lunes, 31 de octubre de 2011

NO ES UN SIMPLE DECÁLOGO PARA LA AUTOESTIMA

Desde hace tiempo sigo con atención los textos que va publicando Eduardo Punset. La divulgación científica me interesa cada día más y a ella me aplico con buena disposición. Suelen ser libros que resumen otros muchos a los que no puedo llegar por falta de tiempo y de medios.
La divulgación científica tiene sus riesgos. Fundamentalmente el de la persona que recoge los resúmenes, y el peligro de quedarse en los esqueletos y no ver que el bosque no tiene un solo color sino casi todo el arco iris. En los libros de divulgación científica se criba mucho y se quedan por el camino las variaciones y los detalles. Con ello hay que contar. No me disgusta el tono de Eduardo Punset y creo que es una persona con la cabeza asentada y con la mirada amplia. Otra cosa bien distinta son los milagreros al uso, que tienen remedio para todos menos para ellos mismos. De esos, que la suerte nos libre, por favor.
La última entrega de Punset es un libro misceláneo titulado “Excusas para no pensar”. En sus páginas finales recoge un decálogo que se presenta de esta manera: “Diez mandamientos para no ser infeliz” Me gusta la humildad con la que comienza: al menos renuncia al bálsamo de la felicidad y se conforma con no ser demasiado infeliz. Eso más bien queda para los brujos y las pitonisas de la televisión. Copiaré las recomendaciones. Por si me da por revisarlas alguna vez. Y porque no estoy muy lejos de suscribirlas.
“DIEZ MANDAMIENTOS PARA NO SER INFELIZ
Primero. No intente ser feliz todo el rato. La felicidad es una emoción positiva universal y, como todas las emociones básicas, efímera. Ahora bien, cuando sienta ese gusanillo en su interior que le dice que se siente bien, dígaselo en voz alta a sí mismo: “!Estoy bien!”
Segundo. Intente disfrutar la PREPARACIÓN Y LA BÚSQUEDA de sus métodos y objetivos.
Tercero. La felicidad es, primordialmente, la ausencia de miedo (…) Para perder el miedo  a las cosas pequeñas hay que habérselo perdido a las cosas grandes, como la perspectiva de la muerte o la falta de trabajo.
Cuarto. Cuide los detalles y las cosas pequeñas en lugar de seguir obsesionándose por los grandes proyectos.
Quinto. Las investigaciones más recientes demuestran que el nivel de felicidad aumenta con la edad. Los recuerdos son más numerosos y la consiguiente ampliación de la capacidad metafórica y de la creatividad compensa largamente los procesos de pérdida neuronal.
Sexto. Concentre todos sus esfuerzos en disfrutar de aquello que le guste. Todo, salvo aburrirse delante de la tele o en conversaciones sin sentido. Es importante sentir que le absorbe lo que está haciendo.
Séptimo. No desprecie a nadie. La antítesis del amor no es el odio, sino el desprecio a los demás.
Octavo. Cuide sus relaciones personales. De todos los factores externos de la felicidad, el que mayor impacto tiene sobre la felicidad son las relaciones personales.
Noveno. Aproveche la capacidad que tenemos de imaginar -lo único que realmente nos diferencia de los chimpancés- para pensar en cosas bellas, en lugar de en desgracias.
Décimo. Aproveche todo el tiempo libre para invertir menos y colmar el déficit de MANTENIMINETO DE UNO MISMO.”

Es verdad que tiene tufillo a catálogos al uso de defensa personal y de manuales de autoestima. Pero es que este decálogo está precedido de más de doscientas páginas de análisis de la realidad emocional y física del ser humano y de su cerebro. Por eso me interesa y lo dejo aquí en mis notas a pie de página.

domingo, 30 de octubre de 2011

DESDE SUS PROPIOS VALORES

    
Aunque cada día los frecuento menos, no puedo olvidar que he dedicado casi toda mi vida a la educación de los adolescentes y de los jóvenes. Por eso mi mente me los devuelve como a impulsos, aunque ahora un poco más pausados y distantes. ¿Cuánto esfuerzo tendría que haber dedicado al conocimiento de los elementos que específicamente definen a esos muchachos con el fin de adaptar las enseñanzas a sus características? Estoy seguro de que no dediqué el suficiente. ¿Qué tendrían que hacer los que legislan para ellos? ¿Y los que gobiernan y deciden muchas de sus actividades?
Pienso, por ejemplo, en las razones que llevan a nombrar a un concejal de juventud en cualquier pueblo o ciudad. No estoy seguro de que se llegue más allá de pensar en alguien que, por edad o por casualidad, se halle próximo a ellos. Es muy poco y así salen las cosas.
Las nuevas generaciones han dado también un salto de gigante en la superación de muchas de las costumbres y tradiciones que llevaban siglos en uso y se han situado en unas coordenadas bien distintas a las de las generaciones inmediatamente anteriores. ¿Por qué camino se ha perdido, por ejemplo, el sentimiento de pertenencia a una nación, como no sea desde el hilillo de una bandera deportiva? ¿Es el mismo el concepto que tienen de familia que el que sostienen sus padres y todos los antepasados? ¿Qué se puede decir del asunto de la religión? ¿Y del sexo y de las relaciones amorosas?
Se puede centrar la mirada en el nivel individual o en el colectivo. En ambos las diferencias son insultantes por lo evidentes. ¿Quién no se queda sorprendido al  observar la separación radical -y a la vez absolutamente natural- que se hace en el mundo juvenil entre el amor y el sexo? Y, por pensar en algo social pero próximo a lo anterior, ¿en qué lugar han quedado las ceremonias matrimoniales y el resto de convenciones sociales relacionadas con este asunto? ¿Quién ha estudiado a conciencia el significado de la falta de seguridad en el trabajo y la dificultad de programar un camino vital extenso? ¿Se tiene siempre en cuenta la potencia del sentido de pertenencia a un grupo social de los actuales, en muchos casos simplemente virtual? ¿Y qué decir de la importancia de las nuevas tecnologías, de su uso y de su influencia?
Son solo algunas de las ramas de ese árbol frondoso que cobija la actividad y los anhelos de una parte de la población que tiene que ser atendida, aconsejada y hasta guiada desde sus coordenadas, para desarrollar todas sus potencialidades. Al fin y al cabo, son sus propias vidas y son sus propios caminos. Engarzados en la experiencia de los demás, pero apuntando siempre al desarrollo de su propio futuro.
No basta con ser o con haber sido joven, hay que contar con el análisis y con el conocimiento de las variantes que cada generación va incorporando. Hay campo extenso sin labrar. En educación, en cultura, en festejos, en orientaciones académicas, en ocio, en deportes, en…
Ahí están las inminentes elecciones y los programas de actuación política. Veremos cómo encaran asuntos como este.

sábado, 29 de octubre de 2011

POR EL SENDERO DE LOS NAVAREJOS







Como después de la tempestad viene la calma y siempre que ha llovido ha escampado, hoy tocaba día de otoño bejarano, de los de luz y sol. El aire también se había despedido y la serenidad reinaba en el ambiente. Por ello me puse lo imprescindible en la mochila y go away, que es sábado y la pierna me lo permite ya.
Me esperaba Manolo para compartir camino, charla y pitanza, que de todo eso hay en la salida, y de buena calidad. Las calles estaban todavía soñolientas y escasas de gente. El sol tampoco había madrugado y esperaba vernos un poco más tarde. De modo que pusimos rumbo a la Fuente del Lobo, por el acerón que sube hacia el Castañar. Alguna gasa de nubes en el horizonte, pero ni rastro de frío o de aire. A lo lejos, la Peña de Francia y el Pico Cervero seguían ejerciendo de centinelas de todo este sur serrano de la provincia de Salamanca.
Pero hoy tocaba un camino nuevo para mí. Parece mentira que, a estas alturas, todavía existan caminos por estos lares que no haya hollado. Es el sendero de los Navarejos, que, en su continuación, conduce a la finca alta de La Francesa y a Cantagallo. Por él pusimos rumbo y velocidad de caminantes que no tienen prisa pero que, entre conversaciones, vistas y sensaciones, van haciendo su senda.
Algunas cuestas suaves nos recuerdan que estamos en la sierra, aunque solo en su falda. Las fuerzas están intactas y acaso las soltamos con demasiado entusiasmo: lo mejor es iniciar cualquier caminata lentamente hasta que los músculos adquieran tono y ganas. Me lo recuerda Manolo, siempre más ducho en todo lo que al senderismo y a la sierra se refiere. Mi pierna no se enfada conmigo y estoy ya por hacer un pacto de olvido con ella. Seis meses casi sin poder caminar a gusto y por fin parece que me van dando de lado los recelos. Qué contento estoy.
Enseguida el paisaje se convierte en un dosel de castaños, escobas y, más tarde, robles. Me comenta alguien que estas laderas conservan el castañar más extenso de Europa, desde la Hoya hasta casi las estribaciones de Plasencia. Las primeras lluvias del otoño han lavado las hojas y ahora, con los rayos del sol ya en lo alto, brillan como no lo hacían desde los meses de primavera. El suelo también despide olor a humedad aunque no mantiene tanta como sería deseable. Los regatos aún tienen que esperar la llegada de más lluvias para que sus cauces sean tales.
En la cota más alta, una casona, que no parece habitada en estos momentos, pero que recuerda la frescura que tiene que mantener en los meses de estío, nos recibe con el ruido de alguien que trabaja en lo que queda de una huerta. El resto del camino de ida, hasta casi su final, mantiene el nivel  y se hace muy llevadero para cualquier caminante.
A lo largo de varios kilómetros el dosel continúa recogiéndonos y amparándonos en su sombra y en sus claroscuros. Soñar este camino en el verano es casi como pensar en la existencia del paraíso. Lo es ahora y estamos en otoño…
A la altura del Regato de los Horquitos, descendemos hasta enlazar con el camino que, hasta el mismo lugar, llega desde la Centena y el Árbol Centenario. Es el regato que recoge más agua en estas hendiduras y, a pesar de todo, no lleva mucho caudal. Un impulso más y llegamos a la Finca de la Francesa.
Somos clientes especiales y frecuentes de este mirador incomparable, mirador que nos deja ver la hermosísima ladera de la umbría por la que hemos venido caminando, el horizonte del norte y la silueta estirada de Béjar en el este. Allí se desatan siempre las ganas de comer (mejor no describir, y menos glosar, ciertos menús para no dar envidia) y la charla cocienzuda. Casi siempre ocupa su tiempo la sensación de la suerte que tenemos por poder vivir y gozar estos paisajes.
Como el sol nos acompaña y el viento anda escondido, hoy la parada se alarga más de lo normal. A mí no me dan ganas de iniciar el regreso. El cromatismo, los olores, las vistas, las viandas abundantes, la soledad sonora, los claroscuros, la sensación de calma y de sosiego, los tragos bien cumplidos mirando al cielo, la charla sin presura… ¿Para qué más? ¿Es que acaso puede haber más o mejor?
La vuelta fue tranquila y como con pena de dejar atrás los parajes. Volvimos por la senda de otras veces, en una cota algo más baja. El Prado de la Señora, con su fuente; la fuente del León, hoy algo más ajada; el Árbol Centenario; La Centena, y la vista final de Santana, que me aguardaba para dejarme encajar en medio de un árbol, resumen él de todo el otoño.
Las cotas y los anchos de las sendas están en los mapas y en las anotaciones que ya se han encargado de dar a la luz Jesús Tiedra y Manolo Casadiego. Pero las sensaciones no tienen cota, hay que ir a buscarlas al propio terreno, hay que vivirlas en su propio ambiente. Yo juro que hoy las he vivido con mucha intensidad.
Manolo sacó fotos y aquí dejo algunas. Aunque es un gran fotógrafo, la realidad y las sensaciones son otra cosa algo más fuerte.

viernes, 28 de octubre de 2011

VIDA MÁS ACÁ DE LA MUERTE


Se aproxima el día uno de noviembre. No es un día más en el proceso gris del calendario. No  al menos en esta cultura en la que me muevo. En ese día se concentra buena parte de la memoria de los antepasados, de aquellos que explican nuestra presencia en esa inmensa cadena que es la vida. Tal vez, cuanto más alejado sea el eslabón, más se reduzca la evocación a ese día y a ese ratito de cedros y flores.
Cada ser, cualquier ser, los que han pasado, los que somos y los que vendrán, debería ser consciente de lo importante de la vida en sus propios límites, no antes ni después, sino en sus propios territorios. Termina por ser algo realmente obvio.
El ser humano nace con dolor y viene a la vida de unos territorios maternos favorables en temperatura y en ruido, con alimento asegurado y seguramente con cariño y complacencia por parte de su madre. En cuanto llega, suele saludar a los presentes con un lloro y tiene que adaptarse lentamente a todo lo que se la va presentando, hasta conseguir situarse en una celdilla adecuada de ese panal inmenso que es la humanidad.
Algo parecido le sucede cuando le toca despedirse. No suele ser fácil pues llega un tiempo en el que las huellas de ese tiempo se hacen demasiado evidentes: pesadez de músculos, dolores, fatigas, escasa visión, enfermedades que van sumiendo a cada uno en eco escaso de lo que era…, tal vez abandono, falta de cariño, visitas espaciadas de los seres queridos…, disminución de los apetitos, debilidades mentales, pocas ganas de vivir… Mal asunto este de acercarse al precipicio de la muerte.
Estoy viviendo un par de años de intenso voluntariado en el que convivo con gente que se sitúa en este último tramo de sus vidas. Creo que ahora puedo saber un poquito más de qué hablo. Todos, desde un punto de vista estrictamente biológico, sobramos mucho antes de que nos llegue esa edad y la evolución nos necesita para muy poco. Parece que, en realidad, no hacemos otra cosa que estorbar. En la niñez y en la vejez somos totalmente dependientes de los otros.  Por supuesto que hemos de alzar nuestra voluntad y nuestra razón, nuestra compasión y nuestra capacidad humana para sobreponernos a esa evidencia del tiempo biológico. ¿Qué hago yo ahí, si no?
Pero a estos dos períodos extremos de la vida se le suma el tramo mayor de ese ratito que a cada uno de nosotros se nos ha permitido hacernos presentes en el proceso de la evolución. Y, mirado en conjunto, hay mucho de lo que gozar y presumir. Estamos nosotros mismos, con nuestra individualidad externa e interna; está el mundo entero para que nosotros lo amasemos con nuestros sentidos; están las noches y los días, los fríos y los días calurosos, las tardes de paseos y las lluvias, los atardeceres y los amaneceres, los ciclos hermosísimos de la naturaleza…; y estamos como seres individuales por fuera y por dentro, con nuestros ratos buenos y con los momentos de dolor, con la felicidad en fuga o en ratitos de paz y de sosiego, con nuestros instintos y con nuestros razonamientos ensayados…; y están todos los otros seres que nos configuran y que nos definen también, que nos complementan en el amor y en la convivencia, que pueblan los límites de nuestras vidas, que nos imponen y que nos regalan, que nos marcan caminos y que nos los ciegan…
No tengo ningún interés en evitar el recuerdo de todos los seres que me han precedido en el espacio y en el tiempo. Tampoco me apetece que el recuerdo se resuma en un día y en unas flores. Solo soy lo que ha sido mi pasado, y, en él, mis seres queridos lo son casi todo. Pero me gustaría también que en mi cultura todos nos diéramos cuenta de que no podemos someter casi toda nuestra existencia a los extralímites del nacimiento y de la muerte, a los territorios oscuros de más allá de nuestros propios días. Y hay estructuras que nos invitan solamente a eso.
La vida es también esta vida, acaso solo sea esta vida y, sobre todo, es la primera y principal vida. Hay vida antes de la muerte. Esto sí que es totalmente seguro. Preocuparse por mejorarla individual y socialmente no debería ser un objetivo pequeño. Y en eso podemos participar todos con nuestra inteligencia y con nuestro esfuerzo. Sin miedo, sin elementos exóticos, sin imposiciones, sin leyes inventadas y sobre todo interpretadas a voluntad de unos pocos. Yo no sé si hay vida más allá de la muerte, aunque algo sospecho, pero sí estoy seguro de que hay vida más acá de la muerte.

