lunes, 15 de mayo de 2023

ELECCIONES MUNICIPALES. ROMANCE

 

 ELECCIONES MUNICIPALES. ROMANCE

 Todos los pueblos de España,

antigua y noble nación,

por tierra, por mar, por aire,

han recibido un pregón

que convoca a sus vecinos

a celebrar elección.

También la ciudad de Béjar

donde alza el juglar la voz.

Será en mayo, veintiocho,

cuando hace ya calor

y el verano se adivina

por el dominio del sol,

apenas unos días antes

de aquella fiesta mayor

cuando los hombres de musgo

se muestran en procesión

y rememoran leyenda,

que verdad no fuera, no.

 

Los partidos todos sueñan

en jugar a ganador

y confeccionan sus listas

para competir mejor.

Elegir no es cosa fácil:

este sí, pero este no,

que no lo conoce nadie

y tiene poco tirón;

aquel es muy necesario

como buen conocedor

de lo que quiere la gente

para cualquier ocasión…

Así, entre bromas y veras,

entre sesión y sesión,

se van reuniendo los nombres

y prestas las listas son.

 

Con la lista ya completa,

viene la presentación,

día en el que siguen intactas

la esperanza y la ilusión

 

¿Y el programa?, ¿y las ideas?,

¿y el proyecto ganador?,

¿dónde está la ideología?,

pregunta la población.

Un poquito de urbanismo,

algo de limpieza, y pon

los arreglos de unas calles.

De sanidad, mejor no,

que está la gente enfadada

y no tiene solución.

¿Y el modelo de ciudad?

¿Y la forma de atención

a los jóvenes y viejos

y a los que aún no lo son?

¿Y las verbenas, los toros

y la santa procesión,

que vertebran nuestras fiestas

y provocan confusión,

pues traen cuernos, malos tratos,

ruidos y superstición

y convocan a las masas

a místico botellón?

¿Y ese pequeño comercio,

que muere de inanición?

¿Y las bibliotecas públicas

como lugar de reunión?

¿Y el apoyo a los que empujan

cualquier tipo de creación?

Y, en fin, ¿por qué no podemos

fomentar la discusión

de si este sistema es bueno

o merece revisión?

 

No importa, no pongas mucho,

que queda largo el sermón.

Di que «obras y no palabras»:

dicen que suena mejor

y no hace falta que piense

ni juzgue la población.

 

Durante los quince días

de la presente estación,

hay que pregonar a todos

la letra de esta canción.

Desde los Praos a la Antigua,

desde el monte a la estación,

se escucha en todo momento

cantar con el mismo son:

«Vota a nuestro candidato,

que, sin duda, es el mejor,

apoya nuestro programa,

aprovecha la ocasión

de ejercitar tus derechos

en esta celebración».

 

Cuando acabe la campaña

y se celebre elección,

saldremos todos de dudas

sobre quién es ganador,

aunque es sabido que nunca

nadie se ve perdedor

y todos alzan sus voces

con tono de vencedor.

 

Al día siguiente, y al otro,

haga frío o haga calor,

la ciudad seguirá siendo

una colmena de amor,

un ir y venir continuo

de alegría y de dolor.

Pero no será lo mismo

que resulte en votación

un equipo preparado,

con programa y con razón,

que un grupo vacío y solo

con el don de la ilusión.

 

Así que, a pedir a todos,

ideología, formación,

programa bien definido,

o sea, planificación,

espíritu de servicio,

entrega, dedicación.

 

Y a todos darles las gracias,

pues su mejor intención

se ha prestado al beneficio   

de toda la población.

 

 Al elector solicita

el juglar cavilación

para no dejar llevarse

por la primera impresión

y antes de donar su voto

haga cabal reflexión.

 

Después, todo será tiempo

y acabará la misión,

vendrán nuevos voluntarios

a prestarnos su favor

y todo será memoria

de esta próxima elección.

 

El juglar ya solo quiere

para todos lo mejor,

no busquéis en sus palabras

ninguna oscura intención.

Con sus mejores deseos

concluye su reflexión.

viernes, 12 de mayo de 2023

PUNTO DE PARTIDA

 PUNTO DE PARTIDA

Comienza hoy la campaña de las elecciones municipales y autonómicas. Serán dos semanas en las que se juegan los play off de representación política de los que ha de salir el campeón de liga para los próximos cuatro años. Con la particularidad de que aquí juegan todos, no solo los que mejor o peor hayan competido en la liga regular de cada día en los últimos cuatro años.

