viernes, 31 de octubre de 2014

"ESA ESPAÑA INFERIOR QUE ORA Y BOSTEZA"


Hoy no hubo comentarios en el sendero ni en el campo, pero sí una consideración más acerca de la historia del pensamiento, esa historia que se teje lejos de la Audiencia Nacional y de las cárceles, sin mucho que ver con los desmanes diarios a los que asistimos (o acaso sí porque tal vez representa una huida de la fetidez que anega el ambiente), como si fuéramos seres precedentes de mundos diferentes e interesados por asuntos opuestos.
El caso es que vuelvo al esquema más reducido del pensamiento y a la modernidad, que se me vuelve a mostrar como un empujón enorme que, desde distintos lugares y personas se le dio al pensamiento a partir de los siglos XV y XVI. Da gusto ver que algunas personas dieron la cara para ir desenmascarando estructuras escolásticas y nominalistas para dar entrada poco a poco a la razón y a la persona como fundamentos del conocimiento, del saber y de los esfuerzos. Benditos Descartes o Francis Bacon, por ejemplo, y todo el estallido que supuso la modernidad en las distintas ramas del saber. Por fin el hombre entraba a formar parte de la solución y a ser objetivo y no simple medio, a representar aquello por lo que merecía la pena pensar y actuar.
Desde entonces, qué dura la pelea y cuántos desengaños y pasos cautelosos. La autoridad antigua clásica o cristiana han venido a ser consideradas de nuevo, no para ser seguidas ciegamente, sino para ser reinterpretadas y en muchos casos negadas y anuladas. La certeza universal de la conciencia vino a colocar un punto de apoyo casi infinito en la dinámica mental y del desarrollo de las ideas. Desde abajo hacia arriba y no desde arriba hacia abajo, como se venía haciendo; desde la verdad de las sensaciones, pasando por las ideas y por los razonamientos, hasta terminar donde la razón se ha esforzado al máximo.
No me gusta la simplificación de los territorios como focos de ideas o esquemas mentales; a veces hasta me parece peligroso. Pero es bastante ilustrativo que la filosofía se haya desarrollado, a grandes rasgos, en tres líneas que se ajustan bastante a territorios diferentes.
Así, los movimientos más sensualistas, o materialistas, se han desarrollado con más fuerza en Inglaterra. Tal vez en forma paralela haya que considerar su estructura religiosa, social y económica, con el individualismo (territorio insular) y su mezcla extraña entre lo más innovador y lo más añejo y conservador.
Alemania es la tierra del idealismo, del desarrollo de las ideas como elaboración mental frente a las sensaciones y la práctica. En medio de otros territorios, y no aislada como Inglaterra, parece como si fuera el jardín de la meditación.
A Francia parece corresponderle una situación intermedia entre estos dos polos. Más lega, más centralista y más estética, más formal que sustancial. Y más centralista.
Me pregunto qué función le corresponde a España en esta síntesis tan reducida e imperfecta. Como mucho una actividad ancilar y de relleno en el mundo del pensamiento y de la filosofía. Aquí la modernidad se quedó por el camino y se siguió durante muchos siglos ampliando índices nominalistas y adecuando fantasmagóricamente realidades a verdades impuestas desde la religión. Por eso aquí siempre ha habido tantos teólogos y tan pocos filósofos importantes.
En nuestros días, las fuerzas se nos van en la indecencia pública, en el robo, en la picaresca y en el espectáculo más degradante; nuestros centros de trabajo no son tanto las aulas como las audiencias y los juzgados; y todos asistimos a un espectáculo barroco exagerado en el que lo único que importa no es la razón sino el escenario, la parafernalia y el sálvese quien pueda.

Aún la España de charanga y pandereta sigue anclada en el pasado más rancio o, como mucho, se viste de payaso o de torero para procesionar todo el año llenando las calles de ruido y de vacío.

miércoles, 29 de octubre de 2014

ESTADO DE SHOCK

ESTADO DE SHOCK
(Poema en exabrupto, Béjar, Salamanca,
España, octubre 2014. “De todas las historias
de la Historia la más triste, sin duda, es la de España”)

Hoy sale el sol y nadie se calienta,
se anuncian por las calles las rebajas
y no van a la tienda los clientes,
se proclama algún premio en un sorteo
y no acude el premiado a recogerlo,
se revisa la cesta de la compra
por si hay productos sucios en el fondo,
las puertas de las casas se abren lentas
por miedo a que aparezcan los ladrones,
la gente se traslada a la otra acera
por no mirar de frente a los que vuelven,
y se acude al trabajo en mascarilla
o se bebe al café con la sospecha
de que el de al lado trama envenenarlo,
se evita dar confianza a los amigos
y dar los buenos días en la calle.

La conciencia zozobra y los fantasmas
son dueños de la mente y de la bolsa.
El PIB no descabalga pero el alma
empobrece la luz de las conciencias,
y todo se hace noche y miedo y susto.

El hombre es más pequeño y menos limpio
y el mundo se hace oscuro, negro, nada.

Vendrán días de aliento y de placeres
si el ser alza su voz y si levanta

sus manos y su ira contra todo.

martes, 28 de octubre de 2014

PLATA Y PLOMO



Roberto Saviano ha vuelto a darnos un bofetón en la cara con la publicación de su reportaje, o su ensayo -me parece que su estructura se parece más a estos géneros que al de la novela- “Cero, Cero, Cero”. De nuevo el mundo de la droga se ha convertido en el eje de sus ocupaciones y de su mensaje. No sé si con esta obra conseguirá un impacto tan fuerte como con Gomorra, pero a mí me ha dejado de nuevo tambaleando y como de un aire.
Todo lo que en el libro se cuenta se conoce a grandes rasgos, pero todo junto y en aluvión parece que te inunda y que te ahoga, te acongoja y te deja sin resuello. El mundo de la fabricación, de la distribución, de los negocios que genera, de los clanes y cárteles que multiplica, las voluntades que corrompe, la deformación moral que provoca, la cantidad de poderes que supedita, del orden mundial que descoloca, cumplen como la solución de un ingente rompecabezas que viene a explicar mucho de lo que de importancia sucede en el mundo ahora mismo.
Todo ello está contado desde la situación de un hombre que vive en el escondrijo, al acecho del asesinato y de la muerte. De la propia más que de la ajena. Y que llega a preguntarse muchas veces qué le mueve a hacer y a escribir lo que escribe y si realmente merece la pena. Hasta el punto de que termina por sentirse un poco por encima del bien y del mal y concede que es la propia inercia la que le empuja a seguir en la lucha y en la misión semirredentora de quien avisa de casi todo lo que sucede, con el ánimo de morder en el entendimiento del lector y de cambiar su actitud y hasta su participación en todo lo que este mundo del narcotráfico supone.
Colombia y Perú pueden ser los originales, pero nada comparado con lo que está ocurriendo en Méjico, antesala del comercio de los EEUU. Algo parecido, aunque con menor intensidad, se produce en todo el Caribe y en Europa, con sus puntos calientes en Italia y en España, puertas de entrada y sede de demasiados grupos mafiosos. El mundo de la distribución al por mayor, como siempre, se queda con la mejor parte, y es en él en el que se producen las mayores barbaridades.
El libro de Saviano recorre numerosos aspectos, pero se olvida de uno que me parece esencial: solo se refiere a él de manera momentánea cuando evoca la imagen de la City de Londres a la hora del descanso, con los brokers necesitados de reunir fuerzas de cualquier manera para seguir la jornada en el mundo de la especulación. Se trata del análisis de las personas que consumen la cocaína y las demás drogas, y del mundo y de la escala de valores que hacen esto posible en forma tan compulsiva. Tal vez en un testo no se puede abarcar todo. Pero es la otra cara de la moneda. Porque no tiene sentido la preparación de la droga y la distribución sin su consumo.
El libro me parece absolutamente revelador para mover las conciencias y para agradecer que gente como Saviano se ocupe de las bases que realmente mueven las columnas fundamentales y más pesadas de este mundo nuestro tan deficiente y a la vez tan apasionante.
No puedo por menos de copiar algunas de sus líneas.
Por ejemplo: “El mundo contemporáneo empieza ahí, en ese Big Bang moderno, origen de los flujos financieros inmediatos. Choque de ideologías, choque de civilizaciones, conflictos religiosos y culturales, son los capítulos del mundo. Pero si se observan a través de la herida de los capitales criminales, todos los vectores y los movimientos se convierten en otra cosa. Si se ignora el poder criminal de los cárteles, todos los comentarios y las interpretaciones sobre la crisis parecen basarse en un equívoco. Ese poder hay que mirarlo, clavarle la mirada en el rostro, en los ojos, para entenderlo. Ha construido el mundo moderno, ha engendrado un nuevo cosmos. El Big Bang ha partido de aquí.” Pg. 52.
O estas otras palabras: “Puedes pensar que ocuparte de todo esto es una manera de redimir al mundo. Y a lo mejor en parte es así (…) Pero la verdad, obviamente mi verdad, es que solo hay un motivo por el que decides permanecer dentro de estas historias de hampa y traficantes, de empresariado criminal y matanzas. Huir de todo consuelo. Decretar la inexistencia absoluta de cualquier bálsamo para la vida. Saber que lo que sabrás no hará que te sientas mejor. Y sin embargo tratas continuamente de saberlo. Y cuando lo sabes empiezas a desarrollar cierto desprecio por las cosas. Y al decir cosas me refiero justamente a eso, las cosas. Llegas a saber enseguida cómo están hechas las cosas, cuál es su origen, cómo van a acabar.” Pg. 105.
Y estas: “Respeto: palabra manchada por el uso que de ella hacen las mafias de todo el mundo (…) En cambio, quien se pone de parte de la justicia pierde muy a menudo incluso esa certeza. ¿Qué le queda? ¿Puede una opción de libertad transformarse en la soledad más radical? ¿Puede un acto de justicia verse recompensado con la infelicidad? Invisibles. Como fantasmas. Como las sombras del averno. Pienso a menudo en ello cuando, en mi interior, trato de saldar cuentas con quien me acusa de haber tenido demasiada atención pública. Nada reemplaza a los amigos que se pierden, las ciudades abandonadas, los colores, los sabores, las voces, el uso de un cuerpo que puede moverse libremente, caminar, sentarse en un murete para mirar el mar, sentir el viento penetrando en la ropa. La atención pública puede pesar sobre uno como una especie de prisión. Pero es también pariente del respeto. La atención te transmite que mi existencia cuenta para los demás. Te dice que existes.” Pg. 257.
Y para terminar y no alargar demasiado las citas: “Nada es más poderoso que la lectura, nadie es más embustero que quien afirma que leer un libro es un gesto pasivo. Leer, sentir, estudiar, entender es el único modo de construir vida más allá de la vida, vida junto a la vida. Leer es un acto peligroso porque da forma y dimensión a las palabras, las encarna y las dispersa en todas direcciones. Lo pone todo patas arriba, hace caer de los bolsillos del mundo monedas y billetes de polvo. (…) Conocer es empezar a cambiar.”Pg. 483.

Yo puedo jurar que he leído este libro con atención, con admiración y con mucha rabia.

lunes, 27 de octubre de 2014

UN DÍA PARA CONOCER (V)


No duró mucho el descanso que se prometieron pues, el sábado siguiente, dos de los caminantes, tal vez más propensos al realismo, al materialismo o a la base racional del conocimiento, parecían tener prisa en pegar la hebra y en animar la charla. Así, uno de ellos alegó lo siguiente:
“En la última salida dejamos como consecuencia lógica la probabilidad de la existencia de Dios como sustentador de las ideas y de la sustancia última de las cosas externas, puesto que esas cosas son incapaces de actuar como sustancias activas y porque somos nosotros los que activamos las sensaciones y apariencias que nos llegan desde ellas.”
El caminante que había determinado la lógica de esa existencia asintió, aunque no parecía tener muchas ganas de entrar en discusión ni mucha práctica en ella.
“El asunto no es de ahora -prosiguió el materialista-; ya quedó bien fijada esa postura en Platón, hace casi 2500 años. Después el cristianismo se apropió de la teoría y la adaptó a sus doctrinas. Más tarde, el idealismo repasa muchas escuelas filosóficas y muchos filósofos de todas las épocas. Por resumir, buena parte de la filosofía alemana anda en esa línea.
Pero a Platón le salió enseguida un crítico en su discípulo Aristóteles, mucho más pegado a la realidad y a la experiencia. Y, a partir de él, se desarrollan sus posturas en otras escuelas filosóficas, entre ellas muchas de las ideas de la filosofía inglesa.”
De nuevo el caminante idealista se quedó perplejo y como aturdido: él no estaba versado en la filosofía y no estaba dispuesto a refutar casi nada de lo que se dijera. El caminante materialista prosiguió:
“Nuestra mente no es más que una encrucijada y una superestructura en la que se cruzan neuronas y conexiones que producen reacciones químicas y que interactúan con los elementos exteriores. La ciencia y todo su desarrollo no han hecho otra cosa que trabajar en el conocimiento de todos esos elementos y de sus actividades, para poderlos conocer mejor y para poder conocernos mejor. Y cada adelanto científico no hace otra cosa que arrancar una hoja al libro del idealismo, y, sobre todo, al libro de la religión como refugio de nuestras limitaciones. Si la sensación del agua de la ducha fue diferente en ambas manos es porque la conexión química entre el agua y las manos fue diferente y se produjo en condiciones distintas. Lo mismo se produce con la visión que cada uno tiene de la montaña de enfrente, e incluso de las ideas más abstractas, que se elaboran a partir de las combinaciones de elementos más simples.”
Aquella parrafada no molestó al caminante idealista, pero lo dejó demasiado confuso como para intentar argumentar en contra. Tal vez se sintió un poco desamparado. En su ayuda vino otro de los caminantes que terció en la conversación:
“Parece que cada adelanto se pone de parte de la materia como elemento configurador del ser humano, de su historia y de sus actividades. Pero al árbol le quedan muchas hojas sin caer y convendría no dar por cerrado el asunto. El ser humano se sigue sintiendo desvalido y hasta temeroso; necesita acudir a algún remedio que le calme y le dé cierto sentido de paz, aunque su razón no alcance con la explicación adecuada. Y esta postura debería entenderse no solo desde el punto de vista religioso sino incluso desde una humilde postura racional. Los principales pensadores se muestran cautos en sus teorías, a pesar de sus convicciones y de sus exposiciones razonadas. El asunto es tan extenso y tan complejo como para que solo lo dejemos caer; es como si abriéramos una ventana y ante nosotros apareciera una inmensa pradera y un horizonte infinito. Mientras seguimos indagando en ambas direcciones y leyendo aportaciones de sabios en los dos sentidos convendría tal vez seguir razonando nuestras sensaciones y operando como nuestra capacidad mental nos lo permita: no podemos renunciar a ello porque es lo que de verdad nos ennoblece y nos humaniza.”

