martes, 31 de enero de 2017

ESTA VIDA


Con frecuencia se nos recuerda que tiramos un tercio de la comida. Mientras tanto, una cantidad ingente de personas pasa hambre. El binomio es exacto y es escandaloso, nos aturde y nos golpea; pero al rato se nos pasa y seguimos creando desperdicios en una eterna contradicción personal y colectiva. Después, vuelven los datos y retorna la canción del mea culpa. Y así vamos pasando, a medio pelo, entre engaño y engaño, entre golpe y aullido, entre conmoción e indiferencia.
Hay otra serie de desperdicios que tienen el marchamo del olvido. Son todos aquellos que, pudiendo ser aprovechados, dejamos perder inútilmente; son todos aquellos que están al alcance de la mano y, sin embargo, no dejamos siquiera que nos rocen; son todos aquellos que podrían pasar a formar parte de la vida y, por el contrario, se alojan para siempre en el barrio de la nada y del silencio.
Es fácil anotar algún ejemplo: amar a manos llenas, predicar la justicia y practicarla, gritar serenamente todo aquello que uno siente y desea, no negarse a cualquier momento hermoso, buscar sin aspavientos el camino de la verdad y de la belleza, decir no a una situación injusta, ayudar al cercano, reconocer la bondad de las limitaciones, no sacar pecho en los momentos buenos ni amilanarse en los perjudiciales…, amar siempre la vida a manos llenas y a corazón abierto. El día está abierto a veinticuatro horas de vida sin descanso, pero también a veinticuatro horas de muerte y de abandono.
Con los desperdicios de comida se pueden y se deben llenar los estómagos de los que pasan hambre. Con todos los demás desperdicios se puede crear una vida individual y colectiva mucho más llena y productiva. Con la falta de alimentos materiales, se termina en la muerte. Con la falta de alimentos de otro tipo, la muerte ya está presente porque no se crea la vida positiva.

Cuánto desperdicio y cuánta vida que brota y no se moja con la lluvia para volver al seno de la tierra, castrada y detenida, sin dejar que los brotes echen ramas y flores y semillas. En fin, así es la vida. Quiero decir esta vida, nuestra vida.

sábado, 28 de enero de 2017

ENGÁÑATE SABIENDO QUE TE ENGAÑAS


ENGÁÑATE SABIENDO QUE TE ENGAÑAS

Descúbrete filósofo pues sabio
es estado final, fruta madura,
presagio inevitable de la muerte,
consecuencia y recuelo complacido
de lo que ya no late ni se agita.
Conócete a ti mismo, hazte preguntas
de esas que nunca deben formularse,
abre siempre las puertas, que entre el aire
y no atufe el brasero que provoca el insomnio.
Anda siempre ligero de equipaje,
dispuesto a la sorpresa y al asombro.

Pero has de permitirte algún descanso,
algún tiempo feliz para el reposo,
para advertir también que, ante ti mismo,
eres un dios menor,
para sentir el gusto de las cosas,
esas que te han de dar un nuevo impulso
para seguir buscando nuevos rumbos
que llevan otra vez hasta el fracaso.

Engáñate sabiendo que te engañas.
Serás sabio y filósofo si juntas

camino y solución de todo y nada. 

viernes, 27 de enero de 2017

DEL LIBRO DE LA VIDA


DEL LIBRO DE LA VIDA

En una tarde tórrida y celeste,
-a finales de agosto,
los dioses sorprendidos y perplejos-
me regalaron en papel de oro
el Libro misterioso de la vida.
Sus pastas eran dulces y sus páginas
reflejaban el blanco de la nada.
Porque la nada es todo
y todo es el camino de la nada.

No sé si supe abrirlo en el momento
propicio en el que el mundo
se me pintó de azul,
y me invitó al dolor de la escritura.

Hoy repaso capítulos y algunos
se me quedan difusos y con párrafos
que admiten mucho margen de mejora,
casi siempre por falta de coraje
para romper con tanto mandamiento
que llegaba de fuera y se quedaba
como gota malaya perforando
la inútil terquedad de mis deseos.

Pero no he de quejarme, que hay pasajes
cargados con la voz de mi conciencia,
preñados de preguntas, anotadas
al margen, con repuestas imprecisas
y con nuevas preguntas más oscuras.

A veces me remanso en la lectura,
como tomando fuerzas, y descubro
que la vida me trata con ternura,
y debo estar contento de tanto privilegio.

Me pregunto curioso por aquello
que han de tener las páginas que aún quedan
en blanco y sin abrir. Y no sé nada.
Ni siquiera su número y su epílogo,
que quisiera escribir con letras simples,
serenas y sencillas, con la firma
de quien se va cumpliendo solamente,
con buena voluntad y algo de miedo,
las reglas que convocan al silencio

después de una jornada de extravío.

