martes, 28 de febrero de 2012

LOS MEDIOS SIEMPRE

Leo estos días textos de una de las voces del primer 98, Ramiro de Maeztu, recogidos en su obra “Hacia otra España”. Más de un siglo después, me parece que los asuntos siguen siendo casi los mismos, aunque sean aplicados a realidades temporales y bélicas diferentes.
Aquella sacudida de la pérdida de los últimos casi recuerdos de la grandeza imperial de España se esfumaban y se desangraban a borbotones por las venas de Cuba o Filipinas. Los portavoces interesados de la sociedad alardeaban un día de lo que al día siguiente denostaban. Todo vale para el convento con tal de extraer réditos económicos, de vanidad o de ascenso social y político. Era algo así como la opinión pública, tan poco coincidente, por desgracia, con la opinión publicada. Las grandes mayorías populares eran conducidas emocionalmente desde los púlpitos de los medios, de las iglesias y de las plataformas políticas. Nada diferente a lo que sucede en nuestros días, a pesar de todos los aparentes medios con los que cuenta el individuo ahora.
Así opinaba Maeztu acerca de los medios de comunicación, entonces prensa sobre todo: “¡Prensa omnipotente, señora del mundo, tú que dispones de la paz y de la guerra, tú que posees, como Dios, el don de cegar a los pueblos a quienes perder quieres, tú que formas y reformas Gobiernos, tú que llevas escuadras poderosas al fondo de los mares y enloqueces a los hombres más cuerdos, continúa impertérrita tu marcha, amontona catástrofes, haz que abracen en las arenas tropicales los soldados de tierra a los marineros muertos!... ¡Cuando todo se haya hundido, tú te erguirás de los escombros, arrojando, como Júpiter, rayos, inculpaciones y responsabilidades sobre los supervivientes… y los últimos ahorros de las madres, anhelosas de conocer el género de muerte de sus hijos, estas últimas monedas de cobre entrarán en tus arcas!”
 Y en otro artículo que no se refería a la guerra colonial sino al crimen: “Quiero creer que las gentes no obedezcan a la sugestión de los periódicos; quiero creerlo, porque no se oyen dos conversaciones en las que no se maldiga de la prensa; quiero creerlo, porque si los gobiernos fueran a ser dóciles a las indicaciones de los periódicos, nuestra España sería ya una pluma arrojada a los vientos que soplaran por las contadurías periodísticas…”
Se me ocurren ejemplos actuales a puñados: Caso Urdangarín, 11-M, ETA, Víctimas del terrorismo manipuladas vergonzosísimamente, Jueces inculpados, Políticos perseguidos sin pruebas, Mentiras a gogó, Programas para analfabetos… Y siempre, o casi siempre, con la única bandera de individualizar casos y de crear así morbo con héroes y villanos según corresponda al día y a las necesidades de hacer caja. Lo dice mejor Maeztu: ”nuestra España, una pluma arrojada a los vientos que soplaran por las contadurías periodísticas.”
Por supuesto que hay escalas en las desviaciones y que no todos los medios son la misma cosa; por supuesto que son necesarios los medios; por supuesto que los medios tienen el derecho a la opinión. Pero también por supuesto que estamos en una melodía monocorde y asfixiante; y por supuesto que no puede ser que ningún cuerpo interior tenga el poder de dominio sobre la suma total del cuerpo social. Su poder es tan grande y sus intereses son tan egoístas…
  N.B. Por si hubiera dudas, se anota que Maeztu fue hijo de familia acomodada, que estuvo en Cuba y que fue periodista y terminó en tradicional católico. Por si acaso.

lunes, 27 de febrero de 2012

ADIVINANZA


Me gustaba sentarme y a los mandos
del botón automático dormirme:
daba igual que el programa fuera horrible,
no importaban los comos ni los cuandos.

Volvía de mi trabajo tan cansado,
que ensayaba la forma de rendirme
de admiración y asombro por sentirme
rodeado de sapiencia y seres sabios.

Cuánto canal para limpiar las almas,
cuánto jabón para limpiar los cuerpos:
la salvación a precio de rebaja.

Si de limpiar y no ensuciar se trata,
no es la tele el objeto del invento,
es una lavadora lo que encaja.

viernes, 24 de febrero de 2012

EXPERIENCIA VERDADERA


Hoy quise conocer en mi experiencia
y deshojé la tarde paso a paso
por los caminos secos, luminosos,
y un apacible sol por compañía.

He visto que las yemas ya supuran
la savia en sus capullos, que el almendro
que mira hacia la loma de la sierra
ha cuajado ya, impúdico y festivo,
en un paño rosado de altas flores.

Hay campo, sin embargo, que despierta
con una lentitud desesperada,
sonámbulo de luz, casi desnudo,
entre el frío y el pálpito del agua
que aquí sigue negando su presencia..

 He mirado con pausa la faz del horizonte,
he querido que el mapa de la tarde
me acogiera en su amor, por si en mi cuerpo,
despertara algún brote agradecido
de sencilla y vital naturaleza.

He conocido viendo mansamente,
y, conociendo, he visto otro paisaje
tal vez más esencial, más verdadero.

Yo no sé la verdad sin experiencia
ni experiencia que baste para última verdad.

Hoy hubo conjunción y hubo contento:
experiencia y verdad, verdad en la experiencia.  

jueves, 23 de febrero de 2012

UNAS NOTAS DE TEORÍA HISTÓRICA

No soy historiador, aunque ya llevo años a mis espaldas como para contener en ellos mi pequeña gran historia y muchos libros que directa o indirectamente se refieren al asunto ese de la Historia o de las historias. Pertenezco a una institución llamada Centro de Estudios Bejaranos desde su fundación, hace ya no sé cuántos años. Esta institución publica anualmente una revista en la que ven la luz toda una serie de investigaciones, confeccionadas con los mejores deseos y las mejores intenciones, que se refieren, casi en su totalidad a indagar en el pasado de Béjar y de los dominios de la llamada Casa Ducal de Béjar. No dudo de la valía de los trabajos y menos de la capacidad de quienes los confeccionan, pero he de decir que yo me siento desplazado ante los mismos, que me llenan poco y que me dejan como sin saber qué decir acerca de la utilidad algunos de ellos. Hasta el punto de que mis participaciones se han espaciado y empequeñecido, tanto que apenas aporto algún texto breve de creación o de tipo testimonial. Voy a dejar alineadas unas notas acerca de lo que entiendo por Historia.
.- No entiendo la Historia sino como algo que tiene repercusión en el presente y solo me interesa de ella precisamente lo que reconozco en mi vida y en la de mis contemporáneos.
.- Para que un hecho tenga la categoría de histórico, tiene que cumplir al menos las características de irrepetibilidad  y de singularidad. Si se repite, solo sirve en el sentido de que, con los otros iguales o similares, contribuye a crear una situación especial y distinta.
.-Los hechos aislados no sirven; interesa de ellos la relación con los demás, con los que confeccionan situaciones y formas de vida.
.-De hecho, lo singular no es el hecho individual sino el conjunto de hechos. Del hecho interesan también y sobre todo sus causas y sus consecuencias.
.- Poco o nada me interesan los hechos si en ellos no se aprecia presencia humana. Es el ser humano el que les da continuidad, fuerza, orden y “alma”. En alguna medida, es el ser humano el que los inventa para su vida misma.
.- La Historia no puede contentarse con describir hechos, tiene que seleccionarlos, observarlos, ordenarlos, articularlos y sistematizarlos, siempre con vistas a extraer de ellos consecuencias para el presente, su último y fundamental objetivo.
.- Cualquier estudio histórico tiene que ser un trabajo intelectual que quiere comprender, desde el presente -esta es la clave- lo que ha pasado a nuestros predecesores antes que nosotros vivamos y experimentemos algo similar. La Historia no se repite pero se acumula.
.-Como decía Ortega, “El pasado se encuentra aquí, en mí, en mi situación.” La Historia es solo la huella del pasado en el presente.
.- De hecho, la Historia enseña cómo hemos de actuar a partir del presente, sabiendo lo que ha pasado antes y cómo nosotros somos la acumulación de ese pasado.
.- También me gusta esta síntesis de Nietzsche: La Historia se muestra desde un triple aspecto: como monumento, como herencia, y como crítica para valorarla y seguirla o rechazarla. Por supuesto, me interesan las dos últimas perspectivas y dejo para los ratones de biblioteca la primera.
.- Anoto incluso una visión visionaria de Jaspers acerca de la Historia: “La Historia es un camino hacia lo sobrehistórico. No es más que una ampliación del tercer aspecto de Nietzsche.
.- La Historia contiene en su interior una última intención educativa, para el historiador y para quien estudia sus investigaciones. Una vez más, el último en el vértice es el hombre, y el hombre en el presente.
.- ¿Para qué sirve, entonces, la Historia, aparte de para publicar libros, cobrar nóminas y convocar congresos? Para esto: Para buscar, desde ella, la liberación del ser humano y la conciencia y valor de su propia existencia.
.- “Todo el pasado ha quedado  en el presente como posibilidad.” Son palabras de Maravall. Yo las suscribo. El pasado nos enseña y nosotros elegimos desde esa enseñanza.
.- No me interesa para nada la erudición ni la simple crónica, y no quiero solo crónicas para una comunidad ni suma de datos.
.- La Historia tiene una función claramente de concienciación, liberadora y revolucionaria. Otra cosa es que la utilicemos así.
Cuando leo trabajos o libros acerca de sucesos y actividades del ámbito más próximo, siempre intento distinguir entre los que se comprometen, y los que se quedan en el nivel de la simple exposición de datos. Los primeros, esté o no de acuerdo con ellos, me gustan; los segundos me cansan muy pronto. Hay ejemplos de los dos tipos.
Qué hermosa es la creación.

miércoles, 22 de febrero de 2012

LO QUE QUIERO AHORA

Hoy robo, expongo y guardo este hermoso texto de Ángeles Caso. Comulgo tanto con él… Gracias, de corazón.
 UN CIERTO SILENCIO
“Lo que quiero ahora
Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sana que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.”

martes, 21 de febrero de 2012

PERO NOS FALTA EL AGUA

Siempre me sienta bien la sensación de que el invierno vence y, por algún sitio, se anuncia la primavera. Llevamos por estos pagos más de un mes de frío intensísimo y, algo mucho más grave, más de tres meses sin noticia de las nubes que nos puedan llorar gotas de lluvia cargadas de alegría. En el lomo de la loba-sierra, la nieve escasea y más que blanquear resulta transparente porque es hielo y no más. No hay apenas regato que corra y la tierra cruje de sequedad y frío. El pantano se encoge en sus honduras y no crece en altura, ni siquiera en estos meses de frío. Y todo está desnudo y solitario, aterido y pendiente del cambio necesario.
Tiene que llover, tiene que llover, a cantaros. Aquí tiene que ser agua natural, de la que empapa los campos y anega los cauces, de la que sacia la sed y limpia todo el cuerpo, de la que deja al caminante satisfecho y con la ropa pesada y para retorcerla. También tiene que llover de otras maneras; claro que tiene que llover, pero hoy es solo lluvia en forma líquida y sin ningún disfraz en forma de metáfora lo que pido y deseo.
No es mejor lo que anuncian los augures del tiempo. Tendrán que terminar equivocándose de pleno. Porque algún día tendrá que estallar la primavera y la naturaleza se cargará de vida y de esperanzas, anunciando las flores y los frutos lejanos. Ya los días se quedan, se demoran contemplando las tardes, cada vez más extensas y más fuertes. La luz ya va ganado la batalla, pero nos falta el agua; el cielo es luz de azules, pero nos falta el agua; las gentes ya se suman al paisaje en sus paseos, pero nos falta el agua; habrá otras primaveras desbordadas, pero nos falta el agua.
Yo voy a refrescar mi sed de primavera, porque me falta el agua.

