martes, 31 de julio de 2012

UNA FÁBULA FABULOSA


Mi infancia no fue cortada con el patrón de los cuentos ni de los libros. Sí lo fue más con el de los juegos, con el de la calle, con el de la naturaleza, con el de los ríos y los montes colgados del cielo. Hay muchas razones que lo explican y no quiero entenderlo como algo ni negativo ni positivo. Fue así y ya está. En la primera adolescencia llegaron los libros de vidas ejemplares, aquellas que me empezaron a meter en la cabeza la existencia de otras formas de vida un poco distintas a las más mostrencas y diarias. Y solo después, en plena adolescencia, la creación literaria y todo su desarrollo posterior.
Me sigue gustando volver a escuchar canciones infantiles en mi estancia solitaria veraniega. En ellas, tal vez, añoro lo que no viví entonces pero que representa un mundo al que he vuelto imaginativamente tantas veces, en imágenes, en pensamiento, en prosa y en verso. Seguramente la niñez es el territorio de la felicidad. Seguramente.
En estas canciones todo se vuelve fantástico, casi ninguna historia se atreve a terminar mal y el bien se impone sin excepción sobre el mal. En el fondo no hay más que una huida de la vida de aristas y de altibajos en la que nos movemos siempre, y mucho más en estos tiempos.
Con mi nieta de fondo, me embarco en el barco de la imaginación y me dejo llevar sin remar por las olas de la fantasía. En ellas me duermo y descanso, y en ellas deseo, también para ella, mejores tiempos y un espacio de paz y de solidaridad, de menos egoísmo y de más optimismo.
“Los cochinitos ya están en la cama; muchos besitos les dio su mamá, y calentitos, todos, en pijama, dentro de un rato los tres roncarán… “. “A mi burro, a mi burro, le duele la garganta y el médico le ha dado una bufanda blanca…”. “La mona Jacinta se ha puesto una cinta; se peina, se peina y quiere ser reina. Ay, no te rías de sus monerías…”.
Y así se me van los ratos, huyendo de la consciencia y soñando con otras realidades más positivas. Y deseando que ella también las comparta conmigo.
Pero no siempre lasa canciones son tan placenteras; a veces se convierten en fábulas que nos enseñan lo más crudo de la vida y que nos dejan con el pensamiento en el terreno de la crítica. A veces yo mismo me recuerdo algunas fábulas que me resumen mucho de lo que veo cada día y cada hora a mi alrededor. Hoy me topé con la vieja fábula de Fedro, aquella del león en la que el rey de los animales interpretaba la realidad a su manera, partiendo y repartiendo pero quedándose siempre con la mejor parte, en este caso incluso con la parte menos buena:
Ego priman tollo, nominor quia leo;
Secundam quia sum fortis tribuetis mihi;
Tum quia plus valeo, me sequetur tertia,
Malo adficietur, si quis quartam tetigerit.
Proudhon hacía una traducción adaptada a la economía muy sugerente. Entiéndase que el león ahora es el jefazo de una gran compañía de inversiones, por ejemplo, que se nombra a la vez empresario, trabajador, capitalista y propietario. Aunque no dé un palo al agua y solo dedique esfuerzos a dar garrotazos a los mercados y a las economías de los demás:
“Como empresario tomo la primera parte;
Como trabajador me apropio de la segunda;
Como capitalista me corresponde la tercera;
Como propietario todo es mío.”
Esto es saber traducir con criterio de futuro; o más bien con criterio de eternidad. Por desgracia.

lunes, 30 de julio de 2012

UNA DE PROPIEDADES


He repetido aquí muchas veces que vivimos sumergidos en unos cuantos tópicos, a los que damos carta de naturaleza como si de axiomas se tratara. No los ponemos en cuestión nunca y simplemente nos dejamos llevar modificando elementos nimios y parciales de los mismos, pero no cuestionándolos en su raíz. La Historia se ha encargado de repetirlos una y mil veces hasta imponerlos como dogmas de fe que no han de ser puestos en duda. Y, como el ser humano, en el fondo, no es más que historia, o sea, antecedentes, repetición y contexto, lo que se repite un montón de veces termina por tomar carta de naturaleza y de implantarse en el huerto de lo definitivo.
Al ser humano al que le da por indagar estos principios se le trata de lunático, de avispa cojonera o de intelectual despistado, según los contextos. Al fin y al cabo todo viene a significar los mismo; algo así como déjame en paz y no me compliques la vida que no tengo ganas de complicarme en nada pues demasiadas dificultades me plantea  ya la vida.
La Historia demuestra, como en el caso del italiano que, por más que nos empeñemos en hacernos el sueco, eppur si muove il ciel.
En estos días, meses y años, en los que todo sigue bailando al son que le marcan los mercados y en los que los más conspicuos economistas a lo más que llegan es a encontrar alguna fórmula menos mala para sacarle provecho propio a la situación sin plantear públicamente ninguna otra posibilidad desde la raíz del sistema, quiero dejar unas palabras de Pierre Joseph Proudhon. Tendrá razón o no la tendrá pero me parece que llega a la raíz desde la que crece el árbol entero, sin andarse por las ramas ni contemporizar, dando cara a los conceptos y no dejándose llevar por las circunstancias. Son estas:
“No hay hombre que no viva del producto de infinidad de industrias diferentes; no hay un trabajador que no reciba de la sociedad entera su consumo, y, con su consumo, los medios de reproducirse. ¿Quién se atrevería, en efecto a decir: Yo produzco solo lo que consumo, no necesito a nadie más? El campesino a quien los antiguos economistas consideraban como el único verdadero productor, el campesino, alojado, amueblado, vestido, alimentado, ayudado, por el albañil, el carpintero, el sastre, el molinero, el panadero, el carnicero, el herrero, etcétera, el agricultor, repito, ¿puede jactarse de producir él solo?
El consumo de cada uno viene dado por todos los demás; la misma razón determina que la producción de cada uno supone producción de todos. Un producto no puede darse sin otro producto; una industria independiente es imposible. ¿Cuál sería la cosecha del campesino si otros no construyesen para él graneros, carros, arados, trajes, etc.? ¿Qué haría el sabio sin el librero, el impresor sin el fundidor y el mecánico, y todos ellos a su vez sin una infinidad de distintas industrias?... No prolonguemos esta enumeración, fácil de ampliar, ante el temor de que se nos acuse de emplear lugares comunes. Todas las industrias constituyen por sus mutuas relaciones un único engranaje; todas las producciones se sirven recíprocamente de fin y de medio; todas las variedades del talento no son sino una serie de metamorfosis del inferior al superior.
Ahora bien, el hecho incontestable e incontestado de la participación general en cada especie de producto da por resultado convertir en comunes todas las producciones particulares, de tal manera que cada producto, al salir de las manos del productor, se encuentra ya como hipotecado en favor de la sociedad. El derecho del mismo productor a su producto se expresa por una fracción cuyo denominador es igual al número de individuos de que se compone la sociedad. Cierto es que, en compensación, ese mismo productor tiene derecho a todos los demás productos fuera del suyo, de modo que la acción hipotecaria le corresponde contra todos, de la misma manera que corresponde a todos contra el suyo. Pero, ¿acaso no queda claro que esta reciprocidad de hipotecas, lejos de permitir la propiedad, destruye hasta la posesión? El trabajador no es ni siquiera poseedor de su producto; apenas lo ha terminado, la sociedad lo reclama (…)
El trabajador no es propietario ni tan solo del precio de su trabajo, sobre el cual no tiene libre disposición. No nos dejemos ofuscar por la idea de una falsa justicia: lo que se concede al trabajador a cambio de su producto no es la recompensa de un trabajo hecho sino la provisión y anticipo de un trabajo futuro. Consumimos antes de producir: el trabajador, al final del día, puede decir: He pagado mi gasto de ayer, mañana pagaré mi gasto de hoy. En cada momento de su vida, el individuo se anticipa a su cuenta corriente y muere sin haber podido saldarla: ¿cómo acumular riquezas? (...)
El trabajador es, en relación a la sociedad, un deudor que muere necesariamente insolvente: el propietario es un depositario infiel que niega el depósito confiado a su custodia y quiere cobrar los días, meses y años de su custodia.”
Ahora, a aplicar estos conceptos a la bolsa, a los mercados, a la prima de riesgo, al paro, a las vacaciones, a la hipoteca, a la solidaridad, a la justicia social… Ya se puede observar que caso hablamos de otro planeta. Y es mentira, porque detrás de todo están las mismas personas, idénticas ilusiones y similares desasosiegos. Entendidos, claro, de manera totalmente diferente.

