viernes, 25 de febrero de 2022

ADICCIONES Y QUERENCIAS

ADICCIONES Y QUERENCIAS

Cuando uno repite un acto con demasiada frecuencia y lo hace sin mucha energía para negarlo, se suele hablar de adicción. Según sea la naturaleza del acto, tendemos a interpretarlas como adicciones positivas o negativas.

Tengo para mí que utilizamos el término adicción casi de manera absoluta cuando la adicción es a algo o a alguna sustancia que consideramos perjudicial. No es necesario concretar más. Pero también hablamos de adicción en ocasiones en las que la repetición de un acto no se considera negativa. Por ejemplo, uno puede ser adicto a la lectura, o al paseo diario, o…

¿Y si, en lugar de hablar de adicción, dependencia o mono de algo, pensáramos en querencia por algo, tendencia o afición? Sería, sin duda, más positivo. Por ejemplo, yo tengo querencia a la lectura, y es muy raro que pase algún día sin que dedique algún tiempo a esa querencia o afición. A mí esa querencia no me viene de muy niño, pues en mi casa no había cuentos en los que sumergir la imaginación y quedarse a vivir en ellos. Otras circunstancias más tardías me llevaron a ella, y, desde entonces, no me ha abandonado. No es el caso de mi nieta Sara, con la que rivalizo por el número de libros leídos; ella ya lo lleva de serie y espero que la querencia tampoco la abandone.

Las querencias son tendencias positivas que se practican de modo natural, sin esfuerzo y sin necesidad de plantearse por qué se practican. Como la cabra tira al monte o el toro tiende a las tablas, así el ser humano se refugia en algunas querencias o aficiones, en las que parece que se queda a vivir porque se siente a gusto. A veces son refugio al que se huye escapando de situaciones que se consideran desfavorables.

Como la vida es breve y el espacio reducido, las querencias, para ser tales, no pueden ser muchas, entre otras cosas, porque son egoístas y aspiran a acaparar las fuerzas, las intenciones y las horas. Además, si te entregas a ellas sin límites, corres el peligro de que alguna vez fallen y la desilusión te pueda y te hunda en el desconsuelo.

Me pregunto por el listado de mis querencias, de aquellas aficiones que me satisfacen y que me acogen a diario en una amistad que me salva. La lista, como digo, es corta, pero sabrosa; tiene que ver con el entorno familiar, con los amigos, con muchas lecturas que me regalan mundos nuevos y amplios, con el obsequio de la vista desde mi terraza, con ver pasar la vida detrás de los cristales, con extraer del día un pequeño pellizco de pensamiento, con la melancolía del paso del tiempo…

No son pocas las querencias que me llaman. En ellas me refugio y en ellas habito. Y a ellas también yo les doy vida con mi compañía y con mi diálogo.

miércoles, 23 de febrero de 2022

RELOJ, NO MARQUES LAS HORAS

RELOJ, NO MARQUES LAS HORAS

¿Cuándo tendría yo mi primer reloj? Escarbo en mi memoria, llamo en mi ayuda a los recuerdos y no hay ninguna imagen primigenia en la que salga con un reloj en mi muñeca.

En los años de mi infancia, no necesitaba un reloj particular. Para medir el tiempo ya teníamos el reloj de la torre de la iglesia, que tampoco importaba mucho si se quedaba quieto y no sonaba. Su sustituto era una conciencia diluida en el paso de la luz y en la llegada de la noche. Por la mañana, la luz empujaba a levantarse para ir a la escuela; por la tarde, su retirada nos animaba a volver a casa después de haber pateado bien la calle. Qué más daba que fueran las ocho que las nueve: eran el día y la noche, y su repetición inevitable. Como, además, no había conciencia preocupada de conseguir nada, las horas se hacían largas o cortas según el contento o el disgusto de cada momento.

Después fueron las horas y los días de colegio. En aquel internado, todo estaba reglado, pero los horarios no dependían de nadie, tan solo de las necesidades colectivas. Las preocupaciones tampoco eran personales, pues también estaban pautadas en unos valores que no se discutían ni se razonaban, tan solo se obedecían.

