VERDAD RESPONSABLE
En estos tiempos de posmodernidad o de
posverdad, ¿cómo se puede definir la verdad, si es que esta existe? ¿O acaso
hemos renunciado ya a ese ideal y a ese asidero?
La verdad, como concepto, tiende a lo
absoluto, a lo permanente, a lo definitivo, a lo inamovible. Y eso, o pertenece
a algo externo al ser humano o, si no, nos obliga a regirnos simplemente por
aproximaciones, pues la capacidad racional no da para tanto, aunque necesite del
ideal de la verdad para la supervivencia.
Acaso podríamos conformarnos con la verdad
apellidada, con algún tipo de verdad menos pretenciosa. Nadie sabrá si eso es
engañarnos o el engaño está en el mantenimiento de la utopía y de lo absoluto.
¿Qué pasaría si nos moviéramos en una «verdad
responsable»? Sería, tal vez, aquella que consistiría en concebir y analizar
algo pensando más en las consecuencias de lo que se esté pensando, afirmando o
negando que en el propio concepto. Es verdad que rebajaríamos el valor de la
verdad al hacerla depender, no de su lógica interna, sino de las consecuencias
que acarrea su defensa. Y, así, todo se volvería relativo, más pobre y menos
duradero.
Pero convendría analizar si eso no nos
resultaría más productivo para la convivencia y para el desarrollo social.
Seguramente, nos estaríamos aproximando más a la ética que propiamente a la
filosofía teórica. Al fin y al cabo, es lo que en la realidad se produce en
nuestros días, pues tenemos una legión de éticos y el número de ‘filósofos
puros’ se ha reducido notablemente.
La filosofía, en sus comienzos, ocupaba toda
ciencia y saber. Ahora, las especializaciones y los desarrollos científicos le
han quitado espacio y le han robado páginas a la filosofía; hasta el punto de
hacer pensar que la filosofía como forma de acercarnos a la verdad se halla en
cualquier variante de la ciencia, si esta es bien entendida.
En todo caso, la filosofía, sea cual sea su
acepción y su desarrollo, tiene que seguir sirviéndonos para no servir; es
decir, tiene que seguir siendo el instrumento en que apoyarnos para acercarnos
al mundo desde una visión personal y crítica, nunca servil ante los poderes
establecidos, sino de la mano del alcance, pobre, pero gozoso, del pensamiento
propio e individual. Siervos solo de nosotros mismos.
1 comentario:
Estoy de acuerdo.
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