lunes, 20 de febrero de 2012

QUE PALPITE LO HUMANO EN TODAS PARTES

 
Como esta ventanita anda siempre abierta y nadie pone orden en ella, a mí, que soy casi su dueño único, se me está permitido vaciar en ella lo que buenamente se me antoje. Por eso tal vez es conscientemente tan miscelánea y cabe en ella cadi todo. Ya he dejado escrito que no sé muy bien para quién escribo, salvo para mí mismo y -espero, para más tarde- para mis más allegados. Se han puesto ya aquí a airear muchos poemas, muchos. Tendrán tratamiento aparte pero ya andan volando antes solos y a la intemperie.
También de vez en cuando dejo caer alguna gota de especias que dé sabor teórico a mi labor. Lo hago con lo social y lo hago con lo literario.
No creo, por ejemplo, que sirva simplemente el hecho de situarse ante un papel o una pantalla para garabatear lo que vaya saliendo. Quiero decir que esto del oficio de creación tiene sus caminos, que nunca deberían ser estrechos, pero mucho menos inexistentes. Y tengo la sensación de que hay demasiado atrevido y espontáneo, al que aplaudo su osadía pero al que también me acerco con cautela no siendo que esa su cautela me sumerja en la tontería.
¿Puede ser cualquier cosa objeto de tratamiento literario, y específicamente poético? Aparentemente sí, por supuesto. Aparentemente. Es bueno recordar que la Historia nos enseña que hay prevenciones y recortes en cada época. Por ejemplo, se estudia -y se comprueba- que el Barroco elevó a la altura literaria elementos que hasta entonces estaban en el índice de lo prohibido, fundamentalmente elementos malsonantes, escatológicos y de crítica. Los propios movimientos literarios se organizan también según los temas y el predominio de las formas de un cariz o de otro.
En este sentido, se suele afirmar que las últimas décadas del siglo pasado y la primera de este se caracterizan precisamente por no visualizar ningún tema ni ninguna forma como predominantes.
Ábrase, pues, el brazo y la mente a la hora de escribir; apacígüense los prejuicios; rómpanse los tabús que tanto encorsetan… Pero, por favor, hágase con altura de miras y con el ánimo de que crear significa seleccionar posibilidades y elegir constantemente. Cualquier tema vale (al fin, nadie sabe hablar de otra cosa que de variedades de la vida, la muerte o el amor) pero no cualquier manera de mirarlos a la cara. Para empezar, hay tal vez que mirarlos a la cara siempre, es decir, incorporar el elemento humano y humanizador como fuerza que tensiona y da sentido a los elementos de descripción y de diálogo. Una tarde existe y es hermosa en sus componentes naturales, pero si un ser la humaniza y la comparte, la siente y la goza, la sufre o la rechaza, la ve venir para quedarse en ella o la descubre pasajera y huidiza, esa tarde será ya otra más densa y más hermosa, más humana y más digna no solo de ser contemplada sino de ser domada e incorporada a la vida del creador o del lector. Solo entonces es cuando yo entiendo la labor del creador y su gozo o sufrimiento final. Ese es el cóctel que me gusta y que me embriaga. Sin esa gotita de ron reflexivo, todo se me va en nada y se me esfuma sin encontrar razones suficientes para seguir buscando.
A ver si me sirve este ejemplo que tomo casi al azar. El tercero de los poemas del libro SOLEDADES, de don Antonio Machado (siempre DON, por favor) es tan breve como intenso. Aquí está:
 “La plaza y los naranjos encendidos
con sus frutas redondas y risueñas.
Tumulto de pequeños colegiales
que, al salir en desorden de la escuela,
llenan el aire de la plaza en sombra
con la algazara de sus voces nuevas.
¡Alegría infantil en los rincones
de las ciudades muertas!...
¡Y algo de nuestro ayer, que todavía
vemos vagar por estas calles viejas!”
He elegido el poema al azar y ya me vienen a la mente otros que tal vez ejemplifican aún mejor lo que digo, pero ¿no queda clarísimo? ¿A que hay una tarde pero, ante todo, es una tarde humana y más densa?

domingo, 19 de febrero de 2012

NI VIVIR NI MORIR, PUES TODO SUBE


Porque morir se ha puesto por las nubes
y vivir es camino de la muerte,
concluyo en suscribir mi mala suerte:
ni vivir ni morir, pues todo sube.

Revivo los caminos donde anduve
buscando un aposento diferente
y encuentro que en los sueños de mi mente
no perdura un consuelo que me ayude

Me vuelvo a echar a andar. En el camino
descubriré un rincón, un simple lecho
del que pueda decir sin desagrado:

aquí hay lugar donde caerse vivo,
aquí descansaré y a lo hecho, pecho,
que diga Dios entonces su dictado.

sábado, 18 de febrero de 2012

ESTE DOGMATISMO REALISTA DEL DINERO...


Los peperos se juntan en Sevilla para celebrar su congreso correspondiente pocos días después de que, en la misma ciudad, lo hiciera el PSOE. Son los dos partidos que recogen la mayoría de los votos de este país y sobre los que gira casi todo lo que de público hay en nuestras tierras y cielos patrios.
Sigo mucho menos el desarrollo del congreso del PP que el del PSOE, pero no hace falta dedicarle mucho tiempo para darse cuenta de que son totalmente distintos. En el de la izquierda se jugaban nombres y tendencias, en el de la derecha se juega solo si los cánticos dedicados al líder se oyen con mayor o menor estruendo. Ninguna divergencia cuando se está en el poder y no pocas cuando se ha mordido el polvo de la derrota en las urnas. Como si el único y último fin estuviera en ganar o perder elecciones. Pena, penita, pena.
El caso es que, por encima de estas fotografías tan de primer plano, se abren las panorámicas de la situación en la que se encuentra la población a la que supuestamente estos partidos representan.
Ahora mismo, y de manera creciente cada día que pasa, se nos sitúa en un estado llamado de realismo. Este realismo se basa en destacar la llamada mala herencia del Gobierno anterior y en apoyarse en ello para poner en marcha medidas de austeridad económica que nos llevan a un estado de desaliento y casi de miedo en el porvenir. Parece como si la realidad se hubiera constreñido y se hubiera hecho tan pequeña que ahora solo el ser humano tuviera la dimensión de la realidad económica. Cualquiera de nosotros no es, ahora mismo, otra cosa que una unidad económica que encaja mejor o peor en el modelo de cuentas y resultados. Como una máquina en una fábrica textil, exactamente igual. Cualquier otro elemento vital se supedita al económico o simplemente se anula. La posible posterior recuperación se fundamentará en la estructura económica y en la certeza de que las cuentas van a salir bien, cueste lo que cueste y quede quien quede por el camino, que no serán los más poderosos, por supuesto.
Este estado de supuesto realismo, jibarizado a lo económico, se ha ido procurando lentamente desde hace varios años por culpa de todos, pero en ello han tenido mucho que ver los medios de comunicación que, por convicción ideológica o por conveniencia económica, han martilleado día a día la conciencia de los receptores. Los medios de la derecha -que, en el fondo, son todos- saben de sobra a qué amo han estado sirviendo y cuántas ganas tenían de que el cambio político se produjera.
Buena parte de la izquierda se ve sin posibilidades de reacción ante este nuevo dogmatismo realista basado en la economía como pilar único y apenas sabe qué decir ni qué hacer salvo presentar una cara un poquitín más amable, pero mirando también al dinero como elemento del que dependiera toda nuestra salvación. Por este seguimiento masivo desde los “dos bandos” es por lo que podemos decir que estamos en un verdadero dogmatismo de lo económico. Como si la sociedad de mercado fuera la única existente y sus fuerzas fueran las únicas capacitadas para imponer sus leyes. Por cierto, ¿no podíamos rebozar en la frente de muchos que aquellas ideas de Marx se cumplen al pie de la letra?
Hasta no hace demasiado, algunos teníamos la sensación de que, desde la izquierda, vivíamos la sensación de aspirar a una sociedad mejor, precisamente porque queríamos dar valor a otras posibilidades del ser humano distintas del dinero. Si se entiende la simplificación, aspirábamos a  lo que se ha llamado la sociedad del bienestar y a aquello que pomposamente se llamaba cambiar la sociedad. Cualquiera puede entender que de ello formaban parte elementos muy diversos y distintos de los económicos; así las relaciones humanas, la participación, los derechos sociales, las conquistas ciudadanas… En definitiva, nos parecía que existía algo así como un proyecto común con derechos generales y compartidos. Era, en resumen, la ilusión la que ondeaba en lo alto de las banderas. Y era la ilusión de la comunidad, de la sociedad, del valor del ser humano.
Nos están matando la ilusión y el ilusionismo para dejarnos anclados en un rígido dogmatismo económico. Nos están haciendo tan pobres que solo nos queda cauce para pensar en el dinero. Somos simples unidades económicas. Nada más. Qué pobres.
No se ve en el horizonte una fuerza arrebatadora que ondee en su frente la bandera de la ilusión, que nos haga más ricos porque pensemos para el ser humano en algo más que el dinero. La tropa anda desmoralizada y los capitanes no encuentran la forma de ponerlos en pie de guerra. Pero la batalla volverá. No sé cuándo, pero volverá: no podemos seguir empobreciéndonos hasta la vileza de reducir todo a dinero. No.

jueves, 16 de febrero de 2012

GASTAD, MALDITOS


El Gobierno -aquí casi todo va por Decreto Ley- aprueba una reforma laboral que deja al trabajador tiritando y al antojo del empleador. En cuanto se libera algún mecanismo de control en las bolsas, los especuladores se lanzan como hienas y las hacen bajar en caída libre. A todo el mundo se le anuncia que esto va a ser sangre, sudor y lágrimas. Cuando se dice a todo el mundo, en realidad se quiere decir a los de siempre, es decir, a los que lo pasan peor, porque los sectores del lujo viven mejor que nunca. Todo parece que apunta a sequía y a frío continuados en la vida de estas comunidades de Occidente (se me había colado Accidente y me daban ganas de dejar esa palabra, por su significado y porque apenas varía una letra) por mucho tiempo. Se me ocurre que, si al país España le da por tener pérdidas durante tres trimestres y entra en recesión, a sus dirigentes les podíamos bajar sustancialmente el sueldo y los podíamos despedir sin indemnización. Así conciben ellos el país, pues así los deberíamos concebir a ellos.
Se dice y se repite por activa, pasiva y perifrástica (¿cuántos sabrán que es eso de voz, qué es activa, qué es pasiva y qué perifrástica?) que la economía cae sobre todo por la bajada del consumo. En su visión de la economía, parece algo inobjetable. En su visión, que no es precisamente la única. Para que aumente el consumo, nos atosigan con la publicidad, con las rebajas y con los escaparates y la moda hasta los topes. Pobrecitos. Ellos y nosotros.
¿Qué va a comprar el que no tiene ni donde caerse vivo? ¿Qué más mentiras y apariencia van a crear para tratar de atontar más al consumidor? ¿Hasta dónde va a llegar la compulsión del pobre ciudadano al que vamos a tener que matar si no se cambia de ropa cada cierto tiempo, o de coche, o de casa? ¿Pero por qué tanta subnormalidad acumulada? ¿Por qué tanto modelo social de usar y tirar al que no puede igualar casi nadie y al que empujan a llegar a casi todos? ¿Por qué tanto borrego y tanto imbécil?
Si así lo sigue queriendo la manada, que lo quiera. Hala, a comprar, a ver lo que se lleva aunque no se necesite ni se sepa llevar con lucimiento, a entramparse de por vida y a que nos la regulen los pocos que manejan el dinero, a cifrar nuestras ilusiones en imitar a tontos mediáticos cuyos valores brillan en el limbo, a tragar con cualquier cosa que nos echen por la ventana o por los púlpitos, a decir amén y amén cuando deberíamos decir amor y amor, a no imaginar por si acaso que alguna otra forma de vida tiene que ser posible, a no practicar otras costumbres que las arraigadas y favorecidas por los poderos favorecidos, a sentir el pudor del que no sabe porque no quiere saber, a dejarse llevar por el miedo a la libertad, a no decir ni esta boca es mía por miedo a equivocarse, a seguir siendo esclavos y además agradecidos…
Pero, sobre todo, a gastar, a gastar y a gastar. Ustedes sabrán adónde lleva eso y de dónde van a sacar para ello.

miércoles, 15 de febrero de 2012

SIGO NECESITANDO LA PALABRA


Hoy vengo a confesarte simplemente
lo que se hace más cierto a cada instante:
sigo necesitando la palabra
para poder tenerte con mis versos,
para surcar con ecos posesivos
tus valles y montañas, tus mesetas,
y tener la ilusión de que navego
por los mares salados de tu boca.


