sábado, 31 de diciembre de 2011

RITUALES PARA UNA VIDA MEJOR

A los sones de orquesta sinfónica navideña (European Orchestra) bien acordada, de los rayos del sol tibios y casi horizontales de esta última tarde de diciembre, de una reunión política bastante anodina y de una mañana espléndida en Piquitos, el año se despide como siempre.
Subimos otra vez a los Picos de Valdesangil para pasar un rato y todo fue luz y vistas amplísimas, gran cantidad de pueblos y paisajes tendidos a nuestros pies y unas llamadas de teléfono como para dar algo de envidia y para dar un toque de atención acerca de lo sencilla y buena que es la naturaleza en su expresión más sencilla y primitiva. A la porra el resto de las fiestas terrenas y de las otras, de las de puchero y de las de etiqueta, de todas ellas juntas. Qué hermoso y qué barato todo lo que allí se sentía. Como para no bajar de lo más alto.
Y los dos últimos días me han pillado entre páginas de uno de esos libros de estimulación personal que me terminan pareciendo una suma de principios generales positivos pero que no sé si se pueden practicar en cada una de las personas porque parece que están pensados más para el concepto de persona que para la persona de carne y hueso. El ser real tiene horarios, personas a las que cuidar, hipotecas que pagar a fin de mes, vecinos con los que lidiar, escala de valores en la que sobrevivir, compras que hacer y limitaciones sociales por todas partes.
Voy a dejar escrito un decálogo de intenciones para el nuevo año, como colofón a este diario-ventana al que me he asomado tantas veces durante las últimas cincuenta y tres semanas. Veremos qué nos depara el próximo ejercicio.
DIEZ RITUALES PARA UNA VIDA MEJOR
De “EL MONJE QUE VENDIÓ SU FERRARI”
1.- Ritual de la soledad (silencio, naturaleza…).
2.- Ritual de fisicalidad o del cuidado físico (Respirar bien es vivir bien).
3.- Ritual de la nutrición (“Como nutres tu cuerpo así nutres tu mente”).
4.- Ritual del saber abundante (“Saber es poder”).
5.- Ritual de la reflexión personal (La conciencia de sí mismo es lo que distingue al ser humano del resto de los animales).
6.- Ritual del despertar temprano (Qué hermoso y productivo es ver amanecer).
7.- Ritual de la música (La música estimula y amansa a las fieras).
8.- Ritual de la palabra hablada, y escrita, (La palabra es siempre liberación).
9.- Ritual del carácter congruente (Pensamiento, acción, hábito, carácter).
10.- Ritual de la simplicidad (Lo que no es sencillo tal vez no pueda ser verdad).
Seguramente, para la elaboración de este catálogo no hace falta montar religiones ni marcharse al Tíbet, sino sencillamente destilar un poco de sentido común. Por si acaso, tal vez me vista la casulla cristiana o el Kasa budista. Gracias a la vida y Feliz año.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

ARMONÍA DE CONTRARIOS

Armonía, sosiego, paz, reposo,
concordia, acuerdo, unión, quietud y sueño.
Guerra, intranquilidad, enfrentamiento,
rivalidad, antagonismo y odio.

Sosegado, apacible, frío,  calmoso,
manso, amable,  flemático y sereno.
Exaltado, incívico e inquieto,
intranquilo, histérico y nervioso.

Vivir en los vaivenes de la vida,
como la plenitud en mar de fondo;
sentir que los contrarios necesitan

cruzarse en la disputa. No dispongo
de fuerzas ni tampoco de certezas
para trazar camino en tanta niebla.

martes, 27 de diciembre de 2011

UNA DOCENA DE GUSTOS

Me gustaría escribir un hermoso tratado acerca del amor, pero mucho más me gustaría vivir desde el amor y en el amor.
Me gustaría decir palabras sabrosas acerca de la vida, pero mucho más me gustaría vivir esa vida con intensidad.
Me gustaría dar noticias acerca de la paz, pero mucho más me gustaría vivir en esa paz.
Me gustaría definir con exactitud el concepto de la amistad, pero mucho más me gustaría sentir la presencia de mis amigos.
Me gustaría poder sintetizar con precisión lo que ha significado la historia del pensamiento, pero mucho más me gustaría ser capaz de construir mi propio edificio en el que quepa mi pensamiento propio.

Me gustaría alcanzar la sabiduría del sentido común y redactarla en un sencillo tratado, pero mucho más me gustaría reconocer una obra que portara el sello del sentido común aplicado por mí.
Me gustaría polemizar acerca de lo hermoso de la bondad, pero mucho más me gustaría ser bondadoso en todas las situaciones en las que la verdad no se inclina hacia ninguna de las partes en conflicto.
Me gustaría tener un altavoz muy potente para poder gritar al mundo la insensatez que se cuela a cada segundo por nuestros medios de comunicación, pero me gustaría mucho más saber rechazar personalmente alguna de esas incitaciones que se me meten por los ojos.
Me gustaría mucho que los demás entendieran que necesito que me quieran, pero me gustaría tanto o más reconocer que yo también tengo que quererlos a ellos.
Me gustaría saber que la vida me ha ofrecido y me ofrece muchísimas cosas positivas, enriquecedoras y estimulantes, pero me gustaría saber reconocer que yo tengo que intentar devolverle a la vida más o menos lo que ella me ofrece a mí cada día.
Me gustaría que me gustaran muchas más cosas de las que me gustan, pero me gustaría mucho más que yo mismo hiciera posible que otras muchas cosas pudieran hacerse agradables a los demás.
Me gustaría saber por qué realmente me tiene que gustar lo que me gusta y me llama y me grita para seguir en pie y mirando sin fin al horizonte.

lunes, 26 de diciembre de 2011

NOMBRAMIENTOS EXPRÉS

Huyo de comentarios propios del día y me refugio en otros que no son de la festividad pero que serán de cada día en los próximos meses. Me cuesta no decir algo de la estancia de mi nieta Sara con nosotros estas fechas (hoy ya no está), pero, conscientemente, lo dejo para otro día.
Juro que hoy simplemente hago unos dedos mientras me ocupo de otras cosas y así, en este tiempo muerto, me entretengo en algo. En algo distinto quiero decir. Y no diré de qué es distinto.
Se van cerrando las segundas líneas de la cadena de mando en eso que llaman el Gobierno. Y empiezan a asomar las patitas por debajo de la pierna. No podía ser de otra manera. Por ley de analogía, las mismas causas traen similares consecuencias. Y si se nombra al frente de Defensa a un ministro que anda hasta las cejas en consejos de administración de compañías que producen armas, pues que cada cual extraiga las consecuencias elementales. Por ejemplo.
Pero, antes de todo esto, me deja perplejo un hecho que es común a cualquier cambio de Gobierno, sea del signo que sea. A él quiero dedicar esta nota.
Para este caso, se ha señalado que los ministros no conocían su nombramiento a la hora de la comida y que a las siete de la tarde ya estaban nombrados todos. ¿Cómo se le da cabida temporal a este proceso? Uno piensa -para qué coño pensará uno- que este asunto debe de comenzar con una llamada, continúa con una explicación de lo que se quiere y se requiere en el Ministerio, se sigue con un contraste de pareceres y solo al final se acepta o se rechaza. Porque uno supone que alguno tal vez debería rechazar el cargo (niños, ocupaciones, falta de ímpetu, dudas, carácter, profesiones incompatibles, timidez, falta de tiempo para gustos personales, idoneidad o no para el cargo…) Hasta mil cosas.
Pues todo esto en un santiamén arreglado. Entre tres y siete de la tarde y después de cumplir con varias formalidades. Como si obrara otra ver el espíritu en forma de paloma y volviera a engendrar como por ensalmo.
A mí me produce sonrojo este asunto, en el que no alcanzo a entender nada más allá de un juego de intereses, en un apúntate y después ya veremos.
Una vez más supongo que no puede haber sido así porque físicamente es imposible que se cumplan ni los mínimos formales. Pero es que, además, nadie ha dicho ni una sola palabra al respecto. A nadie más le ha extrañado. Al menos que yo haya oído o leído. Y hay mucha gente -dicen que sesuda y que se lleva una pasta gansa- que se dedica a estos asuntos todos los días a la que no le ha entrado ni pizca de curiosidad por este hecho.
Qué bruto tengo que ser. Una vez más. No aprendo. Y ya voy mayor.

viernes, 23 de diciembre de 2011

SI NO QUIERO MENTIRME


Tenía pensado dejar a solas estas páginas por unos días; incluso me ronda la intención de poner pies en polvorosa y dejar de asomarme a la ventana por más tiempo. No sé qué pasará. Veremos. Pero a ratos me puede el grito y la necesidad de contarme a mí mismo algunas cosas. Hoy es un ejemplo de ello.
Se cierra el círculo de todo eso que supone un cambio de Gobierno en el país en el que habito y entre la gente con la que me ha tocado vivir. A partir de hoy comienzan el trabajo y los cambios previstos. No son mis tipos precisamente, pero aguardo modificaciones importantes en las normas y en los estilos. No quisiera que mucha gente descubriera las estrellas ni los mares de la tierra cuando les aprieten las chinas en los zapatos. Me quedaría con las ganas de llamarlos de todo.
Por el medio se han colado las famosas fechas de las loterías, ese uso falso que yo no puedo entender por más que le echo ratos a encajarlo en la razón y al que no voy a volver porque ya he dicho lo que me parece en otras ocasiones: un acto que deshumaniza a todos y que nos convierte en supersticiosos e imbéciles absolutos.
Y, aunque hoy parecen un tanto apaciguados, también ha aparecido el muñeco de un tal yerno real que sirve de payaso de feria forrado al que disparan por todos los sitios. Como si el susodicho realizara actividades distintas a las que realiza cualquier participante en esta sociedad de empujones y de egoísmos en la que vivimos. La demagogia es fácil cuando se ha conseguido nominalizar y poner imagen personal al mal. Entonces la masa coge piedras y la lapidación está a la vuelta de la esquina. Tenemos medios de comunicación que hacen de eso su vida y les va muy bien en sus cuentas de resultados. ¿Cuándo desnudaremos a la sociedad y a los componentes de la misma que son los que hacen posibles estos desmanes que luego tanto critican? ¿Es que nadie se da cuenta de que, ante semejante sujeto -al que le puede caer la condena que merezca, que a mí me da igual- tenía todas las puertas abiertas y todas las entrepiernas dispuestas con solo hacer acto de presencia? ¿Quién creó la escala de valores que propició eso? ¿Quién la sigue creando cada día para que vuelva a suceder algo semejante más pronto que tarde? En realidad, ¿no está sucediendo a cada hora en casi todos los ámbitos de la vida: deportes, música, famoseo…? ¿No tienen nada que decir ahora todos los marujos y marujas que se disuelven de gusto en estos ambientes? ¿Y todos los medios de comunicación que viven de ello?
Y las Navidades y todas las obligaciones impuestas sobre las que no quiero volver.
En fin, que no encajo, que quiero solo andar en sitio extraño, que ando muy marginal y no solo esta tarde, que los anclajes en los que andamos como sociedad no me convencen y cada día me empujan más lejos del discurrir diario.
Podría callármelo pero no puedo ni quiero mentirme tantas veces.

jueves, 22 de diciembre de 2011

PARA OTRO NUEVO AÑO




PARA OTRO NUEVO AÑO
(Para todos los que se han querido asomar y se
quieran seguir asomando a esta ventana)

(“Siempre la claridad viene del cielo”.
No confundáis el cielo con los dioses).
Lo escribí en ocasión más dolorosa.
Hoy es la luz de nuevo una promesa
que se hará realidad y fiel certeza
cuando la tierra engendre y dé sus frutos.

Solsticios y equinoccios que se encuentran
en el azar gozoso de los tiempos.
Nosotros, simplemente unos pretextos
para que todo siga igual sin cambiar nada,
para medir el paso de esos tiempos
y marcharnos con ellos a la esencia
de ese azar nebuloso del olvido.

Creedme si os prometo que no es poco
si nos vamos contentos y seguros
de que vivir ya es todo
cuando el camino es ancho y despejado:
vivir ya es un milagro y es de sabios
mostrarse agradecidos por esa inmensa gracia.

Merry Christmas and a Happy New Year.

martes, 20 de diciembre de 2011

VINO CON POSOS


Hay días que se ponen diarreicos y no hay quien los sujete en la senda del optimismo por más que uno lo intente.
Último día de clase en la UNED, en esa sede sucursal bejarana que a mí me ha dado la oportunidad los últimos cursos de seguir sermoneando acerca de los asuntos que encierra la estructura que llamamos lengua. Es algo que me gusta y que me mantiene ágil. Calculo que no por mucho tiempo pues ya he indicado que se han encargado de preparar un mal ambiente externo con tal de no darle continuidad el próximo curso. Ellos sabrán por qué. Otro recorte más, y este en cultura y en enseñanza, en aquello que nos puede llevar a pensar y en volvernos peligrosos para una comunidad amansada.
Pero no era esta la nota que hoy quería colgar.  Fin de clase. Invitación a tomar un vino. Es fin de trimestre y la fecha lo pide. No tengo muchas ocasiones de charlar con Lola, la secretaria, y la invito. Vamos al bar de al lado. Hacía mucho tiempo que no entraba en él. Enseguida nos damos cuenta de que nos hemos equivocado. El recinto olía a tabaco que apestaba y el ambiente se hacía rápidamente irrespirable. La clientela no parecía la más recomendable. El dueño del negocio no dejaba de reír en una mueca extraña que solo pueden mantener los que andan más cargados de vino que de agua.
Lo peor de todo era algo que sucedía a nuestro lado. Una máquina tragaperras. Un jugador compulsivo. Los euros que rodaban por la ranura a una velocidad increíble. La cara desencajada del ludópata. El premio que no salía nunca. Otro billete de cincuenta euros que era cambiado en el mostrador. La insistencia para que el cambio en monedas se produjera rápidamente, con tal de no dejar sin ritmo a la máquina. La cara cada vez más asustada y concentrada del enfermo jugador…
En cuanto pudimos nos marchamos. Lo hicimos con la promesa de no volver por allí nunca más.
Me volví a casa pensando en el ludópata y en los enfermos del juego. Me venía a la mente la certeza de lo poco que cuesta gastarse el esfuerzo del mes, o lo sencillo que tiene que resultar destrozar la convivencia de una familia en esas condiciones. Me dolía la cabeza al comprobar cómo la sociedad permite cualquier cosa con tal de sacar dinero para las arcas públicas. Me volvía a preguntar qué escala de valores se escondía detrás de estas situaciones.
En la televisión seguían hablando de los resultados de las votaciones en el Congreso. ¿En qué apartado del programa han recogido la necesidad de cambiar la escala de valores y la imperiosa necesidad de organizar la vida pensando en otras cosas que no sean dineros y caprichos?
¿Quién ha llevado a este enfermo a esa situación? ¿Quién le empujó a la exaltación de esos usos? ¿Qué responsabilidades se le exigieron y se le exigen? ¿Cuánto nos costará a todos su improbable recuperación?
La vida es más sabrosa que darle sin demora a los muñecos hasta que salga premio.  

lunes, 19 de diciembre de 2011

NO ES TIEMPO DE MANAZANAS EN EL ÁRBOL

Era la luz de plata en la ribera
preludio del invierno. La mañana
sujetaba en el cielo el frío y la pureza.

El agua salmodiaba lentamente
los ecos de las fuentes de la sierra.
Ya no sonaba música acordada
en honor de las hojas de los árboles:
las ramas eran solo centinelas
                   de desamparo, soledad y frío.

Muy cerca de la espuma de la orilla,
mostraba al sol sus frutos un manzano,
aislado y olvidada la sazón
de sus frutos, ya a fines del otoño.

Fue más la tentación de los recuerdos
de aquellos otros tiempos cuando, niños,
andábamos a tonda por los campos,
ensanchando la vida en los instintos.

El tiempo se hizo niño, infringió leyes
junto al rumor tranquilo de las aguas,
ese rumor que, yendo hacia la tarde,
revivió la mañana del pasado.

Un poco de nosotros se hizo espuma
y se fue tras la estela de las aguas.

domingo, 18 de diciembre de 2011

VIVIR ES LO QUE IMPORTA

¿Por qué toda la vida anda cargada de problemas y de preocupaciones? ¿Qué fuerza nos empuja a complicarnos todo y a andar con prisas y con recelos por el curso de casi todas las horas? ¿Quién nos ha metido en ese tráfago inacabable de metas y más metas cada vez más alejadas e inalcanzables?
Ahí mismo, por ejemplo, está la Navidad, que ya asoma por la esquina del barrio y se anuncia a vuelta de semana. Cuántos preparativos, qué cantidad de encargos y de recomendaciones, cuántas caras de disimulo, qué exceso de excesos. ¿Por qué no hacemos todo más sencillo? ¿Por qué en la vida sencillamente no damos paso a la vida con naturalidad?
Tal vez todas las dificultades empiezan cuando nos olvidamos de que lo más importante de la vida es simplemente vivir. Lo más importante de la vida es la vida misma. A su lado, los excesos en busca de un puesto de trabajo nos atan de por vida, las dedicaciones en busca de una posición social bien encuadrada nos anulan y nos despojan de la naturalidad y de los gozos más nobles, los empeños en los bienes considerados sociales nos quitan el tiempo, las ganas y el espacio; los dogmas nos anulan y nos pillan descuidados, nos doman y nos transforman en dóciles rebaños, y hasta las ideologías nos pueden hacer chicos y endebles si no son solo medios.
La vida es un borbotón de agua clara que siempre ha de surtir de manantial fresquito. Es así como seguramente gusta más y sacia mejor la sed. No quisiera tender a una vida que se mueva en el nivel del instinto: esto me parecería tan malo o peor. Lo que se insinúa es que todos los esfuerzos tendrían que estar orientados a la satisfacción gozosa de la vida, de un gozo cuyo dueño sea el hombre y no el objeto, de una pasión que libere y que no ate, de un placer que dignifique y no que contribuya a la apariencia de la máscara en un mundo trufado de esclavos de los gustos impuestos por los otros.
Vivir es lo que importa, lo que da fortaleza y dignifica al hombre. Lo demás lo esclaviza y lo somete, lo hace más gregario e insensible. Y no es plan ni para unas vacaciones.

jueves, 15 de diciembre de 2011

RECREO - SEGMENTO DE OCIO

Ando engolfado en alta teología
y no logro llegar hasta el misterio
que siempre está detrás del gesto serio
de la página gris de cada día.

La santa Trinidad, quién lo diría,
me deja a la intemperie y el criterio
que intento utilizar si entender quiero
no me permite hollar ninguna vía.

Cada párrafo saca de mi boca
una expresión de enojo y desagrado:
“Aquí todo se ajusta al fin que toca

y lo mismo ahora es gris y luego blanco.”
Pensaré si al pensar en tal oficio
no andaré equivocado en mi ejercicio.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

NOTA QUE VALE MIL PÁGINAS

Llego cansado de la calle. Son casi las nueve de la noche. La tele está encendida. Alcanzo a pillar un par de notas acerca de Liz Taylor. Se destaca de ella que HA TENIDO OCHO MARIDOS Y QUE HA LUCIDO MUCHOS MILLONES EN JOYAS.
He ahí sus valores. Es todo lo que ha aportado al desarrollo de la Humanidad. Creo que desde hoy la voy a venerar y hasta a adorar. No lo oí, pero seguramente también habrá sido una de las mujeres más deseadas. Ya he comentado alguna vez la única interpretación que se me ocurre de semejante “cualidad”. Y una última variable: la mujer que ponía la voz a la noticia parecía que había descubierto el paraíso.
No tengo más que decir. No sabría qué añadir. Mañana será otro día.

martes, 13 de diciembre de 2011

UNA SORPRESA

Llevo ya mucho tiempo dejando esbozos por escrito de aquellas ideas que me rondan y me obligan a estar alerta, para tratar de interpretar a mi manera muchas de las cosas que me rodean y que, en definitiva, constituyen el eje de mi vida y su propia esencia. Son miles las páginas que ocupan mis manías y mis pensamientos. Alguien tituló el recuento de su obra creativa con este sabroso frontis: “Cuanto sé de mí”. No sé si no se podría decir otro tanto de esta resma de papeles y de palabras que voy dejando cara al público y en mis estanterías. ¿Realmente las leerá alguien?, ¿las rumiará un poquito alguna persona? Nadie tiene la obligación de hacerlo y acaso sencillamente no merezcan la atención. Yo sí aspiro a volver a ellas más adelante. De hecho ya lo hago de vez en cuando.
Hoy quiero dejar constancia de algo especial por lo aparentemente raro para mí. ¡!!Estoy estudiando teología!!! Así, como suena. A mi edad y con mi pensamiento. Es verdad que lo hago, al menos de momento, por obligación y por razones que me guardo, pero la verdad es que estoy haciendo un curso de teología.
La revelación; La Trinidad (sí, sí, La Trinidad, eso del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, lo del Filioque y los ortodoxos, las herejías…); El Credo; La fe y la razón; El pecado original; Jesucristo, Dios y hombre; El Espíritu Santo (eso de la paloma y sus arrullos); La resurrección y la vida eterna; Los juicios y las condenas; Los sacramentos…
De aquí por lo menos un doctorado. Qué descomposición mental y qué historia más triste. Al menos desde mi corta cabecita. Mira que acudo con la mejor disposición y con el prejuicio de los dos mil años de pervivencia. A ello añado, además, mi sospecha de que la dimensión “espiritual” del ser humano es importante (he escrito espiritual entre comillas y necesitaría muchas líneas para explicar, y mal, su significado). Pues ni por esas, cada página me parece más una ensalada mixta en la que cabe todo y en la que se configura una historia de salvación, necesaria solo por haber colocado al ser humano, pobrecito él, en situación de pecado sin remedio. Coño, no habría sido mejor ahorrarse el camino y los esfuerzos, y haber dado ya el campanazo desde el principio. Si es que hubiera existido ese principio, claro.
Pecados originales, condenaciones, limbos, purgatorios, manchas… Y, sobre eso, claro, las necesarias salvaciones y redenciones. Qué batido de elementos contrapuestos, qué esfuerzos por explicar lo contradictorio, qué manera de ir acumulando dogmas y de ir salvando los muebles en la Historia… qué diarrea mental.
Pero voy a seguir con mi encargo y trataré de ver alguna luz en este oscurísimo túnel sin final. Igual consigo vaciar el mar a base de vasitos de agua y le hago la pascua a san Agustín. Todo podría ser.
Tendría que ocuparme el oficio tiempo y espacio. Veremos si la asignatura se deja aprobar o incluso me entra el gusanillo de darle forma a alguna reflexión extensa. Veremos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

LOS DOS AMORES HUMANOS

Cada ser humano se ve impelido cada día, cada hora y a cada paso por alguna fuerza que lo lleva a seguir viviendo, a veces con cansancio, a veces al trote y a veces con pasión. Sería un éxito definitivo reconocer cuál o cuáles son esas fuerzas, esos amores positivos o negativos, pues, si tuviéramos cuenta exacta de ellas, las seguiríamos o las rechazaríamos con más ahínco y con más provecho. Yo quisiera levantarme cada día con impulso fuerte, con las ganas enteras de vivir ese día como si en él me fuera la vida; me gustaría no quedarme ni un momento más en la cama en cuanto mis ojos y mi imaginación se abren a la posibilidad de hacer algo distinto; desearía abrir pronto las puertas y ventanas que dan a mi terraza y, desde ellas, ver que la luz existe y tiene causa, que todo sigue ahí en el mismo sitio, aguardando mi peso y mi medida, que hay gente que me espera y desea verme para compartir acaso un rato de palabras, que un trocito de mundo es otra cosa si no lo veo y lo toco con mis manos…
¿Cuáles son los amores que mueven a actuar al ser humano? Estoy seguro y cierto de que hay, para un sensible, demasiadas razones negativas para pensar que el mundo es una mierda, que esto no hay quien lo aguante, que es mejor el descanso y el olvido, que pensar en la huida de la calle no es una cobardía… Qué sé yo cuántas cosas que te empujan a ponerte en distancia y a levantar con hierro una coraza.
Pero no es menos cierto que, para el mismo ser que se conmueve, existen mil razones en la vida para que dé las gracias de estar en este mundo. Ya lo dijo el poeta en voz cantada: “Nos sobran los motivos” para seguir estando en días de fiesta.
Me basta con pensar el privilegio de ser un elegido en el abismo inmenso de posibilidades de sumar vida y tiempo: es tan rara la vida, que solo su existencia es un milagro y un motivo de gozo y de alegría, aunque sea solamente por un rato tan corto y tan liviano. Me basta con saber que hay otros seres que aguardan mi presencia, que existen los abrazos y los besos, que hay gente a la que ayudo y muchos más que pueden ayudarme, que puedo dar al aire una palabra y existe otro buen ser que la recibe, la escucha y la descifra, y acaso la devuelve envuelta en un lacito de cariño.
Me complace saber que todo el campo me aguarda a todas horas como si fuera siempre un buen amigo, que me enseña lo exiguo del valor de mí mismo, y tiene la osadía de recordarme lo prescindible y vano que resulto sin duda para el tiempo. Si voy, me acoge siempre; si no voy, no se queja ni me riñe.
¿No es hermoso vivir con los recuerdos? ¿Adónde he de mandarlos si no existo para jugar con ellos, para dar un poquito de más fuerza a lo que ya pasó y nadie recuerda? ¿Quién iba a ser testigo del frío del otoño, del olor de la rosa tardía en los abrigos de cualquier jardín pobre? ¿Y el aire y sus caricias en las tardes de invierno? ¿Y la nieve en las cumbres? ¿Y el deshielo en los valles? ¿Y los frutos maduros y agostados en los meses de estío?
¿Y cómo dar testigo al tiempo del futuro? ¿Cómo no seguir viendo la luz que se renueva cada día? ¿Qué ha de ser de los seres que tanto nos consuelan y nos piden vivir cerca de ellos? ¿Qué de las demás cosas que piden compasión por sus desdichas u ofrecen ilusión por sus ayudas?
Y luego la pasión de las cosas pequeñas y calladas, esas que van llenando nuestra línea con puntos que son horas: las compras, las lecturas, la prosa de estas líneas bien pautada, las cuatro y media en punto que anuncian tu venida, los ratitos de risas o de malos humores, la palabra de ánimo o el gesto de rechazo, la voz de cada noche por teléfono en la boca de rosa de una niña…, el ver cómo se marcha cada día, todo lo que nos mueve sin notarlo.
Mi esquema del amor es muy sencillo si quiero hacer resumen de sus caras. Es una el egoísmo, el amor que me tengo, ese que yo quisiera cultivar entendiéndolo bien, sin alharacas ni extraños sentimientos de pecado. Soy yo el que me contengo y el que existo, aquel al que descubro cuando abro mis ojos, el que bien me soporta y me define,  el que habla conmigo a cada instante. El otro tiene nombre femenino, se llama compasión; compasión por el otro, por su dolor y por su fortaleza, por lo que a mí me aporta y por las pocas cosas que de mí necesita. También los otros seres me definen y yo no soy sin ellos. Mi compasión es mutua, etimológica, padecimiento de ambos, compartido, sentimientos que van y vienen siempre doblando los caminos.
Si yo fuera capaz de armar la mezcla de egoísmo y compasión con medidas exactas… Y si además supiera echarle alguna especia de dos árboles raros llamados libertad y otro de su tamaño que responde al apodo de la imaginación, entonces cada día sería un festín y un gozo.
Nos sobran los motivos para dar un buen tajo a nuestras venas, pero es más fuerte el peso de las causas que invitan a vivir, a crear una vida cada tarde, a ser nosotros mismos, pequeños dioses siempre, amantes, compasivos, amados y a la vez compadecidos. Hoy merece la pena. Y mañana también.

domingo, 11 de diciembre de 2011

VIVIR A LA CONTRA

Supongo que repito la ocurrencia porque me reconozco como en eco y algo me suena de haber susurrado aquí esta idea. Me parece muy importante y no me preocupa demasiado volver a ella.
Tengo la impresión -la impresión se convierte en certeza si la repetición de los hechos la sustentan- de que se vive demasiado a la contra. El asunto daría para un ensayo muy largo y hasta sesudo, y para su desarrollo se podría perfectamente rastrear en la historia de esta comunidad peninsular (y, por desgracia, en cualquier otra). Hoy basta con mirar a nuestro alrededor para ver si hay algo de lo que se apunta.
Uno de los espectáculos en los que mejor se manifiesta este desequilibrio es el asunto del deporte, sobre todo si existe una rivalidad especial, casi siempre fomentada y atizada por los medios de comunicación para que la hoguera del morbo les rinda beneficios económicos. Tal vez por eso se me ocurre esbozar hoy la idea, después del partido enésimo del siglo disputado ayer.
Vi cómo en la celebración de muchos jugadores había signos de exteriorizar algo más que una victoria en un partido, escuché a un presidente que se desfogaba con “baños” al contrario, oí el repiqueteo en las palabras de varios comentaristas deportivos, en algún caso de periodistas sin declaradas simpatías hacia ninguno de los dos contendientes, sufrí las expansiones verbales y de gestos de muchos aficionados que pasaban sin escrúpulos la línea de la grosería, observé cómo algún deportista del otro lado se perdía en lodos sin sentido con tal de no reconocer la superioridad del adversario… Desgraciadamente, lo que hoy sucede en un barrio otro día sucederá en el de enfrente.
Creo que, por desgracia, ocurre lo mismo en muchos más ámbitos de la vida y de la convivencia. Y esto es lo más importante. ¿Qué son, si no, las esencias de los nacionalismos? ¿A qué aspira cualquier negocio en este sistema económico en el que vivimos si no es a que se arruine el de al lado para poder llevarse los clientes? ¿Interesa en la contienda política hacer triunfar las ideas en las que creemos -si es que las tenemos- o más bien que el rival se hunda y quede en ridículo? ¿Y qué sucede, en fin, en cuanto al ser humano se le da superioridad no controlada contra otro de su comunidad? Imagínese, por ejemplo, lo que puede salir de una pandilla de jóvenes ante algún ser necesitado. O el peligro de un ser con armas en los sitios no indicados para su uso.
Alguna causa habrá, naturalmente, para que suceda lo que desgraciadamente se puede observar cada día. Analizarlas no estaría de más. Dejarse llevar por las euforias y creer que todo es normal nos lleva a consecuencias que más tarde pueden resultar dolorosas. Y, sobre todo, vivir a la contra en vez de fomentar elementos positivos de aproximación y de buena voluntad me parece que es propio de sociedades enfermas y de individuos asilvestrados y alejados de lo que distingue a la capacidad de los humanos.
Los hilos que mueven tanto desatino obedecen siempre a los intereses de los que revuelven esos hilos. Los demás somos un poco títeres que, además, nos tragamos el circo después de haber pagado un buen precio por la entrada.

sábado, 10 de diciembre de 2011

DE MATANZA (Para Manolo y Jesús)

“Acercaos, niños, para que podáis ver bien”, invitaba la voz ronca de un hombre de mediana edad a través de un micrófono inalámbrico. Algunos niños hacían caso y se aproximaban para presenciar de manera directa y próxima cómo dos habilidosos hombres descuartizaban en poco tiempo un cerdo de peso mediano.
No lo había programado, pero he estado de matanza, de matanza fetén, de la de toda la vida, de la de helechos y cuchillo, de la de gancho y sangre movida.
El día salió gris y amenazando lluvia, pero este meteoro nos arredra poco a nosotros: una parca, una buena gorra y un plástico nos sirven para desafiar lo que quiera llover del cielo.
Y nos fuimos por sotos y espesuras, porque por estos pagos los sotos y las espesuras son el ambiente natural, incluso cerca de las llanuras. El coche nos llevó hasta Fuentebuena, por la estrecha carretera, que se olvida de la que va hacia la Sierra en cuanto se deja el Ventorro de Pelayo y toma las ondulaciones cuajadas de casas campestres (sospecho que casi todas ilegales) hasta el pueblecito de Fuentebuena. Tan solo tres personas en la calle, acompañadas de dos perros mañaneros. Al fondo, la capilla que sirve de iglesia al pequeño pueblo. ¿Duerme la gente o está en el campo? Acaso duerma pero el sueño de los justos, porque aquí habitan pocos vecinos. Tiene Fuentebuena dos caños que manan abundante agua durante todo el año. Siempre los he visto con el mismo empuje. No me resisto y bebo en ambos. En la parte norte veo una edificación hermosa y amplia pero a medio construir. ¿Será la crisis? A su derecha sale un estrecho camino en dirección a Valdesangil. Lo tomamos con calma pero sin pausa. Alguna otra pequeña edificación se ha terminado de alzar en medio de algún prado.
Pronto giramos a la izquierda y abandonamos la senda para tomar otra bien trazada que busca ascender hasta lo alto de una loma, de un soto que da vista panorámica hacia una vista inmensa y muy hermosa. Hacia el sur y el sureste, la sierra de Béjar con su lomo nevado y los colores grisáceos, oscuros ya de otoño-invierno, de las laderas del Castañar y la Peña de la Cruz; más lejos, las lomas de El Cerro y Lagunilla. Por el noroeste, las llanuras del Sangusín y la Sierra de Francia. Más a la derecha, los pueblos aledaños a Guijuelo, que se adivina un poco más lejos.
La subida es lenta y muy sabrosa. Hay fotos de Manolo y paradas para contemplar el horizonte. Como siempre en el campo y la montaña, cada poco espacio andado cambia la perspectiva y la hace nueva. El día está gris y la niebla ocupa buena parte del horizonte.
Cualquier cumbre permite dividir la mirada hacia varias partes. Es lo que hago cuando corono la tendida ascensión. Atrás dejo el camino andado y, al frente, allí abajo, contemplo el pueblo de Sanchotello.
Sanchotello es un pueblo pequeñito que, desde lo alto -después se confirmará en las calles- parece remozado y con ganas de vivir. A pesar del día gris y neblinoso, se pueden ver edificaciones nuevas y hasta algunos chalets, que destacan entre los edificios más tradicionales. Hoy no es fácil edificar en comunidades tan pequeñas y tan alejadas, y, con la crisis presente, mucho menos. Pero allí están, erguidas y dándole cara a los días y a la vida.
Bajamos por un ancho camino que se interna en un espléndido bosque de robles. Por eso la espesura. Ahora ya todos han deshojado y andan desnudos y un poco frioleros. Entre ellos, hay peñas que ocultan su cara con una capa de musgo altísimo y almohadillado. Nos paramos a admirarlo. Yo no resisto y reposo mi cabeza en una generosísima almohada de verde tierno y cariñoso. Por estas sierras hay mucho musgo, pero yo no he visto muchas veces unas mantas tan amplias, altas y mullidas. Me hubiera quedado allí dormido tranquilamente. Mejor que nadie sepa de su existencia porque estas fechas navideñas no son buenas para su supervivencia.
Al final del robledal, nos aguarda la carretera comarcal que viene de Navalmoral y, a su lado, otra hermosa fuente que me invita a saciar la sed que ahora no tengo. Un poco más allá, el pueblo y sus gentes.
Habíamos visto desde lo alto un denso humo que ascendía hacia el cielo, como con ganas de fundirse con la niebla; ahora nos damos cuenta de que el humo es señal de fuego. Y vaya si había fuego. Unos sones poco acordados de un saxo y de un redoblante nos anuncian que hay algún festejo en el pueblo. Nos acercamos. Las voces siguen creciendo. Llegamos a la plaza y, a su derecha, en un prado, arden varias lumbres. Se está celebrando la matanza tradicional para todos los vecinos. Es media mañana y el cielo ha empezado a gotear, casi con miedo, una fina lluvia.
Hacía bastantes años que no asistía a una matanza de las de toda la vida. Creo que la última vez fue en Valero. ¿Dónde iba a ser, si no? Qué sorpresa tan agradable. Ya bullían las ollas y las calderetas con comida dentro. Por el tamaño, aquello parecía un remedo de las bodas de Camacho. Enseguida entendí que lo que se buscaba era un día de convivencia para la gente del pueblo y de los que quisieran compartir con ellos unas horas. Una vecina apuntaba en un cartón las apuestas que, en forma de porra, se hacían para tratar de averiguar el peso del cerdo que se iba a sacrificar. Por supuesto que aposté. Y que no me tocó. Qué más da.
Siguiendo indicación de no sé quién, varios hombres acorralaron literalmente al cerdo elegido y le clavaron el gancho fatídico. El animal entendió enseguida que le había llegado su sanmartín. Las manos sujetaban el rabo, las orejas, las patas… Y el pobre animal gruñía desconsoladamente. Bajo la fina lluvia, que bendecía el ritual, atravesaron la calle y lo llevaron a otra corralada artificial que tenían preparada para el festejo de todo el día. Y comenzó el sacrificio.
Un cuchillo matanchín, la habilidad de un hombre que lo clavó en el sitio exacto y la fuerza de otros cuantos, que sujetaban los inútiles esfuerzos del cerdo, hicieron el resto. No puede mantener la mirada y me di la vuelta. La sordina de los gruñidos del cerdo indicó que la muerte se había apoderado de él y que había pasado a mejor vida. Corría el vino y brillaban los flashes de las cámaras de los más curiosos. La lluvia y la niebla lo vigilaban todo.
Después llegó el chamuscado, la chamusquina, el churrascado, y los helechos y el raspado, y la vuelta hacia el cielo con los nuevos helechos. Mi mente se fue entonces a mis días de infancia, a las matanzas grandes de mi pueblo, al calvo y a los zancos con los que nos divertíamos, y al columpio colgado de las ramas y haciendo balanceo en el aire. Y corrían los ríos por mi mente y me veía gigante siendo niño, y veía la fe de las mujeres mientras lavaban tripas en el río, y a los hombres alegres, seguros de la carne para el siguiente año en las partes del cerdo y la matanza, y la fiesta y el gozo, y el ir y venir de la botella, y las sabrosas perrunillas y los mantecados de la tahona de tía Tilde y la familia junta y el gozo compartido. Y yo me quedé solo en Sanchotello, en medio de las voces de la gente, y por unos instantes viví otra vez el tiempo ya pasado. Una canción decía unos cantares que hablaban de familias y de tierras, de amores entre gentes y de sentirse bien con los más próximos. Sé que eran sevillanas rocieras y no eran lo más propio. Pero aquellas verdades que cantaban me llegaron tan dentro, que me abismé en mí mismo y no quise saber ya de otras cosas. La lluvia, entre la niebla, la matanza, las queridas imágenes de mi vieja niñez, las voces de amistad y de familias, la tradición en medio de las prisas de la vida… “Quedeme y olvídeme…”, ya sé que a mi manera, pero lo hice, de eso estoy bien seguro. Mi amado era la paz y era el silencio, mi contento el sentirme por un rato feliz y transportado hasta otros sitios para mí tan queridos y añorados.
La lluvia quería adueñarse del festejo y las gentes del pueblo decidieron con buen criterio llevar el cebón ya chamuscado hasta el amplio salón del ayuntamiento. Allí llegó el despiece y la parte didáctica. Para los niños y para los mayores: rabo, manos, codillo, jamón, cinta, sangre, lomos, secreto, costillar, solomillo, paleta, panceta, tripas, hígado, cabeza… Del cerdo, hasta los andares.
“Acercaos, niños, para que podáis ver bien”, invocaba una voz ronca a través de un micrófono inalámbrico. La sesión continuó hasta que el cerdo quedó colgado en partes y despiezado totalmente.
Comimos algo de nuestras viandas en los soportales del dispensario médico del pueblo. Con otra previsión de tiempo, podríamos haber compartido garbanzos, vino de pitarra y carne del cerdo, y, sobre todo, alegre compañia. Para otra vez será.
Volvimos por la carretera que nos devolvía a Navalmoral y a Fuentebuena. Atrás quedaban el pueblo y su matanza, el recuerdo de mi niñez y el cielo y la fina lluvia presidiéndolo todo como en un misterio natural. En  lo alto, el soto y las espesuras. Por el asfalto, los tres caminantes (Manolo, Jesús y Antonio) que se mojaban con gusto y se sentían felices de gozar de estas pequeñas y grandes cosas de la vida.

viernes, 9 de diciembre de 2011

"SHE SHOULD HAVE DIED HEREAFTER (de la obra (Macbet)


DEBERÍA HABER MUERTO A PARTIR DE AHORA

Como nubes que, en tarde de verano,
pasan en vuelo y, sin parar, se alejan,
así en mis pensamientos se marchitan
las imágenes nítidas y exactas
de otros días antiguos y lejanos.

Es la vida que pasa y que se gasta,
se redondea en arena, se adelgaza
y se entrega a la voz de la corriente,
o se va con las nubes por el aire
dejándose llevar sin resistencia.

Se agotan las imágenes cansadas,
se diluye su trazo y se disuelven
en soledad y en humo solamente,
sin causa ni razones suficientes.

Acaso se mantienen por más tiempo
aquellas que se fueron bruscamente,
como rama que troncha la tormenta,
o las que hicieron noche en un instante,
cuando el sol más lucía: no tuvieron
ni tiempo suficiente para decir adiós
y tal vez se resisten a decirlo más tarde.

Pero todas son pasto del olvido
y no hay que protestar pues es su ritmo.
Mejor que en el recuerdo su memoria
-vaga o con más textura, poco importa-
provoque plenitud y complacencia.
Lo que ayer fue feliz tal vez mañana
podría causar un daño formidable.
Que el recuerdo y la muerte
prosigan su camino.
Como Macbet propuso:
Acaso “She should have died hereafter”.

jueves, 8 de diciembre de 2011

AVE, MADRE, PURÍSIMA

 
“Ave, María, purísima, sin pecado concebida”. Sigue siendo esta la introducción de muchos rezos, de muchos saludos religiosos, de muchas formas de abrir tornos, de un montón de maneras de ponerse en situación cuando de ambiente religioso se trata.
Hasta no hace mucho, en este país, este día  de la Inmaculada también era el día de la madre. Y algo de lo mejor, también era fecha que ya se tomaban muchos estudiantes para comenzar unas largas vacaciones de invierno, que duraban hasta que se desgastaban los regalos de Reyes.
En este ambiente ha vivido -y sigue viviendo- buena parte de la comunidad en el S XXI. Más de mil millones de personas. Como para no pedir que el tren se pare  para tirarnos de él lo más lejos posible.
Así que “purísima” y “sin pecado concebida”. ¿Qué coño querrá decir tal majadería? Ahora estamos hablando de ella, de la concepción de la virgen, de su nacimiento, de sus meses de vientre, de espermatozoides y de óvulos, no del asunto de la paloma, que ese ya es para morirse del susto. “Sin pecado concebida”. Solo se puede entender por contraste: LOS DEMÁS SOMOS CONCEBIDOS CON PECADO. Pobrecitos de nosotros y pobrecitas de nuestras madres. ¡A mí no me preguntaron si quería ser concebido! ¿A quién se lo han preguntado? ¿Cómo se hace eso con un no nacido? ¿Qué pecado he cometido entonces? Y mi pobrecita madre, a la que tanto recuerdo y quiero, ¿qué pecado cometió en mi concepción? ¿Todas las madres son pecadoras por concebir? ¿Hay algo más hermoso que alumbrar una nueva vida? ¿Por qué insultan tan groseramente? ¿A quién de los alfabetizados quieren engañar? He escrito de los alfabetizados. ¿Cómo es posible que tal cantidad de personas siga bajo el yugo de la ignominia y del insulto? ¿Por qué las mujeres no se levantan y escupen ante tales infamias? ¿Por qué siempre el pecado, el sentimiento de culpa y el miedo ante los dioses, dioses que, si quieren ser algo, solo pueden ser amor y cariño? ¿Cómo puede permitir cualquier dios que, en su nombre, se alimente tanta hechicería y se levante tal castillo de amenazas? Hay demasiada gente que se esfuerza en negarse para sí misma el paraíso que predica. Si existiera o existiese tal lugar beatífico, todos estos lo tienen que tener chungo para encontrar billete de entrada.
Por supuesto que las razones de tales dogmas y miedos hay que buscarlas en consecuencias sociológicas, de poder y políticas. No es asunto de una reflexión tan breve como esta. Qué espantoso. Otra vez, y van demasiadas, la religión inventada al servicio del poder y del engaño.
Hoy levanto mi copa por mi madre; por todas las madres que en el mundo han sido; por todos los vientres que han guardado la vida con tanto cariño durante muchos meses; por mi esposa, que parió a mis dos hijos a los que tanto quiero; por mi nuera, que alumbró a esa dulzura hecha niña que se llama Sara; por todos los vientres abultados que veo en las calles cada día y por los vientres que se abultarán en el futuro. Y, por supuesto, por aquella mujer de Galilea -si es que existió, que ese es otro cantar- que concibió a ese Jesús del amor y nunca del miedo ni del temor.
Y, si sus hijos son concebidos en pecado, bendito sea el pecado. Todas vosotras sois inmaculadas. Lo único que se va “maculando” (manchando) es vuestro cuerpo, que, como el de todos, va pasando por el tiempo, en un ciclo pequeño que debemos disfrutar todos lo mejor que podamos.