A
DIRECCIÓN INCIERTA
Soy un grano de arena despistado
en el reloj del tiempo,
náufrago que suspira
zozobrando en el mar de la tristeza,
mano que busca el tacto de otra mano
para seguir remando,
un herido de guerra
que no sabe curarse sus heridas.
Tal como están las cosas,
con la noche sin faro por delante,
invoco del recuerdo tu presencia,
pidiéndote disculpas.
Porque pensé que no eras para tanto
y hoy sé que lo eres todo:
la noche, el día, el mar, la luz, el tiempo,
la mano que me cura
y me salva de todos los naufragios.
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