El caminante materialista quiso intervenir enseguida pero el que andaba terciando rogó que la discusión no se alargara más. De modo que le hizo un guiño de complicidad y de comprensión y le invitó a repartir el té que con tanto tino había preparado una vez más. El caminante idealista pareció sentirse aliviado y como libre de una carga confusa y extraña. La montaña seguía altiva y el sol lucía en su cenit. Los sabores del té y del aguardiente tal vez fueran diferentes en el paladar de cada uno de los caminantes, pero en todos resultaba extremadamente agradable.

jueves, 23 de octubre de 2014

UN DÍA PARA CONOCER (IV)



El sábado siguiente volvieron a practicar su costumbre de pasar la mañana en el campo. Aquel día cambiaron su ruta y se dirigieron río abajo, por el camino llamado de la umbría. No se cansaban de admirar la lujuria del paisaje y esto les llenaba de ánimo y hasta de contento.
De pronto, cuando parecía que no se pensaba más que en la magnitud del doble puente que sobre ellos se cernía, uno de los caminantes que menos había hablado los días anteriores, seguramente por no estar muy interesado en el asunto, pegó la hebra y se desató:
“He estado pensando durante toda la semana en lo que hemos hablado los últimos días de paseo por el campo. Y cada día tengo más interés y más dudas. Recuerdo que se decía que las sensaciones solo se pueden crear en nosotros mismos, que son imágenes de las cosas, pero que no son las cosas mismas; es más, que no podemos conocer la esencia de las cosas porque las imágenes hechas ideas no pueden existir fuera de la mente.”
Los demás caminantes se miraron sorprendidos por el interés de su compañero y por la certeza y la confirmación de que había estado muy atento a lo que en los días pasados se había dicho.-
“Más o menos eso es lo que se comentó”, respondió otro de los caminantes.
“Y recuerdo que se opinaba que eso no quiere decir que las cosas no existan, sino solo que ellas no pueden mandarnos sensaciones y que, por ello, no podemos conocer ni su esencia ni siquiera su existencia.”
Los compañeros de camino prestaron más atención, mientras seguía hablando.
“Y dejamos abierta la posibilidad de que fuera necesario que algún elemento o ser tuviera capacidad para sustentar la esencia de las cosas, aunque nosotros no seamos capaces de llegar hasta ellas.”
“Eso dijimos”, se le contestó.
“Estoy pensando, entonces, en que eso nos puede llevar a considerar la probabilidad de la existencia de un ser externo a nosotros, con capacidad para sustentar la esencia de las cosas, su realidad más duradera, con poder para despertar en nosotros las sensaciones y para dejarnos desarrollar las ideas en nuestra mente.”
Aquello merecía una parada, un buen trago de vino de la bota y una felicitación El caminante parlanchín se había venido arriba y se mostraba eufórico: en su vida se había visto en otra igual pues sus preocupaciones más bien tenían que ver con asuntos más próximos e inmediatos.
“Y, si existe ese ser que necesitaríamos para explicar el embrollo en el que nos habíamos metido, ¿cuál puede ser su naturaleza?”
El asunto había llegado tal vez a su punto culminante y no se quiso cortar.
“Como yo soy muy religioso -dijo-, no se me ocurre otra posibilidad que la existencia de eso que llamamos Dios. Eso me reforzaría en mis convicciones y en mis creencias. No sé qué tendrían que decir en este momento los ateos y los escépticos.”
Algún caminante se quedó perplejo, esbozó una sonrisa y felicitó a su compañero.
“La deducción parece del todo lógica. Pero para ello el razonamiento tiene que haber seguido todo el camino en forma correcta y eso tal vez no esté tan claro. Pero hoy deberás quedar como ganador del partido y con la felicitación. Otro día dejaremos hablar a los filósofos materialistas y aduciremos alguno de sus principios. Nos daremos un descanso para rumiar con calma estas conclusiones.”

El día se puso más claro y el rumor del río seguía acompañando a los caminantes mientras continuaban con la charla, ahora ya por otros derroteros, y siempre con las sensaciones nítidas del olor y del sabor de las viandas y del té que siempre les acompañaba. 

miércoles, 22 de octubre de 2014

UN DÍA PARA CONOCER (III)


El sábado llegó y la vuelta al camino se produjo. O al menos esa fue la sensación que percibieron los caminantes. El otoño había avanzado inexorable y la mezcla de la humedad y de la buena temperatura había producido un cambio de tonalidad en los bosques y en toda la naturaleza. O esas eran las sensaciones. Y el caso era que los árboles, si es que eran, seguían siendo los mismos.
La conversación no tardó en fluir. Y el asunto de la semana anterior se adueñó del diálogo. El primer caminante confesó abiertamente las dudas que le habían surgido con el asunto de la ducha y del resto de la casa. Los demás en realidad no habían hecho los deberes, aunque alguna tentación sí que les había surgido en sus ratos libres. El caso es que volvieron a engolfarse en el asunto de las percepciones y de las ideas, de la realidad exterior y de la posibilidad o imposibilidad de llegar hasta ella para conocerla, del escepticismo que eso podía provocar en cualquiera, de cómo se podía dar consistencia a las sensaciones y a las ideas, y hasta de la necesidad o no de que algo o alguien tuviera que contener y soportar todas las sensaciones e ideas.
Alguno de los caminantes miraba como asustado, por su falta de costumbre en tratar estos asuntos tan extraños; otros, sin embargo, se mostraban casi eufóricos por poderse explayar sobre algo que tenían vedado en sus conversaciones mostrencas de diario.
El diálogo prendió hasta llegar al convencimiento de que, en realidad, andaban, con sus limitaciones evidentes, tratando de dar forma a algo que se acerca a la manera de entender el conocimiento humano. Nada menos. Como aprendices de filósofos peripatéticos o de vagamundos indolentes, que en poco o en nada se interesaban por otros intereses más visibles y sociales.
Con el final del repaso a las viandas llegaron a la conclusión de que, en verdad, en este asunto se apoyaba toda la división entre lo que se conoce como idealismo y materialismo filosóficos. Y se quedaron tan panchos y satisfechos pegándo un repaso de índice a los autores ingleses y alemanes sobre todo.
En cualquier caso, quedaron en seguir hablando de todo esto en otra ocasión.

Pero todo lo habían envuelto con las sensaciones de la naturaleza y de sus componentes. Y con los sabores y olores de todo lo que, según sentían, contenían sus mochilas y sus termos y sus botas de vino. Porque, con realidad exterior o no, con su conocimiento o no, ellos seguirían al amparo de las sensaciones que les llevaban cada sábado lejos de las calles, hasta perderse en los caminos de la naturaleza.

UN DÍA PARA CONOCER (II)


Pero el caso es que el primero de los caminantes llegó a casa, abrió el grifo de la ducha y, en la misma ducha, sufrió otro contraste que no llegó a entender. Un momento antes había colocado en el congelador de la nevera unos productos y la mano se le había quedado fría. Cuando entró en la ducha sintió en una mano que el agua salía fría, y en la otra notaba una sensación muy agradable entre temperatura templada y cálida. Y así, en ese momento tan inoportuno en el que lo más conveniente era dejarse empapar por el agua que sale extendida de la alcachofa, como agua de lluvia mansa y reconfortante, se paró y se mostró indeciso, sin saber si era bueno colocarse bajo el agua o dejar que el líquido saliera más caliente. ¿O más frío? Porque, la sensación de una mano era totalmente diferente a la de la otra.
Entonces, ¿el agua estaba caliente o estaba fría?, ¿la temperatura estaba en el agua o en las manos? En el agua parecía imposible porque, si así fuera, no era posible que de ella se desprendieran dos sensaciones distintas a la vez. Y, si estaba en él mismo, ¿qué era lo que proporcionaba el agua?, ¿cómo podía saber siquiera que aquello era agua si no sostenía ninguna sensación en su esencia? Su mente empezó a zozobrar y a dudar hasta de la existencia real de la misma agua. Porque, si de las cosas solo le llegaban las sensaciones y estas no estaban ni en los mismos aparentes seres sino en él mismo, que las recibía y les daba vida en tanto que las recibía, ¿cómo poder afirmar que estaba en la ducha y que aquello era una ducha con agua y con cristales?
Por si acaso, se metió debajo del agua, y menos mal que aquello pareció acomodarse a la misma temperatura; o sea que, fuera cual fuera el origen de las sensaciones, el creyó que se había duchado porque se sintió relajado y vital. Menos mal, parecía que se habían igualado las sensaciones; y eso que el calentador del agua funcionaba de manera homogénea y no se podía entender esa transformación.
Pero le ocurrió lo mismo al salir al pasillo, camino de su habitación. Entonces se sintió desnudo: esa fue su sensación más evidente. Sin embargo, le dio por pensar en si no ocurriría lo mismo que con la sensación del agua… Y empezó a dudar de sí mismo, de su realidad corporal, de las paredes del pasillo y del armario que creía sustento de sus ropas. Y comenzó a sentir sensación de vértigo al pensar en la posibilidad de que el piso en el que vivía no fuera tal cosa. Y se sintió en el vacío. Y miró hacia el suelo y no lo encontró. Y alzó los ojos al cielo y creyó ver el sol pero ya no estaba seguro de nada, y menos del color del mismo…
Y lo más seguro de todo era que las sensaciones de haber ingerido líquidos por la mañana ya no existían ni en el menor rastro. Y todo parecía que flotaba y que se diluía en una irrealidad y falta de consistencia, hasta el punto de sentir la soledad, el vacío y la imposibilidad de afirmar la existencia de las cosas en eso que hasta ese mismo día había considerado la realidad más visible y esencial.
Solo le quedaban las sensaciones y las ideas. Y todo lo tenía en él mismo. No podía negar la realidad de las cosas, pero no se atrevía a decir nada de ellas salvo lo que sentía en él mismo. Eso no era poder dar cuenta de la realidad exterior y sí era aceptar la imposibilidad de llegar a conocerla y, por tanto, a afirmarla.

La verdad es que también se sintió amodorrado y con sueño. La siesta le esperaba. No era seguro que la cama fuera cama de verdad. Ni siquiera que existiera realmente la cama. Más tarde, o acaso el sábado siguiente, seguiría dándole vueltas a esta duda que crecía y se apoderaba de su ánimo, y que, de ser cierta, le privaría de casi todo y lo dejaría desnudo y ante el peligro de sí mismo y de sus ideas como única realidad. Qué aventura.

lunes, 20 de octubre de 2014

UN DÍA PARA CONOCER


El día estaba claro, el sol se dibujaba en todo lo alto como un globo amarillo, de no se sabía dónde procedían unos sonidos suaves de pájaros, olía a restos de rocío y de romero.
Los caminantes ascendían lentamente hacia los Picos. Cada cinco minutos descansaban y volvían la vista hacia el valle y hacia la montaña que se agigantaba al frente. Conocían muy bien cuál era la altura de la montaña y cómo se coloreaba en sus faldas, sabían cuál era la distancia que los separaba de ella desde aquel lugar, hasta el desnivel del camino tenían en sus apuntes.
De pronto, todo se les vino abajo. A medida que ascendían se daban cuenta de que los ángulos de visión cambiaban, de que la distancia era percibida de manera diferente por cada uno de los cuatro caminantes y de que la gama de amarillos del sol era descrita de manera distinta por cada uno de ellos.
Las preguntas terminaron por hacerse inevitables: ¿El color está en la montaña o está en nuestra mente? ¿Y el color del sol? ¿Y la distancia existe fuera de nuestra percepción? ¿Es real fuera de nuestras mentes el sonido de los pájaros? ¿Por qué los percibimos de manera distinta si son reales fuera de nosotros? Algo falla en lo que llamamos percepción y acaso llegar hasta el conocimiento de la realidad no es tan sencillo.
La parada se hizo un poco más larga y la conversación se desató perdiendo el primer tributo que los caminantes tienen que pagar a la ascensión: el silencio. Las preguntas se multiplicaron aplicadas a toda la realidad inmediata y lejana. Ahora no sabían si lo que sentían tenía realidad externa o era una creación mental simplemente; si existían los seres sustentando las posibles cualidades y sensaciones que percibían o todo se resumía en ideas y elaboraciones personales de esas sensaciones.
La ascensión se hizo más lenta y sorprendente: ya nadie podía asegurar que llevaba mochilas ni que el camino estaba defendido por serbales ni por otras plantas, aunque seguían hundidos en las sensaciones de olores y de visiones. Los caminantes comenzaron a mirarse detenidamente unos a otros y a desconfiar de sí mismos y de su propia realidad. ¿Allí había caminantes reales o sencillamente lo que se percibía eran cualidades inmediatas que despertaban en cada una de las mentes de los caminantes?
Los comentarios se producían cuando aún no se habían detenido para saciar su hambre de comida y de bebida. Porque había buen hornazo, buen té, buen aguardiente y buen vino; vaya que si había. O al menos las sensaciones eran suficientes como para asegurar que aquello era lo más parecido a lo que creían real.

Después se pusieron deberes para poder seguir hablando del asunto en la próxima salida. En la bajada no era lo más conveniente pues las sensaciones de los aromas de las bebidas ponían todo más complicado y difuso.

domingo, 19 de octubre de 2014

ALGUNAS INTUICIONES

       ALGUNAS INTUICIONES

.- Los seres humanos crean conflictos y malos entendidos, pero los conflictos y los malos entendidos también configuran a los hombre y los crean.

.- ¿Puede ser objetiva una pasión? Ojo, tal vez sea lo más objetivo que existe.

.- No te importe manifestarte abiertamente; serás entonces el más secreto y el menos atendido.

.- Norma de éxito social: ¿Para qué hacer las cosas sencillas si se pueden hacer complicadas y oscuras?

.- Es mucho más benévola la crueldad que el desprecio.

.- No escondas lo bello, pero tampoco lo pregones: ello solo se multiplicará.

.- La justicia es una imposición humana, por eso es restringida y variable; el terror viene de fuera, por eso es universal.

.- La verdad puede ser objetiva, nuestra aproximación a ella es siempre parcial; por eso nadie tiene el monopolio de la misma.


.- Acaso la existencia lleva aparejada la aparición del mal, pero el temor del mal nunca pude eliminar la existencia.

sábado, 18 de octubre de 2014

ALGUNAS IDEAS QUE ME PRESTA CONDILLAC (Y II)

.- Pero la observancia de efectos nos hace pensar en la existencia de causas que los sentidos no perciben.

.- La moralidad consiste únicamente en la conformidad de nuestras acciones con las leyes. La Naturaleza ha dictado esas leyes y no está en nuestro poder crear otras diferentes.

.- Atención, comparación, juicio, reflexión, raciocinio, entendimiento no son más que distintos grados de sensaciones.

.- A partir de ellas podemos definir la necesidad, la desazón, el deseo, la inquietud, la pasión, la esperanza, la voluntad y el propio entendimiento.

.- Expliquemos solo aquello que puede ser explicado, y no nos empeñemos en dar razón de todo.

.- Sentimos en tanto que nuestros órganos son tocados. Por ello, se pueden considerar el olfato, el oído, la vista,  y el gusto como prolongaciones del tacto.

.- Las ideas en las que no pensamos no existen en ningún sitio, solo existen mientras están modificando el entendimiento.

.- Los hábitos del cerebro pueden recuperar las ideas desde la memoria. Cuando pierde los hábitos, se pierde la memoria.

.- Solo podemos analizar por medio del lenguaje. El arte del raciocinio se ha iniciado con las lenguas.

.- Primero está todo confuso en el lenguaje, después se convierte en concreción y análisis.

.- No hay ideas innatas porque el análisis se aprende.

.- El hombre no ha hecho deliberadamente más que las cosas que ya había realizado sin habérselo propuesto.

.- Pensamos con las lenguas; ellas forman nuestros conocimientos, nuestras opiniones y nuestras preocupaciones.

.- Los filósofos son, sobre todo, los que han introducido el desorden en el lenguaje al querer un modo de pensar y un lenguaje exclusivamente suyo.

.- El arte de razonar se reduce al arte de hablar bien.

.- Todas las ciencias serían exactas si en todas se hablase un lenguaje muy sencillo.

.- Los progresos de las ciencias dependen únicamente de los progresos de las lenguas.

.- Ecuaciones, proposiciones y juicios, en el fondo, son la misma cosa, y, por tanto, se razona de igual forma en todas las ciencias.

.- A falta de evidencia de la razón, tenemos la evidencia de los hechos y de los sentimientos.


.- La memoria no es más que la sensación transformada.

viernes, 17 de octubre de 2014

ALGUNAS IDEAS QUE ME PRESTA CONDILLAC (I)



      ALGUNAS IDEAS QUE ME PRESTA CONDILLAC
.-Todos los conocimientos proceden de las sensaciones.

.- Al ser humano es el tacto el que le da la seguridad de la existencia del mundo exterior.

.- Es absurdo creer que conocemos las esencias de las cosas: lo único que conocemos son sus cualidades.

.- El orden lógico de las ideas viene a ser una especie de reflejo del orden biológico.

.- Antes de pensar es necesario averiguar cómo se piensa.

.- La facultad de sentir es la primera de las facultades del alma.

.- No tenemos todos iguales conocimientos porque no todos hacemos igual uso de los sentidos.

.- Los sentidos son solo el medio, pero es solo al entendimiento al que pertenecen las sensaciones.

.- Reglamentar las sensaciones consiste en observar cómo las hemos conducido bien en otras ocasiones.

.- A los niños solo podemos enseñarles lo que ya saben.

.- Nuestras facultades son las que nos instruyen según nuestras necesidades.

.- La naturaleza es quien mejor advierte de los errores.

.- Sus mejores lecciones las da desde el placer y desde el dolor.

.- Solo desde la observación y desde la experiencia adquirimos nuestros conocimientos.

.- Se pueden ver muchas cosas a la vez y no aprender nada.

.- La selección, la concentración en una cosa, la comparación, la recomposición… el ANÁLISIS es el método de conocimiento.

.- Analizar no es más que observar el orden de las cualidades de un objeto para darle, desde el entendimiento, el orden simultáneo en el que existe.

.- En el recuerdo solo conservamos las sensaciones que las cosas no han causado.

.- El mejor maestro de todos es la Naturaleza.

.- En lo que sé es donde empieza todo lo que ignoro y todo lo que me es posible aprender. Solo se puede ir desde lo conocido a lo desconocido.

.- Primero son las ideas individuales, pero pronto se hacen generales.


.- Un buen sistema de ideas se halla observando la Naturaleza.

jueves, 16 de octubre de 2014

EL CARRIL DE PAJA

Ángel MENOYO PORTALÉS
El carril de paja
Introducción y edición de Jesús A. García

Es el trabajo callado y desinteresado de las gentes el que sirve casi siempre para rescatar del olvido todo aquello que no cumple los cánones de la moda y del mundo de apariencias en el que nos movemos. Tal vez porque andemos ya hartos de tanta improvisación sin consistencia. El DRAE define la Memoria como la “Facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado”. Los filósofos y los poetas se encargan de presentárnosla cargada de connotaciones diferentes, pero siempre han de partir de ese hecho de mantenimiento del pasado en el presente
Pero no ha de ser todo lo que se repita y vuelva, sino solo aquello que por su huella nos convoque; aquello que, por su curiosidad, nos invite; aquello que, por cualquier razón importante, nos hiera y nos atraiga para darnos certeza de que, al fin, somos recuento del pasado en un proceso hacia el futuro.
Es verdad que un mismo suceso no deja la misma huella en todos nosotros y que cada uno se siente atraído por hechos diferentes porque sus tiempos y sus espacios también son diferentes, porque sus circunstancias son específicamente las suyas y porque el contexto de cada individuo alcanza cuatro pasos y un ratito de tiempo.
El libro El carril de paja fue publicado hace ya un siglo y ha llegado en su rescate, en esta nueva edición, el esfuerzo de ciudadanos de varios pueblos (Fuentes de Béjar, La Cabeza de Béjar, Nava de Béjar) y el trabajo concreto de Jesús A. García. A su introducción remito para no repetir elementos y solo añadiré alguna consideración personal.
Esta novela breve se instala en el género de novela costumbrista, regional o de realismo local. Diversas circunstancias (esto es erudición académica y poco añade aquí) prepararon el clima apropiado para su renacimiento y su expansión. En todas ellas es factor común el ensalzamiento de elementos de tipo local y regional desde un punto de vista idealizado y no siempre pegado a la realidad más diversa y gris. Por lo demás, se suelen repetir los esquemas argumentales más simples y tradicionales, que se suceden de una manera lineal y nada sorpresiva. Las dualidades rico / pobre, honrado / despechado, amo / criado… siempre aparecen y se resuelven sin conflictos imprevistos y con una realidad muy mostrenca. Los elementos de imposición social, religiosa y económica se adivinan tras estas sencillas historietas noveladas. Y las adivina quien quiere leer entre líneas, porque no se suelen encarar directamente; más bien casi todo se dulcifica y se sucede de manera blandengue y sin reflexión alguna.
El carril de paja recoge, sin embargo, como muchas otras novelas de este tipo y de esa época, otros valores mucho más interesantes, a mi juicio. Son valores esencialmente de dos tipos. El primero tiene que ver con la descripción de usos y costumbres, y el segundo con sus aportaciones lingüísticas.
Muchos de estos textos (El carril de paja también) parecen estar pensados no tanto para el desarrollo de una trama novelesca, en este caso amorosa, como para dar cuenta de las principales rutinas, celebraciones y costumbres que iban, y que van, tejiendo la vida cotidiana de las comunidades. De este modo, los verdaderos protagonistas terminan siendo las comunidades (en El carril de paja, Fuentes de Béjar, Nava de Béjar y La Cabeza de Béjar), sus actividades comunes y sus costumbres más arraigadas. Juan de la Cruz Expósito, Chinarro, no es más que la cara de los demás, el que toma a su cargo dar vida a la colectividad. Tal vez por ello “Nadie sabía de qué peña se había desprendido aquel chinarrillo, que al caer al arroyo de la vida había de ir dando tumbos entre sus corrientes aguas para desgastarse (…) hasta ir a parar al mar sin límites de la eternidad.” Pg. 54
A través de él, o a su lado, el lector va a conocer costumbres propias de estos espacios y de estos principios del S. XX, época en la que se desarrolla la novela, así como elementos de la vida cotidiana: herramientas de segadores (pg. 67, 68); vestimenta femenina del lugar (pg. 73); de las comarcas de la provincia de Salamanca (pg. 110; 111) y de boda (pg. 134); desarrollo de un baile típico con su cambio de parejas (pgs. 74, 75…); la costumbre de “pagar la cántara” (pg. 70); el transporte del costal de trigo de la ofrenda de boda (pg. 84); los utensilios propios de una mesa en el pueblo (pg. 94); la costumbre del pañuelo en el carro al acabar las labores en la era y sus implicaciones sociales (pg. 102…); la distribución física de una casa de pueblo (pg.120); y, por encima de las demás, la tradición llamada “del carril de paja”, que da nombre al libro. Todo un compendio de hechos que dan algo más que colorido a una comunidad pues marcan muchas de las causas que explican su realidad a través de los tiempos.
Al lado de este valor de contenido, la novela aporta un caudal lingüístico de notable importancia. Lo hace tanto en el nivel fónico como en el léxico. Todo el texto está cuajado de palabras de uso popular tanto en la expresión fónica como en el uso específico que de ellas se hace en una determinada comarca.
El nivel fónico es el mejor representado. En realidad vienen a ser variantes propias del medio rural, de un ambiente en el que sus habitantes se manifiestan desde la lengua oral descuidada y económica, lejos de la reflexión y la escritura. Por ello, estas desviaciones se pueden hallar en muchos otros lugares, aunque estén alejados geográficamente. Solo en la página 86 anotamos estos ejemplos: maldá, por maldad; tos, por todos; respetale, por respetarle; calunia, por calumnia; lo mesmo, por lo mismo; naide, por nadie; na, por nada; hacese, por hacerse. Lo mismo sucede en el plano léxico. Así jeta, por cara; to (pg. 92), con valor de interjección, tan propia en las tierras de la comarca de Béjar; laísmos muy frecuentes, y muchos ejemplos que jalonan todas las páginas del libro… A veces de la impresión de que el autor de la novela pone empeño excesivo en señalar esas diferencias de expresión entre los usos populares de las gentes de esos lugares y el modelo general de la lengua. Y, cuando el empeño es excesivo, no siempre el resultado es el más fidedigno. Como se ve, son variantes que tienen una explicación muy sencilla tanto desde el punto de vista lingüístico como desde el sociológico, pero que, en su abundancia y extensión, vienen a ser uno de los elementos de identificación más evidentes de una comunidad.
Los usos lingüísticos y las costumbres sostienen la trama de la novela; pero sobre todo sostienen la trama vital de una comunidad y de unas tierras que mantienen con ellos el hilo conductor de sus vidas y el de las de sus antepasados. Rescatarlos y reproducirlos es afianzarlos y dar muestra de que se respetan en el recuerdo y en el presente, y de que, aunque la vida es un río que fluye y que, como le sucede a Chinarro, camina inevitable hacia la mar, quiere ser vivida en el gozo de la comunidad y en la seguridad de que somos lo que hemos sido. La memoria no solo guarda el recuerdo sino que lo actualiza cada vez que nos sentamos a mirarnos y a mirarlos.
Esto y mucho más (diálogos, escenas, caracterización de personajes, esquema de tragedia rural, reflejo de una sociedad encogida en costumbres e imposiciones económicas y religiosas sorprendentes desde una perspectiva del siglo veintiuno…) es lo que aportó Ángel Menoyo Portalés hace un siglo y esto es lo que ha rescatado Jesús A. García y ha puesto a nuestra disposición. Ahora solo queda degustarlo y darse por aludido por lo que en la novela se describe o se sugiere. Pero esta es ya labor del lector.

martes, 14 de octubre de 2014

HAIKUS


HAIKUS

Las sensaciones:
mensajeras de vida
y de pensamiento.


