lunes, 30 de septiembre de 2019

LEY



Cualquiera que haya buceado en las filosofías (he escrito filosofías, no religiones) se habrá topado con todas aquellas teorías -y no son pocas- que vienen a determinar que, ante las desavenencias entre los seres humanos, estos necesitan acudir a un tercero para someterse a su dictamen. De ahí proceden las redacciones de todos los códigos positivos y racionales. Es algo que puede parecer muy solemne, pero que termina obedeciendo al abecé de la razón y de la convivencia. Por ello terminan por imponerse los Estados en los que hay tres poderes para concretar esos códigos. Es la separación de poderes y es el Estado democrático. Siento un poco de pudor y hasta de vergüenza por tener que señalar esto, pero es que da la impresión de que hay mucha gente pública que no lo entiende.
Se nos vienen encima unos meses tempestuosos y convendría que tuviéramos algún esquema claro y preciso para que nos oriente en nuestras actuaciones.
Con razones diversas y con sinrazones múltiples, nos vemos avocados a nuevas elecciones, y cada formación política echará su cuarto a espadas en insultos, descalificaciones (a las pruebas me remito)… y a alguna proposición para los años posteriores.
Me gustaría equivocarme en mis vaticinios, pero a veces casi creo que dirijo el oráculo de Delfos, que, por cierto, visitaré en pocos días. A ver si me aclara el futuro y no se muestra ambiguo, como hacía casi siempre. Predije y predigo que buena parte de la campaña se nos irá en el asunto de Cataluña. Y se nos irá con proclamas emocionales más que con aportaciones racionales, o sea, con aquellas proclamas que, por tales, no pueden entrar en el código ni civil ni penal. Y así, los intercambios serán nulos y los recados los recibirán oídos sordos y crecerá el calor del ambiente y tendremos un otoño “caliente”, también en lo político, y el globo puede buscar escape por algún sitio hasta producir un reventón.
Conviene recordar que, por encima de cualquier ilusión, están las leyes que nos hemos dado y que encauzan nuestras diferencias y dirimen nuestros conflictos. El camino menos pedregoso es el de aplicar las leyes como referente común, hacerlo con justicia y generosidad, modificarlas sin complejos en aquello que no nos satisfagan y hacerlo ordenadamente, con energía y sin aspavientos. Las leyes tienen que estar hechas para satisfacer al ser humano, no el ser humano para las leyes; pero el ser humano sin leyes no es tal, y menos viviendo en comunidad.
No hace falta ser muy perspicaz para entender que estoy mirando a la geografía española en toda su extensión y a todas las fuerzas centrifugadoras que parecen vivir en el mundo de la magia, de la ilusión y del entusiasmo. Con todo el derecho del mundo, por supuesto, pero con la obligación del referente legal siempre. Y lo mismo para los encargados de hacer cumplir esas leyes del código: es su misión principal e incurrirían en delito evidente si no lo hicieran.
En fin, que miro el futuro meteorológico y veo resplandecer el sol y me llegan los colores de la paleta en arco iris de estas laderas donde vivo. Miro el futuro social y político y veo nubarrones, tormentas y hasta pedrisco.
Me voy por unos días a las tierras que primero pensaron eso de la convivencia en democracia y visitaré el oráculo de Delfos por si me quiere y puede aclarar algo. Ojalá que sea positivo.

viernes, 27 de septiembre de 2019

TU PIEL



TU PIEL

Me basta con tu piel para tenerte,
para saber que todo se consuma
si tu piel es mi piel.

Me basta con mirarte tentadora,
tiemblo cuando te toco y tú me tocas,
oigo latir la vida por tus poros,
huelo el mejor perfume por tu cuerpo,
gusto el mejor banquete si me invitas.

Todo se vuelve dulce sinestesia
y miro y huelo y toco y oigo y gusto
sin buscar la razón de tanto gozo.

jueves, 26 de septiembre de 2019

DESPERTAR



DESPERTAR

Se despide la noche y amanece.
Tú ocupas un espacio transparente
junto a la luz del día. Me despiertas
con el sonido azul de tu sonrisa.