jueves, 27 de octubre de 2011

CADA COSA A SU TIEMPO


Es ya día 27 y el fin de mes me acecha y me sorprende. Parece que fue ayer cuando me descubría en el mes de octubre y ya estoy a punto de dejarlo atrás. El tiempo vuela. Otra vez el tiempo. Siempre el tiempo, esa medida extraña y casi única que el ser humano trae a su existencia. La medida se complica mucho si pienso que no tiene velocidad fija pues cada época parece que corre con ánimo diferente y que, a media que la edad biológica va quemando etapas, la velocidad del tiempo se acelera. Por eso mi expresión irónica de que “no quiero que me paguen otra vez” pues ello implica que otro mes se me ha ido por el camino.
Sin embargo, tal vez sea bueno que, al menos, esa medida del tiempo se haga desde la propia biología de las personas. ¿En qué me puedo convertir si considero el tiempo desde los niveles geológico o astrofísico, por ejemplo? Ya me siento casi nada desde mis privilegios humanos y no quiero degradarme mucho más. De manera que, si existe otra realidad temporal, que se me deje al menos compartirla con mi concepción biológica y personal.
Porque hay indicios que me calman a la vez que me inquietan. Por ejemplo cuando considero las medidas de la noche y el día. El tiempo astrofísico me repite inevitablemente estas dos realidades, pero mi reloj biológico también hace algo parecido. Y así, cuando llega la noche, mi cuerpo parece prepararse para el descanso; cuando como, me apetece ponerme en horizontal durante un rato; y no siento estas mismas necesidades en el resto de las horas del día. Lo mismo me sucede con los grados de concentración y hasta con la temperatura. Leo y escribo con mi mente más dispuesta en las primeras horas de la mañana y la temperatura de mi cuerpo, cuando se resiente en alguna enfermedad, tiene su pico ascendente en las horas de la tarde. Y estos ejemplos que describo me parece que sirven para casi todo el mundo.
Si echo una ojeada a otro tipo de seres, no me sale un resultado demasiado diferente. Cualquier árbol, por ejemplo, sabe lo que tiene que hacer con su propia vida y fuerza el ciclo vital que mejor le conviene. Por eso busca la luz en lo alto, mantiene su tronco como elemento duradero, siente la llegada de la primavera y reacciona con sus hojas tiernas,  rinde sus hojas cuando la luz decrece en eso que llamamos el otoño… Inventa, en suma, su ritmo de tiempo e inventa su propio ciclo biológico. Lo mismo sucede con los animales.  El ejemplo de las migraciones es absolutamente esclarecedor y sospecho que un conocimiento más detallado de las mismas (preparación, días, paradas…) nos dejaría desconcertados a los que menos sabemos de ello. Algo similar ocurre con los minerales, aunque a primera vista nos parezcan inertes y sin capacidad para imponer su propio ciclo, o sea, su propia medida del tiempo.
Tal vez desde esa diversidad de tiempos podamos entender mejor algo del sentido de nuestra vida, aunque en conjunto no le hallemos otra finalidad más extensa que ella misma. Así que en esta tarde de intervalos de sol y de nubes, con la inminencia de noviembre, al calorcito de mi casa y de mí mismo, me invito a estar a gusto y a pensar que, si es así, es tal vez porque yo lo necesito y porque mis condiciones vitales me piden que mida el tiempo de esta forma y no de otra.
Y como también mi biología me requiere para dar un paseo y solucionar unas curiosidades, pues a ello me voy, con la alegría de haber llegado a otro fin de mes, aunque haya sido demasiado deprisa.

martes, 25 de octubre de 2011

LA MEMORIA DE LA EDUCACIÓN


A veces me vuelve a la memoria todo el tiempo pasado en las aulas y la variedad de asuntos que en su entorno se dilucidaban. Pero no tanto como pensaba en el momento en el que mi trabajo diario se alejó de ellas. Seguramente porque enseguida planifiqué mi tiempo de manera que otras ocupaciones llenaron buena parte de ese espacio y de ese tiempo.
No puedo ocultar, sin embargo, que casi todas mis fuerzas se han ido en ese largo río llamado educación. No habrá ya ninguna otra pasión como aquella. Acaso el de la poesía. No sé.
Hay algún dato biológico que acaso comienza a enlazar de nuevo el descuido con el recuerdo más continuo. Creo que ese puente lo empieza a sostener mi nieta Sara, que, ya con sus dos añitos largos a cuestas, empieza a gozar y a sufrir las bondades y las desdichas de un mundo tan apasionante como ese. Y es que, desde su más tierna infancia, ha conocido el mundo de la guardería y del jardín de infancia. Mi pensamiento en ella y en lo que el mundo le va ofreciendo en esa situación me hace repescar principios y conceptos con los que lidiaba a diario.
Hoy es tarde gris y los alumnos andarán instalados en sus trabajos diarios y en la rutina a la que con tanta frecuencia los empujábamos. Algunos (UNED Béjar, por desidia absoluta de los que coordinan y deciden, aún los mantiene en casa, reduciéndoles el curso a la mínima expresión y parece que provocándoles a los peores resultados, como para justificar el cierre de esta sede en el próximo curso) apenas desempolvan sus ánimos y se deciden a ponerse en marcha.
Y vuelvo a los claustros, a mis claustros, a los alumnos jóvenes con los que convivía, y me asusto de pensar en la cantidad ingente de errores que con ellos pude cometer. Es materia tan sensible, que apenas admite equivocaciones. Aunque, en líneas generales, sigo pensando lo mismo que cuando ejercía a diario. Por ejemplo que exhibirse académicamente delante de ellos no conduce absolutamente a nada, salvo al rechazo y a la división en grupos desiguales y contrarios; que es infinitamente más importante para un profesor entender lo que les pasa por dentro a los alumnos que atascarlos con conocimientos; que aprender a gestionar las emociones tendría que estar en la base de todo esfuerzo y programa; que aprender a controlar emociones básicas y universales es insustituible; que enseñar a resolver conflictos lo es también; que es mucho menos importante y urgente chorrear conocimientos académicos que poner esos conocimientos al servicio de crear ciudadanos responsables y críticos; que jamás deben prevalecer los intereses del profesor sobre los de cada alumno tomado como individuo; que los estímulos positivos crean siempre un ambiente más productivo que los negativos y que eso de las notas es una necesidad pero ninguna otra cosa; que aprender habilidades como la concentración, la interacción social, la regulación de emociones y las sensaciones de compasión y de altruismo nos sitúa en un mundo más feliz y mucho más productivo; que…
Hoy me llevó la memoria a mi nieta Sara y al mundo que apenas comienza. Y a las aulas de otros días. Llevo un mes practicando de nuevo la lengua inglesa desde el asiento del alumno. La semana próxima me llevará físicamente a la suerte de pasar una tarde a la semana con otros alumnos más experimentados. Es simplemente la vida.

lunes, 24 de octubre de 2011

EL PRINCIPIO DE LOS DÍAS

Me solazo en los zumos de la tarde,
cansada y distraída, sin motivos
en los que vaciar mis inquietudes.
Escucho, de unas manos temblorosas,
unas notas al viento de Chopin
y todo me susurra un eco inútil
de lo que fue y no es desde hace tiempo.

