viernes, 28 de febrero de 2020

CARTA ABIERTA A DON QUIJOTE EN SU MUERTE


CARTA ABIERTA A DON QUIJOTE EN SU MUERTE
Ahora que vuestra merced está en la fuesa, donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva; ahora que su escudero, Sancho, gasta los escudos sin que nadie le ponga cuentas; ahora que en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño; ahora que lucen claras las palabras de Cide Amete en las que asegura que su pluma aquí quedará colgada de esta espetera y de este hilo de alambre; y que para mí sola nació don Quijote, y solos los dos somos para en uno, y que no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías; ahora, digo, quiero enviaros estas palabras, que contienen apenas una pizca de lo que he sentido en la enésima lectura del inmortal libro.
Acabado el camino de la primera parte, prometí no sacaros a volar la ribera hasta que no pasaran muchos días. Tenía la intención de reposar otra vez yo también las ideas que en ella se contenían y sosegar mis pensamientos para volver a asentir o disentir con todo lo que en sus capítulos se declara. Pero no se me cocía el pan ante la comezón de veros otra vez caballero y escudero. Y no lo supe cumplir.
Muy pronto volví a coserme a las páginas de la tercera salida, como Sancho se cosía a vuestra meced cuando se sentía desamparado o el miedo le entraba por el cuerpo. Así, cuando el caballero regañaba al escudero, yo me vestía de escudero y éramos dos los regañados, mohínos o figuras haciendo pucheros en espera de vuestro perdón; y, cuando el escudero osaba venir a las manos con su amo, yo defendía a este y me enfadaba con Sancho.
Porque andar con los dos y tomar partido solo por uno es pensar en lo excusado. He de reconocer, sin embargo, que, ya desde los primeros pasos de la última salida, se puede barruntar la cuesta abajo en la que vuestra merced se va deslizando. Y sabe qué le digo, pues que me apena recorrer este camino tan digno de compasión con quien siempre aspiró a desfacer cualquier tuerto que se le presentara en el mundo de su imaginación. Y siempre con el mismo resultado, el de la aparente derrota. ¿Habrá en el mundo otro caballero más asendereado, caído del caballo, apedreado y burlado de toda burla? ¿Es que este mundo está hecho solo para los que echan todos sus esfuerzos en beneficio personal? A mi mente llegan en tropel sucesos de vuestra merced y hechos del presente que dan buena cuenta de lo exacto de tales sospechas. No haré cuenta de ellas por ser esta interminable.
Seguir el camino con vuestra merced es asistir a una continua sinrazón y a una ausencia total de compasión y de deseos de mejorar lo mejorable. Por eso, vuestra merced volvió loquicuerdo o acaso cuerdiloco a la aldea. Yo no sabría decir en qué medida era una cosa u otra. A las palabras de Sancho me atengo: “No tiene nada de bellaco, antes tiene un alma como un cántaro: no sabe hacer mal a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia alguna; un niño le hará entender que es de noche en la mitad del día, y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga”.
Y lo mismo podría decir de su escudero. Déjemelo por aquí muchos ratos, pues su sencillez, su franqueza y la llaneza en su comportamiento no pueden traer más que buenas consecuencias.
Yo mismo debería prohibirme más salidas con vuestra merced, pues que ya son muchas, aunque todas han resultado provechosas, y debería dejarlo descansar en sus sueños eternos.
Pero no puedo ni debo prometer lo que no depende solo de mi ánimo para ser cumplido. Así que quedo en un sí es no es que no señala qué derrota he de tomar en el futuro. De modo que Dios dirá; porque amanecerá Dios y medraremos.
Vale

jueves, 27 de febrero de 2020

!A JUGARRRRRRRRRRRRR!


 ¡A JUGARRRRRRRRRRRRRR!
No me cansaré de afirmar que, en la inmortal obra de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, se almacenan todos los asuntos de los que esta vida está compuesta; cualquier idea anda por sus páginas esperando ser arrancada para su consideración y desarrollo. Esto, y la inigualable forma de tratarlas, en léxico, ritmo, diálogos…, la hacen ápice de todas las obras y de todos los tiempos.
Ya más que mediada la segunda parte, cuando Sancho ejerce de gobernador insulano y recorre las calles para ejercer su oficio, se encuentra con un par de personas que discuten acerca de un tema que parecería lejano, pero que, sin embargo, se nos muestra radicalmente actual. Se trata de los juegos de azar. Tan solo recogeré algunas de las palabras que pronuncia Sancho al respecto. Estamos en 2, XLIX: “Lo que se ha de hacer es esto: vos, ganancioso, bueno, malo o indiferente, dad luego a este vuestro acuchillador cien reales, y más habéis de desembolsar treinta para los pobres de la cárcel; y vos, que no tenéis oficio ni beneficio, y andáis de nones en esta ínsula, tomad luego esos cien reales y mañana en todo el día salid de esta ínsula desterrado por diez años, so pena, si lo quebrantáredes, los cumpláis en la otra vida, colgándoos yo de una picota, o a lo menos el verdugo por mí mandado; y ninguno me replique, que le asentaré la mano. (…) Y enseguida añade: “Ahora, yo podré poco o quitaré estas casas de juego, que a mí se me trasluce que son perjudiciales”.
Ya se ve que no se anda con chiquitas Sancho ni atiende a demasiadas demandas burocráticas.
Hace tan solo unos días se anunciaba legislación para poner coto a la epidemia de casas de apuestas, que se extienden con más facilidad que el coronavirus por esta piel de toro. Las estadísticas siempre son frías y solo pueden ser orientativas, pero yo tengo la mala costumbre de trasladarlas a Béjar, esta ciudad estrecha en la que vivo, o sobrevivo. Y, cuando realizo esta operación, suelo quedarme sin resuello. ¿Se imaginan cuántos ludópatas pueblan las aceras, compran en las tiendas o nos dicen adiós cada día? ¿Seríamos capaces de imaginar siquiera el mundo que se esconde tras esta desdicha? Piensen primero en los propios enfermos del juego; hagan lo mismo con sus familias, extiendan la consideración a sus amigos y vecinos… Ufff.
Con todo, la enjundia del asunto anda un piso más abajo, hunde sus raíces en lo irracional de cualquier juego de azar. Nos solemos asustar cuando observamos exageraciones y ruinas, pero el intríngulis es el mismo con cualquier cantidad y en cualquier contexto. En más de una ocasión he razonado acerca de lo inhumano que resulta el hecho de que, en Navidad, por ejemplo, una persona solucione su vida por el hecho azaroso de haber entrado en un local y haber adquirido un décimo de lotería, mientras que el común de los mortales se afana y se consume haciendo cábalas y regates para llegar a fin de mes. Por supuesto, nadie me hace caso y hasta me miran con malos ojos; así que no seguiré con ese ejemplo.
Me quedo en la ludopatía y en las apuestas compulsivas. ¿Cómo se le pone coto a esto? ¿Cómo se conjuga su prohibición con la libertad personal para gastarse cada uno sus dineros en lo que quiera?
No es sencilla la solución. Pero no pidamos repicar y andar en la procesión, porque esto todavía no está inventado. Tampoco se ha inventado la existencia del ser humano individualizado y sin que sus acciones repercutan en la comunidad. Por eso tal vez tanta imposición de la comunidad en forma de leyes. Desde luego, esta no parece de las que necesiten demasiados remilgos. La vida humana es más que azar, es razón y es justicia. Y es también libertad, pero sin que afecte y produzca daños a los demás.

miércoles, 26 de febrero de 2020

SANCHO, HIJO, GUÍA...


SANCHO, HIJO, GUÍA…
Qué disparate, Sancho guiando a don Quijote, ¿Dónde se ha visto cosa igual en el mundo de la caballería? ¡El escudero guiando al caballero! ¡Y encima en el camino hacia la amada, Dulcinea! El aparente despropósito se produce en 2, cap. IX. Los que somos asiduos acompañantes de estos dos cuerdos-locos conocemos las razones que empujan al caballero a pedir la guía del escudero. ¡Pero es que este aparente hecho intrascendente rompe todas las reglas!
Lo más importante de esta sorpresa es que nos anuncia lo que llega muy pronto. Será la primera vez en la que don Quijote represente la visión de los sentidos y de la realidad que comportan, mientras que Sancho se apropia de la función del engaño y de la ilusión para salvar los obstáculos de la realidad más mostrenca. Solo tenemos que recordar algunos hechos para comprobarlo. Nuestros amigos se han emboscado en la floresta y, en aquel contexto, urde Sancho la estratagema. Ved cómo vienen sobre sus hacaneas quijotescas, o sobre sus cananeas pancescas, las tres aldeanas y cómo reaccionan Sancho y don Quijote. Estas son palabras de ambos: Sancho: “¿…que no ve que son estas las que aquí vienen, resplandecientes como el mismo sol a medio día? Y don Quijote: “Yo no veo, Sancho, sino tres labradoras sobre tres borricos”. Sancho: “¿Y es posible que tres hacaneas, o como se llaman, blancas como el ampo de la nieve, le parezcan a vuestra merced borricos? ¡Vive Dios que me pele estas barbas si tal fuese verdad!”. Don Quijote: “Pues yo te digo, Sancho amigo, que es tan verdad que son borricos, o borricas, como yo soy don Quijote y tú Sancho Panza; a lo menos, a mí tales me parecen”. Sancho: “Calle, señor, no diga la tal palabra, sino despabile esos ojos y venga a hacer reverencia a la señora de sus pensamientos, que ya llega cerca”.
Ahí le han dado: don Quijote aplicando la ley de los sentidos y de la realidad más física e inmediata. Y ante la posible presencia de su amada, Dulcinea. ¡Los pájaros a las escopetas! ¡El mundo del revés! ¡El alguacil alguacilado!
Nadie que siga con sosiego las aventuras podrá concluir que ya para siempre don Quijote queda tocado por la realidad inmediata y por eso que llamamos razón. No sería verdad. Faltan mil y una aventuras con dobles planos y con diferentes niveles de interpretación. Pero ya toda la segunda parte queda cuajada con un fondo en el que se va dibujando el camino de vuelta del caballero y el de ida del escudero. Y es este cruce de caminos y de perspectivas el que da hondura al conjunto de la obra y el que permite incluir en ella un sinfín de consideraciones, de diálogos y de reflexiones, que hacen del libro un inmenso mar de ideas y un océano en el que cabe absolutamente todo. Esta tercera salida del caballero, y segunda del escudero, se alza, así, muy por encima de la primera en casi todo.
De modo que podemos decir que hemos pillado a don Quijote en el primer ´renuncio´ de sus ideales. Bendita sea esa mezcla de sensatez y de locura, de pasión y de mesura, de impulso positivo y de retención razonada.
Me pregunto si cada uno es capaz de reconocer algún punto de inflexión a lo largo de su trayectoria vital en el que se pusiera de manifiesto ese cambio de actitud. En un sentido o en otro, que eso tiene mucho que decir. E incluso más: ¿es frecuente ese cambio de actitud?, ¿sabemos mezclar sensatamente ambos comportamientos?, ¿merece la pena que predomine uno y otro?, ¿cuál?, ¿por qué? Y no podemos escondernos, porque la vida sigue y nosotros con ella.
Yo voy a seguir con los dos aventureros, con estos dos entreverados locos, llenos de lúcidos intervalos, en esta su segunda parte, para recrear y recordar, una vez más, todo lo que les sucede, y me sucede. Son unos locos maravillosos. Y siempre me acogen en su compañía. Soy un privilegiado. Así que me sigo sumando en el segundo periplo a los caballeros que a las aventuras van.
Y no digo más. Vale.

martes, 25 de febrero de 2020

!A GALOPAR!



