viernes, 31 de marzo de 2023

INDICIOS

 INDICIOS

. Tiritan los semáforos y piden / que la calle se pare a contemplarlos.

. El mar vuelve a la playa / rastreando sus huellas / y las olas presienten su naufragio / rozando sus espumas en la arena.

. Amanece: la vida se despierta / marcando tenuemente sus aristas.

. En medio de tus besos / me urgía la desnudez /para emprender un viaje sin retorno. / Por eso hundí las naves / y naufragué en lo hondo del delirio.

. Canta mi corazón y en él canta el corazón del mundo.

. Morir: dormir bajo la losa que sepulta la fuerza del recuerdo y del olvido.

. La muerte está buscando una metáfora. Se la prestó la nada.

. La vida es como un sueño entre dos ceros.

. La tarde se diluye en una lenta / panoplia de colores inocentes.

. Madurez: el tiempo en el que empieza la edad de la memoria.

martes, 28 de marzo de 2023

INDICIOS

 INDICIOS

. El amor detiene el tiempo, porque lo mata todo.

. El pasado solo puede revivir en las palabras.

. No hay deseo más ardiente y puro que aquel que no tiene destino.

. Distintas etapas, pero una sola meta final con esta cinta en la raya: placer.

. Dirígete al lugar de la inocencia; ella guarda la edad de la plenitud.

. Un paso más allá de la inteligencia: el placer o el dolor.

. Era tan pobre que solo poseía su vida biológica.

. Una necesidad del homo sapiens: la creación de la fantasía del amor.

. El mejor baúl de los recuerdos: los muebles que acompañaron el tiempo de una persona.

. Dos realidades: la realidad que nos aliena; lo alienante, que se muestra tan real.

. En el cuidado de las personas y de las cosas se encarna la bondad.

. La sostenibilidad no se puede aplicar al placer.

jueves, 23 de marzo de 2023

LA CENSURA DE LA MOCIÓN

 LA CENSURA DE LA MOCIÓN

«Los pájaros a las escopetas». «Ir por lana y salir trasquilados». Y tantos otros dichos que nos indican que, con frecuencia, el resultado que se buscaba es exactamente el contrario del que se consigue. El idioma castellano es muy rico. En esto y en casi todo. A él podemos acudir casi siempre para clarificar ideas.

Se está produciendo en el Parlamento una moción de censura presentada por los diputados de VOX y con un candidato interpuesto en la persona del economista Ramón Tamames, hombre casi nonagenario, que parece querer prestar un último servicio al país antes de retirarse definitivamente a los cuarteles de su ancianidad.

Todo el derecho del mundo a realizarla. Ningún derecho por mi parte a entrar en la conciencia del candidato para indagar en los motivos que le han llevado a prestarse a tal hecho. Él sabrá. Solo me asiste el derecho de la suposición razonable. Y esta no me devuelve resultados muy positivos para el candidato. Pero tengo que dejarlo ahí.

Algo muy diferente es el desarrollo de la moción. En él, las palabras, los gestos y las ideas salen a la luz y pueden y deben ser interpretadas por los ciudadanos, pues a ellos les afectan.

El candidato, Ramón Tamames, ha sido un reconocido economista en este país. Hasta los más alejados del campo de la economía hemos leído y subrayado en otros tiempos su obra Estructura económica de España. Yo al menos sí lo he hecho y debo deducir que, con más razón, los más allegados a la materia. Tenía -¿tiene?- el señor Tamames bagaje mental para presentar un compendio de ideas que se estructuraran en dos partes, las que debe tener cualquier moción. La primera es la de la suma de elementos negativos que den a conocer que la actividad de los dirigentes no es la correcta y que deben dar paso a otros gobernantes distintos. La segunda es la descripción de un programa general en el que se manifiesten los cambios que se proponen para que esa situación cambie a mejor. O sea, lo que se conoce en cualquier sitio como un programa de gobierno.

