jueves, 15 de octubre de 2020

EL PANÍCULO ADIPOSO

EL PANÍCULO ADIPOSO

Sí, sí, eso del pan, del paño (eso significa panículo), de lo que se convierte en los hombres en bolsa y hasta baúl por delante y termina por obligar a andar como en inclinación y pidiendo perdón no se sabe por qué ni a quién. A las mujeres, esa exploración del espacio se les suele colocar en el pompis también. O sea, la barriga, las gorduras, los michelines, las caderas, el pompis…, el panículo adiposo.

El caso es que, desde hace muchos años ya, la tendencia a marcar paquete en la barriga se ha hecho casi general y el tanto por ciento de obesos crece sin parar Y lo que al principio parecía señal de abundancia y de eliminación del hambre, se ha convertido en muestra de mal gusto y de preocupación social. Los dietistas afirman, además, que es malo para la salud y que aumenta los riesgos de morbilidad. Tengo una sobrina que habla y no para de estos asuntos. Ella forma parte de esa nueva profesión que aspira a enseñarnos a comer para dale esquinazo al panículo adiposo.

Cuando salíamos de la primera oleada de la pandemia, la gente preguntaba casi enseguida por lo que había cantado la báscula para más o para menos. El sedentarismo había hecho de las suyas, salvo en algunos a los que los nervios no les habían dejado crecer el dichoso panículo. Ahora que andamos en la segunda ola del bicho, tal vez tengamos ya adquirido algún remedio contra los bultos redondeados. Tal vez.

Lo que es la vida. Hasta hace nada, todos suspirando por los medios que nos dieran la posibilidad de llenar el abdomen y saciar el hambre. Hoy hay que ahorrar para la dieta y seleccionar las comidas que no sean propensas a los abultamientos. Y ahí empiezan los veganos, los gimnasios, las caminatas al aire libre, los personal trainers, los dietistas y el sursum corda.

Pero héteme aquí que solo los pudientes tienen capacidad para generar este tiempo libre y para seleccionar alimentos, para pegarse los grandes banquetes y después tomarse un alka seltzser que lo serene todo, o para acudir al dietista en busca de consejo, precio pago correspondiente.

El mundo anda manga por hombro y lo tiene todo al revés. No sé si la pandemia terminará por ponerlo todo otra vez en su sitio. Al menos eso anuncian las colas enormes en los comedores sociales y en las ONGs en busca de alimentos de supervivencia, esos que, por escasos, no conocen el panículo adiposo, o, si lo han conocido, a buen seguro que le aplicarán el remedio correspondiente. A lo mejor se nos cuela en la fila algún pudiente de esos con tal de ahorrarse la receta del dietista, vete a saber. Habrá que poner buen ojo y aconsejarle que se junte con los de su igual.

En todo caso, a ver si esta situación –perdónenme la maldad- nos vuelve a todos un poco más verticales y menos adiposos, que una buena dieta es siempre saludable; aunque sería bueno seguirla no tanto desde la necesidad ni desde el capricho, como desde el sentido común. Venga, que los quiero a todos bajando barriga. Luego ya, si eso, nos tomamos con precaución unas pancetitas. Vale.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Eso, eso....Me apunto una vez a la semana a la panceta pero con cuidado de no abultar el panículo adiposo demasiado, y después tenga que gastarme en ropa una fortuna. Adelgazar en algunos casos también es una economía.