jueves, 26 de enero de 2017

EL VERDADERO OBJETO DE LA VIDA


A pesar de todas las imposiciones diarias que nos apabullan, nos aturullan y no tienen atolondrados, algún tiempo nos ha quedado para entender que el objeto de la vida se concreta en algo tan elemental y tan sencillo como la reproducción y la muerte. Estos son los dos ejes que, aunque sea a escondidas, nos mueven y nos condicionan; todo se reduce a ello por más que cada día los disfracemos de imágenes y de ilusiones inmediatas. Los disfracemos o dejemos que otros nos los disfracen. Es tan fácil y tan socorrido dejarse llevar  por lo inmediato: un paseo, un partido, una partida, una compra, un viaje, una y muchas facturas y letras, una y muchas apariencias ante los otros, un puesto social, un reconocimiento…
Acaso no sea tan sencillo aclimatar todo a esos dos polos ni secar toda aspiración si no es relacionada con ellos. La vida es un rompecabezas, un puzle que debemos componer y en el que siempre nos faltan fichas. A veces el puzle se complica, el rompecabezas se pone de costado o la partida de ajedrez se muestra en posición de tablas. Entonces -y tal vez siempre- nos distraemos y creamos otros ambientes más distendidos, creamos contextos en los que se nos va la concentración y a los que nos aplicamos como si nos fuera la vida.
No es verdad; la vida se nos va en los dos principios enunciados, en la reproducción y en la muerte, en ese anhelo por permanecer y en la imposibilidad de hacerlo de manera consciente e individualizada, y a lo largo de ella podemos observar ese inconsciente consciente o esa consciencia inconsciente que se vuelve seria o que se viste de fiesta y se olvida de la progresión para quedarse en el momento y en el presente.
Ninguno de los dos es mejor ni peor; tal vez ambos sean inevitables y necesarios para seguir viviendo y para seguir conviviendo.
¿Hasta qué punto los parámetros de la sociedad occidental en la que vivimos consideran la importancia de la reproducción y de la muerte como ejes vitales y de comportamiento? A la vista de lo que se fomenta cada día, más bien todo indica que lo que interesa –o interesa que interese- es el destello del momento, el carpe diem más banal, la cadena de imposiciones que impiden levantar la mirada y ver el panorama, el sometimiento a una escala de valores de usar y tirar, y la renovación continua de lo perecedero y hasta de la nada. Y, si no, analícese cómo se orientan  las actividades generales, todas en busca de los resultados de producción y de beneficios de cuentas corrientes y lejos del valor de la persona como tal, como vértice y mantenedora de los principios citados antes.

Las consecuencias no parecen las mejores. Pero en el pecado llevamos la penitencia: la organización de proyectos de vida se hace cada día más difícil y de la muerte vamos a seguir sin librarnos. Ni uno.

miércoles, 25 de enero de 2017

BÉJAR EN MADRID: CIEN AÑOS


Algún amigo me refresca la noticia. La tenía totalmente olvidada y no entraba en mis preocupaciones ni en mis ocupaciones: Se cumplen CIEN AÑOS de la publicación del semanario BÉJAR EN MADRID. Nada menos que cien años.
Un siglo es una suma de muchos años, de más meses y de muchísimas más semanas. Un grupo de bejaranos que vivía en Madrid sintió la necesidad de reclamar ecos en ambas direcciones y de esa inquietud surgió el semanario que aún pervive.
En esta ciudad estrecha ha sido el principal medio de expresión escrita por su duración y por la enorme cantidad de paisanos y no paisanos que han vertido sus opiniones para confrontarlas con los demás vecinos y lectores. Yo mismo participé durante varios años de manera asidua, casi semanal.
Pero, ay, esta idea, tan hermosa en su enunciado, se ha visto casi siempre sometida a un sesgo editorial impropio de una colectividad variada y plural. Es verdad que, en tan largo período, los vaivenes han sido muchos; sin embargo, siempre la idea general ha respondido a una concepción política muy de derechas y a un ambiente religioso absolutamente tradicional. Por ello, al lado de expresiones muy interesantes en lo que a algunos autores se refiere, se encuentra todo un cúmulo de intervenciones mostrencas y elementales, con escaso razonamiento y menos consistencia intelectual. Temo que, para mayor desánimo, la época actual no es la mejor en cuanto a línea editorial se refiere.
Por eso, junto a la felicitación por lo que supone cualquier medio de expresión para una colectividad y la consideración que cada autor individualmente me merezca, mi más enérgica repulsa por esa línea editorial que considero tan sesgada y rancia, tan estrecha y mostrenca.
Se podría pensar que un colaborador, que fue habitual durante algunos años, no debería expresar tales reticencias. A mí juro que me duele escribir esto, pero es lo que siento. Me gustaría equivocarme, pero aseguro que la opinión no es fruto de un enfado momentáneo.
Sobre todo me duele porque una publicación como esta puede causar también mucho mal a esa comunidad a la que pretende servir e informar. Lo causará si no informa con veracidad, si no informa de todo sino solo de lo que más les favorece a unos pocos, y lo hará si no confirma ni contrasta las noticias que ofrece. Este semanario es ya y será fuente de información de lo que ha sucedido en esta estrecha comunidad durante mucho tiempo. ¿Qué sucede si las fuentes nos ofrecen noticias sesgadas o falsas? Si no hay más fuentes de información asequibles, lo que se traslada se da por bueno con facilidad y se causa un mal irreparable. Por si fuera poco, cuando no existen muchos más medios de comunicación escritos, el que existe va creando opinión, costumbres y escalas de valores a su gusto y conveniencia. De ahí a prácticas sin razonamiento y sin contraste no hay ni un paso.
Cómo me gustaría equivocarme en la opinión que vierto aquí. Desgraciadamente, creo que no. Sería bueno que estudios serenos averiguaran lo que hay de verdad y de mentira en todo ello. Seguro que se resaltarían más los esfuerzos y buenas aportaciones de muchas personas y quedarían más al descubierto las líneas pacatas en las que la línea editorial se ha movido demasiado tiempo. Y hasta puede que dejaran esta opinión y a mí mismo en mal lugar. Ojalá.

En todo caso, felicidades y que viva mucho tiempo más. Sobre todo si vive más cerca de la pluralidad y del razonamiento. Vale  

martes, 24 de enero de 2017

CONTEXTOS


Cuando un alumno crece en edad, lo hace también en amplitud de conciencia y de mirada, de curiosidad y de explicaciones. En cualquier campo de la cultura se aprovecha para acercarle su conciencia a otros elementos y a otros momentos distintos de aquellos en los que vive y que conforman su presente y sus apetencias más elementales.
Eso mismo ocurre en el apartado de las lecturas y en el campo literario en general. Con frecuencia es este un momento en el que aparece el peligro de separación entre los gustos personales y los esquemas que proponen las obras que, también con frecuencia, son impuestas y obligadas.
¿Por qué se produce tal distanciamiento y, a menudo, un olvido que dura mucho tiempo y acaso todo el tiempo del mundo? Causalidad múltiple aparte, pero siempre presente, creo que lo que se descose fundamentalmente es el contexto diferente en el que se sitúan la obra y del lector. La lectura del Quijote será difícilmente productiva si el lector no se esfuerza en entender el ambiente en el que se produce la obra y emocionalmente no se sitúa en el mismo.
Es verdad que las obras clásicas, y más las inmortales, superan casi siempre los elementos de contexto para hacer florecer por encima de todo un ramillete de ideas y de consideraciones que sirven para todo tiempo y espacio; pero nada está completo si no es con los elementos en los que se imagina, se escribe y se produce. Para la enseñanza y práctica de esta materia parece, pues, fundamental concordar estos dos tiempos físicos y emocionales; la obra con su aportación; el profesor con su experiencia y conocimientos; y el alumno o lector con la predisposición adecuada.
Y, aun así, no resulta sencillo empaparse del espíritu de aquellas obras que se han concebido en otras épocas y que responden al espíritu y a los valores de aquel momento. Me sucedía hace un par de días con la relectura de la obra Paul et Virgine, de la que es autor Saint Pierre y que obedece a un esquema romántico en la naturaleza, en la religión y en las relaciones sociales. No me supone ningún esfuerzo sintonizar con los valores que se le atribuyen a la naturaleza, siempre exuberante y alterada; pero qué difícil sentirse próximo a las manifestaciones amorosas, tan remilgadas e idealizadas que terminan por ser inverosímiles; o de la escala de valores sociales y religiosos, tan rígida y sin aristas. El ejemplo es casual y se repite en cualquier creación que se aleje un poco de nosotros en el tiempo, en el espacio o incluso, aunque sea contemporánea, en los valores que exponga.
El contexto, siempre el contexto y lo que condiciona y explica.
¿Dónde, entonces, el valor de una creación?, ¿hasta dónde llega en el tiempo el mérito y la importancia de una obra?, ¿qué podemos extraer de ella para nosotros, lectores de otro tiempo?, ¿cuánta atención debemos prestarle desde otros contextos?, ¿podemos explicar bien el presente sin el conocimiento del pasado?, ¿hay realmente verdades absolutas e intemporales?... Muchas preguntas se suscitan al hilo de la lectura de una obra del pasado. Aunque ninguna anule su lectura.

Por lo demás, la obra citada responde a un ramillete amplio de creaciones literarias que ejemplifican el anhelo de una arcadia feliz y de una utopía natural y humana que explican su estilo y su trama. Pero esto ya es asunto más amplio y académico, y aquí y ahora lo dejamos dormido.

domingo, 22 de enero de 2017

CONSEJOS PARA MÍ MISMO

  
CONSEJOS PARA MÍ MISMO

Repara en que la fuerza del instinto
te mantiene despierto cada día
en milagro continuo.
Ten en cuenta que en esta extraña vida
eres único y solo, la segunda
persona para todas las primeras;
que un azar, que elabora
con extraña razón sus propias leyes,
te ha concedido un número que solo
tú posees y juegas.
No olvides que correr sirve de poco
pues siempre hay una cosa que te alcanza
cuando menos la esperas.
Observa que vivimos con el ansia
de aprender a escribir, sin darnos cuenta
de que también tenemos que borrar.
 Procura que el silencio no sea prólogo
ni mensajero oculto de la muerte.
Si has de morir que mueras de horizontes
y con la vista limpia, clara y alta.

Vive y deja vivir, cumple el asombro

que te ofrecen la luz y la palabra.

sábado, 21 de enero de 2017

SOLUCIONES IMAGINATIVAS


En mi último paseo por la calle Mayor de Béjar, veo el anuncio de cierre de una de las pocas librerías de la ciudad. En ella he comprado libros, periódicos, objetos de papelería… Y en ella se ha vendido algún libro mío. No es más que otro ejemplo lastimoso de la situación en la que se halla esta estrecha ciudad.
Pero para mí este es un ejemplo un poco más doloroso porque se trata (se trataba) de uno de los escasos centros de difusión cultural; de manera que nos empobrece doblemente a todos, comercialmente y culturalmente. Se une al cierre anunciado de Bizarte, otro local de cultura en el que pasé algunos ratos buenos como espectador, como ponente o como colaborador.
Malos tiempos estos en los que todo parece que se encoge y desaparece de nuestras vidas y de nuestras costumbres.
Como esta ciudad estrecha anda de capa caída y no parece encontrársele otra salida que la del comercio y el turismo, voy a proponer la apertura de un local que aglutine ambas variables. Al menos tiene la ventaja de que no implica arruinar a la familia para abrirlo y tenerlo que cerrar a los seis meses o al año por falta de rendimiento. Se trata de un ALMACÉN DE PIEDRAS. La consecución del material no parece dificultosa: estamos en la serranía y la ladera sur de los Picos de Valdesangil abunda en piedras de cualquier tamaño. Tampoco parece que sea un material perecedero precisamente y de una temporada para otra simplemente tendríamos que darle unos brochazos para cambiarle algo el aspecto y el color. Y lo mejor y por lo que creo que sería un negocio muy rentable es que podríamos tenerlas SIEMPRE EN REBAJAS. Podíamos empezar en el 25% en cada kilo. para ir subiendo según la magnitud de la compra. Podríamos llegar hasta el 75%. ¡Y esto durante todo el año!
A estas alturas cualquiera se estará preguntando a quién le pueden interesar las piedras. Yo también, claro. Pero es que el secreto está en los descuentos. ¿Qué más da que no sirvan para otra cosa que para tirarlas otra vez en el campo? ¡Esto da igual! ¡¿Pero y el descuento?! Y, siendo barato… Creo que la idea va a ser un acierto seguro.
Y, desde el día de la apertura, CONSUMIR, CONSUMIR desesperadamente; CONSUMIR, CONSUMIR inevitablemente; CONSUMIR, CONSUMIR compulsivamente… hasta quedarnos nosotros mismos rebajados de mente y de valor.

N.B. Se mandará invitación para el día de apertura. Hasta completar el aforo.

viernes, 20 de enero de 2017

EL VUELO DEL PATO


El águila imperial iniciaba un vuelo cada cuatro años. Desde él supervisaba todos los dominios de su imperio: los bosques, las estepas, las playas, los desiertos, los montes y los valles. Nada quedaba fuera de su alcance y en todo decidía según sus conveniencias. Para un mejor control, tenía embajadores y espías colocados en los mejores puestos y toda una red de colaboradores que seguían fielmente sus indicaciones y que, de vez en cuando, acudían a la corte del águila para rendir pleitesía. Algunos, con tal de conseguir sus favores, aprendían acentos cortesanos, variante tejana, y colocaban distendidamente sus piernas encima de la mesa para mostrar su sumisión y fidelidad al águila. En definitiva, todo el reino andaba pendiente de la voluntad de su graciosa majestad.
Pero no siempre las águilas volaban a la misma velocidad ni con la misma extensión de alas. Hubo una vez una, con cara y nombre de pato, que llegó hasta la silla real después de enfrentarse con las costumbres y con las verdades más elementales que circulaban por el reino: se reía de las mujeres, se mofaba de los inmigrantes, despreciaba a los más necesitados, propiciaba los enfrenamientos y aclamaba al vencedor mientras al perdedor lo dejaba olvidado y solo.

El día que alzó el vuelo, todos estaban expectantes y un poco temerosos; todos salvo sus esclavos agradecidos, que abrían el pico aguardando a ver si caía del cielo alguna migaja con la que llenar su papo. El tiempo lucía gris y hacía frío. Los meteorólogos anunciaban borrasca y temporales frecuentes. La gente se ocupaba de proteger sus puertas y ventanas. Reinaba una calma tensa y todo sonaba como en eco, como si el misterio estuviera a punto de romperse y nadie supiera por dónde podría discurrir aquel vuelo.

jueves, 19 de enero de 2017

GLOCALIDAD (O GLOCALIZACIÓN)


Ya tiene algunos años este neologismo (que no veo en el diccionario de la RAE -ni falta que hace- y que no sé si está extendido o no) pero que me parece que no está mal hallado ni mal traído al mundo real. Viene a indicar una fusión de dos términos y de dos ideas aparentemente contradictorias: global y local, o globalización y localización.
En su origen, parece que japonés, se utilizó para el mundo económico, y quería poner de relieve las bondades comerciales de actuar con ideas globales pero con aplicaciones locales, de acuerdo con las características propias de cada lugar. Bueno, una técnica comercial más, que no buscaría nada nuevo sino lo que todas las otras: apoderarse del mercado, dejar con el trasero al aire a los competidores y conformar una buena cuenta de resultados, un aplauso de los accionistas y una subida de sueldo para los directivos de esas que asustan.
 A mí esta variable comercial me importa poco. Sí me llama más la atención su aplicación en otros campos de la vida: social, político, religioso, cultural…
También en estos sentidos se trataría de organizar una serie de principios de carácter general y universal (una ideología, una religión…), y de buscar la mejor manera de aplicarlos en cada circunstancia particular, sin perder su esencia pero buscando su mejor rendimiento; o sea, pensar global pero actuar local.
Esto, que no es más que un principio de actuación, termina por asumir y por abrazar toda una manera de entender la vida.
Un ejemplo del campo político. ¿Es lo mismo ser socialista, o del PP, o de Podemos en Béjar que en Madrid? Los conceptos que componen la ideología deberían ser los mismos. ¿Y su aplicación en la confrontación política? ¿Son los mismos los “oponentes”?, ¿son iguales las condiciones de las personas -de la misma adscripción y de las otras- en cada lugar? Parece claramente que no. Es más, y estirando un poco el argumento, ¿un socialista en Béjar tendría la misma adscripción política en Madrid? Es un ejemplo simplemente para meditar.
Valga solo otro apunte de tipo religioso. ¿Debe ser la misma la aplicación de la doctrina  religiosa en las dos ciudades que se han propuesto en el ejemplo anterior? Es tan evidente que no, que no merece demasiada explicación: carácter de la población, número de la misma, diversidad cultural, tipo de organización eclesial, curvas de población…
Y así en todos los campos 
No se trata de negar referentes generales ni tampoco de asentarse en relativismos absolutos, sino más bien de un intento de suma y de media entre elementos que parecen antagónicos, solo parecen. Porque la práctica es diaria y menuda, múltiple y diversa; los principios son menos y obedecen a la mente y a la teoría.
Luego vienen los peligros de dar demasiada preeminencia a los principios o a la práctica menuda y diaria. Tengo la impresión de que, al menos en la práctica política, hay demasiada gente que no va mucho más allá del intento instintivo del día a día, olvidando esos principios sin los cuales nada resulta consistente y duradero. Grave peligro este. Como lo es en el campo religioso el de la existencia de aquellos a los que les cuesta demasiado poner al día los principios dogmáticos que terminan impidiendo todo avance y reduciendo las prácticas en algo irreconocible para casi todo el mundo, cuando no en algo rechazable directamente.

Glocalidad y glocalización, dos forma de plantear un rato de pensamiento en cualquier formato y en cualquier foro. Para ello, claro, aunque sea local, tiene que estar abierto a lo global. Y eso…