Oigo también la voz de esta exigencia
de decir y decir, por si en el curso
de tanto afán por dar caza a tu cuerpo,
apresara residuos despistados
de todo lo que el tiempo va expulsando
en su inútil fluir sin rumbo definido.

Son tan solo palabras
los ecos de las cosas que se atreven
a dejarse cifrar, muy pobremente,
en la imaginación de quien las usa.

En ese mundo pobre y lacerado,
sin asiento seguro en que tomar descanso,
me demoro sin tiempo a hablar con ellas,
a dejarme arrullar por sus caricias,
y entonces, a su amparo,
puede mi piel sentirse satisfecha
arpegiada de rayos de la tarde,
a tu lado y soñando con la esencia
de lo que de tu ser me dicen las palabras.

lunes, 13 de febrero de 2012

BUSCO UN POSO EN MI PIEL


Tengo en mi piel un poso detenido
de las horas que, en un paso lentísimo,
han dibujado en mí un mapa confuso
de montañas y valles. Su textura
contempla otros horarios que progresan
en un tenaz tic-tac, en un empeño
que supera con creces los designios
del dios más infinito.

Que se tarde la noche cuanto pueda,
mientras busco en los pliegues de mi piel
esa inútil herida que, en el fondo,
es siempre una certeza, un dolor seco
que llaga cualquier capa
de ese mapa lentísimo que habita
cuanto de mí ya vive en el olvido;
también el suave eco
de la feliz presencia de tus días.

Quisiera descubrir los tegumentos,
las últimas reliquias diminutas
de tu paso por mí. Tal vez entonces
mis mapas produjeran de repente
un vasto  terremoto,
dibujaran planicies de luz sobre mis poros
y yo me diluyera en tu mirada
y el tiempo me habitara con tus ojos.

IMÁGENES PARA UN POEMA


1º Mi vida pone rumbo hacia una noche eterna.
2º Que se tarde la noche cuanto pueda.
3º Que tu luz sea capaz de hacerle frente.
4º Que a la noche preceda un fogonazo de tu luz y que me ciegue.
5º Que no aprenda a rozar otras figuras cuando todo sea noche.
6º Que se aneguen mis ojos con tus ojos.
7º Que no sepa de mí ya ni un instante.
8º Que confunda la noche con el día.
9º Que el tiempo ya no cuente para nada.
10º No la cuestiones más, “que así es la cosa.”

viernes, 10 de febrero de 2012

EL DEDO Y LA LUNA


¿No me lo habré dicho alguna vez más? Lo repetiré por si acaso. Se encadenan los acontecimientos y las respuestas y replicas similares. Una golondrina no hace verano, pero una bandada de estorninos sí que nubla el cielo. Quiero decir que, cuando un hecho se repite, conviene empezar a tenerlo en cuenta.
Pues se repite, y con cierta frecuencia. Se trata, en este caso, de los resultados médicos en análisis a deportistas y las respuestas que desde diversos lugares se dan a las mismas.
El ciclismo está lleno de ejemplos, pero nos puede servir cualquier deporte o actividad de la que dependan los aplausos, la fama, el dinero y la forma de vida. Uno termina teniendo la sensación de que, en el deporte de elite, todo el mundo anda con algo de más por ahí pues tienen que moverse al límite si quieren seguir en la cresta de la ola. Después, unos caen en las redes y otros nadan sueltos por el mar a toda vela.
Pienso en la presión que tienen que sufrir casi todos los deportistas profesionales y no sabría qué densidad sería la que yo mismo sería capaz de soportar.
¿Por qué, un vez más, volvemos a simplificar las cosas de tal manera que nos engañamos todos, o queremos engañar a todos los demás? ¿Por qué cargar, de nuevo, contra personas concretas a las que ponemos en un pedestal lo mismo que tiramos al cubo de la basura? Esto está muy bien para la cuenta de resultados de los medios de comunicación, que engordan con el morbo de la individualización y de los ídolos personalizados, pero no debería serlo tanto para cualquier reflexión un poco más sedimentada. Que impongan el castigo que marquen las normas, pero que miren un poco más lejos, por favor.
Me parece que estamos en esquema parecido al de los escándalos financieros, políticos o de famoseo. ¿No es mucho más escandaloso comprobar que toda una sociedad no solo permite sino que aplaude y adora a todos estos ídolos de barro? ¿Cómo tienen después el cuajo de sepultarlos en el lodo? Mientras no mejoremos  la escala de valores y situemos al ser humano como tal en el mismo nivel que los demás, no haremos otra cosa que engordar al monstruo. Después nos dejamos llevar por los fogonazos de los medios y escupimos al que solo el día anterior estaba en la hornacina del altar.
Luego ya vienen las naderías de los guiñoles o las bromas de cualquier programa de humor, que tienen sus límites, por supuesto, pero que no se pueden poner seriamente en el mismo nivel. Esto ya no significa casi nada. Salvo para los mismos fanáticos del principio, que tienen difícil arreglo fuera de la educación y del sentido común.
Hace algunos años tuve la oportunidad de pedir, en público y por escrito, a un famoso ciclista que aprovechara para “tirar de la manta” porque sería beneficioso para él y para todos sus colega deportistas. No hubo suerte. Claro que tirar de la manta solo para acusar a personas concretas tiene, como he apuntado antes, escaso alcance y solo sirve para dar de comer al espectador del circo.

jueves, 9 de febrero de 2012

OTRO SORBITO DE !"ADENTRO"!


