lunes, 31 de mayo de 2021

TRANSPOSICIÓN


TRANSPOSICIÓN

Ahora que está ya mayo despidiéndose

y que junio se anuncia en el paisaje,

sal a soñar despierto a la terraza

y evoca, hasta encontrarlos, los recuerdos.

Te vas hasta un lugar desconocido

del que apenas recuerdas ni su nombre,

y todo es como un sueño. Te despiertas

y estás en otro sitio. Desconoces

los nombres que parcelan los espacios;

pero anotas el pálpito que el viento

produce entre los poros de tu cuerpo.

 

Poco a poco recuerdas. Hay un poso

de olor en todas partes. Tú comprendes

que, a pesar de vivir en el recuerdo,

el reconocimiento te permite

dar cuerpo a una figura que es lejana,

distinta, desigual, inconsistente;

un álter de otro tiempo que ahora mismo

te mira en una niebla transparente.

 

Lo llamas, le propones

descomponer el tiempo y hacer causa

común para buscar así la forma

de vivir el pasado en la memoria.

 

De la mano y hollando los senderos,

os vais hasta encontraros uno en otro

en los límites últimos del tiempo.

miércoles, 26 de mayo de 2021

A DIRECCIÓN INCIERTA


A DIRECCIÓN INCIERTA

Soy un grano de arena despistado

en el reloj del tiempo,

náufrago que suspira

zozobrando en el mar de la tristeza,

mano que busca el tacto de otra mano

para seguir remando,

un herido de guerra

que no sabe curarse sus heridas.

 

Tal como están las cosas,

con la noche sin faro por delante,

invoco del recuerdo tu presencia,

pidiéndote disculpas.

 

Porque pensé que no eras para tanto

y hoy sé que lo eres todo:

la noche, el día, el mar, la luz, el tiempo,

la mano que me cura

y me salva de todos los naufragios.

lunes, 24 de mayo de 2021

LO PRIVADO

LO PRIVADO

Porque es la otra pata del banco, la otra cara de la moneda, la estampa que nos sale al encuentro cada día y cada hora. De nuevo sirve de pretexto la experiencia personal. Vuelvo a pedir disculpas por ello e invito a ascender de la anécdota a la categoría.

Las comunidades de vecinos suelen repartir las representaciones por años entre sus componentes. A mí me ha correspondido ese pequeño trabajo durante casi los dos últimos años. Tampoco es demasiada ocupación. Tocaba renovar el cargo.

Uno de los actos obligados es el de acudir a la entidad bancaria correspondiente para cambiar las firmas y poder operar en las exiguas cuentas de la comunidad. A la entidad nos dirigimos a media mañana, cuando había disponibilidad horaria en el trabajo por parte de la nueva presidenta.

No había cola de espera y pasamos al interior. Nos acercamos a una mesa cualquiera, pues casi todas estaban vacías de clientes. El empleado nos saludó y nos preguntó por el motivo de la visita. En tres palabras se lo expusimos. Nos miró con cara de extrañeza. “Tenían que haber pedido cita”. “No lo sabíamos, pero, en todo caso, no hay clientes y lo podríamos hacer ahora mismo”. “No, miren, pasen a esa otra mesa, que les atiende mi compañero”. Su compañero nos miró y repitió la consigna: “Tenían que haber pedido cita”. Picó en su ordenador y se despachó con estas palabras: “Solemos dar cita con casi un mes de espera, pero queda un hueco antes”. Eran como quince días. Había que volver, ajustar el horario de trabajo de mi acompañante y esperar que nada volviera a torcer las intenciones.

