al pensamiento.
He escrito varias veces acerca de lo que, para mí, representa Unamuno. Sigo pensando lo mismo. En brevísimas palabras, me resulta un creador poliédrico, desconcertante, apasionado y apasionante, siempre mirando hacia sí mismo para poder mirar afuera, e inagotable en su afán por escudriñar todo lo que atañe al sentido de la vida del ser humano. Y todo ello lo pienso desde la lectura de bastantes de sus innumerables textos. Esa es la mejor fuente para que cada uno extraiga conclusiones y actúe a partir de ellas. De hecho, estas exposiciones conmemorativas y de recuerdo no pueden ni deben aspirar a más que a incitar a ello, lo que no es poco.
Esta idea de volver a la persona y, sobre todo, a sus escritos nos sirve para cualquier lugar y para cualquier tiempo; también para Béjar y su relación con él. Existe una parte de sentimentalismo a la que no hay por qué renunciar, pero nunca debe ser superior a aquello que aporta el conocimiento directo y sin intermediarios de las ideas esenciales que analiza y ensaya, con independencia de los lugares concretos.
Claro que Unamuno tiene que ver con Béjar, con Béjar como realidad natural en la que buscar las esencias en el pensamiento, y también con Béjar como realidad humana en la que vivían personas que tejían la vida diaria en la mejor y en la peor intrahistoria. Por eso sus estancias en la ciudad y en la comarca, por eso sus amistades, por eso sus intermediaciones en los conflictos laborales, por eso sus diatribas contra las tabernas, por eso sus alabanzas a la cultura de los obreros, por eso sus inauguraciones y sus discursos, por eso… Claro que tiene mucho que ver con Béjar este pensador insaciable que hasta aspiraba a ser conciencia del universo entero.
Cada una de estas facetas está al menos apuntada en los paneles de la exposición inaugurada ayer mismo.
Béjar, como cualquier otra comunidad, necesita de vez en cuando un empujón que le despierte la conciencia, que le muestre que existen y han existido personas preocupadas por el ser humano como tal, mucho más allá de los intereses más personales, egoístas (que no egotistas) y mostrencos. Unamuno, con todos sus vaivenes, es una de esas personas.
Me sentí muy sorprendido y agradecido al verme reflejado, en la copia de unos breves versos, en el panel que cierra la exposición, como ejemplo de creador que ha escrito con el rector de Salamanca y su pensamiento como fondo. Gracias al comisario, quien, seguramente, lo habrá hecho posible y real.
La exposición espera ser vista. Los textos y el ejemplo esperan también ser leídos y pensados. Lo demás viene después y es labor de cada uno.

lunes, 16 de diciembre de 2019

EL SÍNDIC DE CATALUÑA


EL SÍNDIC DE CATALUÑA
¿Poesía social? ¿Desahogo? ¿Reflexión? ¿Bajada a la calle en las formas? Qué sé yo. Creo que he dado buenas muestras de que en mi creación cabe casi todo. Nunca he reivindicado un solo tono formal para la expresión, ni he santificado tampoco el camino más directo -a veces más sencillo y a veces más complejo- hacia el lector. La vida es así de diversa. Vuelvo a decir qué sé yo y ahí me quedo. El caso es que el fondo y el magma que alimentan todo este asunto de Cataluña me tienen hasta el gorro (por utilizar un eufemismo), y entonces…

EL SÍNDIC DE CATALUÑA
El SÍndic de Cataluña,
llamado señor Ribó,
con palabras muy solemnes
en los medios declaró
que el servicio no funciona
de sanidad y que no
deben los catalanes
en tan grave situación
atender a los enfermos
de forastera región
porque gastan muchas perras
siendo de ajena nación.

“Espanya ens roba”, repite
cada vez que la ocasión
se le presenta propicia
para esta afirmación.
“Si no vinieran de fuera
todo nos iría mejor:
no habría listas de espera
ni falta de habitación;
los catalanes, entonces,
vivirían mucho mejor.
y tendrían más dinero
para mi retribución:
son ciento treinta mil euros
lo poco que cobro yo
y necesito subirme
el pago de mi pensión.