Como paisaje nebuloso que todo lo envolvía, la escasez y hasta la necesidad, la falta de dinero para nada que no fuera esencial.

¿Tal vez por los quince años, ya lejos de los claustros y pasillos? Juro que no lo sé. Mi conciencia no da para esas precisiones. Mi primer trabajo me exigió puntualidad en la llegada. Alguien me tuvo que poner en la muñeca un medidor de tiempo. Solo para medir el momento de llegada, pues, durante la jornada, ya había quien se encargaba de medir con precisión las horas y hasta los minutos. El trabajo, en un proceso que se parecía al trabajo en cadena, obligaba a estar atentos y a no perder comba con lo que marcaba el reloj común.

Aquello duró lo que duró; no demasiado: entre dos y tres años. Un operario más en medio de aquel tráfago textil haciendo trajes.

Después, vuelta a las aulas, ya para siempre, con horarios marcados por los timbres de entrada y de salida, y esa despreocupación horaria en tiempos de vacaciones.

Cuando llegó la fecha de mi jubilación, prometí desprenderme del reloj, como deseo de medir el tiempo de otra manera, sin imposiciones ni ataduras. Cumplí la promesa, pero de una manera un poco falsa, pues el tiempo lo marca mi bolsillo, donde tiene su sitio esa herramienta hoy imprescindible que se llama móvil.

Mi mesilla guarda unos cuantos ejemplares de reloj. O eso supongo, porque es su sitio de reposo. Hoy, por casualidad, he descubierto, en otro cajón de mi habitación de trabajo, un reloj que alguien me regaló ya en época de jubilación. Tiene marcas de todo tipo, parece que cumple todas las funciones, su aspecto es estupendo, su valor creo que era alto… como para lucirlo en la muñeca. ¡Pero no tiene pilas! Y no sé si no estará oxidado.

El tiempo soy yo mismo y no me apetece que me lo marque una maquinita posada en la muñeca. Alguien dijo que «el tiempo es una línea punteada de horas». Prefiero que las horas me las marque mi conciencia, en un tictac continuo que me anuncia cómo se abre a la vida el horizonte cada mañana y cómo se despide cada tarde.

lunes, 21 de febrero de 2022

PALABRAS PARA ÁNGEL GUTIÉRREZ


PALABRAS PARA ÁNGEL GUTIÉRREZ (IN MEMORIAM)

Me llena todo el tiempo tu memoria,

ahora que te has marchado para siempre:

las puertas de tu casa siempre abiertas

a todo el que pasara por la calle,

el constante cuidado por los tuyos:

tus nietos y tus hijas y tu esposa,

los hermanos y todos los que forman

esa familia grande que es tu pueblo,

ese sentirte un poco el patriarca

que mira con desvelo cualquier fallo

y está presto a tratar de socorrerlo,

la bondad como aliento y como apoyo,

como abrigo de todo lo que existe,

como forma de vida que apacigua

cualquier malentendido.

 

Por encima de todo, has sido un hombre bueno.

¿No viste como todos se juntaron

para decirte adiós, como si a todos

les doliera tu ausencia y tu recuerdo?

 

Desde aquella atalaya que ahora habitas,

nos seguirás mirando y contemplando

cómo vamos pasando por la vida

con el dulce sentir de tu recuerdo.

Que dure entre nosotros tu memoria

todo el tiempo que dure nuestro tiempo.

jueves, 17 de febrero de 2022

PERO EL DÍA NO ADMITE CONJETURAS


PERO EL DÍA NO ADMITE CONJETURAS

Repica con sus luces la mañana

y el mundo está al completo por hacer.

Me desperezo y salgo a mi terraza.

Estoy como sin mí, deshabitado,

intruso en el silencio que atesora

los secretos de la naturaleza.

El eco del misterio se acumula

detrás de cada rama. Miro al cielo.

Y el cielo es una lámina de estaño

que ocupa hasta el confín del horizonte.

El viento peina ramas y parece

que afeita con sus soplos hierba y suelo.

El campo acoge en débil duermevela

toda la desmemoria de los días.