“Se estará usted dando cuenta de cómo se nos están quedando los ojos con lo que nos dice”, le espeté. Nos miró con cara de resignación y contestó: “Lo entiendo, pero es así, y yo no puedo cambiar las cosas”. Nos volvimos a mirar en silencio, sin saber cómo reaccionar. El empleado debió de ver nuestras caras y, con calma, nos añadió: “Como se trata de una cuenta de comunidad de vecinos, les advierto -por si lo quieren consultar con sus vecinos- que el mantenimiento de la cartilla les costará 240 euros al año a partir de ahora. Se lo digo porque reconozco que es una cantidad elevada y tal vez se lo quieran pensar”. El mantenimiento actualmente debe costar entre 20 y 30 euros. No tengo necesidad de dibujar nuestros semblantes porque cualquiera se los imaginará. Todavía tuve ánimos para comentar esto: “Y en unos meses esta caja será absorbida por el BBVA o por el Santander y entonces subirán la cuota de mantenimiento de cartilla a 480 euros”. El empleado, medio en bromas medio en serio, nos respondió así: “Eso está a la vuelta de la esquina y no tardará muchos meses”.

Le dimos los buenos días al dependiente y salimos de la oficina con paso lento y en silencio, sin articular palabra y como alelados. Creo que aún no nos ha cambiado el color de la cara.

Y ahora, al rincón de pensar y a ascender hasta la categoría: concentración de bancos, despido de empleados, cierre de oficinas, subida de tasas, concentración de poder económico y social en pocas manos, desprecio y rechazo de cuentas con pocos fondos (comunidades de vecinos)… Y, al final del ejercicio, sueldos de directivos, cuenta de beneficios y reparto de dividendos. Eso sí, si hace falta (y hace falta con alguna frecuencia), se rescata a estas entidades porque la economía no puede soportar su desaparición. Dicen.

Las conclusiones son de cada uno.

viernes, 21 de mayo de 2021

LO PÚBLICO

LO PÚBLICO

Hoy quisiera ser yo mismo el pretexto.

21 de mayo, ya dos meses de primavera. Primavera baja. Naturaleza en todo su esplendor. Día soleado y temperatura agradable.

Estoy citado a las doce de la mañana para recibir la segunda dosis de la vacuna Pfizer. Orden en la fila. Excelente trabajo de Cruz Roja y de Protección Civil. Documentación. Anotaciones oportunas. Presentación del brazo. Antes del pinchazo, el enfermero me mira y me habla: “Yo fui alumno suyo”. “Perdona, pero es que, con estas mascarillas, apenas te reconozco”. “Soy David Hernández”. “Qué alegría verte en un trabajo en el que ayudas a la gente”. Pinchazo. Reposo de un cuarto de hora en una silla. Distracción escuchando a un humorista a través del teléfono. Salida a la calle. Paseo por el parque que cruza el río. Otro paseo tranquilo hasta Santana. Vuelta a casa.  

Formalmente, se cierra un ciclo que, sanitariamente y con todas las precauciones necesarias, me debería llevar hasta una cierta normalidad en el día a día. Largo y penoso este período de casi año y medio. Voy a procurar no darle muchas vueltas al asunto y dejar que corra el tiempo.

Hasta aquí el pretexto. Pero faltan muchas cosas: el contexto, el postexto y la categoría. Y mi caso personal solo puede subir hasta el nivel de categoría si extraigo consecuencias; si no, es solo una anécdota y a nadie importa. Ante la situación general que hemos vivido (y que seguimos viviendo), ¿quién es capaz de no pensar en la importancia de los valores comunes y en la necesidad de lo público? ¿Qué situación sería la nuestra si no se hubiera actuado desde organismos colectivos, incluso superiores a los nacionales? ¿Cuál habría sido la defensa individual? ¿Alguien tiene capacidad siquiera para imaginarla?

Y seguimos en el empeño, pues faltan generaciones enteras y comunidades y muchos países sin el remedio, que parece fundamental, de la vacuna. ¿Cómo podemos perder ese sentido de lo colectivo y tender a olvidarnos de lo que están en peor situación? La solución ha de ser común o no será. Las generaciones más jóvenes siguen pendientes del remedio y con ellos tenemos que tener em-patía y com-pasión, cuidado y atención. Ahora más que nunca: ¡”Todos somos esas generaciones más jóvenes”!

El caso de la pandemia nos coloca enfrente de los ojos y al lado del corazón lo que significan la fuerza y el objetivo comunes. Cuanto más individualista hagamos la escala de valores, más nos estaremos alejando del progreso físico y moral y estaremos construyendo una comunidad más pobre y oscura.

