sábado, 29 de noviembre de 2014

ÉTICA Y DERECHO

        
Setenta medidas propuestas para regenerar la vida pública y para lograr una mayor transparencia. No sé si son setenta medidas o setenta veces siete las que se han presentado en el parlamento ni cuántas ni cuáles son las que se han aprobado. Si sé que, con cierta regularidad, se presenta esta especie de lavado de cara de la conducta social, que sirve para calmar los ánimos otra temporada, mientras el día a día sigue haciendo emerger de las alcantarillas aguas fétidas en abundancia.
No dudo de que todo se haga con buena voluntad y con los deseos más limpios. O tal vez sí lo dudo a la vista de los tiempos en que se presentan las propuestas y los flancos que quieren cubrir. Pero creo que hay algo por encima de la voluntad del legislador y del político. Con independencia de su voluntad, pienso que habría que reflexionar un poco más acerca de en qué medida las leyes positivas pueden cubrir todo el espectro y las variables de la convivencia humana. Al menos en el sistema en el que nos movemos. Y me parece que, así como la lengua es el mejor sistema pero a la vez es muy deficiente para la comunicación, del mismo modo, el sistema jurídico resulta absolutamente insuficiente para llevar, ni siquiera al índice, las múltiples variables de la vida y de la convivencia. Si tuviera razón, resultaría que estos manojos de medidas supondrían un barniz, pero en ninguna medida atacarían el mal de raíz. Me resulta de la misma magnitud que lo que sucede con los curas pederastas: mientras no se planteen la situación de los seminarios y conventos, la separación en la educación o la posibilidad del matrimonio para los curas, el terreno estará abonado para desajustes como los que conocemos y para los que no conocemos.
Los defensores de un derecho más positivo, o más normativo, tienen sus razones al advertir de las dificultades que se puedn plantear si no hay referentes claros para el comportamiento individual de cada ciudadano y para garantizar sus derechos. Pero también están favoreciendo el florecimiento de grupos de poder y privilegiados que interpretan ese derecho positivo y convertido en normas siempre a su favor y desde la supeditación al poder económico de un buen equipo de abogados que busca hasta el último resquicio normativo con tal de salirse con la suya. El derecho por encima de la ética.
El peligro de los que acentúan por la otra parte, es decir, desde un derecho natural o iusnaturalismo es el de que se nos vayan por las ramas y den el salto a una concepción teocéntrica y absoluta, olvidándose del poder de la razón como criterio humano generalizador.
La Historia enseña que, en uno y otro casos, los poderosos han defendido lo que mejor les ha convenido a sus intereses, y así, por ejemplo, se denigra la legislación de subvenciones, pero se recogen a manos llenas si se puede. Pero también la Historia muestra que los derechos generales van siendo cada día más y se van incorporando al quehacer legislativo como algo que no tiene marcha atrás.
Muchas veces pienso si no tendríamos bastante con el catálogo y las intenciones de los Derechos Humanos, con la Constitución y poquito más. Y, si me apuran, con el sentido común y con la buena voluntad. Sospecho que nos íbamos a ahorrar conflictos por todas partes y abogados por todas las esquinas.
Es verdad que el mundo es algo complejo, pero no sé si no lo hemos hecho nosotros mucho más complejo de lo que en realidad es.

Estoy seguro de que todas las medidas que hayan aprobado en el Congreso se hallan subsumidas en la carta de Derechos Humanos. Y también estoy seguro de que se cumplirán solo en una pequeña proporción. Y de que pronto volverán con otra gavilla de intenciones para llamarse de todo. Y de que, por el medio, se reirán los que practican el hecha-la-ley-hecha-la-trampa. Y de que… Porque acaso la raíz no esté en la legislación sino en algún otro cercado donde crezcan la moral, la ética y el razonamiento.  

viernes, 28 de noviembre de 2014

MÁS PLATÓN Y MENOS PROZAC


No sigo a Marinoff ni soy miembro de ninguna asociación de sanadores, pero sí soy una persona que lee y que procura concentrarse en lo que las palabras representan y en las ideas que van trabando.
So yo hoy afirmara que me he reído mucho leyendo el diálogo platónico “Parménides”, seguramente provocaría gestos y expresiones de extrañeza. En primer lugar, entre aquellos que me considerarían un lunático y un raro entre los raros por dedicar tiempo a leer algo tan `antiguo y pasado de moda` como es lo que viene de Grecia, y encima filosofía. En segundo lugar, por lo que supone un tema de pensamiento que, además, solo es teoría y que vete a saber de qué trata. Para rematar, todos elevarían la extrañeza hasta la enésima potencia al observar que, con la que se nos viene encima con la economía, la sociedad, la política o las costumbres, estas ocupaciones pueden resultar hasta provocadoras para todos los que llegan con dificultad a fines de mes.
Tal vez tengan todos razón. Eppur si muove il ciel. A pesar de todo, yo me lo he pasado muy bien. Y mira que muchos piensan que se trata de uno de los Diálogos de más difícl lectura y comprensión del filósofo griego. Tal vez, y en el fondo, no sea, por mi parte, más que otra muestra de la necesidad de huir del nivel grosero en el que se mueve la realidad más inmediata, para situarse, al menos por un rato, en un plano un poco más elevado y amplio. O quizá responda a la curiosidad, o a la necesidad, de dar con alguna fórmula que ilumine para mí el mundo de las ideas, ese plano en el que se generan los elementos abstractos que después se concretan en los gustos y en las acciones particulares tangibles. Vete tú a saber. Nunca sabré muy bien si se trata de un acto de búsqueda noble o de simple reacción egoísta.
El caso es que la lectura del Diálogo da para todo y para nada; para situarte en cualquier nivel y sentir que te responde, sean cuales sean tus preguntas y tus necesidades; para ponerte serio y ser más serio; o para hacer un rompecabezas y seguir su solución y salida, como si del laberinto del minotuaro se tratara.
Me imagino al anciano Parménides, al más joven Zenón, al jovencísimo Sócrates y a un Aristóteles (no se trata del famoso Aristóteles) cariacontecido y como viéndolas venir. La sabiduría de Parménides apabullando a Sócrates (nada menos que a Sócrates, el hombre más sabio entre los sabios, que entonces era un jovenzuelo) y echándole un chorreo inmenso de elementos dialécticos encima, que tanto valen para un roto como para un descosido. De poco sirve buscar cualidades del “uno”, siendo y no siendo, como de lo “múltiple” o “no uno”, también en las modalidades de siendo y no siendo. Las consecuencias son siempre las mismas, y no precisamente las más optimistas. Por si esto fuera poco, Parménides le mete la cicuta del “argumento del tecer hombre” y los vuelve tarumbas del todo. De ahí los ocho argumentos que agotan toda una quiniela de posibilidades y que dejan a los dialogantes y a los lectores sin saber a qué cara quedarse realmente.
En el fondo, Platón trata la dificultad que se concreta en el engorroso terreno de la teoría de las ideas, de la unicidad y de la multiplicidad, de las sensaciones y de las ideas abstractas, de lo bondad frente a las cosas buenas, de los seres diversos y el ser único… Y en esos asuntos ha seguido el pensamiento desde entonces en las ciencias físicas, en la religión, en las matemáticas y en todo el noble quehacer humano. Casi nada, por tanto. Todo lo más serio del mundo en el escenario. Que se lo digan a todos los pensadores que en el mundo han sido. También a todos los buenos científicos de cualquier especialidad.

Pero repito que el texto lo puede leer un quinielista, un aspirante a matemático, un discípulo de lógica, un charlatán trabalenguas, un santón de cualquier parte, un deseoso de alcanzar el fundamento del pensamiento y de la formación de las ideas o cualquier religioso sensato y no talibán… Tiene el libro respuesta para todos. Se trata de poner un poco de buena voluntad y de concentración; el resto llega solo. Además de muchos principios de verdad, el Diálogo encierra muchas dosis de curación de preocupaciones y de males. No estoy seguro de que nunca se haya publicado un manual de autoayuda tan importante como el que este texto representa. Menos Prozac (y menos apariencias, y publicidad engañosa, y prisas sin justificar, y remedios de un minuto, y salvapatrias, y…), por tanto, y un poco más de Platón. 

jueves, 27 de noviembre de 2014

JUEGO DE TRONOS


Me cuentan que es el título de una serie televisiva que yo no conozco porque no la he visto nunca. Pero aquí se trata de otro juego de tronos, de otra disputa que sospecho más cruel y de mayor alcance.
Es de estudios de primer grado conocer que todo signo lingüístico posee dos caras que llamamos significante y significado. Del mismo nivel es el conocimiento de que el significante es arbitrario, como lo demuestra su diferencia según las lenguas. También se recuerda que, una vez incluido en el sistema, conviene mantenerlo en sus significados y aplicaciones para que la comunicación no sufra y pueda desarrollarse con agilidad, precisión y honradez. Al fin y al cabo, un sistema lingüístico no es más que un extraordinario instrumento al servicio de esa comunicación. Pero el sistema es una barca que se mueve según las mareas y el clima, y al compás de las tormentas, de la pleamar y de la bajamar…, siguiendo la batuta, en fin, de lo que la comunidad de hablantes le va marcando. Por eso el criterio etimológico, que parece que tendría que ser el más valioso, se nos queda viejo y pierde fuerza en favor de otros factores que le ganan la partida y le comen la tostada. Y ese juego de tronos se produce tanto en el terreno del significante como en el del significado.
Hay ejemplos que son reveladores.
Hoy andan enfrascados en el Congreso de los diputados con unas leyes que dicen regular  transparencia en el ejercicio público. Qué ironía, con la que está cayendo. Seguro que sobrevolará en bandada por el hemiciclo, buscando los agujeros de las balas del imbécil Tejero, la palabra “democracia”. Veamos.
Todos asociamos el significante “democracia” con el significado de “poder del pueblo”. Y nos quedamos tan frescos A veces hasta presumimos del conocimiento de rudimentos de la lengua de Homero. Pero, a la hora de precisar ese acuerdo de forma externa y significado, la seguridad se tienta un poco las ropas. ¿Qué es eso de poder?, ¿cómo se concreta?, ¿cómo y cuándo se ejerce? Y para el segundo elemento, ¿quién es realmente el pueblo?, ¿participan todos en la misma intensidad y con la misma cuota de poder?, ¿actúan los grupos de presión simplemente como suma de ciudadanos o como algo más?
Parece evidente que podemos jugar con la forma y aventurarnos en la floritura de las declinaciones, o buscarle a esa forma orígenes llamativos y curiosos, o incluso descubrir relaciones con otros términos similares. Todo cabe y es necesario. Pero la batalla se juega en el significado, en el corrimiento de tierras que provocamos en el significante para que vaya despojándose de parcelas de significado y para que se vaya envolviendo en otras banderas que sotengan y den por buenas las actuaciones de grupos interesados en sus propios beneficios.
¿Quién ejerce hoy la democracia real? No parece que lo hagan los que con dificultad llegan a fin de mes, ni los que son expulsados de sus casas, ni los que no pueden soñar razonablemente con un sistema de vida, ni los que sufren la presión de un sistema de publicidad atosigante que crea necesidades y escalas de valores a su antojo y a favor de los accionistas del producto. ¿En verdad hoy el significante “democracia” se aplica al mismo significado que en su origen?

A estas horas se les estará llenando la boca a algunos con el uso de este término, levantarán el tono, mirarán con cara de enfadados a los adversarios y terminarán convencidos de que han usado la palabra con el significado más preciso, aquel que más les convenía. Cada uno estará presentando su propio monólogo, porque saldrán a escena disfrazados con el mismo ropaje, pero no se reconocerán en cuanto se queden sin ropa.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

EL RECUERDO DEL EXAMEN

    
EL RECUERDO DEL EXAMEN
(CIENCIAS DE LA NATURALEZA)
Todo se fue sumiendo en el silencio,
en un compás lentísimo y distinto,
extrañas las señales, olvidadas
las noticias del ritmo de los días.

No fueron los colores, fue el color,
ni fueron los sonidos, fue el perfecto
sonido que concentra y elimina
los ruidos, los compases no acordados,
y fue la luz, el viento, y fue el desnudo
que deja al descubierto las ideas.

Porque el color no era el del arco iris,
era solo un conjunto indefinido
de sutiles presencias que flotaban
en un espacio neutro y en un tiempo
sin causas aparentes. Y era  todo
concepto y abstracción, perfecta idea
de todo lo presente y lo escondido.

En una escena más, fue todo uno,
conformidad, principio, coincidencia,
fuente, núcleo, venero, germen, causa,
origen al que todo se afanaba
y del que todo, en vuelta, regresaba.

Otra vez fue color, sonido, luz, idea,
y fueron en el suelo luces, sombras,
colores, hojas, árboles y ríos.
Singular y plurales con otra nueva cara.

Y así, en ese camino de ida y vuelta,
yo mismo fui también primero cuerpo,
y luego fui sentidos, sensación, idea,
y claro entendimiento

de lo que la natura me decía. 

martes, 25 de noviembre de 2014

EL COMENTARIO DEL EXAMEN


Dicen que un buen comentario de texto es suficiente para conocer el grado de madurez del alumno en cualquier materia. Es opinión que comparto pues me parece que no hay mejor manera de observar cómo se tejen las ideas, de qué manera se argumenta y qué conclusiones se extraen de esas ideas y razonamientos.
Y el texto de la naturaleza es muy sabroso pues da muestra de todo.
Para empezar acota los espacios y da de lado al ruido de las gentes, a la ocupación inevitable de cada día, a esas prisas sin causa que ocupan las aceras y las calles, a esa especie de sinvivir que para vivir mata la contemplación y el reposo, que nos empuja a todos en una carrera precipitada y sin descanso, en medio del tráfago de las prisas y de las modas. En la naturaleza los ritmos son más calmos, las leyes más exactas, los cambios más tasados. Los dos son ritmos de vida, por supuesto, pero qué distinción en sus escenas, en sus presentaciones y en sus velocidades. Así que es de buen gusto practicar el contraste, comparar y templar en la embestida, y reposar la idea y la consecuencia. ¿Quién se atreve a dudar de que el tiempo biológico, ese nuestro de días y de noches, de nacer y crecer y en un momento sentirse que la vida se ha cumplido, es algo muy distinto a los tiempos geológicos, casi eternos o eternos para nuestros alcances, el los que las formas de un canchal han precisado acaso de milenios para dejar un cuenco en que la lluvia se recoge y se calma, o el cauce de un regato que no se sabe cuándo venció la inclinación y vio un desvió por el lado contrario de la roca?
Allí uno se apocopa, se hace nada y se asusta, o se complace, por ser parte de aquello tan sublime. Y al asustarse piensa. Y extrae sus consecuencias. Y ama aunque no sepa en realidad qué ama. Porque, ¿qué es lo que ama, o qué desprecia cuando ama o desprecia lo que su mente rumia? Tal vez solo a sí mismo pues conocer no puede andar muy lejos del amor y todo conocer es conocerse un poco más a uno mismo. Es el templo de Delfos el que vuelve con su inscripción solemne: “Nosce te ipsum”. Parece que en los troncos de los árboles y en las brumas que ocultan la montaña, en el sol que ilumina y en las sombras calladas todo canta: “Nosce te ipsum”. Pero queda la duda de otras fuentes, de algún venero oculto o manifiesto que regale los dones y ofrecza a bajo precio las ideas. ¡Quién puede concluir en este asunto…!
Y empieza la batalla por conocer si la verdad se asienta en nuestra mente o viene de otra parte a visitarnos. Y tal vez precipiten los consejos leídos en los libros, que aconsejan distintas trayectorias. Y siente el pensameinto y piensa en sentimiento, y todo se conmueve y se aparece para dar a elegir a nuestras mentes aquello que crean más justo. Y a ratos todo calla para dar un respiro a los sentidos y sentirse contento o alterado. Y a ratos vuelve todo a trabar su batalla en las ideas.

Y ahora ya los objetos, las hojas y las aguas, las nieblas y los rayos, las piedras y caminos, solo son un pretexto para elevar la mente a algo más alto y a algo más duradero y consistente. Definitivamente, vale mucho el diálogo con la naturaleza.

lunes, 24 de noviembre de 2014

EL VERDADERO EXAMEN


Pero no dije ayer de qué hablaron los elementos de la naturaleza, ni las palabras de los caminantes. Porque desde ellos llegaron claros ecos de no se sabe bien qué consistencias, o tal vez de relámpagos que ciegan y no dejan pensar y sopesar, que impiden pesar y dar sustancia a las verdaderas realidades, si no fueran ellas mismas.
El buen caminante y dialogante es el que alcanza a rescatar los elementos de la simple descripción y el que no se contenta con dejarlos y dejarse en ese primer gusto que provocan. El agua invoca algo, la piedra golpea en las mentes para que manen ideas y la vegetación se modifica como señal de alguna sensación que tiene que ser algo más hondo y duradero. La naturaleza habla y representa, se muestra en su desnudez y nos invita a dialogar con ella, a estar atentos para descifrar algún mensaje que le sale a la vida por sus poros. Ella es magnificencia y es también epifanía, muestra clara y muy densa de un gran rompecabezas en el que cada caminante no es más que otra débil ficha que dialoga o se calla, que contempla y que goza, que se afana en descubrir qué le dicen las cosas o de quién se las dice.
Tal vez hay dos caminos que asientan el diálogo, Hay uno aparentemente más sesudo (digo aparentemente) que contempla la trabazón más lógica de la causa y de la consecuencia; que mira más al uso y beneficio de las aguas y canales; que divide los bienes de las presas en partes que se suman y se restan, en subidas y rabajas de recibos, en planes de extensión y regadío, en balances y químicas; que busca, en fin, la faz del silogismo. Y hay otro aparentemente más oscuro y menos estricto (digo aparentemente), con menos matemáticas, que indaga en la belleza que percibe el espíritu; que se engolfa en sentir si esa belleza tiene principìo y fin y en qué se basa, si sus cánones repiten o se mudan con el paso del tiempo; que mira si es el bien algo que corresponda con la esencia sutil de la belleza; si la verdad comparte con ellos los caminos y tal vez los principios; si alguien coordina aquello; si estamos ante el cuadro como copia o se econde en sus pliegues algún eco de algún original.
Cuando sucede esto, el plano es otro plano, y es entonces cuando la naturaleza vacaliza con otra suavidad, con otro tono más suave y melodioso, y la vegetación entona en otra escala y el agua se convierte en otra sinfonía más completa.
Debiera ser este otro nivel el que sugiriera la pobreza de la palabra y la muestra inmediata de la fotografía. Pero las fuerzas son escasas y el esfuerzo es muy arduo. Se suplica perdón y eso ya es todo.
Yo sé que aspiro a esa lectura cuando paseo en el campo, cuando suenan las aguas río abajo, o cuando se remansan en las presas, cuando mece las hojas el viento en las laderas o se cosen las nieblas con las rocas más altas de la sierra. Al fondo duerme el valle, o parece que duerme, porque sigue contándonos a todos capítulos del libro de la vida, de una vida más densa si sabemos mirar, oír, soñar, y luego describir para buscar por último el centro más preciso de sus significados.
Ahí, en ese laberinto de círculos concéntricos, andamos sumergidos, en el medio impreciso de una confusa niebla, pero partes sensibles de un concierto fantástico e inmenso que alcanza lo visible y lo invisible, lo próximo y lejano, lo aparente y lo oculto tras las primeras capas.
Hablaron las palabras de la naturaleza. No sé si supe oírlas, si escuché con sorpresa y atención su discurso más denso. Necesito más clases para estar a la altura del diálogo. Pero soy un alumno vocacional y veterano: eso me salvará sin duda del suspenso.