Con frecuencia se afirma -yo lo suscribo sin casi dudas- que la verdadera enfermedad del ser humano es la soledad, muy por encima de otras de tipo físico que tanto nos asustan. De hecho, cada día se acentúa más el valor que se le da al éxito social, al que se supedita prácticamente todo. Los medios de comunicación han venido a dar el espaldarazo definitivo a esta realidad, hasta límites que a mí me cuesta mucho compartir. Pero miro y veo que los importantes son los famosetes de cualquier pelaje que aparecen en los medios: deportistas, cantantes, millonarios, escandalosos y raleas semejantes.
Algunas veces hago el ejercicio de imaginar juntos a un famoso, a un investigador de principios básicos (filósofo, biólogo, lingüista, jurista…) y a un monje. No sé realmente cuánto tiempo podrían compartir y vivir juntos. ¿Qué coños podía hacer allí un futbolista al uso, por ejemplo? Luego imagino su traslado a los medios de comunicación social y a la escala de valores de la masa social y me sucede lo contrario: ¿qué coños hacen allí el biólogo y el monje?, ¿a qué vienen estos pobres “bobos” a asomarse a la ventana?, ¿no se dan cuenta de que nadie -ni del sexo masculino ni del femenino- se les va a abrir de piernas? Qué ilusos. Estos no cuentan para nada; si acaso para exhibirlos como especies raras y en extinción; no valen ni para el circo, porque los leones no los reconocerían y no les harían caso.
El famosete vive de la opinión y hace lo que sea necesario con tal de seguir en la cresta de la ola de la imbecilidad y del almacenamiento de ceros en sus cuentas; el magma general lo mantiene en su temperatura ambiente y lo eleva a los altares más elevados, él solo tiene que dejarse llevar y entregarse a la causa de los espectadores del pan y del circo.
Los otros dos citados buscan el aislamiento, la individualidad, el silencio, el tiempo para la reflexión, la verdad, el bien y la belleza por encima de toda moda pasajera. Ese apartamiento no debe de ser un camino sencillo pero tiene que producir réditos exquisitos y sabrosísimos. Tiene que ser en esa senda en la que el ser individualizado se encuentre más satisfecho, más realizado, más protagonista de su propio camino y de su propia vida. Tal vez por no plantear beneficios a primera vista sea por lo que no demasiadas personas siguen la apartada senda.
Siento también que acceder a esa individualidad acarrea otra serie de sensaciones más reales y más desnudas. Por ejemplo la certeza de que, desde la individualidad, se tiene que aceptar como inevitable y cercana la finitud y la muerte. El roce continuo con su propia verdad y con sus limitaciones personales lo tiene que colocar de frente, face to face, con las coordenadas de sus miserias y de sus grandezas.
No tengo derecho a pedir a nadie que ejerza de héroe ni tampoco que interprete la vida desde la separación absoluta de su persona (tantas veces he defendido que el ser humano no es el yo y sus circunstancias sino solo sus circunstancias), pero sospecho que este ser humano que mira hacia adentro, que analiza, que no se deja llevar por las olas de la moda, que no se limita a ser un número entre los acólitos, que sigue queriendo ser protagonista de su propio camino, que prefiere cargar con su cruz antes que ver cómo se la llevan otros, que sigue en la curiosidad sin miedo a los resultados de su búsqueda, que…, es el ser que merece la pena.
Con su finitud y con su muerte, con sus debilidades y con sus aspiraciones, con su carga absoluta de ser humano en el camino de la temporalidad y de la muerte.
Y para mi consuelo, es evidente que existen muchos grados intermedios de entrañamiento y de reflexión. Menos mal.  

martes, 7 de febrero de 2012

ENFOCAR EL TIRO


Soportamos, desde hace ya demasiado tiempo, tal vez desde hace unos cuatro o cinco años -nótese que coincide con las fechas de la segunda mayoría del PSOE y la dificultad de asumir los resultados por parte de la mayoría de los medios “ultracentristas” que crecen como las setas en otoño- una campaña ininterrumpida que tiende a crear una atmósfera contaminada e insufrible, llena de polución y densa de malos augurios y de perspectivas siempre tenebrosas. Nadie ha cuantificado, que yo sepa, esta forma tan patriótica de animar a la comunidad en términos de eso que ellos llaman el PIB. Sospecho que esta variable no la contemplan nunca los economistas al uso, pero no me cabe duda de que nos llevaría a una cifra elevadísima de gastos y de pérdidas.
Menos mal que, desde hace apenas dos meses, los que lleva la derecha ultracentrista en el gobierno, el aire ha cambiado y ahora todo apunta para estos altavoces a la bonanza y a la  llegada de buen tiempo. Menos mal.
Y puede que tengan parte de razón en sus ánimos agoreros porque muchos también tenemos la sensación de que algo ha quebrado y de que la vida hay que replanteársela de forma diferente. Pero yo no alcanzo a ver en qué se basa esa nube de desilusión y hasta de fatalismo en la que parecían sentirse alegres tantos.
Sigo pensando que, a fecha de hoy, se siguen produciendo tantos o más tomates que hace tan solo cinco años, que la producción de cereales ha aumentado, y lo mismo pienso de la producción de carne y de alimentos en general. Me parece que el ser humano necesita para la supervivencia algo de comida y un desarrollo social y educativo que no está falto precisamente de la existencia de tomates o de pan. En consecuencia, me permito pensar que el cambio se ha producido no en la producción sino en el reparto.
Bien se ve que se trata de un esquema muy sencillo y hasta reductor, pero me gustaría que alguien me dijera en qué estoy equivocado.
Si no estuviera del todo equivocado, invitaría a pensar y a elaborar fórmulas de mejor reparto y de eliminación de fuerzas que se quedan por el camino entre la producción y el consumo. No se me alcanza por qué tenemos ahora que privarnos de una buena entomatada en verano junto a un río o a la sombra de un castaño, siendo así que la despensa de tomates es la misma o mayor.
Pero es que, además, si echo la mirada atrás, descubro que cualquier tiempo pasado no fue mejor sino claramente peor. Me basta imaginarme a mí mismo hace tan solo treinta años. Recreo cualquier campo y me quedo perplejo: sanidad, comunicaciones, participación, costumbres, elementos científicos y técnicos, esperanza de vida, usos médicos, viajes, tiempo libre…. Todo, absolutamente todo, ha ido a mejor en favor del ser humano. Todo salvo tal vez el uso que hacemos de esos elementos favorables.
Me avergüenza pertenecer a una sociedad que posee más elementos que nunca y que no da con ninguna forma decente de repartirlos y de ponerlos al servicio de todos.
La verdadera pobreza no está quizás en la falta de trabajo ni en la dificultad de llegar a fin de mes, sino en no atreverse a reorganizar las fuerzas y la producción para un mejor reparto. Sobran recursos para una vida digna. Faltan, y muchos, para una vida que realmente merezca la pena. Espera la revolución de esa escala de valores, no la reorganización de los mercados para que todo siga igual. Aguarda la revolución de los ideales y no de los egoísmos. Acucia la revolución de los vencidos y no de los vencedores. No sé quién estará dispuesto a empuñar las armas.

lunes, 6 de febrero de 2012

UNA DOCENA DE PREGUNTAS AL AZAR



¿Por qué seguir empeñado en mirar ese mundo que se nos viene encima desde las ventanas de los medios de comunicación cuando no compartimos con él casi nada y solo hace que ponernos de mal humor?
¿Por qué no reconocer que el gigante es tan enorme y formidable  (formidus) que da miedo mirarlo cara a cara?
¿Por qué no esconderse en una cueva y abandonarse a la suerte de un nuevo Robinson solitario?
¿Por qué no abrir los brazos y pronunciar un me rindo sin condiciones?
¿Por qué los entusiasmos si en la vida casi siempre una ilusión recibe un portazo en los morros?
¿Por qué no dejarse alguna vez de porsiacasos y sencillamente lanzarse a tumba abierta hasta estrellarse o dignificarse de una vez por todas?
¿Por qué actuar tantas veces desde la inquietud, por no molestar a las conciencias más pacatas, cuando ellas no paran mientes en despreciar las otras opciones desde el insulto mental?
¿Por qué yo no puedo manifestar en público lo que pienso por no herir susceptibilidades y por miedo a ser rechazado del todo por la masa de la tribu?
¿Por qué, casi sin excepción, cuanto más beato es uno, más imbécil resulta ser y menos racional?
¿Por qué coño tengo yo que gastar minutos en anotar preguntas tan indiscretas como esta que, por otra parte, solo me las formulo a mí mismo, nadie las lee y tal vez nadie las comparta?
¿Por qué cunado trabajo en la caridad es cuando mejor me doy cuenta de que la caridad no es otra cosa que la falta de justicia?
¿Por qué hay tantas preguntas que no tienen respuesta nada más que en la teoría?
Es una docena de preguntas que debería cocer como cuezo los huevos para cenar: a fuego lento.

sábado, 4 de febrero de 2012

DIETA LITERARIA


Para mí el S XVIII significa el comienzo de muchos procesos que nos acercan a la modernidad. Por decirlo con pocas y sencillas palabras, parece que es el primer siglo que podíamos llamar del “sentido común”. Es como si de una vez se empezara a mirar el ser humano con cierta capacidad para razonar y para extraer consecuencias que tienen uso y producción en la vida diaria. Tal vez por eso se dice que es una época más “prosaica”, menos impulsiva. Yo me he atrevido a llamarla de “sentido común”.
Solo se percibe esta dirección en los más sensatos y reflexivos, que no son más que una exigua minoría, claro. Y, aun entre ellos, se nota una candidez tal, desde la perspectiva del momento presente, que, leyéndolos, uno siente algo de ternura y no sé si hasta algo de compasión.
Un autor que pertenece a este grupo de intelectuales es, sin duda, Benito Feijoo. En su “Teatro crítico universal” repasa, con esta dulzura del sentido común y de la lógica más elemental, algunos aspectos de la vida de su tiempo: medicina, almanaques, astrología, profecías y asuntos lingüísticos y literarios.
El buen hombre -y seguramente también hombre bueno- dedica un capítulo al “Desagravio de la profesión literaria”. Por entonces, literatura poseía un sentido etimológico estricto y se aplicaba a todo lo escrito con letras. Corría la leyenda urbana de que la dedicación al estudio de las letras (en este sentido amplio) acortaba la vida de los estudiosos. Feijoo se empeña en demostrar que no hay tal, y que, muy al contrario, sucede al revés. Para ello aporta nombres de estudiosos de las letras longevos y saludables y acumula citas, incluso de obras, dedicadas a demostrar lo que él defiende. Así por ejemplo, cita a Bacon de esta manera: “Huic próxima est vita in litteris philosophorum, rhetorum et gramaticorum. Degitur huic quoque in otio, et in his cogitationibus, quae, cum ad negotia vitae nihil pertineant, non mordent, sed varietate et impertinentia delectant: vivuunt etiam ad arbitrium suum, in quibus maxime placeat, horas et tempus terentes.”  (Próxima a esta -a la vida de los religiosos eremitas o contemplativos-, es la vida de los filósofos, retóricos y gramáticos, consagrada a las letras. Viven tranquilos y ocupados por pensamientos que, no teniendo nada que ver con los negocios de la vida, no desgastan, sino que deleitan, por su misma variedad: viven, además, a su antojo y pasan las horas y el tiempo en aquello que más les agrada).
Y luego, como un poco arrepentido, da algunos consejos para estas prácticas. Advertencias: “Que no se exceda en el estudio. Que no se exceda en comida y bebida. Que se interponga oportunamente el ejercicio temporal con el mental. Que se alternen con el estudio algunas recreaciones honestas. Que se varíen los estudios en diferentes materias.” Parece todo un curso de técnicas de estudio, o un resumen sacado de un libro de autoestima. Como se ve, no muy alejado de lo que el sentido común podría decir hoy mismo.
Más que estos elementos, que doy por sentado que obedecen al sentido común más elemental, me importaría saber si el estado de ánimo en el que tiene que trabajar el creador (ahora el significado de literatura es ya más restringido) termina pasándole factura en su propia biología. Pienso en los ratos tensos que pasa el que reflexiona y trabaja para imaginar un nuevo mundo mental extraído de la nada, o aquel que reflexiona con la palabra acerca de la situación de la comunidad que lo rodea. ¿Terminará cargando su humor y su estado de ánimo? Y, si así fuera, ¿esto repercutiría en su salud, para bien o para mal? Y aun más, si esto fuera así, ¿se puede hacer algún paralelismo entre la creación y la amplitud de la vida como intenta negar Feijoo?
Acaso la aparente ingenuidad de clérigo benedictino Feijoo no es tal. Aunque las variables son tantas (sedentarismo, medios de comunicación…), que ver el esquema que nos presenta el benedictino nos hace sonreír.