Pienso en aquellas cosas que me dices
que vas a regalarme y me levanto
gozando de la luz de tu mirada.
Te contemplo
con la líquida tinta de mis ojos
y compongo la lista. Necesito
dos kilos de cariño al levantarme,
una sonrisa limpia y un abrazo
cuando salgo temblando de la ducha,
un desayuno lento en la terraza,
mirándonos de frente y en silencio,
un adiós con el tono que utilizas
cuando quieres decir un hasta luego
y un rastro en tu mirada que me siga
desde el visillo azul de la ventana.

Y, a la vuelta, otra vez a los quehaceres
que nos tienen así desde que un día
nos sentamos a hablar y a conocernos
y a jugar, yo contigo, tú conmigo.

Por eso cada noche necesito
que llegue cuanto antes la mañana.
Duermo ya pocas horas y las duermo
soñando tu mirada en mi mirada.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

NO SON GENTE DE FIAR



Los avances técnicos permiten cada vez moldear más el tiempo y trastocar su paso convirtiendo el pasado en presente y al revés. El domingo por la noche se proyectó en TVE2 un programa que recogía la trayectoria vital, ideológica y sentimental del cantautor José Antonio Labordeta. Son ya diez años desde su muerte. Yo estaba de viaje y no lo pude ver. Pero esos pinchazos de internet te llevan y te traen a cualquier momento, y un artículo de su paisana Rosa María Artal me ha dado la pista para ir hasta él. Así que un pinchazo y las imágenes aparecen en la pantalla.
Hace muy poco leí en una camiseta que “los poetas no son gente de fiar”. Ya he escrito alguna vez que era muy real esa frase. Hoy lo repito una vez más. Creo que ya he escrito mis mil mejores poesías y espero escribir alguna más. Aunque con temor, me incluyo entre el número de los que se manifiestan poéticamente. Y explico de nuevo, con un ejemplo, por qué creo que esa frase dice la verdad.
En cuanto supe que TVE había dedicado a Labordeta un programa de Imprescindibles, me fui en su busca. Tengo prisa por terminar un par de encargos (dos artículos para una revista), pero todo se paralizó ante la voz que me llamaba y que tiraba de mí. Dediqué algo más de una hora a ver el programa, una revisión de la trayectoria, de la personalidad y del significado del abuelo de los cantautores españoles; y en sus emociones ya no supe qué más hacer durante casi toda la mañana sino dejarme llevar por mis sentimientos positivos hacia todo aquello. ¿Veis como uno no es de fiar? Si es que enseguida te conquistan con la palabra, con la música y con los ideales. No hagáis cuentas con quien se emociona muchas veces al día porque acaso no os salgan como las habíais planeado. Eso sí, puede que os salgan mejor de lo que esperabais.
Claro que no sucede con cualquier cosa el estallido de las emociones, pero las puertas parecen siempre abiertas para la empatía. Con Labordeta yo no tengo color; lo he elogiado ya muchas veces y no tengo necesidad de hacerlo hoy de nuevo: tengo bastante con sentir y seguir sintiendo. Me ha jodido gozosamente toda la mañana y los artículos siguen esperando.
Por si fuera poco, después de comer me pongo al ordenador y pincho en You Tube. Aparece Rosalía con su versión de Me quedo contigo y aquí me tenéis sin poder mover un dedo en las teclas. Y dejo seguir y me seduce hasta casi el éxtasis una tal Silvia Pérez Cruz, a la que yo no había oído nunca, con una versión maravillosa de María la Portuguesa. Y aquí sigo, aguardando a que me bajen las pulsaciones y pueda decir cualquier cosa sobre asuntos más prosaicos.
Coño, no me dejéis maravillosamente tirado aquí, mirando a la pantalla, que tengo que hacer cosas, aunque no me quede ninguna gana de hacerlas.
¿Veis como los poetas no son gente de fiar?

