viernes, 11 de febrero de 2022

BRUTAL

BRUTAL

Me refugio con frecuencia en las palabras; ellas son el elemento que da vida a la nada, que fija y crea la realidad, que le da poso y la mantiene y nos mantiene vivos por un poco más de tiempo. O sea, que somos algo más porque nos mantienen vivos las palabras.

Pero, como son elementos un poco veleta, se dejan llevar por el aire que más sopla y, así, andan cambiando de chaqueta con mucha frecuencia. Por eso hay que tener cuidado con ellas, con su uso y con su abuso, con su ausencia y con su olvido.

Detenerse en el camino de cualquiera de ellas es lo mismo que fijarse en el recorrido que realizan las personas que la usan. Pues ellas dan el tono y ellas fijan el tenor del hablante.

Así que hoy eché unos minutos a pensar en un adjetivo que cada día tiene más uso, un uso que se ha degradado y que no sé si no ha degradado también a los usuarios, o sea, a las personas.

Se trata del término BRUTAL. No parece que haya que poseer mucha sesera para entender que tiene en su origen la palabra BRUTO, a la que se le ha añadido el sufijo, abundancial en este caso, -al. Podríamos concluir, por tanto, que es algo que contiene lo que sea bruto en manera abundante. Vaya, que es muy bruto.

¿Y BRUTO? ¿Cuál es su significado? Un bruto ha sido siempre un ANIMAL, preferentemente cuadrúpedo. Así que lo brutal es aquello propio de los animales de cuatro patas. Y, además, que se posee de manera abundante, que uno va sobrado de esa cualidad. Como se ve, por mucho que uno se esfuerce en dignificar tal asunto, no es fácil superar el nivel de los animales irracionales.

Trátese ahora de aplicar a personas, en casos tales como «posee una fuerza brutal», o «ha realizado una jugada brutal», o «posee una inteligencia brutal» y ya me dirán qué les sale del invento.

Pues así a diario y en casi cualquier medio, que para eso ya se han encargado los contextos deportivos de intentar cargar las palabras con connotaciones casi bélicas. En este caso, creo que se puede decir que les ha salido el tiro por la culata. Por favor, no degraden de esa manera tan grosera, cuando lo que quieren hacer es lo contrario.

Recordar que el lenguaje es un sistema en continuo movimiento es casi de primera lección. Recomendar y hasta exigir que ese cambio continuo esté controlado por aquellos que saben algo más del asunto también tendría que formar parte de la primera lección del libro.

Ante lo que se presenta como irremediable, al menos que quede el derecho al pataleo y al desahogo. No es mucho pedir. Creo.

No hay comentarios: