Me gustaba sentarme y a los mandos
del botón automático dormirme:
daba igual que el programa fuera horrible,
no importaban los comos ni los cuandos.
Volvía de mi trabajo tan cansado,
que ensayaba la forma de rendirme
de admiración y asombro por sentirme
rodeado de sapiencia y seres sabios.
Cuánto canal para limpiar las almas,
cuánto jabón para limpiar los cuerpos:
la salvación a precio de rebaja.
Si de limpiar y no ensuciar se trata,
no es la tele el objeto del invento,
es una lavadora lo que encaja.
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