 ¡A GALOPAR!
¿Cuántas veces nos paramos a pensar en las imposiciones que nos marcan los demás desde el comienzo de nuestra vida? ¿De dónde procede, por ejemplo, eso que se llama vocación en muchos de nosotros? ¿No tiene que ver con el ambiente familiar o de amigos o de vecinos? ¿Cuánto nos queda de decisión personal? Será bueno pararse a pensarlo, pero con cuidado, porque podemos morir en el intento.
Hay un personaje de nuestra literatura que tiene que luchar con vientos y tempestades para darse a sus deseos personales, a sus invenciones y a sus ideales. Pienso, claro, de nuevo, en don Quijote. Qué cantidad de trabas se le colocan de un lado y de otro antes de volar por tercera vez por el mundo a desfacer tuertos (nunca entuertos), a socorrer doncellas… Así, a vuela pluma: El ama y la sobrina lo quieren retener en casa a toda costa; otro tanto hacen el cura y el barbero. Por el otro lado actúan el interés jocoso y hasta de chulería del bachiller y el no más pequeño egoísmo de Sancho con su ínsula y su regustillo por las prebendas y los beneficios. Y, como telón de fondo, el mundo irreal (o más real) de la antigua caballería, el de los caballeros a pie de obra idealista, distintos de los contemporáneos de nuevo cuño, cortesanos y acomodados.
En medio de todo ese maravilloso contrapunto, nuestro caballero se alza para realizar su sueño y su propósito de vida, ese que lo llevará loco-cuerdo y que lo traerá cuerdo-loco de nuevo hasta la aldea, allá en el final de las aventuras.
Se podrá argumentar a favor y en contra de las fuerzas que tiran en un sentido y en otro; difícil será hacerlo para negar su existencia y los condicionamientos que imponen a este personaje. Daría para una disertación larga e interesante.
Cualquiera de nosotros está entrizado entre dos paredes que oprimen y que empujan en dirección contraria. La tensión la tenemos que calmar nosotros tomando decisiones personales e intransferibles. En cada ocasión y en cada momento. Ojo, con la desgracia de que, al momento, en la siguiente ocasión y sin solución de continuidad, nos vamos a encontrar en las mismas. De tal manera que, al final de camino, tal vez nos convenzamos de que la vida es una continua toma de decisiones para terminar haciendo cuentas de que ese mundo nos acechaba en cada esquina, y de que, por otra parte, tampoco es tan malo sentirse orientado y acompañado un poco por lo que nos rodea. ¿En qué medida cada cosa? Ufff.
Don Quijote tardó mucho en decidirse a salir a las aventuras por tercera vez. Pero salió, y salió con más fuerza y gallardía que las dos primeras. Hasta que, ay…, algo le vino a sugerir, imponer o convencer de que el camino era de ida y vuelta. Pero eso fue mucho más tarde. De momento, salió al camino y a la vida, con su ilusión a cuestas. Un buen ejemplo de entusiasmo, de ilusión y de ganas de transformar el mundo. Allá cada cual.

lunes, 24 de febrero de 2020

ARREGLAR EL MUNDO


 ARREGLAR EL MUNDO
Hay que ver con cuánto empeño se ocupó don Quijote de dejar claras algunas cosas antes de su tercera y más larga salida a volar la ribera y a la busca de aventuras. Pero el hilo que dio paso al ovillo y la forma de pegar la hebra no fueron otros que el afán de arreglar el mundo en dos patadas. Y así, “en el discurso de su plática vinieron a tratar en esto que llaman “razón de estado” y modos de gobierno, enmendando este abuso y condenando aquel, reformando una costumbre y desterrando otra, haciéndose cada uno de los tres un nuevo legislador, un Licurgo moderno o un Solón flamante, y de tal manera renovaron la república, que no pareció sino que la habían puesto en una fragua y sacado otra que la pusieron…” Cap. 1, 2ª.
Cada cual echó su cuarto a espadas y don Quijote, ya no hidalgo sino caballero, comenzó su perorata a favor de sus semejantes de profesión, pues, como enseguida afirmó: “Caballero andante he de morir”. Y se reafirmaba pensando en “las edades donde los andantes caballeros tomaron a su cargo y echaron sobre sus espaldas la defensa de los reinos, el amparo de las doncellas, el socorro de los huérfanos y pupilos, el castigo de los soberbios y el premio de los humildes”. Casi nada…
Pienso en lo hermoso que resulta soltar las piernas, dar visita a los caminos, gozar de los paseos, ser vecino de la naturaleza y, en buena compañía, soltar la lengua y arreglar el mundo en dos patadas. Es oficio común y muy frecuente. Y menos mal que nunca se arregla del todo y, además, se estropea en cuanto damos vuelta a la esquina, pues, si no, ¿de qué íbamos a hablar después si de verdad arregláramos el mundo con nuestros devaneos?
Creo que, con más frecuencia de la deseada, soltamos lastre y cargamos el peso del castigo en esas otras personas que llamamos representantes, o políticos. No sé si no se lo tienen ganado, pues se presentan para esos cargos como si en ello les fuera la vida, y no como un ofrecimiento de ayuda durante una temporada limitada.
No me parece la mejor solución y tal vez deberíamos volver más la vista y el pensamiento hacia aquello que anda más cerca de nosotros y, por ello, podemos influir más en su arreglo y en su desperfecto. Sobre todo, porque tal vez entonces nos calmaríamos más y templaríamos un poco nuestros ímpetus y nuestras soluciones simplistas y falsas.
Don Quijote es capaz de colgarse a sus espaldas cualquier proyecto, por más fantástico que este sea. Así le va al buen hombre. Todos deberíamos ser un poco quijotescos para estar dispuestos a arrimar el hombro y no a echar la culpa de todo a los demás.
No es tiempo ya de salvadores, pues nos hemos de salvar todos un poco, a nosotros mismos primero, y, a la vez, a los demás.

viernes, 21 de febrero de 2020

EXAMEN SORPRESA



EXAMEN SORPRESA

- Si supiera definir qué es el amor…
- ¿Cuál es tiempo propicio para amar?
- Es dádiva el amor, es don, regalo…
- Tal vez solo es presente y no posee
perspectivas que alcancen los dominios
del tiempo del pasado o del futuro.
- ¿Cuál es su relación de parentesco
con los ritmos y pausas que impone la razón?
- ¿Se habrán dado la mano la razón y el amor?
- ¿Cómo es su convivencia dentro del mismo ser?
- ¿La persona razona sentimientos
o impulsa sus razones al abismo?
- ¿Dónde aquel equilibrio que proclama:
Piensa el sentimiento, siente el pensamiento?
- ¿Cuándo es el ser humano más humano,
si gana el sentimiento
o si vence en la lid el pensamiento?
- ¿No es el amor una invasión a saco
en el ser que es amado?
- ¿Amar y ser amado son tan solo dos actos de egoísmo?
- ¿Qué sentido le damos a la vida
si es solo un cumplimiento de reglas matemáticas?
- ¿Qué mundo es más real, el del amor
o el que impone en sus reglas la razón?
- ¿Y cuál es más efímero?
- ¿Qué columna sostiene más la vida,
la que carga en sus hombros la razón
o aquella que alimenta el sentimiento?
…………………………………..
Este vaivén me deja sin calma, pero con la sensación de que, al atardecer de la vida, me examinarán del amor, y con la seguridad de que debo conducirme con las señas y consecuencias de la razón. Y sigo en la indigencia, pues no conozco bien la fórmula que mezcla la necesaria razón y su equilibrio con el impulso invencible del sentimiento y de ese misterio fundamental que llamamos amor. Ufffffffff.

jueves, 20 de febrero de 2020

¿DOS REALIDADES?