domingo, 23 de noviembre de 2014

EL EXAMEN









Pues realicé el examen en el paseo del campo y no sé si lo aprobé. Porque el día amaneció lluvioso, pero mi vara alta en asuntos meteorológicos y de altura consiguieron que el cielo se fuera despejando de lluvia, aunque no de niebla. Y el camino se encapotó en grises y en horizontes difuminados, en jirones de niebla pegados a la loma de la sierra y en aclarados para alguno de los picos que apuntan hacia el cielo en los contornos.
Nosotros elegimos un camino clásico que nos llevó desde la villa serrana de Candelario hasta la llamada Puente Nueva (así, en el arcaico femenino), por el húmedo camino que se aleja de la carretera y se va acercando al río, mientras el sonido del agua se va haciendo cada vez más familiar y la ladera de la Peña Negra se alza majestuosa en el frente, sobre el ángulo del pinar y del bosque de castaños y de robles. Después, el río y la dehesa.
Porque hoy quien más tenía que hablar era la naturaleza, con sus ocres y su color ya casi invernizo, con sus hojas ya vencidas y oscurecidas, rendidas al silencio del invierno y al lecho mullido del suelo y del olvido. Y tenía que hablar el agua, con su cantar continuo y rumoroso, con su color limpio y con su caminar apresurado camino de lo hondo del valle y del lejano mar, su patria recurrente y añorada. Qué bien sonaba el agua en el remanso de Puente Nueva, venero del consumo de esta ciudad de Béjar y cómo, a sus orillas, el silencio era otro más sonoro. Y tenía que hablar cualquier regato que rinde su tributo al río que lleva el nombre varonil de  Cuerpo de Hombre. Y tenía que dejarse oír la densidad del ambiente y el último piar de algún pájaro en cualquier rincón del bosque. Y tenían que dejarse oír las palabras de los caminantes, que arreglaban el mundo en poco tiempo y llenaban la andorga de buenos alimentos, al amparo del aire y de los árboles, ya casi desnudos pero sin aparente frío, en la dehesa. Y acaso tenían que decir algo las ideas y algún atisbo de teoría y tal vez alguna muestra de satisfacción por el ambiente todo.
Y fue tanto a la ida como lo fue a la vuelta. Por caminos parecidos y senderos grises y estrechos, lejos siempre de los ruidos y a la escucha de todo lo que la naturaleza, siempre sabia, tuviera que decirnos.
Poco puede extrañar que los sábados o domingos no sean días cualesquiera; sobre todo si son días de paseo y de sentidos despiertos y de observación, aunque se observe incluso que también allí demasiadas veces los diálogos son sumas de monólogos y que eso de escuchar y de dejar hablar es actitud mejorable. En realidad, no echo mucho de menos los referentes de los sábados en las televisiones. Tampoco tiene demasiado mérito.

Manolo Casadiego aprovecha con frecuencia sus habilidades y conocimientos de fotógrafo para llevarse a casa algunas instantáneas que en algo se aproximan a la fuerza profunda de la naturaleza. Suyas son estas fotos que dan noticia del valle y del bosque, del cielo y del río en este día de otoño. Y también de mi torpeza a la hora de subirlas a esta ventana y desmejorarlas.

sábado, 22 de noviembre de 2014

ÉTICA PARA PRINCIPIANTES


Cualquier fin de semana supone asistir a alguno de los espectáculos televisivos que muestran bien a las claras la escasa capacidad que tenemos para la conversación, el intercambio de opiniones o la expresión de razonamientos, que intenten convencer a los que participan en la conversación o asisten indirectamente a su desarrollo. Resulta casi imposible sustraerse a este formato televisivo o de radio pues son los platos que mejor se ajustan a esta comida a la que casi todos asistimos como convidados de piedra.
Pero su influencia en la comunidad resulta muy notable pues todos tendemos después a repetir el formato en nuestros intercambios diarios, necesarios para la supervivencia y definitorios en la convivencia humana. Puesto que plantear asuntos de alguna trascendencia conceptual es como sembrar cotufas en el golfo, con el nivel que se exhibe entre los tertulianos, al menos sería necesario que estos se atuvieran a algunas reglas elementales en el intercambio de comunicación. Para esto sí que se necesita un examen y no para ser aspirante del PP a cualquier alcaldía.
¿Conocen los intervinientes que hay unas actitudes básicas imprescindibles que favorecen o entorpecen la comunicación? No son tantas ni andan escondidas por ahí; se desprenden del sentido común y acaso se podrían enumerar así: a) estar abiertos a las necesidades de los contertulios; b) procurar dejar a un lado los prejuicios que se tienen acerca de los demás; c) ser respetuosos con la dignidad de los otros, o, en otras palabras, no ir a buscar dejar en ridículo a nadie; d) mostrar exigencia pero mostrar tolerancia para con los demás. Ya sé que cada una de estas actitudes presenta diversos grados de intensidad y que no todos los intervinientes son iguales, pero este pequeño catecismo tendría que ser practicado por todos.
Y, si no es mucho pedir, convendría que dominaran alguna habilidad básica para participar en estas tertulias. Por ejemplo: a) ser firmes en las manifestaciones pero cuidar las formas de exposición; b) practicar la escucha activa, algo tan difícil como dedicar tiempo a escuchar en la conversación y a ceder la palabra después de intervenciones medidas en forma y tiempo; c) tratar de ponerse en el lugar del otro, eso que técnicamente se llama empatía; d) manifestar siempre un pensamiento crítico pero tendente a la mejora colectiva y no a la derrota del contrario; e) practicar el autocontrol, o sea, no dejarse llevar por los nervios ni avasallar a nadie…
Yo no sé cómo se puede practicar algo parecido a esto si no responde a una escala de valores y a un planteamiento ético concreto. Tal vez lo que nos falte a todos sea la reflexión acerca de ese esquema ético necesario para las relaciones sociales.
A los tertulianos que tanto confunden, gritan, manifiestan su falta de educación, practican los golpes bajos y parece que se juegan la vida en cada frase y que lo que les interesa es el monólogo más que el intercambio. Y a todos nosotros, que somos parte interesada en cada momento de nuestras vidas y en todas nuestras manifestaciones sociales.

Mañana saldré al campo con mis amigos. Haré un repaso a la vuelta para ver qué nota me pongo. Sobre todo en el apartado de escuchar y de dejar hablar a los demás.   

viernes, 21 de noviembre de 2014

POSDATA A LA ESQUELA



Hoy mismo, después de las honras fúnebres y del sepelio de doña Leonor H. S., he tenido la oportunidad de hablar con uno de sus hijos. Me pide que traslade lo siguiente:
a)      Durante el trayecto hasta la iglesia, nadie se ha detenido para mostrarles su afecto, salvo los vecinos que llegaban tarde al templo.
b)      La misa ha sido oficiada por un sacerdote desconocido pues el párroco estaba en una consulta médica. El oficiante confundió el nombre de la difunta hasta en tres ocasiones.
c)      Los hijos se han sentido muy desasistidos pues han acudido a la misa funeral incluso menos personas que las que esperaban, y eso que ya esperaban pocas.
d)      Piensan que tal vez haya sido porque, además del entierro de la duquesa de Alba, también se ha producido el acontecimiento nacional de la entrada en la cárcel de la cantante tonadillera Isabel Pantoja, gloria nacional y ejemplo íntegro de trabajo, cultura, solidaridad e intelectualidad.
e)      Sospechan que tal vez la expectación haya aumentado ante la noticia de que en la cárcel en la que ha ingresado, en Alcalá de Guadaira, existe un taller de alfabetización en el que las reclusas, también las que ingresen hoy, pueden aprender a leer y a escribir, y hasta las cuatro reglas.
f)       Se encuentran muy compungidos y desean su pronta libertad para descanso del gentío y salud de la humanidad.
g)      A pesar de todo, sienten profundamente la pérdida de su madre y la recordarán siempre.
Por mi parte, les regalé una copia del poema de don Antonio Machado, aquel que recorre su biografía con nacimiento en las Dueñas, el mismo palacio en el que ha muerto la duquesa de la duquesas:
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero…
Para que las leyeran con más calma, también les pasé unas copias de los poemas “Del pasado efímero” y de las “Coplas por la muerte de don Guido”

Y se fue la mañana entre los rayos y algún mal aspaviento paseando las aceras…

jueves, 20 de noviembre de 2014

EN FORMATO DE ESQUELA


En el día de hoy, 20 de noviembre de 2014, ha fallecido en Béjar la señora Leonor H. S., a los 88 años de edad. Sus hijos Pepe, Andrés, Antonio, Eduardo, Luisa, Maribel y Luis, ruegan una oración por su eterno descanso. Funeral, viernes, a las doce horas, en la iglesia de san Abelardo. Funeraria La Consolación.
La señora Leonor, como reza su esquela, tenía 88 años, había criado seis hijos y estaba cansada de la vida cuando falleció. La muerte se produjo en su propio domicilio, una casa de cincuenta metros, en un barrio periférico de la ciudad. Estaba rodeada de sus familiares, que la cuidaban por turnos.
La señora Leonor había nacido en un pueblecito próximo a la ciudad de Béjar, ciudad a la que sus padres se trasladaron cuando era muy pequeña (ocho años), pues vinieron a trabajar como obreros textiles. La guerra incivil la pilló con diez años y desde entonces tuvo que dejar el colegio y ponerse a trabajar también en su casa, ayudando a zurcir piezas que llevaba su madre desde la fábrica.
Cuando se casó y ya tenía tres hijos, solicitó una casa de protección oficial, pero se la denegaron por defectos formales. Nunca recibió ninguna ayuda oficial y fue su esfuerzo diario, así como el de sus hijos (su marido falleció joven), lo que soportó el paso de los años y el mantenimiento de la familia.
La señora Leonor nunca fue conocida, salvo entre sus familiares y vecinos. No lo fue porque nunca protestó públicamente ni supo destacar en ninguna habilidad de tipo social: ni sabía bailar la jota, ni podía ir a los toros, ni lucía vestidos de colores por las calles, ni se le conocían amores distintos del que le profesó a su marido. Su existencia siempre fue callada y laboriosa; y su ámbito, reducido, pues nunca viajó fuera de la provincia. A veces le hablaban de Europa y ella sonreía pues no sabía muy bien a qué se estaban refiriendo; otras veces le contaban que había gente a la que le daban mucho dinero desde aquel lugar y ella fruncía el ceño y callaba, rumiaba para sí, pero no decía nada.

Su cadáver será velado en el domicilio familiar pues la familia no había hecho un seguro de decesos y el tanatorio le resulta muy caro. Los vecinos se han acercado a dar el pésame a sus hijos en un ambiente familiar y discreto, el mismo que esperan mañana en la misa funeral. El resto de vecinos andará tal vez pendiente y lloroso por lo que los medios digan de la señora duquesa de Alba. D. E. P.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

RUBÉN SONRÍE POR PRIMERA VEZ


RUBÉN SONRÍE POR PRIMERA VEZ

¿Qué has venido a buscar con tu sonrisa?
¿Qué sorpresa en tus ojos que provoca
un gesto incontrolado y una brisa
de complacencia tierna en esa boca?

Lo que antes era niebla es ya precisa
sensación de que el mundo te convoca
para hacer de él la fiesta de las risas
y sentir la fragancia de sus rosas.

Existe la tristeza, no lo olvides;
el mundo te dará llantos también
si no sabes hacer mutis y pides

lo que no es menester para tu bien.
Ríete hasta agotar tus sensaciones,

y verás sonreír mis emociones.

martes, 18 de noviembre de 2014

HAIKUS


HAIKUS

Riñen las hojas
entre el tierno rocío:
bosque desnudo.

El sol se aleja.
Sus rayos me saludan.
Quiero ir con ellos.


Gotas de música
sobre mi cuerpo inquieto.
Crece la calma. 


Viento en suspenso
mientras juegan y bailan
besos amantes.


Sueño en el cielo.
Las estrellas me acunan

en sus palacios.

