jueves, 30 de abril de 2020

MAÑANA ENTRA MAYO


MAÑANA ENTRA MAYO
Estamos a treinta / del abril cumplido; / mañana entra mayo / de flores vestido…   Mayo, mayo alegre, / bienvenido seas, / que por tu venida / los campos se alegran.
 Así comienza un mayo, o una maya, una canción de las que celebran la llegada del mes de mayo y todo lo que ello puede simbolizar. Después se detiene en enumerar elementos naturales y amorosos (otras veces religiosos), que se entrelazan en esta fecha tan señalada.
Las mayas son canciones que se cantaban y se cantan en las rondas de llegada del mes de mayo. Señales en el Neolítico, Maia o Fauna como diosas, niñas vírgenes, mozos rondando, juglares medievales, cruces de mayo, el mes de la Virgen… Lo que ustedes quieran y algo más, que para todos los gustos y variantes hay explicaciones y expertos.
Lo definitivo es que nos asomamos desde hoy a un mes que, según el dicho, después de marzo ventoso y abril lluvioso, ha de salirnos florido y hermoso. La naturaleza; de nuevo y siempre, la naturaleza y sus repeticiones.
Porque podemos pensar que marzo no nos salió demasiado ventoso. Ya, ya. ¿Nos parece poco el ventarrón y la tormenta que nos trajo con el bichito de marras? Todo quedó agitado desde entonces; todo se sumió en un susto y en un ajetreo mental colectivo que nos sigue atenazando a día de hoy.
Desde los cristales y los balcones, hemos visto, con tedio y con la sensación de los confinados, cómo abril se consumía a sí mismo con la lluvia casi diaria, la primavera sorprendiéndose solitaria y limpia, con el campo a su ritmo y con la certeza de que la vida resucitabas, mientras a nosotros nos dejaba un rastro interminable de muerte en hospitales y residencias.
Pero mañana es mayo. Y la vida tiene que reafirmarse y tiene que vestirse con las flores del amor y de la fuerza ciega que empuja a seguir a toda costa, en un impulso vital poderoso y superior a cualquier otro empeño.
Empezamos algo que llaman la desescalada, como si hubiéramos ascendido penosamente hasta lo más alto de alguna cima y volviéramos gritando nuestro dolor y nuestra satisfacción por poder descender. Claro que, con otras connotaciones, pues, cuando yo vuelvo de la montaña, me encuentro muy satisfecho precisamente por haber hecho cima. Hoy, sin embargo, busco la fórmula para darme ánimos y tengo que esforzarme para encontrarla. No sé de qué manera vamos a disfrazar lo que sucede con este término. El caso es que, con la llegada de mayo, empezaremos a darnos cita con el campo, aunque sea a cuentagotas y con todas las precauciones posibles.
¿Qué pensará la naturaleza al vernos llegar? ¿Y nosotros al saludarla y compartirla?
Cantémosle un Mayo, o una Maya, y ella nos responderá con la alegría del amor y de la vida. Ojalá aprendamos todos y no se vuelva a cortar tan bruscamente nuestro intercambio con ella. No me haría ninguna gracia sentirme protagonista de aquel Romance del prisionero, salmodiando la pena por la falta de libertad en el mes de mayo. No, no, por favor.
Día 47 de confinamiento. Ánimo.

miércoles, 29 de abril de 2020

LOS ANCIANOS


LOS ANCIANOS

A pesar de mis prevenciones y mis cautelas por no llenarme de cifras y de imágenes que tanto me cuesta digerir, no puedo tampoco obviar los datos que siguen llegando, como gota malaya, de los que, por la maldita pandemia, se van quedando por el camino. Y el asunto dista mucho de estar controlado del todo. Al menos es lo que, desgraciadamente, me parece.
Pero, en cuanto se glosan mínimamente, uno se da cuenta de que son los ancianos los que han pagado y siguen pagando los principales costes de este infierno. Lo hacen desde el primer día y todo indica que lo seguirán haciendo hasta el último, si es que lo hay y tiene fecha en el calendario.
Una simple ojeada a la escala de valores nos muestra el lugar en el que se les ha considerado, en esta sociedad de publicidad, de velocidad, de moda y de apariencias. A la cola, ¿verdad? Menos cuando han venido mal dadas, pues entonces han estado siempre prestos para sostener familias, para atender nietos, para templar gaitas familiares, para dar consejos de experiencia si se les ha querido escuchar, para relativizar impulsos, para dar un poco de perspectiva, para perdonar, para…
Me gusta más la creación que la recreación, porque responde a los impulsos del momento; pero hoy quiero aportar un poema de mi libro Brindis al sol. Está dedicado a ellos, desde otros momentos ya distantes, pero creo que con el mismo simbolismo. Va por ellos.
LOS ANCIANOS
Siempre fueron mis héroes favoritos,
concreciones del tiempo y de los dioses.
Mi pueblo era un pequeño territorio
acotado en sus límites
sólo para mis héroes.

Ellos acumulaban el misterio
en su lenta palabra. Los muchachos
sabíamos que las noches
trasnochaban con ellos. Las mañanas
los hallaban dispuestos, en su sitio,
como estatuas de siempre,
 como sagrados templos naturales.
A veces su silencio
-¡qué tardes junto al poyo de la iglesia!-
sonaba más que el tiempo en la ladera,
vertiginoso y áspero. Casi siempre,
su sagrada palabra detenía
los pálpitos y el ritmo de la vida.
Las historias, entonces, transportaban
el alma de los niños de mi pueblo
hasta un edén lejano,
más allá de los cerros, con las tardes
que guiñaban su luz descolorida
camino de la noche y del olvido.
El río se hacía eterno, los soldados
siempre ganaban guerras, las encinas
supuraban la savia de las peñas,
y todo se nimbaba
con una luz de oro. Las montañas
cerraban nuestro valle
en un espacio extraño
y en un tiempo difuso.

Ellos fueron mis héroes,
mis dioses, mis refugios,
el puente entre el temblor de la ceniza
y el alma de la nada.

martes, 28 de abril de 2020

SERÁ LA CINCUENTENA NUESTRA FECHA



Otro soneto desde el contexto del
coronavirus y el confinamiento
SERÁ LA CINCUENTENA NUESTRA FECHA

Son ya cuarenta y cinco y todo apunta
al número cincuenta como clave
para lograr hacer girar las llaves
que nos abran las puertas y barrunta

mi ánimo que iré de punta a punta
a ver crecer la hierba de los parques,
aquellos que dejé pelados antes
de que todos hiciéramos clausura.

Abril nos lo han robado y no hay derecho
a que mayo se marque un solitario
sin dejarnos echar un baile juntos.

No miremos atrás; a lo hecho, pecho,
y todos a bailar; de lo contrario,
será mucho más triste nuestro mundo.

Día 45 de confinamiento. Ánimo.

lunes, 27 de abril de 2020

LA PIEL CONTRA LA IDEA




Un poema desde el contexto del coronavirus
y el confinamiento

LA PIEL CONTRA LA IDEA

La sencilla presencia de las cosas,
La piel contra lo inútil de la idea,
El despertar y ser la vida toda,
La certeza del tacto en otro cuerpo,
La voz que te susurra en la palabra,
La caricia que ahorma tus medidas,
El otro que es más tú que nunca ahora,
El silencio cerrado por derribo,
Una flor natural en la ventana,
La vista frente a frente y cara a cara…

Hoy son revelación de lo más hondo
Los humildes latidos de la proximidad.
Hasta el dolor más puro se desvive
Por compartir la vida en su tristeza.
Hoy tienen prevalencia los sentidos
Frente a la liquidez de las ideas.
El caos quiere volver a verse a cuestas
De todos los que aguardan los abrazos.
Hoy se viste de tacto y ya la vida
Se prepara a ser toda los sentidos.

Día 44 de confinamiento. Ánimo.

domingo, 26 de abril de 2020

SONIDOS INFANTILES


SONIDOS INFANTILES

Hoy debo ser previsible y poco original. No haré cosa distinta de la de tantos otros, aunque la experiencia sea personal: expresar alegría contenida porque, aunque tímidamente, se escuchan voces infantiles por las calles. Esta mañana, por primera vez, me he animado a ir hasta una farmacia, a buscar unas medicinas necesarias para algo personal. Por el camino he visto a tres niños que, en una estrecha calle, hacían como un intento de jugar al balón. Dos personas adultas los cuidaban. Los pequeños, a una mínima indicación de una de ellas, se apartaron enseguida para dejarme paso. Más tarde he visto desde lejos a otros niños de la mano de alguno de sus progenitores, buscando una salida a campo abierto, como si de un domingo cualquiera se tratara. Por fin, en mi plaza, un niño corría con patinete, con su mascarilla a cuestas.
Y mis nietos me mandan un pequeño vídeo en el que expresan su alegría a la vuelta a casa, de la mano de su madre, después de su primer paseo. Y hablan de la naturaleza, del agua del pequeño río que corre cerca de donde viven y de la hierba que quiere crecer y crece en cualquier calle. Yo me siento feliz al contemplarlos.
Nada es definitivo y el respeto nos sigue manteniendo en posición de alerta. Pero hoy al menos se abre una puerta a la esperanza, un coro de deseos hacia el futuro, un estallido inmenso de alegría, una colmena que cobra algo de vida y de ruido armonioso.
La sonrisa y la alegría de un niño no tienen precio, solo tienen valor. Y menos en el mercado de los virus.
Si este maldito bicho tuviera algo de alma y de conciencia, se marcharía muerto de vergüenza al ver que hoy tantos niños y niñas han vuelto a dibujar la sonrisa en sus caras.
Anda, márchate ya y vuelve al lugar del que nunca debiste haber salido. Déjanos la sonrisa de los niños. La vida es toda suya y no podrás con ellos. Te matarán la belleza de sus ojos, sus miradas, la inocencia que llevan en sus pasos, sus sonrisas sin pizca de malicia. No les metas más miedo, te lo ruego. Y apiádate un poquito de nosotros.
Día 43 de confinamiento. Ánimo.

sábado, 25 de abril de 2020

SEGURO QUE NO, PERO ¿Y SI SÍ?



SEGURO QUE NO, PERO ¿Y SI SÍ?

Sé mucho más ya del confinamiento
que de leer palabras en los libros
y juro y certifico que no miento
en todo lo que afirmo y lo que digo.

A mí, que reconozco hasta el aliento
del frutero que trae nuestros pedidos
cuando lavo la fruta y los pimientos
hasta dejarlo todo seco y limpio.

He contado hasta el número de hormigas
que pasean al sol de mi terraza;
y perdonad, amigos, que lo diga,

pero he dado en trabar cruel batalla
por si acaso anda el virus entre ellas
y le dé por quedarse y no lo advierta.

Día 42 de confinamiento. Ánimo.

viernes, 24 de abril de 2020

MIEDO AL MIEDO


MIEDO AL MIEDO

Llegados a la cuarentena y, a pesar de seguir metidos de hoz y coz en la dichosa pandemia, tal vez vaya siendo hora de empezar a mirar hacia el futuro. No hay plazos seguros y todo sigue en la incertidumbre, pero hasta con ella tendremos que acostumbrarnos a convivir.
Continúo huyendo de las disputas políticas y frecuento poco los medios para librarme de esa otra pandemia. Lo que me llega de este campo no hace más que ponerme de los nervios, porque no entiendo que no estemos todos a una en esta guerra invisible.
El caso es que no acaba de dejarnos en paz una especie de desconfianza que nos lleva al miedo. Y esto podría resultar peligroso si no lo sabemos afrontar con calma y razón. El miedo en épocas de zozobra no es nuevo y recorre toda nuestra civilización. Las mitologías abusan de esta arma y las religiones también; sin una buena dosis de miedo tal vez no existirían. Si hacemos un esquema rápido, podríamos ver un recorrido claro desde el caos, hacia los mitos, desde estos a la religión, para desembocar más tarde en la razón. Pero, al menor descuido, desandamos el camino y volvemos al punto de salida, que es donde se instala y vive el miedo.
El esquema es sencillo y se repite. Algún tipo de orden y los que detentan el poder exigen una jerarquización y un sometimiento irracional de todos y de todo a sus deseos. Cuando se rompe esa jerarquía y alguien quiere subir en la escala jerárquica sin orden ni permiso, se produce la hibris, una palabrota griega que significa algo así como orgullo o soberbia. Pero enseguida actúa su opuesta, la némesis, también palabra griega que significa castigo. O sea, mantente en tu situación porque, si no, te puedes encontrar con lo que no quieras. Es en este estado de desconfianza cuando se produce el miedo y la inacción. De ese modo, se conserva la situación y el status de cada cual, los dioses serán siempre los dioses, los sátrapas y sacerdotes serán los intérpretes, y los demás a tirar con el miedo a cuestas.
Muchísimo de la mitología griega se explica por este esquema. Por ello los castigos continuos y los cambios de figura de tantos personajes. A Prometeo -por poner un ejemplo cualquiera- se le castigó a cadena perpetua y a que un águila le coma los hígados continuamente por el atrevimiento de haber engañado a Zeus. ¡Qué es eso de enfrentarse a la voluntad de un dios! Y así Tántalo y Sísifo, y tantos y tantos.
El cristianismo trajo como nuevos los conceptos del amor y de la compasión, lo que supuso un paso adelante importantísimo; pero el Libro también está lleno de amenazas por todas partes, algunas de castigo eterno. Y a ver a quién no le causa miedo algo así, nada menos que un castigo eterno.  Pobrecitos de nosotros, como si siquiera pudiéramos imaginarnos algo eterno y encima sufriendo calamidades. ¿Qué sentimiento se apodera de cualquiera en esas condiciones? Pues el miedo, claro, qué menos que dudar, temer y sentir miedo. Lo peor es que, en esa situación, todo nos empuja a la inmovilidad y a la cesión de nuestras iniciativas, a echarnos en manos de cualquiera que predique cualquier solución, por más irracional que sea.
Ahora, para más inri, el miedo nos lo causa un bicho de tamaño ínfimo y además invisible. Hombre, no hay derecho.
Bueno, pues a este individuo criminal se aconseja tenerle respeto, pero no miedo irracional. A los valores y modos de vida que esta nueva situación nos pueda imponer habría que mirarlos de frente y no dejar que nos metan también el miedo en el cuerpo y en la mente. A ese miedo también hay que tenerle miedo. Y mucho.
Día 41 de confinamiento, Ánimo.

jueves, 23 de abril de 2020

LIBERTAD


LIBERTAD 

Se juntan en esta fecha elementos totalmente contradictorios. Por un lado, la interminable pandemia, que ya cumple cuarentena en sentido literal y que nos tiene atados y aprisionados en casa; y el día del libro, que simboliza todo lo contrario, es decir, la libertad. Abrir un libro es como montarse en las alas de un pájaro y salir al espacio inconmensurable, donde la imaginación crea un nuevo mundo y modela el de cada día si se mira con otros ojos. No todos los libros son iguales, claro que no, pero hasta el peor encierra alguna buena enseñanza.
Para sumar ambas cosas, acudiré de nuevo a Cervantes, el capitán de nuestros ejércitos literarios. Lo hago con frecuencia, incluso con los mismos textos; pero hoy creo que tienen una carga simbólica especial. Que hable él.

Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca. Cap. XVIII, 1ª

 La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Cap. LVIII, 2ª
 
No se me oculta que la interpretación puede ser variada, y bien me gustaría extenderme en ella, que para eso hago lectura del libro una vez al año; pero cada uno es libre de hacerla a su gusto. Baste al menos, eso sí, indicar que, además de las libertades físicas, existen las libertades mentales, religiosas, sociales, políticas… No deberíamos renunciar a ninguna, pero hoy anhelamos la de movimiento, esa que nos hace los espacios un poco más amplios y que nos permite sentir a nuestros semejantes a nuestro lado, para compartir con ellos la realidad. Ojalá que ese deseo tan esperado se cumpla pronto. Mientras tanto, la lectura puede resultar una buena compañera de viaje para abrir las ventanas y las puertas y marcharnos por ahí, sin que el virus nos moleste ni nos multen por saltarnos el estado de alarma.
Día 40 de confinamiento. Ánimo.

miércoles, 22 de abril de 2020

MITOLOGÍA, LENGUA Y PANDEMIA


MITOLOGÍA, LENGUA Y PANDEMIA

Los antiguos griegos pensaban que algunas convulsiones eran producidas por el miedo al agua y no por algún virus. También ellos sufrieron pandemias. Que se lo cuenten, si no, a aquella Peste de Egina.
No hay casi nada nuevo bajo el sol (nihil novum sub sole), ni las realidades ni las palabras que les dan vida y actualidad.
Zeus y Hera (cuánto tuvo que aguantar a Zeus esta diosa) tuvieron al menos un hijo en común: Ares. Los romanos lo igualaron a su dios de la guerra: Marte. Zeus tuvo familia numerosísima, pero extramatrimonial. Ares, el dios de la guerra, tuvo a su vez dos hijos: Fobo y Deimo. Fobos es miedo y deimos terror. Si las juntamos, ya nos podemos imaginar una aproximación al concepto de guerra; de cualquiera.
Por eso nuestras fobias y sus derivados.
Para los tiempos que nos ocupan, se hacen presentes dos palabras con origen en las fobias: claustrofobia y agorafobia. Se oponen entre sí, pero no por el elemento común. La primera ya sabemos que se refiere a esa especie de miedo exagerado a los lugares cerrados; la segunda, sin embargo, hace referencia a lo contrario, al miedo desproporcionado a los lugares abiertos. La familia léxica con –fobia se puede alargar con facilidad: hidrofobia, homofobia, tánatofobia…
Me pregunto cuántas personas sufrirán en estos largos días la sensación de claustrofobia. Así, encerrados entre cuatro paredes, no siempre con luz directa, tal vez con vistas solo a un patio interior y en un piso bajo, imaginando el exterior en primavera, pensando en un paseo libre y sin tiempo de vuelta, con los espacios y las paredes ahí mismo, con otras personas y objetos tan próximos. Y así una hora y otra, un día y otro día. Y lo que es peor, sin la seguridad del final de esa situación. Uffffffff.
Uno de los derechos fundamentales del ser humano es el del libre movimiento; su privación, por ello, supone un cambio radical en la vida de cada individuo y tiene que imponerse en situaciones muy excepcionales. Esta creo que lo es. Pero a qué precio… Habrá que recordar que un derecho anterior es el de la vida.
Es verdad que, en tiempos de bonanza, de vez en cuando, a uno le pueden dar ganas de huir del ágora, de la calle, de la acumulación de personas, de las masas, de las concentraciones. Le entra entonces la sensación de agorafobia. Qué hermosa es la soledad cuando es buscada y querida. Tan hermosa como la búsqueda de la compañía, de la luz y de los espacios abiertos.
Hoy hay más candidatos a la claustrofobia que a la agorafobia, seguro. A ver si se pueden ir abriendo las puertas, se caen los claustros y el campo se hace grande y sin fronteras. Será un día feliz. Que llegue pronto.
Día 39 de confinamiento. Animo.

martes, 21 de abril de 2020

DE PASCUAS EN LA TERRAZA


 DE PASCUAS EN LA TERRAZA

Ayer se tenía que haber celebrado en Salamanca el Lunes de Aguas. Supongo que, de alguna manera, muchos se las ingeniarían para darle al tintorro y al hornazo. Las nuevas tecnologías palian un poco las ausencias. Pero nada como las riberas del Tormes y las cuadrillas; sin su presencia real, todo es distinto.
Cuando yo era niño, en mi pueblo (el pueblo más bonito del mundo, por supuesto), el Domingo de Pascua, los menores (y muchos mayores) bajábamos hasta donde nuestra edad nos aconsejaba, río abajo, hasta Las Puentes (así, en femenino), a pasar la tarde, con nuestro hornazo, hecho en la tahona del pueblo, lleno de chorizo y de huevos cocidos, y con nuestra botellita a cuestas.
Estas y otras muchas tradiciones pascuales no eran ni son otra cosa que el pistoletazo de salida para dar noticia de que la primavera comenzaba, y con ella el resurgir de la vida, otro período de crecimiento de la naturaleza hasta su apoteosis en los días de verano y su decaimiento allá por las fechas en las que los calbotes, o más tarde las matanzas, señalaban de nuevo el recogimiento, el invierno y la espera de un nuevo ciclo.
Esta pandemia nos ha robado el mes de abril, pero nos ha negado también la explosión y el júbilo que suponen todas las fiestas de primavera. Se ha empeñado el maldito bicho en quedarse todo el campo para él y no deja que nadie lo moleste; por eso nos tiene metiditos en casa y mirando cómo la naturaleza sigue su camino sin descanso.
Ya sé que la naturaleza anda más limpia y con un color diáfano en sus verdes primaverales. Entiendo también que nos avisa para que no la maltratemos demasiado en nuestra convivencia con ella. Pero sé también que nos espera para compartir sus olores, sus colores, sus arco iris, sus regatos bajando de las sierras y todos esos senderos por los que han ido los pocos sabios que en el mundo han sido. Seguro que no se hace sin nosotros a su lado, sin que hollemos sus caminos y nos detengamos a pensar en su esencialidad y en su belleza. Al fin y al cabo, nosotros somos también naturaleza. Aunque solo lo seamos en una pequeña parte.
Habrá que ganarle la partida a esta situación para darnos a la vida, a esa que comenzábamos en cada ciclo con el hornazo y la botella, para extenderla hasta que, también con la naturaleza, nos recluíamos en nosotros mismos, al otro calorcito del invierno en casa.
Nos han trastornado el calendario; se le están cayendo demasiadas hojas y no es tiempo de ello, sino de que se llenen sus ramas y quede un paisaje frondoso en el que sentirnos vivos y contentos. Aunque sea poco a poco y asomándonos con cautela a él.
Día 38 de confinamiento. Ánimo

lunes, 20 de abril de 2020

UNA SALIDA DEL CONFINAMIENTO


UNA SALIDA DEL CONFINAMIENTO

Los pueblos mediterráneos viven en la luz, encalan sus paredes para que el calor no los acobarde y forman colonias blancas desperdigadas por los territorios. En cuanto pueden, salen a la calle, necesitan juntarse y compartir, sentir que los demás están al lado, tocarse y charlar, desgastar el abecedario con su imaginación… Su campo de acción diaria es más amplio porque esa luz invita a su gozo. Buena envidia les dan a los pueblos del norte, que, en cuanto pueden, se vienen a tostar y a sentirse como en un paraíso compartido en nuestras ciudades, en nuestros pueblos y en nuestras playas.
Los españoles nos hemos convertido en los últimos años en un rebaño viajero, que parece que todo lo fía a viajar y a visitar con prisas cualquier lugar del mundo; muchas veces, sin conocer siquiera los hermosos lugares próximos a nosotros mismos, que poco o nada tienen que envidiar a esos más alejados por los que tanto suspiramos.
Pero este preámbulo se me ha hecho largo, porque yo quería dejar hoy constancia de otro hecho, que puede entorpecer o ayudar este obligado y ya muy largo tiempo de confinamiento.
Cuando uno viaja, física o mentalmente (no solo se viaja en avión, autobús, coche…; también se puede hacer con la imaginación, con la lectura…), es como si uno descargara la conciencia de sí mismo. Las imágenes, los lugares, los horarios, las sensaciones…, todo es diferente y nuevo. Nos configuramos en un ambiente distinto y, en buena manera, nos hacemos también distintos nosotros mismos, pues los parámetros nos cambian.
En el momento en el que volvemos a la rutina, los espacios y los tiempos se vuelven a acompasar y cargamos de nuevo con la conciencia de nosotros mismos, con todo su peso y con todas sus variables. Volvemos a ser los de antes.
Vivimos obligados durante ya varias semanas a permanecer en un espacio reducido, pero con un ritmo distinto al de siempre. El tiempo se ha parado, o se ha configurado de otra manera.
¿No será esta una buena oportunidad de cargar con el peso de la conciencia de cada uno y de volvernos hacia adentro, en busca de aquel otro que siempre va con nosotros y al que no siempre atendemos como se merece? Seguramente no hay mejor paisaje que el que nosotros guardamos en nuestro interior. Ninguna conversación es mejor que la que establecemos con nuestro otro yo. Ninguna aventura más gozosa que la de entrañarnos en nuestro pasado, para hacer recuento, para comparar, para resetear, para indagar nuevos caminos…, para asegurarnos de que no hay nada ni nadie mejor ni peor que nosotros mismos.
Hoy, desde este espacio reducido y obligado del confinamiento en casa, brindo por un viaje interior al centro de cada uno de nosotros. Que cada uno haga el suyo. Seguro que será provechoso, tan largo como quiera y tan intenso como le dé la gana. A ello.
Día 37 de confinamiento. Ánimo.

domingo, 19 de abril de 2020

POR COMPASIÓN Y POR ESPERANZA



POR COMPASIÓN Y POR ESPERANZA
Resulta inevitable que, en estos días aciagos, nos aneguen los sentimientos y las consideraciones que tienen que ver con la muerte. Es como si hubiera venido a rondar por todas las calles y nos diera miedo a salir al balcón a darle calabazas. Ahí sigue, insistiendo, como si tuviera que cantar todo el repertorio, aunque no reciba más que silbidos y tomates en su cara. De poco nos sirve, pues sigue llevándose a gente a su antojo y sin descanso.
Cuando una persona muere, morimos todos un poco con ella; pero por separado, porque el ser humano muere siempre solo, por más que sus allegados lo acompañen casi siempre. En estos momentos, hasta este consuelo les está negado.
Imagino cualquier caso en esos últimos momentos en los que se deben de juntar sensaciones diversas, Siempre veo entre ellas la soledad y el miedo.
La soledad es el despojo de todos los secretos, la hora de la total sinceridad, pero para uno mismo, sin mano que reciba las señales. Una persona muere borracha de secretos que no se pueden comunicar a nadie y que ya para nada sirven. Morir es despojarse del lenguaje, del lenguaje que articulaba las relaciones personales, familiares, de amigos, de fe, intelectuales… ¿Cómo se producirá este desmadejamiento, esta desposesión, este achicamiento, esta disolución y esta inconsciencia? El espacio y el tiempo coinciden en ese adiós para volverse nada. Porque el espacio y el tiempo no existen sin el ser humano. El espacio y el tiempo son el ser humano en su realidad vital. El momento de la muerte resulta ser el paso de la conciencia y de la articulación al del caos y la inconsciencia, a la ceguera y a la nada.
Tal vez por todo ello se aparezca el miedo. El miedo a lo desconocido, al no saber nada de nada, a notar que el pasado ya no pesa en el presente, porque el presente sin el peso del pasado tampoco es nada. Si, además, eliminamos la conciencia del futuro, la perspectiva del tiempo se anula y todo pierde base, cimiento y fundamento. Y aparece el miedo.
Somos todos seres caminantes hacia el tiempo de la muerte, hacia el lugar exacto de la muerte. Solo el dolor que dejamos en las personas que nos quieren produce el bien preciado de la continuidad en el recuerdo. Hasta que tenuemente dejemos todo en manos del olvido.
Es tiempo de recuerdo para todos los que la muerte ha sacado de sus casas y han fallecido en la soledad y el miedo. También muchos en alguna oculta esperanza. Nos queda la obligación de su evocación y su memoria. Por compasión y por esperanza.
Día 36 de confinamiento. Ánimo.

sábado, 18 de abril de 2020

HOY EL TIEMPO PARECE QUE BOSTEZA


HOY EL TIEMPO PARECE QUE BOSTEZA

Hoy el tiempo parece que bosteza:
se diría que no hay fórmula cierta
de quitarles las horas a los días.

Con él bostezo yo, pues soy el tiempo.

Todo sigue en la bruma, no iluminan
los rayos, ni dominan su camino
en su correr dentro del laberinto.
No amanece y la noche
se alarga más allá del horizonte.

Tan solo se oye un tenue silabeo
de un muy desconocido abecedario
que salmodia y me llena la cabeza
de un idioma tal vez desconocido
que he de aprender a hablar
cuando afloren los signos de la vida,
una vida que sigue sorprendida
y en lucha desigual contra la muerte.

¿Será posible pronto un nuevo día?
¿Aprenderé tal vez ese lenguaje
que enseña a conocer que la paciencia
es oficio de expertos y de sabios?
Acaso estos contrastes sean la vida,
las sílabas exactas del nuevo abecedario.

Día 35 de confinamiento. Ánimo

viernes, 17 de abril de 2020

Y VAN...


Y VAN…
Hoy querría haber estrujado mi mente un poco, pero, si lo hago, tal vez cause más penas que alegrías. Así que cubriré el expediente de no faltar a mi diario con el confinamiento y mañana amanecerá Dios y medraremos.
Por un sitio y por otro, se escuchan frases y se contemplan imágenes que apuntan a una salida a la libertad de movimiento, con calma y muy pausada. Y no sé si se hace con la realidad por montera o con el deseo ilusionado de que esa realidad se cumpla.
Porque no es lo peor aquello que va quedando en el pasado (siempre con la salvedad de los fallecidos), sino lo que no se acaba de atisbar en el horizonte. ¿Hay alguien que sepa cuándo se puede cumplir, aunque sea parcialmente, esa salida a la calle? Y no solo por la salida, sino por lo que ello supondría de dominar de alguna forma la fuerza y la extensión de la pandemia.
Nos ha robado el virus medio marzo y todo el mes de abril. A muchos les ha robado la dimensión del tiempo para siempre. Nos ha cambiado la vida a todos. Ha hecho temblar todos los cimientos hasta convertirlos en base de paja y caña azotada por el viento. Acaso todo quede en un mal sueño que nos visitará de vez en cuando y nos embride por un rato. Puede que alguno modifique su percepción del concepto de libertad y de su supresión. Quién sabe si incluso modificará hasta artículos del código penitenciario… Qué sé yo.
Cómo recuerdo ahora mismo las palabras de don Quijote a Sancho acerca de la libertad.
El caso es que el horizonte sigue trayendo nubarrones negros y no vemos la forma de que se asiente un anticiclón que nos dé alguna seguridad sanitaria.
Pienso en estos momentos que la vida siempre te decepciona un poco. Seguro que lo hace porque es imperfecta y nosotros siempre le exigimos un poco más, sin darnos cuenta de que sus leyes se aplican con dureza y sin tener en cuenta ni atenuantes siquiera.
Por dejar un eco de esperanza, tal vez convendría entender que, por la misma razón, la vida es siempre vida y hasta en las peores condiciones nos infunde ánimo e ilusión en todo lo que, sin duda, está por venir.
Si nos acostumbramos a vivir en las imperfecciones, tal vez todo vaya un poco mejor y el futuro nos sonreirá con sonrisa, si no estridente, sí continuada. Ojalá.
Día 34 de confinamiento. Ánimo.