¿DOS REALIDADES?
La creación artística puede esquematizarse en una tríada que abarca la materia, su moldeado y la sensación que con ese moldeado seas capaz de producir. Es un esquema como para andar por casa, pero creo que no se deja nada para atrás, por más que su glosa nos podría llevar cientos y miles de páginas. Cada artista trabaja con unos elementos materiales: sonidos, palabras, colores, ladrillos… Estos materiales son trabajados y horneados de una manera especial: en ese trabajo consiste esencialmente la labor del creador. El resultado es algo nuevo que tiene que producir emoción y admiración por la razón que sea.
Pero si el esquema de la creación parece despejado, no se presenta tan buen día cuando tratamos de averiguar de qué o por qué surge el arte. ¿Cuál es el contexto que hace inevitable el hecho de ponerse a moldear el material y, en definitiva, a crear?
Hay respuestas de todo tipo. Yo no sé con cuál quedarme porque ninguna me convence del todo. ¿Se puede decir, por ejemplo, que el arte surge del miedo a que la vida no signifique nada? Se debería tratar, entonces, de la vida entendida como el quehacer cotidiano más plano y grueso, más sin tensión y más del poder de la costumbre… Para que surja otra vida más densa y activa, más personal, con más sentido, surgiría la necesidad y el hecho mismo de la creación.
Sin embargo, habrá que admitir como algo incuestionable que la vida cotidiana está ahí y va a seguir estando ahí, regida por los elementos físicos, químicos y, en general, biológicos. A ese discurrir inevitable del tiempo y del espacio, con sus leyes y con sus variables, nos tenemos que sumar. O, incluso algo más, en él debemos reconocernos como elementos que los conformamos y los definimos. No podemos anularlos sin anularnos: somos nosotros mismos ese espacio y ese tiempo; son nuestras acciones la definición última de esos conceptos.
Si no podemos anularlos, porque los definimos, ¿cuál es nuestra postura más noble y humana? Muchos son los planos en los que podemos reflexionar: biológico, social. psicológico, político… Todos ellos son vida. Y no es lo mismo conformarla de una forma o de otra.
Pero hay tal vez otra más alta y verdadera, otro nivel más noble y delicioso. Es el de recrearla buscando la belleza. Es en ese momento en que nos proponemos la creación nueva cuando la vida más de diario parece que merece menos la pena. ¡Y surge la necesidad de elevarla en la creación! Ahí se esconde una palanca que empuja con fuerza y que crea nuevas normas, nuevos esquemas, nuevas… realidades. La creación artística, con más o menos éxito, ha echado a andar. Luego vendrán los poemas, las novelas, las sinfonías, los edificios, los cuadros… Y ante ese nuevo mundo nos mostraremos sorprendidos de diferentes maneras; tal vez incluso emocionados, hasta para desear gozar de esa nueva realidad. Bastará para ello con creer en esas nuevas realidades como algo posible y en la belleza que surge de creer en ellas.
No será poco reconocer la necesidad de la vida desde el arte, o sea, la belleza. Tal vez no se trate de negar -no tendría sentido-la vida de diario, sino de entender que, al menos, deberíamos intentar elevarla un poco más, en busca de otras sensaciones que no nos animen a pensar que la vida no significa nada.

miércoles, 19 de febrero de 2020

ENTRE VISILLOS



ENTRE VISILLOS

Se echa a dormir el sol y el horizonte
se mece entre los brazos de la noche.
Llego a casa después de un buen paseo.
Descanso. Ceno un poco. Me retiro
a pensarme a mí mismo y, en silencio,
repaso mis asuntos de este día:
aseo, ducha, cama, desayuno,
lectura, compra, sueño; por la tarde,
un rato de escritura y otro rato
de nuevo entre las hojas de los libros.

Nada que me redima de la vida
ni me acerque con prisas a la muerte;
tan solo esos sucesos inocentes,
que parece que no tienen sentido,
ni tienen importancia, pero explican
aquello que realmente es importante.

Yo no sabría vivir si no tuviera
otro telón de fondo que me habita.
En ese decorado hay varios cuadros
llenos de mis colores favoritos:
el tiempo y el espacio y, en su mundo,
tu presencia, que llena cuanto ocupo
y le da ese sabor que me procura
un ansia continuada e incesante
para seguir viviendo cada día.

martes, 18 de febrero de 2020

PREGUNTAS



PREGUNTAS

¿Por qué multiplicar en un milagro
los panes y los peces
habiendo panaderos que en las noches
sacrifican el brillo de la luna,
por estar dando forma y consistencia
al polvo de la harina y sabor dulce
al pan que calma el hambre cada día?

¿Por qué tanto pescado de repente,
 si los mares suspiran por las redes
de aquellos pescadores que madrugan
y saludan al mar cuando se riza
y llega hasta la playa con la aurora,
para embarcarse juntos y, a la vuelta,
volver a suspirar un nuevo día?

¿Por qué el agua hecha vino, si hay sequía
y el vino vuelve ebrios a los sobrios,
o al menos sebrios, al menor descuido?
¡Y cerdos voladores por los acantilados!
¡O serpientes que hablan y se enfadan!
¡Y palomas que ensayan fecundación in vitro?

Hay huelga de aguaderos, vinateros,
encantadores varios, jamoneros,
serenos que deambulan por la noche
con el miedo en el cuerpo (no me extraña)
y gentes que no saben si es que el mundo
anda manga por hombro o es que hay signos
de que el juicio final se está anunciando
como se anuncia el sol cada mañana
en los meses tranquilos del estío.

Los caminos de Dios son infinitos
y no es fácil hollarlos sin el ánimo
dispuesto a la sorpresa y al asombro
por tanta confusión y desatino.

