lunes, 29 de noviembre de 2021

NOVIEMBRE

 

NOVIEMBRE

El campo está dormido, aletargado,

con los fríos intensos de noviembre;

las hojas amarillas ya son ocres

y las aguas, que llenan los regatos,

susurran en sus cauces letanías.

La tierra esponja y abre sus deseos

al goteo incesante de la lluvia.

La nieve se ha asentado allá en las cumbres,

con clara vocación de permanencia.

 

Yo me encojo en mí mismo, tengo frío,

mi alma está arrecida,

estoy con mi conciencia en stand by,

aguardando una nueva primavera.

 

Porque soy campo y tierra y agua helada,

y soy nieve y soy lluvia y soy un eco

de la voz que susurran los regatos

mientras van a dormirse en lo más hondo

del inútil sentido de la vida.

jueves, 25 de noviembre de 2021

BAUTISMO POÉTICO

 

 

BAUTISMO POÉTICO

Hoy era el día indicado, 25 de noviembre. Se me había invitado a un llamado “Bautizo poético” en la Casa Zorrilla de Valladolid. Estaba todo preparado. Pero algunos motivos, que no vienen al caso, lo han hecho imposible. Estas son las palabras que tenía preparadas para el acto. Me siento como si de verdad hubiera sido bautizado. La vida sigue.

BAUTISMO

En esta tarde oscura de noviembre, me habéis convocado para ofrecerme la gracia de un bautismo, de un bautismo vestido de poesía. Gracias a los que ahora me apadrinan y gracias a los que habéis acudido a presenciar el acto y acaso a recibir la rebatiña que un bautizo rumboso debería llevar aparejada.

Los padrinos ya han dejado noticia generosa del nuevo bautizado. Qué van a decir ellos del ahijado, dispuestos como están a defenderlo de todos los peligros. Pero he de ser yo mismo quien dé noticia cierta de mis relaciones con este contexto en el que se produce un bautismo poético. Al fin y al cabo, si merezco la gracia del bautismo, debería ser porque mis relaciones con el don de la poesía no deben ser ni muy desperdigadas ni muy débiles. Pues, acaso, no sea el asunto tan claro como pueda parecer.

Empezaré por reconocer que no sé muy bien qué sea eso que llamamos poesía. Para mi triste consuelo, he de recordar que nadie ha definido de manera exacta qué debemos entender por creación poética. Y no será porque no se hayan ensayado multitud de definiciones: Aquí tendría certera cabida el papanatismo tan propio de este país implorando definiciones de poetas de lengua inglesa, sobre todo. Pero me quedaré con algún ejemplo de los nuestros, de nuestros clásicos: Poesía, palabra en el tiempo (A. Machado); Poesía eres tú (Bécquer), o esta otra de Cervantes, puesta en boca de don Quijote: La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como  una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio… En fin, las redes y los libros nos dan cuenta de infinidad de aproximaciones a este concepto a la vez tan hermoso como difuso.

En cualquier caso y se atienda a la fuente que se quiera, siempre aparecen algunos elementos, que, por tal motivo, deberían ser considerados como componentes seguros de ese concepto llamado poesía. Veamos. El poeta, como cualquier otro creador, se desenvuelve en tres niveles siempre. El primero tiene que ver con el material con el que trabaja; para el poeta, la palabra aislada o estructurada en eso que llamamos lenguas. El segundo es el del modelado de ese material, el manoseo y el refinamiento, el uso preciso y adecuado de la palabra. El tercero es el del fin último con el que trabaja y modela la palabra; seguramente el de crear emoción y sensación de algo nuevo en sí mismo y en el posible lector. Como fácilmente se podrá entender, el segundo de ellos presupone el primero, pues difícilmente podrá dar forma bella y armonía aquel que no domina el instrumento con el que tiene que tañer y crear melodías. Pero, no nos engañemos, la parte más personal y específica está y seguirá estando en ese personal trabajo, en ese solitario enfrentamiento con la palabra, con sus formas, con sus significados y con sus combinaciones. El producto, bien o mal conseguido, procede de este trabajo solitario. El tercer nivel apunta al fin con el que el poeta crea. Y, según creo, este apartado se diversifica y en él caben muchos ingredientes. Si se me obliga a decirlo con pocas palabras, afirmaré que estoy convencido de que el poeta escribe para sí, para reconocerse en un producto bello que le produzca satisfacción, que le deje con un pellizco de bienestar o de desahogo. Porque, en el poema, el poeta realiza al menos dos funciones: la de revelación y la de rebelión. Con la de revelación saca de la nada una realidad que no existía y que, en el acto de la creación, se revela y se hace viva, se encarna en una realidad ya para siempre. Con la rebelión, el poeta lo que hace es mostrar su enfrentamiento con lo existente, con la realidad anterior, realidad que intenta superar, darle otra cara, mostrarla con otro vestido. Hasta tal punto tiene que intentar esa rebelión, que ha de lograr extraer de sí mismo y del lector un hálito de emoción, un escape de satisfacción, un oh incontenido. A veces la rebelión no da resultados y el poeta se recluye en la intimidad y explora territorios personales o familiares, se salva a sí mismo en los más próximos. Por ahí toman cuerpo los diversos tipos de poesía.