El gobierno catalán
bien que me favoreció:
llevo más de quince años
sirviendo esta profesión,
y en estos momentos debo
devolverles el favor;
¿de quién se creen que, en el fondo,
soy realmente defensor?”.

Los enfermos, los parados
y los de la construcción,
los médicos y enfermeras,
los del taxi y el camión
preguntan de qué caverna
han sacado a este señor.

Pues era señor de izquierdas,
les responden a su voz,
y, en tiempos, también de pobres
era claro defensor.

Bendita sea la madre
que tal vástago parió,
pero qué a gusto y tranquila
seguro que se quedó
al quitárselo de encima
y regalárselo a Dios
en manos de jesuitas
que encaucen su educación,
colegio solo de ricos,
de uniformes y oración
el que el tal Síndic de Greuges
siendo joven frecuentó.

Claro que, del Ebro al este,
todo tiene bendición;
lo que aquí parece malo
allí merece perdón
e incluso, sin disimulo,
hasta pública ovación:
el Procés, la Independencia
absorben cualquier error:
lo malo se torna bueno,
lo bueno se hace mejor,
si sirve para la causa
de crear nueva nación.

Que Dios nos libre de Síndics
que olvidan que su misión
es ayudar a los pobres,
y encontrarles solución
a tantas dificultades
que la vida les mostró
y no aplaudir sin complejos,
sin vergüenza ni rubor
a los que llenan su panza
y matan su corazón.

Quizás lo de Cataluña
ya no tenga solución.
Pues mucho menos la tiene
este tal señor Ribó.

viernes, 13 de diciembre de 2019

TENDIENDO LA ROPA



TENDIENDO LA ROPA

Meto en la lavadora los recuerdos
para sacarlos limpios y airearlos
al sol que más calienta. Centrifuga
a una velocidad acelerada
y, mientras lava, oigo
cómo por el desagüe se deslizan
restos que suenan ronco y manan turbio.
Esos no tienen cita en mi memoria.

Aparece el silencio. Me apresuro
a colocar la ropa en un barreño
y, contento, me voy a la terraza.
Empiezo mi tarea. De allí salen
imágenes que están en blanco y negro,
hay muchas en color y otras vestidas
del olor de tu cuerpo y de mi cuerpo.

Las separo con mimo y las coloco
en el primer cordel del tendedero
para poder mirarlas muy despacio
y marcharme con ellas al pasado.

Sé que en ellas se guarda bajo llave
lo que te di y me diste, lo que fuimos
y quisimos que fuera para siempre.

Te llamo. Nos miramos en silencio
y te invito a que en ellas nos tendamos
también para airearnos y allí, juntos,
mirar qué nos propone el horizonte
en esta hermosa tarde de diciembre.

jueves, 12 de diciembre de 2019

UNA SOLA FRASE


                                                     UNA SOLA FRASE
Hay días en los que una sola frase te llena todas las horas y no terminas de analizarla por completo. Hoy acaso ha sido esta:
“Mantén tu vida al alcance de los hijos”.
Pudo desnudarse en un poema, pero no lo hizo. Pudo concretar cuál es ese sujeto que no se explicita, y tampoco se prestó a ello. Se pudo glosar en el alcance de cada palabra y de cada sintagma, pero no alcanzó para tanto. Qué sé yo, sigo rumiando todo lo que contiene y no le doy fin. Me la quedo y sigo en ella.

martes, 10 de diciembre de 2019

PLATÓN CONTEMPLANDO LA CAVERNA



PLATÓN CONTEMPLANDO LA CAVERNA

La luz es hoy más luz porque a la sombra
le ha robado el espejo en el que brilla,
y ha logrado llevar hasta otra orilla
la oscura realidad en que esta mora.

Llega la hora del sol y se recobra
más alta realidad, ¡oh maravilla!,
con la razón sembrando la semilla
que convierte en verdad lo que es zozobra.