lunes, 17 de noviembre de 2014

RELIGARE



Si uno se asoma a la ventana de las religiones e intenta descubrir alguna razón de su existencia, siempre aparece un esquema en el que se conjugan el estado de felicidad original la caída en desgracia y pecado, y la necesidad de redimir esa culpa.
En esta tercera parte del esquema es en el que tienen su sitio las religiones que conocemos en su desarrollo histórico.
El asunto no es exclusivo del contexto histórico en el que nos movemos; es algo universal y que se asienta en el recorrido de todos los pueblos y culturas. Lo atestiguan los testimonios y los textos más diversos y lejanos: los que nos llegan del oriente, los que hemos rescatado del otro lado del océano, los del norte de la vieja Europa y los de las diversas culturas que bordean el Mediterráneo.
El tópico de las viejas edades de oro, que se van degradando en los metales (plata, bronce, hierro) se rastrea en los textos hasta los siglos más cercanos. El ejemplo del Quijote bien puede servir de referente. Y célebres son los modelos clásicos de Grecia y Roma en sus mejores filósofos y escritores. Entre los mejores para mí, el que recoge Ovidio en sus Metamorfosis. Aún hoy seguimos repitiendo en fórmula popular aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
¿Por qué esa necesidad de partir de una situación idealizada, que se corrompe y que necesita ser recuperada por algún elemento al que las religiones adoran, sacralizan, procesionan, ofrecen sacrificios y dedican costumbres varias?
No sirve demasiado -no al menos a mí- recordar que los dioses clásicos han dejado de existir. En primer lugar por la falsedad literal: ahí siguen las guerras y las matanzas continuas a causa de la religión y del nombre de algún dios. Y sobre todo porque, aunque las nominaciones se hayan cambiado, la sustancia y los esquemas se mantienen. Hoy los dioses se llaman dinero y mercados, fama y apariencia.
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? En esta ventana apenas caben algunas preguntas y ningún desarrollo. Pero apuntaré al menos esa necesidad casi genética de preguntarnos por el origen y por el sentido de la existencia; la exactitud con la que encaja partir de un modelo inicial ideal; la degradación que se sufre inevitablemente al enfrentarse con el desarrollo de la vida y con las limitaciones de cada día; la necesidad de asirse a algo más “noble”; la conveniencia de crear una estructura que no solo consuele al ser humano sino que también serene en el orden y hasta en el miedo a los miembros de la comunidad; los réditos que de ello obtienen los que interpretan ese orden y esos preceptos y los poderosos de las comunidades; la costumbre y la fuerza que adquieren las repeticiones y los ritos; el sentimiento de culpa y de arrepentimiento que recorren todas esas sumas de preceptos; y cierto sentido de igualdad que, paradójicamente, suponen al situar a todos los miembros de la comunidad bajo un poder externo y superior.
En este contexto se producen las religiones particulares. En cada una de ellas esa redención necesaria para recuperar el sentido original de bondad y de felicidad se articula de manera diferente. En la occidental, es decir, en la cristiana, nada menos que el creador, tras una caída en desgracia rápida –fueron los primeros padres: no pudieron ni esperar unas generaciones siquiera- manda a su propio hijo al rescate de la comunidad que él mismo, se supone que en un acto de infinita bondad, había creado. Y además lo hace sacrificar en cruz. Y todo ello desentrañando el asunto de la trinidad pues es el hijo del padre. Y falta el espíritu. En fin, no sigo en el laberinto.
Tal vez por eso, los hombres, como en un acto de venganza y de berrinche, han ido degradando a su vez los elementos de adoración y de culto, es decir, sus dioses. Por eso se pasó del caos a los dioses en plural, luego a un dios, más tarde a la humilde razón y, en nuestros días, a algo tan diverso y huero como el dinero y la apariencia.
Porque los ritos siguen, las colas para los estadios y conciertos continúan, las procesiones de rodillas se renuevan cada primavera y los esquemas mostrencos y groseros no dejan de sonar día y noche.

Qué fenómeno este tan misterioso, tan importante, tan social y tan dejado de la mano de dios (están pensadas las palabras). Tal vez tendríamos que religare un poco más las cosas. Con serenidad y con calma. Y sobre todo con razonamiento, entendimiento y voluntad. 

sábado, 15 de noviembre de 2014

ALGUNAS INTUICIONES


.- Conocer cualquier cosa no es más que conocerse algo mejor a sí mismo.

.- Siempre es más sencillo obedecer que decidir por uno mismo. A eso se lo llama miedo a la libertad.

.- Necesito filosofar para seguir sabiendo que existo y que soy. ¿O que soy y que existo?

.- Verdad, belleza y bien. También aquí el orden de factores sí altera el producto.

.- Abre los ojos a la belleza y te quedarás ciego.

.- El que espera desespera: qué verdad tan verdadera (Antonio Machado). Pero el que desespera ya no espera. Otra vez el orden de factores.

.- En el proyecto del tiempo, nacemos ya muy viejos y morimos aún muy jóvenes.

.- Si el alma es algo distinto del cuerpo, su convivencia no es muy buena pues siempre termina en divorcio.

.- Si en el principio era el verbo, hágase en mí según la palabra.

.- MI mayor duda consiste en no saber a qué certeza aspiro.

.- Tu oscuridad es la luz que mejor me guía.

.- Me abandoné en el abandono y me olvidé de olvidarme. Y de olvidarte.

.- Con la correcta sintaxis de dos cuerpos solo se completa una oración simple.

.- Noverim me, noverim te (san Agustín). Aquí lo difícil es acotar los pronombres.


.- Ama y haz lo que quieras (san Agustín). Seguro, porque, si amas, ya no querrás hacer otra cosa que seguir amando.

jueves, 13 de noviembre de 2014

OTRAS OCUPACIONES



Porque digo yo que, además del almacén de casos que tiene la UDEF para investigar, ese cuerpo policial de cuya existencia el señor Pujol no quería acordarse, habrá alguna otra cosa en la vida en la que entretenerse. Incluso en la que poner calma y hasta razón.
Por ejemplo en algo tan elemental y tan de diario como que el ser humano es un ser social y que, para subsistir, necesita gritar todo el rato algo así como “!quién está ahí!”, para que tenga conciencia real de su existencia y para que la comparta con los otros. Y esto no solo como principio social o filosófico, sino como verdad humilde y cotidiana. Hoy mismo, mediados de noviembre, tarde gris y lluviosa, ya a oscuras y con temperatura soportable. Y no solo para este que escribe, sino también para los que se oyen en la plaza y para los que hacen ruido con los coches por las calles, esos que no salen nunca en los medios y de los que la UDEF no tiene que ocuparse. Por ahora.
El ser humano es filántropo. Por necesidad. Y no cada día con la misma intensidad, pero sí siempre. Las formas de esa filantropía, de esa relación y necesidad de los demás seres se va configurando según los tiempos ofrecen unos medios u otros para la convivencia.
Pero tengo para mí que, tampoco en esto, se han modificado demasiado los principios fundamentales de asociación. No hay más que repasar la biología del común y ahí tenemos el esquemita sencillo y claro.
Somos filántropos con los más semejantes, o sea, con la familia; lo somos con los que comparten convivencia social (vecinos, pueblo, provincia, región, nación); también lo somos con los que, de diversas formas, comparten nuestras costumbres sociales o religiosas.
Ajustar nuestro desarrollo vital a un desarrollo armónico de estos tipos de filantropía tal vez debería ocuparnos algo más que todo este asunto de los escándalos diarios. Estos escándalos se han convertido, ahora que las hojas, rendidas y amarillas, abandonan las ramas de los árboles, en un paisaje otoñal paradisíaco, en los primeros árboles que nos impiden ver el bosque.
A mí me gustaría ver el bosque desde mi terraza, contemplarlo lentamente, observar cómo se mezclan los colores en una paleta multicolor y cómo, en la lentitud de las horas, el cielo y el suelo se hacen uno y el agua se suma a la desnudez sencilla y lenta de las ramas. Pero me gustaría también observar con algo de entendimiento ese bosque metafórico de relaciones humanas que me ocupan a mí también y que van delineando la convivencia y las formas de vida de toda la comunidad, en aquello que realmente nos interesa, por duradero y por importante.
Ya sé que, como siempre, solo es un índice, pero imagino un panorama en el que las relaciones con los más próximos (familia, amigos…), con los que tenemos que compartir convivencia social, y con los que sienten en terrenos mentales y religiosos algo parecido a lo que a nosotros, se nos pasan por la cabeza…, y me sale un cuadro desconocido y casi naíf. Pero no pierdo del todo la esperanza y abro el libro por cualquiera de estos capítulos y me anego en las posibilidades positivas, ilusionadas y optimistas que me ofrecen las páginas que imagino y que harían un mundo más sencillo, agradable e ilusionante.
¿Por qué tenemos que montar un mundo en el que la rivalidad y el enfrentamiento sean casi las únicas razones del comportamiento? ¿Pero es tan difícil observar y deducir que en este tipo de mundo el trabajo de la UDEF no hará otra cosa que multiplicarse puesto que no hacen otra cosa que cortar las hojas pero no arrancar el árbol de raíz?