viernes, 27 de julio de 2012

CITIUS, ALTIUS, FORTIUS



Más rápido, más alto, más fuerte. Este es el frontispicio que durante los próximos días se dejará ver en todos los lugares del mundo, el faro que iluminará los días y las noches del cálido verano en el hemisferio norte o el crudo invierno en el hemisferio sur, el reducto en el que se esconderán las más nobles intenciones de mucha gente, tanto participante como asistente. En fin, que comienzan los Juegos Olímpicos.
Como sucede con todos los espectáculos que, sobre todo visualmente, nos sobrepasan y nos hacen concentrar la atención, el ser humano normal olvida otras preocupaciones y se deja llevar por lo que está viendo, por aquello que otros semejantes son capaces de realizar y que él no alcanza en su caminar diario. Cualquier realidad deportiva -y de los otros tipos- no es más que una realidad extraña por rara y por llamativa. Como ahora se juntan muchas realidades deportivas de carácter superlativo, y los medios de comunicación las magnifican hasta el éxtasis, la voluntad humana se rinde y se deja llevar, se somete y se idiotiza, se despersonaliza y se convierte en admirador incondicional y, con demasiada frecuencia, absolutamente imbécil (sin báculo).
Sería extraordinario que cada espectador entendiera ese frontispicio de citius, altius, fortius, como aplicable a sí mismo. Pero no es el caso, ni interesa al espectáculo. Al festejo lo que le interesa es que la separación entre el logro del atleta y el espectador sea la mayor posible; es entonces cuando se produce la perplejidad, la admiración, el abandono y la rendición del hooligan.
El atleta actúa por delegación, como representante de una comunidad, pero la preparación es suya, la recompensa es para él y el reconocimiento lo recibe de manera individualizada; de hecho, repasar el valor de las olimpiadas de la Grecia clásica o recordar la actividad y las recompensas públicas de los gladiadores del circo romano nos dan una pista certera de lo que se dice.
Me pregunto qué utilidad le podríamos sacar a la frase latina si la aplicáramos a la vida de cada uno de nosotros. Porque en las olimpiadas, como en casi todas las actividades de esta nuestra historia, son solo los campeones los que quedan en el recuerdo, los señalados con la varita de la admiración, los que se graban en el índice de libro general. Los demás pasan al fondo del olvido en poco tiempo, a engrosar las filas del fracaso. La mejor prueba es que se cuentan las medallas, no las superaciones; se apuntan los trofeos, no las preparaciones; se anotan las clasificaciones, no los esfuerzos individuales ni las marcas personales. Una muestra más, entre tantísimas, de que lo que interesa es vencer en la comparación, ganar dejando perdedores por el camino, hacer buenos y malos.
Que nadie se engañe, es lo que aplicamos desgraciadamente en casi todas las acciones de nuestra vida. Es, por ejemplo, lo que propugna el ministro de educación. J. Ignacio Wert, con sus planteamientos educativos, que el citius, ltius, fortius se entienda solo por comparación con los otros estudiantes, no con la superación personal según las posibilidades de cada uno.
En fin, un espectáculo hermoso para la vista, atractivo para el sofá y el refresco, y fundamental para la cuenta de resultados de los medios de comunicación.
¿Qué tal si aplicáramos a la ética y a la moral individual y social lo de citius, altius, fortius? Menuda olimpiada diaria, qué cantidad de medallas, cuánto podio colectivo, qué convivencia tan positiva.

jueves, 26 de julio de 2012

UN PRIMO DE RIESGO



Qué bueno. Hemos encontrado el abracadabra para resolver las dificultades económicas. Y, eliminadas estas, no hay por qué decir más, que el ser humano no es más que un numerito que tiene que cuadrar en las cuentas. Para eso hemos quedado desde que el dinero se apoderó de las relaciones humanas.
Leo en digital que el IBEX ha subido un 6% y que la prima de riesgo, esa tan buscada y perseguida para compañera de cualquier hijo, ha descendido cincuenta puntos. Y dicen los analistas económicos -apriétense los cinturones- que es por las palabras del gobernador del banco central europeo que ha afirmado lo siguiente: “El BCE hará lo necesario para sostener el euro. Y créanme, eso será suficiente.”
Juro ante lo que haga falta que no me invento las palabras y que se pueden leer en cualquier periódico, tanto en los serios como en los demás, que son casi todos.
¿Qué de nuevo ha sucedido para que esto se produzca? Nada, absolutamente nada. ¿Entonces? Pues eso, coño, ¿entonces cómo se explica esto? ¿Es este señor acaso un milagrero? ¿Ha adquirido tal poder extraordinario en los últimos días? ¿Quién se lo ha reconocido? ¿Hará más milagros a partir de ahora? Bienvenido al club de los profetas y de los santos. De Italia tenía que ser el colega.
¿Cómo puede vivir una comunidad de millones de personas al pairo de lo que se le ocurra a un colega una buena mañana? ¿De verdad que la vida de todas esas personas ¡que son personas, coño! No vale más que unas palabritas? La madre que parió al susodicho, con perdón de su madre, por supuesto.
Si yo supiera hablar ahora en serio, me preguntaría serenamente por la volatilidad en la que nos hacen vivir estos sistemas que se apoyan simplemente en lo que ordenan los mercados, dominados por las decisiones de solo unas cuantas personas que lo dominan todo y que juegan con las comunidades como el gato juega con los ratones.
Qué manera tan absolutamente escandalosa de deshumanizar a todo el mundo, que forma tan asquerosa de disminuir la capacidad del ser humano, qué pobreza tan infinita esta.
Puestos a decir tonterías, ¿por qué este señor no dijo lo mismo en el primer instante de su llegada al cargo? En el fondo, no son más que intentos vanos de ganar pequeñas batallitas a los mercados y a los grandes prebostes de las compañías y fondos de inversión. En el fondo, ellos son los que los nombran y a ellos es a los que sirven.
Lo que hoy ha subido la bolsa mañana se convertirá en bajada para eso que técnicamente llaman recogida de beneficios. Y pasado mañana, otra vez a la tarea, al vaivén de las olas y de lo que interese al capital. En esas subidas y bajadas, volverán a hacer el negocio del siglo los de siempre, los que tienen información privilegiada, los que operan con cantidades enormes, los que juegan siempre con ventaja. Mientras tanto, la gran masa seguirá atontada con el pan y el circo como mal menor y como anestesia para poder sobrevivir.
No sé cuál es la distancia que media entre la City londinense y el anillo olímpico donde se celebran los juegos, pero no es mucha. Ambos lugares se complementan muy bien para el fin que persiguen. Desde la City nos marcan el camino de la esclavitud y desde el anillo olímpico nos envían la dosis correspondiente para mantenernos contentos en esa esclavitud.
Y siempre lo he dicho: solo hay una cosa peor que ser esclavo, es esta: ser esclavo y además estar agradecido.
Leo estos días a Proudhon (“¿Qué es la propiedad?”). Como para andar planteándoles a todos estos lobos que la propiedad tiene sus límites precisos y que hay muchísimo que decir acerca de la adquisición de esa posesión y sobre esa propiedad.
La vida sigue, los calores aprietan, los amigos vienen y van, mis hijos y mi nieta siguen siendo maravillosos y en la Cerrallana hay una piscina extraordinaria. Ah, y, todavía, yo sigo llegando a fin de mes. O sea.