No rechacéis, suplica, al que combate
la sombra que almacena la caverna
y rompe las cadenas que os abaten.

 Sed nueva realidad, razón y fuerza,
sed el conocimiento que deslumbra
y saca a la razón de la penumbra.

domingo, 8 de diciembre de 2019

"¡QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?"


  “¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?”
Asistí ayer tarde-noche al concierto que nos ofreció Luis Pastor en el teatro Cervantes. Para un buen grupo de personas de Béjar, Luis Pastor es casi como de la familia: acude con frecuencia y tiene seguidores asegurados. Yo creo que él lo sabe y que pone un poco más de su parte al sentirse entre amigos. Hace casi cuarenta y cinco años, nada menos, que se frustró su primera visita, en tiempos en los que cualquier protesta se prohibía y cualquier expresión se examinaba con lupa. Y ahí sigue, con su protesta a cuestas, como consecuencia del análisis de un mundo que no le satisface y como expresión poética y musical de su sentir y de su pensar.
Yo ya lo he escrito muchas veces: si me sacan de la música clásica, folk o de los cantautores, me pierdo con demasiada facilidad. Sin embargo, escuchando letras y canciones de estos creadores de conciencia social, me pierdo también, pero de una manera totalmente diferente. Por ejemplo, puedo hacer un viaje en solitario de norte a sur y no aburrirme ni un solo rato. Cuántas horas y cuántos días.
Siento, sin embargo, que, entre muchas personas, a veces, estas canciones parecieran estar en el mundo del abuelo cebolleta y un poco fuera de la moda, de eso que a todos machaconamente se nos dice que se lleva y de las listas de lo más y menos vendido. De hecho, salvo casos muy consagrados, estos creadores suelen buscarse la vida por su cuenta y actúan en muchas ocasiones en condiciones precarias, en comparación con los más afamados de la música pop. Tal vez por ello alguno reacciona con gritos de protesta y de ironía: “¿Qué me dices, cantautor de las narices?”, cantaba Aute. Y más recientemente grita Luis Pastor: “¿Qué fue de los cantautores?”. Menos mal que él mismo se reivindica, y, con él mismo, a todos los demás que se dedican a despertar conciencias:
·¿Qué fue de los cantautores?
Aquí me tienen, señores,
aún vivito y coleando
y en estos versos cantando
nuestras verdades de ayer
que salpican el presente
y la mierda pestilente
que trepa por nuestros pies.

¿Qué fue de los cantautores?
De los muchos que empezamos,
de los pocos que quedamos,
de los que aún resistimos,
de los que no claudicamos,
aquí seguimos.
Cada uno en su trinchera,
haciendo de la poesía,
nuestro pan de cada día”.
Son versos tan sencillos como clarificadores. La persistencia se explica porque lo que empuja a la conciencia a gritar sigue quemando dentro. Aunque la curva vital explique tantos altibajos y tantas curvas y desalientos en la carretera.
Luis Pastor dedicó buena parte de su concierto a recitar versos que narran su trayectoria vital. También desde el tono sencillo y, a veces, con caídas poéticas evidentes. Se lo agradecemos no tanto porque sea su propia trayectoria, que también, sino porque en ella se recoge la de muchos otros que, como él, han dado salida a su conciencia, en un paralelo atractivo entre su obra y su vida.
A Luis Pastor y a los cantautores hay que darles las gracias porque que siguen siendo esa avispa cojonera que no deja dormir la siesta a gusto ni permite que, en palabras nuevamente de Aute, el pensamiento (no) pueda tomar asiento.
Adormideras ya tenemos bastantes, y no son solo aquellas que se cultivan en los campos.
Ayer fue tarde-noche de cantautor en directo. Hoy, y cada día, cualquiera puede convertirse en pequeño o gran cantautor.

