lunes, 30 de septiembre de 2013

HOY ME ABRAZA LA VIDA

HOY ME ABRAZA LA VIDA
De nuevo estoy sentado en esta piedra
que adorna las esquinas del camino,
y noto en mis contornos
que me abraza la vida con el dulce
sabor de sus espejos.
Hay cálidos espacios que me pertenecen
y tiempos en los que casi entiendo
por qué la luz es luz
y por qué a los horarios de la tarde
les siguen otras tardes y otras tardes
con la simpleza y el consentimiento
de lo que nunca exige su sentido.

Hay ecos y recuerdos
de todo lo pasado y lo vivido,
como si todo fuera un río eterno
colmado por las lluvias
que dejan en la orilla las espumas
y el latido ya gris de viejas voces

También hay sueños rotos y perdidos
de lo que quiso ser y se quedó en la huella
del dolor, la derrota y el fracaso:
estas derrotas duelen
cuando son para siempre
y exigen caminar a ras de tierra,
con los pasos contados,
los límites precisos, la certeza
de que lo eterno es solo un desvarío.

Pero yo soy la vida, sigo siendo
la posibilidad de amar,
de ser agradecido, de sentirme
agotado pero erguido, de abrazarme
a este mundo fugaz que me rodea,
a los humildes signos que me anuncian
lo hermoso de vivir.

Aunque me habite
un corazón cansado,
que late sin parar hasta que el tiempo
decida que ya es hora

del descanso final y del olvido.

viernes, 27 de septiembre de 2013

PERSONAL SHOPPER



La vida es una carrera interminable de relevos, o de sucesos que se reinventan para no morir en brazos de la monotonía. Cuando vienen mal dadas, el ser humano se apaña con  lo que puede con tal de salir a flote y no ahogarse en el mar de las repeticiones. Sin embargo, hay modificaciones que a uno le dejan como de un aire y en la duda de si es absolutamente imbécil o es que alguno de sus semejantes ha abandonado hasta la matrícula en el preescolar de los preescolares.
El asunto no tendría más importancia si se tratara de un hecho aislado; incluso hasta se podría tildar de ingenioso y de intento de buen humor. Lo peor de todo esto es que las setas aparecen por todas partes, las epidemias de tontería se reproducen por sí mismas y las plagas de estulticia son más intensas que las de Egipto.
Hemos llegado hasta el punto de que la especialización se convierte en atosigante y la etiqueta y la titulitis se han transformado en el marchamo de la propia vida. Aquí ya casi no se habla del razonamiento y del sentido común, sino de los estudios de parcelas que uno tenía entendido que se adquirían en el desarrollo normal de la vida y en la aplicación de las cuatro reglas. Pues nada de nada, hay que estar titulado en el asunto equis para poder salir a la calle. Así se van propiciando nuevas parcelas laborales y el que anda espabilado y coge el primer vagón incluso hasta puede que consiga un puesto de trabajo especializado en vete a saber qué.
Escuché hace solo unos días el anuncio de una academia madrileña que invitaba a los oyentes a matricularse en un curso de PERSONAL SHOPPER. Me hacían chiribitas los ojos y me pellizcaba por si había perdido la conciencia. Rebusqué en mis conocimientos de inglés y aquello me salía algo así como COMPRADOR PERSONAL. O sea, que había que hacer un curso  bendecido por todas las aguas benditas del poder ministerial para poder ejercer de algo así como de NIÑO, VETE A HACERME LA COMPRA.
Cuando era niño, aprendí en mi pueblo a ir a buscar el pan a la tahona. Tía Tilde me lo daba no sin antes hacer la correspondiente mella en el palo, según el pan fuera grande o chico. El pago se hacía cuando se podía, pero la señal era ya indeleble en el palo de madera. Con el palo mellado y con el pan volvía tan contento para mi casa. Y nunca hice un curso de PERSONBAL SHOPPER en CCC. Y qué rico estaba el pan cunado se encetaba calentito. Si me hubiera dado por ir con mi papelito de personal shopper, tía Tilde me habría tirado por el puente. Y habría tenido toda la razón para hacerlo.
Hoy, cuando más necesidades hay y más hay que mirar qué productos son los que van a la cesta de la compra, parece que hay que titularse para poder ir al Mercadona. Vaya por dios.

Cuánto bobo por el mundo. Y cuánto esfuerzo derrochado en nombre de la tontería. Y solo es una gota en medio de la lluvia. Y hoy, por cierto llueve. Ya era hora. 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

MONTE ARRIBA Y ABAJO

MONTE ARRIBA Y ABAJO
Hoy cantan para mí
la soledad del bosque y su silencio.
No llegan hasta aquí ni los indicios
de tanta voz perdida en las disputas
que pueblan las ciudades y sus calles.

Aquí el tiempo es más tiempo,
se asume que domina la impotencia,
se desligan los nudos
de lo que se reitera en la inquietud,
y todo es ya sosiego y es reposo.

La voz aquí no existe
-es música callada la del bosque-
y yo soy dueño aquí del abandono,
y la quietud se posa en los senderos;
apenas una brisa se despista
para mover las ramas de los árboles.

Aquí dejo mi cuerpo descuidado
para que el sol lo dore y lo conforme
como fruto del barro y del olvido.

Después, no sé bien cuándo,
 vuelvo a la dura senda de mis sueños,
respiro con impulso el aire del vacío,
recupero el recuerdo
de todo lo real que ya he vivido
y vuelvo hacia la angustia, monte abajo,

con el eco encendido del bosque y su silencio.

martes, 24 de septiembre de 2013

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA

                   
No sé por qué extraña influencia sigo diciendo con frecuencia que detrás de toda gran obra tiene que haber una gran persona. Me cuesta separar una cosa de la otra. Pero no sé si no es más un deseo que una realidad.
Hace solo unos días me visitaban unos emisarios de una de las editoriales más importantes de este país. Me presté (debía de tener un mal día) a una encuesta rápida en la que me pedían opinión acerca de algunos escritores. Lo hacían, más en concreto, acerca de nuestro último premio nobel. Enseguida torcí el hocico y contesté separando su obra de su persona. Los encuestadores me confirmaron que esa misma respuesta la habían recibido en otros lugares, pero que ellos preguntaban por el escritor, no por la persona; y yo tuve que hacer un ejercicio improvisado de freno y marcha atrás. Seguramente me comporté así por dos razones. La primera es la que me enseña que algunos de mis autores favoritos son aquellos en los que sí se desarrollan en paralelo la vida del autor y sus propias obras: Machado, Lorca, Miguel Hernández… En estos casos seguramente también me deje llevar por el lado de la alabanza, restándole lugar al criterio más sosegado y sereno. La segunda porque, con el paso del tiempo, la obra permanecerá y la persona perderá contorno en la distancia.
He leído la semana pasada una novela de un autor con el que me sucede otro tanto. Se trata de Juan Manuel de Prada. La novela es “Las esquinas del aire”. Es una obra que tiene ya trece años pues fue publicada en el año 2000. Tal vez debía haberla leído antes. Es posible, pero esto me importa muy poco: hay tantas obras que no leeré nunca…
Esta persona se ha convertido en un personaje público que actúa ante los demás casi a diario y que me parece que representa un mundo y un esquema de ideas que no comparto en casi nada. Por si fuera poco, se ha instalado en los contextos más rancios de esta sociedad mediática tan casposa como la española. En fin, que no es santo de mi devoción como divulgador de ideas.
No me sucede lo mismo como escritor. Todo lo que he leído de él me parece que lleva el impulso de un muy buen autor, pues es dueño de una prosa y de una imaginación absolutamente especiales.
En una novela de casi 600 páginas es inevitable que algunas notas desafinen un poco en el global de la sinfonía (siempre según la opinión del lector, que puede a su vez estar equivocado), pero el conjunto me parece sobresaliente. Sobre todo en el léxico y en las imágenes. Ya me subyugaron en sus primeras obras y en esta me siguen llamando mucho la atención. En aquellas primeras obras llegué hasta a dudar de que una persona tan joven pudiera tener un dominio tan minucioso del idioma en el que se expresaba. Después no ha hecho otra cosa que confirmar que las sospechas no tenían ningún sentido y eran sencillamente retóricas.
Especialmente sabrosas son para mí las variadísimas descripciones de todo tipo con las que se salpica el libro. Copio aquí una de las primeras: “Nada más trasponer el umbral, había que sortear un desnivel que era casi un socavón en mitad de aquel vestíbulo sin luz, lóbrego como un pudridero. Martel emergía de la sombra como un cadáver vertical, con la piel de pergamino que se le atirantaba en las sienes, hasta hacerse traslúcida y mostrar el ramaje yerto de las venas, por las que seguramente ya no fluía la sangre. El cabello le raleaba en la coronilla y se desplomaba sobre la frente como una tela de araña que hubiese olvidado las leyes de la geometría. Tenía un parecido pavoroso con el actor Peter Cushing, pero con un Peter Cushing prófugo del sol y ya decantado hacia ultratumba: las facciones aquilinas, los labios afilados y exangües, la nariz como una quilla obstinada y los pómulos muy pronunciados, denunciando coquetamente la calavera. Era el rostro de un intrigante jubilado y exhausto, uno de esos rostros capaces donde la avaricia ha esculpido sus líneas, aunque con la edad sus facciones se habían afinado, disfrazándose de ascetismo, incluso de un cierto ascetismo afable. Vestía un batín de moaré, pero las aguas de la tela habían quedado ocultas bajo la marea de la mugre, que espejeaba como el ala de una mosca. El mobiliario y la decoración de la casona tenían el mismo aire ajado que su batín, al misma infecciosa decrepitud, agravada por la humedad.” Pg. 20-21.
Buen ejercicio para analizar, para imitar, para comentar.
Toda la obra está salpicada de expresiones, metáforas, comparaciones y otros fenómenos literarios, tantos que la convierten en un museo inagotable para el lector: ojos minerales; introducir un cesura en su monólogo; la risa se le quedó atrapada en las encías; su cuerpo era un pellejo tapizando sus huesos; la luz parecía enferma de lipotimia; una polvareda casi comestible; el Museo del Prado, ese hangar para turistas; la piel atezada por el hábito de la intemperie; una incipiente luz tanteaba ya los contornos de las cosas; la cama disparó la alarma del somier como si estuviese denunciando un adulterio; me sentaba junto a la cabecera para escuchar el estribillo de su sueño; su ojo viudo; el fútbol ya empezaba a ser lo que ahora es, un páramo cultural y una escuela de gregarismo; el oro de la gloria y el calderillo del éxito; el cielo tenía una calidad de esmalte, y el sol moría crucificado en su cenit, desangrándose con una tibieza casi otoñal; quizá escribir no consista en otra cosa que en invocar lo que nos falta; la noche se derrumbaba en la ventana como un catafalco de tinta; sus labios se fueron desgastando a medida que se fueron vaciando de palabras; mis ojos sembraban sueños en el mar; ebria de viento y morena de nieve; el dinero, ese sórdido papel donde se estampa la avaricia; dispuesto a modelar el mundo con el torno de la voluntad; la lluvia, aquella salmodia líquida; me fui hundiendo en una vorágine de incuria y envilecimiento, como quien acata plácidamente un moroso circunloquio del suicidio; la atención, esa limosna de la cortesía; estos momentos se pierden en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…” Y tantos más. Espero adueñarme de algunas imágenes.
Hay quien opina que la lectura se hace así un poco más difícil para el lector medio. Yo afirmo que de esta manera el rato se convierte en un manjar sabroso y escogido.
Después están la trama, el orden de los capítulos, la extensión, la trabazón, es desarrollo de los personajes, la construcción de todo el edificio.

Por cierto, confesaré también mi desconocimiento de la poetisa Ana María Martínez Sagi, pretexto y fundamento a la vez de toda la novela. Es tanto y tanto lo que desconozco.

lunes, 23 de septiembre de 2013

EL ARTE DEL INGENIO


De vez en cuando me llegan correos de esos que andan por el aire  y que vuelan desde un aeropuerto particular y desconocido hasta extenderse y hacerse de todos. Algo parecido a lo que ocurría con los romances de antaño. Recojo este porque creo que intenta ser resumen de la situación actual y por el ingenio que destila. Por lo demás, me parece que le faltan mil perfiles y aclaraciones, por lo que, si no se atenúa su significado, se incurre en el pecado de la demagogia. Cada cual sabrá qué tiene que hacer.

“Si es usted jubilado y el Gobierno le dice:
- Que le sube los impuestos.
- Que tendrá que pagar por las consultas médicas.
- Que ya no puede haber ayudas sociales o para la dependencia.
- Que ya no hay una plaza en una Residencia pública para usted.
 ¿Qué hacer? ¿No le llega su pensión? No se desespere. Los jubilados tenemos un plan:
 - Cada ciudadano de más de 65 años deberá comprar una pistola y 4 balas.
- Se le permitirá disparar a 4 políticos.
- No es necesario matarlos, aunque ya puestos no habría que desperdiciar munición.
 Naturalmente, esta circunstancia le enviará a prisión, donde usted tendrá:
 - Régimen de pensión completa: tres comidas al día, techo calefacción central…
- Seguirá cobrando su pensión.
- Derecho de vis a vis una vez a la semana. Le visitarán sus familiares lo mismo que hasta ahora.
- Todos los cuidados y consultas médicas gratuitas que requiera.
- ¿Dentadura nueva? Dicho y hecho, ¿Gafas? Genial, ¿Una cadera nueva, rodillas, lo que sea? Sin problemas.
- Gimnasio, sala de juegos e Internet gratis.
- Todo cubierto. Sin costes, sin impuestos.
 ¿Y quién le pagará todo esto? El Gobierno. El mismo Gobierno que le dijo que:
 - Que le tenía que subir los impuestos.
- Que tendría que pagar por las consultas médicas.
- Que ya no podría haber ayudas sociales para usted.
- Que ya no podía ofrecerle una plaza en una Residencia pública para usted.
 Usted solo deberá preocuparse de invertir bien su pensión para cuando salga… que según las leyes de nuestro país y como usted tan solo ha matado a alguien… será muy pronto.

 Este país es genial... ¿o no?”

jueves, 19 de septiembre de 2013

¿CÓMO NO LO HE DE SER?


¿CÓMO NO LO HE DE SER?
“Abuelo, tú, cuando me ves, eres feliz”
 (Palabras de mi nieta Sara, cuatro años)

¿Cómo no lo he de ser si tú lo dices
y lo quieres también, si tú me hieres
con la más dulce herida, si tu voz
es bastante armonía para acallar al viento
y entender que las cosas se coronan
cuando tú las convocas
con el reclamo azul de tu palabra?

¿Es posible no serlo si nos miras
y dejas en nosotros la hermosura
tan solo con mirarnos
desde el don especial de tus pupilas?

¿Cómo no lo he de ser si con tu ayuda
ganamos siempre todas las batallas,
si, a mis hombros, cabalgas
como esbelto jinete y alcanzamos
la meta en el dominio de las risas,
si te estrecho en mis brazos y descubro
que el mundo cabe todo en ese abrazo?

¿Cómo no lo he de ser si tú te ofreces
blanca como la luz del mediodía,
portadora de toda la inocencia,
la sencillez y el gozo de tus cuatro años?

Soy feliz con el don de tu presencia,
con el dulce regalo del olvido
del resto de las cosas, con el blanco
sabor de tus palabras,
tan solo con saber que tú me nombras
y me acoges tranquilo y satisfecho
cerca de tu recuerdo.
Lo demás se ha marchado

por el camino incierto de la tarde.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

ESPAÑA EN SUS CONTRASTES


Siempre he pensado - lo he dicho y escrito muchas veces- que este es un país de extremos: de calores para no quitarse la gorra y de fríos para no quitarse el abrigo, de playas abarrotadas y páramos vacíos, de pueblos  sin control en verano y de ciudades sin un ruido en invierno, de colas del paro engordadas en otoño y de extrañas esperanzas de trabajos temporales en el buen tiempo, de fans de charanga y pandereta y de cascarrabias pensantes que no saben cómo leches convivir con los de al lado y sus costumbres. Hasta toponímicamente ha cuajado lo de los extremos en la Extremadura como extremos del Duero.
Cualquier día está lleno de noticias que abonan este hecho del contraste y de los extremos en la piel de toro. Hoy leo estas dos: a) Muere Martín (o Martí) de Riquer, un reconocidísimo sabio y erudito en el mundo de Cervantes y de la Edad Media, maestro de filólogos y de todo aquel que se haya acercado al mundo de la literatura. Yo lo asocio sobre todo al mundo del Quijote, del que sabía, si se me permite, tal vez demasiadas cosas. b) Torneo del toro de la Vega: imágenes del espectáculo en el que cada año se da muerte a un toro por parte de gente con lanzas de acero.
Son solo dos ejemplos de lo que sucede cada día en esta piel de toro en la que una parte cornea y otra se sube a lomos del animal para otear el horizonte y tratar de dar vida al futuro. Y lo del toro de la Vega no es más que una versión macabra del esquema pobre y simplón en el que nos movemos por estos pagos: procesión, toros y verbena.
Yo he nacido en un hermoso pueblo en el que se mantiene la tradición de “correr los gallos”. Sé que no se puede eliminar de un plumazo lo que se viene repitiendo desde hace muchos años, y sé también que las costumbres de las comunidades hay que tratar de explicarlas y de contextualizarlas para que puedan ser comprendidas. Pero eso no debería evitar que las tendencias apunten hacia el final correcto y razonable. Y, sobre todo, no deberíamos confundir que una cosa es explicar un fenómeno y otra muy distinta es justificarlo y hasta aplaudirlo.
En todo caso, volvemos a la España de Frascuelo y de María, a la España de charanga y pandereta y del macho alfa como jefe visual de la manada. Y, además, en la versión más instintiva y animal.
Pero al lado de esta España hay otra que piensa y razona, que analiza el pasado y hace prospecciones hacia el futuro, que aspira a alzar su vista hacia otro día más allá de este día, que sabe que el ser humano es capaz de algo más que asistir al circo y a llenar el estómago.

En esa España vivía Martín de Riquer. En esa España me gustaría vivir también a mí.

martes, 17 de septiembre de 2013

EL HOMBRE Y LAS CUATRO REGLAS


Treinta y tres mil millones de euros menos para las pensiones en los próximos años. Así andan las previsiones de los sabios que se han quedado en las cuatro reglas de la escuela. Y la comisión de expertos entrega las cuentas al ministerio, este las pasa por el manto de la virgen del Rocío y, sin más, milagro los jueves. Olé los cojones de nuestros enterados.
Con estos nuevos ajustes de cuentas dicen que se equilibran los gastos y los ingresos y que se protege el sistema. ¡Qué razón tienen! Yo no les puedo poner ni un pero siquiera. No ingresas, no se te da; ingresas, pues se te devuelve.
Es el capitalismo, capullos; es la estricta aplicación de un sistema que considera al ser humano como una unidad productiva y nada más, que sobrepone los números a todo lo demás y que alcanza la bondad o la maldad en el asunto de los balances y del PIB. O sea, que anula el resto de valores humanos, o al menos no los considera y los ridiculiza. Por eso, por analogía, defienden que el señor Botín se jubile con todos los millones que le quepan en su cartilla o que los directivos de las entidades financieras hagan otro tanto: son los campeones y los que más han generado en las operaciones de capital. Es de una lógica aplastante, coño. ¿Por qué los imbéciles que defienden estas teorías se quejan cuando no les toca casi nada en el reparto? ¿Acaso es que no alcanzan el grado de alfabetización, o es que están anegados del egoísmo más ramplón, estúpido y majadero? ¿No queríais liberalismo? Pues, hala, un par de tazas para ir tirando. La señora devota de la virgen del Rocío, Fátima Báñez (no sé yo cómo irá esta lucha entre advocaciones marianas), no hace otra cosa que aplicar su manera de pensar, o al menos de actuar, porque eso de pensar no lo hace cualquiera.
Vuelvo la vista a Marx, a aquel judío trasnochado y perdido en teorías anticuadas (eso dicen ellos) y observo que se cumplen sus advertencias hasta la última letra. Pero, claro, ya se sabe, en el siglo veintiuno, hablar de ricos y de pobres está pasado de moda. La madre que los trajo al mundo, con perdón para esas madres.
Y lo peor de todo es que se ha conseguido que los de a pie sigan al pie de la letra las consignas, echen sus pasos al mundo del comercio que más los esclaviza y gasten sus energías en la cadena antropofágica que los devora como números sin alma.
Todavía a uno le da por pensar de vez en cuando que el ser humano es algo más que dinero, que, por ir a lo menudo y poner algún ejemplo visible, el parque de esta ciudad estrecha que se llama Béjar no puede estar un mes entero cerrado al paseo de los mayores, pues es casi su único esparcimiento, tan solo para que unos bares saquen unas perras de más y unos ciudadanos se sienten allí a contribuir al invento con sus consumiciones; o que las ayudas a la dependencia se minimicen dejando a los ancianos a la intemperie; o que apenas se les dé otro futro que el de la peor bazofia televisiva.
Si no tienen otra visión más amplia del ser humano (de los que no pueden, claro, que los otros se lo buscan por su cuenta), que no disimulen, que anulen las pensiones, o que se animen a las incineraciones masivas; inmediatamente ahorrarían mucho más dinero y equilibrarían las cuentas; o que cierren hospitales e inviten a los mayores a dejar de molestar en esta vida. ¿No advierten que el equilibrio y la “prosperidad” se alcanzarían en un periquete? Pero qué burros son.
Son burros en lo de las cuentas. Pero son burros sobre todo en la consideración de desprecio hacia el ser humano por el hecho de serlo. Hay que hacerse a sí mismo, piensan, y el que no se haga a sí mismo que se quede por el camino. Si al menos se aplicaran a sí mismos este principio… La realidad enseña que, en cuanto se sienten ellos en necesidades, acuden a la ayuda común como pordioseros vestidos de lástima y con cara de compasión.
Siempre he pensado que la vida se puede reducir a una carrera en la que, si no se sale de la misma raya y en igualdad de condiciones, todo lo demás es simplemente una colosal mentira. También pienso que en el camino no todo el mundo se espabila igual y que distintos esfuerzos deberían llevar a distintos resultados. Pero primero es el punto de partida. Y a que se cumpla esa igualdad de condiciones hay que dedicar los mejores esfuerzos. Si además conseguimos entender que no hay caminos solitarios, y que es más gozoso si lo hacemos en compañía y amistad, la senda se abre y se allana casi toda.
Advertía Miguel Hernández en uno de sus poemas de guerra: “El hambre, tened presente el hambre.” A veces los ejércitos están armados con bombas de racimo y no son precisamente de metal.

Quien me conozca puede pensar que no es mi caso, que yo puedo llegar a fin de mes y que no soy el más apropiado para la protesta. Le aconsejo que se abstenga de tan rastreros y estrechos pensamientos.

lunes, 16 de septiembre de 2013

A RELAXING CUP,,,


La elección de la sede olímpica para la fecha de no sé cuántos me pilló en Málaga, olvidado de casi toda la monotonía del mundo y mirando a la esencia de los mares y a la descalcificación de la memoria. ¡Que le dan los Juegos a Madrid! ¡Que esta vez no falla!
A eso de las nueve alguien se dejó decir que las ilusiones se habían desvanecido a las primeras de cambio y que hasta Estambul se había puesto por delante. Vaya por dios. Desilusión, gente cabizbaja, manifestaciones de sorpresa y de desconsuelo, improperios al COI y, muy pronto, descalificaciones a los miembros de la delegación española. Cuando se divulgó lo de “a relaxing cup of café con leche”, el despiporre y el desenfreno fue general en los medios: el ingenio de esta cultura tiene estas consecuencias maravillosas. Yo mismo volví al mundo de cada día para considerar un rato esto de las olimpiadas en sus valores y en sus contravalores. Y me harté de risa y de revancha emocional, casi catártica, con estas deficiencias de la alcaldesa Botella, no tanto por la anécdota como por venir de los que se pasan la vida sacando pecho, exhibiendo currículo y mirando por encima del hombro a los demás. Pobrecitos ellos, qué pobreza y qué ridículo. Luego vinieron los detalles, esos que nos van descubriendo los entresijos de estas peticiones en millones de euros, en comilonas a todo trapo y en intentos de soborno por todas las direcciones del orbe a esos tripones del COI que nadie sabe cómo se nombran entre ellos mismos ni ante quién responden de sus actos. El oscurantismo de todo este mundo seguramente supera al de los arcanos religiosos, pues sus iniciados bien saben que, también en estos ámbitos, todos los caminos llevan a la compraventa y que los caminos del soborno son infinitos. Así que a conjeturar y a poner cara de contubernio a cada una de las acciones que cada cual quiera imaginarse.
A los pocos días (todo el verano a la sombra de la montaña y, a última hora, de acá para allá todo el tiempo) me ha tocado ir a Madrid de fin de semana, a la sede de la desilusión, al rompeolas y capital de todas las Españas, al centro y al centralismo, al ojo de todas las miradas, a esa madrastra de todos los rincones tan querida y rechazada a la vez. Pensaba en cómo me la iba a encontrar en su melancolía y en su resaca. Pues la hallé moza y jaranera, trasnochadora y bulliciosa, con su cielo de preotoño velazqueño y purísimo y con el tiempo sin cuadricular pues hay gente para llenarlo todo y en todo momento: allí los museos; y los almacenes comerciales, reflejo fiel de esta armadura loca del mundo sin bozal del capital; y el Brujo en su función de mejor juglar de España, como siempre (nunca he visto explicar la Odisea con tanta claridad, expresividad y divertimento como el sábado día 14 de septiembre en el teatro Alclá de Madrid); y allí la noche eterna como el día; y allí los parques amplios; y allí la sede inmensa de todos los deportes; y allí la vida siempre derramándose por todas las esquinas, entre luces y sombras y entre sonrisas y lágrimas.
Parece una evidencia que, si el bombo hubiera dicho sí, la ilusión se hubiera disparado, las penas se hubieran llevado mejor con un poco de pan del de mentira y el españolito habría pensado que algo de luz se colaba por los claroscuros de sus entretelas. Total para olvidar otros manejos, para dar de lado a muchos malos datos y para sustituir la falta de ilusión en lo nuestro por ilusionarnos con lo que nos ofrecen otros.

Como la suerte se mostró esquiva, habrá que diluir en la resaca los ardores de estómago, los restos del hartazgo y empezar a convivir con esa especie de desgana que produce la monotonía y el oscuro vivir de cada día, cuajarnos en la dura realidad y encarar el futuro con algo de realismo y de ironía. Al fin y al cabo, “a relaxing cup of café con leche” en la Plaza Mayor de Madrid, mientras los negros del top manta se afanan en poner verdad a la vida o parejas de enamorados de todo tipo se comen a besos en los soportales, es un remedio estupendo. 

viernes, 13 de septiembre de 2013

EQUIPO TITULAR

EQUIPO TITULAR
De toda gran mujer, el contrapeso
de ese pobre don nadie que hay detrás;
del petulante ser que se proclama
de vuelta de las cosas,
la certeza y la pena
de que nunca ha llegado a ningún sitio;
del gusto por amarme cada día,
la aventura agridulce de la vida;
del ¡vivan las caenas!,
la elección de una marca conocida:
“Anís de las cadenas”, buen provecho;
del cine americano,
ni los créditos:
que se los queden todos en la alfombra roja;
de don Quijote, Sancho,
de Sancho, don Quijote:
qué mezcla de contrarios tan sabrosa;
de Ulises, la constancia
y la certeza azul del horizonte;
de ti, de ti no elijo
pues me quedo con todo:

eres la capitana del equipo. 

jueves, 12 de septiembre de 2013

TAMBIÉN ME DUELE ESPAÑA


No suelo asomarme con mucha frecuencia en esta ventana a asuntos demasiado concretos. Creo que hay fundamentalmente dos razones para ello. La primera es que otras ventanas más leídas, los medios de comunicación, ya se dedican a eso y casi solo a eso. La segunda es el sentimiento de impotencia que siento ante casi todo y la certeza de que nada de lo que yo pudiera apuntar va a tener ninguna repercusión en nada y sobre nadie. Estas y otras razones me incitan a cerrar puertas y a esconderme en mí mismo y en mis adentros, en el territorio de los principios y de los sentimientos, en el huerto que mala o buenamente cultivo.
De vez en cuando, sin embargo, abro la ventana y dejo volar una paloma que lleva mi mensaje hacia ninguna parte, que lleva mi grito hacia el espacio, donde se pierde desleído y gaseoso. Hoy es un día de esos. Lo es porque es día doce, un día después de la Diada en Cataluña.
Cualquier asunto de esta trascendencia -y todos los demás igual- deberían encararse con serenidad y desde diversos puntos de vista; solo así obtendríamos una visión panorámica y un poco más exacta y serena del asunto.
No tengo nada claro el asunto histórico, la realidad dinástica, política, social y económica de principios del siglo XVIII, de aquel 1714, que, separado en pares de cifras, casi tiene resonancias taurinas. Aunque confieso que, al menos, sí he leído. Menos claro tengo aún que la gente conozca realmente qué sucedió por aquel entonces; ni los unos ni los otros. Y partir de datos reales no sería mal asunto, para no moverse en vaguedades o hasta en mentiras mondas y lirondas. No parece, en cualquier interpretación que no sea demasiado sesgada, que aquello fuera precisamente una lucha de territorios sino de influencias y de comercio; y excedía los intereses de la Península para perderse por los caminos de Europa.
Tampoco sé muy bien en qué medida se repiten ahora, comienzos del siglo XXI, las coordenadas ni los sentimientos de entonces. Parece que no hay que ser muy linces para observar que la Historia avanza y que hay mucho mutatis mutandis que ponerle al asunto.
No conozco a nadie que me convenza de qué nivel es superior en jerarquía, el jurídico o el emocional. El jurídico da buena parte de razón a los que piden decisión de todos los españoles a la vez; el emocional enseña que la ley es solo una referencia al servicio de lo que una comunidad decide en cada momento, que el derecho solo recoge parte de lo amplia que es la vida y que, dicho con expresión popular, no se le pueden poner puertas al campo. En pura analogía, tampoco se le podrían poner peros a decisiones de separación de territorios más pequeños dentro de Cataluña, y así hasta el absurdo.
No sabría calibrar en qué medida tantos decenios de imposición nacionalista han influido en el cambio de opinión y han creado en clima emocional de ahora mismo en Cataluña, pero sospecho que en gran medida. Al revés sucedería otro tanto.
Tampoco sabría aplicar cuántos nacionalistas de emoción han creado las posiciones y la intervenciones de la derecha mediática “central” cada día y cada momento que han abierto la boca, pero también sospecho que mucho miles.
Nadie me ha sabido explicar por qué la izquierda española ha hecho dejación en los últimos treinta o cuarenta años de su vocación internacionalista que como tal izquierda le corresponde por naturaleza.
Ni siquiera sé, por no saber, qué es exactamente eso de “un pueblo”, como se dice del pueblo catalán, del pueblo español o del pueblo de Valero.
Sí tengo algo más claras algunas otras cosas.
Tengo algo más claro el hecho de que, si una comunidad grande se empeña en hacer convivencia por su cuenta, no hay forma humana de retenerla.
Sé que esta realidad llamada España ha andado, por desgracia, casi siempre en un baile sin fin en el que encontrar pareja resulta casi imposible.
Sé que las comunidades son más fuertes si se construyen de abajo arriba y desde la confianza y no desde el recelo.
Sé que los “pueblos” no son tanto territorios, lenguas y costumbres -que también-, sino ideales comunes e ilusiones compartidas. Y sé que estos ideales son una inmensa riqueza porque generan una fuerza incontenible.
Sé que no se puede estar todo el tiempo pensando en si nuestra pareja de baile nos acepta o nos rechaza, pues esto genera recelos y desconfianzas, cansancio y desaliento.
Sé que cuando de la mesa se levanta el más rico y no quiere compartir con el más necesitado, a este se le pone cara de enfado y le vienen a la boca palabras de rechazo y hasta de insulto hacia el más pudiente.
Sé también que el que se siente rechazado anda con el regustillo agriado y no suele cantarle ninguna nana al que le ha dicho adiós, ni le va a comprar a su tienda.
Sé que, en esta situación, todo anda manga por hombro y el tiempo se nubla y se aborrasca. Y sé que la tempestad tardará en pasarse.
Y, definitivamente, sé que, por lo que se ve, no sé prácticamente nada de todo este barullo tan diverso. Al menos me declaro sin certezas, tanto de las de la razón como de las de la emoción.

Tal vez solo sea una la que  se me asienta cada vez más clara: estoy hasta el cogote de que España tenga la historia más triste de todas las historias. Dejadla que camine con soltura y no la maltratéis como a una mala madrastra. Yo creo que no se lo merece.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

FORMEN FILAS


Hoy tocaría ensayar de nuevo la normalidad, los horarios de siempre, el reencuentro con aquello que fue familiar y que, por un tiempo marcado, se puso entre paréntesis, la recuperación de aquel olor o de aquel ángulo que había hecho mutis y que, de repente, vuelve al escenario como si nada hubiera pasado y saluda al público con ademán de hacerlo por obligación. En esta ciudad estrecha han terminado las fiestas y los niños se han levantado a horas intempestivas y desacostumbradas para salir de casa e ir a encontrarse con los compas de otros cursos. Hasta el sol se ha rehecho pero con menos humos y con esa nitidez que el otoño pone en estos cielos montañeros. En fin que todo apunta hacia el otoño.
No sé muy bien por qué desde hace algunos años estos últimos estertores del estío me pillan en estado de revista. He pasado unos días en Málaga, como un paréntesis denso en la velocidad de los otros días. Y solo digo denso porque se han intercalado imágenes distintas y no han dejado que el carrete de las fotografías de diario siguiera proyectando el mismo cine; en suma, eso que se quiere decir cuando se anuncia el salir unos días por ahí a cambiar de aires. Si a eso se suman la amistad, el clima y el despiste del tiempo en los horarios, todo puede entenderse. Y estuvo también Córdoba, con su mezquita eterna, plantada junto al agua del río de Andalucía. ¿Mezquita o catedral? Qué celo el de los curas por dar a conocer en sus folletos que aquello es tierra santa, santa de la de Cristo, que no de la de Alá ni su profeta: “On welcoming you to the Cathedral, the cathedral´s Chapter asks that, during your visit, you show, the appropriate respect to the identity of this Christian church, the Cathedral of Cordoba, a living witness to our history.” Y después venga murga con los indicios de orígenes remotos cristianos y esas cosas. Qué brutos andan siempre desde cualquiera de los lados en los que el dios se pone en la pirámide y todo se somete a su sola voluntad.
La noche nos pilló disfrutando de la amistad en Cáceres.

Pero uno vuelve a casa y aterriza, con las fiestas que son solo pasado, y con eso del día de Cataluña, proceso este imparable a estas alturas y seña la más grande de los últimos siglos de la historia de este país de todas las historias; y siguen las mentiras instaladas en las altas esferas del Gobierno, que ha huido hacia delante y no sabe que no puede parar con ese impulso si no es con más ridículo y más mierda; y sabe que tampoco se cuecen buenas migas aquí cerca, y se entera del ritmo de la vida, de pequeñas historias de diario; y vuelven las llamadas; y torna la lectura; y se posa ese sol sobre la sierra que convierte a las tardes en un mantel de oro.

Hay que bucear de nuevo buscando la verdad y la belleza: no son malos antídotos contra la enfermedad del pesimismo. Así será la vida otra distinta.

jueves, 5 de septiembre de 2013

HOY ES DE NUEVO EL SUR


HOY ES DE NUEVO EL SUR
Hoy es de nuevo el Sur,
y es el agua perdida en el abismo,
que viene a visitarme con el eco
de todo lo que vive en el olvido;
y es la tarde perdiéndose en la noche
sin que sepamos cuándo: los espacios
cediendo su valor y sus dominios;
y es el límite oscuro de las cosas
que agonizan heridas en las playas,
en un vaivén borracho con las olas;
y es el paseo sin rumbo;
y las miradas cómplices de aquellos
que juegan a vivir en los espacios
de la imaginación;
y son conversaciones al amparo
del don más generoso: la amistad;
y acaso son furtivas caricias y silencios,
siempre al lado del mar:
los cuerpos no se gastan por los besos,
tan solo se transforman en materia
que rueda con las olas a fundirse
con los restos del mundo entre los mares.

El Sur es muchas cosas, fusión de realidades
que yo divido y sumo a mi capricho,
fingiendo no saber que hay otras causas
que me hieren también y me torturan.

Hoy es de nuevo el Sur.
Dejad que me acaricien

sus brazos más cordiales.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

ME ACECHAN LAS ESQUINAS


ME ACECHAN LAS ESQUINAS
Se me quedan mirando con descaro
los pasillos, el aire, los sillones,
lo que ronda en mi casa las esquinas;
y sospecho que guardan el acecho
de todo lo que esconden de ti misma.

Por eso, en la figura de ese cuadro
que cuelga siempre inmóvil
en la mirada azul de la pared,
presiento los afectos de tus ojos;
o, en el calor mullido de la tarde,
que expande su fragancia
por todos los rincones de la casa,
siento el tacto sedoso de tus manos.

Lo mismo entre las páginas del libro
que ojeo cada día encuentro siempre
un aroma que sé muy familiar.

Tal vez tan solo soy un simple apéndice
de toda tu extensión, de la certeza
de ese río de instantes que es el tiempo
y que tú llenas toda, como el agua
de la fuente que mana hasta la noche,
y canta su canción interminable
para que yo la aprenda

con el dulce sabor de tu presencia. 

N.B. Con un simple cambio de género en el final del verso 5º y en el 4º verso de la ultima estrofa, la interpretación se torna totalmente distinta.

martes, 3 de septiembre de 2013

UN RATO DE COMPASIÓN


Uno de los valores que camina entre la moral, la ética y la religión es el de la Compasión. Su étimo -del que siempre deberíamos partir para no empezar a embarrar y a personalizar su significado- es el de “padecer en común”, cum patere.
No siempre es fácil trasladarlo al campo de la ética pues esta camina más cerca de la razón que de los sentimientos y hay razonamientos éticos que apuntalan con fuerza lo personal e individual. De hecho, uno de los defectos que se le echan a la cara a diversos grupos de personas es el de la falta de compasión. Pienso, por ejemplo, en parte de la derecha social de España a la que se la acusa de falta de compasión para con los afectados por la memoria histórica y son incapaces de compadecerse de ellos, de sentir compasión, de ponerse en su lugar, de sufrir algo en sus carnes lo que sufren los deudos de los desaparecidos.
 Creo que, aunque algunas éticas individualistas y utilitaristas se ocupen algo menos de este sentimiento, es imposible vivir en cierta calma si no se practica la compasión, que viene a ser al fin como hacer la vida en común y anclados en algunos elementos comunes que tienen que ser compartidos tanto en lo bueno como en lo malo.
Pero tengo menos claro que en estos momentos se anime a la compasión, si no es en la versión pacata y de mercadillo de pobre, para remediar un caso con las migajas que le sobran al poderoso. Empiezan a proliferar hasta programas en televisión que concretan estas compasiones de gaseosa y estos remedios de ocasión para tranquilizar a los más encogidos y a los más sobrados, que todos pican y picamos en el anzuelo.
Porque la compasión, se decía, es cum patere, es ponerse en el lugar del otro y sufrir -o gozar, que es otra variante igual de valiosa y etimológica de la compasión- como lo hace el otro. O al menos intentar entender por qué sufre o se alegra el otro y en qué condiciones se produce ese padecimiento para que la compasión sea real y efectiva.
Me parece que esto de entender las condiciones del padecimiento es la clave del asunto, es el ápice que nos pica realmente y nos hace comprender, compadecer y tener compasión. Y no habrá verdadera compasión si no entendemos y asumimos esas situaciones, diferentes siempre a las nuestras. La verdadera compasión no es solo padecer lo mismo que el otro sino hacerlo desde las mismas coordenadas, entendiendo estas, explicándolas y ratificándolas; si no, todo será un hermoso sentimiento pero pasajero e inmediato, sin consistencia y sin permanencia; o sea, de mercadillo y de ocasión.
Hoy me he topado con un par de libros de poesía que me ha enviado (muchas gracias) una persona privada de la visión (Mónica Marcos Celestino) y he intentado un rato de compasión en sentido etimológico. Qué cambio en la lectura, qué mundo tan diferente, qué predominio de los demás sentidos y qué fuerte la ausencia del más valioso para mí, el de la vista.
Ahora no tengo claro si me he compadecido yo de Mónica o se ha compadecido ella de mí. Seguramente hemos cruzado sentimientos, pues la compasión solo se conjuga en plural para que sea real y verdadera.


domingo, 1 de septiembre de 2013

¿CUÁL ES MI POÉTICA?



Casi cualquier autor de poemas -a menos que sea ocasional- se plantea alguna vez cuáles son los fundamentos que soportan su creación, en qué principios se apoya para escribir y qué reglas últimas son las que le alientan en su actividad y en su actitud. Es decir, tiene su poética.
He leído muchísimas y no sé si al fin hay muchas diferencias entre unas y otras. Sospecho que no demasiadas. Por eso, tal vez lo interesante será dejar que hagan poso serenamente en el lector y en los demás creadores. En el fondo, todos somos intertextuales, bebemos de las demás fuentes y surtimos a quien se acerca sanamente a saciar su sed. Nihil novum sub sole. No son pocas las diferencias entre quienes ponen  el acento en una variante más que en otra. Solo eso y nada más que eso.
Hoy quiero copiar la de León Felipe en “Ganarás la luz”:
“Por hoy y para mí, la Poesía no es más que un sistema luminoso de señales. Hogueras que encendemos aquí abajo, entre tinieblas encontradas, para que alguien nos vea, para que no nos olviden. ¡Aquí estamos, Señor!
Y todo lo que hay en el mundo es mío y valedero para entrar en un poema, para alimentar una fogata. Todo. Hasta lo literario, como arda y se queme.
Y no vale menos un proverbio rodado de una imagen virginal; un versículo de la Revelación que el último slang (argot, jerga, palabrota) de las alcantarillas. Todo buen combustible es material poético excelente.
“Sé que en mi palomar hay palomas forasteras -decía Nietzsche-, pero se estremecen cuando les pongo la mano encima.” Lo importante es este fuego que lo conmueve todo por igual -lo que viene en el Viento y lo que está en mis entrañas-, este fuego que lo enciende, que lo funde, que lo organiza todo en una arquitectura luminosa, en un guiño flamígero bajo las estrellas impasibles.
Y que no diga ya nadie: esta fórmula es ya vieja y vernácula y aquella otra es nueva y extranjera, porque no ha habido nunca más que una sola fórmula para componer un poema: es la fórmula de Prometeo.
Esta es mi estética, vieja ya y perdurable aún: vieja porque fue escrita antes de la tragedia actual del mundo (guerra mundial), y perdurable porque dentro de las tinieblas de esta tragedia me sigue pareciendo la única: la estética de un barco perdido entre la niebla: Hoy más que nunca es para mí la Poesía fuego organizado, señal, llamada y llamarada de naufragio. Y “todo buen combustible es material poético excelente”. Todo. Hasta la prosa. La prosa aquí, ahora, no es ni excipiente ni exégesis tan solo. Es un elemento poético que gana calidad no con el ritmo sino con la temperatura. La línea de la llamada es hoy la línea organizadora y arquitectónica del poema. El fuego tiene ahora una lógica y una dialéctica propias, lo mismo que la razón. La imagen vale tanto como la ley, pero la imagen encendida. La Poesía de esta hora, para ganar un lugar en las avanzadas del conocimiento, no ha de ser música ni medida sino fuego.”
Y dice después:
“Hay poetas que trabajan con la palabra solamente, como los lapidarios:
otros trabajan con la metáfora, como los joyeros que cambian las piedras de lugar:
otros empalman y enciman los ladrillos con una musiquilla monótona e interminable de romance:
otros se valen del termómetro y del compás, como los geómetras impasibles que miden los ángulos y la temperatura del tabernáculo:
otros trabajan con el símbolo y con la fábula, como los estofadores y los que emploman los vidrios de los grandes ventanales:
algunos muy entendidos son maestros en el arabesco, en el jeroglífico y en la alegoría, como los tejedores sagrados y los criptógrafos que dejan su secreto en las cenefas de las casullas y los frisos de los cenotafios:
otros trabajan con la arcilla blanda de su ejido solamente, como el alfarero municipal:
otros cavan en las profundidades del subterráneo donde se han de apoyar un día los cimientos, como los tejones y los topos:
otros se afanan allá arriba, cerca del cielo, en las cornisas de los campanarios, como la cigüeña y las golondrinas…
Pero el Poeta Prometeico trabaja con su sangre donde van disueltos los esfuerzos de todos estos poetas especializados.
Y a todos estos artífices humildes, cuyo nombre se llevará un día despiadadamente el Viento, el Poeta Prometeico les agradece todo lo que le han dado, todo lo que le han traído para edificar el templo venidero y levantar la torre donde se ha de colocar mañana el pabellón rojo del hombre.”

Visión amplia y agradecida la del creador de Versos y oraciones de caminante.
¿Y mi poética? ¿Cuál es mi poética? La escribí hace ya bastantes años y la di a la luz en un medio dedicado precisamente a la creación poética. No la recuerdo en sus términos literales. No importa. ¿Seguirán siendo los mismos los principios? Tal vez habrá que refrescarla y actualizarla.
Me gusta la imagen tomada de Nietzsche: “Sé que en mi palomar hay palomas forasteras, pero se estremecen cuando les pongo la mano encima.” Yo también sé que arrullan palomas de otros palomares distintos al mío. No sé si realmente se estremecen cuando yo las acaricio. Ojalá.

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