viernes, 30 de octubre de 2020

EL CASTAÑAR DE LAS CASTAÑAS

 

 EL CASTAÑAR DE LAS CASTAÑAS

La situación sanitaria en la que nos encontramos y el tiempo soleado y templado que nos acompaña nos llevan muchos días al paseo por los alrededores de Béjar. Es la mejor forma de respirar aire puro y de sortear la presencia de la gente.

El Castañar es uno de los mejores parajes para ello. Este monte aglutina toda una serie de elementos, que hacen de él un lugar muy especial: paisaje, temperatura, religiosidad, ocio, paseo, residencias de verano, frutos en otoño, huidas furtivas… Muchos pueblos y ciudades consagran un punto elevado en el que concentran actividades representativas para los ciudadanos, de tal manera, que una buena parte de la idiosincrasia de la comunidad se puede observar en ese lugar. El asunto daría para un largo ensayo, tal vez más útil para extraer consecuencias para el presente que el descubrimiento de no sé qué documento; pero el horno no está para estos bollos en estos momentos.

Esta mañana Dios se puso azul y, cuando Dios se pone azul en los otoños bejaranos, parece que se ha echado al hombro una buena tienda de campaña y se ha quedado tomando el sol en todo lo que alcanza la vista. Parecería que con él se ha traído el paraíso para exhibirlo.

De describir este paisaje ya me he ocupado en muchas ocasiones y no quiero hoy repetirme, aunque me tienta. No me extraña que los que lo viven por primera vez no resistan la tentación de hacer su acuarela paisajística particular y su retrato laudatorio. La cosa no es para menos.

Como a mí la contemplación del paisaje quiero que me sirva para la reflexión, procuro echar a andar el pensamiento y dejarme llevar por él.

Hoy miraba el paisaje de castaños y contemplaba los suelos llenos de erizos, con sus frutos ya a la vista, dispuestos para el que quiera extender la mano y recogerlos. Mucha gente ya lo ha hecho. Otra lo hará durante estos días de calbotes. En muy distintas ocasiones he visto cómo las gentes vareaban las ramas para obligarlas a dejar caer los erizos. Mala costumbre, cuando el fruto se nos da gratis con solo esperar algún día más. Hoy también había gente rebuscando castañas. Es otra buena forma de tomar el sol y de agradecer a la naturaleza sus frutos.

Pero pensé enseguida en la larga historia que tienen estas castañas y estos árboles; y a la imaginación acudieron algunas escenas propias de otros tiempos en los que la castaña era casi el principal alimento de las gentes de estas tierras. Nada menos que ya en el siglo dieciséis. Francisco de Zúñiga y Sotomayor, uno de los duques de esa familia que dispuso de las tierras y de las gentes de esta zona a su antojo hasta bien entrado en siglo diecinueve, promulgó unas “Ordenanzas para la conservación del monte Castañar de la villa de Béjar y para el buen uso de ella”. A modo de ejemplo y en su capítulo XXXI: “Otrosi, que ninguna persona que guardare puercos en los montes de esta villa non coja castañas ni ande de día ni de noche so pena de cien maravedís, la mitad para el denunciador y la otra mitad para el Concejo, si no fuere para cocer o asar”. Vinieron litigios entre la casa ducal y los vecinos. Cuántas disputas, desigualdades, demostraciones de fuerza, diferencias sociales, injusticias y ratos de ordeno y mando. Y cuántos días de búsqueda de lo más elemental para la supervivencia, de rastreos entre castaños y de rendición de cuentas al señor de los señores. Es la Historia, y parte importante de la historia de este paraje.

Hoy el monte también está acotado y cada día se les roba más espacio a los árboles con asfalto, bares, juegos y automóviles. Pero ahí siguen los castaños, con sus frutos otoñales como bombas de mortero en una batalla incruenta contra el suelo. Pero estas bombas de racimo ni hieren ni matan, simplemente dan cauce a la naturaleza y a sus leyes. Hasta que no puedan más contra los acosos a los que las sometemos.

jueves, 29 de octubre de 2020

UN IMPULSO TRIDIMENSIONAL

 

 

UN IMPULSO TRIDIMENSIONAL

Leo en un texto de divulgación científica lo siguiente: “Toda la pasión, pensamiento y acción de muchísima gente son el resultado del impulso para evadir el aislamiento causado por el debilitamiento o la disolución del clan familiar, la pérdida de los amigos del trabajo, el amor del resto del mundo”.

El texto resulta tan breve como sabroso y de largo alcance. Pero el punto de partida parece inmejorable. Leerlo, describirlo, analizarlo y practicarlo en el grado que cada uno pueda tendría que ser obligación de todos. Nos explicaríamos muchas cosas y encaminaríamos nuestros esfuerzos en dirección acertada, para hacer del mundo un hábitat menos malo y mucho más provechoso y placentero.

Si todo parte de un impulso, sería bueno entender que esa reacción es natural y que el pensamiento y la emoción y la pasión no andan demasiado lejos uno de la otra y la otra del uno.

Si los círculos de referencia se reducen fundamentalmente a tres (con todas sus variantes y grados): familia, amigos y resto; los esfuerzos pueden quedar focalizados en mejorarlos en beneficio particular y de la comunidad.

Si los sabemos jerarquizar y hacer compatibles según los contextos y las situaciones, nos sentiremos más equilibrados y seguros en el grupo.

No me parece mal esquema ni mal resumen. Cada cual sabrá lo que le conviene y lo que tiene que hacer. Vale.

miércoles, 28 de octubre de 2020

OTRA VEZ ESE EXTRAÑO ABECEDARIO

        

OTRA VEZ ESE EXTRAÑO ABECEDARIO

De nuevo los espacios encogidos

y el viento susurrando en las esquinas,

el decir de repente, por si acaso,

y el miedo dibujado en la mirada.

 

Se repiten los ecos de otros días

 marcados con las señas de la muerte.

 

Es el otoño y lucen las laderas

un paisaje del todo lujurioso;

pero lloran las fuentes y los bosques

dibujan un ambiente de tristeza.

 

Hay rumores de ronda por las calles

del miedo, el desamparo, el abandono.

 

Otra vez ese extraño abecedario,

que conforma el discurso de la vida

y va dejando rastros y señales,

sin que sepamos cómo conjugarlo.

 

¿Habrá otro otoño negro y solitario

dormido en las estancias del recuerdo?

lunes, 26 de octubre de 2020

Y TAN LARGO EL OLVIDO

 


Y TAN LARGO EL OLVIDO

Leyendo a Marcos Ana

El azar y la noche los pusieron

en una habitación desvencijada

de un hotel de tercera. Hacía una vida

que solo acariciaba las paredes

de una cárcel oscura

y fue por fin la calle y fue el deseo,

y fue la luz sin sombras ni cadenas.

 

Es la primera vez, le dijo,

tengo cuarenta años y la noche

siempre fue para mí sueños robados.

 

Temblaron de ternura las bombillas

y se encogieron de pudor las sábanas,

las carnes estallaron y la dicha

se derramó hasta el filo de la muerte.

 

Ella se comportó como si fuera

la amante de repente enamorada.

 

Hoy mi servicio es gratis, te devuelvo

el dinero que pagas con el ruego

de que vuelvas mañana.

 

Un gran ramo de flores con mimosas

recibió al día siguiente con un sobre:

“A mi primer amor”.

Y no volvió a saber de aquel instante,

que se perdió en la bruma de los días.

viernes, 23 de octubre de 2020

OTRA VEZ EL OTOÑO

OTRA VEZ EL OTOÑO

Releo, ya en forma de libro que me llega, mi Notas a pie de vida 2009. En él se incluye lo que escribía tal fecha como la de hoy, hace once años. El otoño en esta ciudad estrecha permanece inalterado. Hoy mismo he paseado por El Castañar y me he anegado con los colores del paisaje. Mañana haré lo mismo en otros caminos. Pensaba escribir algo al respecto, pero me he encontrado con esta página y no podría hacer otra cosa que repetirla. Por eso, lo que hago es copiarla y compartirla. Han pasado once años. Es como si fuera ahora mismo

2009-10-24   QUÉ LUJURIA SABROSA DE PAISAJE

Definitivamente, el otoño o es bejarano o no es de ningún sitio. Ya sé que me he situado en la hipérbole desde la primera palabra y pido perdón por ello, pero es que, en realidad, no exagero demasiado. Quien quiera comprobarlo no tiene que hacer más que venir a verlo. La puerta está ya abierta y no se cobra entrada.

Esta luz tan diáfana, este rocío en el campo, estas hojas revividas con las primeras lluvias y vueltas arco iris ya del tiempo, ese cielo azulado hasta lo más intenso, las sombras en su sitio, el fresquito sin frío, los suelos cargaditos con bellotas en una interminable montanera que aguarda a las cabras, a las ovejas, a los cerdos y a los jabalíes, los animales sueltos por cualquier predio, sus voces nítidas y afiladas, los regatos que empiezan a humedecerse, los riscos relucientes con las primeras lluvias, la corona que adorna en tantos caminos, el musgo recrecido hasta invitar a hundirte en él, los robles y sus líquenes, la fresneda que va ya deshojándose, los chopos y sus ramas amarillas, los cerezos que buscan sus granates, los pinos impertérritos con sus hojas perennes, las encinas tranquilas con sus suelos tan verdes, aquel poquito ya de nieve en lo alto de la Ceja y saludando desde los Hermanitos, los pueblos somnolientos cuando va levantando cabeza la mañana, los humos que se elevan por encima de todo, un poquito de niebla pegada a la ladera y ocultando una pequeña parte de la montaña, el río que se adivina en lo hondo del valle, las fuentes escondidas con sus aguas limpias soñando sus sueños, los fieles caminantes que se echan al camino, la charla sosegada sobre temas sabrosos, el despertar del mundo, la conciencia de todo escondida en el suelo, el sustento a las once compartiendo las viandas, ese lento hormigueo de lo que cobra vida…

