miércoles, 30 de septiembre de 2015

LA VIDA SIGUE IGUAL


Después de tanto susto y profecía, de tanto gladiador y tanto desconcierto, la vida sigue igual.
Han pasado las elecciones catalanas y nadie ha salido en posición de avanzar en ningún sentido, sobre todo porque todos piensan que pueden seguir el suyo de manera decidida. Otra vez la ley y la vida, el impulso y la regla, la interpretación a favor de corriente y el todos ganan.
Solo hemos perdido los que queríamos que este asunto se encauzara de alguna manera para que las energías empezaran de una vez a mirar en algún otro sentido y se encauzaran en pos de algún otro objetivo. Qué cansancio, qué sinrazón, qué luchas en negativo. Con lo hermosas que serían las proposiciones para el común, para una mejor vida colectiva…

Y yo aquí, en la esquina del mundo, sin posibilidad de hacer casi nada. Como casi todo el mundo, por otra parte. Me vuelvo a mis quehaceres y a mi mundo pequeñito. Suerte y buen ánimo.

martes, 29 de septiembre de 2015

EPIGRAMAS

   

EPIGRAMAS

Aquí yace sepultado
notable sindicalista
pues fue importante activista
del gran sindicato ario.

Fue su principal afán
reivindicar para sí
con ansia y con frenesí,
el horario y el salario.

Ahora duerme sin horarios
y olvidó sus honorarios.


Suerte la de esa mujer
pues se llenó de consuelo:
mandó a su marido al cielo
y Dios la vino a ella a ver.



Me mataste con tus celos
y tú por ellos moriste.
Vaya dos muertes tan tristes:
matar y morir a un tiempo.



Son cinco mujeres viudas
las que llevas sepultadas,
y por la cinco llorabas
mirando sus sepulturas.

A todas ellas les juras
con tono sincero y claro
que a todas las has matado
y no añoras a ninguna.



-¿Por qué por el día estás triste      
y por las noches alegre?
-Quizás no quieras -dijiste-

que de veras te conteste.   

lunes, 28 de septiembre de 2015

EPIGRAMAS


EPIGRAMAS
A punto de descansar
dentro de la sepultura,
le dijo un borracho a un cura:
“¿Para encontrar mi consuelo
y poder mi sed saciar,
 hay tabernas en el cielo?”



Es una cuesta la vida
de mucha dificultad:
no cuesta tanto subirla
como cuando hay que bajar.



Si le pides a Epi grama
que escriba algo sobre ti
-según su significado-,
trátalo con buen cuidado,
lávate el cuerpo y la cara
para que pueda escribir.



Un banquero confesaba
con mucho arrepentimiento
el séptimo mandamiento
y el cura le contestaba:
en penitencia has de hacer
propósito de la enmienda,
no robar ninguna hacienda
y el dinero devolver.
Salió del confesonario
como alma que lleva el diablo

y nunca lo volvió a ver.

domingo, 27 de septiembre de 2015

EPIGRAMAS


EPIGRAMAS

A todos los que te encuentras
das besos como saludo;
parece que a todo el mundo
de tu cuerpo abres las puertas.



“¿Será viuda o doncella?”,
preguntaba un atrevido.
“La haré infiel a su marido”.
Dijo su amigo, guasón:
“Mucho cuidado con ella
porque el marido soy yo”.



Se acercaba el carnaval
y pensó que era el momento
de dedicarse al contento
y de encargarse un disfraz.

-Me disfrazaré de asno:
será muy original.
-Tú eres el originario:
no es necesario el disfraz.



-¿Por qué muestras esa pena?,
¿porque está enferma tu esposa?
No llores, se pondrá buena
y sana como un rosa.

-Lloro por esa condena. 

viernes, 25 de septiembre de 2015

EPIGRAMAS


EPIGRAMAS

Afanábase el ministro
en medio de la tormenta
en dar razones y cuentas
de cautelas y registros.

¿Por qué no se mira el “fistro”
y se abrocha la bragueta
para que no comprometa
su cualidad de ministro?


¿Presumes de poca edad
porque tienes pocos años?
No te me vengas a engaños:
quien tiene más tiene menos;
el de menos, nunca más.


Aseguras que es sagrado
el rito del matrimonio.
¿Es Cristo o es el demonio?
¿Quién de los dos lo ha fundado?
¡Mira que no te has casado!


-¿Conoces las alabanzas
que publican de tu libro?
-¿Cómo no he de conocerlas
si yo mismo las he escrito?


-Yo siempre digo las cosas
con la verdad por delante.
-Será la verdad ociosa

que señala a los pedantes.

jueves, 24 de septiembre de 2015

TRES A MODO DE EPIGRAMAS



TRES A MODO DE EPIGRAMAS

Me pides que te escriba un epigrama
y tengo que contar con mi agudeza.
Mas hoy no es ocasión: en mi cabeza
no anida el aguijón: la tengo plana.

Esdrújula es la tuya y casquivana,
henchida de vapor y ligereza.
Orádate tú misma la corteza:
verás que en tu interior no queda nada.



“Vine, vedi, vici”, dijo
pensando que era latín.
-¿Qué significa ese dicho
que te sale del magín?

-Pues… “divide y vencerás”.
según dijo Julio César.
-Pues… perturbado has de estar
o aturdida tu cabeza.

Alcalde, deja el oficio
aprende latín primero:
verás que no es muy certero
hablar las lenguas de oído.





-¿Adónde vas tan deprisa?
- A contar olas del mar.
- Llévame contigo, amiga.

- Perdona, no sé contar.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

!ARA!, !ARA!



En varias ocasiones me he pronunciado acerca de la importancia que el dominio de la fonética tiene en cualquier nivel de la expresión lingüística, tanto en los niveles teóricos como en los de  expresión oral de cada día. Creo que se tomaba poco en serio este asunto en nuestras universidades. Ya no puedo dar fe de lo que ocurre ahora. Al fin y al cabo, todo tiene una base fisiológica y la comunicación oral no tiene otra base que no sea una suma de sonidos articulados. Cuando a ese sonido articulado se le asocia una imagen mental que es capaz de contener la idea que de una realidad tenemos, entonces el milagro ya se ha producido. Alguna vez he dicho que acaso este ha sido el principal hito de progreso en el ser humano; desde ese momento somos dioses menores y portadores de la llave del milagro.
Mi nieto Rubén tiene apenas trece meses y hace tan solo unos días me regaló uno de estos milagros incipientes, que se harán costumbre y realidad a medida que vaya creciendo. Yo conservaré para siempre el recuerdo de este instante.
Esta es la escena: Las siete y media de la tarde. Ávila. Paseo por los jardines próximos a su casa. Qué gloria verlo pedir su parte de helado con gestos y chupar con codicia su contenido. Vuelta hacia casa. Los abuelos tienen que despedirse para regresar. Sara quiere jugar aún un poco en un recinto en el que hay columpios y un tobogán. Sus padres acceden. Sus abuelos gozarán un ratito más con la presencia de sus nietos. Sara se adentra en el recinto de juegos y se sube al tobogán. Rubén la observa desde fuera de la valla de madera. De repente, se arranca en un grito repetido: ¡Ara, Ara, Ara…! Los abuelos asisten al misterio de los misterios y se lo comen a besos. A la vuelta, en el coche, no paran de recordar el hecho y de sentir un placer especial.
Es difícil determinar en qué grado el bebé, ya casi niño, es consciente de la asociación entre unos sonidos y lo que estos representan; pero juro que su deseo era el de asociarse con su hermana, el de entrar en el recinto vallado para participar del juego, el de llamar la atención para que a él también se le hiciera caso. Pero hay una base fonética muy sencilla de explicar, la de repetir una vocal tan abierta como la “a” y la de ayudarla con el sonido tan próximo fonéticamente a las vocales como la “r”. ¡Ara!, ¡Ara!, ¡Ara! ¿Articulaba realmente Rubén sonidos? Ahí andaban los primeros intentos, los primeros vagidos en ese mundo maravilloso de la expresión oral. ¿Era consciente de lo que hacía? No sé qué contestar, pero sí es seguro que al menos se puede hablar de alguna relación sencilla y breve.

Entre este primer intento que me ha regalado Rubén y los que espero que me obsequie a lo largo de los años, habrá todo un proceso de perfeccionamiento. Espero que el camino sea largo y provechoso. Yo estaré a la escucha y repetiré también con energía siempre: ¡Sara!, ¡Sara!, ¡Sara! Y añadiré también: ¡Rubén!, ¡Rubén!, ¡Rubén! Y siempre asociaré a estos sonidos articulados una imagen mental superlativa y repleta de amor. También espero que ellos me correspondan. Entonces me sentiré feliz en la fonética.

martes, 22 de septiembre de 2015

OCASO


OCASO

La música domina, cadenciosa,
los espacios del verbo. Yo respiro
con la alta lentitud de las encinas.

La tarde es una copa rebosante
que bebo a bocanadas mientras callo.

Aro mis sueños de futuro incierto
y me dejo, me olvido, me abandono.


La tarde me ha inundado de luces y de canto.

lunes, 21 de septiembre de 2015

LA SOLEDAD SONORA


LA SOLEDAD SONORA

Estoy solo en la noche y el silencio
escucha con paciencia mis palabras.
Soy limosnero y pido, los pasillos
se llenan lentamente de murmullos
de gentes que me miran y me ofrecen
un poco de calor y con sus gestos
se ofrecen a mi sed de par en par.

De mi boca ahora manan los sonidos
y todo en mi conciencia es ya canción;
ya no hay mar solitario ni sin barcos

sino fiesta nocturna en alta mar.

jueves, 17 de septiembre de 2015

UN TORO EN LA VEGA

    
Año tras año se repiten costumbres y usos que, según fechas, quedan en los altares o en el olvido. Los días de agosto son los más propicios para que cualquier elemento que llame la atención se mantenga en la escena de la popularidad durante un tiempo largo. Ya se sabe que, durante ese mes, es mejor no morir, entre otras lindezas porque te puedes quedar sin conseguir enterrador. El país, ya se sabe, está parado y en las playas. La otra posibilidad es la de que un hecho consiga el apoyo o el rechazo general; entonces la inercia hace todo lo demás. Es aquello de coge fama y échate a dormir.
A este segundo caso pertenece el llamado “toro de la vega”, esa macabra celebración en la que unos “machotes” alancean un toro hasta la muerte, entre el jolgorio general. El que consigue darle al animal el último aguijonazo, seguramente cuando el astado ya está exhausto y sin fuerzas, es considerado ganador del torneo y paseado a hombros entre los asistentes, y vaya usted a saber si no adquiere también el derecho de pernada en medio de alguna cencerrada colectiva. La noticia del festejo y su crítica se ha convertido más en noticia que el desgraciado y macabro hecho en sí: qué harían los medios sin el toro de la vega en estas fechas cada año.
Cualquier actividad de este tipo merece por mi parte la más absoluta condena, pero exige también su análisis y su presentación didáctica. Para ello sería bueno que los antropólogos (o el mismo sosiego y el sentido común pueden servir) nos enseñaran la razón de su existencia, sus implicaciones, la escala de valores (o de falta de valores) que esconde, la dificultad de removerlos y de eliminarlos y la mejor forma de hacerles frente.
Nací en un pueblo serrano que conserva la siniestra “fiesta de los gallos”. Me gustaría que mis paisanos la eliminaran de sus costumbres. Pero entiendo que no es sencillo sin una labor didáctica y serena. Si no se hace así, las reacciones pueden ser (de hecho suelen ser) desproporcionadas por cualquier parte, y eso no hace más que favorecer las posturas extremas. Y, cuando la masa se encuentra en territorio propio, se siente más segura y dispuesta a casi todo.
Acciones desgraciadas como las del “toro de la vega” no son más que variantes extremas de manifestaciones seculares en las que se premian los instintos más inmediatos y exagerados y que, de forma esquemática, vienen a simbolizar hitos en el discurrir humano premiados de muy diversas maneras. Porque los premios no solo se hacen en metálico: hay muchas otras formas de regalarlos, y si no que se lo digan a los asistentes a los festejos y a las comunidades que los acogen. Por eso las variantes sociales, religiosas y políticas que implica todo esto, variantes que no son tan sencillas de resolver.
Así que espectáculos de este tipo, los menos posibles; pero manejando otro tipo de valores, sin premios sociales a los más “forzudos”, como si fueran los machos alfa de la manada, y con la coherencia de la analogía. Porque acaso lo que criticamos (desde mi punto de vista con toda la razón) en el “toro de la vega”, tal vez lo defendamos y hasta lo jaleemos en otros formatos diferentes.

Si el ser humano es un ser de costumbres, a ver si entre todos las vamos ordenando en una escala en la que sea la razón y no los instintos la que se sitúe en el vértice. Y todo con serenidad, lejos tanto de la explosión instintiva como de esnobismo y el morbillo comercial. 

martes, 15 de septiembre de 2015

PALABRERO MENOR ES MI EJERCICIO


PALABRERO MENOR ES MI EJERCICIO

Mi oficio en esta vida  tan dispersa
es padecer asombro ante las cosas
-eso que me hace ser exactamente hombre-,
verlas venir de frente y contemplarlas
como si nunca antes las hubiera visto,
buscarles el temblor, la mejor cara.

En tanto que ejercito mi sorpresa,
 esa secuencia íntima
que corre por sus venas me susurra
que hay otra luz más nítida y sencilla.

Después de esa extrañeza -tal vez al mismo tiempo-,
he de darme al oficio de nombrar y nombrar,
de darles cuerpo, de cuajar el sonido más perfecto,
de articular el ritmo y la armonía
entre la voz y el peso de sus significados:
le son, le sens, a efectos compartidos.

Y ya solo nombrar, nombrar, darle salida
al murmullo continuo que forman las palabras
en su afán por formar parte del canto.

Palabrero menor, partero sin descanso,
mientras la vida fluye y siempre nos invita
a descubrir sus blandos territorios

donde es posible la perplejidad.

lunes, 14 de septiembre de 2015

SOY FÓRMULA SENCILLA


SOY FÓRMULA SENCILLA

Persigo hallar los límites que impongan equilibrio
frente a la voluntad de abismo que me invoca;
tengo un cuerpo imperfecto y un impulso impreciso
que se buscan a tientas, incompletos;
miro con insistencia hacia el pasado, examino
las líneas más cercanas del presente e imagino
mis dominios posibles del futuro. Nada es cierto:
solo son vaguedades con signos de zozobra y titubeo.

Soy fórmula sencilla, me compongo
de amor, de circunstancias y de olvidos.
Solo el amor es vida que se enciende
en las brasas que prenden otros fuegos,
esas que han de rendirse a las cenizas

cuando otros brazos prendan otra hoguera.

domingo, 13 de septiembre de 2015

LA MESA DE LAS AUSENCIAS


LA MESA DE LAS AUSENCIAS

La memoria requiere un plano largo
para velar detalles no pulidos
y dejar que tan solo el poso denso
busque un blanco relieve a nuestro lado.

La dirección es doble y variable:
del presente al pasado, del pasado al presente.
Los caminos se cruzan y en la rutas
hay intercambio azul de soledades.

Hoy debo confesar que, en ocasiones,
me anega el sentimiento de la desolación:
yo recuerdo el pasado, pero este
no me recuerda a mí. Las sucesiones
del tiempo en mi memoria se hacen luces
y sombras que se asoman y se vuelven
al impreciso reino del olvido.

 Yo procuro, en silencio,
un lugar que no estorbe
en la mesa que acoge a las ausencias
y desde allí compruebo con nostalgia
cómo se van las huellas diluyendo
en el eco impreciso del pasado.