viernes, 3 de febrero de 2012

AUNQUE A MÍ NO ME PASE NADA

Ando embarcado en un voluntariado del que no hablo mucho en esta ventana pero que me ocupa cada día más horas porque todo ha crecido y la labor se ha multiplicado. A veces me plantea dudas porque me quita tiempo y fuerzas para alguna otra ocupación. Y algo aún más importante: no siempre estoy seguro de que el esfuerzo esté del todo bien empleado. Me compensa la seguridad de que, a pesar de todo, hay muchísima más gente que necesita de verdad mi ayuda que la que podría encontrarla por otros caminos, y la certeza de que, incluso en aquellos casos en los que no lo veo tan claro, mi esfuerzo no tiene nada de negativo.
Tendré tiempo de hacer balance cuando el período termine. Para ello aún me queda la mitad. Creo que ya puedo extraer muchas consecuencias de lo que he vivido durante el último año. Los colores abarcan todo el arco iris: detalles exquisitos, confidencias inesperadas, lodos familiares, cooperantes de todo tipo, vidas que se apagan serenamente, biologías que se resisten a casi todo y biologías que se desploman de una semana para otra…
Tal vez la experiencia más enriquecedora es la de contemplar un Centro en el que se deposita esa última parte del camino en el que todos estamos arrojados. Cuando uno lo mira cada día, termina por acostumbrarse un poco a él, a sus características, a sus bondades y a sus múltiples aristas: de otro modo resultaría poco llevadero.
Hoy, por ejemplo, he pasado toda la mañana allí. Hasta he comido con ellos. Cuando volvía a mi casa, arrastraba una mezcla de cansancio y de melancolía, de sosiego y de zozobra, de serenidad y de impaciencia. He dormido muy bien unos minutos de siesta.
Y es que esto también es de mi incumbencia. Y de la de todos. Aunque no levante demasiado ni la producción ni el PIB de ninguna comunidad. Estas no son cuentas de resultados (por mas que haya que hacer juegos malabares para mantenerse) sino cuentos. Pero maravillosos cuentos.
Necesito fuerzas. Creo que ánimos no me faltan. Veremos.

miércoles, 1 de febrero de 2012

LOS NIÑOS SON SOLO PRESENTE



Cuando intento explicar el indicador de tiempo en el verbo y sus valores, siempre advierto de que nos adentramos en un terreno muy pantanoso porque afloran inmediatamente variables de tipo filosófico que, en el fondo, son las que vienen a justificar las expresiones formales y todo ese modelo que inventamos cada día para procurar asir la realidad y sobrevivir sin perecer en el intento.
Cada edad tiene su medida específica del tiempo y cada persona y situación también.
Mi nieta Sara, de momento, solo vive el presente porque para ella aún no existen otras posibilidades. Me doy cuenta más ahora porque empieza a estirar ese tiempo y a alcanzar algún atisbo de que hay otras posibilidades. Si la llamamos por teléfono y le decimos que el fin de semana siguiente iremos a verla, ella no entiende que han de pasar unos días antes de que eso suceda. Todo lo fía al presente y al momento en el que habla. Por eso responde de esta manera: “Tú vienes a la puerta y yo bajo y te veo”. Algún día ha soltado alguna lágrima cuando un momento después no estamos allí para que nos vea.
Sara no tiene más que presente. Yo tengo ya demasiado pasado. En cuanto ella empiece a darse cuenta, verá que le queda todo el futuro por delante.
Tal vez el egoísmo también esté asociado con la división temporal. Acaso por ello los niños sean esos absolutos y maravillosos egoístas que no viven más que del presente y de su yo, pero que lo hacen con una candidez digna de las mejores recompensas. Seguramente por eso el ser humano, cuando llega cierta edad, posee la capacidad para alzar la vista y tener una visión panorámica y un poco más objetiva. Quizás por lo mismo, cuando una persona alcanza una edad avanzada, tiende otra vez a volverse sobre sí misma y a ser otro adorable egoísta.
El ser humano trae a la vida su propia medida del tiempo y poco más. Y esa medida la va desperdigando según le van marcando su biología y su contexto. Tratar de alcanzar, desde esta evidencia, verdades duraderas y absolutas no resulta tarea sencilla. Si intentamos comparar el tiempo biológico con el tiempo geológico o de evolución, entonces nos perdemos por completo y podemos desvariar notablemente.
No es fácil conjugar ambas visiones porque todo lo queremos sujetar con nuestras escasas y cortas posibilidades, o sea, desde la visión biológica: al cabo, no somos más que una pequeña mota en el desarrollo de la evolución que, casi por casualidad, se ha hecho presente en el tiempo por un momento.
Si, además de todo esto, queremos conjugar verdades de tipo eterno y en contexto religioso, lo mejor es que nos armemos con paciencia para no desbarrar del todo y para no caer en el ridículo más espantoso. Es tan frecuente este ridículo… Y tan insultante…
Que mi nieta disfrute del presente y se coma el mundo en un bocado, que sepa que todo le pertenece y todo está a sus órdenes. No le queda mucho para entender que no es realmente así. Tendrá que empezar a tejer una red de relaciones con el tiempo y a enlazar causas y consecuencias hasta sostenerse dignamente en su camino. Ojalá que tenga suerte.