jueves, 16 de abril de 2020

PRONÓSTICOS METEOROLÓGICOS



PRONÓSTICOS METEOROLÓGICOS

Hoy llueve y cada gota llora un poco
del dolor que se adensa en el ambiente.
El río va crecido. Los pronósticos
apuntan a un ciclón y a una borrasca
que no termina nunca de alejarse
ni permite que el sol aclare el cielo.

Tendremos que confiar en el proverbio
y el dicho que proclaman que, si marzo
es ventoso y abril sale lluvioso,
hay que pensar, sin duda, un mes de mayo
florido y muy hermoso, con las tardes
soñando libertades paso a paso.

¡Ay, mayo, cuánto tardas en mostrarte
sin el dolor de abril y el mal de marzo!

Día 33 de confinamiento. Ánimo.

miércoles, 15 de abril de 2020

SENSACIONES EN FORMA DESCENDENTE



SENSACIONES EN FORMA DESCENDENTE

-Me invade por momentos la tristeza
al notar que, por mucho que se estiren
los abrazos, los versos y los besos,
el mal sigue rondando en las esquinas
e impide que se sientan verdaderos.

-Había hecho acopio, por si acaso,
de un retén de sonrisas y, al buscarlas,
veo que las han robado y ya no existen:
estarán asustadas y durmientes.

-Habrá labios que enfermen y que mueran
por falta de experiencia y de trabajo:
una membrana plástica lo impide.

-Nada merece juicio antes de tiempo:
el tiempo es anterior a cualquier juicio.

-¿Echar algo de menos, o de más?

Día 32 de confinamiento. A pesar de todo, ÁNIMO.

martes, 14 de abril de 2020

DEL PORQUÉ DE LOS HECHOS Y LOS DÍAS



DEL PORQUÉ DE LOS HECHOS Y LOS DÍAS

También yo seré luz si la comparto,
si entiendo que sus rayos
conceden plenitud al universo;
sabré ver en el viento el eco mínimo
de aquel dulce volar de mariposa
que ejerció su trabajo de altas alas
en los confines donde nada existe;
seré agua, fuego, viento y tierra
en cualquier coordenada del espacio.

Siento la pertenencia a un todo misterioso,
que forma a su manera la conciencia
absoluta y total del universo,
sin conocer ni cómo ni a qué precio.

Por eso necesito a toda costa
afrontar con certeza el curso de la vida,
salir a sumergirme en otros cuerpos,
llenar con las pisadas de otros seres
las calles, las aceras y los parques,
hacer mi profesión de amor y entrega,
envejecer, morir e ir al olvido,
percibir el sonido de los ecos
del porqué de los hechos y los días.

Y todo lo he de hacer con la amargura
de que, si es realidad algún sentido
de la vida global, se nos escapa
y sigue sin descanso su camino.  

Quiero vivir lo menos esperando
que lo más no me deje en el olvido.
También en el dolor duerme la vida,
aguardando el placer de la alegría.

Día 31 de confinamiento. Ánimo.

lunes, 13 de abril de 2020

LAS OTRAS CURVAS



LAS OTRAS CURVAS
(Ahí va otro soneto, que solo aspira a
hacer un poco de compañía y a darle esquinazo
a la pandemia con una sonrisa).

La curva sicológica es mi curva,
-por supuesto, después de la pandémica-;
sin ganas y sin ánimos me deja,
me abate, me desinfla, me disturba.

Por las noches se instala y da la murga
sin dejar descansar a mi cabeza;
por el día me mantiene en la pereza
y no logro saber a dónde apunta.

Mas ahora me doy cuenta de que pronto
renovaré el carnet de conducir.
Con tantas curvas, vueltas y revueltas,

iré a toda pastilla, cual piloto
que no tiene otro sitio adonde ir
que no sea derecho a la cuneta.

Día 30 de confinamiento. Ánimo.