Pues resulta que el candidato se conformó con presentar una panoplia de elementos que, a su juicio, afeaban la actuación del Gobierno, y en eso se quedó. Tal vez -hay que ser muy respetuoso con ciertas variables- se quedó algo traspuesto, o al menos cansado, después de escuchar los improperios de quien le había precedido en el uso de la palabra y lo había propuesto para el cargo.

El campo quedó así abonado para que los que le respondían lo hicieran con una mezcla extraña de elementos de conmiseración, de retención de impulsos, de soltura, de extensión y hasta de crueldad innecesaria. Y lo que se había previsto como una moción de censura se transformó en una censura a la moción, en una especie de gracieta con poco gusto y en un espectáculo poco edificante.

Tengo la impresión -por utilizar un eufemismo- de que nadie ganó en el espectáculo: ni los proponentes (solo algo de borrosa visibilidad), ni el candidato (salvo ese pretendido minuto de gloria, que no sé si, a su edad y con su experiencia vital, lo necesitaba para algo), ni el Gobierno (porque no hubo posibilidad de contraste, por la desigualdad), ni los demás grupos políticos (por la misma razón), ni siquiera el PP (con su candidato haciéndose el sueco en la embajada idem, en ocasión aparentemente tan solemne), ni los españoles en general (que asistieran atónitos a un espectáculo con sabor a patio de colegio, a residencia de ancianos y a peleas con escasa misericordia).

A mí, desde luego, no me han regalado ningún caramelo ni ninguna fruta dulce. Será porque nunca me ha gustado hacer leña del árbol caído. Salvo de aquella leña de mis años niños que caía del árbol a golpe de sierra, de petalla y de destral, se hacía trozos y apilábamos para hacer cisco o carbón en el monte. Pero aquello era necesidad y ahora es nostalgia. Esto es algo bien distinto.

En la comida, quise beber un vaso de vino de reserva y resultó que estaba agriado. Seguro que porque no había envejecido convenientemente. Le pasa al vino y a algunas personas.

N.B. Comentario aparte merece la intervención de Yolanda Díaz, vicepresidente (a) del Gobierno. Brillante y con mezcla extraordinaria de ideas y de datos concretos. Ojo a su trayectoria, a su relación con el PSOE y a su combinatoria dudosa con PODEMOS. Pero esta nota se escapa de estas líneas.

martes, 21 de marzo de 2023

PRIMAVERA

 PRIMAVERA

 

Son los últimos días del mes de marzo.

Está la primavera reclamando

su salida a la luz, su nacimiento:

se despiertan las prímulas, apunta

el verde en el vigor de los capullos

-aprendices de hojas-, llegan ecos

de un dulce amanecer de los naranjos,

con el azahar que embriaga los espacios;

el viento anda nervioso por los montes

y llama a su presencia a todo aquello

que estaba en el olvido del invierno

y aspira al bienestar de la abundancia…

 

La tarde es un exceso de existencia.

 

Es ese afán tenaz que, sin descanso,

reordena la materia a cada instante,

y es esa edad biológica sin alma

que se agita con una fuerza ciega

que no tiene conciencia de sí misma

y no exige ni fines ni principios.

 

Llega la primavera y yo me asomo

a ver cómo me miran esos ojos

de la naturaleza. Me parecen

ser rosas que en mis manos se hacen gloria.

Soy también primavera, sol y lluvia

rezando una oración. La vida estalla:

el cielo sangra su semilla y canta.

viernes, 17 de marzo de 2023

ARGUMENTO DE AUTORIDAD

 ARGUMENTO DE AUTORIDAD

 Las cosas son las cosas, simplemente;

los hechos se suceden sin motivo;

la vida pasa a un ritmo misterioso,

sin que tenga conciencia de sí misma.

 

La física y la química contemplan

cómo se reproducen los fenómenos,

buscan tres pies al gato e investigan

las leyes que regulan su existencia.

 

Luego analizan todo, rastrean causas,

idean fines, pasos, desenlaces.

Las religiones vienen a sumarse,

aportando ilusiones que permitan

vivir y no morir en el intento.