miércoles, 18 de enero de 2017

MANIPULAR


Cuando alguien trata de fijar el significado de cualquier palabra o expresión, acude al uso más frecuente y a aquello que se da por bueno en la conversación de cada día. Así por ejemplo, si a una persona le pedimos que nos dé una definición de “imbécil”, seguramente nos soltará toda una ristra de sinónimos cargados de connotaciones negativas: tonto, bobo, idiota, sin capacidad mental…, y nos advertirá de que no utilicemos este término si no es estrictamente necesario. No es el mejor método.
La mejor formulación para precisar el significado de un vocablo es la de acudir a su etimología y, desde ahí, tratar de entender el cúmulo de connotaciones que se le han añadido y que han hecho evolucionar ese significado; solo entonces entenderemos realmente qué queremos decir con el mismo.
El ejemplo citado nos sirve. “Imbécil” procede de las palabras latinas “in” y “baculum”, que, sumadas y trasladadas al español, no dan “sin báculo”. Sí, sí, sin garrote, sin cayada, sin apoyo para la mano y el cuerpo, sin palo para arrear al ganado. A partir de ahí, empezamos a añadirle al “báculo” contextos y a desfigurar el significado; lo colocamos, por ejemplo, en el garrote del obispo con el que señala su poder espiritual sobre la diócesis y los fieles. Más tarde lo colocamos en el ámbito mental y ya estamos en un garrote que señalaría la presencia de ideas en las que apoyarnos para justificar acciones y para razonar ante la vida. Y ya tenemos el que tiene “báculo”, o sea, apoyo mental, ideas, razones, y el que no lo tiene, el “im-bécil”, el que no razona, el tonto, el alelado, el que se deja llevar, el menos sólido, el… imbécil.
No sé si el calificativo puede doler más conociendo y aplicando la etimología o simplemente dejándolo caer como si no supiéramos de dónde procede.
El ejemplo, solo un ejemplo, sirve para hacer notar en qué medida el lenguaje se puede manipular y hasta qué punto con él podemos manipular la realidad y el trato con las personas. Hasta en su uso más prístino y claro, la lengua no es más que una aproximación débil, muy débil, a la realidad, a esa realidad que ciframos en ideas de la misma, siempre desde una inconcreción y desde un fracaso manifiesto. Porque las palabras son siempre parábolas, rodeos, aproximaciones, intentos fallidos. Cuando seguimos el proceso de cada una de ellas, la confusión y la polisemia se apoderan de ellas y de nosotros. Y entonces aparece sin remedio la manipulación. Es verdad que a la palabra manipulación le atribuimos siempre una intención clara de confundir y de tergiversar por parte del hablante, del que manipula; pero es que, ya por naturaleza, la palabra es manipulación, rodeo, curva, vuelta y escondite.
En nuestras manos está el conocimiento de esta herramienta fabulosa de comunicación que es la palabra. No se puede exigir el mismo grado de dominio a todos. Pero sí la sencillez, el reconocimiento de las muchas aristas que contiene, el entender que con él se puede herir mucho y se puede ayudar también mucho, la certeza de que casi todos los malos entendidos son solo eso, malos entendidos y malas interpretaciones de las palabras y de que casi todo se solucionaría si bajáramos a su valor real y al reconocimiento de que son las interpretaciones sesgadas las que nos conducen a los enfrentamientos casi siempre.
Si la manipulación resulta inevitable, ¿por qué al menos no eliminamos de ella esa aviesa intención de engañar al otro y de presentarle una realidad que es solo la que interesa a mis propósitos?
Por cierto, ¿tenemos claro de dónde procede la palabra “manipulación”? Le sucede lo mismo que al “imbécil” del ejemplo: “manus” “pello” y mano y manípulo y pulso. Los sacerdotes saben mucho de manípulos, y los soldados romanos también. Después, de la mano lo hemos pasado a la cabeza y a nuestras intenciones. Y repetimos la misma noticia muchas veces. Y, aunque sea cierta, la estamos manipulando. Y usamos una palabra con sentido equivocado. Y la estamos manipulando. Y la usamos correctamente. Y, aun así, estamos manipulando la esencia de la realidad.
Aplíquese la consideración a las relaciones sociales, políticas, religiosas, familiares… y extráiganse consecuencias razonadas y razonables. Nuestra inteligencia puede estar embrujada y manipulada por el lenguaje. Cuidar este es seguramente también mejorar y sanear aquella.

¿Qué nos queda al fin? Lo de siempre, lo que no se agota: el sentido común y la buena voluntad, también imprecisos pero algo menos manipulados.    

martes, 17 de enero de 2017

CONFERENCIA DE PRESIDENTES AUTONÓMICOS


Se celebra, por fin, una de esas reuniones que no deberían pasar desapercibidas pues en ella se juegan demasiadas cosas, de esas de las que dice la sabiduría popular que con ellas no se debería jugar. Es la llamada Conferencia de Presidentes Autonómicos. A mí me parece que esta paella tiene tantos ingredientes, que no es fácil que se pueda servir en su punto. El principal de ellos es el de la financiación autonómica.
Para empezar, faltan a ella dos presidentes de los territorios que parecen lucir como logro precisamente el enfrentamiento con los demás y la defensa de la bilateralidad con el Estado, en lugar de la multilateralidad entre diversas regiones. Ya me dirán cómo se come ese plato.
Pero es que, además, existe el peligro de interpretar que es el mejor presidente autonómico aquel que defiende a los ciudadanos de su autonomía, con independencia de cómo queden los de las demás. Y en esto no siempre  se notan las diferencias de ideología. Porque uno da por hecho que un dirigente de la derecha se apunte a sus intereses más próximos, pero esperaría que otro dirigente más social supiera ceder y hasta defender que acaso su región tiene que ceder más que aquella otra que es más pobre, aunque no sea la suya y hasta esté gobernada por políticos de otro color.
Por si fuera poco, incluso en la mejor de las disposiciones, ¿cuáles son las variables que han de tenerse primero en cuenta para que tanto el reparto como los resultados sean justos y equitativos? ¿La población, concentrada o dispersa?, ¿la extensión territorial?, ¿las curvas de población?, ¿la productividad natural?, ¿el tejido industrial?, ¿la centralidad y la periferia?, ¿el carácter más o menos innovador de los habitantes?... Grave asunto este en cualquier caso. Y, termine como termine todo este asunto, ¿cómo se lo han de tomar los habitantes de cada territorio? Ojo que ahí se juegan después muchos resultados electorales autonómicos y suele parecer siempre más “macho” aquel que se lleva a su región la mejor tajada.
¿Estarán los dirigentes a la altura? ¿Estarán los electores también a la altura? Alguna parte de España ya sabemos que, casi históricamente, atiza su complejo con aquello de que España nos roba; otras regiones se quedan solo en las cantidades sin atender a las variables desde las que se han confeccionado; otras tal vez se olviden de que quien da suele pedir también que el que recibe se espabile y use bien lo recibido; otras…
Se juegan demasiados partidos en el mismo campo, las leyes del arbitraje no están del todo claras y los que tienen que jugar miran demasiado el color de su camiseta.

