Qué
cansancio, qué agotamiento, qué pesadez, qué extenuación, qué fatiga, qué
impotencia, qué acabamiento… Que se acabe ya pronto, por favor.
Pienso
en todo lo que sucede en Cataluña y en el desgaste que supone para todo el
mundo en esta piel de toro. No tengo conciencia de casi ninguna otra cosa que
no ande trufada de asuntos nacionalistas de uno y otro lado, como si esto fuera
una res muerta entre las hienas o los cuervos. Qué sensación tan distinta sería
la de una piña de ánimos y de corazones empujando en la misma dirección y con
fines y deseos comunes; al menos con algunos importantes que nos hicieran reír
y llorar juntos. Ese horizonte ni se avizora, pues más bien parece que estamos
en medio de la noche o en lo más profundo del abismo. Repito: qué cansancio,
qué abatimiento, qué desasosiego. Tengo ya mis añitos y no vislumbro nada limpio
y tranquilo.
No
diré nada nuevo, pero me apunto -otra vez- un esquema que espero ordenado de mi
manera de ver las cosas:
a)
Los territorios
centrífugos lindan entre sí y su historia geográfica es común y eterna. Para
algo debería servir. Lo más próximo es aquello a lo que más se quiere y a lo
que más daño se le hace.
b)
Políticamente, en
el caso de Cataluña -en otros territorios mucho más-, la unión política y económica
es un hecho incuestionable desde hace un montón de siglos; entre otras cosas
porque no hay fronteras naturales que justifiquen ninguna separación.
c)
Los historiadores
serios e independientes deberían publicar un folleto describiendo y explicando
los hechos fundamentales que, en momentos históricos concretos, parecen haber
separado estos territorios entre sí.
d)
También los filólogos
deberían ilustrar a la gente acerca de lo que supone una lengua materna y la
existencia de lenguas cooficiales, sin olvidarse del carácter vivo de toda
lengua, que nace, crece, se desarrolla y…
e)
Cualquier politólogo
y filólogo sensato -en realidad todo se puede hacer desde un sentido común
alfabetizado, pero démosle paso a los aparentemente más ilustrados- debería
hacer público un catálogo con el sentido y el significado de “pueblo”, “nación”,
“patria”, “región” , “autonomía”, “federalismo” y todos esos términos que ahora
tanto se utilizan.
f)
Con estos
elementos en la cabecita, podríamos añadir algunas notas sobre la actualidad. La
primera por mi parte es para aplaudir con fuerza el civismo de toda la sociedad
de Cataluña en el día de su ¿encuesta? También el civismo de los que no
acudieron a las ¿urnas?, que parece que no hayan existido.
g)
El formato de
votación jurídicamente no tiene ni la más mínima validez.
h)
Si existen
tentaciones de actuar legalmente contra los que se dicen responsables jurídicos
y políticos de la consulta, es mejor que se olviden para no alimentar más el
fuego.
i)
El traslado estadístico
a unas elecciones legales nos da un tercio de votantes defensores del derecho a
decidir y algunos menos proclives a la independencia. Así que los números son
los números y conviene no manipularlos: UN TERCIO es uno de cada tres, coño.
j)
A pesar de todo,
es evidente que en Cataluña hay un buen número de ciudadanos que no se
encuentra a gusto y convendría buscar alguna solución también para ellos. Pare
ellos y para los demás catalanes y del resto de España.
k)
La consecuencia
inevitable es la actuación política y el cambio de estatus jurídico. Si así se
hace, espero que nunca sea para crear desigualdades entre unas regiones
españolas y otras sino para reforzar las condiciones de igualdad y de
solidaridad entre los desiguales. De hecho, para este caso y desde todo lo que
ideológicamente me separa del presidente del Gobierno, no creo que su actuación
haya sido tan desastrosa al dejar hacer desde la normalidad y desde el plano
estrictamente jurídico. Los que dicen que hay que cambiar, que se mojen y que
digan en qué. Solo conozco la propuesta federalista del PSOE: ¿hay otras propuestas?,
¿cuáles?
l)
¿Entenderán esto
los nacionalistas? Desgraciadamente sospecho que no pues su razón de ser son
ellos mismos, sin mirar la situación de los demás. Siempre les he oído hablar
de la asimetría como condición y del rechazo a aquello del café para todos.
m)
En consecuencia,
sigo sin entender cómo se puede ser de izquierdas y nacionalista a la vez. Y
prometo que estoy dispuesto a dejarme convencer de lo contrario si se me
argumenta.
n)
Si en los planos
jurídico y social el asunto parece más o menos claro, nos queda el asunto
sentimental. Cada persona es libre de sumarse o de restarse y de hacer mutis
por el foro. Consecuencia: yo no puedo negar a nadie su derecho a marcharse, a
determinarse o a poner paredes en su casa.
o)
Creo que sí puedo
pedirles que lo hagan ordenadamente y, si puede ser, sin demasiadas fiestas en
la cara del que se queda.
p)
No parece que
pueda extrañar demasiado que, desde la otra parte, haya gente que se sienta
desasistida y que no muestre la sonrisa y el aplauso. De una familia,
cualquiera tiene derecho a marcharse, pero los que se quedan se suelen poner
tristes.
q)
Hay muchas razones
para ese desasosiego pero expresaré solo una. Se me hace durísimo pensar que
hijos y nietos de gentes que nacieron en Castilla, en Extremadura, en Andalucía
o en otro lugar cualquiera de España, renuncien públicamente a la tierra de sus
antepasados. Eso sentimentalmente es durísimo. Porque es que resulta que personitas
somos todos y sentimientos los tenemos todos. Pero allá cada cual.
r)
Y como no podemos
movernos más que en el terreno sentimental, no nos extrañemos tampoco demasiado
si existen reacciones en comercios, marcas, entidades bancarias…
s)
Hasta me permito
terminar -por no agotar el abecedario- con un aparente exabrupto, pero que
pertenece al campo sentimental. ¿Cómo se puede ser simpatizante y hasta forofo
de un equipo de fútbol -el Barça, naturalmente- que representa desde siempre el
rechazo que ahora se está cristalizando?
Necesitamos todos sosiego y tranquilidad, afrontar los
hechos con serenidad y mirando al futuro con un poco de esperanza, sin pedir
aplausos huecos pero sin rebuznos tampoco. Porque el futuro va a seguir de
cualquier manera, con nosotros enfadados y con nosotros alegres; incluso, y
esto es lo más seguro, sin nosotros, seamos nosotros nos y los otros, como dice
la etimología, o seamos nosotros todos juntos en un mismo concepto.
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