Y yo viéndolo todo con mi conciencia limpia, con mi despertar lento, con mi paso tras paso, con mi mirada atónita, con mi sentir pequeño, con mi simple presencia, con mi valor tan mínimo, con la certeza a cuestas de lo amplio de la vida y de mi pequeñez, con mis amigos que siguen soportándome en la palabra y en el camino, con esa sensación de hagamos una tienda y prolonguemos esto, con la distancia plena del otro día a día, con la mirada amplia y mis ojos pequeños, con todo lo que aguarda para mí solamente, con el gusto de todo y el sabor de lo mismo, con ese corte limpio que te duele y no sangra, con el ánimo puesto en el sudor de espaldas, con ese sobregusto de hacerte perdidizo, con el placer del sueño que llena los sentidos, con la mente afanándose en no afanarse en nada, con un dejarse un poco en manos del azar y del olvido.

Hoy el otoño ha sido bejarano a la luz y al amparo de la sombra de la mañana. Después el sol fue todo, y todo fue el otoño bejarano. Qué lujuria sabrosa de paisaje.

miércoles, 21 de octubre de 2020

EL MANDO DE LA TELE, ESE ROSARIO

 


EL MANDO DE LA TELE, ESE ROSARIO

Se sienta en un sillón, coge en sus manos

el mando de la tele y se da prisa

a acariciar los números gastados

de ese rosario laico, que lo incita

 

a entrar en una caja, que el humano

llama tonta. No sabe, de esta guisa,

si reza o si controla con sus manos

el mundo que se ofrece ante su vista.

 

Después mueve hacia arriba y hacia abajo

el mando que le atonta y le amodorra.

Le cantan las imágenes un canto

 

que aumenta su indolencia y su pachorra.

Parece, con salmodia y con rosario,

mitad hijo de Alá, mitad cristiano.

martes, 20 de octubre de 2020

VALS DE OTOÑO


VALS DE OTOÑO

De pronto, se desata la tormenta.

La lluvia está peinando tus cabellos

y embellece, al mojarte, tu figura.

 

Las hojas se desprenden de los árboles

y contemplan, alegres y celosas,

el baile de la lluvia con tu pelo.

 

Suena un vals entonado desde el cielo

que acompasa el sonido de sus notas

con el ritmo que ensaya el aguacero.

 

Es la tarde en el parque, es el otoño,

eres tú, es tu cabello y es la lluvia

que bailáis, amorosos, un bolero.

lunes, 19 de octubre de 2020

NOTICIAS Y NOTICIAS

NOTICIAS Y NOTICIAS

Datos: 1.- TVE 1, hace un par de días. Un joven imbécil (sí, sí, he dicho imbécil, consciente de que utilizo un eufemismo) conduce un coche llamativo de color rojo. Lo hace a casi 250 kilómetros por hora. Él mismo se graba. La grabación es subida a las redes sociales, habrá que suponer que se hace como ejemplo de algún logro que debe ser exhibido. El disminuido individuo resulta ser uno de esos llamados influencers. Tiene más de un millón de seguidores en la red. JURO QUE NO ME INVENTO NADA.

 

2.- Ayer se cumplía el centenario del nacimiento de Delibes. La noticia apareció solo al final del telediario.

 

¿Hace falta hacer comentario de texto y comparar la realidad de estas dos noticias? Por si acaso, anotaré esto. Respecto de la primera de ellas, lo siguiente. Un pobre imbécil mental, que no alcanzará seguramente la normalidad para el razonamiento nunca, lo podemos encontrar en cualquier colectivo. Lo que causa pavor es que tenga más de un millón de aspirantes a humanos que le ríen las gracias y que aplauden sus “extraordinarios” logros. Y ahí me quedo.

Respecto de la segunda, esto. Me pregunto cuántas personas acuden al escritor vallisoletano para deleitarse en sus páginas. ¿Y la locutora que leía la noticia? ¿Cuándo entenderemos que, como la fuente directa, o sea, como la lectura de los textos, no hay nada que se pueda igualar? Ahí me quedo también.

Ustedes dirán.