Tal vez haya que constatar de nuevo que la convivencia, aun llevándose bien, resulta muy complicada; si nos llevamos mal, resulta imposible.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

ALGUNAS INTUICIONES


                    ALGUNAS INTUICIONES
.- No podrás aprender nada que no conocieras ya: limítate a ordenar de otra manera los elementos.

.- Tampoco podrás regalar ninguna idea realmente nueva: confórmate solo con despertarla en otra persona.

.- Tener razón es ser la razón.

.- Naturalmente, no hay nada más natural que las leyes naturales.

.- ¿Qué cambia más: la moral, la religión o la política?

.- La razón no es más que la inteligencia cultivada.

.- Si la libertad moral es el poder que tengo de hacer o no alguna cosa, ¿cuál es mi libertad moral para tomarme un mes de vacaciones en la luna?

.- La ética es el desarrollo de la voluntad, pero la voluntad ¿de qué es desarrollo?

.- Inteligencia y voluntad: vaya dos patas para un banco.

.- Ser, conocer, querer; conocer, ser, querer; querer, conocer, ser… El orden de factores sí altera el producto.

.- Ética y política: dos visiones; una del singular y otra del plural. Ambas son morfemas flexivos y pertenecen al mismo paradigma.

.- La voluntad se identifica con el objeto deseado. Por eso, la voluntad, bien entendida, empieza por quererse uno a sí mismo.

.- (En el desarrollo de cualquier sentimiento): Emoción, deliberación, consentimiento. De nuevo, el orden de factores resulta fundamental: cuidado con desordenarlos.


.- No hay más pasiones que el amor. Si aparece el odio (o cualquiera de sus variantes) es por oposición a lo que se aparta de lo que se ama.

martes, 11 de noviembre de 2014

POR DECIR ALGO


Qué cansancio, qué agotamiento, qué pesadez, qué extenuación, qué fatiga, qué impotencia, qué acabamiento… Que se acabe ya pronto, por favor.
Pienso en todo lo que sucede en Cataluña y en el desgaste que supone para todo el mundo en esta piel de toro. No tengo conciencia de casi ninguna otra cosa que no ande trufada de asuntos nacionalistas de uno y otro lado, como si esto fuera una res muerta entre las hienas o los cuervos. Qué sensación tan distinta sería la de una piña de ánimos y de corazones empujando en la misma dirección y con fines y deseos comunes; al menos con algunos importantes que nos hicieran reír y llorar juntos. Ese horizonte ni se avizora, pues más bien parece que estamos en medio de la noche o en lo más profundo del abismo. Repito: qué cansancio, qué abatimiento, qué desasosiego. Tengo ya mis añitos y no vislumbro nada limpio y tranquilo.
No diré nada nuevo, pero me apunto -otra vez- un esquema que espero ordenado de mi manera de ver las cosas:
a)      Los territorios centrífugos lindan entre sí y su historia geográfica es común y eterna. Para algo debería servir. Lo más próximo es aquello a lo que más se quiere y a lo que más daño se le hace.
b)      Políticamente, en el caso de Cataluña -en otros territorios mucho más-, la unión política y económica es un hecho incuestionable desde hace un montón de siglos; entre otras cosas porque no hay fronteras naturales que justifiquen ninguna separación.
c)      Los historiadores serios e independientes deberían publicar un folleto describiendo y explicando los hechos fundamentales que, en momentos históricos concretos, parecen haber separado estos territorios entre sí.
d)      También los filólogos deberían ilustrar a la gente acerca de lo que supone una lengua materna y la existencia de lenguas cooficiales, sin olvidarse del carácter vivo de toda lengua, que nace, crece, se desarrolla y…
e)      Cualquier politólogo y filólogo sensato -en realidad todo se puede hacer desde un sentido común alfabetizado, pero démosle paso a los aparentemente más ilustrados- debería hacer público un catálogo con el sentido y el significado de “pueblo”, “nación”, “patria”, “región” , “autonomía”, “federalismo” y todos esos términos que ahora tanto se utilizan.
f)       Con estos elementos en la cabecita, podríamos añadir algunas notas sobre la actualidad. La primera por mi parte es para aplaudir con fuerza el civismo de toda la sociedad de Cataluña en el día de su ¿encuesta? También el civismo de los que no acudieron a las ¿urnas?, que parece que no hayan existido.
g)      El formato de votación jurídicamente no tiene ni la más mínima validez.
h)      Si existen tentaciones de actuar legalmente contra los que se dicen responsables jurídicos y políticos de la consulta, es mejor que se olviden para no alimentar más el fuego.
i)        El traslado estadístico a unas elecciones legales nos da un tercio de votantes defensores del derecho a decidir y algunos menos proclives a la independencia. Así que los números son los números y conviene no manipularlos: UN TERCIO es uno de cada tres, coño.
j)        A pesar de todo, es evidente que en Cataluña hay un buen número de ciudadanos que no se encuentra a gusto y convendría buscar alguna solución también para ellos. Pare ellos y para los demás catalanes y del resto de España.
k)      La consecuencia inevitable es la actuación política y el cambio de estatus jurídico. Si así se hace, espero que nunca sea para crear desigualdades entre unas regiones españolas y otras sino para reforzar las condiciones de igualdad y de solidaridad entre los desiguales. De hecho, para este caso y desde todo lo que ideológicamente me separa del presidente del Gobierno, no creo que su actuación haya sido tan desastrosa al dejar hacer desde la normalidad y desde el plano estrictamente jurídico. Los que dicen que hay que cambiar, que se mojen y que digan en qué. Solo conozco la propuesta federalista del PSOE: ¿hay otras propuestas?, ¿cuáles?
l)        ¿Entenderán esto los nacionalistas? Desgraciadamente sospecho que no pues su razón de ser son ellos mismos, sin mirar la situación de los demás. Siempre les he oído hablar de la asimetría como condición y del rechazo a aquello del café para todos.
m)   En consecuencia, sigo sin entender cómo se puede ser de izquierdas y nacionalista a la vez. Y prometo que estoy dispuesto a dejarme convencer de lo contrario si se me argumenta.
n)      Si en los planos jurídico y social el asunto parece más o menos claro, nos queda el asunto sentimental. Cada persona es libre de sumarse o de restarse y de hacer mutis por el foro. Consecuencia: yo no puedo negar a nadie su derecho a marcharse, a determinarse o a poner paredes en su casa.
o)      Creo que sí puedo pedirles que lo hagan ordenadamente y, si puede ser, sin demasiadas fiestas en la cara del que se queda.
p)      No parece que pueda extrañar demasiado que, desde la otra parte, haya gente que se sienta desasistida y que no muestre la sonrisa y el aplauso. De una familia, cualquiera tiene derecho a marcharse, pero los que se quedan se suelen poner tristes.
q)      Hay muchas razones para ese desasosiego pero expresaré solo una. Se me hace durísimo pensar que hijos y nietos de gentes que nacieron en Castilla, en Extremadura, en Andalucía o en otro lugar cualquiera de España, renuncien públicamente a la tierra de sus antepasados. Eso sentimentalmente es durísimo. Porque es que resulta que personitas somos todos y sentimientos los tenemos todos. Pero allá cada cual.
r)       Y como no podemos movernos más que en el terreno sentimental, no nos extrañemos tampoco demasiado si existen reacciones en comercios, marcas, entidades bancarias…
s)       Hasta me permito terminar -por no agotar el abecedario- con un aparente exabrupto, pero que pertenece al campo sentimental. ¿Cómo se puede ser simpatizante y hasta forofo de un equipo de fútbol -el Barça, naturalmente- que representa desde siempre el rechazo que ahora se está cristalizando?

