Los periódicos digitales de
Béjar y de la provincia dan amplia información acerca de la procesión del
Corpus en esta ciudad estrecha. En todos veo que se destacan las mismas notas:
amplia asistencia de público, presencia de los hombres de musgo, carácter
nacional de la fiesta y fotos a gogó.
Yo estuve esperando la llegada
de mis hijos y de mis nietos en casa. Tal vez, si hubieran llegado a mejor
hora, habría llevado a mi nieta a ver el colorido y las figuras de los hombres
de musgo; después habría intentado explicarle el significado de lo que allí
hubiera visto.
Es obvio recordar que cada
cual puede hacer lo que mejor le parezca y que nadie puede impedírselo si no le
causa mal a nadie. Del mismo modo, resulta inútil repetir que la fe es de cada
cual y ninguna persona debe inmiscuirse en las creencias de los demás, salvo en
la conversación serena, bienintencionada y tendente al intercambio de ideas.
Tampoco parece mala noticia que haya gente que se acerque a la ciudad, que la
visite, que se mezcle con sus habitantes y hasta que deje unos euros en el
entorno (euros que habrá dejado de gastar en otros sitios, digo yo, pero sea)…
Todo esto se debería dar por hecho.
Resulta menos convincente para
mí que la ciudad se vea enteramente representada por unos hechos en los que
participan los que participan, pero no todos. Béjar es la procesión del Corpus,
pero a mí me gustaría que fuera algo más. Por lo menos a mí; y espero que a
alguien más.
Por ejemplo, me gustaría que
se cuidara la mezcla que se hace entre fábulas e historia. Ni Béjar fue
reconquistada por hombres de musgo, ni coño que lo fundó. Ni siquiera sabemos
si fue conquistada; ¿cómo vamos a saber si fue reconquistada y de qué manera?
Y, aunque fuera reconquistada, ¿cómo nos vamos a imaginar a gente vestida de musgo
y sin poder dar un paso, asaltando murallas y blandiendo espadas? ¿Pero creen
que somos imbéciles o qué? Que se deje engañar el que quiera, pero, por favor,
a mí que me registren y que no me echen en ese montón.
Por ejemplo, me gustaría que
no se mezclaran elementos religiosos con elementos civiles. Que adoren todas
las banderas de cofradías religiosas que quieran, pero que no se incline ni una
de carácter civil. Un paso más y volvemos a la altura de los talibanes
musulmanes de los que con tanta razón nos quejamos.
Por ejemplo, ¿qué pintan en la
procesión los cuerpos armados? ¿También los manda una mano religiosa y
celestial? Yo para eso no quiero pagar impuestos.
Por ejemplo, me parece de un
egoísmo de párvulos elogiar una fiesta religiosa por el hecho de que van a
venir más visitantes y el negocio lo va a agradecer. ¿Hacemos religión o
hacemos caja en los bares?
Por ejemplo, no entiendo por
qué los fieles no se rebelan contra esta degradación de lo religioso a la
simple cuenta de resultados del turismo. Una religión, si es, es algo más
elevado y hondo, pero no esa pantomima de atraer turistas y negocio.
Por ejemplo, no entiendo el
empeño de recuperar tradiciones como la del recibimiento a la duquesa y la
medio adoración de los habitantes de Béjar ante este hecho. Me refiero al símbolo
de la representación no a los actores. ¿Pero todavía no se sabe en esta ciudad
estrecha que los duques fundamentalmente lo que hicieron durante siglos fue
explotar a los ciudadanos normales, o sea a los abuelos de los abuelos de
nuestros abuelos? ¿Pero aún vamos a ser esclavos agradecidos? ¿Pero no se puede
repasar la historia, que duró hasta hace dos días, y rebelarse ante los hechos
acaecidos en lugar de ensalzar a los tiranos?
Se me ocurren muchos
porejemplos, pero los citados pueden servir de índice.
Béjar, como cualquier ciudad,
se suele tomar en metonimia o en sinécdoque, pero menos veces como metáfora. Quiero
decir que se toma la parte por el todo y esa imagen es la que se propaga a los
cuatro vientos. Y no es eso, no es eso. Hay otras visiones un poco diferentes
aunque parezca en los medios y en las imágenes que no existen.
El Corpus es una fiesta
barroca sobre todo, con todo lo que ello supone de espectacularidad, de
apariencia y de rodeo de la realidad. Realizada en el buen tiempo, sumerge al
espectador en un estado cenestésico en el que participan todos los sentidos. Si
a ello se le da el formato religioso, el patrocinio civil y la expansión
descriptiva y nada reflexiva de los medios de comunicación, la representación ya
posee todos los ingredientes para salir a escena.
Nada que decir a los creyentes
que afirman su religión: tienen todo el derecho. Todo que decir contra los que
se apropian de todo y no conceden ni la posibilidad de que alguien observe
otras aristas.
Y un resumen que podría valer,
en mi consideración, por todo. Al Corpus acuden cientos o miles de personas. Analícese
la historia y se verá que responde a una imposición absoluta de la nobleza y de
la iglesia sobre el pueblo llano. Ese pueblo llano acude a centenares y a
miles. Él sabrá por qué.
A finales de septiembre se
conmemora en la Puerta de la Villa la actuación (esta sí real y común de todos
los bejaranos, varios de los cuales entregaron hasta sus vidas) del pueblo de Béjar
en favor de la libertad y de la superación del yugo nobiliario para convertir a
todas las personas en seres iguales y libres. Apenas se reúnen unas decenas de
personas. Y hasta da la impresión de que tienen que hacerlo como a escondidas
para que sus convecinos no les miren mal.
Como para echarse a llorar,
para salir corriendo y no volver la vista hacia atrás.