viernes, 16 de octubre de 2020

DE OTRAS OBRAS NO EMPEZADAS

 DE OTRAS OBRAS NO EMPEZADAS

Aquel que por caprichos del destino era a la sazón presidente de una pequeña comunidad de vecinos y que un día cualquiera del otoño se encontró con la angustia de un vecino algo sordo pero no lo suficiente como para no advertir que en la arqueta sonaba algo con más fuerza de la cuenta y que bajaron ambos a ver qué pasaba y descubrieron que la cañería sonaba en el mismo sitio y con la misma intensidad que lo había hecho solo seis meses antes y que enseguida otra vecina avisó de que su cochera tenía humedades y que fue a dar cuenta al seguro que curiosamente había subido su precio del recibo solo unos días antes y que le aseguraron que avisaban inmediatamente a un albañil con el que trabajaban y que él también se puso en contacto con el del pico y la pala para que viniera pronto a arreglar aquello y que le contestó que estaba ocupado en el pueblo de al lado y que en una hora bajaba para hacerse cargo de todo y que no supo de él hasta el día siguiente y que cuando le volvió a llamar este le aseguró que había estado allí a última hora pero que no lo había avisado porque era ya muy tarde y que le instó a que fuera pronto porque aquello seguía manando sin parar y que solo acudió por la tarde cuando llevaba la humedad más de un día y que después de extraer algunos capachos de tierra y de cemento solo pudo asegurar que todo dependía de Aqualia y del corte de tuberías que tenía que hacer y que le pidió que por favor les apremiara porque aquello no podía seguir así y que se fue sin asegurar nada y que al día siguiente y van dos llamó desesperado a la compañía de seguros y que un agente le declaró que volvía a llamar al albañil a ver qué pasaba con todo esto y que él también volvió a insistir aun a costa de ser mandado a freír espárragos y que el albañil le aseguró que eran los de Aqualia los que no cortaban el suministro porque tenían problemas en los depósitos y no podían atender a todos y sin eso no se podía trabajar para sanear aquello y que entonces llamó a la oficina de Aqualia por si podía empujar un poco y que cuando hablaba por teléfono pensaba para sí qué coño tenía que ver él con Aqualia si él pagaba los impuestos al ayuntamiento y que solo le respondía un tono como de fax y que muy enfadado llamó al ayuntamiento por si allí le solucionaban algo y que a la quinta o sexta vez consiguió que le pasaran con el departamento de obras donde no había nadie para atenderle tal vez porque el funcionario de turno había pedido una semana de permiso para arreglarse las uñas o vete a saber y que por fin consiguió que le contestara un técnico y que le dijo que eso no dependía del ayuntamiento sino de Aqualia desde hacía bastantes años y que aunque le dedicó unos párrafos a eso de que él no tenía nada que ver con la dichosa Aqualia de las narices y que pagaba impuestos al también dichoso ayuntamiento el técnico le hizo la gracia de decirle el número de teléfono de la compañía del agua y que llamó tres o cuatro veces siempre con la respuesta del pitido del fax y que a eso de la hora de comer y ya cumplido el tercer día de la fuga del agua volvió a llamar al albañil y este le contestó que había conseguido de Aqualia el compromiso de cortar el paso del agua el lunes por la mañana para poder operar y arreglar el desperfecto y que se quedó con las ganas de echarle un chorreo y de jurarle que tendrían que dejar todo como los chorros del oro y que lo dejó porque entendió que él realmente solo podía reclamar a la compañía de seguros o al maestro armero y que todavía lo intentó de nuevo y desde los seguros le ofrecieron la posibilidad de contratar a cualquier otro albañil si este lo arreglaba antes y que pensó que si tenía que volver a empezar con los permisos iba a ser peor el remedio que la enfermedad y que se quedó como lelo con el teléfono en la mano pensando en el fin de semana y en los desperfectos que las fugas podían producir en los bajos del edificio y que estuvo a punto de acordarse de los familiares de unos y de otros y que lo dejó todo en un silencio tenso y que de pronto le entró una risa temblona y que se dejó caer en el sillón diciendo aquí me las den todas y mañana será otro día y que no sabe cómo será ese día de mañana y que tal vez se salga al campo a soltar los enfados y a decirle a la naturaleza dios mío cómo está el mundo cómo está el mundo y que templará gaitas el lunes porque si no no sabe por dónde va a salir todo esto o vete a saber qué puede pasar el día de autos.

jueves, 15 de octubre de 2020

EL PANÍCULO ADIPOSO

EL PANÍCULO ADIPOSO

Sí, sí, eso del pan, del paño (eso significa panículo), de lo que se convierte en los hombres en bolsa y hasta baúl por delante y termina por obligar a andar como en inclinación y pidiendo perdón no se sabe por qué ni a quién. A las mujeres, esa exploración del espacio se les suele colocar en el pompis también. O sea, la barriga, las gorduras, los michelines, las caderas, el pompis…, el panículo adiposo.

El caso es que, desde hace muchos años ya, la tendencia a marcar paquete en la barriga se ha hecho casi general y el tanto por ciento de obesos crece sin parar Y lo que al principio parecía señal de abundancia y de eliminación del hambre, se ha convertido en muestra de mal gusto y de preocupación social. Los dietistas afirman, además, que es malo para la salud y que aumenta los riesgos de morbilidad. Tengo una sobrina que habla y no para de estos asuntos. Ella forma parte de esa nueva profesión que aspira a enseñarnos a comer para dale esquinazo al panículo adiposo.

Cuando salíamos de la primera oleada de la pandemia, la gente preguntaba casi enseguida por lo que había cantado la báscula para más o para menos. El sedentarismo había hecho de las suyas, salvo en algunos a los que los nervios no les habían dejado crecer el dichoso panículo. Ahora que andamos en la segunda ola del bicho, tal vez tengamos ya adquirido algún remedio contra los bultos redondeados. Tal vez.

Lo que es la vida. Hasta hace nada, todos suspirando por los medios que nos dieran la posibilidad de llenar el abdomen y saciar el hambre. Hoy hay que ahorrar para la dieta y seleccionar las comidas que no sean propensas a los abultamientos. Y ahí empiezan los veganos, los gimnasios, las caminatas al aire libre, los personal trainers, los dietistas y el sursum corda.

Pero héteme aquí que solo los pudientes tienen capacidad para generar este tiempo libre y para seleccionar alimentos, para pegarse los grandes banquetes y después tomarse un alka seltzser que lo serene todo, o para acudir al dietista en busca de consejo, precio pago correspondiente.

El mundo anda manga por hombro y lo tiene todo al revés. No sé si la pandemia terminará por ponerlo todo otra vez en su sitio. Al menos eso anuncian las colas enormes en los comedores sociales y en las ONGs en busca de alimentos de supervivencia, esos que, por escasos, no conocen el panículo adiposo, o, si lo han conocido, a buen seguro que le aplicarán el remedio correspondiente. A lo mejor se nos cuela en la fila algún pudiente de esos con tal de ahorrarse la receta del dietista, vete a saber. Habrá que poner buen ojo y aconsejarle que se junte con los de su igual.

En todo caso, a ver si esta situación –perdónenme la maldad- nos vuelve a todos un poco más verticales y menos adiposos, que una buena dieta es siempre saludable; aunque sería bueno seguirla no tanto desde la necesidad ni desde el capricho, como desde el sentido común. Venga, que los quiero a todos bajando barriga. Luego ya, si eso, nos tomamos con precaución unas pancetitas. Vale.

miércoles, 14 de octubre de 2020

CERRAR A LAS DIEZ

CERRAR A LAS DIEZ

En media España andan a la gresca por eso de cerrar los bares y restaurantes a las diez de la noche. Los de sanidad afirman que es en esos locales donde menos se respetan las distancias y donde más se propagan los virus de la pandemia. Los hosteleros aseguran lo contrario y así no hay quien se ponga de acuerdo. Tendrían que hacer una convención de médicos y de hosteleros para ver la manera de salvarnos a todos.

Pero a esa reunión deberían acudir también aquellos que necesitan estos locales para darle algo de sentido a la noche, porque no tienen otro sitio en el que sentarse un rato o tumbarse para soñar con las estrecheces del día siguiente.

Los gerentes de negocios, las gentes de postín y cuello blanco lo tienen más sencillo, pues que pueden sustituir los restaurantes por el take away servido a domicilio en salones amplios, con sillones cómodos en los que echar la sobremesa y lo que se tercie después. Todo ello si ya se han marchado las doncellas de cofia y mande usted, porque, si no, aún lo tienen más fácil. Nada les impide seguir ampliando negocios, comprando acciones o intercambiando fórmulas de mercado

Bastante peor lo tienen aquellos que encuentran en la noche todo lo que el día les descoloca. Son los desajustados de la vida, los que no se encuentran consigo mismo si no es ante un vaso de vino o bajo las tenues luces de cualquier garito, los hippies del desarrollo, los estrafalarios de la moral, las busconas y los mirones, los que juegan a desintegrar la vida en sorbos y relámpagos, los que no saben del tráfago de las aceras y tienen su casa bajo las farolas, los que… En fin, tantos y tantos.

Hay por fin otro grupo al que poco le importa el horario de cierre de cualquier garito, pues su reloj es el de las horas de luz, solar o de la otra, los que han pasado el día poniendo la mano por si cae algo y por la noche se acuestan a olvidar en un cartón, acaso cerca de alguno de estos lugares en los que solo de vez en cuando les permiten entrar a calentarse un poco.

Los estudiantes y turistas que vienen a España, sobre todo en verano, preguntan extrañados: “¿Cuándo duerme la gente aquí?”. Lo dicen pensando que al día siguiente todos se tendrán que levantar temprano para ir a sus trabajos. No saben que para ello hay que empezar por tener un trabajo que regule las horas y que te mande para casa a una hora prudencial, para poder descansar y tenerte en pie. Y de eso no hay todo lo que se quiere o se puede.

Los últimos bohemios de los locales nocturnos suelen mezclarse con los primeros somnolientos madrugadores y con las primeras luces, todavía niñas, del día. Esa mezcla de olor a alcohol, de sueño y de luz de la mañana produce un cuadro casi de arco iris, desigual y tragicómico, que habría que pintar con palabras o con pinceles para colgarlo de todas las farolas.

Las gentes de los pueblos y de las pequeñas ciudades se extrañan porque entienden que lo más lógico sería que cada cual estuviera en su casa a una hora prudencial, y aplican aquel dicho que rezaba así: “A las diez, en la cama estés; si puede ser antes, mejor que después”. Se conoce que esta gente no ha llegado a la modernidad esa de la noche. Uno, que es orgullosamente de pueblo, la verdad es que tampoco lo entiende y con frecuencia imagina los pueblos y ciudades con las puertas cerradas y con las casas llenas, con un buen dormir y con un mejor descansar. Y con unos ánimos mejor saneados para levantar la vida del día siguiente buscándole su afán particular y su convivencia en paz.

Sé que son solo sueños y que la vida es un vaivén con variables que a uno se le escapan y en las que tiene que navegar entre la calma y la zozobra, intentando humildemente que no navegue el barco.

martes, 13 de octubre de 2020

LAS ACERAS

 LAS ACERAS

Las nuevas generaciones ya se han hecho a la idea de que, si salen a la calle, lo tienen que hacer con la precaución de quien sabe que anda por terreno que no es suyo, como si hubieran ido a tonda o algo así. Antes, la calle era toda para andar y pasear, para pregonar la leche o para poner un puesto de melones amarillos, o simplemente para jugar al hinca o al gua, al aro o a los zancos, sin que nadie te molestara, salvo tu madre para recordarte que la merienda estaba lista para dar cuenta de ella.

Pero llegó el automóvil y llegó el asfalto, y ya nadie se sintió seguro. Las distancias se fueron acotando y el suelo se volvió liso, se levantaron las aceras y nos dijeron a todos: por aquí y de aquí no te salgas, porque, si lo haces, te atendrás a las consecuencias. Y el automóvil se hizo dueño y señor de las calles, y ya lucir palmito o ir del brazo de alguien charlando pausadamente desapareció de la escala de las buenas costumbres y de la pose social, las charlas y los saludos se trasladaron a los bares y a los espacios cerrados, donde las distancias sociales y físicas se acortaron. Se conoce que entonces no circulaba el coronavirus.

A medida que pasó el tiempo, los automóviles se democratizaron y ya casi se regaló uno a cada uno de los vecinos. Y llegó el momento de idear en qué lugares podían pasar el rato los coches cuando no estaban ocupados. Fue su última conquista de las calles, por las que ya no solo circulaban, sino que además y sobre todo parecía que se tumbaban a tomar el sol o a refrescarse en el frío. Y, a todo esto, el peatón, el que va a pie, cada vez más esquinado y disminuido, sin poder hacer un corrillo o asentar un puesto de castañas o de churros, una mesa petitoria para el día del cáncer o un puesto para vender lotería de la ONCE. En los pueblos con calles estrechas, la solución es la fila, de uno en uno y sin pararse a contarle al vecino lo bien o mal que ha salido el cocido del día anterior.

Esto del coronavirus es lo único que ha plantado cara al automóvil en las calles y en las aceras. De repente metió a todo el mundo en casa y aquello volvió a la imagen del desierto, pero con asfalto. Los coches estaban asustados por falta de competencia y en las aceras crecieron las hierbas, como si en ellas despertaran los recuerdos del campo. Su esperanza fue vana y corta.

Cuando se pudo salir de nuevo a la calle y se quiso la recuperación de la actividad a marchas forzadas, fueron de nuevo las aceras las que más lo notaron, no solo sufrieron las voces de los automóviles bien y mal aparcados, sino también la invasión de las terrazas, que, como elefante en cacharrería, se adueñaron de cualquier centímetro cuadrado que encontraron libre. Allí vierais a los peatones haciendo zigzag, ensayando ochos, esquivando sillas…, y soltando pestes cada vez que se atrevían a intentar un paseo por una acera. Poco importa el sacrificio individual, pensarían, si se hace ad maiorem pecuniae gloriam; o sea, todo por la pasta. Los vendedores ambulantes y los jubilados andan suspirando a los poderes públicos alguna semejanza en las concesiones hechas a los dueños de las terrazas. De momento, solo se encuentran con las aceras estrechas y los parques vacíos, que los estorninos todavía no han aprendido educación y lo tienen todo perdido y maloliente. Y, con esto del contagio del virus… lo van a tener complicado.

Cualquier día, si el virus no se va pronto, tal vez tangamos que saltar directamente desde el portal de casa a un automóvil o a buscar asiento en una mesa de terraza, porque las aceras tienden a desaparecer. O tal vez nos animemos a no salir de casa, a confinarnos sin que nos lo pidan porque no tenemos otro plan. Pero para mí que no es plan y que, en estos asuntos, cualquier tiempo pasado, además de ser pasado, fue mejor.

lunes, 12 de octubre de 2020

HISPANIDAD

HISPANIDAD

¿Qué significa hoy la palabra hispanidad? ¿Qué elementos encierra? ¿Cuáles son sus connotaciones? Aunque solo sea por analogía, parece sencillo entender que hay dos componentes que se juntan para darnos este recuelo que se mueve en el alambre y tiene que hacer equilibrios para mantenerse en pie. El primer componente tiene que ver con España, y el segundo añade esa señal de abstracción que aporta el sufijo –idad. Tal como en comod-idad, real-idad, arbitrari-edad, neces-idad…

Me parece que zozobramos en la primera parte y no somos capaces de llegar a la orilla para, allí, hacer un esfuerzo de abstracción y arañar en ella lo que sea esencial y común a todos.

¿Alguien sabe qué es España? Quiero decir en su descripción geográfica, en su recorrido histórico y en su situación actual. Que se lo pregunten a todos los independentistas (o a los del otro extremo), e incluso a los dirigentes de cada región cuando solo miran por sus dominios y jibarizan el mapa a su antojo y egoísmo. Que hagan lo mismo con el mundo latinoamericano para entender cuál ha sido el sello que en aquellos territorios ha dejado España en tantos siglos. Que hagan una encuesta con los representantes presentes, y, sobre todo, ausentes en la celebración del día de la Hispanidad.

¿Cómo vamos a pasar a la abstracción (a las ideas comunes que pueda encerrar este concepto) si no concretamos ni la geografía ni la historia ni la realidad social y política actual? Es como si quisiéramos hacer abstracción acerca de la modernidad si no tenemos claro que es eso de lo “moderno”. Causa tremenda pena observar que el desconcierto general de la primera parte no nos permite pasar a la segunda, para explotar en beneficio común aquello en lo que tendríamos que estar de acuerdo para empezar a actuar. Y todo este desbarajuste se produce en la nación más vieja de Europa, teóricamente. Qué maldición, qué peste, qué pandemia, qué mal de ojo, qué panorama tan oscuro, qué…

Me conformo -una vez más- con advertir de que, sin solucionar el primer escalón, el de la identidad territorial e histórica, lo demás no tiene cabida posible, porque todo serán banderías, mala leche, egoísmos y deslealtades. Caín y Abel otra vez a la carga. Mierda.

jueves, 8 de octubre de 2020

AL HILO DE LA SENTENCIA DEL TSJ DE MADRID

 

 AL HILO DE LA SENTENCIA DEL TSJ DE MADRID

Solo la información (y la desinformación) contagian e intoxican con más velocidad que el virus. La mañana de hoy trae la noticia de que el TSJ de Madrid anula el cierre de la capital, cierre que impuso el Ministerio de Sanidad para frenar el maldito virus que nos mantiene en la pandemia. La resolución ocupa veinticinco páginas. Con la misma velocidad aparecen opiniones, o más bien impulsos emocionales, que ponen a la justicia a los pies de los caballos y consideran a los jueces que no dictan la sentencia que les interesa como aliados políticos de alguno de los paridos enfrentados. De este modo, todo se sumerge en la confusión y nada contribuye a la calma, al sosiego, al análisis sereno y a las consideraciones de más calado y trascendencia.

-Si tuvieran razón los que descalifican globalmente a los jueces (siempre según el tenor de las sentencias), estaríamos en una prevaricación continuada y en un sinvivir que haría imposible la convivencia. Por otra parte, anularíamos cualquier capacidad técnica de los jueces para ejercer como tales.

-Si estuvieran en lo cierto aquellos que acatan las sentencias sin análisis y sin crítica, razonada y severa si lo consideran necesario, el panorama sería el de una sociedad pastueña y sin criterio.

-Siempre hubo gamas de grises y camino largo entre el blanco y el negro.

-Los jueces no son otra cosa que simples obreritos (como lo son los componentes de los ejércitos, los bomberos, los médicos, los tenderos…, o cualquiera de nosotros), que construyen con otros a España, ejerciendo con honradez su trabajo. Y nada más. Y nada menos. Ellos no crean las leyes, no son el legislativo en una sociedad democrática, son el poder judicial, es decir, los que imparten justicia de acuerdo con los textos que las cortes han elaborado y aprobado. ¿Por qué se les exige más de lo que tienen que hacer?

-¿No será, más bien, que la realidad no cabe en la redacción articulada de ninguna ley, por mucha precisión con que esté redactada y la mayor honradez con que esté concebida? Es que la vida -y ya entramos en la consideración de mayor alcance- no cabe en ningún código, es mucho más rica que cualquier articulado. La palabra es pobre y solo aproximación a la idea y a la realidad que quiere representar. Pregúntenselo a los filólogos y escuchen sus respuestas. Ah, y, como mal menor, pídanles consejo a la hora de redactar las leyes: serán un poquito más claras y precisas.

-De esta imposibilidad de ajustar la realidad a la literalidad de la ley nacen las interpretaciones diversas y las sentencias desiguales, a las que nos tenemos que atener, a pesar de todos los pesares. Pregúntenle a Sócrates y que les enseñe su ejemplo. Es que, si así no lo hiciéramos, sería peor el remedio que la enfermedad, nos invadiría el caos y el poderoso camparía a sus anchas.

-Por la misma razón, nos enfadamos ante algunas resoluciones que no entendemos ni compartimos. Es normal que así sea, y que lo manifestemos ante todos los demás. Pero deberíamos hacerlo con dos consideraciones. La primera es la de que la comunidad no nos ha seleccionado a nosotros para impartir la justicia sino a los jueces. Para sus equivocaciones están las apelaciones correspondientes. La segunda es la de que tenemos que reaccionar con razón y con argumentos, conjugando la serenidad con la pasión.

-Y llega lo de Madrid, como ejemplo de otras situaciones semejantes. ¿Por qué no se jerarquizan las dificultades y se atiende aquello que resulta más perentorio e inmediato? ¿Hay algo más importante que la vida? ¿De verdad que la ley no ofrece ningún resquicio por el que se pueda colar la defensa del derecho primero entre todos los demás, como es el de la vida y la salud? Y, si no lo hay, agarren el toro por el cuerno los legisladores, es decir, los políticos, y actúen rápidamente, que la ocasión lo requiere y la ciudadanía lo agradecerá. Y, si así no lo hace esa ciudadanía, que con su pan se lo coma.

-Y acaso lo más importante, ¿no se pueden sumar el sentido común y las buenas voluntades de todos en lugar de someterse a la rigidez de los preceptos, que matan la idea y el empuje vital de una comunidad?

-No quiero ser equidistante y me parece que la reacción de la Comunidad de Madrid es disparatada (por utilizar un eufemismo), pero la pelota está en el tejado de todos y todos jugamos el partido. Es el partido de la vida. Y de la convivencia armónica que suma y no resta, que ama y no odia, que se complace en crear (son palabras de Unamuno) una gran marea espiritual, una poderosa fuerza que anima, vivifica y empuja a los hombres de fe en el ideal y a los que padecen hambre de redención y de justicia.

-Y ya basta de reacciones impulsivas y emocionales, que no retiran ni la primera capa de la cebolla y echan por tierra aquello que se quiere defender, coño.

miércoles, 7 de octubre de 2020

YO ACASO SOY TAMBIÉN OTRA METÁFORA

 

 

YO ACASO SOY TAMBIÉN OTRA METÁFORA

Se me ha vuelto por fin una metáfora

esta ciudad estrecha en la que habito;

se ha gastado el perfil y se ha hecho sueño

lo que fue dimensión en los sentidos:

sus espacios, que son naturaleza

exuberante y muestra de una vida

gastada al por mayor en sus senderos;

sus gentes, tan diversas y distintas,

que son yo porque son mis circunstancias;

su tiempo, que es mi tiempo y es la sombra

que me persigue siempre y que me alcanza;

sus gotas de nostalgia de la Historia,

que fue notable y clara en otras fechas.

 

Yo acaso soy también otra metáfora

que vive en un disfraz hecho de viento.

Recorre la memoria sus caminos

y viene a demostrarme que soy tiempo,

sucesión de momentos y momentos,

que recojo sus posos y con ellos

me visto de domingo, me acompaño

y a veces no sé si me reconozco.

martes, 6 de octubre de 2020

LA MUERTE SE CONJUGA EN NEGATIVO


LA MUERTE SE CONJUGA EN NEGATIVO

La muerte se conjuga en negativo,

y es tiempo que carece de perfiles:

es dejar de empeñarse en levantarnos

con ganas de jugárnosla en la vida,

es no sentarnos juntos cada tarde

a ver pasar las horas y los días,

es no hablar de lo humano y lo divino

tratando de arreglar lo inarreglable,

es no soñar los sueños, ni siquiera

tener la sensación de despertarnos,

es dejar de sentirte y no sentirte

cerca o lejos, contenta o enfadada,

es perder la conciencia y diluirte

en otra más extensa y dilatada,

aniquilar el tiempo y el espacio

pues que somos su esencia y su sentido…

 

Dejar de hacer y, entonces, ser materia

del viento, del olvido, de la nada.

lunes, 5 de octubre de 2020

INTERROGANTE

 

INTERROGANTE

Si el tiempo soy yo mismo,

¿por qué me ahoga el tiempo y me consume

tratando de estirarlo y de vivirlo

para que se haga eterno?

 

Esa ansia de vivir y de vivir

sabiendo que no es más que estar muriendo…

viernes, 2 de octubre de 2020

METÁFORA DEL TIEMPO


METÁFORA DEL TIEMPO

Para Juan Pablo, hoy, 2 de octubre

En un ir y venir se va la vida

y, con ella, nosotros. Tú no sabes

(nadie sabe, por falta de conciencia)

cómo llegaste a ella, ni tampoco

que en varias ocasiones dibujaste

espacios separados de los nuestros

(ensueños juveniles y otras causas

que la edad hizo fruto en sus dominios).

 

Pero fraguó el depósito del tiempo

y volviste sereno hasta tu sitio,

el que siempre fue tuyo y mío y nuestro.

Y aquí seguimos juntos, codo a codo,

sintiendo que las horas nos envidian

y el sol nos da calor en este viaje.

 

Metáfora del tiempo que te acoge

y nos abraza a todos para siempre,

pues que me das sentido y en ti existo.

jueves, 1 de octubre de 2020

TAL VEZ ES TODO UN SUEÑO

 

 

TAL VEZ ES TODO UN SUEÑO

Esta ciudad estrecha y encogida,

de pronto se me ha vuelto más extraña.

 

Las calles me reciben con recelo,

con mirada furtiva y cautelosa:

pareciera que ya no me conocen,

que no guardan ni ecos del recuerdo

de los pasos que en ellas di otros días.

 

Sus piedras reflejaron mi mirada

y abrazaron la paz de mi sonrisa;

crecimos juntos y soñamos juntos,

nos hicimos mayores y ahora todo

se oculta en los dominios del olvido.

 

Tal vez es todo un sueño y despertase

supone otra expulsión del paraíso.