martes, 24 de septiembre de 2019

...EN SOMBRA, EN NADA



Ando apresurado componiendo unas páginas para una revista. He dejado pasar el tiempo y ahora las prisas me pueden. Tampoco es nada grave pues yo no suelo hurgar en datos externos ni buscando pies de página académicos; acostumbro a concentrarme en expresar mi opinión, que tal vez no valga de mucho, pero es mi opinión.
El caso es que se me viene otra vez encima, sin buscarlo, el concepto del tiempo y la certeza de que regula todo como si fuera un acordeón que infla y desinfla la vida.
En este breve trabajo tengo el propósito de dar a conocer la existencia de una obra teatral de un bejarano escrita hace ahora un siglo. Casi nadie (o tal vez nadie) sabía de su existencia, ni siquiera los descendientes del susodicho: sencillamente estaba perdida en el olvido.
Y pienso en cuántas creaciones corren la misma suerte. Son casi todas. Este olvido se va produciendo en una gradación insensible, hasta no dejar ni un solo eco de lo que fue en el pasado.
¿Cuántas generaciones son las que guardan la memoria de sus antepasados?! Ojo, que son los más allegados! No quiero la experiencia de pensar en vecinos, amigos o conocidos, porque el resultado puede ser desolador.
Como de autor literario se trata en este caso, pienso al azar en cuánta gente puede recordar autores del siglo dieciséis. ¿A qué círculo se reducirá el conocimiento del poeta Francisco de Aldana, por ejemplo? ¿Quién conoce nombres de la Escuela de Salamanca, del siglo dieciocho? ¿Quién es capaz de dar seis nombres de la Generación del 27?
He hecho la progresión desde el pasado más lejano hacia el presente para que el resultado sea menos descorazonador.
Lo peor de todo ello es que, si lo pienso más, no tengo nada seguro que esto realmente tenga alguna importancia, salvo para exiguas minorías.
Sea como sea, lo fundamental es comprobar la certeza de que el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa, y va dejando un poso de espuma que se diluye y se vuelve gas hasta quedarse en nada.
Ya lo expresó el poeta: “En tierra, en humo, en polvo, en sombra en nada”.
Por cierto, ¿qué poeta escribió este verso que se dice inmortal?
Perdón por provocar.

lunes, 23 de septiembre de 2019

...DE TODAS LAS ESPAÑAS



No me atraen las grandes ciudades, sospecho que no me acostumbraría muy bien a vivir en ellas, y, sin embargo, cada vez que voy a Madrid -siempre con fecha fija de retorno-, me siento a gusto y confortado.
Tal vez sea esto porque Madrid no se conjuga en singular, pues es un plural vestido de arco iris, y no posee dueño por ser propiedad de todo el que pase por allí. Por eso me sumo otra vez a la metáfora de rompeolas de todas las Españas. Y en estos tiempos convulsos de tira y afloja, de centrifugamiento acelerado, de todo para mí y allá los demás, Madrid a mí me acoge entre sus calles sin preguntarme nada, sin atosigarme con sus símbolos y dejándome hacer lo que yo quiera. No conozco en España ciudad más abierta y a la vez más cercana.
Madrid es un cocido recién hecho que tu hermana te ofrece y que te deja ya henchido para el día, es multitud por todas las esquinas, son ruidos sin descanso, lamentos y sonrisas, son parques deliciosos y Retiro, es la vida subida al escenario de sus muchos teatros, la pobreza dormida entre cartones, el cruce cultural en las aceras, el no descansar nunca (tampoco por las noches),, el mundo subterráneo y las alturas, el aparente caos por todas partes… La vida a borbotones en todas sus especies.
Esta vez la he contemplado con otro traje nuevo. Asistí por motivos familiares al final de una prueba atlética que discurría por las calles céntricas de Madrid y que tenía su meta en la mima Puerta del Sol. La Casa de Campo, La Almudena, el Puente de Segovia, el Palacio Real, la Calle Mayor, la Puerta del Sol. Y miles de esforzados atletas en hilera interminable por todas esas calles, arco iris gigante, serpiente en movimiento, sudores y cansancio, esfuerzos extremos…, y gentes, muchas gentes llenando las aceras, esta vez epidemia real pero gozosa, dando gritos de ánimo al esfuerzo. Al lado de las grandes decisiones (capitanía general, ayuntamiento, catedral…), el paso ilusionado de tantos corredores que jugaban al límite de esfuerzo, esa gente normal que va en la vida pasando por las horas y los días sin demasiado ruido. Mi aplauso más sonoro para ellos.
Después, al poco rato, como sucede solo en estas urbes, todo se disolvió entre multitudes que ansiaban otras cosas diferentes. Y aquel espectador que los miraba, caló el chapeo (…), fuese y no hubo nada.

viernes, 20 de septiembre de 2019

TARDE OTOÑAL



TARDE OTOÑAL

Un otoño contigo es muchas tardes
viendo pasar las horas en su empeño
de alumbrar la conciencia del presente,
es arroparnos juntos con la manta,
mientras suenan los ecos en la tele
de otras vidas extrañas y lejanas,
el recuento de imágenes perdidas
que el pasado nos trae a la memoria,
un café para ti y un agua dulce
que bebo a sorbos mientras llamo al sueño.

Un otoño contigo es la evidencia
de tantos otros con el mismo aspecto
de esas cosas pequeñas que parece
que no tienen sentido y solo existen
para hacernos los días más amables,
la lectura de tantos viejos libros
y la añoranza eterna de los seres
que más hemos querido…

La certeza de que se pasa el tiempo
y nosotros notamos cómo deja
un rastro de ternura en nuestros cuerpos.

Perdámonos sin prisa entre sus brazos
enlazando los nuestros
y vamos a su encuentro en el olvido.

jueves, 19 de septiembre de 2019

...Y MENOS A LOS OTROS



Los otros, claro, son los representantes públicos, quienes, después de cinco meses de celebradas las elecciones generales, nos tienen a todos pendientes y con la desilusión a cuestas. A estos se les puede dejar menos tiempo solos.
Como me sucede siempre, no tengo ningún interés en la equidistancia y tengo la certeza de que simplificar demasiado todo es caer en la demagogia barata y mentirosa. No, claro que no, no todos tienen la misma culpa del fracaso, pero todos tienen una parte de esa responsabilidad. Tampoco me importa saber quién va a ganar la guerra del relato, que será, sin duda, la base de la ya inminente campaña electoral. Será más importante analizar con calma y sosiego las causas y señalar sin pudor las consecuencias.
A mí nadie me ha concedido representación pública: solo puedo hablar en mi nombre y en el de la sensatez que haya podido adquirir; es más, tengo la impresión de que, en el día a día, prácticamente nadie se siente interpelado por las opiniones que vierto por aquí y por allá. Pero tengo la libertad de seguir opinando, a pesar de todo. Y, aunque sea débilmente y a trompicones, sigo pensando y hasta expresando mis opiniones.
Vuelvo a señalar la diferente facilidad con la que se ponen de acuerdo para gobernar la llamada derecha y la llamada izquierda (ahora llaman a Unidas o Unidos Podemos de izquierda cuando ellos mismos, en su constitución, renunciaban a los apelativos de izquierda y derecha: y no entiendo nada).
Quizás no sea lo mismo tener ideas que tener intereses. O al menos que predominen las unas o los otros. Tal vez por ahí tengamos alguna respuesta al asunto del entendimiento entre diversas fuerzas de izquierdas o de derechas.
¿En qué medida influyen los egos de los líderes frente a los esquemas ideológicos? Si influyen mucho, mejor sería alejarse de ellos como de la peste.
¿Y las perspectivas electorales para ceder o dejar de ceder? Si en la democracia casi todo el esfuerzo se nos va en ganar o perder elecciones, convendría darle una vuelta teórica a todo esto.
Parece que cada día se abre más paso la certeza de que el asunto de la estructura territorial del Estado está en la base de las dificultades para ponerse de acuerdo. Ahora lo van reconociendo los analistas más sesudos. Vaya por dios. ¿Tan difícil era descubrirlo que hasta yo mismo lo venía afirmando desde el primer día?
¿Cómo se explica que el presidente del Gobierno, no hace casi nada, se pasara el tiempo señalando la necesidad del diálogo con los independentistas y ahora les parezcan poco menos que la sombra del diablo? ¿Es que no sabía lo que había antes, que era lo mismo que hay ahora?
¿Cuál es la explicación para que los independentistas (sobre todo los catalanes, pues los vascos han andado siempre vergonzosamente a la pela y solo a la pela) parezcan ahora mismo corderitos o madres de la caridad? ¿Acaso no pueden pensar que, en muy altísima parte, sus posiciones son la base y el principio del problema?
¿Por qué esa manía de descalificar por anticipado a lo que llaman derecha y extrema derecha afirmando que se abre la puerta para todo tipo de retroceso negativo con solo nombrarla? Jugar a la contra y deseando el fracaso del contrario no es postura positiva ni creo que responsable. Me declaro militante testimonial y votante de izquierdas, pero creo que la gente de derechas tiene también dos ojos, dos orejas, come y va a la compra… O sea, que son personas como todos los demás. Es más, les concedo la confianza de que también desean para la comunidad lo mejor, aunque con otros métodos y con otra escala de valores. Lo que tengo que hacer, por tanto, no es descalificarlos por principio, sino combatirlos en cada momento con la palabra y con las ideas que me marque la razón. Y lo mismo, por supuesto, exijo de ellos para conmigo.
¿Para cuándo Unidas Podemos va a poder ser considerado un partido cohesionado y reconocible como tal en todo el territorio? ¿Realmente se puede interaccionar y negociar con una mezcolanza confederal de grupos que no saben a veces ni cómo se llaman en todos los territorios? No es una exageración: le ha sucedido a Pablo Iglesias en campaña electoral eso de no saber cómo se llamaban en algún sitio.
¿Señalarán los partidos políticos en la siguiente campaña cuáles son los asuntos inamovibles en su política y aquellas soluciones posibles y legales que puedan aportar para solucionar los principales problemas planteados en España? Y, por favor, hablen de esto, no de los vetos que anticipadamente ponen a sus oponentes: esto atizará el morbo en los medios de comunicación y será pregunta machacona cada día. Mándenlos a la mierda, por favor, no hagan caso de ellos. Primero son las elecciones, pero después hay que hacer el país gobernable.
Con estas y otras muchas variables, empezaremos un nuevo camino hacia las urnas. Tampoco hay que escandalizarse demasiado por este ejercicio de ciudadanía. A pesar de que las circunstancias que nos han convocado a ello no sean las más ilusionantes.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

NO SE OS PUEDE DEJAR SOLOS



De modo que me marcho unos días a los mares del sur, a apagar en sus olas los rescoldos de las fiestas, con los ruidos de la música y los vecinos, con la bomba atómica de algunos descontentos (en un periódico provincial fueron miles: muchos más que los que físicamente podían caber en posturas lujuriosas en el monte -de tal periódico no se puede esperar otra cosa y de donde no hay no se puede sacar-) que no encontraron fácil subida a El Castañar y no sé qué otras zarandajas y vuelvo con casi todo cambiado.
Porque entro por la Corredera y me encuentro con que el silencio, solo roto por un inmenso griterío de estorninos que han invadido también la parte oeste del parque, contrasta con el bullicio que dejé atrás. Enseguida paseo por las calles de la ciudad estrecha y observo los espacios vacíos y las tiendas solas, como aguardando impacientes que llegue algún cliente a romper su monotonía. No veo en las plazas los grupos de muchachos jugando o conversando, y ya los imagino con los libros a cuestas, sentados en sus sillas y tratando de volver a la rutina y al estudio (que debería recordar que significa afición, con lo que comporta de actitud ante el trabajo).
Pero es que en lo personal me sucede tres cuartos de lo mismo: De pronto me sorprendo sin bajar los estores de mi terraza porque el sol ya no aprieta como antes; guardo mis sandalias pensando en que no me han de ser necesarias y hasta desempolvo algún calcetín por si las moscas; salgo a dar un paseo y recuerdo que tengo chaquetas finas en el armario y cojo una por aquello de la lluvia y la temperatura; el sol y la luz ya no me esperan por la tarde y, cuando quiero darme cuenta, se han perdido en el horizonte; empiezo a tener en cuenta que tengo pijamas en mis cajones para usarlos y hasta pido un paraguas por si acaso; desde mi terraza miro al campo y observo ya colores menos verdes y descubro algún amarillo que se va colando de contrabando entre las ramas; las golondrinas, que siempre forman grupo en las paredes de mi casa, parece que este año no me han esperado para decirme adiós antes de irse hacia el sur (tal vez me fueron siguiendo y yo no me di cuenta)… Y, para colmo, leo que se ha producido casi una revolución por causa de un timbre que no tenía ganas de dejar de sonar y de decir que allí estaba él, con dos narices. Esto, como lo de los viajes del no autobús hacia El Castañar, son cosas de la ciudad estrecha. Vaya por dios. Yo hacía años que no subía a la fiesta en el monte, y me subieron andando por los rodeos, y no me entró fiebre ni sentí nada especial: qué mala suerte.
Menos mal que Manolo me regaló, en nuestra página El libre albedrío, la letra de un poema de Ángel González, aquel magnífico ángel menos dos alas, que, aunque yo lo había releído por enésima vez hacía pocos días, me elevó un poco la moral y me puso de nuevo en mi camino pequeño e individual, lejos, aunque cerca, de tanta nimiedad.
En fin, que son imágenes que me confirman que el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa; y que, de un día para otro, los signos son indicios de ese otoño tranquilo que ya se deja ver en cada cosa y en cada día.
El poeta afirmaba lo que sigue: es el amor que pasa. Nosotros, menos solemnes, nos conformaremos con reconocer que es el tiempo que pasa. Y nosotros con él y sus designios.
Así que a hacer camino hacia uno mismo. Tal vez nos encontremos más a gusto.

martes, 17 de septiembre de 2019

ECOS DEL SUR



Septiembre me ha regalado unos días de asueto, de amistad y de luz en los mares del sur de la península. Yo he tratado de sacar de sus olas y de sus playas algunos susurros que me traían sus mareas. Son esos suspiros con los que tantas veces me he emocionado escuchando las coplas y cantares. Cada día anoté uno. Ahí van.
Me llegan ecos del sur.
Voy a buscarte en sus mares.
Si supera ver tu luz…
09-09-2019

En la playa de Chipiona,
junto a la Virgen de Regla,
el viento agitó las olas.

Me quedé solo en la arena.
Qué soledad tan sonora.
10-09-2019

El mar llega hasta la arena
a preguntar por tu nombre,
las olas lloran de pena
porque nadie les responde.
11-09-2019


Rota, Chipiona, Sanlúcar,
Guadalquivir y las olas
y el Faro que las alumbra.

Y yo soñando en la playa
con las olas de tu boca.
12-09-2019


Las palabras que te dije
no se las digas a nadie;
son para nosotros solos:
que no las sepa ni el aire.

Fue entre jazmines y rosas,
sangraba roja la tarde.
13-09-2019


El Guadalquivir se duerme
entre Doñana y Sanlúcar,
Chipiona vela sus sueños
en sus playas y en sus dunas.

Vente a soñarlos conmigo
bajo la luz de la luna.
14-09-2019


Mañana, con la marea,
yo me marcharé de aquí;
te dejaré suspirando
cerca del Guadalquivir.

No me olvidaré de ti.
15-09-2019

Me vine del sur,
me traje tus besos,
me cegó su luz.

Hoy velo recuerdos
de la plenitud.
17-09-2019

jueves, 5 de septiembre de 2019

ESCUCHANDO A BACH EN MI TERRAZA



ESCUCHANDO A BACH EN MI TERRAZA

Me suenan como pájaros celestes
las sonatas de Bach en mi terraza.
La tarde se ha dormido, ya es de noche
y apenas quedan ecos de la guerra
que provocan las bandas de estorninos
que duermen por las noches en el parque.

Hermosa es armonía tan perfecta
que me tiene suspenso.
                                                Solo falta
que vengas a mi lado y nos dejemos
llevar por las caricias de la noche.

Que empiece ya la guerra de puertas para dentro,
aunque ondee en la terraza una bandera blanca.

martes, 3 de septiembre de 2019

CONTRACORRIENTE



Mira que es fácil dejarse llevar a favor de la corriente y encontrarse tranquilo en el remanso de las aguas, donde te aplauden y te “ajuntan” en el coro de los buenos. O tal vez no debe de ser tan sencillo pues a mí reconozco que me cuesta, por más que me encuentre solitario y a veces mohíno pensando que no puedo tener razón cuando tantos -y en este caso tantas- se explayan en sentido contrario. Veamos.
He dedicado un par de días a la lectura del libro 20 maneras de quitarse el sombrero, de la autora Elvira Lindo. En este formato reducido en el que me manifiesto, las explicaciones solo pueden ser las justas y los matices solo se vislumbran: qué le vamos a hacer. La lectura me ha dejado un sabor agridulce, como me lo vienen dejando otras lecturas de asunto parecido.
En el libro se recogen diversas maneras en las que mujeres destacadas se han rebelado contra los sistemas que oprimían su desarrollo y el de su libertad a la hora de organizar su vida. El título seguramente hace referencia a aquellas mujeres que, a comienzos del siglo veinte, decidieron mostrar su rebeldía en Madrid con ese signo externo de vestimenta: Concha Méndez, Maruja Mallo… A partir de la lectura, anoto algunas consideraciones:
Que la historia del género femenino es para llorar durante mucho rato no ofrece discusión ni atenuantes: es tan evidente como que en verano hace calor y en invierno frío.
Que repetirlo una vez y otra y otra más puede llevar al hartazgo y al rechazo creo que tampoco es improbable. Yo, a estas alturas del misterio, estoy un poco cansado y me pongo de perfil.
Elvira Lindo es escritora de mi gusto. Por ejemplo, soy fan de pocas cosas, pero que no me toquen a mi Manolito Gafotas porque puedo matar:  posee una ternura infinita.
La imagen de desenfado que como autora y persona ofrece Elvira Lindo también me resulta atractiva.
Cualquier persona debe ser dueña de su vida, empezando por lo más próximo y elemental, su propio cuerpo y sus propios deseos. Al fin y al cabo, el cuerpo es lo primero, y tal vez lo único, que poseemos.
Poner como ejemplo mujeres que trataron de llevar a la práctica esa libertad y además con notables resultados culturales puede parecer que no es mal ejemplo… Pero… Y ahora vienen mis peros y mis reticencias.
Buscar celebridades solo en el campo literario y del famoseo es reducir la realidad a la mínima expresión y dejar por el camino a casi todas las mujeres, que también dejaron ver sus afanes desde contextos más humildes y menos llamativos.
Llevarse casi todo el género a las calles de Nueva York y de los Estados Unidos es otra vez muestra del papanatismo que aquellos territorios inyectan en tanta gente.
Descubrir en casi todos los ejemplos que la libertad se ejerce desde el mundo de la desestructuración familiar, el alcoholismo, la drogadicción y el arrobamiento ante la fama no creo que sea la mejor manera de poner en un pedestal a nadie. Otra vez la imbecilidad del glamour nos ha jugado una mala pasada y nos hemos dejado llevar por lo efímero y el instinto, lo más cercano que tenemos al mundo animal.
En el último capítulo, Elvira Lindo -parece lógico que así lo haga- describe algunos rasgos de su vida. Como si fuera otro ejemplo de lo que ha contado antes. Resulta sencillo, pero poco consistente, si no se tienen en cuenta los contextos en los que cada cual desarrolla su vida. Y muy poco se dice de lo que el grupo exige y da al individuo. Sin tener en cuenta ese complejo mundo, todo queda demasiado simplificado.
De modo que a quitarse el sombrero, claro que sí, pero cuidado, a ver si se nos ve la calva demasiado y el sol nos pica más de la cuenta. Que Hollywood alumbra, pero sus focos ciegan con frecuencia y no son de mi equipo titular: “Del cine americano ni los créditos: / que se los queden todos en la alfombra roja”.
Venga ya.

lunes, 2 de septiembre de 2019

*PÁTICOS



Dos de septiembre, lunes, empieza a sucederse como si nada todo lo que era raro y especial, todo lo que no tiene mucho sentido, pero que está ahí, conformando nuestra vida.
He enchufado la tele un rato y me he topado con un programa que cambia de presentador, pero que sigue buscando y reuniendo para el espectador momentos de todas las televisiones que se prestan a la risa y la crítica fácil. Ya se cuidan muy bien de no seleccionarse a sí mismos.
Hablaba una chica (el programa es coral) y se jactaba de que era muy empática. Yo supuse enseguida que seguramente tampoco tendría que esforzarse mucho para empatizar.
Confieso que o no había oído nunca tal adjetivo, o no me había fijado en su uso. Viendo a la presentadora, pensé primero que acaso quería decir que era simpática, pero la seguridad y el tono con el que pronunció la cualidad de empática, que decía que la adornaba, no me dejó lugar a ninguna duda: la muchacha era empática y ya está.
Me gusta mucho esta familia de palabras porque es numerosa y porque creo que se presta a bastantes juegos. El gen de toda esta tribu está en el abuelo latino patere, que se conserva en nuestra lengua en padecer. Después se le han ido prohijando prefijos y sufijos hasta llenar una tribu: simpático, compadecer, simpatizar, compasión… Imaginarse que simpático tiene que ver con padecer parece algo extraño, pero ahí están, compartiendo significado.
Sucede que las lenguas son organismos vivos y que sus palabras cambian tanto en su significante como en su significado. Y así, al simpático de turno no lo hemos asociado con el que comparte con los demás penas ni dolores, sino a aquel que es capaz de devolver la pelota y de provocar que nosotros padezcamos con él; eso sí, desde el lado más placentero. Por eso nos resulta simpático.
No se me ocurre cómo se puede lograr tal cosa si no es desde una escala de valores próxima y sintiendo como positivo o negativo lo que el otro a su vez siente. Ya se ve, por tanto, que padecer, el abuelo de la familia, se puede hacer en positivo o en negativo. Nosotros, por si acaso, solo nos hemos apropiado del terreno negativo: vaya por dios.
¿Por qué, pues, no nos hemos conformado con la palabra simpático y simpatizar? Misterios de la lengua. Es que las palabras luchan también por llegar a los puestos de responsabilidad, no crean que no; y se van dando codazos unas a otras para hacerse un hueco y subir en la escala para adueñarse de más dominio.
Yo creo que simpático y empático se han dividido el terreno y han llegado a un acuerdo: la mitad para ti y la mitad para mí. De este modo, lo de simpático lo dejamos para el otro y lo de empático nos lo apropiamos nosotros mismos.
Y, entonces, ¿seré yo simpático o seré empático? O las dos cosas. O ninguna. Vaya un trajín de palabras, es que no paran de moverse y de dar guerra.
¿Y vosotros qué sois?
Entre páticos anda el juego.