Necesitamos todos sosiego y tranquilidad, afrontar los hechos con serenidad y mirando al futuro con un poco de esperanza, sin pedir aplausos huecos pero sin rebuznos tampoco. Porque el futuro va a seguir de cualquier manera, con nosotros enfadados y con nosotros alegres; incluso, y esto es lo más seguro, sin nosotros, seamos nosotros nos y los otros, como dice la etimología, o seamos nosotros todos juntos en un mismo concepto.

lunes, 10 de noviembre de 2014

TAL VEZ ES QUE EL SONIDO ES UNO MISMO


Me despiertan los días desde un sonido agudo y estridente. Es el repiqueteo de un reloj que recuerda que hay que volver del sueño y del olvido. Y enseguida comprendo que el sonido lo es todo o casi todo. Es la articulación fecunda en la palabra de quien comparte espacio tiempo a tu lado, el instrumento excelso para cifrar el pensamiento y darlo a conocer a quien lo escucha, en ese fenómeno sublime de la comunicación. Pero es también el ruido suave de la puerta cuando la cierro con cuidado para no molestar a los vecinos. Y lo es el ascensor que gruñe en su sala de máquinas mientras me baja hasta la calle. Allí descubro el suave recorrido del viento perezoso, y el sonido del motor de algún coche que marcha presuroso, como si tuviera miedo de no llegar a tiempo a ningún sitio. Las gentes a esas horas no levantan el tono y se mueven como en el reino del susurro, mientras llevan a los niños al colegio. El parque es más sonoro en el otoño; y no por los transeúntes, sino por esas hojas que crujen en el suelo cuando paseo sobre ellas, ya frutos del cansancio y rendidas al césped y al humus más sencillo. Qué hermoso es ese ruido tan continuo, qué armonía y qué tonos.
Después llega la risa de algún niño montado en bicicleta, que prefiere pedales a pisadas para ir hasta la estación de autobuses; y ya desde tan niños: qué conciencia tan alta de sí mismos, y qué placer el mío viéndolos diminutos en sus bicis.
Me voy hacia los campos, huyendo del asfalto y de los ruidos. Pero la huida es falsa, porque hay ruidos por todas las esquinas. La carretera ruge en sus vehículos, la Fuente del Regajo canta su melodía eterna, ajena a los horarios y a las luces, y continúa el sonido del viento entre los árboles. Algunos vuelven ya de sus paseos y dialogan serenos y tranquilos cuando me cruzo con ellos. Hacen repique contra el suelo las últimas castañas que se rinden al suelo, abiertos los erizos, y lagrimean las hojas con gotas de rocío entre sus venas. La Fuente del Lobo parece darle réplica a la del Regajo aunque es más desigual en su caudal y por ello en su música; ella da vida al paraje callado y solitario, que evoca los calores del verano, ahora ya tan lejanos. Algún perro ladra y juguetea entre los árboles buscando cualquier cosa entre las ramas. Y siempre están los pasos del caminante y su eterna melodía que se acompasa al ritmo de su respiración y a ese latido tenue que sigue dando ritmo y sensación de vida con el sonido tenue. Los pájaros se suman al concierto con sus trinos ya débiles y también espaciados. Con ellos y el sonido de alguna regadera, que encauza el agua por el bosque, se puede dar espacio a los caminos de la imaginación y el pensamiento.
Entonces es la hora de los otros sonidos más intensos: la soledad sonora, el orden expresivo de los sentimientos, la armonía de las ideas y hasta el canto de las sensaciones más densas. Si hay compañía se comparte la música de la articulación de las palabras; si el caminante va solo, habla consigo mismo, se desdobla en su otro y entiende cómo canta la belleza del mundo natural, cómo expresa con fuerza la energía de sus notas y cómo lo envuelve en su infinita melodía.

Cuando el paseante vuelve a casa, ya anda lleno de sonidos, de música en sinfonía, de coros de alegría, de sones y de ecos, de murmullos, silbidos y rumores. Es el momento de aislarse y de ir hacia sí mismo, a escuchar con atención los sonidos de los libros o de sus pensamientos y de entender que todo se manifiesta en el sonido, en la música callada y en el silencio si uno sabe escucharlo. El mundo entero es una sinfonía en la que hay que actuar de espectador atento y de intérprete afinado para que suene bien y cante siempre.