De nuevo se alza como valor superior el sentido común al lado de la mejor voluntad. Sin ellos y sin una mirada general que abarque algún sentimiento y algún fin común todo resultará más difícil. Que perdiendo un poco todos ganemos también todos.   

domingo, 15 de enero de 2017

MI MADRE ESTÁ TEJIENDO UNOS VISILLOS


Adornan mi ventana unos visillos que ven el exterior y lo dividen en una realidad cuadriculada. Adivino edificios porque sé que están ahí, tras los cristales; pero hasta mí llega, lo repito, toda una realidad cuadriculada: ladrillos adosados y cubiertos por una tela asfáltica de hilo, esqueletos de árboles desnudos -es invierno- en el trasfondo gris de la ladera, un cielo casi azul pero en trocitos que adoquinan un fondo más lejano, cualquier silueta andante que se adivina al otro lado claro de la plaza, y un silencio partido y untuoso que me aproxima notas musicales de alguna descompuesta sinfonía.
Tal vez también mi mente ande partida, celosa de sí misma, descompuesta, buscando realidad que no se asoma, templando lo que no ha de tener tiempo para darse a la calma, con el afán continuo de alguna verdad cierta que amortigüe los vientos de la duda, que deje florecer las amapolas sin miedo a que se sientan desangradas, o tal vez con las ganas de que al menos el agua sea propicia y mitigue la sed.
Anda todo en un tierno desconcierto, en un caos ordenado, en un desequilibrio en equilibrio, en un quiero y no puedo y en ese no sé qué que se mantiene naciendo todo el tiempo.
Así es la realidad, así es mi mente. Unos simples visillos que me avisan de que todo es confuso y certero al mismo tiempo, de que ahora y aquí y también yo mismo comemos realidad y hacemos que tú, antes y ahí seáis contrapeso en esa ventanilla de hilo blanco.

Tejieron los visillos las manos de mi madre y hoy las veo tejiendo y destejiendo contra  el tiempo. Acaricio en sus manos la luz de la ventana. Todo es más limpio ahora y más diáfano. Mis ojos vierten lágrimas de luz y llueve claridad. Y es un misterio blanco que se derrama en todo. Me dejo en el olvido en la ventana.

sábado, 14 de enero de 2017

PALOS DE CIEGO: NI POR ACTIVA NI POR PASIVA


Podemos no va a votar al PP ni por activa ni por pasiva. Bárcenas no va a implicar al PP ni por activa ni por pasiva. Son dos frases reales oídas los últimos días; su repetición es frecuentísima para expresar una negación  fuerte y convencida.
Convendría no ser tan asertivo, aunque solo fuera por seguir el consejo que recordaba aquello de que “no debes decir de esta agua no beberé”, “arrieritos somos y en el camino nos encontraremos”, o incluso aquella advertencia de “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Pero, en fin, cada cual sabrá lo que hace con sus palabras. Luego, las realidades no siempre se compadecen con ellas.
Pero no quería yo hoy sacarle punta política a la expresión sino algo de miga lingüística y social.
Parece evidente que con esta expresión hacemos referencia a un elemento constitutivo del verbo como es el de la voz. Junto con la persona, el número, el tiempo, el modo y el aspecto, componen nuestra palabra más compleja y rica, aquella que incorpora más matices con aquello que llamaban accidentes verbales, morfemas verbales, desinencias o simplemente terminaciones.
Pero es que, en este caso, la lengua -la nuestra también- es fiel reflejo de la evolución en sus hablantes, en sus usos y en sus preferencias. Quedémonos con eso que llamamos voz.
¿Cuántos hablantes serían capaces de recordar cualquiera de nuestras conjugaciones en su voz pasiva? Seguro que más de uno respondería que ni siquiera en voz activa. No seamos crueles.
Históricamente no solo se ha hablado de voz activa, sino también de voz pasiva, de voz media y hasta de voz perifrástica. ¿Por qué solo imaginamos la voz activa? Sencillamente porque a las otras variantes -también a la voz pasiva- las hemos mandado a paseo y las hemos jubilado. Casi la hemos dejado de usar, y así no hay voz que resista su presencia.
¿Y qué hemos hecho con los conceptos que expresábamos en voz pasiva? Pues la lengua se ha buscado la vida como ha podido y ha encontrado diversas fórmulas. La más reconocida y la que se está llevando la victoria en la pelea es la de la llamada pasiva refleja, aquella que mantiene un sujeto que no realiza la acción sino que la recibe: “Casas son vendidas por el constructor” pasa a “Se venden casas”; el verbo se manifiesta en voz activa y en tercera persona con ese “se” que marca precisamente lo que llamamos pasiva refleja.
Pediré perdón por este detalle técnico pero tampoco parece difícil de entender, ¿no?
Y, trasladado esto al uso diario, ¿qué viene a mostrarnos? ¿Que la lengua es un sistema cambiante siempre? Sí. ¿Que el hablante provoca y admite los cambios sin conciencia de los mismos? También. ¿Que conviene analizarlos y controlarlos? Por supuesto. ¿Que la conjugación se ha simplificado? Evidente. ¿Que muchos no recuerdan o no conocen la morfología de la voz pasiva en el verbo? Claro. ¿Que así se van a aprobar más exámenes que antes? De eso nada porque ya los más tontos andan empeñados en recuperar el imperfecto de subjuntivo (“amara, amase”: “Desde que Pepito jugara en el Peralejos”) con valores que no le corresponden. Por ejemplo.

Y ahora me voy a la calle, que tengo como ganas de airearme. Agur.

viernes, 13 de enero de 2017

ANDA YA, MOJIGATERO

2017-01-13
ANDA YA, MOJIGATERO
(Romance en el que se da respuesta a A.M.,
que se empeña en castigar al cuerpo sin sus
necesarios, preciados e insustituibles alimentos)    

No, colega, no te empeñes,
no me seas puñetero.
¿Que comamos las raíces
habiendo ricos torreznos?,
¿Que bebamos solo agua
y no aguardiente del bueno?

¿Tú sabes bien lo que dices?,
¿sabes lo que estás diciendo?
O te has quedado sin juicio
o eres de carácter hético.

Hazte monje o ermitaño
y vive como vivieron,
según nos contaba Lope,
los   consabidos batuecos,
y no quieras formar claustro
con frailes tan pordioseros.

En fin, sabes qué te digo
y de nuevo te reitero:
que, con esas exigencias
y con esos presupuestos,
no cuentes con mi presencia.
Hasta siempre, compañero.

N.B.
Como no te ha de ir muy bien
solo y sin buen aparejo,
esperaremos tu vuelta,
tus nuevas y experimentos.
Yo te propondré otra lid
en la que emplear los ingenios:
esta ya va oliendo un poco
por prolijo menudeo.
O tal vez lo haga Majada,

que anda mudo y muy discreto.

jueves, 12 de enero de 2017

"HARTOS DE MIRAR SIN VER"


Con qué frecuencia cerramos los ojos y empequeñecemos la mirada, en lugar de abrir el angular para que la foto sea algo más panorámica y nada o casi nada se quede fuera. Creo que esto es lo que hace el ser humano con todo, pero sobre todo consigo mismo.
Además, la dirección ha sido, en términos históricos, hacia un territorio más pequeño. Primero fiábamos el susto y la ignorancia a los más lejano para pasar al sol como centro de todo; después fue la tierra y en ella el ser humano como ombligo y ápice de todo lo existente.
Qué disparate si lo miramos con tranquilidad; aunque no sé si es lo mejor asomarse al abismo y correr el peligro de caer en él descontrolados y desesperanzados.
El ser humano no es otra cosa que un producto afortunado del azar, una mezcla de elementos químicos que tuvieron la circunstancia de un encuentro en un contexto propicio para una feliz compañía y para una travesía imprecisa pero apasionante. Como dijo alguien, tal vez todo se reduce a unas circunstancias especiales en las que la simple unión de algunos elementos simples comprendió que podía seguir invocando compañía, gritando desesperadamente por si alguien más se quería sumar a la fiesta, y así hasta este ser humano complejo y siempre en camino, en cambio hacia nadie sabe dónde.
De poco sirven las invocaciones al ser humano como creación de dioses o como guías de los demás elementos que componen eso que llamamos universo. Cuidado con esas fanfarronerías pues, al fin y al cabo, cualquier análisis nos descompone y nos sitúa al ladito mismo de la mosca común y en la misma mesa que los monos. Así que menos ínfulas. Ni por el origen ni por el destino porque el primero ya lo conocemos bastante bien y el segundo lo podemos imaginar igual de bien. ¿Cómo podemos imaginar siquiera que, en la plenitud del universo, solo en este diminuto planeta se ha podido producir eso que llamamos vida? Qué soberbios, qué desatinados, qué tontos…
No es poco que pensemos y que nos alegremos de aquello que hemos alcanzado, que no es cosa pequeña. Hemos desarrollado la curiosidad, buscamos y hemos descubierto los componentes de la vida, de la nuestra, de nuestro genoma. Y, en ese estudio, lo que aseguramos cada día más es que somos verdaderas máquinas de supervivencia, no más que los demás seres pero con mejores resultados, elementos de ese caos ordenado que sigue en el tiempo y en el espacio, pequeñas partículas de una conciencia universal en la que parece que nos notamos y en la que desarrollamos todas nuestras virtudes y nuestras miserias.
Tenemos tanto para ver, para mirar, para contemplar, para admirar, para sobrecogernos, para rozar el milagro y la felicidad en cada momento…
También tenemos tanto para bajar la cabeza, para sentirnos sencillos, para vivir con los demás elementos, para no despreciar nada, para sentir orgullo y a la vez saber que somos casi nada, para entender que estamos y que somos de distinta manera, para dar campo abierto al sentido común y a la buena voluntad, para entender que nada es absoluto y mucho menos nosotros.
Escucho música barroca que me transporta hacia otros sitios, que me hace materia gaseosa, que me envuelve y me lleva y me trae. En el camino rozo y me transformo, me mezclo con los otros elementos de los que vengo y en los que me convierto a cada instante.

No es poco. 

miércoles, 11 de enero de 2017

ROMANCE DE VUELTA




ROMANCE DE VUELTA
(Para el autoproclamado vencedor
en nuestra lid romancera)
N.B. Con él se viene a mostrar que tanto el duque de Alba como Lope y hasta la obra de Las Batuecas del duque de Alba se alejan para dar paso a un simple juego literario.

Pues te empeñas en llevarte
tan solo tú este trofeo,
quédate con él y escucha
cuánto yo te vitoreo.

Como vencedor mereces
laureles y camafeos,
un pedestal bien alzado
y un bruñido solideo.
Cuando invoques a los dioses
y a los héroes más cimeros,
te han de mirar con envidia
si no con grave respeto.
A nosotros, cual mortales
que este trofeo te ofrecieron,
míranos con buenos ojos,
con discurrir placentero.

Pero, coño, no te olvides
de ser también el primero
en hacer un buen acopio
de perfumes licoreros,
de viandas y de reservas
para hollar bien los senderos.

Majada traerá los mapas
y marcará los senderos,
pondrá cota a las jornadas
y prevendrá los remedios.

Yo, dispuesto a cualquier cosa
-No digas que no me ofrezco
a cualquier humilde oficio-,
pondré mi sed y mi empeño
en saciarme a cada paso
con los vuestros alimentos
-No voy a poner yo todo
lo que es mío y lo que es vuestro-.