Y así en todos los aspectos de la vida: sanidad, educación, justicia, economía, medio ambiente… La convivencia es inevitable en un pequeño planeta de más de siete mil millones de habitantes. Hacerla llevadera es labor de todos.

En la otra acera, y en el mismo nivel, está la exigencia de que lo que es de todos, lo público, se respete, se mime, se defienda y se administre con la mayor eficiencia. Por eso, en nada está reñida la defensa de lo público con la exigencia de organizarlo con la mayor eficacia y rendimiento.

Ahí tenemos todos una labor diaria bien visible. Vamos a ello.

jueves, 20 de mayo de 2021

EN LA OTRA ORILLA

EN LA OTRA ORILLA

De Algeciras a Estambul se extienden las olas del mar Mediterráneo, el Mare Nostrum clásico, la cuna de la civilización occidental, el fondo nebuloso de los dioses, el límite del mundo conocido en las murallas de Hércules y en la vecindad de la fabulosa Atlántida, el Libro de los libros, las religiones monoteístas… Es un mar muy pequeñito, en comparación con las inmensidades de otros muchos, y hasta lo estamos haciendo más pequeño y menos puro con los residuos que le estamos haciendo digerir; pero ahí sigue, en el centro de tantos desencuentros, en el escenario de tantos enfrentamientos.

Ahora le toca el turno al conflicto con Marruecos y Ceuta. Es un asunto cíclico, pero que siempre emerge desde un fondo común con doble cara: la del asunto territorial y la de la forma de vida.

El asunto histórico y territorial, con las aspiraciones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla, tiene sus tiempos en la Historia y a ella hemos de acogernos, aunque esta no es eterna ni inamovible.

El de las formas de vida hunde sus raíces en la configuración religiosa y social del norte y del sur del charco. No es fácil el encuentro entre formas de vida tan diferentes ni de formas tan dispares de entender los mismos conceptos. Así democracia, religión, igualdad, justicia… Todos estos conceptos tan básicos nos sitúan en dos mundos muy distantes, a pesar de la proximidad geográfica. Por eso los choques y las dificultades que se nos presentan ante la actitud de los otros. Habrá que suponer que la dificultad será recíproca.

A pesar de todos los pesares, la vecindad obliga al entendimiento, o al menos al respeto y el disimulo, a la mano izquierda, a tener un darse cuenta. La curación de una enfermedad exige tomar medicinas de mal sabor y soportar sus efectos secundarios. Es verdad que, a veces, el estómago se resiente y protesta con dolores. Paciencia, si se puede.

Cuando uno se interesa por el fondo que puede explicar todo esto -o al menos una buena parte-, vuelve a encontrar el pretexto de los dioses (lean el Corán y luego me cuentan) y el escudo de las religiones para, desde ellos, levantar toda una suma de emociones que emboban a la comunidad y tergiversan la escala de valores. El paso siguiente es el fanatismo y la derrota de la razón. Un metro más allá viven la injusticia, la desigualdad, la falta de criterio y la sumisión a unos supuestos líderes redentores de la nada.

Y así estamos.

Por encima de todo, el valor y la humanidad de los que se ayudan y se abrazan, sin pensar en la religión ni en los territorios, sino solo en el hambre y en la compasión con cualquier ser humano.

martes, 18 de mayo de 2021

SANTA Y CAUTIVA

 

 SANTA Y CAUTIVA

El conflicto entre judíos y palestinos se recrudece con una frecuencia exasperante. Y no se puede decir que nace o aparece, porque sigue ahí enquistado desde hace ya setenta años.

Hace ya muchos años que comencé un poema con estas palabras: “Casi todas las guerras se producen muy lejos de nosotros…” A estas alturas del siglo veintiuno, esta verdad empequeñece para quedarse solo con el sentido moral, pero no espacial. La televisión sirve de fuente de la que manan las batallas y las bombas hasta hacerlas explotar en nuestras propias manos. Da igual que estemos comiendo o descansando en un sillón. Es la guerra servida en tres dimensiones y en el salón de casa. Entre plato y plato se nos cuela la imagen de un niño herido o muerto en brazos de su padre u otro niño que corre llorando tras el cadáver de su madre que es llevado a hombros de otros vecinos. Para el postre nos pueden servir la destrucción de un edificio en sustitución de una manzana o de una infusión. Qué barbaridad.

Las imágenes del último agravamiento me pillan engolfado en la lectura de Jerusalén, santa y cautiva, obra de Mikel Ayestaran, reportero corresponsal autónomo, eso que se nombra como freelance. Ayestaran es un periodista de raza y conocedor como casi nadie de los entresijos de lo que en occidente se conoce como Oriente Medio.

De su mano, el lector recorre las calles y los barrios de la Ciudad Vieja de Jerusalén y en las páginas deja una visión panorámica y a la vez personal de la ciudad eterna, dando voz a alguno de los vecinos más representativos de cada uno de esos barrios.

La ciudad es el resumen de todo lo que sucede en las tierras de Israel, de Cisjordania, de Gaza y, por extensión, de todo el Oriente Medio.

Causa una enorme desazón comprobar que se trata de un conflicto de muy difícil solución, pues acumula variables históricas, étnicas, religiosas, económicas y políticas. O sea, todos los palos en la rueda del carro. De todas estas variables, son la étnicas y las religiosas las que hunden sus raíces en la niebla de los tiempos y las que más ciegan la luz para el futuro.

Étnicamente, parece que existe una carrera de velocidad por encontrar vestigios que certifiquen algo así como que “yo estaba aquí primero y estos territorios son míos”. Como si una comunidad tuviera derechos eternos sobre un espacio concreto.

Y, religiosamente, vienen a encontrarse dos variantes del Libro (más los cristianos en minoría y en medio del fragor) que se miran de reojo, que enfrentan sus dioses y profetas y que desbordan su fanatismo en cultos e idealizaciones excluyentes que solo conducen a odios y más odios.

¡Qué barbaridad todo! ¿No podrían juntarse una tarde Yahvé y Alá a tomarse unos cafetitos y a jugarse todo esto a los chinos? Los fanáticos, si lo son de verdad, aceptarían el resultado con sumisión y hasta con alegría. O tal vez se bajarían de la nube y se volverían más normalitos y sensatos. ¡Qué cantidad de desaguisados, de guerras y de muertes en nombre de la religión! Y, para mayor inri, como están metidos en todo el fango, no permiten ni un solo consejo ni consideración de nadie que opine de otra manera o que desmitifique todo este embrollo y este botellón místico.

Es verdad que todo se agrava con la desigualdad manifiesta entre las fuerzas bélicas de unos y de otros, y las simpatías se inclinan con más facilidad hacia el lado palestino. Pero el conflicto es tan complejo que no se agota con unas simples simpatías.

Solo soy aprendiz de casi todo, pero maestro de nada. De todo ello me llevo una idea política simple: hay elementos que no se pueden conjugar, o dicho en román paladino: no se puede soplar y sorber a la vez. En este caso se juntan estas variables: a) Uno o dos Estados (Israel y Palestina); b) Tratamiento con las mismas leyes para todos (judíos y palestinos) si se controla un territorio como ocupado y solo existe un Estado; c) Imposibilidad de llamarse estado democrático si no se cumple la condición anterior. Un verdadero laberinto.

Entretanto, nos queda la compasión con todos los perjudicados, a los que nadie les ha preguntado nada al respecto, pero que cargan en sus hombros la cruz de las bombas, del odio y de la miseria.

lunes, 17 de mayo de 2021

PARA VOLVER ATRÁS Y HACER MÁS TIEMPO


PARA VOLVER ATRÁS Y HACER MÁS TIEMPO

Nos empezó a escribir aquel camino

que llevaba a la cima de la sierra.

Desde entonces, dejaron las estrellas

mi corazón fuera de cobertura

para atender cualquier otra llamada.

Ni firmamos contratos ni invertimos en reglas,

nos echamos a andar sin instrucciones,

soñamos con vivir sin presupuesto

y alquilamos la vida sin contrato.