En esta laxitud en que me dejo,
algo marca los hitos
de la tranquila luz de mi memoria.
Son los montes y el río que, en lo hondo,
sigue lamiendo piedras todo el año,
Son la jara y la encina, es la ladera
y el horizonte aquel, donde la vida
censaba sus anhelos y sus límites,
el último refugio de los blancos
sueños de mi niñez.

¿Por qué razón la tarde me hace niño
y me sueña más limpio y más sencillo?
¿Qué lastre hace de mí un ser olvidado,
de más allá del tiempo? No es posible
arrojar por la borda  tanto estorbo:
me pesan, hasta el ay de la zozobra,
los sujetos, los entes más abstractos,
la sintaxis del mundo, tan confusa,
el ser que solo es uno, el individuo.

Hoy sueño en el vagido que separa
el germen mineral de los impulsos
por alzarse a la vida. Me seducen
los tiempos minerales, la inconsciencia
en que viví el principio de los días.

La tarde se despide a paso lento
mientras se hace invisible el horizonte.
Yo solo puedo ver que soy el último
en advertir el barro de las sombras.

sábado, 22 de octubre de 2011

HOY HE VUELTO A LLENARME DE CAMINOS

¿Qué mensaje dibujan en el aire
esas bandadas lentas
de despistadas aves?
Es octubre y planean  
sobre el mapa de luz de las llanuras
del recuerdo de un río
que solo se adivina en el olvido;
sus sombras estremecen en un suelo,
en el que rumian vacas
en un frágil concierto de la naturaleza.

El fondo de la sierra no blanquea
ni el cielo ofrece nubes. Es octubre
y no llegan las lluvias a los surcos
donde la sed es tanta
y el labrador trabaja y se fatiga
con ceño adusto y torvo.

Una asustada liebre se apresura
a defender su vida en la fatiga
a que le obliga el eco de dos perros
por toda la extensión de la llanura.

Alguna diosa rubia se pasea
por los caminos grises y agostados,
junto al paso, impreciso todavía,
de algún augur del templo.

Ni el augur ni la diosa son capaces
de descifrar con éxito el sentido
de la extraña sintaxis de las aves.

Es octubre y otoño.
Hoy he vuelto a llenarme de caminos.

jueves, 20 de octubre de 2011

"ANTOLOGÍA: 50 POETAS CONTEMPORÁNEOS DE CASTILLA Y LEÓN."


De vez en cuando me da por pinchar mi nombre en ese sabelotodo que llamamos Google. Y siempre termino sorprendido porque más que un sabelotodo parece un gran hermano que, además, te vigila y sabe de ti más que tú mismo.
La última sorpresa me la he llevado hace tan solo dos o tres días. Resulta que Fernando Sabido Sánchez ha publicado una llamada “Antología: 50 poetas contemporáneos de Castilla y León” en la editorial Hontanar. Y, sin comerlo ni beberlo, veo mi nombre al lado de otros poetas de estas amplias tierras. Al antólogo se le ha ocurrido organizar por orden alfabético y los Antonios hacemos proximidad; así que, hala, al lado de Antonio Colinas.
MI primera reacción es la de la sorpresa, agradable, pero sorpresa. Recorro un poco la red y veo que anda medio infectada de páginas que dan noticia de esta antología y hacen comentarios de todo tipo.
No conozco a Fernando Sabido ni sé qué metodología ha usado para la selección. Tampoco entiendo de leyes de propiedad intelectual de las que tanto se quejan algunos, pero sé también que, en este campo, hablar de propiedad intelectual es jugarse quién paga un mondadientes en un festín. Ni entiendo la cantidad de reticencias que alguno de los antologados deja entrever. Sí me hubiera gustado que, al menos por cortesía, se me hubiera consultado o al menos avisado del proyecto.
Hay otro par de consideraciones que me parecen más importantes. La primera tiene que ver con la oportunidad de cualquier proyecto. Supongo que hablar de poetas de una región en antología llevará a la venta de ejemplares a muchos centros “oficiales” y será referencia de muchas notas y fuentes. Estupendo para nosotros; sobre todo porque, al lado de gente absolutamente consagrada, figuramos algunos que no hemos hecho nada nunca para situarnos en ningún puesto ni de salida, quiero decir que no nos hemos preocupado por la distribución de nuestra creación. La segunda es de tipo más interna. ¿No sería más interesante fomentar, al hilo de la antología, reuniones de conocimiento, de intercambio y de lecturas de ese grupo de poetas y de las personas que estuvieran próximas e interesadas en el mundo de la creación poética? Por mi parte, es la única sugerencia que aporto.
Por lo demás, tampoco conozco el libro pues no han tenido ni la delicadeza de mandarme un ejemplar. Me gastaré unos euros en comprar mi propia creación. Manda huevos.