Y así, sin otros remilgos,
todos alegres, contentos,
tú mirando hacia los cielos,

y nosotros a lo nuestro.

martes, 10 de enero de 2017

LEER

    
Cuatro de cada diez españoles confiesan no leer ningún libro al cabo del año. Es noticia que procede de estudio del gremio de editores.
Es algo recurrente por más que el origen sea de parte interesada en vender libros. Vamos a suponer que el estudio es pesimista y que son más los que leen que los que lo confiesan. Poco importa: la noticia resulta desoladora.
Pero poco arreglan el lamento y el apóstrofe. Más productivo será analizar cuáles son las causas y las posibles soluciones. Esto sí que merece una buena inversión por parte de las arcas comunes pues afecta a la comunidad entera y a su salud mental y vital.  A  uno se le ocurre un buen número de motivos para que esto suceda. Los motivos tienen que ver con hechos de tipo social, religioso, de escala de valores, de costumbres, de ocupaciones, de velocidad del tiempo, de otros formatos para acercarse al exterior, de asuntos económicos… Pero esa exposición resulta larga para esta ventana.
Parece que todos estamos de acuerdo (no sé si a veces no es por no salirnos de lo políticamente correcto) en que cualquier libro contiene elementos positivos y en que la lectura aporta beneficios muy variados. Parece, y solo parece, pues esto no se compadece con la escasez de lectores que se dice que hay.
Me he manifestado en bastantes ocasiones al respecto y no debo ser tan reincidente. Cada día me siento menos capacitado para dar consejos a nadie. Mis dudas acerca de casi todo, además, complican mis decisiones. Solo puedo decir que la lectura es un vicio también, pero no con las mismas consecuencias que otro cualquiera sino algo más beneficiosas y saludables. En todo caso, lo último que puedo añadir es que, por mi experiencia continuada en el mundo de la lectura, el que no la practica se pierde demasiadas cosas buenas. Pero cada uno sabrá si quiere perdérselas y por qué quiere renunciar a ellas. Está en su derecho. Como yo lo estoy al desearle que lo piense y que se anime a sumergirse en esta hermosa costumbre de pasar ojos y hojas, de ver nacer mundos de la nada, de vivir muchas otras vidas, de aislarse y de abrirse al pensamiento y de darse fuerzas para buscar un mundo algo más positivo y confortable.
Y ahora, como decía un personaje en una película de Cuerda, después de esta copla, me voy, que tengo que echarle de comer a la caballería. Agur.

N.B. Por si sirve de algo, dejo aquí un texto con un puñado de razones que incitan a la lectura. Lo escribió Elvira Lindo hace ocho años pensando en jóvenes, pero me vale para cualquier edad cambiando las razones que cada uno quiera. No es la primera vez que acudo a él. Tal vez a ella se le haga más caso. Gracias

Elvira Lindo: Leer a su lado

Martes 23 de septiembre de 2008  

Leer. Leer sin ganas. Leer por aburrimiento. Leer para no hacer ruido. Leer para dejar que tu padre duerma la siesta. Leer porque no te dejan poner la tele. Leer porque ya nadie quiere contarte un cuento. Leer porque te han castigado sin salir. Leer porque estás en la cama con fiebre. Leer porque estás solo. Leer porque imitas a tus hermanos mayores. Leer porque lo hace tu madre. Leer libros para niños. Leer novelas que no te dejan leer. Leer hasta que te apagan la luz. Leer sin leer, pensando en otra cosa. Leer en la biblioteca. Leer todos los libros de la biblioteca infantil. Leer porque tu hermana lee en la cama de al lado. Leer libros de Tintín en casa de tu abuelo. Reír porque tu tía llora con una novela. Llorar porque te da pena el abominable hombre de las nieves. Leer y leer y leer cinco líneas sobre sexo. Leerlas y leerlas una vez más. Leer porque quieres estar solo. Leer porque te sientes solo. Leer porque te crees distinto. Leer para encontrar almas gemelas. Leer aquello que aún no has vivido. Leer para llenarte la cabeza de pájaros. Leer para presumir. Decir que has leído un libro que no has leído. Resumir libros en literatura que no has leído. Sacar buenas notas en literatura haciendo resúmenes de libros que no has terminado. Leer para imitar lo que has leído. Leer para fardar. Leer para ligar. Leer para consolarte de un abandono. Leer por falta de planes. Leer por falta de amor. Leer porque se ha ido con otra. Leer para que no digan. Leer mientras esperas. Leer sentado en el wáter. Leer para dormirte. Leer para poder hablar con él. Leer el libro que él te recomendó. Leer para sorprenderle. Leer por puro gusto. Leer por vaguería. Leer porque no te gustan los deportes. Leer porque no tienes un duro. Leer para olvidar. Leer para recordar. Leer para aprender. Leer un coñazo impresionante. Leer un libro que no quieres que se acabe. Leer el libro de un amigo. Leer todos los libros de un hombre que te gusta. Leerle el pensamiento. Leer el libro que él está leyendo. Leer el libro que él querrá leer después. Leerle a tu hijo. Leerle hasta que se quede dormido. Leerle hasta que te quedas dormida. Leerle el Tintín que tú leíste. Leerle cuando se muere el Abominable Hombre de las Nieves. Leerle y consolarle luego su llanto inconsolable. Leerle para que aprenda a estar solo. Leerle para volver a vivir la infancia. Leerle por gusto. Ver cómo un hijo lee. Releer. Leer sólo lo que te gusta. Leer sólo aquello que te emocione. Leer por amor. Leer a su lado.

domingo, 8 de enero de 2017

OPERACIÓN RETORNO


OPERACIÓN RETORNO

El sol está tranquilo en esta tarde.
Es domingo y enero. Todo vuelve
al sitio donde habita la costumbre.
Como flechas veloces, se apresuran,
por el asfalto de las carreteras
uno tras otro, y otro los vehículos,
buscando las farolas y las calles
que dan luz a la noche y a sus pasos.

Mañana es otro día de oficina,
de pan llevar, de angustia, de alegría,
de metro y autobús, de todo aquello
que hace querer los días
sin otra causa que saber que existen
y que pasan y pasan sin sentirlos,
como pasa la vida, simplemente.

En el fondo estás tú,
mi más dulce costumbre
para seguir queriendo

que todo se repita cada tarde.