lunes, 23 de julio de 2012

¿LEER O NO LEER? ¿QUÉ LEER?


Se suele enfatizar en la bondad de la lectura y elogiar a los que dedican ratos a ella. Ya es proverbial la afirmación de que “no hay libro tan malo que no contenga alguna cosa buena”. No seré yo, que me he pasado la vida entre las páginas, quien diga lo contrario ni quien desanime a nadie en su empeño con la lectura. Ni mucho menos. Pocas actividades me parecen tan provechosas.
Pero me gustaría que, ni siquiera en este asunto tan importante, jugáramos con los tópicos ni nos dejáramos llevar por ellos como si encerraran el sancta sanctorum de las verdades.
Creo que en alguna ocasión he apuntado algo acerca de la importancia en la selección de los libros. Lo he hecho porque tengo casi la certeza de que hay un tanto por ciento muy elevado de ellos que repite un esquema demasiado parecido, y otro tanto por ciento no menos elevado que apenas se eleva por encima de la descripción, dejando de lado las implicaciones sociales o morales de lo que describen, De ese modo se convierten en escopetas de repetición que solo sirven (no es poco pero tampoco es demasiado) en instrumentos de pasatiempo, sin capacidad para mover conciencias ni para hacer pensar y actuar a los lectores.
Hoy quiero dejar el apunte de otra variable que supone la lectura. Es, según me parece, esta: Leer es no aceptar que tu tiempo y tu vida son los únicos posibles. Pienso ahora, claro, sobre todo en las lecturas populares más al uso: novelas, best sellers… En realidad, cada lector busca su propio interés, especializado según sus necesidades, pero todos comparten la necesidad y el placer de compartir otras vidas distintas a las suyas, otros episodios en los que otros personajes, en los que se sienten representados, actúan de forma diferente a como cada uno de los lectores lo haría. Unas veces lo que aporta el libro coincide con los pensamientos del lector y otras no, pero poco importa, lo realmente decisivo es que, a los ojos del que se sienta con un libro es que surge una nueva vida de la nada, vida que ni siquiera le rozaría si no se hubiera producido esa lectura.
Es, pues, un rato de vida prestada, una ilusión ante lo que nunca ha sido y, en todo caso, un regalo añadido a la vida individual, esa que hay que descubrir cada día para ser repetida en casi todos los apartados. Se trata de algo así como de psicoanalizarnos por unos ratos, aunque, en el caso de la lectura, ni siquiera los datos estaban en nuestra conciencia sino que nos los dan directamente para verlos pasar por la imaginación y asentir o disentir ante los mismos.
Tal vez por eso, incluso muchos escritores, desde su función de creadores, se plantean con frecuencia la resolución de dejar de escribir porque piensan que lo que se escribe, en realidad, es lo que no se ha vivido y se querría vivir. O, de otra manera, se plantean esta pregunta: ¿si se puede vivir, para qué es necesario escribirlo? Y, entre vivirlo y escribirlo, no hay color.
Ya sé que estoy simplificando las cosas, como casi siempre, que escribir es otra forma, a veces más intensa, de vivir eso que llamamos realidad. También sé que leer es un regalo y que así es como hay que aceptarlo, como un presente que nos hacen para que nos demos cuenta de que hay otras posibilidades de vida distintas a la que cada día vivimos por las calles, como una manera hermosa y diferente de acercarnos tal vez a la misma realidad, como una posibilidad de ennoblecer la misma existencia.
Pero no querría que se perdiera de vista que la vida es individual e individualizada, que nuestra historia en lo que nos rodea y nos va haciendo a cada uno de nosotros individualmente, lo que anhelamos y conseguimos, lo que queremos y en lo que fracasamos. Y crear nuestra propia vida es maravilloso, mucho más rico que dejarse llevar por la que nos presentan los demás. Así que a colocar cada cosa en su sitio y a no dejarnos llevar por otro tópico, el de la lectura. Aunque sea tan hermoso e importante.
  El filósofo Gilles Deleuze aconsejaba de la siguiente manera: “No lo hagas como yo, hazlo conmigo.” Acaso habría que dar aún un paso más en esto de la lectura; algo así como lo que sigue: Hazlo por ti mismo y a tu manera, pero, si te sirve esta posibilidad que te presento, úsala y vívela. Tal vez para la elección nos ayude la certeza de que tenemos muchas cosas que hacer, solo nos hace falta saber qué, y una posible clave esté en la lectura.
Y ahora me pregunto si estas notas encajan con mi actividad profesoral de toda la vida en el campo de la literatura y con mi desgaste físico entre miles y más miles de páginas de lectura.