Son tantas las variables que se conjugan y que darán el poso final de las urnas, que conviene no venirse ni arriba ni abajo en ninguna de las situaciones. En primer lugar, porque la realidad es muy compleja, y, en segundo término, porque también es muy variable y volátil. ¿Cómo pedir al elector que analice, un poco al menos, lo que significan las ideologías -cuando las haya- y lo que significan -cuando no las haya-? Las miradas, además, se diluyen y se desparraman en distintos niveles, pues un ojo se va al territorio local, otro al autonómico, otro al de la ideología, otro al de la situación actual… Un laberinto.

En la ciudad estrecha, en otro tiempo industrial y fabril, se presentan nada menos que cuatro candidaturas, y eso que no comparecen ni Izquierda Unida, ni Ciudadanos, ni ninguna otra de esas que se proclaman «por la ciudad y su comarca».

No suelo detenerme demasiadas veces en asuntos locales, porque me parece que casi siempre se juega un partido de anécdota y no de categoría. Pero es mi tiempo y es mi espacio. Y yo debería tal vez manifestarme más veces acerca de esto y de lo otro, de lo mayor y de lo menor, de lo de diario y de lo del vecindario. En fin…

He revisado las fotografías que encuadran las distintas candidaturas. Dicen mucho, casi todo. En ellas se resumen las posibles ideas que encierran, los orígenes y la formación de los candidatos, los grupos familiares que las alimentan, la extracción social y económica de los aspirantes… O sea, que, aunque no se explicite ninguna ideología en los carteles, las caras dan para todo un índice y para un montón de capítulos. Como estamos en el mundo de la imagen, seguro que los ciudadanos se fijarán en las fotografías de los carteles, identificarán a cada uno de los que en ellos aparecen, se harán su composición de lugar y, en el subconsciente, tomará cuerpo la decisión final.

A mí esto me sigue pareciendo muy pobre. Ya querría yo que el ciudadano se olvidara un poco de las caras, de las amistades, y se fijara algo más en las ideologías, en el esquema de vida que plantea cada una, en la escala de valores que representa, en la historia que hay detrás de cada una, en la idea de ciudad que aporta (si es que tiene alguna), en la participación que ofrece a los ciudadanos, en los grupos sociales a los que más va a atender…

Porque sigo pensando que el orden de factores debería ser el siguiente: Existencia de ideología (quien no tenga un grupo de ideas estructuradas ni un concepto de comunidad, que se abstenga de participar, por favor), proyectos concretos que se derivan de esas ideologías (programa electoral) y, en último lugar, personas que mejor puedan llevar a cabo ese programa (candidatos).

¿Es eso lo que se practica? Cada cual verá, pensará y decidirá. De ahí para abajo, cualquier cosa.

Existe la tentación (la experiencia lo demuestra) de sacar trapos sucios y hasta de lanzar bulos estos días de campaña. Mira que hay algún hecho pasado de algún candidato que, en lógica de dos y dos son cuatro, lo inhabilitaría para casi todo. Pues mejor no se tiren los tratos a la cara y propongan elementos positivos y de convivencia. Con serenidad, con convicción, con energía.

Después, vamos a tener que convivir todos en esta ciudad estrecha. No la estrechemos más, porfa.

 

lunes, 8 de mayo de 2023

IMAGÍNATE

 IMAGÍNATE (Para Jesús Majada)