miércoles, 19 de octubre de 2011

DE PATRIAS, MATRIAS Y PASTAS

 A mi buzón acuden cada día muchos papeles rotos, traídos por la mano de no sé qué carteros, o por nuevas agencias que distribuyen todo con tal de que la noticia de las cosas llegue hasta el último rincón y hasta las manos de la persona más despistada. Muchos, en mi caso, terminan sin la dispensa de una simple hojeada (nunca sé si escribir hojeada u ojeada, o tal vez las dos formas) en la bolsa de los papeles, esa que con tanto celo recicla Nena. Ante otros no me resisto y paseo por ellos mis ojos dando cuenta de sus hojas. Es el caso de los periódicos comarcales que gratuitamente distribuyen cada dos o tres semanas. Sé de sobra qué tipo de material me voy a encontrar en ellos y, a pesar de todo, pico el anzuelo como alevín de pez que ensaya su oficio de buscar comida. Debe de ser por el tonto atractivo de conocer algo de lo que acontece en la rúas del pueblo, o, como decía el de más allá, de saber lo que pasa en la puta calle. Con todas sus deformaciones y hasta con todas sus falsedades, que no son pocas. Me sucede lo mismo con los otros medios electrónicos, visuales…
Y eso que hay hechos que no se pueden modificar pues que las fotos no lo permiten.
Hoy, por ejemplo, veo en una fotografía (llenar páginas con la simpleza de las fotografías, con el intento lelo de que las personas fotografiadas compren el producto está por desgracia totalmente extendido: cuesta tan poco y rinde tanto…) los festejos de los últimos días de los cuerpos de la policía (¿son cuerpos o almas?) y de la guardia civil. En ambas hay misa y jolgorio, claro, que no se enfade la patrona. Y supongo que brindis a gogó, aunque esto ya no queda inmortalizado.
En la página en la que se da cuenta de la fiesta de la guardia civil (a toda página y llamada en portada), se dice que “…congregó a numerosos invitados y autoridades en la celebración”. Y tiene que ser verdad a la vista de lo que se ve en las fotografías. Y se dice también. ¡ojo al dato!: “…se celebraron los homenajes, entre ellos a Bernardo Martín Sagrado que… se jubilaba. Recibió el homenaje del Ayuntamiento y del Cuerpo con la medalla al mérito de la Guardia Civil”.
Se hace referencia a homenajes, pero solo se hace glosa del recibido por el capitán. O sea, a sus órdenes. Qué casualidad, solo el jefe merece los honores, como siempre. Es jefe al que no tengo el gusto de conocer y contra el que personalmente no tengo nada, por supuesto.
Si uno se fija en esta o en cualquier otra foto similar, enseguida destaca la presencia de medallas y preseas colgadas en los uniformes, como si cada acto tuviera aparejada la colocación de un distintivo nuevo para el lucimiento. Yo no conozco nada igual en ninguna otra profesión y desconozco la razón de estas diferencias. Pero aún hay más. Algunas de estas distinciones (no sé si todas) acarrean aumentos de sueldo en quien las recibe. Y, en ese caso, ya me permito empezar a sospechar y a formular preguntas de las que extraigo algunas consecuencias escasamente positivas. Por ejemplo
a)      ¿Estas personas lo hacen todo por la patria o todo por la pasta?
b)      ¿Si lo hacen por la patria, ¿por qué clase de patria lo hacen?
c)       ¿Y por qué no lo hacen de vez en cuando por la matria?
d)      ¿No he trabajado yo toda mi vida por la colectividad? ¿Por qué a mí no me han colgado distinciones públicas en el pecho y me las han trasladado al sueldo?
e)      ¿No es tan patriótica mi actividad como la suya?
f)       ¿A quién representa toda esta gente para que los poderes civiles, elegidos por todos, se apunten, sin distinción de colores, a todas sus fiestas y homenajes?
g)      Perdón por la personalización, pero ¿por qué el Ayuntamiento no me ha hecho a mí un homenaje con motivo de mi jubilación, si yo no he dejado de trabajar para la educación de los ciudadanos?
h)      ¿Por qué no me invitan a presidir procesiones y otros festejos?
i)        Y así hasta cansarme.
Supongo que a más de uno le parecerán impertinencias las líneas precedentes. Confieso que las he escrito entre indignado y en situación de chiste, pero las mantengo en toda su extensión. Cualquiera que sepa leer comprenderá que, en realidad, me estoy refiriendo a todo lo que subyace a estas prácticas. Amigo Sancho, “huele y no precisamente a ámbar”.

martes, 18 de octubre de 2011

NO TODOS SON IGUALES (AUNQUE A VECES LO PAREZCAN)


Con demasiada frecuencia tendemos a igualar elementos que, sin duda, son desiguales. Lo hacemos con elementos individuales y con otros que son colectivos. Uno de los referentes más repetidos en este totum revolutum de la igualdad es el de la opinión acerca de los partidos políticos. “Todos son iguales”. “No se diferencian en nada”. Son expresiones que hemos utilizado y que hemos oído con frecuencia.
Seguramente lo hacemos por ahorrar discurso y para dar por entendido que nos referimos al grueso de las acciones, no a todas. Y, en ese sentido, seguramente tenemos algo de razón.
Los partidos se configuran de una manera parecida, eligen a sus cargos de una forma manifiestamente mejorable, los más grandes se mueven, ay, en ese asunto de gestionar a su manera el capitalismo… En fin, no piensa uno que el mundo se vaya a terminar con al cambio en el poder ni nada parecido.
Sin embargo, es la suma de las cosas cotidianas, la forma de afrontarlas, el talante, los principios que subyacen, las sensaciones que transmiten… lo que configura una actitud y unas maneras bien distintas y lo que termina decidiendo las inclinaciones de cada ciudadano; incluso hasta terminar asustándose por la posibilidad de la llegada al poder según qué formación política.
Durante estos días se está escenificando un caso que muestra bien a las claras esta diferencia. Se trata de esa llamada Conferencia acerca del final de ETA (o algo así), en San Sebastián.
El PSOE ha estado representado en la misma y el PP no ha hecho más que bufar ante lo que allí ha sucedido. Lo mismo ha ocurrido con los medios de comunicación, según su signo y su manera de entender la realidad.
¿Significa esto que alguno de los dos grandes partidos está a favor de la organización criminal? Por supuesto que no, aunque algunos vociferan en tal sentido.
Creo que se ponen de manifiesto dos maneras de encarar una realidad. La izquierda tiene como meta intentar la incorporación a la vida social y política -a la convivencia, en último término- de un grupo de personas que se muestran rebeldes a esa convivencia, sobre todo por sus métodos, y que vienen sangrando desde hace muchos decenios nuestro día a día. Para ello, en lugar de enseñar solo el palo, también acerca de vez en cuando la zanahoria, está dispuesto a explorar ciertos perdones, a volver la cara para otro lado con tal de que la historia, y la Historia, presenten otras perspectivas más positivas. En sus planteamientos parece que se incluye alguna capacidad de olvido y de buena voluntad con tal de lograr una situación satisfactoria más duradera.
La actitud de la derecha consiste simplemente en la derrota de unos y en la victoria de otros. Y en una victoria que se tiene que visualizar con que unos muerdan el polvo y los otros canten la victoria por todo lo alto. No se ven posiciones intermedias ni otras imágenes que admitan elementos  que no sean los del aplastamiento.
Cada uno puede pensar lo que le parezca y defender lo que estime más conveniente. La Historia nos enseña muchas cosas en estos asuntos y de ella tendríamos que aprender.
Yo no conozco a  ningún partido que esté pensando ni en amnistías generales, ni en excarcelamientos para presos con delitos de sangre, ni en concesiones territoriales, ni en nada que se le parezca. Cualquier minucia con lo que a cada paso se ve en otros lugares del planeta.
A estas alturas de la partida, me parece que nos hemos enrocado demasiado pronto en asuntos emocionales de víctimas -que merecen, por supuesto, todo el respeto y consideración, pero no que el país se subordine a sus emociones personales, aunque esto les resulte muy duro-, en morbos baratos que tanto dinero proporcionan a muchos medios de comunicación y a un uso electoral de un asunto que llena de votos  para la derecha las urnas que se colocan del País Vasco hacia el sur, es decir, en casi toda España.
En alguna ocasión he escrito palabras gruesas para esas personas violentas que tanto han distorsionado la vida española en los últimos cincuenta años. No soy sospechoso de complacencia. No creo que la izquierda, que ahora se muestra un poco más comprensible con ese grupo, olvide nunca sus fechorías; yo creo que no lo haré. No sé si podrán decir lo mismo esa derecha y esos medios que tanto se ven favorecidos por posturas dogmáticas en el momento en el que, si hay suerte, este conflicto se vea solucionado.
Pero mi opinión acaso hoy no importe mucho. Exponía sencillamente dos formas bien distintas de encarar una realidad entre la derecha y la izquierda. Y así todo, este asunto tan grave o la manera de organizar unas fiestas. Cada uno sabrá lo que tiene que hacer.

domingo, 16 de octubre de 2011

DE VUELTA


¡Cuántos días sin aparecer por estas páginas de mi diario menor! Puede que sea el período más largo desde que abrí esta ventana. He pasado unos días en el sur y los he llenado con la amistad, que agradezco tanto, con los paseos a la orilla del mar Mediterráneo, con el cambio de aires y con otro libro de imágenes. Y con ausencias, con la certeza de que algunas ausencias me siguen llamando serenamente desde siempre. He merodeado unos ratos con el eterno Quevedo y -¡quién lo diría!- he vuelto a deshojar a Lázaro de Tormes. Apenas he atendido a la creación aunque, en la inmensidad de las arenas y en la densidad de la ausencia, adiviné estos versos que dejo aquí.
CÓMO NO ECHAR DE MENOS HOY TU CUERPO
¡Cómo no echar de menos hoy tu cuerpo,
ofrecido otros días no lejanos
al empeño continuo de las olas
y a este apacible mar Mediterráneo!

Se devanan las ondas, en torpe y loco empeño,
por llegar hasta el hueco que otras veces
llenabas densamente.

Cuando las veo rendirse
en el suave ascenso de rizos y de espumas,
fecundando sin pausa las arenas,
hacia el lugar de ausencia
del recuerdo fatal de tu cintura,
comprendo su salmodia y su tristeza
y adivino sus lágrimas de hielo.

Veo conchas bivalvas
con su carga completa de vacío,
agotadas de luz, a la intemperie,
soñando en soledad con otros mares;
hay restos de naufragios
que no añoran sus jarcias ni sus velas;
yo también soy el eco
de otras tardes contigo en estas playas.

Tienes que renovarte en tu presencia,
dar causa a su infinito retorno cada hora,
ofrecer plenitud a estas arenas
gastadas por el uso y por el tiempo,
certificar que yo tengo sentido,
solitario y perplejo, en mi diálogo,
a solas con sus lloros,
evocando los límites exactos
del placer de tu cuerpo.

viernes, 7 de octubre de 2011

2011-10-07
CESIONES
Cesión ante el empuje de las pelas,
cesión a los mercados que dominan
a un Gobierno que huye en cobardía
en un mar de zozobras y galernas.

Cesión ante la iglesia y sus condenas,
cesión ante cualquier ingeniería
financiera, si cuadra y sus mentiras
nos llevan a robar lo que se pueda.

Cesión ante los grupos alentados
por los más rancios soplos de la Historia,
cesión para los taifas y los medios.

Cesión ante cualquier iluminado
que de insulto y mentira se atiborra,
cesión, cesión, cesión, qué vituperio.

P.D.
Me bajo de este tren por unos días:
el encanto del sur, su melodía...

jueves, 6 de octubre de 2011

DESAGRAVIO

 
El 26 de julio de 1875 nació don Antonio Machado en el palacio de las Dueñas, en Sevilla. Allí trabajó su padre dando forma al folclore y a la cultura popular más honda, aquella que distribuye funciones entre todos los componentes de la comunidad y que intenta explicar las actuaciones de todos ellos.
Ayer, la duquesa de Alba, la de los mil nombres y los dos mil títulos, se casó por tercera vez y lo hizo en el mismo lugar. No sé por qué pero sospecho que la menos condenable es ella precisamente. En todo caso, y para lavar culpas a lugar tan emblemático, copio un par de textos del maestro:
1.- Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi infancia, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos versos que recordar no quiero…”

2.- “La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuza y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero.
                       ……………….
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
        de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de un vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.

Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora.
España de la rabia y de la idea.”
Qué pena de ilusión tan mal cumplida, esparcida en tan grande griterío, que no deja ni un eco de sensatez. También lo dijo el maestro: alguno tiene todo “el mundo en la oquedad de su cabeza.”

miércoles, 5 de octubre de 2011

FUE AQUEL LUGAR

Fue aquel lugar un templo solitario
al que acudimos sin saber la causa;
acaso nuestros ojos
buscaban los altares
donde fijar los ritos del silencio
y tal vez percibimos la insistencia:
reclamaba su espacio la ternura.

Enormes rosetones salpicaban
de luz
los labios, como zumos de granada;
se abrieron al deseo
y fue la noche toda un aguacero
de lluvia de metal incandescente.

Yo comulgué tu cuerpo
demorándome
en todas sus medidas,
tú bebiste
toda el agua del cauce de mi fuente.

La densa posesión, la delicada
respuesta satisfecha de tus carnes
fue mi mejor regalo.

Después todo fue el lujo
de la repetición
cuando el cuerpo inventaba
la intensidad del roce
y anegaban los poros las dulces humedades.

Se derogaron todas las fronteras
de la presencia azul de nuestro tiempo.
Y ya todo fue nada, fue la ausencia,
la anulación de todo mandamiento.
fueron votos perpetuos
en la feliz clausura de tu templo.

martes, 4 de octubre de 2011

POR DEJAR UNA GOTA DE PIMIENTA


Siguen pasando días entre listas políticas, reuniones salvadoras, bolsas que siempre bajan, medios que siempre insultan y luchas cuerpo a cuerpo por un pedazo así de pequeñito de carne pastel y sociedad. Y crecerá el barullo y los fuegos de artificio, hasta que todo arda en fechas de noviembre.
Supongo que ya están hechas las afamadas listas de todos los partidos. Esa sí que ha sido lucha cruenta entre todos aquellos que, de una forma u otra, andan junto al poder y la fanfarria. Ahí sí que se juegan los garbanzos tantas gentes. Lo que venga detrás ya es otra cosa: la fiera ya tendrá sus fauces llenas y todo ya será aguantar el tipo en medio del fragor de la tormenta. Sospecho que la gente no se entera de tanta dentellada y tanto juego sucio. A mí mismo me importa poca cosa, impotente y aislado, sin nada que jugarme en mi carnet de puntos personales.
Lo siguiente va  a ser imaginar que todo ya es la causa, que vienen los de enfrente y no hay derecho, que el enemigo es otro (como si el enemigo fueran setas y no seres con los mismos deseos). Y llegará el final de la batalla, con manos levantadas en triunfo y caras escondidas detrás de la derrota.
Qué tontería más grande, que bobada más alta, qué torpeza.
Sigo queriendo ver dar la batalla con las ideas a cuestas, con fines bien forjados, con propuestas que miren a la cara de todos los votantes, con premisas reales y con menos mentiras, con silogismos claros y precisos, sencillos y acabados. Me gustaría observar al aspirante con cara de servir por poco tiempo, sin ínfulas ni magias, sin recetas que salvan solo durante un rato, con semblante de decir más o menos “os ofrezco el trabajo y poco más, aquello que mi mente me aconseja, el afán de mejora para todos a través de unos medios que me parecen un poco menos malos”.
¿Hace falta insultar para poner encima de la mesa, por ejemplo, si el ser como individuo tiene derechos previos al Estado y articular entonces una teoría u otra, una acción política o alguna diferente? ¿A que no? ¿Cuál es el sujeto del poder político? A mí me gustaría conocer el desarrollo mental que tiene cada uno ante este hecho antes que ver pegarse por una carretera en cualquier sitio, o simplemente reírse con desprecio absoluto del contrario.
Ya que he puesto este ejemplo, me mojaré enseguida por si acaso. Que ese poder recaiga sobre todo el conjunto de los ciudadanos que componen una comunidad. Lo que en palabras llanas se dice ser demócrata. Pero sin olvidarme  un punto de que este no puede ser absoluto y de que los organismos creados por la comunidad tienen que tener poder suficiente como para poner coto al poder absoluto del individuo.
Jamás he visto a un hombre que viva sin la vida de los otros, sin la presencia exacta de todos los que animan su existencia: su vida son los otros, simplemente; no son su circunstancia -que ya sería muchísimo- sino su esencia misma, su fiel definición. ¿Cómo es posible hablar de libertad absoluta en la convivencia, en el roce continuo, en la aldea global en la que todos habitamos? ¿Cómo no se entiende entonces que la propiedad privada tiene que tener límites precisos y fijados para que se asegure la supervivencia de la comunidad? ¿Nadie se da cuenta de que el Estado tiene que poseer mecanismos para prohibir que cualquier individuo o grupo de individuos dentro de él posea más poder que el mismo Estado? ¿Y qué está ocurriendo ahora mismo y en todas partes con eso que llaman los mercados? ¿Nadie se cree legitimado para actuar con fuerza contra ellos? Y así hasta los niveles más sencillos e inmediatos.
Que siga el hit parade de los medios y que todo se licue y edulcore con los vestidos de las apariencias. Les pondremos medallas a esos genios del arte de la máscara. Los otros, los que osan dejar cualquier atisbo de idea y de pensamiento, que se pudran y habiten el reino del olvido: no son competitivos en los reinos de eterna pasarela.