Que tus ojos no miren más que campos cuajados de
arboleda; que el agua de los ríos y regatos se concentre en las pozas más
heladas; que sea la brisa el duende que perfume el ambiente en el que habitas;
que el gusto esté en el tacto mientras todo te alcanza y se aprieta a tu
cuerpo; que al fin la sombra acoja tu cuerpo predispuesto al sueño y al olvido.
Adórnalo, si quieres, con un licor sabroso y un bocado tranquilo. Y luego me
dirás cuál es el sitio en el que estás gozando tu descanso. Yo iré con rapidez
a hacerte compañía.
Quiero decir, coño, que hace un calor que no hay quien
lo soporte, que estoy hasta el cogote de estos días de julio que parecen de
infierno, que ando desesperado por no poder rendir ni una miaja, que todo se me
escurre en el fastidio, que ni apenas planeo casi nada, que no hay proyecto ni
índice siquiera que me dé unas palabras y alguna idea sencilla y ordenada con
son y con sentido. En fin, a ver si escampa, aunque no se divise ni una nube.
Mientras, los medios siguen a su bola. Ahora el diario
El Mundo saca pecho enseñando papeles que guarda -es lo que dice- desde hace no
sé cuánto. No aportan nada nuevo: todo ya se sabía. Pero otra vez se atreve a
supeditar todo a lo que le conviene en términos de envidia, de negocio y de
infinita vanidad. En términos de envidia porque no podía vivir con el sonsonete
de que el diario rival, El País, hubiera, una vez más, publicado en su día los
papeles de los que todos hablan. En esta estructura social en la que vivimos,
se saca la cabeza arruinando al de enfrente. Y, para ello, este diario ha dado
muestras siempre de no tener principios. En términos de negocio porque -otra
vez- todo vale para el convento. La noticia se publica cuando más periódicos se
pueden vender atizando el morbo del personal, no cuando se ha producido pues no
es el hecho el que importa sino el negocio, y para el fin sirve cualquier
medio. En términos de infinita vanidad porque el director de ese periódico no
puede soportar que nadie le quite de la primera línea de pantalla, pues le
gusta el asunto más que a un niño un caramelo. De su trayectoria yo deduzco que
lo primero es él, después el resultado económico del periódico y solo más tarde
las noticias.
Y todo parece que se nos agota en este hombre chorizo
(Bárcenas), y del peor. Es verdad que es muy grave su proceso; sobre todo como
ejemplo para los ciudadanos de la calle. También desde un punto de vista
político, pues afecta a buena parte de los dirigentes del partido del Gobierno,
no menos chorizos y mentirosos que el susodicho.
Sin embargo, me parece que, otra vez, se vuelve a
cumplir aquello de la desviación de la atención para focalizar en lo más
morboso y más sencillo porque se le puede poner cara y los reproches se pueden
concentrar mejor.
Creo que en estas fechas se está produciendo algo
infinitamente más grave pero que pasa casi desapercibido. Se trata del fin de
tantos convenios colectivos que se van a convertir en caprichos individuales y
se van a someter a la voluntad del patrón frente al trabajador, absolutamente
indefenso desde ahora. Solo salvarán un poco el pellejo los trabajadores de las
grandes fábricas. El tiempo irá poniendo al descubierto la situación de total
indefensión del obrero. Y todo por culpa de la reforma laboral, esa que tanto
paro ha traído consigo y que, sobre todo, tanta miseria e inseguridad causará.
Y ESTO AFECTA A TODO EL MUNDO Y TIENE CONSECUENCIAS EN
TODOS LOS NIVELES.
Pero es menos morboso y más peliagudo de analizar;
sobre todo porque los propios medios podían salir malparados de la reflexión.
¿Dónde está la responsabilidad social de las líneas de opinión de los medios? A
engañar a los analfabetos, por favor. Aunque tengan casi toda la razón en los
hechos que cuentan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario