miércoles, 31 de julio de 2013

          “LA HERBA DEL CORAZÓN” (“LA YERBA DEL CORAZÓN”)
Sumo a mi ya larga lista de lecturas de este año la del libro “La bona intención”, de Xosé Bolado, un libro que lleva sello de 2012. Son setenta páginas sembradas por cortos textos en prosa poética que recorren con levedad aparente los hitos de una vida, de casi cualquier vida de esa generación que aspira a jubilarse todavía.
Me interesa de su contenido poético sobre todo ese punto de separación que el autor pone entre la realidad evocada y los elementos, casi imperceptibles, que aspiran a hacerla visible. Creo que es su principal valor. Sobre todo pensando que la materia poética, por tomarse de la evocación vital personal, no resulta demasiado dificultosa para dar aspecto de verosimilitud y hasta de realidad densa.
Me vuelve a interesar, además -y ahora sobre todo-, el hecho de que se presente como un texto bilingüe: páginas pares asturiano, páginas impares español.
Aplaudo el esfuerzo de las personas que trabajan por dar relieve y pervivencia a realidades lingüísticas que se hallan en cierto peligro. Admiro a todos aquellos que valoran lo próximo e inmediato y que no se dejan llevar por el papanatismo de los lejano e imperial -Hollywood y los Astados Unidos dixerunt); pero también me parece que los esfuerzos hay que medirlos y sopesarlos porque su desproporción nos puede situar en el nivel del desajuste y de la falta de consistencia.
Presentar el texto en asturiano y en español es, seguramente, suponer que ambas son lenguas. Y, realmente, creo que esto no es verdad. No es lugar para disquisiciones de tipo histórico ni de génesis lingüística, pero creo que lo más acertado es reconocer que el bable no es más que una variante hermosa del español o castellano; una variante que conserva algunos rasgos fonéticos peculiares, escasísimos de tipo morfosintáctico y, eso sí, muchos más de carácter semántico, como corresponde a todas las variantes regionales de cualquier lengua.
La lectura de este texto me ha recordado mis años universitarios y mis empeños en acercarme a las variantes regionales de la lengua común. Entonces entendí, creo que bien, que el astur-leonés fue algo que pudo ser pero que no llegó a ser -como le ocurrió a otras aspirantes a variantes que se alejaban del latín peninsular- y que el discurrir de los siglos lo ha llevado hasta la situación actual. ¿Qué podría escribir acerca de las variantes del andaluz y de sus aspiraciones o aberturas vocálicas? ¿Y de esa franja leonesa que se extiende por todo el oeste hacia el sur, en busca del mar de Huelva?
Todas las variables buscan la gallardía de la tierra particular y de las gentes que las habitan. Y su mantenimiento es labor de todos los que habitan esos territorios de manera física o mental. Es trabajo que seguro que les gusta y que les honra. Yo quiero aplaudirlos.
Pero cada cosa en su nivel y con la marcha de la serenidad y de la certeza. Lo contrario podría llevarnos a resultados no buscados.

En todo caso, ahí queda el testimonio de la realidad lingüística, que es lo importante. Y la sensibilidad de Xosé Bolado expresada en la forma que seguramente le resulta más reconfortante. A mí también me ha reconfortado la lectura.

martes, 30 de julio de 2013


                “YO VOY SOÑANDO CAMINOS…”
Ni siquiera en el posmodernismo, época y dimensión en las que todo parece que se disuelve y se rebaja desde lo absoluto hasta lo absolutamente relativo, se deja de indagar para tratar de establecer algunas verdades comunes, algunos puntos de enganche a los que podamos sujetarnos todos, algunas afirmaciones que no se sometan continuamente a discusión, algunas verdades reservadas y admitidas sin demasiados reparos. Siempre estará condenado al fracaso dicho intento pues de la mente humana, llena de defectos y relativa y pobre siempre, no podrán salir verdades absolutas que excedan la propia capacidad humana (Ahí está la creación de algún dios absoluto y la chapuza que nos ha salido). Pero el empeño y el esfuerzo y las ansias por la vida y el misterioso jugo de seguir adelante siguen ahí, con su aguijón picando y picando, sosteniendo un sombrajo que, a pesar de todo, necesita estar en pie para que el futuro pueda al menos ser contemplado como posible.
La Historia nos demuestra que esas verdades cada vez se van concentrando más en elementos próximos, cercanos a las posibilidades de la mente, casi alcanzables en la teoría, defendibles desde una lógica más o menos trabada y demostrable. Hemos pasado del caos al mito, de los mitos a la religión, de la religión a la razón, y de la razón a todo eso que se mueve en la relatividad de lo posmoderno. Como todo lo que sucede se produce en el tiempo y en el espacio, esos dos conceptos que nadie termina por sujetar definitivamente, andamos intentando apagar las voces de la duda en ellos mismos para situar esas cuantas verdades a las que aspiramos y que, acaso, no son más que simples ilusiones.
Sea como sea, el caso es que, en cualquier campo de la expresión vital y cultural, nos solemos mover a partir de una suma de conceptos asimilados, analizados, o simplemente asumidos en el subconsciente, que llamamos ideal, ejemplo o modelo.
En el campo de las artes le ponemos el rótulo de canon: el canon musical, el canon pictórico, el canon literario, el canon de la moda… (No me resisto a escuchar de fondo el Canon musical de Pachelbel).
Pero la vida se concreta en imitaciones y en aproximaciones solamente; los modelos son imitados pero no repetidos, pues la mano del imitador siempre dirige la batuta a su manera y en sus posibilidades. Y así nos encontramos con obras que, aunque se mueven en aspiraciones idénticas, se resuelven en realidades finales diferentes. No hay perfección real, solo posible, sencillo devaneo en busca de lo eterno, camino sin final, lucha sin premio.
Quizás tampoco es malo que así sea. Imaginar vencida la belleza nos llevaría al hastío pues, una vez vencida y dominada, todo se iría en mirarla y repetirla. Y eso es cosa de dioses. No es malo perseguirla, fijarse en la fealdad, siempre diversa, personal y distinta, cambiante y desigual.

Y desde todas ellas, aspirar a la búsqueda continua de otro nivel más alto y transparente, a otro concepto más purificado, a una tarde mejor que la mañana y a un desgaste continuo en la superación. Anda el patio con más luces que sombras. Una luz más diáfana se nos puede colar por cualquier sitio. Habrá que perseguirla.

lunes, 29 de julio de 2013

EL ORDEN DE FACTORES


EL ORDEN DE FACTORES
Dícen que todo trato femenino
en tres puntos de anclaje se sustenta:
cerebro, corazón y también sexo.
Según como se ordenen tales picos,
se ha de anclar en la roca o en la arena,
y convendrás conmigo que a este asunto
merece que le demos su importancia.

Cerebro, corazón y por fin sexo
termina en amistad si se practica;
corazón más cerebro más el sexo
conduce al matrimonio simplemente;
sexo más corazón y al fin cerebro
es aventura loca y flor de un día.

Si pruebas corazón, sexo y cerebro,
harás más densa y dulce tu aventura;
pero, si das cerebro, sexo y corazón,
estarás dibujando lo que el vulgo
bautiza con certeza un braguetazo;
si sexo más cerebro y corazón,
qué flujo de relámpago y de gusto.

Debo acabar con tiento esta quiniela
recordando la célebre sentencia:
el orden de factores sí que altera
la esencia y la prestancia del producto.

Piensa que el corazón, si se adelanta,
te pierde y te abandona a la deriva
del cerebro que ordenan otros vientos.

Juzga y decide bien, y, si te asusta
tan alta confusión en el desorden,
ponte prosaico y tira de tu cuenta
-de tu cuenta corriente, se comprende-,
o busca entre las brumas de Alemania
la forma menos mala de arruinarte:
dicen que van muy bien estos inventos.

O tal vez equivócate de lleno
y déjate llevar por tus impulsos:
no me hagas mucho caso, por si acaso.

Quise hacer de arcipreste por un rato,

yo que fui monaguillo hace ya tiempo

domingo, 28 de julio de 2013

TARDE EN GRIS


           
Hay días en los que la terraza se vuelve más oscura y neblinosa y parece que se apaga el horizonte, que tal vez todos los pájaros a una se quedan en silencio y no quedan sonidos que templen el ambiente. Entonces la mirada se vuelve hacia más dentro, se hace más personal y más cercana, y el tono de sentir de la terraza se torna más de al lado, como de tono débil e inmediato.
Siempre aspiro a dejar algo que se vista de primera persona pero que alce su vuelo y sirva de reflexión para alguien más, de modo que la flor se convierta en olor y el tallo en rama. Si no fuera así, no creo que tuviera mucho alcance esta ventana.
Pero hoy se me queda la mirada, y acaso el sentimiento, aquí mismo, a mi lado, en el círculo estrecho que más quiero, tal vez en el contorno de mi mismo. Y es que se juntan cosas, se reúnen elementos, se concitan razones, se encuentran circunstancias, que dan un colorido más gris de lo esperado.
He pasado unos días con los míos, con mi nieta y mis hijos, con la familia entera, con lo que yo más quiero y voy a querer siempre, y todo han sido risas y contento, felicidad o casi. El campo ha seguido siendo mi aliado y mi expansión más lúcida. En fin, todo apuntaba a decir “esto me basta”.
Tan bien me encontraba que ni siquiera he escrito una palabra durante estos días.
Pero todo se acaba. Y hoy estamos solos otra vez. Y el cielo se ha nublado y ha puesto su vestido de otras fechas. El país sigue como encogido mirando esos vagones de la muerte. Y pasan los amigos y tal vez no se  paran ni un ratito. Y ha fallecido Pedro Martín –Mateos Chapinal a sus 61 años, y me ha puesto la muerte más de frente.
Y, coño, se me han ido las fuerzas no sé dónde. Y ando aquí señalando que esta tarde la risa me ha esquivado.
Con Pedro compartía pocas cosas, pero había echado ratos de juventud y cánticos. Y aquello no se olvida fácilmente. Y es que la muerte le ha visitado pronto, demasiado pronto. Y todo en revoltijo me traído la flojera.
Sé de sobra que todo forma parte de la vida. También la muerte. Y la ausencia. Pero yo soy muy débil y muy frágil. Y como sigo pensando que solo me interesa lo hermoso de querer y ser querido, pues me veo con frecuencia en estos valles que a veces son oscuros.

Volverá a sonreír otra alborada. Mañana es otro día. Prometo ser más fuerte.

domingo, 21 de julio de 2013

JUEGO DE SENTIDOS

JUEGO DE SENTIDOS
Quisiera vivir ciego para tener más tacto
y repoblar tu vientre con la calma
del que siembra esperando una cosecha
con los mejores frutos.

Deseo sumergirme en mi sordera
para no oír los sones que me apartan
de naufragar y hundirme en las tormentas
que con tanta insistencia  me propones
en la sima del mar de los olvidos.

Pido que se me olviden las palabras
y me invada el silencio contemplando
los espacios sagrados de tu cuerpo.

Renuncio a otros sabores diferentes
a los que de tus labios voy gustando.

Estudio con ahínco y entusiasmo
un máster en descargas fotoeléctricas
y ando encendido siempre, acalambrado,
en continuo alumbrar lo que me roza
como si el sol ardiera entre mis yemas
cada vez que compruebo tu presencia.

viernes, 19 de julio de 2013

MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA


Cada mañana, después de dedicarme unos ratos a mí mismo en forma de ejercicio y de arreglos corporales, abro mi ordenador y se me viene el mundo encima desde esta ventana abierta a todas las direcciones que se llama internet. Y es tal el cúmulo de información que se atropella para pasar la cancela, que no hay forma de ordenarla ni de jerarquizarla y seleccionarla para que el caos se aclare y yo pueda sacar algo en claro que incorporar a mis pensamientos para luego rumiar un poco acerca de ellos.
Para mi desconsuelo, descubro con frecuencia que eso que parece un caos informe y absoluto en realidad, si bien se mira, se reduce a cuatro elementos y no más que me dan y nos dan seleccionados los medios de comunicación más influyentes; hasta el punto de que la opinión pública se conforma y se dirige desde esos cuatro palos del sombrajo que nos dan colocados, de manera que la realidad termina acotándose en unas realidades muy particulares que dejan en el mundo del olvido cualquier otra posibilidad de las que componen, o deberían componer,  el infinito de la actividad y del pensamiento de la comunidad. Desde ese punto de vista, casi todo es mentira y casi todo se aleja al sinsentido y al mundo fantástico e inventado de quien tiene el poder para dirigir esos medios de masas. ¿Alguien puede pensar que toda la energía de esta sociedad de casi 50 millones de personas se nos puede ir en ver día sí y día también que un señor se lo ha llevado crudo o que la cúpula de un partido está de mierda hasta el cogote? ¿De verdad que la realidad de esta comunidad es tan pobre y se tiene que reducir a esto por muy grave que sea? ¿Acaso no estamos todos contribuyendo a que los medios que dirigen el teatro se forren y además sean aplaudidos por los espectadores que han pagado su entrada comprando el producto cuando de lo que se trata es de vender y más vender su propio producto y engordar su vanidad personal?
Pero vamos a dar por buena esta acotación escandalosa de la realidad y esta jibarización del discurrir diario de la sociedad. Que es demasiado conceder, pero sea. Metidos ya en ese mundo de sonámbulos, ¿qué puede hacer un espectador particular que asiste confundido a este vaivén difuso y enmarañado? Los desapegos no están solo en la consecuencia de no poder soportar a tanto chorizo como se asa en esta piel de toro, sino también en esa desazón intelectual que te reconcome al advertir que casi nada puede uno añadir o sumar para alterar en algún pico el estado de las cosas.
Porque el interés por la res publica debería llevar a gritar cada día y a rechazar en público mucho de lo que pasa. Me pregunto si realmente eso sirve para algo más que para crearse individualmente mala baba y peor humor. Si en este mundo de tanto medio de comunicación en realidad no te atiende nadie y cada cual anda a su bola. De hecho, si uno no se vende de la manera más rastrera y comercial, en realidad se está condenando al olvido y a la inexistencia más escandalosa. Y, si se vende, lo que hace es contribuir al desarrollo de ese sistema contaminado y asqueroso que quiere tal vez modificar.
De cuál sea la postura menos mala, si lanzarse a la piscina y nadar  a favor de ola o quedarse en la orilla aunque nadie sepa que también sabes nadar, mucho se podría opinar. Me conformo una vez más con proclamar que la realidad no es solo esa que aparece en público y que se publicita. Que la realidad es mucho más compleja y mucho más rica. Que la realidad escondida al menos no es peor que la puesta en el candelero y en las listas de la fama. Que la realidad más importante tal vez debería ser la que afecta a más personas en el conjunto. Que muchas veces la mejor realidad es la que se intuye y la que se refleja desde la huida y desde el grito de “adentro” buscando el interior y la mejora personal. Y que también la realidad es esta realidad del que se asusta pensando en lo poquito que puede hacer un individuo ante tanta miseria y ante tanto poder articulado.
Si alguno se atreviera a pensar el SISTEMA y la forma de convivencia, y le diera por imaginar que la lucha por la lucha conduce a esto , y que, acaso, no sería lo peor pensar la convivencia en la convicción de que ayudar es lo más lúcido, en que vencer por vencer obligando a hincar la rodilla al otro para que yo levante la cerviz del engolado es el terreno en el que crece el enfado y el engaño (este es el mundo comercial y de mercado en el que vivimos enfangados); en que no se pueden supeditar los intereses de la comunidad a las apariencias de vanidad personal; en que solo es más feliz aquel que quiere y aspira a ser querido…
Pero esto, mire usted, es pensar el SISTEMA y arrancar el árbol de raíz. Y esto, desde que usted era niño y andaba en el monte arrancando encinas y tronzando troncos para hacer carboneras ya no se hace. O eso parece.

miércoles, 17 de julio de 2013

EL MÁS INTENSO DÍA

EL MÁS INTENSO DÍA
Cuando la luz se encargue
de dar nombre y certeza al nuevo día,
te pido lucidez por un momento
para alabar tu nombre.

Te ruego que se aparte el intelecto
del sabroso latir de la conciencia,
que se lleve en su seno
todo lo que entorpece la inocencia
y el sencillo candor de tu pureza.

Entonces llamaremos a la vida
para que nos sueñe de la mejor manera;
seremos como olas que se ofrecen
al roce de la arena y al amor del cielo;
podremos empezar a ser la muerte
desde lo más alto de nosotros,
como lo son los árboles que mueren
desde las hojas más altas y más tiernas;
la vida será amable y nos dará permiso
para cortar en su mejor fragancia
los más rojos rosales de la tarde.

Y si la luz se muere -porque llega la noche-,
moriremos con ella
en una soledad multiplicada,
dispuestos a que el musgo sea una tela
que vele para siempre la noticia
de que fuimos un día
y hoy los pasos y el fuego
ya no nos pertenecen.

martes, 16 de julio de 2013

PERLITAS DEL FONDO SUR



Confieso mi condición de hombre de tierra adentro. El mar es para mí como la meta, el fin de los fines, la quietud abisal y la pérdida de las medidas. Tal vez por eso me dan miedo los barcos y no tengo muy buenos recuerdos de mis escasas travesías.
No puedo ni debo decir lo mismo de las regiones que lo bordean, aquellas que dicen la mar y no el mar, las que lo tienen como vecino y como frontera, los que no solo lo evocan sino que lo viven a diario.
Una de esas regiones es Andalucía, esa tierra rompeolas de todas las culturas, despensa acogedora de tantas esperanzas y base de tantas ilusiones pasadas y presentes. Me gusta Andalucía porque me gustan las gentes que de ella conozco y porque tengo la amistad de los que se han hecho sus hijos adoptivos. Pero sobre todo me gusta por muchas de las noticias que de ella me llegan. Porque las representaciones no solo se depositan en las personas sino en las canciones, en la geografía, en la literatura, en la cultura popular…
Cada día me gusta más esa muestra de cultura popular que son las coplas, tanto separadas de la música, como dándoles soporte y vida paralela. Esas tercerillas reconvertidas en soleás, o esas cuartetas venidas a ser siguiriyas me siguen pareciendo como rejones bien puestos a ese toro que se queda dolido y rebotado, pensando en el sentido último de lo que tan dolorosamente se le ha clavado en la espalda. En las coplas se revientan todos los sentimientos de soledad, de muerte, de amor, de miedo, de odio, de abandono, de desolación, de ingenio… Son como la tesis doctoral resumida que te suelta un ser inmediato por derecho y sin engaño. Por eso, el que las sabe leer bien comprende que callan mucho más de lo que a primera vista dicen y que sugieren casi todo para el buen catador. Tal vez en su simpleza se mezclen las prescindibles, por mostrencas, con las absolutamente sublimes y duraderas, esas que dicen casi todo del yo de quien las produce o de quien las canta.
Hoy he andado buceando en un libro de coplas flamencas seleccionadas por Francisco José Cruz. Me quedo con el fulgor de alguna de ellas que aquí copio:
Sentaíto en la escalera
esperando el porvení
y er porvení nunca llega.

Soy desgraciaíto
hasta en el andá,
que los pasitos que p´adelante doy
se me van patrá.

Esto que m´está pasando
se lo contaré a la tierra
cuando m´estén enterrando.

Oleaítas del mar,
qué fuertes venéis,
y a la pobre mare de mi arma
no me la traéis.

Ar pie de tu sepurtura
llorando m´arrodillé.
Las lágrimas de mis ojos
se quejaban ar caé.

Y pa qué tanto llové.
Los ojitos tengo secos
de sembrá y no recogé.

A la puerta de un molino
me puse a considerá
las vuertas qu´ha dao er mundo
y las que tiene que da.

Agujas de mi reló
que yo las iba arrancando
y er tiempo no se paró.

Dijo la lengua al suspiro:
échate a buscar palabras
que digan lo que yo digo.

Cada vez que considero
que me tengo que morí,
tiendo mi manta en er suelo
y me jarto de dormí.

Tengo una pena una pena
que casi no pueo decí
que yo no tengo la pena.
La pena me tiene a mí.

En un manicomio entré
y vi una loca en er patio
qu´estaba dándole er pecho
a una muñeca de trapo.

Yo doy suspiros al aire:
¡ay pobrecito de mí,
que no los recoge nadie!

No canto pa que m´escuchen
ni pa sentirme la voz,
canto pa que no se junte
la pena con el doló.

Mira si soy desgraciao
qu´estoy deseando morirme
pa dormí bajo techao.

Dejo la puerta entorná
por si alguna vez tuvieras
la tentación de empujá.

Por otro la vi llorá
y yo, que tanto la quiero,
la tuve que consolá.

Hay quien se queja de vicio:
yo he visto a un niño reí
en er patio del hospicio.

Diez años después de muerto
y de gusanos comío,
letreros tendrán mis güesos
der tiempo que t´he querío.

Le dijo er tiempo ar queré:
esa soberbia que tienes
yo te la castigaré.

Permita Dios que te veas
sacando agüita d´un pozo
y con er cubo no pueas.

Mucho tengo que decirte,
pero me llamo ar silencio;
harto te digo callando
si tienes conocimiento.