lunes, 17 de febrero de 2020

ALZAR EL PERISCOPIO



ALZAR EL PERISCOPIO
Abro los periódicos y me los encuentro de nuevo llenos de artículos de opinión acerca de los elementos políticos que articulan nuestra gobernabilidad: nacionalismos, auge de Vox, protestas en ciudades y carreteras, acusaciones locales contra esto y aquello, anuncios de reuniones de las que no se espera nada… Parece como si todo estuviera manga por hombro y esto no apuntara a ningún día claro y con sol. ¡Y la vida es mucho más amplia, mucho más colorida y variada!
Uno tiene para distraerse en cualquier nivel en el que se quiera parar a mirar. En la localidad donde vivo, hay un grupo de desconocidos (nunca dan la cara escribiendo su nombre) que, en algún periódico digital local, ponen a caer de un burro a sus contrincantes, ya no se sabe si políticos o personales. Y siempre lo hacen con medias verdades, con argumentaciones que casi nada o nada tienen de tales y con una ligereza que solo invita a huir de todo lo que manifiestan. A mí mismo me gustaría opinar alguna vez más acerca de lo que sucede por aquí. No lo hago porque no quiero ni siquiera oler esos ambientes tan casposos e indigentes en lo que a opinión se refiere. Con lo hermoso que sería echar cada uno su cuarto a espadas con opiniones fundadas y con serenidad, tratando de buscar el bien común y no el afeamiento del contrario.
Algo parecido sucede en otros niveles. También en el nacional (aunque yo ya no sé muy bien qué leches significa esta palabra: nacional, ni qué ámbitos ni elementos contiene).
Hoy mismo leo un artículo en periódico nacional, escrito por un catedrático de universidad madrileña en el que analiza datos estadísticos y concluye que la derecha no volverá a gobernar si no suaviza su concepción territorial y no se aviene a acordar con los partidos nacionalistas. Y el colega se queda tan fresco. Claro, si los datos no se mueven, le puedo dar la razón: se trata simplemente de sumas y de restas. Hasta ahí no hemos descubierto ningún mediterráneo. Pero es que, además, en su descripción, se dan por seguras dos condiciones que también pueden cambiar y ser discutidas. La primera es la de que los votantes nacionalistas no solo no van a decrecer, sino que aumentarán. Parece, también, que tuvieran toda la razón y que los demás tuvieran que caerse del caballo y aceptar la revelación. La segunda es la de que, para gobernar, hay que adaptar los principios y acaso renunciar a ellos, con tal de que den las sumas.
Pues no, amiguito, pues no. Lo mismo que existen concepciones nacionalistas, se pueden defender posiciones centralistas. Ni unas ni otras son buenas ni malas per se. Confróntense serenamente, racionalmente, sin estridencias y sin hacerse trampas al solitario, véase a qué principios y fines responden cada una de ellas y óbrese en consecuencia. Habrá que suponer -no sé si no es demasiado dar por hecho- que el fin último es, en todas las posturas, el del bienestar de todos los ciudadanos. Creo que he dicho el de TODOS. Por si no se me había entendido.
La segunda cala más hondo y mueve las raíces de cualquier árbol. Se trata de los principios. Cuando una formación política se presenta a las elecciones, debe hacerlo con la convicción de que arrasará y de que ganará por mayoría muy absoluta. La razón es elemental: la de estar convencida de que sus ideas son las mejores para la comunidad. Si no hay convicciones, lo demás sobra y debe quedarse en casa. Pero las elecciones dan los resultados que dan y, entonces, hay que hacer gobernables a las comunidades. Por ello llegan los pactos. ¿A cualquier precio y renunciando a cualquier principio? NO, NO y NO. Los principios irrenunciables tienen que ser pocos, muy pocos, pero bien claritos. Y esos hay que respetarlos. Sin cerrazón absoluta, pero sin que nos impidan seguir defendiendo lo que pensamos. Es preferible ser minoritario que ganador a costa de defender aquello en lo que no creemos. Lo contrario es prostitución intelectual, incoherencia y mala conciencia.
Esta reflexión solo tiene importancia si la aplicamos en todas las direcciones. Hoy el pretexto ha sido un dato de partidos de derechas, pero mírese para el otro lado y aplíquese el procedimiento. Si no lo hacemos así, estaremos traicionando y restando consistencia a aquello que creemos defender. Sobre todo si actuamos y nos manifestamos desde una postura pomposamente intelectual.
Si, como decía el vecino del pueblo de la película Amanece, que no es poco, todos somos contingentes, al menos reconozcámoslo y tratemos de disimularlo lo mejor que podamos para que no perdamos la fe en nosotros mismos.

viernes, 14 de febrero de 2020

...LA VELOCIDAD CON EL TOCINO



…LA VELOCIDAD CON EL TOCINO
Una persona muy cercana viene a preguntarme por el significado de amaxofobia. Me deja con los ojos como platos: nunca había oído -ni usado, por supuesto- este término. Estaban preguntando por él en un programa televisivo en el que se juega algo así como un millón de euros. Nada menos que un millón de pavos por conocer el significado de unas palabras de uso escasísimo, desfasado y muy especializado.
Programas de este tipo no son infrecuentes en algunos canales televisivos. Al menos no degradan como lo hacen los montones de basura de Telecinco. Y, ojo, que, si estos de Telecinco degradan, lo hacen con una audiencia multitudinaria, y, entonces, nos tienen a casi todos lelos, imbéciles y abducidos con la tontería. Y después, los mismos que producen, promueven y ven ávidos todo lo que en ellos se cuece se escandalizan con hechos e imágenes que son consecuencia directa y lógica de los mismos. Pura contradicción y apariencia al canto.
Con esta comparación, supongo que más de uno se enfadará conmigo –¡componedor de palabras y ahora quitándole importancia al dominio del léxico!- porque parece que tengo el rejón en la mano para clavárselo en lo alto del morrillo a los programas de la memoria. Tal vez tenga razón, Que, entonces, haga lo mismo con su rejón y con mi morrillo y tendremos la fiesta consumada.
Me pregunto y me he preguntado muchas veces, en situaciones similares, qué aportará a los demás y a cada persona en particular saber el año exacto de la película tal o cual, o el color del vestido que lucía no sé quién en tal escena. Y siempre me quedo vacío pensándolo. En algún programa los cuelan como trampa para que el acierto del conjunto se vuelva casi imposible. Así el juego sigue día tras día y programa tras programa.
¿Cuándo vamos a fomentar la presencia y la alabanza de las personas que sepan pensar; que controlen los principios, aunque se les escapen los detalles; que sean capaces de relacionar elementos y no que solo se dejen llevar por los destellos del primer rayo; que extraigan consecuencias, analicen las causas y preparen su mente para los acontecimientos del futuro? O sea, ¡que anden sueltos en el manejo del sentido común, de la buena voluntad y de la lógica más elemental!
Cuando a uno de los que se someten a la dictadura de la memoria le da por porrear en la tecla y acierta con el dato del día y de la hora en que el portero abrió las puertas del teatro de la ópera -poco importa la calidad musical de la obra-, aquel día lo hacemos pasear por el escenario de los medios y por todas las pasarelas. Mientras tanto, la vida sigue en sus barullos y en sus prisas, y los principios que regulan casi todo y que al menos atisban las causas, las consecuencias e incluso alguna solución, siguen del salón en el ángulo oscuro, esperando la mano de nieve que sepa arrancarlos.
En fin, es aquello de mirar el dedo y perderse los encantos de la luna.
¿Son necesarios programas de entretenimiento? Claro que sí.
¿Se están pidiendo reflexiones de tipo sesudo y abstruso? Por supuesto que no.
Siempre hablamos de grados y de frecuencias. Y no me digan…
N.B. Y, por cierto: amaxofobia: amaxa + fobos: rechazo, temor a conducir. Queda incorporada a mi léxico personal.
Mañana mismo me voy a Ávila a pasar el día con mi familia. Espero no padecer de este mal.

jueves, 13 de febrero de 2020

PARÉNTESIS



PARÉNTESIS

La vida se recibe entre sollozos
que tienen el valor de la sonrisa
y se ofrece al final entre las lágrimas
que llenan el ambiente de tristeza.
Entretanto, todo es deslumbramiento,
mezcla de sal y azúcar, sol y sombra,
audacia, frustración, cansancio… vida.

¿Dónde lo que fue antes del primer lloro?
¿Dónde las almas frías de los muertos,
que contienen los ecos de sus restos?

Los cielos ya soñaban
y soñarán por siempre reclamando
la voz de los despojos que la tierra
retiene de los ecos de los muertos.

miércoles, 12 de febrero de 2020

REPOSO DE CABALLEROS



REPOSO DE CABALLEROS
No se muera vuestra merced, señor mío, le dice Sancho a don Quijote en su lecho de muerte. Antes de todo ello, el caballero había pasado por muchas aventuras y por varias caminatas y salidas. Al final de una de ellas se mantuvo en casa, reponiéndose de sus desilusiones y agotamientos. Hasta ella lo condujeron el cura y el barbero: “adonde entraron en la mitad del día, que acertó a ser domingo, y la gente estaba toda en la plaza, por mitad de la cual atravesó el carro de don Quijote”. Pobrecillo, enjaulado, adefesio y mamarracho a la vista de todo el mundo, como un hazmerreír y objeto de burla. Algo no muy diferente a lo que sucede hoy con cualquiera que se ilusione con algo que se salga del patrón y de la escala de valores del egoísmo en la que nos movemos.
En esa parada intermedia lo he dejado una vez más. En esta ocasión reposará hasta que me vuelva la comezón y le abra de nuevo las puertas del corral para que vuelva a ser caballero que vuele la ribera y sea de aquellos que a las aventuras van.
Creo que siempre -¿cuántas veces?- he leído el Quijote sin respetar el intermedio entre la primera y la segunda parte. ¡Y su concepción y publicación tiene un descanso de diez años! Tal vez por ello, la segunda parte está mucho más cuajada y resulta mucho más honda y es menos resultado de una cadena de cuentos populares. Así que dejaré en la bodega el vino para que repose en barrica unos días o unas semanas y volveré a echar un trago con la convicción de la solera y del buen paladar.
Me sigue apasionando la lectura de este libro y cada vez le encuentro atractivos nuevos: léxico, situaciones, reflexiones, capacidad para crear complicaciones y para solucionarlas, diálogos apasionantes, implicaciones de todo tipo… Y otros mil elementos contradictorios y llamativos por parecer propios de un escritor algo descuidado: uso de pronombres, anacolutos, desordenes, descuidos…
Pero lo sumo todo y me da un cóctel maravilloso que me atrapa y no me deja de la mano; antes bien, me gustaría siempre seguir a todos los personajes para divertirme con ellos, para hacerles reproches o para aplaudirles como un forofo más. Siempre la suma me sirve mucho más que las partes.
Y que nadie crea que no le arrimo reproches cada pocas páginas. Pondré un ejemplo. ¿A qué vienen los episodios LI y LII, con los relatos de la historia de Leandra y la de los cuadrilleros? ¿No se habría cerrado perfectamente el relato con las reflexiones del canónigo, del cura, de Sancho y de don Quijote acerca del valor de la literatura de caballerías, de la realidad y de la ficción, del encantamiento y del egoísmo? Mi impresión de lector es la de que sencillamente sobran.
Mas una golondrina no hace verano. Donde menos se piensa salta la liebre. El q            ue ve la mota en el ojo ajeno vea la viga en el suyo. Vendrán por lana y saldrán trasquilados. Y para todo hay remedio si no es para la muerte.
Porque aliquando dormitat Homerus y cualquier escribano echa un borrón.
Descanse, pues, don Quijote, cuente todas sus cuitas Sancho a su mujer y repónganse ambos, que el tiempo viene bueno y los caminos aguardan sus pasos y mis miradas. Y pronto todos seremos otra vez caballeros que a las aventuras van. Vale.

martes, 11 de febrero de 2020

PUERTAS AL CAMPO


PUERTAS AL CAMPO
Ni yo lo digo ni lo pienso. Allá se lo hayan, con su pan se lo coman: si fueron amancebados o no, a Dios habrán dado cuenta. De mis viñas vengo, no sé nada, no soy amigo de saber vidas ajenas, que el que compra y miente en su bolsa lo siente. Cuanto más, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano. Mas que lo fuesen, ¿qué me va a mí? Y muchos piensan que hay tocinos y no hay estacas. Mas ¿quién puede poner puertas al campo?
Son palabras que dirige Sancho a don Quijote en una disputa a favor y en contra de las actividades de la reina Madasima.
Se desató la tormenta, comenzó a llover y nadie sabía cómo protegerse de la lluvia. Quiero decir que a Sancho se le soltó la lengua y empezó a ensartar refranes, que no hay más que decir. Es el capítulo XXV de la primera parte. Cervantes no debió descubrir el filón que por ahí se le abría pues no lo desarrolló hasta la segunda parte de la inmortal obra. Eso sí, cuando decidió que aquello era una mina, la explotó hasta casi dejarla vacía de minerales. La mayor parte la colgó de la boca de Sancho, pero no solo.
Los refranes, ya se sabe, recogen de manera sucinta y sustancial la sabiduría popular. Como la sabiduría popular es muy variada, tenemos refranes y contrarrefranes para casi todo. Pero la sabiduría popular es el recuelo de la experiencia colectiva, de los acontecimientos del día a día, de mes a mes y de año a año. Por ello, no adquieren condición de tales hasta que no consiguen pátina y solera. Cuando lo hacen, ya son patrimonio de todos porque su creación y su uso es de la comunidad. Son como los conceptos básicos en los que se asienta la filosofía de andar por casa, la que tiene más de experiencia y de inducción que de teorías y deducciones. Más bien que mal, todos han tirado de ese almacén para justificar sus actos y su convivencia.
¿Cuál es la vigencia del refranero en nuestros días? No creo que tenga la misma importancia ni que su uso sea tan frecuente como en otras épocas. ¿Se podrían buscar razones que lo justifiquen? Allá cada uno con su curiosidad. Si nos pusiéramos a buscarlas, ¿no aparecería enseguida la escala de valores que nos empuja a no descansar y a vivir a una velocidad en la que el reposo y la contemplación son bienes escasos y casi imposibles? ¿No es la moda continua y el relevo inmediato lo que nos contiene y nos nubla el pensamiento? Y si analizáramos el uso y el conocimiento de refranes por edades, ¿qué resultados obtendríamos con las generaciones más jóvenes? Si fueran más negativos todavía, ¿a qué futuro apuntarán?
El Quijote es silo y almacén en el que cabe todo. Y puede ser punto de partida para cualquier reflexión. Porque no da puntada sin hilo y contiene hasta lo más insospechado. No hay más que tirar del hilo para que salga la madeja. Porque paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas. Y a Dios rogando y con el mazo dando. Y a buen entendedor pocas palabras.
En fin, que no hay más que decir.