Imagínate que estás en mayo, que la naturaleza te ha regalado ya sus mejores galas y que el sol te deja un calorcito que te empuja a buscar el refugio de la sombra, que por las razones que sea te has tenido que echar al campo y que caminas por él al ritmo que te permiten tus piernas y que te impulsa el ánimo. Déjate invadir por lo que esa naturaleza te ofrezca y contémplalo con calma y con sosiego. Sumérgete en sus colores, en sus sonidos y en sus sabores. Pasea bajo el dosel que los árboles han preparado para tu caminata. Escucha el rumor del río, que se desliza en lo hondo del valle. Empieza a olvidarte de todo lo lejano que anda rodando por tu mente. Mira cómo el agua se ha dormido en el pantano que reposa a tus pies y que se guarda para servirte en los días de más calor y de escasez. Extiende tu vista hacia el horizonte y sueña con todo lo que lo compone. Cambia de valle y mira hacia el sur. Observa el cambio de vegetación y el ritmo desigual de la naturaleza. Desciende sin prisas hasta el pequeño pueblo que se acuesta en la ladera mirando siempre hacia occidente. Detente y sacia tu sed en esa hermosa fuente que mana sin descanso. Callejea por las estrechas calles del pueblo y observa sus edificaciones tradicionales. Saluda y abraza a tu amigo y a sus familiares. Pega la hebra, aunque solo sea por unos escasos minutos. Acércate y penetra en la iglesia parroquial, y quédate extasiado en la luz y en la frescura que en ella han tomado asiento. Asiste a la llegada de los parroquianos, que vienen a la misa dominical con los ingredientes de la fe, de la necesidad de la relación vecinal y de la costumbre. Déjate dominar por el sabor de la liturgia. Escucha el interés con el que cualquier persona lee textos sagrados. Asiste a las explicaciones del sacerdote, que intenta, con tono suave, hacer comprensible aquello que no resulta muy racional. Nota cómo el silencio lo domina todo. Échate a pensar por unos minutos en el contraste que se establece entre la razón y la fe. Anúlate por unos momentos y sumérgete de nuevo en el olor de la liturgia, en el estado de desconexión que produce y considera la necesidad de que ese dios que se está predicando se haga más próximo, más humano y menos celestial, más cercano a las personas y menos misterioso, más sencillo y menos complejo, más claramente producto de la necesidad de hacer de un dios un ser humano y no de un ser humano un dios. Concede la bondad de esa fe más terruñera e inmediata y no la perturbes demasiado si no perturba a los fieles que la siguen. Imagina la posibilidad de que los fieles participaran más de esa liturgia y las bondades o inconvenientes que ello acarrearía. Ten algún minuto para el recuerdo de todos los que están fuera de la parroquia, pero que pueden venir solo con abrir las puertas de la imaginación. Súmate a los cánticos de esas voces sencillas que llenan el espacio de armonía. Certifica el cambio de tu estado anímico en tan solo unos cuantos minutos. Trata de volver al dominio de tus sensaciones. Comprende que tienes otras obligaciones inmediatas que cumplir. Deja discretamente los bancos del templo y sal a la calle y a la realidad más grosera de la razón y de la vida. Vuelve la vista y despídete con la imaginación de todos los que has dejado en el interior y que siguen la liturgia lejos de las ocupaciones de cada día. Vuelve a deshacer lentamente el camino que te trajo hasta este hermoso pueblo dibujado en la garganta de estas sierras. No vuelvas todavía al predio de la razón. Olvídate en el olvido de la naturaleza, exuberante y lujuriosa, que te acompaña siempre. Junta naturaleza y fe. Una te satisface; la otra te desconcierta y te deja aturdido y perturbado.

Después, vuelve a casa, descansa y deja pasar el tiempo. Siéntate en tu terraza. Mira de nuevo al campo, que refulge y se desborda en la luz y sus sonidos. Piensa en los mundos de la fe y de las sensaciones. Y deja que la imaginación haga de las suyas. Tu costumbre te echará a razonar en cualquier otro momento; pero ahora solo imagina: cualquier invención cabe en el mundo de la imaginación. Sueña y suéñate, y sueña que te sueñan los demás. Después, olvídate en el mundo del olvido.

sábado, 6 de mayo de 2023

DILEMA

DILEMA

Me puede la desazón al comprobar cómo demasiados hechos de los que se producen cada día y se hacen públicos me parecen pobres y contrarios absolutamente a mi forma de pensar y de actuar. El mundo se me viene encima a través de los espejos que me trasladan los medios de comunicación de todo tipo, esos que, quieras o no quieras, te golpean cual gota malaya y te van horadando hasta dejarte en la locura o siguiendo lo que dicen como un sonámbulo. La otra parte, la que me toca más de cerca en el tiempo y en el espacio, tampoco me reconforta demasiado. De este modo, o me rebelo y me vuelvo un refugiado en mi círculo más próximo, arisco y enfadado crónico, o me dejo llevar por la corriente, como un borrego más de la manada.

Ninguna de las dos posturas me consuela. La primera por la dificultad que encierra mantener una posición contraria a casi todo. Porque yo también soy un ser social y no puedo aislarme de los ocho mil millones de seres humanos que pueblan como epidemia este pequeño planeta. Los necesito y quiero comprenderlos, relacionarme gozosamente con ellos y compartir mis penas y mis deseos con los que hacen conmigo el tiempo. La segunda porque me daría una imagen a mí mismo de vencido, de viejo y de falto de pensamiento y hasta de reaños para vivir la vida con cuajo.

Ya sé que estoy haciendo secciones y compartimentos separados y que, en realidad, quiera o no quiera, se mezclan ambas posturas y formas de proceder. Pero ya soy consciente de ello. Analizo por predominio, no por razones absolutas. Y el tanto por ciento se me vence demasiado para el lado del rechazo. Y he de reconocer que esta postura acarrea muchos inconvenientes. Tal vez no el menor de ellos sea el de contagiar ese mal humor a los que tengo más cerca, a esos que me tienen que soportar y que me templan gaitas para que el día siga corriendo y no todo sea contrariedad.

El día me regala un buen puñado de ejemplos que no soy capaz de mandar al cesto de los papeles. Valga hoy este (podría aportar un buen número de ellos). La TV pública lleva una semana predicando la llegada de la coronación del rey de Gran Bretaña, Carlos III. Ya conocemos la silla en la que se va a sentar, los calcetines que va a vestir, los invitados que se van a congregar, el negocio que se monta a su alrededor, las medallas que le cuelgan y hasta si le gustan o no las naranjas para desayunar. Este medio anuncia programas especiales y ha mandado para ese país a un ingente número de empleados para que no nos perdamos ni un solo detalle de tamaño acontecimiento. Todo ello, claro, a costa de mis impuestos y de los de todos aquellos que no pueden llegar a fin de mes. Todos los ornamentos y coloridos serán expuestos al mundo entero, como si se tratara de la llegada del juicio final.

Y así con miles de ejemplos y todos los días del año.

¿Pero no se puede prestar algún esfuerzo y algún dinero más a otros asuntos que afecten de verdad a las personas de a pie? ¿No hay preocupaciones mayores por el mundo? ¿En qué mejora la convivencia general la exhibición de un tipo que no ha hecho ningún mérito en la vida salvo el nacer en una cama determinada? ¿Hasta dónde nos vamos a degradar? ¿Cómo se come eso de que este señor sea el jefe espiritual de una iglesia entera? ¿Qué valor tiene la monarquía en nuestro tiempo? ¿En qué afecta todo esto a un españolito de a pie cualquiera ‘

Los mismos que determinan los gastos en estas exhibiciones históricamente trasnochadas y sin ningún sentido, salvo el de atontar mentes, al momento ofrecerán condolencias y golpes de pecho por ver que en el mundo hay guerras y desigualdades flagrantes. Hipócritas, fariseos, atontadores de borregos. Sí, de borregos. Porque el seguimiento lo hará un rebaño abundantísimo, que entregará hasta el oremus con tal de no perderse ni un detalle del color del último vestido. Y en este plan.

Y siempre el mismo final. Si se tratara de un acto aislado, no sería grave. Es que el día a día se teje con contradicción tras contradicción, con una de razón diluida entre mil de sinrazón. Y la masa babeando al son de la flauta que le van tocando.

¿Cómo se mezcla esto? Porque huir del todo es imposible y yo no lo deseo. Pero dejarse llevar es degradante y se vuelve insufrible.

¡¡¡Auxilio!!!

jueves, 4 de mayo de 2023

VERDAD RESPONSABLE

 VERDAD RESPONSABLE

En estos tiempos de posmodernidad o de posverdad, ¿cómo se puede definir la verdad, si es que esta existe? ¿O acaso hemos renunciado ya a ese ideal y a ese asidero?

La verdad, como concepto, tiende a lo absoluto, a lo permanente, a lo definitivo, a lo inamovible. Y eso, o pertenece a algo externo al ser humano o, si no, nos obliga a regirnos simplemente por aproximaciones, pues la capacidad racional no da para tanto, aunque necesite del ideal de la verdad para la supervivencia.

Acaso podríamos conformarnos con la verdad apellidada, con algún tipo de verdad menos pretenciosa. Nadie sabrá si eso es engañarnos o el engaño está en el mantenimiento de la utopía y de lo absoluto.

¿Qué pasaría si nos moviéramos en una «verdad responsable»? Sería, tal vez, aquella que consistiría en concebir y analizar algo pensando más en las consecuencias de lo que se esté pensando, afirmando o negando que en el propio concepto. Es verdad que rebajaríamos el valor de la verdad al hacerla depender, no de su lógica interna, sino de las consecuencias que acarrea su defensa. Y, así, todo se volvería relativo, más pobre y menos duradero.