Al fin, todo es mudable, inconsistente;

sencillamente es, sucede, se produce,

y vuelve a ser de nuevo, como siempre.

 

¿Dónde buscar consuelo o, en su caso,

sentarse a ver pasar lo que acontece

dejándose llevar por la corriente?

 

Yo quiero protestar y no sé a dónde.

Tendré que visitar al maestro armero.  

martes, 14 de marzo de 2023

SOBREMESA

  SOBREMESA

 A la hora de cenar y ya cansados

del trajín que acarrea cada día,

un joven y su abuelo disputaron

por ver cuál de los dos razón tenía.

 

-Yo tengo la experiencia de los años,

dijo el abuelo mientras sonreía.

-Yo tengo la ilusión y los reaños

que dan la juventud y la osadía.

 

¿Primero la ilusión, o la experiencia?

¿Primero la experiencia, o la ilusión?

¿Dónde se dan la mano ambas razones?

 

Tendremos que acudir a la conciencia,

que suma inteligencia y corazón.

Brindemos por la suma de ambos dones.

jueves, 9 de marzo de 2023

POR UN QUÍTAME ALLÁ ESA TILDE

POR UN QUÍTAME ALLÁ ESA TILDE

Los académicos de la RAE se reúnen para librar batalla en busca de un trofeo llamado tilde. Unos son tildistas y otros antitildistas. Y solo para unos casos muy concretos, los de las palabras «solo» y «este, ese, aquel». Las armaduras brillan y los ánimos hierven. Veremos qué pasa.

Y todo por un ponme ahí un acento o quítamelo de la vista. Vaya por Dios. Como si se tratara de poner una pica en Flandes o un cuarto de luna en el firmamento.

La RAE orienta y va moldeando los usos de la lengua, sobre todo según la práctica de los usuarios de la misma, que se empeñan en cambios y más cambios, no siempre justificados. Habrá que suponer -hasta el nivel que nuestra buena voluntad se atreva- que los académicos son gentes sesudas y que decidirán lo mejor, o lo menos malo. A ellos los usuarios les harán más caso que a cualquiera otra persona.

Pero es que hay mucha más gente que se ha dedicado a estos asuntos, por más que no se siente en ningún sillón con letra, ni mayúscula ni minúscula. Hasta yo mismo tengo mi propia opinión acerca del asunto, que ya es tener. Y hasta me atrevo a exponerla. Este es el índice.

. La escritura no es otra cosa que la representación gráfica de la lengua oral.

. La lengua oral es representación, a su vez, de las ideas que conforman nuestra conciencia y nuestra comunicación.

. La ortografía es una convención social, que se supone razonada y que debemos respetar para una mejor comunicación y convivencia. Pero solo una convención, un acuerdo, por más que sea razonado.

. En la comunicación, la primera regla que hay que cumplir es la de asegurarnos que ese mensaje que queremos transmitir realmente se ha construido y se transmite. Si para ello tenemos que usar muchas palabras, es un tributo que tenemos que pagar. Si para asegurarnos de que hemos saludado, por ejemplo, y de que el receptor se da por enterado de que lo hemos saludado tenemos que gastar cien palabras, lo tendremos que hacer. Antes que nada, importa la eficacia del mensaje.

. La segunda regla, inseparable de la anterior y contrapeso de la misma, es la de la economía del lenguaje. Eso significa que, para el ejemplo anterior, debemos esforzarnos en crear un sistema lingüístico que reduzca esas cien palabras al menor número posible de ellas. Es la ley de la economía lingüística, que funciona -o debería funcionar- como lo hace la economía en los bancos. Y esto en todos los casos y niveles, también en la escritura y en su apartado de ortografía.

. Para la batalla de las tildes en  «solo», la traducción es su uso únicamente en los casos imprescindibles, aquellos en los que la eficacia (primera regla) se vea dificultada.

. Esos casos son muy pocos y el contexto (esta podría ser la tercera regla en orden de importancia) los suele resolver muy fácilmente.