lunes, 10 de febrero de 2020

LE SON ET LE SENS BAILAN UN TANGO



LE SON ET LE SENS BAILAN UN TANGO      
Me regala dos libros Francisco Castaño a través de L.F. Comendador. Son los últimos de su extensa cosecha. Antes de nada, gracias, amigo. F. Castaño es uno de los poetas españoles que mejor conserva el ritmo en su poesía. Quiero decir el ritmo externo, ese que cuenta sílabas, que distribuye acentos y que señala pausas y silencios. Es toda aquella parte que –él, que ´francesea´ tanto lo entiende muy bien- conocemos como “le son”. Parece evidente que no concibe la poesía sin el dominio de ese ritmo. Señalaré enseguida que yo tampoco. Y que hay un porcentaje muy elevado de poetas españoles que han perdido el compás por el camino; tal vez porque no lo han encontrado nunca. Claro que el ritmo incluye más elementos y que existe también el complejo mundo del ritmo interno.
Pero siempre se me ha planteado el asunto de la segunda parte, “le sens”, como el otro elemento sin el cual la poesía se me queda en un porompompón y en un ejercicio técnico y frío. La hondura del pensamiento que se exprese en el poema y la emoción que sea capaz de transmitir en el creador y en el lector son los elementos que transportan al poema hasta un nivel diferente y más elevado; y son los que, en último término, merecen más la pena.
Si el poema no palpita y se cimbrea como espiga movida por el viento, o se aquieta como la noche y el silencio, falta algo que es lo que impregna el ambiente de perfume y de llamada ante la que no se puede dejar de responder.
Resulta obvio decir que la suma bien trabada de ambos elementos es la que da la redondez al poema y lo mantiene en el tiempo y en el recuerdo. La creación poética es también una práctica y un oficio, una técnica y un aprendizaje continuos. Como lo es cualquier otro oficio. Pero este oficio requiere otro fondo más y otra entrega sin pudores ni reservas. Es en ese torrente donde crecen los regatos y los ríos, las torrenteras y las avenidas de la emoción y del encanto, los relámpagos del asombro y hasta el éxtasis de la contemplación.
Supongo que, si leyera estas líneas Paco Castaño, se pondría a pensar que le achaco el abandono del sentido y le critico quedarse solo en la perfección del ritmo. No es el caso. Lo hago desde el reconocimiento de que domina el ritmo externo casi a la perfección y debería servir de ejemplo para tantos que se ponen, pluma en ristre, a sumar palabras sin saber cómo hay que distribuirlas y dejando la apariencia de que lo mismo les da so que arre en el sonido.
Es verdad que las estrofas tradicionales, que Paco compone con tanto dominio en estos libros (¿hay alguien que encadene tercetos tan bien como él?) han perdido espacio y uso. Paco las sigue reivindicando y hace bien: está en su derecho. El verso blanco y libre concede mucha mayor libertad en la expresión. Pero una cosa es esa libertad y otra muy diferente es la ignorancia y la falta de dominio del uso, de la distribución de las palabras y de las frases y, en definitiva, del vestido con el que presentamos las ideas poéticas.
Paco Castaño es colega al que conocí hace ya muchos años en unos cursos veraniegos y poéticos en El Escorial. Es pródigo poeta. En él tienen y tenemos todos un buen ejemplo para ser imitado en lo que al dominio formal se refiere. La herramienta y la técnica son comunes y terminan impregnando y configurando el contenido. Después, el mundo poético es ya de cada uno. Y su modulación también.

viernes, 7 de febrero de 2020

!¿DIALOGUEN, DIALOGUEN?!


¡¿DIALOGUEN, DIALOGUEN?!
Tal vez esta sea una de las palabras que más se repiten en los últimos tiempos. Hasta el punto de que su uso continuado tal vez le haya provocado aristas y desgaste en el significado y la haya convertido en un latiguillo y hasta en una palabra baúl, que nos sirve para todo, pero que, en realidad, no concreta nada. O sea, que lo mismo nos vale para un roto que para un descosido. Me parece observar que la utilizamos más como forma verbal en tercera persona que como sustantivo. ¿Por qué será?
Pero, como parece evidente que el verbo procede en este caso del sustantivo, puesto este en acción, vayamos al sustantivo, para pasar después a la forma verbal en tercera persona del plural.
DRAE:1. Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos. 2. Obra literaria, en prosa o verso, en que se finge una plática o controversia entre dos o más personajes. 3. Discusión o trato en busca de avenencia.  Después ya, las derivaciones de diálogo de besugos, o de sordos…
Pues pasar al verbo no es más que darle marcha y acción a lo que el sustantivo implica.
Que el diálogo es imprescindible para la supervivencia y para una convivencia razonable, no hay más que decir. Que dialogar es acto de cada día y de cada hora, no cumple que lo valore. Que en este caso estoy pensando en el famoso diálogo entre los Gobiernos de España y de Cataluña, parece obvio. Ya me gustaría pensar y opinar acerca de los diálogos de Platón. O de los que se traen entre manos don Quijote y Sancho. Ya me gustaría. Pero el presente acucia y por todas partes se alza a griterío esta exigencia de dialoguen, dialoguen; como si con ese diálogo nos fuéramos a librar del coronavirus.
Obsérvese que solemos descargar la responsabilidad en los demás y por eso usamos la tercera persona del plural: dialoguen, dialoguen. Y así, en esta postura cómoda, aguardamos el santo advenimiento y que nos den la comida en plato y triturada.
Pero sea, y miremos al diálogo que pedimos. ¿Tenemos dos o más personas? Tenemos, aunque se escuchen griteríos acerca de la representación. ¿Pueden manifestar alternativamente sus ideas y sus afectos? A la vista de todos está y no lo niegan ni lo esconden. Además, lo hacen de manera tan alternativa, que ni se escuchan y hasta ni se oyen. ¿Se busca la avenencia? ¡Alto ahí! Esto no parece tan claro, pues cada uno ya ha hecho saber, por todas las formas posibles, lo que quiere y lo que no quiere y cuáles son los límites que impone. ¿Entonces? Pues entonces lo que se produce es un diálogo de besugos o de sordos. O sea, que la últimas acepciones del del DRAE se ajustan muy bien a la realidad.
Llegados a este punto, uno tiene la tentación de defender que el diálogo está cerrado o que aquí queremos engañarnos todos. Quiero decir todos los que se ponen roncos con el dialoguen, dialoguen. Tal vez porque expresan un deseo incontenible de que esta situación se arregle de una vez por todas y no nos traiga engolfados y abducidos, como si la existencia se redujera a este asunto.
Yo mismo expreso con frecuencia mi hartazgo ante los dos asuntos públicos que me han machacado durante casi toda mi vida: el asunto vasco y ahora el catalán. Tal vez esta saturación nos empuje a gritar el auxilio de alguna salida que nos permita diversificar la mirada y repartir nuestros intereses y preocupaciones.
Todo se vuelve confusión y desánimo, falta de sosiego y de buena voluntad para solucionar las desavenencias. Cuando, además, se parte de posiciones cerradas, de mentiras históricas, de desigualdades entre ricos y pobres y de inyecciones de aldeanismo y de mesianismo, todo se envenena y se traslada desde el nivel de la razón al del sentimiento y del hígado. Mala cosa.
Dialoguen, dialoguen. Claro, pero ¿de qué?, ¿desde qué premisas y desde qué principios? ¡Si todo está puesto encima de la mesa desde el primer día! Si no se clarifican los principios (sobre todo el del sujeto de soberanía), todo lo demás es puro voluntarismo. Y no está mal poner todo el empeño en arreglar los desaguisados. Pero la Historia está ahí y sus enseñanzas tienen que servirnos.
Y para los que no estamos en la mesa para dialogar, por favor, no descubramos ahora el Mediterráneo, que ya estaba ahí desde el principio, con los mismos principios y con las mismas exigencias. No insultemos a la inteligencia más elemental y el sentido común más de andar por casa. Es que hay gente que parece que se cae ahora del caballo. Y esto molesta bastante.
Así que, venga, dialoguen, dialoguen; pero desatasquen los principios de los que hay que partir. Sin ellos todo es confuso griterío, engañifa, desigualdad, inmoralidad… Y cabreo infinito.

jueves, 6 de febrero de 2020

ES OTRO AMOR DISTINTO



ES OTRO AMOR DISTINTO

Mi voz presta sus ondas
a las evocaciones del recuerdo.
Será tal vez la tarde
que se dora en sus rayos y se acorta
en la inquietante luz del horizonte:
el horizonte en niebla del recuerdo.

Entre el ser, que se intuye ya lejano,
y esta nueva presencia, solo el tiempo
y sus rastros menudos
en la belleza escueta de las cosas,
lo que queda en el fondo y se remansa
a pesar de los pálpitos y el viento.

Es otro amor distinto,
el que suscita el alma del recuerdo,
otro conocimiento más en calma.
Los recuerdos encienden y los cuerpos
queman y se hacen brasas;
solo el amor pervive y se conoce
hasta en la esencia gris de la ceniza.

miércoles, 5 de febrero de 2020

TODOS SOMOS CONTINGENTES



TODOS SOMOS CONTINGENTES…
Incluso tú, que tan buenos esquemas de vida nos has dejado en tus trabajos cinematográficos.
Ha fallecido el director de cine José Luis Cuerda. Fue ayer mismo y hoy casi ya no es noticia. Si acaso lo sigue siendo es por tantas notas laudatorias como se han publicado.
Ser benevolentes es siempre buena solución. España, además, es lugar en el que se aguarda hasta la muerte para alabar lo que se denostó en vida. Todo es verdad y se superpone. Yo creo que en esta ocasión las alabanzas merecen mucho la pena.
Yo ya he escrito acerca de José Luis Cuerda y de alguna de sus películas. No podría hacer otra cosa más que repetirme. Valga, entonces, ahora lo que sirvió hace ya mucho tiempo.
Anotaré, no obstante, algunas brevísimas notas que me parecen fundamentales:
a)      Conocí a Cuerda, por primera y única vez, allá por los años 80, en una comida distendida, después de una conferencia en el IES Ramón Olleros Gregorio. En esa comida confesó, entre tantas otras cosas interesantes, que cualquier película que sobrepasara una cantidad prudencial (no recuerdo cuál dijo, pero resultaría ridícula en nuestros días) en su presupuesto tendría que ser considerada como sospechosa. Se refería, claro, a las grandes superproducciones de Hollywood, esas que tanto y tan mal nos han marcado en su escala de valores a todos nosotros. Recuérdese al respecto lo que en la película Amanece que no es poco le soltaba el alcalde al profesor que se atrevió a levantar la mano para defender en algo a los americanos. "Yo quería defender a los americanos porque también tienen cosas positivas", dice Resines, el profesor. "¡Vete a la mierda, hombre!", le responde el alcalde. Y es como si se le oyera hablar a Cuerda.
b)      José Luis Cuerda ha dejado un manojo de películas fundamentales. No solo Amanece está entre las elegidas. Ahí están El bosque animado, La lengua de las mariposas, Así en el cielo como en la tierra, Tiempo después… A pesar de mi devoción por muchas de ellas, me quedo con Así en el cielo como en la tierra. Podría expresar muchas razones para defender esta elección.
c)      He dicho muchas veces, y sigo diciendo, que me gustaría haber sido en mi profesión como el maestro de La lengua de las mariposas. "Si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, ya nadie podrá arrancarles nunca la libertad”.
d)      Estoy orgulloso de que algunas personas hayamos fundado y sigamos manteniendo en Béjar una agrupación rarísima para los tiempos que corren, que, en honor de Cuerda, se llama El libre albedrío.
e)      No sé por qué esta película tardó tanto tiempo en hacerse una película de culto y un referente del surrealismo cinematográfico español.
Y así hasta que quisiéramos.
Cada secuencia de Amanece sugiere y merece una glosa interesante y sabrosa, pues condensa casi todo lo que la vida nos puede presentar; su actualidad resulta evidente.
En su honor y como un guiño final, sirvan sus propias palabras ante la muerte: Nunca había visto a nadie morirse tan bien. Qué irse, qué apagarse”.
Aunque no sé si no se te habrá oído este reproche: “Ya no aguanto este sindiós".