Espacios frágiles
en los blancos espejos:
retratos rotos.


Reo de muerte:
el acordeón del tiempo
cierra sus teclas.



La noche incierta:
los sueños se preparan

a dar batalla.

lunes, 13 de octubre de 2014

EL DESFILE DE LA ESCRITURA


La aventura especial de la escritura siempre lleva por caminos extraños y desconocidos, llenos de sorpresas y de resultados inesperados. Escribir implica siempre inventar y después seleccionar, dejar por el camino un lastre demasiado grande, aunque resulte invisible para todos menos para el creador. Porque la elección exige precisamente eso: inventar y olvidar, tomar y tirar, mirar y volver la vista hacia otro lado que resulte más atractivo. Y en ese ejercicio interminable siempre queda la conciencia de que esa elección pudo haber sido otra muy distinta, acaso más exacta y más brillante, tal vez más atractiva para el receptor de lo que se ha elegido y se presenta ante el propio creador y ante el que recibe el producto ya elaborado. En fin, es el dolor y el placer de la escritura, el embarazo y el parto inevitables, el devaneo y el acto milagrosos.
Hoy pensaba en una parte de esa presentación, en el traje real del emperador, en la vestimenta, en el disfraz visible de esa escritura, en la distribución de tinta y de espacios, en las pausas y ritmos de grafías, en tipografías y otros abalorios imprescindibles.
Hay muchas posibilidades en la presentación gráfica de los contenidos. No estoy muy seguro de que el lector medio se fije demasiado en estas cosas; más bien lo imagino dejándose llevar por la riada de los acontecimientos y por lo que representan paisajes y personajes. Parece una equivocación evidente y una renuncia a la degustación más lenta y exquisita de lo que se nos pone encima de la mesa.
Se han ensayado múltiples posibilidades de representación gráfica y tal vez todas sean buenas; pero lo que se afirma es que el resultado de la elección de una de ellas y el rechazo de las otras posibilidades recrea un producto distinto en cada caso, y elegir uno u otro implica un estilo diferente y una oferta artística peculiar. ¿Qué otra cosa puede ser el arte  si no es la elección que se hace de los elementos y la distribución que se ensaya con su mezcla?
He leído hace unos días la novela de Arturo Pérez Reverte “El tango de la guardia vieja”. No entro en otras consideraciones. Me llama la atención, como rasgo de estilo, la manera en que mezcla los diálogos cortados y breves con el avance de la narración. Pero sobre todo la forma en que corta y separa las oraciones, incluso en sus elementos. Por ejemplo, la separación gráfica -incluso con punto- de complementos equivalentes que pertenecen a la misma oración. Así, por ejemplo: “Después de la guerra tuve una época buena -prosigue-. Todo eran negocios, reconstrucción, nuevas posibilidades. Pero fue un espejismo. Salía a escena otro tipo de gente. Otra clase de canallas. No mejores sino más burdos. Hasta se volvió rentable ser grosero…” Pg. 414. En otros casos incluso ordena oraciones separadas solo con adjetivos equivalentes y  con la misma función sintáctica que, lógicamente, pertenecen al mismo sintagma.
Es solo una muestra mínima de algo que jalona todo el libro.
Mostrar una realidad con traje flamenco o con traje de lagarterana no da la misma impresión y hasta termina cambiando la sensación y hasta la realidad misma.

¿Por dónde andará la concentración y la percepción de cada uno cuando se abre el libro y se nos ofrece ese diálogo mudo con sus páginas?

sábado, 11 de octubre de 2014

DE PINTORES Y DUQUES DE LA CIUDAD ESTRECHA


Mañana de otoño bejarano en los caminos de la sierra y de la Dehesa de Candelario. El otoño bejarano es lo más parecido al paraíso soñado; intentar describirlo es en realidad tarea vana e innecesaria: vivirlo es lo supremo, y con buenas viandas, mejor.
Tarde de inauguración de pintores de la tierra con cuadros de corte realista que reproducen rincones y paisajes de aquí, de esta ciudad estrecha pero de paisaje lujurioso. En Béjar hay muchos pintores, bastante desiguales y de todos los niveles. Me gusta que se exponga y se dé a la luz el talento de esta gente y de su especial mirada acerca de los aspectos físicos y urbanos: su mirada es otra, como es otra también la mirada de los poetas o de los fotógrafos o de cualquier otro intérprete o creador. Entre todos componen un álbum variado, multicolor e interesante de esta realidad física y humana que va arañando la Historia en estos lugares serranos.
Y tarde para la presentación de un libro de tinte histórico: “La participación del X Duque de Béjar, D. Manuel de Zúñiga, en el sitio de Buda (1686)”. Su autor, Emiliano Zarza Sánchez, glosó toda la trayectoria de este personaje en un hecho de gran alcance histórico. Habíamos premiado esta obra hace ya meses en el premio ciudad de Béjar y ahora veía la luz. Yo ya conocía el texto e incluso creo haber dejado alguna nota en esta ventana. Sigo considerando que la historia de estas tierras, las de la llamada Tierra de Béjar, que ocupaban una amplia comarca de las actuales Salamanca, Cáceres y Ávila, se sigue escribiendo desgraciadamente desde los vértices de los nobles y de sus andanzas, venturas y desventuras; como si el resto de la población no importara o simplemente no existiera.
Los historiadores lo tienen poco bien porque la documentación apenas recoge datos de quienes no estaban a la cabeza de todo, de los que no eran dueños y señores de territorios, personas y vidas, o sea, de las personas normales, que eran prácticamente todas. A cambio, los archivos están llenos de todo tipo de detalles de nobles y de clérigos.
Pero es que recorrer la Historia con ojos de ahora es echarse enseguida a llorar y a jurar en arameo. Este noble duque de Béjar se fue a Budapest como cruzado, a buscar la gloria entre los nobles europeos y a intentar salir a flote de una situación económica muy precaria en su casa ducal. El ambiente barroco y de contrarreforma puso el decorado general, la situación de la casa ducal le proporcionó el marco, y ese honor mal entendido en aquel tiempo lo empujó a sacar pecho ante sus semejantes.
El resto de personas de la familia se encargó de explotar todo lo que sus circunstancias especiales de muerte dieron de sí. Por si fuera poco se le atribuyeron hasta milagros al buen hombre.
Hasta 1868 esta estrecha ciudad vivió en este plan de dominio nobiliar, aunque se iba apaciguando poco a poco. En realidad uno tiene la impresión de que hasta la Segunda República no se ha vivido un atisbo de verdadera modernidad, en el sentido de considerar a todas las personas iguales en derechos.
Revisar la Historia es llorar, e imaginar el desarrollo de la gente “normal” en períodos pasados es para echarse a temblar. Con duques, con vizcondes, con marqueses, con clérigos curas, arciprestes y obispos, y con la madre que los trajo al mundo a muchos de ellos.

Uno se asusta con los talibanes actuales. Cuidado, los ha habido siempre. Y siempre tan peligrosos como ahora.   

jueves, 9 de octubre de 2014

ELOGIO DEL OLFATO


Sospecho que es el olfato el sentido más raro y menos próximo. Todo se ve y se mira, se gusta lo que se puede y se convierte en materia de choque y de contacto, se oye ruido continuo (aunque se escucha poco o tal vez nada), se toca sin cuidado y como al mando de un impulso iniciático. Pero se huele poco; o eso parece a simple vista.
Tal vez es el olfato ese sentido oculto que te pone en contacto con los otros, que despierta del sueño y pone en guardia al resto de sensaciones. Desde el olfato nos vamos a la vista, a saciar la curiosidad de lo que vela el olor y lo que esconde su esencia; desde el olfato nos vamos a dejar que todo fluya y se escuche y se toque, y se guste, y se goce o se sufra.
Acaso es el olfato el sentido más denso y más espiritual pues siempre es solo indicio que lo que viene luego, de lo que está detrás de las especias, de ese significado oculto que aguarda a ser descifrado; con él el mundo se hace a la vez más gustoso y más extenso, pues todo se puede multiplicar en la interpretación de lo que huele. La vida se hace así más atractiva pues desde el olfato se sugiere después de haber reducido las cosas a sus simples indicios. Es el olfato entonces como el primer vagido, como si el primer eco nos levantara hasta el nivel de la existencia, como si fuera el ángel que nos anuncia todo… Nuestro ánimo entonces se despierta, se pone en pie y espera con la esperanza cierta de que algo va a pasar o está pasando.
Y es casi todo lo que pasa por el filtro del olfato. Porque se huele todo. Se huele la presencia de la vida, el despertar oscuro o luminoso, las páginas azules de los libros y ese denso ambiente del suelo tras la lluvia, la candidez de un niño mientras duerme, el susurro de amor que esconde ese perfume o el rechazo al que apunta cualquier otro… Se huele con amor el pan caliente que adensa hasta el ambiente de la casa, el plato compartido con paciencia, la soledad de un hijo y la alegría de su estado feliz y positivo…
Todo termina oliéndose, como señal primera, como intuición solemne, como vislumbre y feliz presentimiento, como primera conquista y primer aprehendimiento, como inicial posesión. Ay de aquel que no sepa oler y no se deje llevar por el amor de sus señales, que no tenga deseos de hincar bien las narices en todo lo que asoma por la vida, que no coma primero del olor de todo lo que a su lado crece y se desgrana.

Dicen que los niños no ven bien cuando nacen y que no empiezan a distinguir hasta que no se asientan en la vida. Seguro que su olfato sí distingue la segura presencia de la madre y el olor algo tan extraño de ese nuevo destino que es su vida. Después llegan los días, y con ellos las horas escondidas y las posibilidades, que tal vez se despeñen sin habernos dejado ni siquiera noticia de su existencia. Hay que oler los principios de la vida y empaparnos con todas sus fragancias, oler la rosa antes de verla y cogerla y tocarla y sentirla y gozarla… Y seguir oliéndola hasta morir con ella y sus efluvios.    

martes, 7 de octubre de 2014

EL SONIDO DE LOS LIBROS


En este remolino incontrolable, con imagen de caos y de impaciencia, hay sonidos distintos y precisos, susurros que contagian la vibración  y el ansia a toda piel. Son muchos pero acaso pocos como los de los libros.
Empieza su sonido en el abismo oscuro del silencio, antes de que la mano del autor se atreva a darles vida, a preparar el torno de alfarero y a recoger el eco en algo articulado y armonioso. Es en ese trayecto luminoso donde se da el milagro de la creación, del encuentro feliz con la palabra, de la aparición alegre de la vida, del parto con dolor o de costado, de la cesárea o del parto en decúbito supino. Pero es el parto al fin. En él se mezclan todos los sonidos con todos los silencios anteriores, el diálogo a cara descubierta entre la nada y el escritor, la lucha sin complejos para parir un nuevo ser, el sudor del embarazo y la sangre continuada de lo que se resiste o se ofrece en sacrificio para sentirse ser y darse en vida y en sonido, en palabra sin más. Qué tiempo tan feliz y solitario, qué diálogo fecundo, qué soledad sonora la del libro.
Después llegan los ecos por el aire, la noticia se siente y se divulga, se conocen a voces las risas o los lloros del neonato, se da noticia a todos de que otro ser existe. A veces se vocea en el mercado, con técnicas al uso; otras veces la voz se desparrama y va de boca en boca, consecuencia inmediata de los diálogos previos de lector y de obra; y lo que era silencio se hace eco, y después es murmullo, voz y grito, proclamación solemne, clamor y hasta alboroto. El diálogo se hace fecundo y variado, toma diversos tonos, se entiende con algunos y se enfada con otros, responde a los silencios que le esperan e intercambia con ellos sus sonidos. Las lecturas son siempre diferentes, incluso si se trata del mismo lector en diferentes días y momentos; es como si un congreso se resolviera en traducciones múltiples. El libro siempre dice de forma diferente pues responde al lector en su conciencia. Esa oquedad primera, cuando el libro todo era nada y la nada era todo, es ahora variedad, es certeza confusa y confusión certera, polisemia expresiva.
Y el libro sigue hablando, dialogando, cuando el dedo pasa a la última página y parece que echamos cierre al texto. Es simulacro falso y engañoso: el libro sigue conversando y musitando, ronroneando siempre en la conciencia, en el poso que deja en los adentros, en la suma de imágenes que van al pozo inmenso del recuerdo, en los principios que se quedan prendidos en cualquier otra escala de valores  a la que el libro empuja, al ánimo que crea de seguir la lectura en otros libros, en los esquemas que inventa en los diálogos, en aquellas imágenes que van formando un álbum duradero.
Sus sonidos regresan cuando quieren a recordarnos algo o a reñirnos por no se sabe qué; también a sonreír con nuestras risas y a compartir deseos y nostalgias. Son para siempre amigos silenciosos, dispuestos para el pan y para el habla, para ganar la paz, la soledad, la amistad que nos gusta y la iluminación real de la existencia.

Miro hacia mis adentros y me hablan muchos sonidos claros y precisos, me quedo en el silencio y me arrullan los ecos de los libros, el tiempo se me ofrece más risueño pudiendo dialogar con muchos libros. Así el mundo se vuelve sonoro y transparente, en una sinfonía desigual y continua.

domingo, 5 de octubre de 2014

CONCIENCIA DE PECADO


¿Por qué seguimos siendo conciencia de pecado y de delito? Nacemos y vivimos con esa losa encima, con las espaldas rotas por ese peso intenso que no nos deja en paz ni a sol ni a sombra. Y, durante la vida, hay tantas fuerzas en eco, o en resonancia viva, en estridencia incluso, que siguen recordándonos lo imposible de escapar a ese ambiente podrido y maloliente, que no logramos casi ni un rato al claro y a la luz del día, sin sombras y sin miedos.
El sistema se alegra y se complace teniendo suspendida la guadaña, dispuesta para el corte y el tasajo; así todo está anclado y se sujeta al orden y al concierto, al equilibrio falso y aparente y al dios dirá, que todo lo controla.
Es duro abrir los ojos y sentir como cierto que no hay nivel que escape al tremendismo, al no te muevas nada, al mejor no tocarlo, al será que es así y yo no me entero, al imposible hacerlo ni soñando, al tú eres un iluso y retrasado, al…
Nos tienen atrapados por todas partes y no cesan de darle al altavoz con muchísimos vatios de potencia. Nosotros, sin poder de reacción, asustadizos, con todo el vozarrón sonando en contra, nos encogemos y nos hacemos presa del miedo y de la angustia, de un ambiente de culpa en medio del misterio.
Así la religión y sus preceptos, sus historias de guerras y de muertes, sus no te olvides del castigo eterno, sus niégate y no goces que es pecado, sus sométete a todo y no preguntes, sus acéptalo todo, sus será voluntad del dios del cielo, sus gánate en dolor la vida eterna, y tantas otras pautas de conducta, de sumisión y guarda en el cajón cualquier razonamiento.
Y así la vida pública y el día a día continuo. Cualquier proposición de cambio en el sistema se asocia a la locura y a la ilusión de imbéciles que no saben mirar a ras de tierra, que llevan al fracaso sin remedio, o a lo que invocan como ideas del pasado, trasnochadas y torpes. Nunca bajan al dato y al contraste, al intercambio lúcido de posibilidades, no quieren enfrentarse a intercambiar ideas y opiniones, su nivel es el necio del todo y lo absoluto, de la descalificación desde el prejuicio, de la imbecilidad más evidente y el traje transparente del rey más al desnudo.
Seguimos dando vueltas al detalle, al hecho producido en un espacio y tiempo diminutos; seguimos en la huerta con las manos que recogen los rábanos tirando de las hojas, quedándonos si acaso con un detalle ínfimo que en nada quita o pone certeza o falsedad a lo restante.
¿Por qué no levantar nuestra mirada y ver de frente al ser como hecho último y adaptar el sistema a una suma de acciones positivas, de favorecimiento y no de dentelladas contra el otro? ¿Por qué no darnos ánimos y pensar que podemos con nosotros, que seremos capaces, si queremos, de cambiar el sistema en el que estamos para vivir y amar en positivo, sin odios ni ojerizas, sin pensar que el vecino me está despellejando, buscándome las vueltas y asentando sus éxitos en la complicidad de mis fracasos? ¿Qué dioses mayores y menores son aquellos que viven del poder de la amenaza y no son los garantes de una esfera total de sentimientos que exhiban el poder y el beneplácito en un mundo de todos en el que la batalla esté perdida para el que busque ser más que los otros a toda costa?
Hay que hundir en la miseria a todo el que no entienda que es mejor un gramo de amor que mil toneladas de odio; hay que lograr que pueda más el quiero que el puedo y que la bondad de las acciones está antes que nada en la satisfacción y en la riqueza mental y social que producen; hay que poner contra la pared a los que hacen de su sistema de vida el miedo y el susto; hay, sobre todo, que tener miedo a tener miedo.
El miedo tiene sus beneficiados muy concretos; a ellos les viene bien que nada se atreva pues andan encajados y contentos en que nada cambie. En su pecado llevan la penitencia, pobrecillos.

La vida es regalada y no debe costar ni un solo euro si no es para vivirla con gozo y con contento. Para eso sirve y no para otra cosa. A la basura los miedos y todos los que los explotan y viven de ellos. 

viernes, 3 de octubre de 2014

DÍA TRAS DÍA


DÍA TRAS DÍA

Vuelve la noche y se renueva el viento,
las farolas se encienden a la hora
que estaba previamente convenida
y la luna se asoma y nos invita 
a violar sus indicios de ternura.

Vuelve la aurora y deja atrás el sueño
con sus ramas desnudas y confusas,
se pone en pie la vida y en las calles
vuelve a sentirse el gris de las pisadas,
los semáforos altos, los vehículos
(celdas volantes); vuelven
esos ruidos del niño y de la madre
que conjugan la paz y la alegría.

Se suceden las horas y los días,
todo fluye sin ganas, como en sueños.
Yo, sin saber por qué, busco una causa
que me sujete aquí, tras la ventana,
que me dé consistencia, que me empuje
a salir a la calle
y a no tirarlo todo
en el contenedor de la basura.

Te miro y nos miramos.
También nosotros somos sin remedio
un río que se marcha monte abajo,
camino de la mar y del olvido;
y somos, y no somos
los mismos que hace un rato nos besábamos
hasta gastarnos juntos,
dejándonos llevar por ese aliento
que apareció sin causa,
y tiene que seguir emocionado,
sorprendiéndonos siempre

como nuevos y viejos conocidos.

miércoles, 1 de octubre de 2014

UN REFUGIO SEGURO


Mientras suenan campanas de guerra (esperemos que solo verbal), el presidente anda buscando en China lo que siempre ha denunciado, los partidos nacionales no saben cómo quitarse del medio de manera serena el asunto de Cataluña, el paro sigue en las nubes, o se presentan unos presupuestos que parece que no interesan a nadie por más que sean la ley de leyes para todo el año próximo, mientras el mundo sigue y seguirá a pesar de todos los pesares, yo me sigo sentando en mi sillón, buscando alguna idea que me dé certeza de algún orden del mundo que me satisfaga y me deje en sosiego y en calma.
Sigo pensando que una de las sensaciones que más me desasosiegan es la confirmación diaria de que el mundo puede ser observado de manera general, pero que nada o muy poco se puede hacer para modificarlo. Acaso esa impotencia me lleve hacia el refugio sencillo y silencioso que me da mi sillón en la terraza. Queda la acción individual, ya lo sé, y el círculo más próximo en el que mover las manos y buscar algo de orden y mejora. Desde su blando asiento veo el mundo y me convenzo de que acaso es mejor no tocarlo pues cualquier proposición que tenga a mano sería peor que el tedio y la rutina que se lleva. Mejor no menearlo, me susurro. Y me vuelvo cobarde y me noto vencido.
Menos mal que me vuelvo hasta las páginas y me voy tras la luz de las ideas, y leo y leo, y otra vez leo, e hilvano algún esquema que me consume el tiempo, y me dejo llevar un día y otro sin demasiadas esperanzas de que aquello se eche a volar desde el balcón y se marche a sonar en los oídos.
Hoy repetí costumbre y me alié con textos de filósofos griegos, de gente presocrática que ya se enfrentó al mundo no desde el interés pequeño sino desde la alta terraza de las ideas y de la razón. Grecia nos dio casi todo a los occidentales y hoy le reclamamos hasta el último euro, y la empobrecemos después de haberla saqueado en tesoros físicos y mentales.
Parménides y Heráclito, Heráclito y Parménides, dos formas enfrentadas de ver el mundo, la de la inmovilidad y la del todo cambia, la de lo continuo y eterno y la de lo difuso y cambiante, la del ex nihilo nihil y la del todo desde siempre.
Me quedaré con algunas palabras de cada uno de ellos para enfrentarlas y para mediarlas si llegara el caso. O mejor, como esto ya lo hizo Kant siglos más tarde, para seguir pensando y rumiando.
Parménides:
. El Ser es y el No-Ser no es.
. Hay que decir y pensar que el Ser existe, ya que es a Él a quien corresponde la existencia, en tanto es negada a lo que no es.
. El Ser es increado e imperecedero.
. No fue jamás ni será, ya que es ahora, en toda su integridad, uno y continuo… o ha de existir absolutamente o no ser del todo… carece de principio y de fin.
. Es una y la misma cosa el pensar y aquello por lo que hay pensamiento.
. El Ser es una totalidad inmóvil… el Ser está terminado… se manifiesta inviolable.
. Todo nació y existe todavía.
Heráclito:
. Debemos seguir lo común; sin embargo, a pesar de que la razón es lo común, los más viven como si fueran poseedores de sabiduría propia.
. El sol tiene la anchura del pie humano.
. El sol es nuevo cada día.
. Todas las cosas se originan en la discordia.
. Son uniones: lo entero y lo no entero, lo concorde y lo discorde, lo consonante y lo disonante, y del todo el uno y del uno el todo.
. Diversas aguas fluyen para los que se bañan en los mismos ríos.
. La sabiduría es una sola: conocer la razón por la cual todas las cosas son dirigidas por todas.
. No hallarás los límites del alma, no importa la dirección que sigas, tan profunda es su razón.
. Lo divergente está de acuerdo consigo mismo. Es una armonía de tensiones opuestas, como la del arco y la lira.
. La guerra es el padre y el rey de todas las cosas.
. El fuego vive de la muerte del aire, y el aire de la muerte del fuego; el agua vive de la muerte de la tierra, y la tierra de la muerte del agua.
. Debemos saber que la guerra es común a todos y que la discordia es justicia y que todas las cosas se engendran de discordia y necesidad.
. No se puede sumergir dos veces en el mismo río. Las cosas se dispersan y se reúnen de nuevo, se aproximan y se alejan.
. De todos aquellos cuyos discursos he oído, ninguno hay que alcance a comprender que la sabiduría está separada de todo.
. Lo frío se calienta, lo cálido se enfría, lo húmedo se seca, lo seco se humedece.
. Ser sensato es la máxima virtud, y es sabiduría decir la verdad y obrar de acuerdo con la naturaleza.


Ya tengo suficiente materia para pensar y para invitar a pensar. Aunque aparentemente se me niegue el mundo y sus vaivenes diarios tan convulsos.