. La recomendación, pues, debería dirigirse al uso restringido en esos raros casos. «Cocinaba solo los lunes». ¿Solamente ese día o sin compañía? ¿Duda? Pues la resolvemos con facilidad. «Cocinaba solo». Nadie me acompañaba. Y así me salían los platos. «Cocinaba sólo los lunes». Lo hacía tan mal, que no se me ocurría aparecer por la cocina ningún día más. Tilde y todo aclarado. Hasta en este último caso, si se alza la vista, el contexto nos suele dar pistas para saber si estaba solo o aparecía únicamente un día a la semana por allí. Y una mejor solución: sustituir la palabra solo por otra o por otra expresión equivalente. Se acabaron las dudas: «Los lunes nadie me acompañaba en la cocina (cocinaba solo)», «Únicamente cocinaba los lunes (cocinaba sólo los lunes)». Hala, arreglado.

. En los casos de «este, ese, aquel», resulta tan difícil encontrar situaciones en las que el contexto no nos dé la solución, que no merece la pena gastar reglas ni tintas. Siempre sin tilde y al contexto.

. Las reglas de acentuación son, con diferencia, las más precisas (mucho más, por ejemplo, que las de puntuación, casi siempre discutibles); pero ya se ve que admiten dudas en algún caso.

Que las huestes tildistas y antitildistas no lleven la sangre al río, que más se perdió en Cuba y la gente iba sonriendo a los toros como si nada hubiera pasado.

La mejor recomendación tal vez sería esta: Más leer y más pensar. Lo demás viene solo.

lunes, 6 de marzo de 2023

QUÉ, CON QUIÉN: EL ORDEN DE FACTORES

 QUÉ, CON QUIÉN: EL ORDEN DE FACTORES

Andaba uno acostumbrado, en sus años de actividad laboral, en hacer entender que el orden en la oración indicaba la importancia que se le concedía a cada elemento en la idea. Al fin y al cabo, una frase cualquiera no es otra cosa que la concreción lingüística de una idea, y su análisis nos debe conducir a poner en claro qué elementos componen esa idea y cómo se articulan. Luego viene todo eso de la aplicación nominal a cada elemento, algo siempre farragoso y discutible. Así, con el análisis de la oración, lo que hacemos es, sobre todo, entender cómo se ha compuesto la idea, y estaremos en condiciones favorables para que la comunicación y la convivencia nos sean más favorables a todos.

La primera división siempre nos da como resultado la existencia de dos elementos: uno referido a «quién» y otro referido a «qué». El primero es el denominado sujeto y el otro el que llamamos predicado. Así, en «Pepito canta», quedan sobre la mesa un quién (Pepito) y un qué, una acción (canta). El resto no es más que expansión de cada uno de estos dos segmentos: Pepito canta una canción cada tarde, en su casa, con voz ronca…

Pero también esos segmentos se jerarquizan y ordenan sus elementos secundarios. Por eso, aparece primero un complemento llamado directo por ser el que aporta la primera información a la acción del verbo, y luego otra serie de circunstancia de orden menor: los otros complementos. Para el ejemplo propuesto, primero «pan» y después «en casa, cada tarde», etc.

Me sirve esta disquisición -por la que pido perdón por sencilla y aparentemente innecesaria- para comentar algo que veo que se repite casi a diario en nuestra vida pública. Vamos a ello.

Un día sí y otro también, los portavoces de Unidas Podemos se afanan en afear al PSOE que pueda coincidir en la votación por la reforma de la ley conocida popularmente como del «solo sí es sí» con partidos de derecha. Mañana se vota en el Congreso su reforma. Y este caso es más de lo mismo, pues lo oigo en cada ocasión que se produce esta posibilidad.

Mi corta capacidad me provoca escándalo porque me parece una acusación que me lleva a un nivel mental de primero de párvulos. ¿De modo que debe interesar más el «cómo» que el «qué»? Así se rompe la lógica más elemental y yo debería devolver todas las mensualidades que han formado mis retribuciones. Porque habíamos quedado en que primero era «qué» y luego «dónde, cómo, con quién…».

Los militantes y representantes de UP tienen todo el derecho (y la obligación si piensan que la razón les asiste) a defender que la susodicha ley no se reforme; pero refugiarse bajo el paraguas de las malas compañías para no hacerlo no es precisamente un argumento de peso. Si llevamos el ejemplo al extremo, ¿deberemos dejarnos morir de hambre con tal de que VOX o el PP no nos ayuden? La vida no debería ir de apestados, sino de argumentos. Para este caso y para todos los demás. Si no se actúa así, es posible que nos encontremos con el efecto contrario al que buscábamos. Y mucho más si la táctica se repite y se convierte en sistema. Lo siguiente es el terreno del empecinamiento, del enfrentamiento pasional y hasta del odio. Y no anda el horno para estos bollos.

El contenido de esta ley es de suficiente importancia y calado, y no deberíamos perdernos en formulismos, prejuicios y postureos. Cuidado porque nos puede salir el tiro por la culata o hasta ir por lana y salir trasquilados.

viernes, 3 de marzo de 2023

CONVICCIÓN / RESPONSABILIDAD

 CONVICCIÓN / RESPONSABILIDAD

Distinguía Max Weber entre «ética de la convicción» y «ética de la responsabilidad». Y lo hacía pensando en cualquier actividad de la vida, pero, sobre todo, en la actividad política.

Las elecciones locales y regionales están a la vuelta de la esquina (menos de tres meses) y los partidos andan ya en plena tarea para conformar las listas electorales. En los lugares pequeños no resulta sencilla la elaboración de las listas por falta de aspirantes; en las poblaciones más grandes, lo que sobran son aspirantes y hasta trepas.

Para ambas situaciones, nos vale la distinción del sociólogo Max Weber. Con una consideración previa: la de que exista algún tipo de ética en los que se embarquen en las listas y sea cual sea el método utilizado para la selección.

De entrada, hay demasiados aspirantes que no se cansan nunca de repetir y repetir, como si tuvieran una vocación irresistible de redimir al mundo y de salvar a todo quisque, Tal vez porque hay vocaciones que son eternas, vaya usted a saber.

De entrada, prefiero conceder el beneficio de la duda a todos; aunque solo sea por esa disposición a embarcarse en algo que afecta a la comunidad y no solo al beneficio personal.

Pero, sea como sea, sería conveniente analizar a qué ética atenerse o en qué medida hay que darles cancha a ambas. La «ética de la convicción» tiene como base los principios ideológicos por encima de todo; según ellos, se iría a la representación con la idea de desarrollar esos principios, que -se entiende- favorecen a la comunidad. «La ética de la responsabilidad» tiene en cuenta también los resultados que la aplicación de esos principios tiene en la práctica diaria.

Parece obvio que la ética de la convicción representa un nivel en el que los ideales mandan, y, en menor medida, los resultados en votos que se obtengan. En la ética de la responsabilidad se cuelan las cesiones en aras de conseguir resultados electorales y votaciones que convengan o al partido o a la gestión general. Esto lo conocen muy bien esas gentes llamadas «personas de partido», esas que tanta importancia conceden al criterio de oportunidad y que, con este subterfugio, siempre resultan beneficiados personalmente. Simplificando un poco las cosas, defienden que todos los trapos sucios se laven en casa y que el partido siempre tiene razón.

Seguramente algo de las dos éticas sea necesario en el discurrir diario. Como siempre, convendrá no hacer conceptos absolutos de nada; pero tampoco hacer aguas de todo y dejar nuestros principios aparcados en el olvido. Personalmente, prefiero aquel que se pasa en la ética de la convicción al que casi todo lo justifica con el partido o con la oportunidad o inoportunidad de la defensa de las ideas.

No sé en cuántos aspirantes se producirá esta reflexión o cuántos se apuntarán sin reflexión previa. Sería conveniente que los partidos y los candidatos rumiaran un poco estas ideas. Ellos como candidatos. Nosotros como electores.