Si el poeta se maneja con soltura en estos tres planos, la obra poética, tarde o temprano, se abrirá paso por sí misma

Este sería el índice de la parte más teórica. Pero tal vez sea más interesante -y, en todo caso, más real- dejar constancia de la relación personal que cada poeta ha tenido y tiene con el mundo de la poesía.

En lo que a mí respecta, esta relación ha sido desigual, interrumpida y de expresión tardía.

Veréis. Yo vine al tiempo y al espacio en un pequeño pueblo de la sierra sur de Salamanca en el que las comunicaciones brillaban por su ausencia y donde las distancias mayores las marcaban los picos de los montes que servían de vigilantes de la naturaleza y de las vidas del angosto valle que surcaba y surca el río Quilama. Mi mundo eran las calles de mi pueblo, los zancos y la escuela, la leche en polvo y las latas con las brasas en invierno… Aquel pequeño mundo era para mí eterno e infinito.

Mi contacto efectivo con las letras se encerraba todo en la enciclopedia Álvarez, pozo sin fondo en el que cabía todo el saber del mundo. Yo no tuve tebeos, ni cuentos ni otros libros. No creo que los tuviera ningún niño de mi pueblo, cómo entonces los iba a tener yo si pertenecía a una familia de nueve hermanos que sobrevivía malamente cociendo carbón en el monte y haciendo cisco para poder venderlo en otros lugares. Así que “mi infancia no son recuerdos de un patio de Sevilla ni de ningún huerto claro…” sino penurias y escaseces. Y, sin embargo, cuando los contextos fueron más favorables, siempre sentí la tentación de volver al mundo laudánico y edénico de la niñez desde mis creaciones literarias. Una novela semiautobiográfica (El manantial sonoro) da buena cuenta de ello.

Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, creo poder decir que todo lo que rodeó el tiempo y el espacio de mi niñez me dejó la sensación de temblor y de curiosidad ante la vida, ese temblor especial y necesario para la creación poética.

Después, la vida sigue y el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa, y su empuje y sus caprichos me llevaron por otros derroteros, que seguían sin cruzarse con el mundo de la creación poética ni con cualquier mundo de la expresión escrita. No son para describirlos aquí. Un cambio de actitud ante la vida y una radical decisión me llevaron a las aulas y algún año más tarde a la universidad, en Salamanca. Salamanca, ciudad provinciana en clero, toros y campos, ciudad de aluvión como tantas otras. Pero también ciudad de cultura, de tradición literaria, de ilustración. En sus aulas y, a pesar de las restricciones que imponían las necesidades de los programas y los expedientes para poder seguir optando a las becas correspondientes, se abrieron todas las puertas y ventanas. No tanto para la creación como para la lectura, para habitar otras vidas, también las de los creadores poéticos, sobre todo los clásicos de los que tantos tiene en nómina la ciudad del Tormes. Desde entonces, la lectura ha sido fundamental en mi vida y fuente ininterrumpida de inspiración para mi escritura. Aún hoy, leo en torno de cien títulos cada año.

¿Y la escritura? ¿Y los primeros libros?

Ya se intuye y se ve, sin necesidad de mayores confesiones, que la mía, poéticamente, es una vocación tardía. Y no porque tirara mis composiciones, no; la razón está más a ras de tierra: era sencillamente porque no existían, al menos de manera continua y periódica. Pero ya digo que las aulas universitarias me abrieron unas puertas anchas y altas.

Y enseguida la enseñanza y las aulas, y los programas y la burocracia, y las cargas familiares, y… sobre todo, la lejanía de los cauces creativos, de los cenáculos y de la publicación y distribución de la poesía. Aunque con diversas salidas y cursos en otras instituciones (UNED, USAL y UPSAL), mi actividad laboral se ha desarrollado toda ella en la pequeña y estrecha (recordad que las palabras poseen un significado literal y otro simbólico) ciudad de Béjar. Es esta una población que posee una tradición de prensa muy diversa y amplia. Allí comencé a publicar en un semanario que es más que centenario, Béjar en Madrid y, desde allí en El Adelanto, de Salamanca. En ambos, me invitaron a dejar de colaborar.

Por los primeros años del siglo veintiuno, un familiar, amigo y agitador cultural, Luis Felipe Comendador, promovió la publicación de un semanario en Béjar, Béjar Información, al que me incorporé enseguida. Otro tanto ocurrió con la revista de poesía Cuadernos del sornabique, en la que concurrieron nombres de poetas hoy muy reconocidos.

En algún momento comprendí que, aunque había escrito ya varios libros de poesía y había publicado una novela, el mundo de la edición y de la distribución poco tenía que ver conmigo. Por eso, solo un poco después de dejar de colaborar en El Adelanto, abrí un blog personal en internet. En él podía verter todo tipo de reflexión y de creación sin ninguna cortapisa salvo las que yo quisiera imponerme. Y descubrí enseguida que, frente a la concepción de un libro de poesía que girara en torno de una idea con treinta o cuarenta poemas, existía este otro formato libre y misceláneo. Me propuse entonces arrancar a muchos días un rato y unas palabras que dieran vida al menos al esbozo de una idea, aquella que me sugiriera cada día.

En ello he empleado mis últimos casi quince años. El producto poético, paralelo a otro en prosa, es un diario que abarca mal de mil poemas, lo que vendrían a ser unos entre diez y quince libros. En ellos dialogo conmigo mismo, me cuento mis miserias, arreglo a veces el mundo y a veces lo estropeo; en él me siento satisfecho y también desasosegado, enfrento mi mirada con la de otros seres y trato de cumplir lo que esbocé al principio, dominar el sistema lingüístico, modelarlo poéticamente y tratar de causarme algún sentimiento de satisfacción y de admiración ante los resultados conseguidos.

Al fin, hago recuento y veo que he escrito una quincena de libros de creación, uno de ellos de extensión desacostumbrada. De ellos han visto la luz una decena y otra media espera turno de imprenta.

Mi poesía es de corte reflexivo, no soy un ave de esas, del nuevo gay trinar… converso con el hombre que siempre va conmigo y trato de mezclar con tino corazón y pensamiento, para que, como decía Unamuno, sienta el pensamiento y piense el sentimiento.

En esta disposición recibo el bautismo poético que hoy me ofrecéis y en ella quiero seguir.

lunes, 22 de noviembre de 2021

NAUFRAGO EN LA BELLEZA DE LO EFÍMERO

 


NAUFRAGO EN LA BELLEZA DE LO EFÍMERO

Naufrago en la belleza de lo efímero

que se va como sombras en la tarde

y no muestra los límites del tiempo.


El agua, que se ofrece, como lo hace

la mar cuando se calma para el náufrago,

su prístina quietud, su claridad tan mansa.

Una imprevista ráfaga de viento,

que pasa susurrando a los objetos

y se va sin saber ni a qué ni a dónde.

La sonrisa de un niño, de una niña,

que responde, instintiva, a una caricia.

Las olvidadas caras de una fotografía,

que vuelven del pasado y nos recuerdan

que el tiempo es nada y el pasado es viento…

 

Tantas pequeñas cosas, que suceden

sin que apenas sepamos que acontecen

y que, al pasar, nos dejan

un no sé qué que quedan balbuciendo.

 

Lo mismo que nosotros, que pasamos

como seres pequeños, prescindibles,

en el ficticio discurrir del tiempo.

viernes, 19 de noviembre de 2021

SBQ Solidario

  SBQ Solidario

Ya he decidido (algunos me lo habéis preguntado) cómo se va a realizar la distribución del tercer tomo de mi serie DESDE MI TERRAZA 2011. Lo hará la Imprenta Hontiveros, con sede en c) Las Armas, en Béjar, tfno.. 923402161. El precio será voluntario y lo que se recaude será para la ONG SBQ Solidario. Ánimo.

 

jueves, 18 de noviembre de 2021

PEDIR Y OFRECER PERDÓN

PEDIR Y OFRECER PERDÓN

Cualquier creador aspira a componer una nueva realidad, distinta a la existente, sea en las formas o sea en el contenido. Esa nueva realidad se revela en otra distinta a la existente y se rebela oponiéndose a ella para intentar mejorarla. Cuando esa rebelión choca contra un muro demasiado rocoso, el creador o pensador corre el riesgo de romperse las narices contra él o siente el deseo de huir y de ocultarse en una realidad más próxima, personal e interior.

Algo así, confieso, me ha sucedido a mí respecto al día a día municipal, del que me he ido distanciando hasta verlo en lejanía y siempre con una sensación de no tener fuerza para cambiar casi nada. No es poco, no obstante, que uno se conduzca en su vida de una manera recta y acate y cumpla las leyes comunes con aseo, esas que nos permiten seguir viviendo en comunidad, al menos en los niveles básicos e imprescindibles, que acaso no haya que pedir demasiadas exquisiteces.

A veces, suceden cosas que animan la opinión pública y dejan al descubierto los primeros impulsos de muchos ciudadanos. Esta semana se ha producido en esta ciudad estrecha una de esas. Parece que nuestra alcaldesa se ha extralimitado en sus funciones al no defender lo suficiente a los miembros de la policía precisamente cuando estos trataban de identificar a unos jóvenes que, a altas horas de la madrugada, provocaban escándalo público en un local. Grave el asunto; sobre todo cuando anda por medio una escala de valores en la educación de los jóvenes que, sin las patas de la libertad, pero, con la misma intensidad, sin el respeto absoluto a los demás, no puede ponerse en marcha. Grave.

Desconozco los datos exactos del episodio, pero, en todo caso, no pueden ser muy edificantes. La propia alcaldesa ha pedido públicamente perdón por su actuación.

No sé en qué puede quedar este asunto desde el punto de vista político, pero la hoguera ya está prendida y el fuego sube alto. Los próximos días dirán lo que tengan que decir.

A mí me interesa más el aspecto moral y sociológico porque creo que tiene más alcance. Nuestro refranero es generoso en expresiones que indican que una acción única, por defectuosa que sea, debe ser considerada con generosidad. Sirvan algunas de estas: Cualquier escribano echa un borrón; Una golondrina no hace verano; Aliquando dormitat Homerus… Y para los más allegados al Evangelio: El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Algo mucho más digno de tenerse en cuenta son las tendencias, es decir, la repetición de hechos, incluso cuando estos son poco importantes. Un hecho aislado ha de ser tratado con benevolencia; una tendencia no tiene la misma defensa y ha de ser corregida con más dureza.

El acto que nos ocupa resulta aislado y la persona que lo ha protagonizado ha pedido públicamente perdón. Tampoco veo que haya conseguido ningún bien personal ni que se haya lucrado personalmente de ningún bien ajeno. Trátese, pues, el asunto como hecho aislado y no como el fin del mundo. Cosa bien distinta es que respondiera a una repetición de hechos, a un carácter determinado que la llevara a comportarse así por inercia, pues, entonces, bien merecería que se actuara con dureza para evitar hechos similares.

Mi inclinación general tiende a interpretar así los hechos. Me parece la fórmula menos mala para que la comunidad asegure unos mínimos de convivencia saludables. Repito: hechos aislados y con petición de perdón deben ser asumidos y perdonados; tendencias, malas intenciones y malos caracteres, no.

No sé qué pasará en los próximos días. Me temo que los impulsos van a estar por encima de los razonamientos serenos. El pasado muestra que así suele suceder. La convivencia se resiente. Muchos ciudadanos aparentemente viven alejados de la cosa pública. Así no nos va bien.

Y este podría ser un momento oportuno para alentar foros en los que se aporten ideas acerca de las formas de educación y de la escala de valores a que debe aspirarse entre nuestros jóvenes. ¿No tendría eso más alcance que un calentón, venga de donde venga?

lunes, 15 de noviembre de 2021

UNAMUNO EN LOS LIBROS

 

 

UNAMUNO EN LOS LIBROS

El sábado se presentaron en Béjar dos libros que tienen la autoría de Luis García Jambrina y la aproximación a la figura de Unamuno, Muertos SA y La doble muerte de Unamuno.

El primero recoge un conjunto de cuentos y el segundo se acerca investigar la realidad de la muerte del rector salmantino.

Acerca de la muerte de Unamuno se han escrito muchas páginas; parece que casi todas con escaso rigor histórico. ¿Murió Unamuno en su sillón, acodado en su mesa y al calor del brasero, o la visita muy sospechosa de un falangista reconocido tuvo algo que ver con el final de sus días, en forma tal vez de envenenamiento? Tal vez nunca se podrá conocer la verdadera realidad, pero los tiros apuntan cada vez más hacia esta segunda y desgraciada hipótesis. Por eso, la “doble” muerte de Unamuno.

El bando “nacional” bien supo aprovecharse del asunto y enseguida trató de llevarlo a su terreno. Una buena prueba fue la asistencia de muchos de ellos al entierro. Si desde el primer momento se hubiera entendido el hecho como un asesinato y no se hubiera ocultado, las repercusiones, tanto en los niveles nacionales como internacionales, habrían sido muy grandes, y, acaso, los ánimos y hasta las intervenciones de las naciones tal vez habrían sido diferentes. Son solo hipótesis, pero tienen su lógica. Unamuno habría sido, entonces, el segundo gran mártir intelectual de la guerra incivil. El otro es García Lorca. Si Unamuno ya es guía y referente sin ese probable final trágico, su figura habría trascendido y se habría convertido en un símbolo más potente con ese otro final: Un bel morir tutta una vita onora.

He dicho siempre -y así lo sigo pensando- que los autores se honran o se deshonran por sus obras y a ellas hay que acudir por encima de cualquier otro camino. Y he dicho también que Unamuno me parece una persona y un personaje -difícil de deslindar uno de otro- fascinante y desigual, que tan pronto me entusiasma como me desilusiona, pero al que siempre acudo y nunca me deja indiferente.

¿Cuál es la verdadera muerte de Unamuno, la tradicional o aquella hacia la que apuntan las últimas pesquisas? Sea cual sea, yo seguiré acudiendo a la lectura y al pensamiento de El sentimiento trágico de la vida, de La agonía del cristianismo, de Vida de don Quijote y Sancho, de Niebla, de La tía Tula, de San Manuel Bueno, mártir, de En torno al casticismo… y de tantas otras páginas. En ellas encuentro el refugio para enredarme en mis pensamientos, para discutir con el autor, para aplaudirle, para entusiasmarme y para caer en el desasosiego. En un vaivén continuo en el que “piensa el sentimiento y siente el pensamiento”.

 

viernes, 12 de noviembre de 2021

NOTAS A PIE DE VIDA (2011)

  

NOTAS A PIE DE VIDA (2011)

Me llegan ejemplares de la tercera entrega de mis diarios Notas a pie de vida 2011. A ver si cojo carrera en la edición, pues han de ser entre 15 y veinte entregas. Solo está siendo esto posible gracias a la editorial malagueña Caligrama y a la disposición y la amistad de Jesús Majada en la edición y de Antonio Merino en la corrección. De nuevo la amistad por encima de cualquier otra consideración. Mil gracias a ambos.

Como soy muy descreído en lo que a comercialización y a todo lo que a las ventas se refiere, es más que probable que la distribución sea manual, aunque no está decidido del todo.

Lo dicho, un hito más en el paso de los ya dilatados días. Y los que quedan. No puedo asegurar que guardan cuanto sé de mí, pero sí mucho de lo que me ocupa cada día en el discurrir del tiempo.