domingo, 22 de julio de 2012

CUALQUIER TARDE DE JULIO


Como el calor aprieta, aunque no ahoga, de momento, ando a la deriva y buscando cómo sujetar esas horas centrales de la tarde en las que mi terraza también se pone al baño maría por unas horas y me expulsa de mi sillón para mandarme a lo más escondido del retrete. ¿Cuánta gente sabe que retrete significa exactamente el cuarto más apartado y secreto, donde se pueden guardar los secretos más ocultos de la casa y donde el dueño se recogía para pensar o para escribir?
Y entonces resulta que se paran las horas y que el termómetro no tiene ninguna intención de bajar y que la mente se funde y se sitúa en el nivel de la supervivencia. ¿Cuánta gente escribe y dice “a nivel de“ supervivencia?
Acaso entonces uno se niegue a comenzar cualquier empresa por debilidad o por recalentamiento. Tal vez es el momento en el que la mente se deja llevar y comienza a hacer conjeturas sin rumbo fijo y de forma deslavazada. ¿Cuánta gente diría o escribiría “es el momento donde la mente…”, o “Comienza a especular?
Es posible que le dé por pensar en algo así como si cada verso atrae o gusta según la imagen que revela. Si así fuera, el empuje habría que buscarlo en la creación o en la selección de esas imágenes para darle potencia a la creación.
A veces puede darle por pensar que las diversas páginas del libro de la vida van dejando sus cicatrices que supuran por la herida de la creación. En ese caso, la creación sería un resumen sangriento, o al menos cosido, de cualquier episodio vivido o soñado, y un libro vendría a ser como un índice de nuestro paso por el tiempo. Pero también podría ponerse a pensar si no es la creación -un poema, por ejemplo- la verdadera cicatriz de esa página de la vida. Si así fuera, sería el poema lo que viene a darle vida real a lo que, de otra manera, quedaría en el olvido y sin poso posterior.
¿Y si le diera por darse a describir los prejuicios que viven en el territorio de los miedos? Quién sabe lo que saldría de ahí en asuntos religiosos, sociales, familiares, políticos y de convivencia en general. ¿Acaso no es la vida una suma de prejuicios que retienen y te hacen repetir, y una suma de impulsos que te empujan a buscar nuevos caminos?
¿Y si le da por ponerse a pensar en elementos simbólicos? Por ejemplo, cómo guardan los árboles en su piel el paso del tiempo, o cómo quedan restos de amor en las prendas de vestir o en el cuerpo?
Tal vez se podría poner un poco más solemne e imaginar que tal vez una forma de vencer a la muerte sea pensar en un amor constante más allá de la propia vida biológica. O quizás que, tal como está la vida, es el humor lo verdaderamente trágico porque lo trágico ya lo da y lo impone la vida sin necesidad de descubrirlo; volver a lo trágico acaso sería realmente una redundancia. O puede que le dé por hacer colecciones raras. ¿Qué tal una de tactos?
En fin, que esto del calor y de la calma chicha da para más de lo que se piensa. Aunque uno desea que Febo se calme y se aleje un poco de nosotros. Menos mal que la piscina municipal de esta ciudad estrecha en la Cerrallana tiene capacidad para suavizar cualquier sofoco. Y el aire acondicionado del salón, que pone contraste con otros lugares de la casa.

sábado, 21 de julio de 2012

JUEGO DE MANOS

JUEGO DE MANOS
Considerando, en fin, que nada importa,
salvo cumplir con sálvese quien pueda
y apostar al valor de la apariencia;
ítem más, si ahora mismo nada vale
si no es lo que depende del dinero
que se juega en el patio de la bolsa;
pensando que el refrán más acertado
asegura un final dentro de nada:
“cuarenta años más y todos calvos”;
ítem más -mucho más, que es cosa seria-,
teniendo la certeza de que hay días
en que el calor supera mi conciencia;
estando hasta el nivel del colodrillo
de dimes y diretes, de monsergas
y al pairo de una tarde en que me abraso
solo y sin el placer de don Quijote
que me ha dejado mi sillón sin páginas;
he decidido abrirme un pasaporte,
tan solo por un rato y no muy largo,
de teutón despistado e impaciente
que busca dialogar con hale, mana,
en un diminutivo complaciente.
(Un juego de palabras solamente
de fácil solución en acertijo).

Así que hale, a jugar y a hacer la burla,
a hacer juegos de manos y a dejarse
cual si fuera verdad que nada importa.

miércoles, 18 de julio de 2012

POR SI NO ESTABA CLARO

Me sigue alegrando recibir textos en los que uno se siente reconfortado porque dicen, a su manera, más o menos lo mismo que uno piensa desde hace mucho tiempo. Al menos así no se siente uno por un ratito rara avis ni un fantasma por las calles.
Leo un texto de Esteban Cabal en el que se desarrolla la evidencia de la casi desaparición de las Naciones-estado y el poder casi absoluto de las corporaciones económicas supranacionales. En Europa, en los momentos actuales, lo podemos comprobar muy fácilmente, pero en otros continentes aún la evidencia es mayor. Se alegra por el mal menor que supone la importancia creciente de los llamados países emergentes (Brasil, China, India…) como forma de hacer frente a esa globalización salvaje que se ha apoderado de todo y que ha concentrado las decisiones en manos de unos pocos jefes de entidades financieras, anulando de esa manera cualquier atisbo de democracia real. Sus tentáculos llegan, desde las entidades financieras a todos los apartados estratégicos de la economía: productos alimenticios, medicinas, materias primas… Y mueven al mundo y a los gobiernos como si fueran simples marionetas.
Un par de datos escalofriantes, que dejan a uno helado, incluso en estos días tórridos del verano: a) Muchas corporaciones (sobre todo bancarias y algunas muy opacas) poseen más fuerza que muchos países enteros; b) La masa monetaria mundial es de casi mil billones de euros, mientras que el PIB de los países asciende solo a unos sesenta billones de euros (datos del propio Cabal). O sea, que se está especulando siempre, haciendo números en el aire, haciendo subir y bajar bolsas, arruinando o levantando países según la voluntad solo financiera, en una proporción de 16 a 1. Lo que, en román paladino, significa que todo es mentira y que solo se trabaja poniendo o quitando ceros a las cuentas desde un despacho y con un güisqui en la mano, según la voluntad y el poder de unos poquitos.
A partir de aquí, copio sus propias palabras y sus propios consejos, que suscribo totalmente:
      “Vacías de contenido, de competencias efectivas, las naciones-Estado son cáscaras huecas, cadáveres, un emergente poder privado global ha decretado su caducidad y tenderán progresivamente a desaparecer.
      Por tanto, después de 200 años de vigencia de un modelo político mundial basado en los Estados-nación, nos encontramos por primera vez ante la aparición de un nuevo modelo que amenaza a la humanidad con desmantelar el Estado del Bienestar (consolidado a través de un siglo de luchas y conquistas sociales), y con la instauración de un Gobierno Mundial privado de corte plutocrático.
      La caída del muro de Berlín en 1989 puso fin a la guerra fría y a un mundo bipolar. Muchos creyeron adivinar el advenimiento de un mundo unipolar, dominado por occidente, con Estados Unidos a la cabeza. Sin embargo la globalización ha tenido también otra consecuencia colateral: la irrupción de los llamados “países emergentes” en la escena internacional. Con el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) el mundo es geopolíticamente diverso, multipolar.
      Obviamente, un mundo multipolar es una amenaza para el proyecto de la elite globalista: el Nuevo Orden Mundial es, por definición, unipolar. Esta es la razón por la que estamos ante una especie de segunda guerra fría y existe una creciente tensión entre las fuerzas globalistas plutocráticas y los países emergentes, en cuyo campo no solo militan los países del BRIC, sino también muchos otros como Venezuela, Irán Sudáfrica, Myanmar, Vietnam, etc., que por sus recursos confieren un extraordinario poder al polo opuesto al cártel de los banqueros internacionales.
      En medio de este escenario geopolítico, ¿debemos oponernos al Nuevo Orden Mundial, a un Gobierno Mundial que implica la desaparición definitiva de las naciones-Estado? La globalización económica ha sido, está siendo, catastrófica para la mayoría de las economías nacionales y para la biodiversidad, y nos conduce irremediablemente al colapso social, económico y ecológico generalizado. Sin embargo, es cierto que los problemas sociales y ambientales no tienen fronteras, por lo que necesitamos instituciones políticas globales, incluso un cuerpo legislativo global. En consecuencia, debemos ser “nacionalistas” en lo económico, otorgando el máximo poder en éste ámbito a las instituciones locales y regionales, pero favoreciendo una cierta globalización política en materia de derechos, de justicia social y ambiental.
      Cierto es que las naciones-Estado es un modelo artificial, agotado e inapropiado para el mundo del siglo XXI. Lo que en ningún caso podemos favorecer es la plutocracia, el advenimiento de un gobierno mundial privado de las elites globalistas que quieren acabar con el Estado del Bienestar y retrotraernos a la edad media, reinstaurando la esclavitud, aunque sea una esclavitud consentida gracias a sus sofisticadas técnicas de distracción y control social. En ese sentido, el polo que configuran los BRIC y sus aliados potenciales supone un antídoto para frenar el peligrosísimo avance del proyecto político plutocrático de la oligarquía euro-americana.
      Hoy por hoy el BRIC no constituye un proyecto global alternativo, no existe el riesgo de que transitemos de forma abrupta desde la hegemonía de los Estados Unidos y sus aliados hacia la hegemonía de una nueva superpotencia como China. Desde luego, no podemos compartir el modelo político de China, ni de Rusia, ni de ninguno de los países emergentes, tanto por sus déficits democráticos como por su insuficiente sensibilidad social y ecológica; no podemos alinearnos sin más a favor de los BRIC, pero debemos ser conscientes de que su fuerza aleja el fantasma de la pesadilla orweliana que representa el cártel de los banqueros internacionales y las mega-corporaciones.
      A estas alturas de la crisis mundial, económica, energética y ecológica, es obvio que necesitamos un nuevo modelo de desarrollo, un sistema productivo más sostenible, lo que ineludiblemente pasa por el decrecimiento. Esto implica acabar con la economía de casino, la desregulación y la especulación sin límites que nos ha llevado al divorcio entre la riqueza real y la masa monetaria en su sentido más amplio.
      Hay que poner fin al actual sistema bancario y monetario, a la supremacía del dólar como moneda internacional, acabar con el mercado de los derivados financieros, con la delirante macro estafa de los CDS, cuyo volumen de negocios (700 billones de euros) es 12 veces superior a toda la riqueza mundial, eliminar los paraísos fiscales que custodian más de 10 billones de euros de dinero negro, los privilegios de las grandes fortunas, y tal vez suprimir los Bancos Centrales, racionalizar la producción y el consumo, frenar el deterioro ecológico y buscar solución al inminente fin del petróleo barato (el pico petrolero), cambiando el modelo económico y energético petrodependiente por un modelo basado en la equidad social, la responsabilidad ambiental, la descentralización económica y energética, implementando necesariamente la eficiencia y las energías renovables.
      Esto que parece tan evidente constituye el mayor desafío de la humanidad en este siglo XXI. Pero tampoco debemos olvidar que el sistema capitalista actual, tal como nos revela el poco conocido Informe Iron Mountain, es un sistema basado en el miedo y la guerra permanente, y que sustituirlo por un sistema más justo, basado en la solidaridad, los derechos humanos y la paz, es un reto impostergable que sólo puede ser afrontado con éxito desde un cambio radical de conciencia, erradicando la usura y la corrupción, impregnando de nuevos valores a las instituciones políticas y económicas, lo que requiere enormes dosis de sentido común y perspicacia.
      El capitalismo puede y debe ser sustituido porque es incompatible con la paz y los derechos humanos. Pero la alternativa a la “soberanía nacional” de Sieyés sigue siendo la “soberanía popular” de Rousseau, la democracia directa, transparente, participativa, y de ningún modo nos podemos encomendar al gobierno plutocrático de las elites. A la sociedad de consumo sólo puede sucederle la sociedad del conocimiento.”

martes, 17 de julio de 2012

POR LA PUERTA DE LA RISA


Por ahí tengo ahijados textos en prosa y poemas en los que trato de exponer la desazón que causa la certeza de que uno puede hacer poca cosa ante la avalancha de acontecimientos que se le vienen encima. Es verdad que siempre nos queda la palabra, que al menos la protesta se asoma a la ventana de vez en cuando, que en las distancias cortas uno tiene algo más de mano -tampoco demasiada- y ahí se puede segar más heno, que no hay que sacar el pie del agua por mucho que suba la marea, que hay que dar testimonio por si sirve de algo, que hay que afilar el comportamiento para que por uno no quede en evidencia, que…
Pero el ser humano tiene que aliviarse en todos los sentidos, tiene que buscar válvulas de escape por las que huir de la quema, tiene que engañarse aun sabiendo que se está engañando, tiene que buscarle las vueltas a la vida.
Siempre ha sido así. La demostración está en la Historia y en sus acontecimientos. Es verdad que el escape se puede producir por puro egoísmo o por instinto de salvación. En el segundo de los casos, la persona sabe que le da la espalda aparentemente a los acontecimientos. Pero solo aparentemente porque no hace más que encararlos con otro disfraz que le permite reírse de ellos sin dejar de ponerlos en solfa y en evidencia.
En literatura tal vez esto se pueda seguir con más sencillez. La huida se descubre en muchos formatos. Tal vez el más socorrido y uno de los más utilizados se el de la ironía.
Ya se ve que releo estos días la obra inmortal de Cervantes y, también en esto, en presentar la realidad en un tono irónico, creando antífrasis admirables y eternas, es obra definitiva y genial.
Hoy no me resisto a copiar un párrafo en el que un suegro trata de encarecer los rasgos positivos de una aspirante a nuera. Así lo hace:
Cap. XLVII 2ª parte: “Digo pues -dijo el labrador-, que este mi hijo que ha de ser bachiller se enamoró en el mismo pueblo de una doncella llamada Clara Perlerina, hija de Andrés Perlerino, labrador riquísimo; y este nombre de Perlerines no les viene de abolengo ni otra alcurnia, sino porque todos los de este linaje son perláticos, y por mejorar el nombre los llaman Perlerines. Aunque, si va a decir la verdad, la doncella es como una perla oriental, y mirada por el lado derecho parece una flor del campo: por el izquierdo no tanto, porque le falta aquel ojo, que se le saltó de viruelas; y aunque los hoyos del rostro son muchos y grandes, dicen los que la quieren bien que aquellos no son hoyos, sino sepulturas donde se sepultan las almas de sus amantes. Es tan limpia, que por no ensuciar la cara trae las narices, como dicen, arremangadas, que no parece sino que van huyendo de la boca; y, con todo esto, parece bien por extremo, porque tiene la boca grande, y a no faltarle diez o doce dientes y muelas, pudiera pasar y echar raya entre las más bien formadas. De los labios no tengo que decir, porque son tan sutiles y delicados, que, si se usaran aspar labios, pudieran hacer de ellos una madeja; pero como tienen diferente color de la que en los labios se usa comúnmente, parecen milagrosos, porque son jaspeados de azul y verde y aberenjenado. Y perdóneme el señor gobernador si por tan menudo voy pintando las partes de la que al fin ha de ser mi hija, que la quiero bien y no me parece mal.
-Pintad lo que quisiéredes -dijo Sancho-, que yo me voy recreando en la pintura, y, si hubiera comido, no hubiera mejor postre para mí que vuestro retrato.
-Eso tengo yo por servir -respondió el labrador-, pero tiempo vendrá en que seamos, si ahora no somos. Y digo, señor, que si pudiera pintar su gentileza y la altura de su cuerpo, fuera cosa de admiración, pero no puede ser, a causa de que ella está agobiada y encogida, y tiene las rodillas en la boca, y con todo eso, se echa bien de ver que si se pudiera levantar, diera con la cabeza en el techo; y ya ella hubiera dado la mano de esposa a mi bachiller, sino que no la puede extender, que está añudada, y, con todo, en las uñas largas y acanaladas se muestra su bondad y buena hechura.”
Ya se ve que hay encarecimientos y alabanzas que mejor se podían quedar en la bodega, pero que, una vez que han salido a la luz del día, producen más picor que un nido de avispas enfadadas.
La realidad nos ofrece a diario ejemplos en los que picar con fuerza. Demasiadas veces se hace sin compasión ni miramientos, sin análisis y solo con el veneno de la picadura en la boca, con la única vana intención de insultar cuando no se hace otra cosa que quedar en evidencia si las razones no se hacen fuertes… No hay más que leer medios impresos y digitales para entenderlo.
Pero también es verdad que el ingenio se expande como la lava por ahí, en comentarios ingeniosísimos y en sugerencias inesperadas, en ironías amargas y joviales y en antífrasis sabrosísimas.
No es mal escape, no, el de la ironía. ¿Se imagina uno una aproximación por este lado a la figura de esa señora Fabra en el Congreso, o a los diputados peperos aplaudiendo cuando aquello de la guerra de Irak, o a los mismos señoritos en la comisión del 11-M frente a Pilar Manjón? Pues, aunque no se escriba, al menos se puede imaginar. Es un ejercicio de salud mental. Si se hace desde la ironía.

lunes, 16 de julio de 2012

ANTÍFRASIS. O NO


ANTÍFRASIS. O NO.
A veces pido al dios que me distancie
de la satisfacción de la locura
pues sé que todo es breve y fugitivo,
todo es pasión para morir vacío.
Si vivo en el andén de la salida,
estoy viendo el final y siento el frío
que me aguarda sin falta en la llegada.
Tanto para llegar a ser tan poco,
todo lo que es pasión para quedar en nada,
toda la fuerza en flor para fundirse
en humus, en recuerdo y en hastío.

Necesito beber en una fuente
que no sacie mi sed, una batalla
que nunca me devuelva a la cordura,
no quisiera querer porque me apura
pensar en el mañana con el miedo
del que se ha de sentir sin el coraje
de emprender nueva acción en que gastar la vida.

domingo, 15 de julio de 2012

RESPONSO PARA EL CABALLERO DE LOS ESPEJOS



RESPONSO PARA EL CABALLERO DE LOS ESPEJOS
¿Por qué ese empeño inútil
en agitar la  voz de la conciencia
del noble caballero de la Triste Figura?
Caballero de nombre los Espejos,
si acunó tu maldad el dar cobijo
a tercera salida por el mundo,
¿qué buscas recoger en la batalla
contra el desorientado de la Triste Figura?

Qué extraña tu fortuna desdichada
en el fragor sin par de la batalla,
qué compasión de ti
velado tras la luz de la visera,
sin fuerzas de mostrar tu gallardía
ante un ardor legal y a cara descubierta
del inmortal y noble caballero,
qué postración ridícula la tuya,
vencido y en el suelo, qué justicia
la de la fuerza extraña de la vida.

Deja que don Quijote sienta el logro
de la victoria entera contra el vicio
de toda burla ingrata y pendenciera,
que siga sus andanzas por el mundo,
que deshaga los tuertos y que rompa
toda la oscuridad de tus espejos,
pues solo es él reflejo y alta guía
de un nuevo mundo en luz cada mañana.

Reármate de nuevo con otros espaldares
que te aguardan las playas de Barcino,
con sus rubias arenas,
donde con otro nombre más cumplido
cobrarás nueva gloria
para feliz recuerdo de los siglos.
Muerde el polvo, entre tanto,
y el amargo sabor de la derrota,
y rinde pleitesía y obediencia
a tan preclaro y noble caballero.  

jueves, 12 de julio de 2012

¿QUÉ HACER?



Me sigo preguntando, en estas lentas tardes del verano, cuando el calor se adueña de todos los espacios y algunos se empeñan en hacernos llegar toda la vida a través de los medios, con sus decretos leyes, qué puede hacer un pechero normal, de esos que nacen, crecen, se reproducen y mueren, en esta sociedad mediatizada y muerta de miedo en la que todo se le presenta como irremediable y sin alternativa.
Llevamos tanto tiempo metiendo miedo a la gente que uno tiene la impresión de que nos han dejado hipnotizados, paralizados, sin capacidad de reacción, sin posibilidad de movimiento, sin ánimo para ponernos en pie, sin reaños para plantear alguna otra posibilidad para el futuro.
Yo no reconozco en ningún colectivo social o político una propuesta diferente en sus raíces a la que se da por entendida y en la que nos movemos todos. Como mucho puedo entender diversos matices a la hora de plantear su mejora, pero proponer un cambio de sistema no es algo que ni siquiera se atisbe en el horizonte. Quiero decir que al menos yo no lo veo.
Otro tanto observo en los economistas, estos enterados que luego no dan ni una en el clavo y que me parece que andan también a ver cómo se aprovechan del sistema en beneficio de la empresa para la que trabajan aunque las demás se vayan a la quiebra. Los bancos y los mercados han nacido para su propio negocio y plantearles una solución común es como sembrar cotufas en el golfo o pedir peras al olmo: no está en la naturaleza de sus cosas. No conozco que las pequeñas, medianas o grandes empresas tengan otro fin fundamental que el de hacerse ricos y crecer en sus beneficios, de modo que, por ahí tampoco. A veces miro a la iglesia como institución y, para mi desgracia, nunca la he visto, como estructura, al lado de los que más lo necesitan sino muchas veces en la esquina contraria. Cuando me queda tiempo, trato de observar a otras instituciones y no me quedo demasiado tranquilo. Lo hago, por ejemplo con las fuerzas de orden y seguridad y no les reconozco sino el trabajo de mantener el orden existente, es decir, la tranquilidad del que tiene en sus propiedades y en sus instituciones. Lo hago con las fuerzas armadas y eso de “todo por la patria” se me convierte en algo parecido a “todo por la pasta”. Me refugio en instituciones culturales y científicas (universidades, instituciones diversas…) y tampoco se salva todo el mundo de la quema. Algunos días miro a los medios de comunicación y sencillamente me deprimo…
Y llega el momento de mirarme a mí mismo, y no siempre apruebo en mi conciencia.
Tengo la sensación de que esta especie de desánimo es colectiva y que, a marchas forzadas, nos estamos convirtiendo en una sociedad de egoístas y de seres que solo miramos nuestra propia salvación, de que en ella nos refugiamos y de que en ella nos sentimos a gusto o a disgusto como único parámetro de conducta.
Y, sin embargo, estoy absolutamente seguro de que existe gente que, individualmente, trabaja con las mejores intenciones, de que hay grupos que se mueven pensando en la mejoría de los demás, de que hay mucha gente buena por el mundo, cargada de notas, “esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas”.
Me gustaría ver más conciencia colectiva, más mirada panorámica, menos cuentas y más ilusión, más sacrificio colectivo cuando lo principal sea el colectivo y no el sacrificio, más reaños para poner los principios al frente de las actuaciones.
Quizás nos dé miedo apelar a los principios por el vuelco tan grande que habría que dar a todo esto. Pero es que, sin ellos, el abismo cada día es mayor y la vida no es más que una batalla campal en la que acaso no merezca la pena empeñarse.

miércoles, 11 de julio de 2012

LA ACTUALIDAD DE TERESA PANZA



En los primeros capítulos de la segunda parte del Quijote, Cervantes se preocupa, mucho más que en la primera, de justificar la salida del caballero y del escudero. Cada personaje detalla sus intenciones y sus intereses. El autor ha tenido tiempo, desde la publicación de la primera parte, para pensar en la necesaria hilazón entre ellas, ha revisado sus errores cronológicos de bulto y de continuidad en la historia y, sobre todo, tiene que cargar con la publicación del pseudoquijote que le ha robado parte de su éxito. A mí, como lector, me hubiera gustado esa precisión en la primera parte. Pero poco importa, ahí está y basta.
Son cuatro los personajes que se “retratan” y confiesan cuál es su manera de encarar la vida: Sancho, Teresa Panza, don Quijote, y Sansón Carrasco. Cada uno de ellos viene a representar un molde que puede recoger cualquier actitud  ante la vida que hoy día se nos pueda echar a la cara. Su actualidad, como la de todo el libro, es absoluta y rabiosa; en ellos se encierra todo un tratado de ética y de moral.
Analizarlas sería tanto como crear todo un compendio de filosofía y de comportamiento cívico. No es este lugar para ello.
Las más conocidas por todos son las de don Quijote y Sancho, mucho más “realista” la del segundo y mucho más cargada de ideales la del primero. Las otras son mucho menos tratadas y conocidas. El resumen de Sansón Carrasco nos ha de llevar siempre a la actitud del ser socarrón que se ríe de la vida, sobre todo en los demás y que no duda en aprovecharse de sus conocimientos oficiales para imponer sus opiniones en los otros. Mucho que decir de ello en nuestros días.
Pero tres palabras para la actitud de Teresa, primero Cascajo y después Panza. Su marido anda empeñado en la variante económica (las ínsulas y los maravedís) que han de dar riqueza y altura social a él y a su familia. En ello justifica su salida al mundo. A Teresa, en cambio, lo que le interesa es contemplar la vida desde su altura, con la gente de su igual y en el espacio en el que ha nacido y se ha desarrollado. Buena prueba de ello es el diálogo extraordinario que mantiene con su esposo cuando este le comunica que prepara la tercera salida con su señor don Quijote. Esta mujer, aldeana y terruñera, corta de mente pero llena del sentido de lo inmediato, se resiste a pensar en los posibles beneficios futuros que ella y sus hijos pueden obtener del hecho y del provecho de las aventuras de su padre. Cualquiera puede sumergirse en la lectura del capítulo quinto de esta segunda parte y verá con cuánto interés defiende su postura.
Me pregunto muchas veces qué precio tenemos que pagar en nuestros días tras el señuelo del progreso y del desarrollo. Cualquier padre o madre puede considerar a qué precio de sentimiento, de espacios, de tiempos y de separaciones, ha conseguido que su hijo haya encontrado algún progreso laboral o social. Las relaciones familiares, los horarios de los miembros de la familia, el cuidado de los pequeños, la relación y el contacto de padres con hijos y nietos, el cuidado de las personas mayores, la desestructuración familiar, las dificultades para reuniones familiares, el desarraigo de los lugares de los antepasados, las ventajas o desventajas de las grandes ciudades, la despoblación de los pueblos… Todo crea un ambiente muy distinto al que hemos vivido o nos podemos imaginar de no hace demasiados años.
Oponerse al progreso y al paso de los tiempos no tiene mucho sentido; dejarse arrastrar por ellos sin poner alguna compuerta resulta ser el mismo sinsentido. Y en todos los niveles (no a todos los niveles, coño), no solo en el de los sentimientos, que tendría que ser el más importante. La sociedad, si es que alguna vez queremos que exista sociedad y no solo egoísmo, se lo tendría que hacer ver y analizar.
Hoy mismo, por ejemplo, he oído que, en esta catarata de recortes sociales, se rebaja la asignación para las personas que se hacen cargo de personas dependientes. Cualquiera puede ver cómo lo que se ha dicho antes tiene aplicación inmediata y directa.
Yo no sé poner medidas. Tampoco tengo ningún poder para imponerlas a nadie. Sí tengo la seguridad de que existen otras formas de encarar la convivencia social. Y de que, por ejemplo, daría media vida porque mis hijos estuvieran un poco más cerca de mí. O yo de ellos. Por ejemplo.
¿Quién se atreve a decir que el Quijote no sigue teniendo toda la actualidad de las obras universales?

martes, 10 de julio de 2012

DESPUÉS DE MUCHOS AÑOS


DESPUÉS DE MUCHOS AÑOS SIGO EN ELLO
(Para Nena, en esta fecha que recuerda
muchos años de camino juntos).
Hoy sacaré del tiempo un blando espacio
en el que se repose mi memoria,
pondré puertas, murallas y fronteras
que impidan otra luz y resuciten
lo que corrió camino del olvido.

Porque hay mucho pasado, hoy todo pide
que se fundan los tiempos y se anulen
las comas y los puntos y los párrafos,
que todo sea diálogo sencillo
de intercambio sin normas y sin precios.

Pasa el tiempo y las fuerzas disminuyen
pues se han gastado en luchas y batallas
de esa guerra de amor y desencuentros
en que la vida, en suma, se transforma.

No quiero detallar cuántos anhelos
vivimos a la par en el camino
-fueron muchos y de todos los signos-,
solo quiero decir que sigo siendo
solo lo que de ti yo necesito.

Mi memoria se irá de mano en mano
diluyendo en la noche de los tiempos;
poco importa si guardas con ternura
mi recuerdo en un soplo de tu aliento.

Déjame solo un hueco en cualquier sitio,
déjame que comparta con tus besos
la dicha de la vida en mi memoria,
lo demás poco importa, seguiremos
sabiendo que son ciertas las razones
para violar la vida cada tarde.  

lunes, 9 de julio de 2012

PORQUE MATAR EL TIEMPO ES ALGO VANO


PORQUE MATAR EL TIEMPO ES ALGO VANO
Porque matar el tiempo es algo vano
sabiendo que es el tiempo el que te mata
por más que tus esfuerzos se arrebatan
por dominar sus iras con tus brazos;

porque calmar su ritmo cotidiano
en un fluir sin tregua que se escapa,
como humo que se expande y se dilata,
es empeño infructuoso y condenado;

no mates ni aniquiles sus caprichos
forjados en la fragua del antojo,
deja que te conduzca el desvarío,

no preguntes la causa de las horas:
lo que te dé recógelo con gozo
y morirás matando tu memoria.

domingo, 8 de julio de 2012

LO QUE USTED MANDE


Leo estos días, con cierto gusto porque se deja, una novela que aborda, sin más trascendencia ni pretensiones, el asunto de la roba de bebés, esa tenebrosa realidad que tal vez haya sido practicada siempre y que, en nuestro país, ha tomado carta de naturaleza judicial y periodística en los últimos tiempos.
No tengo datos para afirmarlo con rotundidad, pero creo que la autora aprovecha el tirón social y la dirección del viento para montar una historia de unos centenares de páginas en torno de esta preocupación. Me gustaría saber hasta qué punto, desde la editorial, le han impuesto las líneas generales: idea central, número y perfil de los personajes, escenarios, final… Apostaría en favor del sí unos cuantos euros. Tampoco estoy para condenar a nadie pues todos vivimos un poco de la comunidad y de lo que esta nos dicte.
Me sirve el ejemplo de pretexto para pensar en el agente real de la cultura, para dar con la casa de reuniones en la que se decide qué se ha de hacer y qué se ha de dejar en el olvido.
Sospecho que el lugar de decisión se ha trasladado a lo largo de la Historia desde unos lugares a otros. Que no hay unipolaridad es evidente pues nada se explica sin el principio de causalidad múltiple. Como siempre, se trata de dar con la diana de lo que resulta más importante y decisivo, en este caso a la hora de determinar qué es cultura y, por tanto, cómo se generan actos de cultura.
Tradicionalmente, la historia nos ha dado minorías que marcaban las pautas y que establecían el canon en el que cabían o no las obras llamadas de cultura. Además, la degustación -por asistencia, comprensión o lectura- de las mismas era negocio de particular juicio, como diría el poeta. La iglesia tenía mucho que decir, y todo lo que en su entorno se desarrollaba, también.
Hoy seguramente todo ha cambiado. Hoy es la masa la que determina y sanciona la cultura con su aprobación o con su rechazo. Casi cualquier ejemplo nos podría ilustrar.
Sirva uno musical. ¿Quién determinaba hace unos siglos que una obra de Mozart pertenecía a la gran cultura? Unos poquitos en sus selectos salones o estudios. ¿Quién sanciona hoy que una canción de U2 también pertenece a la gran cultura? Ya no son las minorías sino una inmensa mayoría que compra, asiste a conciertos, divulga y se entusiasma con la misma. El centro de poder ha cambiado.
O acaso solo aparentemente porque detrás de esa canción existe una enorme promoción que crea opiniones favorables o contrarias al producto, y engrandece héroes y mitos como reclamo de sus productos. Detrás de esas promociones está el poder del dinero y de los medios de comunicación. Y los medios de comunicación los dirige y controla una inmensa minoría. ¿Es verdad que esta dichosita última eurocopa habría sido la misma sin los intereses económicos y la publicidad de los medios de comunicación? Ummmmmm.
Es verdad que existen nuevas armas publicitarias y elementos técnicos que han popularizado las fuerzas de decisión. No es fácil embridarlas, pero la batalla sigue siendo desigual y eso de la democracia teórica anda muy lejos de la democracia real, como lejos anda casi siempre la relación entre la opinión pública y la opinión publicada.
Así que a veces podemos dejarnos llevar por el optimismo pensando que todo avanza para bien. Tal vez, pero yo no soy tan optimista siempre.
Seguimos en un salón de baile en el que damos un pasito para delante y otro para atrás.  

sábado, 7 de julio de 2012

PALABRAS PARA UNA NINFA

Foto: M. Casadiego.

PALABRAS PARA UNA NINFA
(La del camino viejo de Béjar a La Garganta)
La luz era más luz desperdigada
por todo el horizonte, los confines
apenas dibujaban a lo lejos
la inmensidad del mundo en sus espacios.
La gravedad  del cuerpo en los caminos
hendiendo las laderas, los sabrosos
aromas de los robles y los pinos
y un tacto que el sudor hacía más próximo
entre el cuerpo y el sol.

La ladera, de pronto, se hizo arroyo,
frescura, manantial, sonido, sombra,
en medio de la luz de la mañana.
Un árbol, cobijando los remansos
del agua, convidaba
a detener el tiempo en compañía
de su frondosidad y exuberancia.

Se hizo el sabor y el gusto a sus orillas,
sobre mesa de pan bien abastada.

En medio del ramaje, deslumbrante,
apareció una ninfa que mostraba
la belleza absoluta en su mirada.
Su desnudez en medio de las ramas,
en altar natural , con su cabello
disfrazado de agua y de arco iris,
el mapa sorprendente
de su inquietante y bella geografía,
el agua fresca y libre que el cabello
hacía llover tranquila hasta el camino,
el mar undoso y lábil
de su hermosura púbica y los senos
como fuentes intactas y sabrosas
en que beber los más gustosos líquidos.
Sobre sus dulces piernas se asentaba
la certeza de todas las certezas.

Fue una mirada blanda y esponjosa,
una atracción sin causa para el mundo
en el que la razón vive y actúa,
fue un licor compartido, un suave indicio
de un eterno viaje por su cuerpo,
desde el suelo a las ramas de sus brazos,
desde los pies al cielo de su pelo.

La agitación creció entre el griterío
y el canto sin complejo de los pájaros,
el sol, el viento, el agua, los espacios
se turbaron también y entre las verdes
secuencias de las ramas
se desataron bailes de homenaje.
El tiempo se cuajó en un sinsentido
sonámbulo, aturdido y envidioso.

Y tras la tempestad llegó la calma.

Los sones se acordaron nuevamente,
la lluvia se ocultó y en el arroyo
fue calma todo. Desde la ladera
no llegaban los ecos de los pájaros,
la ninfa aparecida en el ramaje
ya solo fue un recuerdo
de hermosa plenitud en la mañana.

Un trago más, un eco, una añoranza,
un rumor, un silencio, un dulce sueño,
la nada, la quietud, el sentimiento.