Alzo mi copa y brindo. Las miradas
me dicen que a su lado hay aún refugio

en el que calentar mis frías manos.

viernes, 11 de septiembre de 2015

ECOS DE ESTÍO



ECOS DE ESTÍO
Ya somos extravío del verano,
hoy, once de septiembre, de mañana.
Con las señas cumplidas de la caducidad,
de nuevo está la luz casi temblando
y se asoma con miedo en los caminos;
hay árboles cansados y sedientos,
y agraces moras que apenas maduran.
¿Por qué las piedras guardan blandas señas
de los días de estío? Quedan ecos
y rumores de palabras dispersas.
Por aquí anduvo el sol y en estas piedras,
que siguen esperando otro verano,
una mujer amó y un hombre anduvo
buscando dar sentido a la costumbre
de no ser más ni menos que ser hombre.

Hoy todo es más ciudad, menos silencio,
al otro lado del calor del sueño.

Yo, que también fui nombre entre estas luces,
vuelvo a sentir los ecos de esas tardes
en el silencio azul de las mañanas

de este incipiente otoño que me habita. 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

"MOTIVOS PERSONALES". JOSÉ LUIS MORANTE


El mundo de los géneros literarios se agita, se revuelve, se acomoda, se pone al día, se mira y se vuelve a reconocer en lo antiguo…  Al final, tranquilidad y sosiego, que todo vuelve a su cauce: todo es pensamiento y palabra, curiosidad y deseos de satisfacerla, parada y vista al frente. Tal vez para descubrir que el horizonte es siempre horizonte porque no nos deja llegar hasta él (valga ya como aforismo).
Parece que, en estos últimos tiempos, el mundo del aforismo recobra vigor y se alza como expresión preferida por muchos creadores. Otros, si no han dejado recopilación, lo harán más adelante, pues casi todos han hollado ese camino, aunque sea de manera esporádica y espaciada. De manera que casi podríamos decir que se trata de ocupación trasversal y de formato común. Luego, algún día, el cajón contiene los suficientes pensamientos comprimidos como para pensar en darles formato unificado, en separarlos acaso por temas, en someterlos a un proceso de selección y en darlos a la imprenta. Un buen estudio sociológico nos daría claves certeras acerca del éxito del aforismo en este mundo agitado de comienzos del siglo veintiuno. Yo intuyo algunas razones y no me importaría exponerlas en formato más extenso.

José Luis Morante me regala su último libro de aforismos: “Motivos personales”, publicado en Ediciones la Isla de Siltolá, Sevilla. El poeta cuenta ya con una trayectoria reconocida en este género literario. Cien páginas que recogen en torno a seiscientos aforismos.
 No resulta sencillo, ni siquiera a estas alturas, concretar con exactitud el significado de la palabra aforismo, pues la familia de sus allegados es larga y profusa: sentencia, proverbio, adagio, apotegma, axioma, pensamiento, máxima, dicha, refrán… Pero podríamos dejar esto para contextos técnicos y para “negocios de particular juicio”.
En varias ocasiones intenta el autor una definición de aforismo desde la misma plataforma del aforismo, y habrá que entender que es aquella a la que él atiende en la construcción de los mismos. Lo hace, si mi recuento no falla, en las páginas 68,6; 81,1: 83,4; 91,6. Copio solo el último ejemplo: “Los aforismos son textos avaros, que racanean en la argumentación”. 91,6.
Dicen los cánones que el aforismo debe compendiar brevedad, doctrina y propuesta de reflexión o de actuación. Ahí es nada: abstracción para universalizar, ni un solo dispendio formal, y encima incitación al lector para que se conmueva, piense y decida. Vaya un ejercicio de forma y contenido. Por eso tal vez se trate de un ejercicio arriesgado y que bordea y conjuga lo sublime con lo inane y hasta lo mostrenco. Cuidado con ese peligro.
En ese ejercicio se mueve Morante y creo que casi siempre salta el obstáculo que se le ofrece hasta conseguir volver a colocar el listón para un nuevo ejercicio.
La brevedad formal no solo se consigue, y la consigue, con criterios lineales, sino con el dominio, el conocimiento y el trabajo de la frase y de sus elementos esenciales; y hasta con el dominio de la puntuación, que, para este ejercicio creador, resulta absolutamente fundamental, pues un solo cambio y olvido remueve totalmente el sentido del aforismo.
La doctrina o reflexión mana con naturalidad de la personalidad del autor, de su conciencia, de su formación, de su conducta vital. Un aforismo con fuerza puede surgir por casualidad; varios no, nunca; y el escritor natural de aforismos es el que ha defendido siempre “Que el poema tenga siempre un hueco para la razón”, pg. 64,1. O aquel otro pensamiento: “El peso de la edad encorva hacia el moralismo”, pg. 78,5. El snob de turno lo que tiene que hacer es asomarse a la ventana, contemplar, aprender, serenarse…; y luego ya después…
Y esa proposición como regla de actuación que se esconde en el aforismo, esa propuesta de deducción, ese planteamiento en escorzo, ese amago… poco es si no propone una reacción de asentimiento o de disentimiento en el lector. Por eso, tal vez, sea tan importante el campo de reflexión en el que se asienta el aforismo. Porque, si toda lectura termina siendo un diálogo entre el creador y el lector, acaso en el mundo del aforismo este intercambio es más intenso por repetido y continuo, casi por apabullamiento, pues, cuando has terminado de dejarte cegar por uno, ya te está esperando el siguiente.
José Luis Morante acude, de manera natural, a la reflexión acerca del mundo de la literatura en un tanto por ciento muy elevado de sus aforismos. Es su ambiente, su estado básico, el contexto en el que se relaja y en el que anda gozosamente perdido. Y digo “el mundo literario”, con todas sus variantes, no solo la de la creación estricta. Hay en este libro de aforismos toda una teoría y una manera de pensar acerca de la creación, de los concursos, del mundo editorial, de las lecturas…
No le cuesta a Morante apoyarse en otros autores para refrendar pensamientos con los que está de acuerdo. Le honra el hecho y ayuda esto a conocer mejor su estirpe literaria y su camino de pensamiento. Después aparecen asuntos diversos, aspectos de la vida sobre los que echar el cuarto a espadas y otra serie de consideraciones de forma y de contenido. Pero este desmenuzamiento ya no cabe en pocas líneas.

Siempre se ha basado la poesía de José Luis Morante en un poso de pensamiento, a veces demasiado visible, lo que no quiere decir que yo personalmente no me alegre de ello. Este libro de aforismos me parece un paso absolutamente normal y natural en el proceso de su creación. Seguro que habrá más entregas. Nosotros las podremos desmenuzar en sus ingredientes. De momento, estos “Motivos personales” pasan a formar parte de los motivos personales de cada uno de los lectores. Al menos de los míos.

domingo, 6 de septiembre de 2015

LA GENTE: SIN MÁS, PERO SIN MENOS


Hay días en los que el tiempo se alarga, o tal vez sean días en los que no sabemos ofrecerle asuntos al tiempo para llenarlo con algo de contenido interesante. No es lo normal, a poco que nos esforcemos, pues siempre hay algo en lo que entretenerse, aunque solo sea para intentar matar el tiempo (Qué honda es eta expresión de “matar el tiempo”)..
A veces lo hago con el análisis del significado de palabras o expresiones cuyo uso por parte de la mayoría de las personas -seguramente incluyéndome yo mismo- no es el más exacto. Eso que perdemos en la comunicación, ese ruido que producimos y esa ocasión que desaprovechamos para utilizar la mejor arma que tenemos en el diario asunto de la convivencia.
Hoy apunto un caso: “La gente anónima”.
Decía don Antonio Machado que ninguna cualidad puede poseer la persona que sea superior al hecho mismo de ser persona. Estoy muy de acuerdo con él; a pesar de que en numerosas ocasiones me desazone al comprobar -ojalá que equivocadamente- cómo los comportamientos no son precisamente los que podríamos esperar en seres racionales, o sea, en personas.
¿Cómo es posible que, para empezar, les quitemos el nombre a las personas y las escondamos en el anonimato? Con ello las estamos privando de su primer derecho, el de poder ser identificadas individualmente.
No sería lo peor eso si no fuera porque, además, el adjetivo de marras, “anónima”, anda cargado de connotaciones negativas en su uso actual. Gente “anónima” nos lleva a la desposesión de cualquier valor, al olvido y al arrinconamiento. Y también ocurre con el sustantivo. Así, recibir un “anónimo”, o escribirlo, esa costumbre tan cobarde y miserable que se ha extendido como las plagas en los medios de comunicación, deja -este “anónimo” sí que merece ser cargado con el peso de la connotación negativa- a quien lo envía en la escala de los bajos fondos de las segunda o tercera filas de la consideración.
El asunto viene de lejos pues ya en los primeros siglos de expresión literaria los anónimos eran casi una constante. Pero aquello obedecía a otros contextos: unas veces era la tradición y otras las precauciones ante las posibles represalias de los poderosos mencionados y cuestionados en los escritos. El autor de Lázaro de Tormes se las tuvo que pensar muy mucho y dejó aquella crítica feroz sin firma. Más bien por si acaso…
Hoy nadie puede pensar que, si una persona se manifiesta con algo de cordura, vaya a tener dificultades insalvables ante los demás. Más bien parece que se trata de un contrasentido según el cual casi todo el mundo necesita echar su cuarto a espadas, porque lo que no se publica no existe ni se considera, y a la vez faltan las agallas elementales para hacerse cargo de lo que uno dice.  Algo así como sucede en las sociedades anónimas, en las que los peces gordos se esconden y se hacen anónimos a través de las acciones, aunque a algunos les salen por todas partes y no lo pueden disimular.
De modo que la gente, por el hecho de serlo, ya es digna, individualizada y concreta. Nada de gente anónima, cuando escondemos la significación de humilde, de segunda clase y hasta del montón. La gente, las personas, los ciudadanos, los votantes… no necesitan de añadidos tan peligrosos como el de “anónimo”.

Lo que tal vez queramos salvar de la vulgaridad en realidad lo podemos hundir en el reproche y hasta en el desprecio. Cuidado.

viernes, 4 de septiembre de 2015

HABLO CON LAS ESTATUAS


HABLO CON LAS ESTATUAS

Caminar la ciudad a paso lento
y mirarles la cara a las estatuas
es ejercicio sano y conveniente
cuando la tarde cae. En sus ojos
duerme toda la sed que ha ido quedando
del paso de la gente por las calles:
sus voces, sus silencios, las oscuras
ambiciones guardadas en sus labios
y esa tristeza gris que va envolviendo
los rincones donde la luz se duerme.

Me gusta hablar con ellas, con sus blancas
sonrisas y su insistente calma.
Las abrazo y me miran con su mirada cómplice;
ellas me dan noticia de las pequeñas cosas
de esta ciudad estrecha y perezosa

en que me siento raro, extraño, solitario.

jueves, 3 de septiembre de 2015

AYLAN EN LAS ARENAS



AYLAN EN LAS ARENAS
“Las manos de mis niños se me escaparon de la mías”. Palabras del padre de Aylan, niño sirio que se ahogó en el mar, entre Turquía y Grecia, junto a su madre y un hermano mayor de cinco años. Todos huían de la guerra en su país.

Supe de tu existencia desde el día
aquel que, desde el mar de la Antillas,
surcaron naves hacia el mar de oriente,
con la muerte en sus vientres
y una insaciable sed del oro negro.
Te adiviné en los turbios pensamientos
llegados de la tundra de Siberia,
envueltos en la faz de la locura.
Estabas incubando cuando Europa
jugaba a repartirse Oriente Medio.
Naciste cuando Alá andaba furioso
jugando a la guerrilla con los niños,
descabezando bienes y razones
en nombre solamente del misterio.
Creciste con el miedo a los caprichos
del sátrapa de turno en tu contorno.
El hambre te empujó, te empujó el viento
contra el último engaño de occidente.
El mar se volvió cómplice y al verte
tan solo, tan pequeño, tan humilde,
se apiadó de tu tierno sufrimiento.

Todo eso lo había visto y no supe mirarlo.


Tú hoy le pusiste cara y me increpaste
por no haberlo gritado a grito limpio,
por no cambiar la parte que me toca
y no gritar la rabia y la impotencia:
por no haberme manchado en mi palabra.

Hoy va mi maldición contra esta historia,
que es historia de todas las historias.
Porque hoy tú eres el resto de un naufragio
que llega desde el cielo y certifica
el despiadado paso de los tiempos.
Que los dioses respondan de sus culpas,
que los seres se miren la conciencia,
que yo sepa llorar lo intolerable
pidiendo tu perdón,
y que la tierra grite
un grito de dolor en las arenas
donde tú te rendiste
acunado en el eco de las olas

del mar Mediterráneo.

martes, 1 de septiembre de 2015

EXTRANJEROS CLASEADOS


Los finales de agosto me sumergen en un mar de noticias que, sin solución de continuidad, van vomitando los medios de comunicación, fundamentalmente las imágenes televisivas: pateras llenando el Mediterráneo sin poder aproximarse a las costas, playas llenas de turistas tostándose al sol y sin prisas para nada, barcazas en las que se agolpan gentes de diversas edades que huyen de sus países, trenes hasta los topes que almacenan personas con las mismas intenciones, hileras interminables de fatigados con niños exhaustos de miradas indefinidas que lo juegan todo a la ruleta de la Europa Occidental, traspasos a gogó de futbolistas de un país a otro…, y los primeros insultos políticos inaugurando una temporada que se presenta repleta de acontecimientos importantes.
En esa sucesión se me reflejan las enormes diferencias entre unos y otros casos. Por una parte los turistas divirtiéndose (eso dicen y eso muestran con sus gesticulaciones exageradas) y los deportistas de primer nivel; por otra parte, toda esa fila inacabable de los que se afanan por conseguir llegar hasta donde entienden –acaso no saben muy bien en dónde se meten- que su vida puede desarrollarse con más dignidad.
Hasta la terminología los diferencia: mientras que unos son turistas, otros son inmigrantes; mientras que a unos se les recibe con todas las atenciones, a otros se les ponen barreras materiales y sociales de todo tipo; mientras a unos se les incluye en esas estadísticas de las que después se va a presumir y con las que se va a engañar a muchos ciudadanos, a los otros se les raciona todo y se les controla en busca del menor cupo posible. Los primeros vienen dispuestos a consumir; los segundos llegan con la petición de trabajar a cambio de un sueldo que les permita sobrevivir. La Europa envejecida y opulenta los mira como apestados y los más egoístas reclaman su control cuando no su expulsión inmediata.
Todos son extranjeros pero no todos engrosan las mismas listas. Para los más pudientes se habla de movilidad, de sol, de hoteles, de fiestas y saraos; mientras que a los más necesitados se les ponen concertinas y vallas de toda clase. Todos poseen la misma dignidad por ser personas, pero no a todos los dignificamos de la misma manera. Los hijos de unos son iguales a los de los otros, pero sus caras no expresan la misma angustia ni la misma situación.
Y, por si fuera poco, hasta los nombres los heredan. Los hijos de los extranjeros pobres que nacen en los países de llegada siguen siendo inmigrantes, tan solo rebajados por el apellido de “inmigrantes de segunda generación”. Los hijos de los extranjeros pudientes son españoles de nombre, de hecho y de todo derecho. A los primeros seguimos estigmatizándolos con el nombre, incluso después de ofrecerles otros muchos derechos, como son los de educación, sanidad, trabajo…
También con estos calores veraniegos sigue habiendo caminos que surcan diligentemente el cielo o las olas del mar con suavidad, y hasta los carriles de las autovías con rapidez. Hay otros que, por desgracia, lo hacen con más lentitud, con el cansancio a cuestas y con las ilusiones difusas y casi imposibles; de hecho, muchas se quedan por el camino, bajo el calor del sol, a la intemperie del viento o al capricho de las olas.

Y es que siguen existiendo billetes de distinta clase, y no es lo mismo viajar en clase turista que en clase preferente; ni lo es trasladarse en yate que en patera. Dónde vas a parar. Y lo peor es que el esclavo demasiadas veces sigue aplaudiendo al del yate mientras este le ordena y manda que se lo limpie.