Imagino, hago planes, sueño ideas;

pero el día no admite conjeturas,

tan solo la esperanza de ser bien habitado.

 

Salgo a habitarlo al fin y en él empeño

las fuerzas que me quedan y el anhelo

de violar las certezas y las dudas.

miércoles, 16 de febrero de 2022

MALA MAR

MALA MAR

Los medios de comunicación dan la noticia de que un barco ha naufragado mientras faenaba en la zona de Gran Sol. Hay un alto número de fallecidos y otro mayor de desaparecidos, que, desgraciadamente, pasarán a engrosar el de los muertos.

Con alguna frecuencia, me llega la noticia cuando estoy entre las páginas de algún libro que guarda relación con el contenido del suceso. Hoy me ha ocurrido con el libro de Antonio Lucas Mala mar, un texto de altísimo valor literario. Yo, que me declaro de tierra adentro y de secano, que me pierdo en el léxico marinero y que me asusta el mar si me imagino más allá de quince metros de la playa.

Sin embargo, dedicar unos ratos a levantar en la memoria y en la imaginación el mundo de los marineros pescadores resulta apasionante. Sobre todo, si se hace desde las páginas ajustadas y precisas de este escritor madrileño, a quien no conocía hasta ahora. Por eso, le cedo la palabra:

Tras varios días embarcado aprendes que un marinero siempre habla en serio. Aunque bromee. Y tiene la eterna herida abierta de preguntarse cosas.

La muerte, la idea de la muerte, está fijada de una manera aún más firme en ellos. Velan la muerte. La rondan, la acarician, la burlan. Saben que está ahí y cada uno la piensa a su modo, la encuentra a su modo, en un golpe de mar, en un descuido, en una torpeza, en una confianza, y como todo lo que no se ve existe constantemente. La energía explosiva de sentirla rondando es una experiencia que se concreta mejor en un barco que surca estas aguas. A ratos es como si te vistiera con su piel.

En otra página:

Qué difícil es cualquier relación seria con el mar. Exige una absoluta sinceridad y en quienes lo trabajan detectas la agónica condición de seres cuyo tiempo ya ha pasado. El mar tiñe de dudosa reputación a quien lo habita. Tiene que ver con lo indomable de estos seres que se mueven por un espacio con reglas propias y a quienes acecha constantemente el desencanto de una biografía exagerada es todos sus aspectos.

Y un último ejemplo:

Navegar consiste en ir contra el mar sirviéndote del mar. Eso hacen. Un oficio mecánico de días muy largos, de semanas desaforadas, de meses que entrechocan con una violencia de tiempo perdido porque todos se parecen y ya da igual enero que mayo, abril que octubre. Esta gente anda en lucha contra la vida que se les va. Sienten cómo pasa por sus manos encallecidas. Por el rostro surcado de resignación. Y la falta de sueño les enjaula y calienta los ojos. Su memoria se sostiene más en lo sufrido que en lo logrado (…) Porque al mar se le obedece y luego él premia o humilla.

Así, desde la distancia y la sensación siempre rondando el misterio y la provisionalidad, acoge uno la noticia de una tragedia más, esa que mañana mismo ya no será más que un recuerdo diluido entre las fauces del mar y en el seno de sus profundidades.

La mar no solo son las playas en verano y sus paseos marítimos, es algo casi inmenso, que guarda el misterio  e impone sus leyes implacables; mucho más a los marineros que a los patrones y degustadores de yates.

viernes, 11 de febrero de 2022

BRUTAL

BRUTAL

Me refugio con frecuencia en las palabras; ellas son el elemento que da vida a la nada, que fija y crea la realidad, que le da poso y la mantiene y nos mantiene vivos por un poco más de tiempo. O sea, que somos algo más porque nos mantienen vivos las palabras.

Pero, como son elementos un poco veleta, se dejan llevar por el aire que más sopla y, así, andan cambiando de chaqueta con mucha frecuencia. Por eso hay que tener cuidado con ellas, con su uso y con su abuso, con su ausencia y con su olvido.

Detenerse en el camino de cualquiera de ellas es lo mismo que fijarse en el recorrido que realizan las personas que la usan. Pues ellas dan el tono y ellas fijan el tenor del hablante.

