PALABRERO MENOR ES MI EJERCICIO
Mi oficio en
esta vida tan dispersa
es padecer
asombro ante las cosas
-eso que me
hace ser exactamente hombre-,
verlas venir
de frente y contemplarlas
como si nunca
antes las hubiera visto,
buscarles el
temblor, la mejor cara.
En tanto que
ejercito mi sorpresa,
esa secuencia íntima
que corre por
sus venas me susurra
que hay otra
luz más nítida y sencilla.
Después de
esa extrañeza -tal vez al mismo tiempo-,
he de darme
al oficio de nombrar y nombrar,
de darles
cuerpo, de cuajar el sonido más perfecto,
de articular
el ritmo y la armonía
entre la voz
y el peso de sus significados:
le son, le
sens, a efectos compartidos.
Y ya solo
nombrar, nombrar, darle salida
al murmullo continuo
que forman las palabras
en su afán
por formar parte del canto.
Palabrero
menor, partero sin descanso,
mientras la vida
fluye y siempre nos invita
a descubrir
sus blandos territorios
donde es posible
la perplejidad.
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