 

Hoy traigo a la memoria aquel instante

en el que hicimos luz e hicimos tiempo.

 

Que hay días para todo y para nada:

hay días que lo son todo

sin hacer absolutamente nada,

y hay días que no son nada

aun habiendo hecho todo para nada.

sábado, 15 de mayo de 2021

15 - M

15 M

Después de un día de vida en el exterior y en la naturaleza, me recojo en mi casa y refresco mi memoria. No puedo dejar pasar el día sin el recuerdo al décimo aniversario de aquello que quedó con el apelativo de EL 15 M. Como siempre, una piedra con muchas aristas, pero que supuso un aldabonazo importante en el discurrir social de esta comunidad.

En su honor, recupero algunos de los principales eslóganes que entonces se esgrimieron:

LEMAS Y FRASES DEL 15-M:

“1.- No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros.

2.- Me sobra mes a final de sueldo.

3.- No hay pan para tanto chorizo.

4.- ¿Dónde está la izquierda? -Al fondo, de la derecha.

5.- Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir.

6.- Se alquila esclavo económico.

7.- Se puede acampar para ver a Justin Bieber, pero no para defender nuestros derechos.

8.- Error 404: Democracia not found.

9.- Error de sistema. Reinicie, por favor.

10.- Esto no es una cuestión de izquierdas contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba.

12.- Mis sueños no caben en tus urnas.

13.- Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE.

14.- Nos mean y dicen que llueve.

15.- No falta el dinero. Sobran ladrones.

16.- ¿Qué tal os va por España? –Pues no nos podemos quejar. O sea, que bien, ¿no? –No, que no nos podemos quejar.

17.- No es una crisis, es una estafa.

18.- No apagues la televisión… Podrías pensar.

19.- ¡¡Tengo una carrera y como mortadela!!

20.- Manos arriba, esto es un contrato.

21.- Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco.

22.- Rebeldes sin casa.

23.- Democracia, me gustas porque estás como ausente.

24.- Nosotros buscamos razones, ellos victorias.

25.- Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean”.

Que cada cual extraiga sus propias conclusiones y juzgue su actualidad.

viernes, 14 de mayo de 2021

UN AÑO

 

UN AÑO

Un año es un suspiro simplemente

que se nos marcha en un visto y no visto.

En él caben, no obstante, los recuerdos

de muchos episodios que aún nos duelen,

que nos hacen sentir lo que ahora somos

y también atisbar lo que seremos.

 

Pero en pocos suspiros -tal vez veinte-,

aquel aún no nacido se hace adulto,

se convierte en maduro en otros veinte

y en otros veinte más ya tiene al lado

la voz de la vejez y el desencanto.

 

Con otros veinte más, todo es pasado

y susurran los ecos del abismo.

 

Pensar esta certeza y ser sensible

a la verdad de ser tan solo tiempo

acongoja tal vez, pero alimenta

la esperanza de ser en otro tiempo

en que el suspiro dure, al fin, más tiempo.

jueves, 13 de mayo de 2021

DIARIOS

 DIARIOS

Llevo cerca de veinte años desgranando ideas en este formato que se parece a un diario. Parecería que casi todo lo humano y lo divino ha pasado por el espejo en el que miro.

Leo una obra de Delibes que responde exactamente a este formato. Se titula Un año de mi vida. En él recoge apuntes de vida, de esos que componen el día a día al por menor y casi en voz baja. Se trata del paso del año 1970 al 1971. Cincuenta años justos.

Dos hechos fundamentales separan -creo- el diario de Delibes de mis apuntes señalados con fecha. El primero es el de que, en mi caso, no se trata de reflejar hechos concretos y personales, sino ideas y reflexiones que me sugieren esos hechos de cada día (lecturas, acciones, pensamientos…). Aspiro a trascender la anécdota y acercarme a la categoría en cada caso. No sé si lo consigo, pero esa es mi intención. Y que me perdone el maestro Delibes. El segundo es el del paso del tiempo. ¡50 años ya de esta obra del vallisoletano! Un diario termina siendo una crónica y un compendio de lo sucedido (en este caso en un año), pasado por la experiencia personal de un escritor. Cómo se nota que el tiempo va deshilachando cabos para quedarse solo con los más fuertes. Cada uno hace su tiempo y es su tiempo, el único tiempo real.

Pero, sea cual sea la estructura que los escritos diarísticos conformen, siempre dejan un retrato amplio y certero del que los va componiendo. Y Delibes se desnuda en aficiones, en valores, en ternuras, en visión humana del mundo y sus sucesos.

Ahí va una pequeña muestra de ello:

11 de septiembre.- He charlado con Miguel sobre la noticia que me dio Jiménez Lozano anteayer en Valladolid: los árboles, cuando van a ser talados, sufren terrores agónicos como cualquier animal. Esto es, los vegetales sienten. La información proviene de la revista de psicología francesa. Al parecer, un científico ha logrado captar las ondas de un árbol amenazado, similares a las que emite el cerebro de un hombre en capilla. Éramos pocos y parió la abuela. No me he atrevido a decapitar las caléndulas mustias como suelo hacer cada mañana.

Y otra aparente insignificancia: el autor confiesa que hasta ese año no tuvo televisor en casa. Y eso con toda su tropa familiar. ¿No tiene esto un alcance extraordinario para pensar en sus valores, en sus aficiones y, en definitiva, en la manera de ver la vida? Esta suma salteada de pequeños detalles configura mejor que ninguna otra cosa la personalidad del autor y da las mejores pistas para la comprensión de sus obras tenidas por más sesudas.

Proximidad, ciencia, ecología, ternura, naturaleza, ecología… Y todo en un par de apuntes breves.

Y así pasan los días. Los de Delibes, los míos y los de todos nosotros. De ellos tratamos de rescatar algo que nos identifique y nos mantenga un poco más en el discurrir del tiempo. La vida es una compra con cuarto y mitad de muchas cosas. La lista de la compra es alargada e importa el resultado total de la cesta.

martes, 11 de mayo de 2021

EL REBAÑO Y EL PASTOR

EL REBAÑO Y EL PASTOR

A raíz de las aglomeraciones de jóvenes, en las primeras horas después de decaer el estado de alarma, han corrido por las redes sociales comentarios de todo tipo. En uno se decía jocosamente que “Nos falta aún lograr la INMUNIDAD, pero el REBAÑO ya lo tenemos”. Yo mismo he contribuido a su expansión porque me parecía un buen resumen y comentario de lo sucedido.

Con toda la intención del mundo, un buen amigo me respondía con esta pregunta: “¿Y EL PASTOR?”.

Ahí está la clave y la piedra angular del asunto. Porque las cosas suceden por algo y lo inteligente es buscar las causas para poder explicar las consecuencias y así corregir y mejorar.

El principio de causalidad es siempre múltiple y no debemos obcecarnos en echar la culpa solo a un elemento. Debemos jerarquizar causas y elegir las que creamos principales para no agotarnos en el intento. Y este principio debe ser utilizado para cualquier situación. Esta vez les ha tocado a grupos de jóvenes, pero otra vez se pondrá el foco en otros colectivos.

Cada cual puede hacer su lista de causas y de causantes. Y lo mismo de consecuencias. Será un buen ejercicio de reflexión. Repito: para este hecho y para cualquier otro; que tampoco se trata de demonizar a nadie.

Me parece que lo más sencillo es cargar el mochuelo a los dirigentes políticos, tal vez por esperar que nos conduzcan, nos señalen el camino y nos den las soluciones. Es posible que ahí haya parte de la explicación, pero yo ya me voy cansando de ver y oír cómo se echan balones fuera y se deja caer toda el agua en el tejado del vecino.

Los que me conocen y tienen la paciencia de leer lo que escribo saben muy bien que defiendo que el ser humano es lo que son sus circunstancias. Pero eso no significa que, como decía la canción, “Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así”. Las circunstancias también me incluyen a mí y yo interactúo con ellas en una ida y vuelta que no tiene descanso. Así que mediemos culpas y distribuyamos responsabilidades.

Miremos hacia fuera. Tal vez ejerza alguna influencia el esquema de vida que llevamos. Acaso haya que darle una vuelta a la escala de valores que nos damos y analizar qué lugar ocupa cada uno. Puede que analizar la labor de la publicidad nos dé alguna pista y nos ayude. Es posible que la realidad virtual en que se ha convertido casi todo, valorando sobre todo las apariencias, también ilumine nuestras ideas… Y así hasta donde se quiera.

Miremos hacia dentro. Tal vez el individualismo y el olvido del otro nos tenga cogidos por nuestras partes. Acaso a esa necesidad de apariencia y de destacar ante los demás haya que cortarle un poco el paso y ponerle algún bozal. Puede que haya que actualizar aquello de que mi libertad termina cuando empieza la de los demás. Quién sabe si no tenemos que pararnos a pensar que el instinto es propio de los brutos y que la razón es lo que nos hace algo más humanos… Y así hasta donde se quiera.

Como se adivina, para un largo tratado.

Tengo para mí que este rebaño debería tener muchos pastores. Tal vez tantos como borregos. Sin disculpar a los que nos pueden indicar dónde abundan los buenos pastos.

lunes, 10 de mayo de 2021

CIVISMO

CIVISMO

Los medios de comunicación ofrecen imágenes del primer día en el que no rige el estado de alarma. En diversas ciudades, los jóvenes se reúnen en masa y sin cuidado, explotan en su deseo de diversión en compañía de los demás jóvenes y parece que celebran el fin de alguna condena de cárcel o el éxito deportivo de turno.

Dos o tres afirmaciones rápidas: a) Siento vergüenza, desánimo y asco por estos comportamientos. b) Son solo una minoría, pero no son pocos. c) Hay que suponer que las imágenes son las de los casos más llamativos. d) He escuchado un par de condenas rotundas por parte de algún joven de sus colegas y esto me reconforta.

Estos son solo algunos hechos concretos; si se quiere, son la anécdota. Pero vayamos a la categoría y en busca de alguna reflexión.

Solemos estar de acuerdo en que biológicamente, cada etapa de la vida se acompasa con sus manifestaciones específicas en todos los aspectos. Así, acostumbramos a entender, a disculpar y hasta jalear que un adolescente sea menos reflexivo y más impulsivo que una persona madura. O vemos como algo normal que un niño atienda antes a sus deseos inmediatos y personales que una persona mayor.

Si estas verdades fueran absolutas, tal vez sencillamente lo que tendríamos que hacer es dejar que la vida siga según esas apetencias biológicas y asumir, sin más, las consecuencias. Además, si defendiéramos eso, quedaríamos muy bien ante los colegas y pareceríamos personas de pensamiento ‘moderno’ y hasta de carácter abierto y guay.

No sé si esta forma de proceder no termina por ser la más conservadora y falta de inteligencia, pues termina por dejar todo como está, sin ninguna intervención en la mejora y en el cambio de las cosas. La razón nos invita a pensar si la biología no debe ser domada por las fuerzas del pensamiento, para remediar perjuicios biológicos y para elevar el global del ser humano.

Existe otra forma de entender las exigencias de la biología y de las edades. Si el niño no puede valerse por sí mismo, ¿no será esa la edad precisa en la que no lo dejemos conducirse por sus propias fuerzas,  sino la de ayudarle y prohibirle cosas sabiendo que más tarde no ha de sentir esa necesidad? Si el joven está en los años de más ‘soltura’, ¿no será ese el periodo en el que debe prestar un poco más de esfuerzo en contenerse algo más, sabiendo que más tarde esos impulsos serán menores y ya no tendrá que acudir a sentirse reprimido? Si el anciano necesita de más ayuda, ¿no será esa la edad de dejarse ayudar por los demás?

No se trata de vivir en la frustración ni en la prohibición continuas, sino de dibujar una curva vital que sea equilibrada y que tenga en cuenta no solo al individuo como si fuera un ser único, sino que acompase el discurrir del ser individual con la pluralidad de la comunidad.

Educar significa ex ducere, o sea, conducir fuera de, llevar a nuevos caminos, distintos de los del impulso y la pasión, del instinto y del primer arreón. Claro que la educación está en manos de toda la tribu y somos todos los que tenemos que contribuir para que produzca frutos sanos y bienes colectivos. El asunto es árbol de muchas ramas, de muchas causas y de largas consideraciones.

Los de las imágenes de la Plaza Mayor de Salamanca y de otros lugares similares (en Béjar me cuentan que sucedió algo similar, aunque en menor cantidad) no pasan, a mi juicio, del nivel de la biología. ¡Pero ese es el nivel de los brutos, o sea, de los animales! Y yo espero algo más de la docta Salamanca. ¿Se me entiende?

Los halagos suenan mejor a los oídos, pero no siempre contribuyen a la mejora de las cosas.

jueves, 6 de mayo de 2021

A LA SOMBRA DE LA PUERTA DEL SOL

 

 

A LA SOMBRA DE LA PUERTA DEL SOL

En este país llamado España, todos somos un poco ciudadanos de Madrid, “rompeolas de todas las Españas”; aunque España sea mucho más que solo Madrid.

Las elecciones autonómicas de la región han dado el resultado que han dado: una mayoría muy clara de los partidos de derecha, en este caso más derechizados que de costumbre. Han votado los madrileños y ellos sabrán lo que han depositado en las urnas. Desde fuera y desde lejos, con todas las cautelas necesarias, lo mejor que se puede hacer es respetar los resultados y analizarlos para comprenderlos y pensar en sus consecuencias.

Los medios de comunicación, tanto por limitaciones de tiempo como por intereses, nos han transmitido solo ráfagas de las intervenciones de campaña. Con estas precauciones como freno, uno tiene derecho a echar su cuarto a espadas y a dejar, aunque sea en forma de guion, alguna de sus sensaciones.

1.- Si la mayoría de los votos tienen que decidirse en los días de campaña, estamos ante un electorado sin ideología, con conciencia floja y pendulona. ¿Nadie se va formando opinión con lo que va sucediendo cada día y al cabo de los meses y años? ¿Cómo puede depender un voto de cuatro palabras altisonantes pronunciadas encima de un escenario?

2.- ¿Quién se ha inventado la filfa de que el electorado nunca se equivoca? ¿Si le da por votar que la tierra es plana, no se equivoca?

3.- En un sistema democrático, se acatan los resultados de las urnas, por supuesto; pero esto no significa que los resultados sean la verdad. Si así fuera, todos los que han perdido deberían ‘convertirse’ a la fe del vencedor y dimitir de sus cargos e ideas.

4.- Si para poder gobernar es necesario reunir la mayoría de votos y para ello hay que ‘conectar’ con el electorado, ¿hasta dónde debe llegar la cesión de nuestras convicciones en favor de las de esa mayoría que depositará sus votos en las urnas?

5.-De manera simplificada, se asegura que las capas más populares y con menos medios económicos suelen votar a la izquierda. En Vallecas ha ganado la derecha. Habrá que estudiar ese fenómeno y entender que se concitan muchas más variables para explicar este fenómeno.

6.- ¿Están negados ya de entrada los candidatos que se presenten como personas serenas, conciliadoras y de pensamiento (caso Gabilondo), frente a las más bullangueras, ‘cañeras’ y de eslóganes baratos? Qué pena y qué vergüenza siento por ello. Vergüenza del electorado, naturalmente, con todas las letras y, si hace falta, con mayúsculas: VERGÜENZA.

7.- ¿En qué ha quedado aquella promesa casi mesiánica de debacle del bipartidismo?

8.- ¿El ‘fenómeno madrileño’, con la concentración nacional de tantas variables económicas, sociales y políticas del país es proyectable al resto de las regiones?

9.- ¿Se acentuarán dos polos opuestos entre Cataluña y Madrid, en todas sus variables y con todas las consecuencias nefastas para el resto de España?

10.-¿En alguna puñetera ocasión de darán cuenta los partidos de izquierda de que, si no orientan claramente el asunto territorial de este país, vamos a seguir gastando energías inútilmente y atizando enfrentamientos que a nada bueno conducen?

Y en este plan.