Así que hoy eché unos minutos a pensar en un adjetivo que cada día tiene más uso, un uso que se ha degradado y que no sé si no ha degradado también a los usuarios, o sea, a las personas.

Se trata del término BRUTAL. No parece que haya que poseer mucha sesera para entender que tiene en su origen la palabra BRUTO, a la que se le ha añadido el sufijo, abundancial en este caso, -al. Podríamos concluir, por tanto, que es algo que contiene lo que sea bruto en manera abundante. Vaya, que es muy bruto.

¿Y BRUTO? ¿Cuál es su significado? Un bruto ha sido siempre un ANIMAL, preferentemente cuadrúpedo. Así que lo brutal es aquello propio de los animales de cuatro patas. Y, además, que se posee de manera abundante, que uno va sobrado de esa cualidad. Como se ve, por mucho que uno se esfuerce en dignificar tal asunto, no es fácil superar el nivel de los animales irracionales.

Trátese ahora de aplicar a personas, en casos tales como «posee una fuerza brutal», o «ha realizado una jugada brutal», o «posee una inteligencia brutal» y ya me dirán qué les sale del invento.

Pues así a diario y en casi cualquier medio, que para eso ya se han encargado los contextos deportivos de intentar cargar las palabras con connotaciones casi bélicas. En este caso, creo que se puede decir que les ha salido el tiro por la culata. Por favor, no degraden de esa manera tan grosera, cuando lo que quieren hacer es lo contrario.

Recordar que el lenguaje es un sistema en continuo movimiento es casi de primera lección. Recomendar y hasta exigir que ese cambio continuo esté controlado por aquellos que saben algo más del asunto también tendría que formar parte de la primera lección del libro.

Ante lo que se presenta como irremediable, al menos que quede el derecho al pataleo y al desahogo. No es mucho pedir. Creo.

miércoles, 9 de febrero de 2022

INDICIOS

INDICIOS

. A mi vida le faltan tantas cosas… Pero te tengo a ti y eso me basta.

. ¿Cómo se mide el PIB de la felicidad? Acaso con la sensación de bienestar.

. Fallo del liberalismo: confundir lo desigual con lo diferente.

. Amarse y diluirse en la perplejidad del cielo y de la noche.

. Atención, pregunta: ¿Se puede pensar bien sin hablar bien?

. Nada ensancha la sensación de espacio y de tiempo como un libro.

. Tan solo los principios se resisten a la ruina de la obsolescencia.

. Cuanto más dominio tiene lo privado, más privado me siento de todo.

. La corrupción empieza cuando sustituimos los ideales por los intereses.

. Nunca y siempre son solo dos puntos de vista que terminan encontrándose.

. Quiero morirme contigo, pero no morir de ti.

. El tiempo cicatriza a su manera las heridas de guerra entre nosotros.

martes, 8 de febrero de 2022

INDICIOS

INDICIOS

. Somos seres sedientos de conexión humana.

. Mis palabras me escriben y hacen mi biografía.

. Tan solo en el vacío es donde no se ve pasar el tiempo.

. La falta de indicios de nosotros mismos es la certeza de la inexistencia del tiempo.

. Cuántos momentos hay en la vida en los que perder se corresponde con ganar. Aprendí esta verdad haciendo dieta.

. Contra algún dicho: Hacía años que solo se rozaban y no habían encontrado el cariño.

. Cuando pierde terreno lo imprevisto, lo gana la certeza de que ha llegado la vejez.

. Ajustando el diccionario: Abundancia no es tener mucho, sino tener suficiente.

. Cultura popular autóctona (rondas, trajes, costumbres…) / Cultura popular impuesta (música pop, nombres de artistas…). Ni punto de comparación.

. Cuántas veces la defensa de la diversidad oculta la realidad de la desigualdad.

. Para contrastar con el primero: Mejor ser de piel adentro.

. Cerca de una página empirista: La belleza existe si tiene precio.

viernes, 4 de febrero de 2022

RETRATO EN BLANCO Y NEGRO

RETRATO EN BLANCO Y NEGRO

Su cuerpo era un recuerdo en blanco y negro

de todo lo pasado. Parecía

estar de vacaciones de sí mismo,

sentirse ya has been de toda cosa,

pasear de puntillas el presente,

estar en cuenta atrás y cuesta abajo

(count down en la lengua del imperio),

olvidado de las aspiraciones,

preocupado tan solo del tamaño

de la cuenta que reza en su cartilla

de ahorros y del grueso de la próstata,

más solo que Jonás en la ballena,

rendido ante el sabor de la costumbre,

con ojos de tristeza y extrarradio,

hacedor ya curtido del tiempo y del espacio…

 

Niño, joven, maduro, viejo, anciano,

todos dando calor al mismo cuerpo,

resumen imperfecto de los días,

que ruedan sin razón y sin sentido.

Y la vida, a su bola, haciendo trampas,

jugando su partida al solitario.

miércoles, 2 de febrero de 2022

ALBORADAS

ALBORADAS

 Las Candelas es, sin duda, una de las primeras fiestas del calendario en la que se anuncia y se barrunta un cambio de tendencia, un paso decidido hacia la luz, un impulso seguro de la naturaleza. La Iglesia Católica, como hace siempre, ha aprovechado para sobreponer una fiesta religiosa que lleva a su terreno el primer impulso pagano. Recuérdese que es fiesta de purificación.

Las diversas comunidades han mantenido esta fecha de manera desigual. En Valero, con permiso de las recientes colmenas, esta es la segunda fiesta, después del patrón san Valerio, y ahí mismo, a su lado, como si fueran de la mano. De hecho, los festejos se suman sin solución de continuidad.

Como ocurre con san Valerio, Las Candelas tienen su alborada, tienen sus patronos, tienen su procesión y tienen su baile. La alborada, como su nombre indica, es un canto que se entona al alba, al amanecer, con los primeros rayos del día. La costumbre la ha adelantado hasta lo más oscuro de la noche, al momento en el que el baile rinde de cansancio.

Son los mayordomos los encargados de animar a los demás para que salgan a cantar la alborada. Cómo suenan los cantos en la noche, en el silencio y en la oscuridad. Valero mantiene esta hermosa costumbre, que recoge no solo una melodía, sino una letra popular, con los restos filológicos de los tiempos más antiguos, que mantengo.

Quiero compartirla aquí, con la nostalgia de la distancia y la pena de no poder cantarla por las calles del pueblo.

 ALBORADA DE LAS CANDELAS:

Hoy, día de las Candelas,

sale el sol entre dos rayos,

dos “aureles” que le cubren

a la Virgen del Rosario.

      

Hoy, día de las Candelas,

María a misa salió,

cumplidos cuarenta días

de su purificación,

 

Y para salir a misa

la Madre del Redentor;

y para salir a misa

dos tortolitas llevó,

que se usaba en aquel tiempo

ofrecerlas al Señor.

 

Y por estos Mayordomos

que vos sirven con gran celo,

Dios le dé mucha salud

y después la gloria en premio.

N. B. Se trata de un texto de 1950, editado con este título: Tradiciones salmantinas. Folklore.

martes, 1 de febrero de 2022

LA MÁSCARA Y EL ROSTRO

 LA MÁSCARA Y EL ROSTRO

Desde que soy el tiempo y el espacio,

habito entre la máscara y el rostro.

Soy camino que avanza deshaciendo

lo que estaba dispuesto. Solo he sido

un torpe destructor y un incendiario.

 

O tal vez sea al revés y, con mis pasos

de errante muñidor de espacio y tiempo,

haya ido dando cuerpo y consistencia

a ese rostro real en el que guardo

el álbum de mí mismo y mi conciencia.

 

A veces voy del rostro hasta la máscara

por parecer aquello que me salva

del inclemente juicio de los otros.

A veces ando a cara descubierta,

mostrando las señales de mi rostro.

 

En este ir y venir se me va el tiempo,

sin saber descubrir cuándo es preciso

vestirse la mentira de la máscara

para este carnaval de la apariencia,

o mostrar las heridas en el rostro.