Pero convendría analizar si eso no nos resultaría más productivo para la convivencia y para el desarrollo social. Seguramente, nos estaríamos aproximando más a la ética que propiamente a la filosofía teórica. Al fin y al cabo, es lo que en la realidad se produce en nuestros días, pues tenemos una legión de éticos y el número de ‘filósofos puros’ se ha reducido notablemente.

La filosofía, en sus comienzos, ocupaba toda ciencia y saber. Ahora, las especializaciones y los desarrollos científicos le han quitado espacio y le han robado páginas a la filosofía; hasta el punto de hacer pensar que la filosofía como forma de acercarnos a la verdad se halla en cualquier variante de la ciencia, si esta es bien entendida.

En todo caso, la filosofía, sea cual sea su acepción y su desarrollo, tiene que seguir sirviéndonos para no servir; es decir, tiene que seguir siendo el instrumento en que apoyarnos para acercarnos al mundo desde una visión personal y crítica, nunca servil ante los poderes establecidos, sino de la mano del alcance, pobre, pero gozoso, del pensamiento propio e individual. Siervos solo de nosotros mismos.

lunes, 1 de mayo de 2023

«QUE POR MAYO ERA, POR MAYO»

 «QUE POR MAYO ERA, POR MAYO»

«Que por mayo era, por mayo…». Como en todos los relatos, el tiempo pasado es el que te recuerda con nostalgia que «cualquier tiempo pasado fue mejor», aunque la realidad es que cualquier tiempo pasado fue simplemente… anterior.

Ni siquiera en los últimos suspiros del franquismo me gustaban las manifestaciones, por más que, en aquellas circunstancias, la presencia en las mismas se hacía necesaria, sobre todo para los que formábamos en los grupos de estudiantes universitarios. Después, los años me han llevado a la participación en otras manifestaciones diversas, claro; pero nunca he sido un entusiasta de las mismas: no me gustan demasiado las aglomeraciones porque los sentimientos y los impulsos se desparraman enseguida.

Sin embargo, desde siempre me recuerdo asistiendo a la manifestación del primero de mayo. En ella se resumen, a mi juicio, casi todas las demás porque se actualizan las principales reivindicaciones de las clases trabajadoras. Casi siempre tienen que ver con demandas salariales y de condiciones de trabajo. El logro de estas peticiones es, según pienso, la base de todas las demás condiciones para una sociedad más justa e igualitaria. Debo confesar que en ellas me he sentido más a gusto, por ejemplo, que en las protestas que afectaban a mi gremio de funcionarios de la enseñanza.

Sin embargo, este año no ha habido manifestación de primero de mayo en Béjar. No conozco las razones por las que los sindicatos de clase no la han convocado, pero me temo que no habrá sido ninguna razón de tipo casual y no descarto que esta falta de convocatoria se pueda reproducir en años sucesivos. Espero sus explicaciones.

El asunto da para alzar la mirada y extenderla algo más lejos. ¿Cuántas manifestaciones se han producido en España este año y cuántas el año pasado? ¿Cuál ha sido el número de asistentes este año y cuál el anterior? ¿La afiliación sindical crece, decrece o se halla estancada? ¿Qué visión tienen los ciudadanos de los sindicatos en tiempos en que gobierna la izquierda y cuál en los que gobierna la derecha? ¿Qué importancia tienen, en afiliación y en influencia, los sindicatos corporativos, que solo defienden intereses profesionales? ¿Tienen que ser ideológicos claramente los sindicatos? ¿Tienen que manifestar públicamente su ideología los sindicatos? ¿Cuáles son los principales errores de los sindicatos de clase?

Estas y otras preguntas deberían llevar a la reflexión a todos: a las cúpulas sindicales, a los afiliados, a los no afiliados y a los ciudadanos en general.

A pesar de mis muchas reservas, sigo convencido de que una sociedad es mucho más justa con unas organizaciones sindicales de clase fuertes, también con ideologías definidas públicas (aunque su labor sea la propiamente laboral y sindical). ¿Con qué convicción se puede defender, si no, una actuación que repercute de una manera o de otra en toda la sociedad? Me parecen, por el contrario, más pobres y desiguales las sociedades con sindicatos corporativos, egoístas por definición y defensores solo de sus parcelas de poder y únicamente de sus afiliados.

El calendario está lleno de celebraciones con el marbete de «día de…». Este del primero de mayo resume la base en la que se apoyan casi todas las demás reivindicaciones y adelantos para una sociedad menos injusta y es como el rescoldo que queda para no perder la esperanza en prender otra ver la llama de la igualdad de oportunidades.

«Que por mayo ERA, por mayo…».