martes, 11 de noviembre de 2014

POR DECIR ALGO


Qué cansancio, qué agotamiento, qué pesadez, qué extenuación, qué fatiga, qué impotencia, qué acabamiento… Que se acabe ya pronto, por favor.
Pienso en todo lo que sucede en Cataluña y en el desgaste que supone para todo el mundo en esta piel de toro. No tengo conciencia de casi ninguna otra cosa que no ande trufada de asuntos nacionalistas de uno y otro lado, como si esto fuera una res muerta entre las hienas o los cuervos. Qué sensación tan distinta sería la de una piña de ánimos y de corazones empujando en la misma dirección y con fines y deseos comunes; al menos con algunos importantes que nos hicieran reír y llorar juntos. Ese horizonte ni se avizora, pues más bien parece que estamos en medio de la noche o en lo más profundo del abismo. Repito: qué cansancio, qué abatimiento, qué desasosiego. Tengo ya mis añitos y no vislumbro nada limpio y tranquilo.
No diré nada nuevo, pero me apunto -otra vez- un esquema que espero ordenado de mi manera de ver las cosas:
a)      Los territorios centrífugos lindan entre sí y su historia geográfica es común y eterna. Para algo debería servir. Lo más próximo es aquello a lo que más se quiere y a lo que más daño se le hace.
b)      Políticamente, en el caso de Cataluña -en otros territorios mucho más-, la unión política y económica es un hecho incuestionable desde hace un montón de siglos; entre otras cosas porque no hay fronteras naturales que justifiquen ninguna separación.
c)      Los historiadores serios e independientes deberían publicar un folleto describiendo y explicando los hechos fundamentales que, en momentos históricos concretos, parecen haber separado estos territorios entre sí.
d)      También los filólogos deberían ilustrar a la gente acerca de lo que supone una lengua materna y la existencia de lenguas cooficiales, sin olvidarse del carácter vivo de toda lengua, que nace, crece, se desarrolla y…
e)      Cualquier politólogo y filólogo sensato -en realidad todo se puede hacer desde un sentido común alfabetizado, pero démosle paso a los aparentemente más ilustrados- debería hacer público un catálogo con el sentido y el significado de “pueblo”, “nación”, “patria”, “región” , “autonomía”, “federalismo” y todos esos términos que ahora tanto se utilizan.
f)       Con estos elementos en la cabecita, podríamos añadir algunas notas sobre la actualidad. La primera por mi parte es para aplaudir con fuerza el civismo de toda la sociedad de Cataluña en el día de su ¿encuesta? También el civismo de los que no acudieron a las ¿urnas?, que parece que no hayan existido.
g)      El formato de votación jurídicamente no tiene ni la más mínima validez.
h)      Si existen tentaciones de actuar legalmente contra los que se dicen responsables jurídicos y políticos de la consulta, es mejor que se olviden para no alimentar más el fuego.
i)        El traslado estadístico a unas elecciones legales nos da un tercio de votantes defensores del derecho a decidir y algunos menos proclives a la independencia. Así que los números son los números y conviene no manipularlos: UN TERCIO es uno de cada tres, coño.
j)        A pesar de todo, es evidente que en Cataluña hay un buen número de ciudadanos que no se encuentra a gusto y convendría buscar alguna solución también para ellos. Pare ellos y para los demás catalanes y del resto de España.
k)      La consecuencia inevitable es la actuación política y el cambio de estatus jurídico. Si así se hace, espero que nunca sea para crear desigualdades entre unas regiones españolas y otras sino para reforzar las condiciones de igualdad y de solidaridad entre los desiguales. De hecho, para este caso y desde todo lo que ideológicamente me separa del presidente del Gobierno, no creo que su actuación haya sido tan desastrosa al dejar hacer desde la normalidad y desde el plano estrictamente jurídico. Los que dicen que hay que cambiar, que se mojen y que digan en qué. Solo conozco la propuesta federalista del PSOE: ¿hay otras propuestas?, ¿cuáles?
l)        ¿Entenderán esto los nacionalistas? Desgraciadamente sospecho que no pues su razón de ser son ellos mismos, sin mirar la situación de los demás. Siempre les he oído hablar de la asimetría como condición y del rechazo a aquello del café para todos.
m)   En consecuencia, sigo sin entender cómo se puede ser de izquierdas y nacionalista a la vez. Y prometo que estoy dispuesto a dejarme convencer de lo contrario si se me argumenta.
n)      Si en los planos jurídico y social el asunto parece más o menos claro, nos queda el asunto sentimental. Cada persona es libre de sumarse o de restarse y de hacer mutis por el foro. Consecuencia: yo no puedo negar a nadie su derecho a marcharse, a determinarse o a poner paredes en su casa.
o)      Creo que sí puedo pedirles que lo hagan ordenadamente y, si puede ser, sin demasiadas fiestas en la cara del que se queda.
p)      No parece que pueda extrañar demasiado que, desde la otra parte, haya gente que se sienta desasistida y que no muestre la sonrisa y el aplauso. De una familia, cualquiera tiene derecho a marcharse, pero los que se quedan se suelen poner tristes.
q)      Hay muchas razones para ese desasosiego pero expresaré solo una. Se me hace durísimo pensar que hijos y nietos de gentes que nacieron en Castilla, en Extremadura, en Andalucía o en otro lugar cualquiera de España, renuncien públicamente a la tierra de sus antepasados. Eso sentimentalmente es durísimo. Porque es que resulta que personitas somos todos y sentimientos los tenemos todos. Pero allá cada cual.
r)       Y como no podemos movernos más que en el terreno sentimental, no nos extrañemos tampoco demasiado si existen reacciones en comercios, marcas, entidades bancarias…
s)       Hasta me permito terminar -por no agotar el abecedario- con un aparente exabrupto, pero que pertenece al campo sentimental. ¿Cómo se puede ser simpatizante y hasta forofo de un equipo de fútbol -el Barça, naturalmente- que representa desde siempre el rechazo que ahora se está cristalizando?

Necesitamos todos sosiego y tranquilidad, afrontar los hechos con serenidad y mirando al futuro con un poco de esperanza, sin pedir aplausos huecos pero sin rebuznos tampoco. Porque el futuro va a seguir de cualquier manera, con nosotros enfadados y con nosotros alegres; incluso, y esto es lo más seguro, sin nosotros, seamos nosotros nos y los otros, como dice la etimología, o seamos nosotros todos juntos en un mismo concepto.

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