viernes, 6 de diciembre de 2019

CONSTITUCIONALES Y CONSTITUCIONALISTAS



De nuevo, en el fondo, la palabra. Cada año se celebra (¿se recuerda, se conmemora…?) el día de la Constitución. No todos lo hacen de la misma manera ni con el mismo entusiasmo precisamente.
En los últimos tiempos, escuchamos cómo se lanzan improperios a la cara, tildándose unos de constitucionalistas y negando tal condición a los demás, mientras los otros les devuelven lindezas de todo tipo. ¿Hasta qué punto es esto cierto? Otra vez nos persiguen las palabras. Pobrecitas ellas, siempre imprecisas y confusas al lado de la realidad que intentan representar. Vaya por Dios.
Tal vez nos equivocaríamos un poco menos si fuéramos a la raíz de la familia léxica. No parece ser otra que CONSTITUCIÓN. Y más atrás todavía CUM más STARE, lo que nos lleva a la situación -y acaso a la voluntad- de estar en común, de vivir en común, de acuerdo con unas reglas que nos permiten salvar los mínimos de una convivencia. Eso y no más, ni menos, debería ser una Constitución, eso que tal día como hoy recordamos. De CONSTITUCIÓN podemos trasladarnos a CONSTITUCIONAL, a través del sufijo abundancial –AL, para recoger todo aquello que se relacione con la Constitución. Por eso tenemos un alto tribunal que juzga y decide cuando hay dudas de si algo tiene o no parentesco con la Constitución. Aún hemos de añadir un sufijo más: -ISTA para encontrarnos con el término CONSTITUCIONALISTA, que añade al significado algo así como cierta afición y deseo de valorar positivamente la Constitución. Son elementos de fijación filológica para no perdernos por el camino. Siempre se pide perdón por tener que dar estas explicaciones a todos los que no frecuentan esta disciplina, como si fuera algún pecado servirse de ella. Ya está bien, pero se pide perdón y a otra cosa.
He escrito antes “cierta afición y deseo de valorar positivamente”. Lo hago por analogía con otros términos: animalista, federalista, feminista, cuentista… Y ahí anda el nudo y la dificultad.
Hay gente que no exige esa actitud positiva y de complacencia para con la Constitución existente, y solamente pide que el que sea se someta a sus mandatos, aunque tenga que taparse la nariz para ello.
Según el criterio que utilicemos, el cuadro de constitucionalistas tiene una forma y unas dimensiones, o tiene otras muy distintas.
Las actitudes no se pueden codificar fácilmente, pertenecen más al ámbito personal y a las convicciones individuales; así que no es fácil obligar a nadie a que sea constitucionalista. Sin embargo, sí se le puede obligar a que sea constitucional, o sea, a que se rija por las reglas que constituyen el articulado de la Constitución.
Pero es que, además, a la Constitución se puede llegar con el ánimo de modificarla y hasta de sustituirla. Con esta mirada amplia, podríamos concluir que constitucionales tenemos que ser todos y que constitucionalistas podrían ser considerados también todos, incluidos los que no se sienten muy cómodos en ella y buscan su modificación y hasta su sustitución.
Nos falta, no obstante, un requisito que resulta fundamental e imprescindible. Nadie puede ser acogido bajo el nombre de constitucionalista si no está dispuesto a seguir los caminos marcados para las modificaciones buscadas en los propios códigos existentes. Y, con este requisito, ya no estoy dispuesto a defender que todos los partidos españoles son constitucionalistas, ni mucho menos. Al menos en algunas de sus actuaciones. A las pruebas me remito.
Así que convendría no tirarse los trastos a la cabeza con simpleza y acaso con alguna falta de razón, ni tampoco arrogarse cualidades que no se aceptan en la práctica.
Nuestra Constitución, como todas, es una diana a la que se puede disparar con cualquier clase de intención; se deja hacer de todo. Pero, ojo, solo si se ha pedido hora para ello y no se atropella a los que también están en la sala de espera para felicitarla.
Qué lejos todo ello de una actitud de lealtad y de espíritu comunitario. Y no digamos ya del entusiasmo colectivo. “De todas las historias de la Historia, la más triste, sin duda, …”