 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

NO SOIS TIEMPO DE OLVIDO


NO SOIS TIEMPO DE OLVIDO

Aún es plural el tiempo que me habita,

sigo siendo vosotros todavía,

por más que necesite algún adverbio

para dar luz a un fondo ya con niebla.

 

He girado visita al camposanto,

al sereno y desierto cementerio,

donde se hallan dormidos vuestros restos,

eterna compañía de la tierra.

 

Unos jóvenes árboles plateados

guardan en sus raíces vuestra tumba,

desde sus ramas hablan con las hojas,

que lloran por vosotros tiernas lágrimas.

 

En un rincón perdido y silencioso,

encima de la lápida, estas hondas palabras:

“El tiempo se ha quedado

dormido entre sus brazos”.

 

No sois tiempo de olvido todavía,

mi tiempo es vuestro tiempo y en sus horas

seguís dándome fuerza, que me empuja

a dar sentido al tiempo que me habita.

lunes, 8 de noviembre de 2021

SARA SALE CON SUS AMIGAS

 

SARA SALE CON SUS AMIGAS

Las cinco de la tarde, día de otoño,

sábado, seis, noviembre, veintiuno.

Me dices que es tu tiempo, que has quedado

 para salir, al fin, con tus amigas.


Finjo y miro con aire distraído.

 

Te vistes no de niña, sino al gusto

de una chica que ya siente la vida:

pantalón de alto talle, zapatillas,

peinado con reflejos, pelo al viento,

y un bolso donde guardas tus secretos.

 

Te observo, recupero del pasado

los recuerdos de tanto compartido:

tú eras siempre princesa, ahora eres reina,

te vas al mundo azul con tus amigas,

a explorar, con cautela, las sorpresas

que la vida te guarda en sus caminos.

 

Quisiera acompañarte en tu paseo,

aunque sé que eres tú la que has de andarlo,

a solas, cara a cara, paso a paso.

 

Irás y volverás hasta nosotros,

según marquen las horas y los días.

Siempre te aguardará nuestro cariño

esperando que en todos tus anhelos

encuentres experiencias positivas.

viernes, 5 de noviembre de 2021

PASEO OTOÑAL

 

PASEO OTOÑAL

Salgo al campo buscando hacerme espacio,

otro espacio distinto al que ahora habito.

El viento ha despeinado a los cerezos

con su peine de frío. Los castaños

se agotan en el ocre de sus hojas

y los fresnos se arricen ya desnudos.

Hay pájaros que vuelan despistados,

entonando en las copas de los pinos

una canción tal vez desafinada.

El cielo funde azules y a la sierra

le han salido ya canas en sus sienes.

 

Todo parece luz, color de otoño

que revelan sus últimos suspiros

y anuncian la llegada de otros días

en que reinan la noche y el olvido.

 

Mi corazón camina meditando

si soy espacio y tiempo hechos ya otoño

en el correr confuso de la vida.

jueves, 4 de noviembre de 2021

CON LAS MANOS EN LA MASA

CON LAS MANOS EN LA MASA

El concepto de tiempo me puede. Lo hace porque lo siento tan necesario como imposible. El tiempo es solo esa coordenada difusa que cada uno de nosotros va creando con sus obras a lo largo de la vida. Por eso, el tiempo, su definición y su dimensión, son diferentes según los sujetos y sus realidades. Tal vez lo que más se acerca a eso que llamamos tiempo sea la suma de las actividades de cada cual. Si así fuera o fuese, tal vez deberíamos preocuparnos más por los componentes que por la suma, pues esa suma no es más que un constructo ideal. Me pegará el maestro Kant con sus a priori, pero yo me dejo azotar.

Por ejemplo, el dinero. Suelo andar despreocupado del vil metal, o eso puede parecer, porque mis gastos personales son pocos y mi escala de valores me hace ser un poco tacañillo. Pero debo reconocer que su posesión da posibilidades que sin ella no se podrían ni soñar. Con la posesión de cualquier cosa, se puede empezar a ejercer el juego de las posibilidades y de las elecciones.

Así, con cincuenta euros, por ejemplo, puedo pensar en acercarme a un centro comercial y asomarme a las estanterías. Estas naranjas no me gustan mucho, pues las últimas destilaban poco zumo. Podría comprar una caja de leche desnatada, pero de esta marca, que tiene un sabor algo distinto. Me apetecen unos bombones de chocolate, aunque no sean lo mejor para el peso. No me apetecen esos yogures porque tienen lactosa. Mejor los pimientos rojos que los verdes. ¿Por qué no un poco de empanada y tenemos la cena hecha? Y con una botella de vino… Y así, por pasillos y estanterías, hasta que el carro se vea casi lleno y habremos jugado a las posibilidades de esto sí, esto no; aquello también, y lo de más allá, para otro día.

A la llegada a la caja, la realidad tal vez nos juegue una mala pasada y nos recuerde que, con cincuenta euros, no se puede ir muy lejos ni ejercer en demasía la elección de productos. Acaso incluso el cajero o la cajera nos inviten a devolver la mitad de los productos porque el billete no nos alcanza. No importa, nos queda la reserva de la tarjeta bancaria, ese recurso que nos hace invisibles ante los demás y tras la que ocultamos nuestras deficiencias o nuestras reservas.

 Por si estos hechos no nos resultaran suficientes, nos queda la realidad más general de gastar o de no gastar, de ir a la compra o de dejarlo para otro día. Lo importante es la sensación y la seguridad de que podemos hacer uso de algo que está en nuestras manos.

¿Podemos decir lo mismo del concepto del tiempo? Incluso si fuera algo real y externo a nosotros, tenemos la seguridad de que se nos agotará más pronto que tarde, sin que podamos hacer nada contra él. Así que, sea porque no existe o sea porque no lo podemos controlar, tal vez debamos sentirnos más fuertes con los elementos que conformamos nosotros mismos y que terminan componiendo un cuadro de diversos colores del que los pintores somos también nosotros mismos.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

CHÁNDALES

CHÁNDALES

Claro que, unos pasos más adelante, me da por fijarme en mi propia vestimenta. Visto chándal marrón, camisa del mismo color y chaqueta negra; y calzo unas zapatillas que uso desde hace varios años y que se ajustan a mi pie perfectamente. Abriga ya todo como lo que es apropiado para el invierno, pues la vestimenta del verano ya no se me pega a la piel como deseo y quiero.

Juro que el chándal no está roto y que me ha de durar varias temporadas más, a pesar del empeño de mis allegados en que use otro que me han comprado no hace mucho. Me resisto a estrenar el nuevo porque creo que no lo necesito y porque me sirve para argumentar la necesidad de no gastar más que lo que realmente sea necesario: no encuentro forma menos mala para mostrar un poco de respeto a nuestro planeta y para asegurar una vida algo más saludable que el de gastar menos. O acaso no debería tirarme el pego y sea simplemente la inercia y la vagancia la que me haga repetir siempre la misma indumentaria, qué sé yo. Qué dirán los del PIB y los del crecimiento económico, me van a correr a palos.

Y, mirando mi chándal y su utilidad, me dejo llevar otra vez por el camino etimológico y rastreo el valor primero de la palabra. Después, recorro con ella el camino que la ha llevado hasta el presente, en su forma y en sus modificaciones de significado. Lo he hecho varias veces ante mis alumnos, como muestra de los cambios inevitables de la lengua, que, como cualquier ser vivo, nace, crece, se multiplica y muere.

CHÁNDAL. Acudo al DRAE: (Del francés chandail, jersey de los vendedores de verdura). Ropa deportiva que consta de un pantalón y de una chaqueta o jersey amplios. La primera acepción, claro, es la fetén; la segunda refleja el significado actual.

O sea, que ese traje, tan deportivo él y tan universal, tan de tono festivo y alegre, resulta que se refiere a una vestimenta especial de vendedores de verdura. Y todo para no ponerse perdidos con la verdura y poderse cambiar al volver a casa. Pero, agárrense las manos y tápense la nariz: chándal es abreviatura de marchand d´ail, o sea, mercader o vendedor de ajos. Como para no cambiarse de ropa y lavarse bien las manos. De modo que voy vestido con una indumentaria propia de los vendedores de ajos y de verduras en general. Y así jóvenes y viejos, grandes y chicos, hombres y mujeres en todo el ancho mundo, tanto en los días de san Juan, en los que se recoge el ajo, como en el resto del año.

Menos mal que me miro y, al menos, no descubro ningún roto ni en el pantalón ni en la camisa de mi chándal. Pero me imagino que la moda, esa fiebre que empuja a seguir como ovejas lo que nos mandan desde los focos de la publicidad y del dinero, sobre todo a los jóvenes y a los que poseen una coraza mental y cultural menos fuerte contra los rayos luminosos de fuera, andará ya en el diseño de los chándales con rotos y con hilos colgando que dejen media pierna al aire.

Me volveré a fijar en las muchachas de los pantalones rotos para preguntarles por sus chándales. Su uso o desuso será un buen termómetro para medir la temperatura de la moda en lo que al chándal se refiere.

Yo lavaré bien mi chándal y mi boca, por si acaso queda por ahí algún rastro de olor a ajos.

martes, 2 de noviembre de 2021

PANTALONES

PANTALONES

Hace frío cuando salgo a la calle. Son los primeros días otoñales en los que sentimos la ausencia de un  verano que cada año dura más. De pronto, apenas dar vuelta a la esquina, aparece un grupo de chicas, tal vez quinceañeras, que se dirigen seguramente a su centro de estudios. Me fijo en su vestimenta. Dos de ellas llevan sus pantalones con unos rotos enormes y unos hilos colgando. Enseguida me aseguro de que esa rotura viene de fábrica, y es más que probable que hayan tenido que pagar un precio mayor precisamente por estar confeccionados con esos ostensibles rotos, que dejan a las chicas con media pierna al aire. Es la moda. Se llevan así. Hay que seguir al rebaño y estar a la bajura de las circunstancias. Vaya por Dios. Que no se resfríen. Y que no confundan un resfriado con la infección del virus de la Covid.

Me quedo pensando en esa palabra que designa a una pieza de vestir tan universal y tan variada:  PANTALÓN. Cómo cambian los tiempos. A veces se hacen circulares y vuelven, nostálgicos, a su origen.

Parece demostrado que la palabra de marras procede del italiano Pantaleon o Pantaleone, nada menos que un personaje ridículo, viejo avaro veneciano de la Commedia dell’Arte, del siglo diecisiete. La revolución francesa lo adaptó para referirse a aquellos sans culottes, paisanos de las clases bajas que no se podían permitir abrigarse con un culotte, o sea, los artesanos y trabajadores menos remunerados. Y de ahí, a nuestro castellano, en el que, de rondón, se ha colado hasta convertirse en figura universal, interclasista e intercultural, que no puede faltar ni en las mujeres de más avanzada edad. Tanta fuerza ha llegado a tener que se convirtió en símbolo de fortaleza o de flaqueza, según los casos: "Llevar los pantalones", "Bajarse los pantalones".

La variedad, como corresponde a una sociedad con abundancia, es enorme y ya no sirve solo el genérico pantalón, ahora hay que buscarle formas diferentes para que, como la gripe, cada año se pueda anunciar con algún aditamento nuevo y así obligar a los adictos a la moda a comprar (palabra que forma doblete con comparar), a efectuar una compra más, aunque la necesidad brille por su ausencia. Es lo mismo que hacen los equipos de fútbol con sus camisetas.

Y ahí andamos, con la moda y con los pantalones a cuestas, con rotos y sin romper, altos y bajos, con botones o sin botones, con cremallera o sin ella, con doblez o sin ella, lisos o arrugados…

Cuando yo era niño, se usaban pantalones cortos con una raja en el trasero. Imagínense con qué utilidad. Se conoce que ya era un anuncio de los pantalones que hoy están llenos de rotos. O tal vez no.

Siento que los fríos vientos serranos ayuden a coger resfriados a estas muchachas quinceañeras. Pero parece que lo están deseando: antes se remendaban los rotos; ahora se pagan a buen precio los que ya vienen de fábrica.

La Historia, la moda, el sistema social, la silueta de esas jóvenes, mi nieta también con pantalones rotos… Y yo buscándole tres pies al gato en etimologías y en sorpresas callejeras.

Me voy a abrigar, que viene el frío y no quiero vestirme de romano.