miércoles, 12 de febrero de 2020

REPOSO DE CABALLEROS



REPOSO DE CABALLEROS
No se muera vuestra merced, señor mío, le dice Sancho a don Quijote en su lecho de muerte. Antes de todo ello, el caballero había pasado por muchas aventuras y por varias caminatas y salidas. Al final de una de ellas se mantuvo en casa, reponiéndose de sus desilusiones y agotamientos. Hasta ella lo condujeron el cura y el barbero: “adonde entraron en la mitad del día, que acertó a ser domingo, y la gente estaba toda en la plaza, por mitad de la cual atravesó el carro de don Quijote”. Pobrecillo, enjaulado, adefesio y mamarracho a la vista de todo el mundo, como un hazmerreír y objeto de burla. Algo no muy diferente a lo que sucede hoy con cualquiera que se ilusione con algo que se salga del patrón y de la escala de valores del egoísmo en la que nos movemos.
En esa parada intermedia lo he dejado una vez más. En esta ocasión reposará hasta que me vuelva la comezón y le abra de nuevo las puertas del corral para que vuelva a ser caballero que vuele la ribera y sea de aquellos que a las aventuras van.
Creo que siempre -¿cuántas veces?- he leído el Quijote sin respetar el intermedio entre la primera y la segunda parte. ¡Y su concepción y publicación tiene un descanso de diez años! Tal vez por ello, la segunda parte está mucho más cuajada y resulta mucho más honda y es menos resultado de una cadena de cuentos populares. Así que dejaré en la bodega el vino para que repose en barrica unos días o unas semanas y volveré a echar un trago con la convicción de la solera y del buen paladar.
Me sigue apasionando la lectura de este libro y cada vez le encuentro atractivos nuevos: léxico, situaciones, reflexiones, capacidad para crear complicaciones y para solucionarlas, diálogos apasionantes, implicaciones de todo tipo… Y otros mil elementos contradictorios y llamativos por parecer propios de un escritor algo descuidado: uso de pronombres, anacolutos, desordenes, descuidos…
Pero lo sumo todo y me da un cóctel maravilloso que me atrapa y no me deja de la mano; antes bien, me gustaría siempre seguir a todos los personajes para divertirme con ellos, para hacerles reproches o para aplaudirles como un forofo más. Siempre la suma me sirve mucho más que las partes.
Y que nadie crea que no le arrimo reproches cada pocas páginas. Pondré un ejemplo. ¿A qué vienen los episodios LI y LII, con los relatos de la historia de Leandra y la de los cuadrilleros? ¿No se habría cerrado perfectamente el relato con las reflexiones del canónigo, del cura, de Sancho y de don Quijote acerca del valor de la literatura de caballerías, de la realidad y de la ficción, del encantamiento y del egoísmo? Mi impresión de lector es la de que sencillamente sobran.
Mas una golondrina no hace verano. Donde menos se piensa salta la liebre. El q            ue ve la mota en el ojo ajeno vea la viga en el suyo. Vendrán por lana y saldrán trasquilados. Y para todo hay remedio si no es para la muerte.
Porque aliquando dormitat Homerus y cualquier escribano echa un borrón.
Descanse, pues, don Quijote, cuente todas sus cuitas Sancho a su mujer y repónganse ambos, que el tiempo viene bueno y los caminos aguardan sus pasos y mis miradas. Y pronto todos seremos otra vez caballeros que a las aventuras van. Vale.

No hay comentarios: